S?bado, 19 de mayo de 2007
V CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO


Intervenci?n del Emmo. Sr. Cardenal D. Renato R. Martino
Presidente del Pontificio Consejo ?Justicia y Paz?


Saludo
En nombre de Su Eminencia, el Cardenal Renato R. Martino, Presidente del Pontificio Consejo ?Justicia y Paz? saludo cordial y respetuosamente a los Eminent?simos Se?ores Cardenales, a los Excelent?simos Se?ores Arzobispos y Obispos, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, a los queridos fieles laicos y a todos los participantes en esta V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.
Es para m? un gran honor presentar a su consideraci?n la reflexi?n que el Cardenal Presidente de ?Justicia y Paz?, desde el ?mbito del trabajo de este dicasterio de la Santa Sede, quiere aportar, con la esperanza y el deseo de que sea ?til para los trabajos de esta importante Asamblea.

1. Realidad de Am?rica Latina y el Caribe
Diversos y valiosos an?lisis de la realidad de Am?rica Latina y el Caribe se han realizado, tanto por parte de los gobiernos, los organismos internacionales u oficinas eclesiales, como por ejemplo el Observatorio del CELAM. No quiero presentarles datos que ya se conocen, s?lo me limito a se?alar algunas coincidencias que he encontrado en muchos de los Informes socioecon?micos y pol?ticos que existen.
En los pa?ses de la regi?n constatamos, como en la mayor parte de nuestro planeta, un cambio r?pido y profundo. Un cambio que no siempre es para bien debido a la falta o a la insuficiencia de instrumentos adecuados que acompa?en y gobiernen dicho cambio, orient?ndolo hacia la construcci?n de estructuras sociales, econ?micas y pol?ticas, dignas de la persona humana.
Es por ello que en campo econ?mico, a la vez que constatamos la existencia de un crecimiento econ?mico y que estas tierras producen riqueza suficiente para todos, constatamos tambi?n que siguen creciendo las desigualdades en el acceso a los bienes de la tierra. No es ning?n secreto que en algunos de los pa?ses de Am?rica Latina se registran los m?s altos ?ndices de desigualdad del mundo. Por lo tanto, la cuesti?n del desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres de estos pa?ses sigue sin resolverse, m?s a?n, en algunas realidades nacionales se ha agravado. Cabe subrayar que la situaci?n de subdesarrollo de muchos y de superdesarrollo de pocos, no es una cuesti?n s?lo econ?mica, sino que tiene causas de orden moral, y por lo tanto representa un desaf?o pastoral para la Iglesia.
En campo pol?tico, Am?rica Latina y el Caribe ha dejado atr?s las dictaduras militares, y la mayor parte de sus pa?ses ha optado por el sistema democr?tico. Somos testigos del desarrollo de los ordenamientos institucionales t?picos de los sistemas democr?ticos, sin embargo ?stos son todav?a fr?giles en la mayor?a de los pa?ses y expuestos constantemente a derivas ideol?gicas, tanto de corte populista como neoliberal, con una clase dirigente y aparatos estatales de baja credibilidad y altos ?ndices de corrupci?n. No existe todav?a, un liderazgo pol?tico s?lido capaz de aumentar la confianza de los ciudadanos en las instituciones publicas.
Asistimos tambi?n a una gran apertura y vivacidad cultural en los Pueblos latinoamericanos y caribe?os, sin embargo el secular, y en muchos casos milenario, itinerario hist?rico que ha dado origen a los rasgos caracter?sticos de cada uno de estos pueblos, y a los valores que sustentan sus culturas, se enfrentan hoy a la gran amenaza de la homologaci?n cultural o de la igualaci?n sobre la base de los peores modelos de vida provenientes de Norteam?rica o Europa, debido a la fascinaci?n que tales modelos ejercen entre las poblaciones latinoamericanas y caribe?as. Las sociedades de estos pueblos conservan todav?a un gran aprecio por la familia tradicional y un gran respeto por la vida ?desde su concepci?n hasta su muerte natural?, sin embargo no est?n exentas del peligro influjo de las pol?ticas globales emprendidas contra la familia y la vida.
2. Misi?n de la Iglesia y doctrina social
La Iglesia, que es intr?nsecamente misionera, como parte de su misi?n est? llamada a acompa?ar estos cambios, a veces dram?ticos, con la gracia del anuncio del Evangelio, recordando siempre que ?la evangelizaci?n no ser?a completa si no tuviera en cuenta la interpelaci?n rec?proca que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre? . Y ya que su misi?n no consiste s?lo en anunciar con la palabra sino tambi?n con la vida, el anuncio cristiano est? ?ntimamente unido a la promoci?n humana, al compromiso por la justicia, la paz y la solidaridad. El compromiso de la Iglesia en defensa y promoci?n de la dignidad humana no se basa en razones sociales, ni se debe a una moda m?s o menos pasajera, no se fundamenta en ninguna ideolog?a ni est? vinculado a cuestiones de prestigio. Ni siquiera se trata de un tema puramente moral, en cuanto exigencia de comportarse en modo correcto. Es el mandamiento supremo de la caridad, principio fundamental de la fe cristiana, el impulso principal que la gu?a en su esfuerzo de b?squeda y compromiso para contrarrestar y abrogar todo aquello que vulnere la dignidad del hombre, principalmente del m?s d?bil. Por lo tanto, el cuidado y la preocupaci?n de la Iglesia ante toda situaci?n de pobreza y de miseria, no constituye para Ella un oportunismo, sino una obligaci?n que deriva directamente de la fe en Dios, Creador, Providente y Redentor. Una fe que tiene sus exigencias morales en el campo social.
La Iglesia, en su misi?n primordial y prioridad suprema de evangelizar, cuenta con un instrumento esencial: la doctrina social de la Iglesia. Esta ense?anza forma parte de su misi?n y es instrumento de evangelizaci?n porque ilumina la vivencia concreta de nuestra fe . Las cuestiones sociales enumeradas al inicio de esta intervenci?n corroboran las palabras que Juan Pablo II dec?a al inaugurar la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericana, reunida en Puebla: ?una de las m?s vistosas debilidades de la civilizaci?n actual est? en una inadecuada visi?n del hombre? , y en esa misma ocasi?n invitaba a confiar en la doctrina social de la Iglesia, aun cuando ?algunos traten de sembrar dudas y desconfianzas sobre ella, estudiarla con seriedad, procurar aplicarla, ense?arla, ser fiel a ella es, en un hijo de la Iglesia, garant?a de la autenticidad de su compromiso en las delicadas y exigentes tareas sociales, y de sus esfuerzos en favor de la liberaci?n o de la promoci?n de sus hermanos? .
?Por qu? tanta insistencia en no relegar estas ense?anzas? ?por qu? los cristianos tienen que recurrir a ella para evangelizar?
Porque la doctrina social no es una filosof?a ni una ideolog?a, porque ?anuncia a Dios y su misterio de salvaci?n en Cristo a todo hombre y, por la misma raz?n, revela al hombre a s? mismo. Solamente bajo esta perspectiva se ocupa de lo dem?s? . Porque nace del S? de Dios al hombre, del proyecto de amor de Dios por el hombre, proyecto confiado sobre todo a la Iglesia. Porque la doctrina social de la Iglesia nace de la fe cristiana, es decir de las palabras y de la praxis de Jes?s y de su anuncio pascual de liberaci?n del pecado y de la muerte, porque nace de una promesa de vida nueva, que implica necesariamente las relaciones sociales entre los hombres. Porque la doctrina social se nutre del Evangelio, de la luz de Cristo y de los problemas humanos, de la Iglesia y del mundo, porque interesa a la vida de la Iglesia en el mundo y es expresi?n de la caridad de la Iglesia hacia el mundo. He aqu? algunas de las razones por las cuales la doctrina social no es marginal para la vida crisitiana, ni es ajena a la misi?n evangelizadora de la Iglesia. Por eso ella est? estructuralmente vinculada con la liturgia y la catequesis, con la oraci?n y la espiritualidad cristianas y es el coraz?n de la pastoral social. La doctrina social es tambi?n el instrumento mediante el cual las comunidades cristianas se vuelven sujetos de cultura social y pol?tica: los laicos crisitanos encuentran en ella la referencia com?n para su compromiso en las realidades temporales.
Es verdad que no corresponde a la Iglesia proponer medidas concretas de orden pol?tico o econ?mico, pero tambi?n es cierto que tiene el derecho y el deber de iluminar las conciencias de los hombres y de las mujeres para ayudarles a descubrir en su vida cotidiana las condiciones para que las estructuras en que viven sean conformes con su dignidad, los espacios que se deben crear para que madure una sociedad m?s justa, fraterna y solidaria.

3. Propuestas
Esta V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano constituye una ocasi?n oportuna para consolidar el ?nuevo impulso? que la doctrina social conoce en el continente latinoamericano. Un ?nuevo impulso? que se ve favorecido por la amplia difusi?n y magn?fica acogida que ha tenido el Compendio de la doctrina social, como he tenido oportunidad de constatar durante el I Encuentro Continental de presentaci?n del documento en la Ciudad de M?xico, y en tantas otras ocasiones en varios pa?ses de la regi?n. Al respecto, me permito se?alar que el Santo Padre, Benedicto XVI en su Mensaje a los participantes del citado Encuentro en la Ciudad de M?xico, apoy? y reforz? este proceso de consolidaci?n y relanzamiento de la doctrina social de la Iglesia, lo mismo ha hecho en su primera enc?clica, y en varios de sus discursos, el ?ltimo de ellos que me ha tocado escuchar personalmente fue el que dirigi? a los j?venes latinoamericanos y caribe?os, el pasado jueves 10 de mayo.

Desde esta perspectiva creo que es oportuno hacer algunas propuestas:
Ser? muy importante que la doctrina social se inserte adecuadamente en los itinerarios formativos tanto de los candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada, como de los catequistas y laicos comprometidos. Una seria formaci?n social vinculada a la doctrina social de la Iglesia, desalienta la referencia a las ideolog?as en turno;
Ser? igualmente oportuno incrementar los instrumentos formativos en doctrina social, en las comunidades parroquiales, en las peque?as comunidades eclesiales, en los grupos, movimientos y asociaciones laicales. De mucho provecho ser? tambi?n consolidar ?o instituir donde no existan todav?a? las estructuras dedicadas a la doctrina social a nivel universitario y con car?cter rigurosamente cient?fico, de manera que el pensamiento social cat?lico pueda confrontarse y dialogar con la filosof?a y con las ciencias humanas contempor?neas que tanto repercuten en el ethos cultural de nuestros d?as;
Ser? necesario que la doctrina social sirva como referencia esencial en la acci?n pastoral encaminada a formar para el compromiso social y pol?tico de los fieles laicos cat?licos, en la perspectiva de cultivar un liderazgo social y pol?tico m?s s?lido y cristianamente inspirado para el continente latinoamericano. Pastores y fieles en estrecha comuni?n est?n llamados a colaborar en la transformaci?n de las estructuras injustas, cada uno desde su estado y condici?n. Muchas gracias. EV, 29.
Publicado por verdenaranja @ 0:29  | Hablan los obispos
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