Carta semanal del Arzobispo de Valencia Don Agust?n Garc?a-Gasco Vicente. Ser cat?licos
Publicada en ?Paraula-Iglesia en Valencia? el 6 de mayo de 2007
A diferencia de otras religiones, el cristiano no vive su fe evadi?ndose de la sociedad en la que vive. Jes?s espera que hagamos fructificar los talentos que hemos recibido y que seamos luz y fermento del mundo de cada ?poca. ?Qu? tenemos que hacer para poder responder con fidelidad y acierto a las necesidades de nuestra sociedad?
Los Obispos espa?oles, en el documento ?Orientaciones morales ante la situaci?n actual de Espa?a? hemos reflexionado con la finalidad de aportar algunos criterios que puedan ser ?tiles para responder a estas preguntas en el momento actual de nuestra naci?n.
La acci?n de los cat?licos s?lo ser? fruct?fera si la apoyamos firmemente en la fe de la Iglesia, porque Jesucristo vive en ella. S?lo en la plena comuni?n eclesial es posible dar un testimonio completo del Amor de Dios, manifestado en su Hijo. Nunca ser?n suficientes nuestras meras fuerzas, capacidades y opiniones.
Para que los cat?licos podamos mantener un di?logo fecundo con la sociedad en la que nos integramos, hemos de fortalecer nuestra vida cristiana en todas sus dimensiones. Demasiados distanciamientos y disentimientos que se viven en la comunidad cristiana son consecuencia de un excesivo orgullo individualista, de una fe d?bil y mal fundada, o de una secularizaci?n, que impide elevarse por encima de las expectativas temporales y de las modas intelectuales de cada momento.
El reconocimiento de Jesucristo y nuestra incorporaci?n a su misi?n en comuni?n con la Iglesia, no se queda ?nicamente en el interior de los bautizados, sino que se expresa en m?ltiples obras de amor y de servicio al pr?jimo, al necesitado y al bien com?n. Tres objetivos concretos hemos planteado los Obispos espa?oles para que el reconocimiento de Cristo y la misi?n de la Iglesia den fruto verdadero.
En primer lugar, la formaci?n en la fe. La Iglesia est? convencida de la eficacia de la educaci?n. La educaci?n alcanza sus objetivos cuando permite reconocer al hombre como sujeto de especial dignidad que tiene la perspectiva de la trascendencia y de la vida tras su paso por la tierra. Para ello, es imprescindible una adecuada relaci?n personal entre el educador y el educando, a todas las edades y en todos los niveles de la educaci?n. De una manera especial, en el catecumenado, en la celebraci?n lit?rgica o en la acci?n social y de servicio a los m?s necesitados, la educaci?n ha de fundarse en una vigorosa experiencia vital e intelectual de la presencia de Cristo en la Iglesia, sin acomodarnos a los gustos y a las preferencias de la cultura laicista, ni diluirnos en el anonimato.
En segundo t?rmino, es necesario anunciar y vivir con autenticidad el misterio cristiano del matrimonio y la familia. El verdadero matrimonio ha sido difuminado de la legislaci?n civil espa?ola. Ya no hay lugar para el reconocimiento propio de la uni?n de vida y amor entre un var?n y una mujer que se quieren para siempre, abierta a la transmisi?n responsable de la vida y a la educaci?n de los hijos. Se ha optado por establecer una uni?n inestable de f?cil disoluci?n, con predominio del ego?smo.
A los matrimonios cristianos les est? encomendada hoy en Espa?a una nueva misi?n: anunciar con su propia vida la verdadera humanidad edificada sobre el amor humano que hace posible el propio amor de Dios.
Finalmente, el tercer objetivo es el cuidado de la Eucarist?a dominical, unida a la pr?ctica frecuente del sacramento de la penitencia, alimento imprescindible para que crezca el vigor y la fortaleza cristiana de los bautizados y de la comunidad entera.
Los cat?licos hemos de estar siempre dispuestos para dar raz?n de nuestra esperanza a quien nos la pida, y para vivir con alegr?a y gratitud la misi?n que nos ha sido encomendada. Sin miedos, sin complejos, sin prepotencias, eso es lo que todos esperamos de los cristianos del siglo XXI.
Con mi bendici?n y afecto,
Agust?n Grac?a-Gasco Vicente
Arzobispo