ZENIT publica el comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap. -predicador de la Casa Pontificia- a la liturgia del domingo, V de Pascua, 6 de Mayo de 2007.
Un mandamiento nuevo
V Domingo de Pascua
Hechos 14,20b-26; Apocalipsis 21,1-5a; Juan 13, 31-33a
Hay una palabra que se repite varias veces en las lecturas de este domingo. Se habla de ?un nuevo cielo y una nueva tierra?, de la ?nueva Jerusal?n?, de Dios, que hace ?nuevas todas las cosas?, y finalmente, en el Evangelio, del ?mandamiento nuevo?: ?Os soy un mandamiento nuevo: que os am?is los unos a los otros como Yo os he amado?
?Nuevo?, ?novedad? pertenecen a ese restringido n?mero de palabras ?m?gicas? que evocan siempre significados positivos. Nuevo flamante, ropa nueva, vida nueva, nuevo d?a, a?o nuevo. Lo nuevo es noticia. Son sin?nimos. El Evangelio se llama ?buena nueva? precisamente porque contiene la novedad por excelencia.
?Por qu? nos gusta tanto lo nuevo? No s?lo porque lo que es nuevo, no usado (por ejemplo, un coche), en general funciona mejor. Si s?lo fuera por esto, ?por qu? dar?amos la bienvenida con tanta alegr?a al a?o nuevo, a un nuevo d?a? El motivo profundo es que la novedad, lo que no es a?n conocido y no ha sido a?n experimentado, deja m?s espacio a la expectativa, a la sorpresa, a la esperanza, al sue?o. Y la felicidad es precisamente hija de estas cosas. Si estuvi?ramos seguros de que el a?o nuevo nos reserva exactamente las mismas cosas que el anterior, ni m?s ni menos, nos dejar?a de gustar.
Nuevo no se opone a ?antiguo?, sino a ?viejo?. De hecho, tambi?n ?antiguo? y ?antig?edad? o ?anticuario? son palabras positivas. ?Cu?l es la diferencia? Viejo es lo que, con el paso del tiempo, se deteriora y pierde valor; antiguo es aquello que, con el paso del tiempo, mejora y adquiere valor. Por eso se procura evitar la expresi?n ?Viejo Testamento? y se prefiere hablar de ?Antiguo Testamento?.
Ahora, con estas premisas, acerqu?monos a la palabra del Evangelio. Se plantea inmediatamente un interrogante: ?c?mo se define ?nuevo? un mandamiento que era conocido ya desde el Antiguo Testamento (cfr. Lev 19, 18)? Aqu? vuelve a ser ?til la distinci?n entre viejo y antiguo. ?Nuevo? no se opone, en este caso, a ?antiguo?, sino a ?viejo?. El propio evangelista Juan, en otro pasaje, escribe: ?Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo, que ten?is desde el principio... Y sin embargo os escribo un mandamiento nuevo? (1 Jn 2, 7-8). En resumen, ?un mandamiento nuevo o un mandamiento antiguo? Lo uno y lo otro. Antiguo seg?n la letra, porque se hab?a dado desde hace tiempo; nuevo seg?n el Esp?ritu, porque s?lo con Cristo se dio tambi?n la fuerza de ponerlo en pr?ctica. Nuevo no se opone aqu?, dec?a, a antiguo, sino a viejo. Lo de amar al pr?jimo ?como a uno mismo? se hab?a convertido en un mandamiento ?viejo?, esto es, d?bil y desgastado, a fuerza de ser trasgredido, porque la Ley impon?a, s?, la obligaci?n de amar, pero no daba la fuerza para hacerlo.
Se necesita por ello la gracia. Y de hecho, per se, no es cuando Jes?s lo formula durante su vida que el mandamiento del amor se transforma en un mandamiento nuevo, sino cuando, muriendo en la cruz y d?ndonos el Esp?ritu Santo, nos hace de hecho capaces de amarnos los unos a los otros, infundiendo en nosotros el amor que ?l mismo tiene por cada uno.
El mandamiento de Jes?s es un mandamiento nuevo en sentido activo y din?mico: porque ?renueva?, hace nuevo, transforma todo. ?Es este amor que nos renueva, haci?ndonos hombres nuevos, herederos del Testamento nuevo, cantores del c?ntico nuevo? (San Agust?n). Si el amor hablara, podr?a hacer suyas las palabras que Dios pronuncia en la segunda lectura de hoy: ?He aqu? que hago nuevas todas las cosas?.
[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit]