ZENIT publica la intervenci?n de monse?or William S. Skylstad, obispo de Spokane, presidente de la Conferencia de Obispos Cat?licos de Estados Unidos, pronunciada en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Queridos hermanos en el Episcopado Latinoamericano, queridos hermanas y hermanos en Cristo, reciban un cordial saludo de parte de todos los Obispos de la Conferencia de los Estados Unidos. Para mis hermanos Obispos de la delegaci?n de los Estados Unidos y este servidor es un honor poder participar de esta V Conferencia General del Episcopado de Am?rica Latina y el Caribe, y ser beneficiario de este caudal de gracia que estaremos recibiendo durante estas tres semanas de oraci?n estudio y compromiso. Queremos ser solidarios en la tarea evangelizadora de todo este continente.
Como no recordar con esp?ritu de profundo agradecimiento la colaboraci?n y cercan?a que ha habido entre nuestros pueblos a lo largo de nuestra historia. En muchos momentos claves hemos hecho de nuestro Continente, Una Am?rica, Una Iglesia como nos lo recordar?a el Siervo de Dios Juan Pablo II. Muchas de nuestras primeras parroquias y algunas catedrales de los Estados Unidos fueron construidas con la ayuda solidaria proveniente de pa?ses como M?xico, Cuba y Argentina.
En 1965, durante la ?ltima sesi?n del Concilio Vaticano II, los Obispos de los Estados Unidos aprobaron realizar, a trav?s de sus Obispos, una colecta anual nacional para brindar ayuda econ?mica a proyectos pastorales de la Iglesia en Am?rica Latina y del Caribe. El Comit? presta ayuda a proyectos de la Iglesia especialmente aquellos relacionados con la aplicaci?n de las conclusiones del Concilio Vaticano II, de la Segunda Asamblea General de Obispos Latinoamericanos en Medell?n, Colombia y de la III Asamblea General de Obispos Latinoamericanos en Puebla, M?xico. Se da prioridad especial a los programas pastorales y a proyectos que proporcionen a la Iglesia en Am?rica Latina una base para planificar sus acciones eficazmente. De igual modo estar? al servicio de las iniciativas y prioridades que surjan de nuestra Conferencia en Aparecida.
En el 2003, los obispos de Estados Unidos y M?xico aprobaron la hist?rica declaraci?n ?Juntos en el camino de la Esperanza?, en la cual ambos episcopados se juntaron para examinar el impacto de la migraci?n en la vida social, pol?tica y espiritual de los dos pa?ses. Alentados por el llamado del Santo Padre a una "Nueva Evangelizaci?n" y una mayor unidad entre los cat?licos de este hemisferio, los obispos ofrecieron una gu?a detallada a todos los que hacen ministerio con inmigrantes, y pasos concretos para mejorar las experiencias pastorales. La declaraci?n ofrece tambi?n a las dos naciones recomendaciones de pol?tica para respetar la dignidad del inmigrante.
Desde el 2004, hemos colaborado con el CELAM en el proyecto de la traducci?n de la Biblia de la Iglesia en Am?rica, por el cual la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos se ha comprometido a financiar durante los pr?ximos 10 a?os ? usando los fondos de la colecta para la Iglesia en Am?rica Latina - la preparaci?n de una Biblia para el uso pastoral y a la vez lit?rgico en todo el Continente Americano.
Juntos con los Obispos de Latinoam?rica los Obispos de los Estados Unidos comparte la preocupaci?n pastoral por los j?venes. En junio de 2006 se llevo a cabo en la Universidad de Notre Dame el primer encuentro para j?venes latinos. Este encuentro manifest? el vigor y calidad de la fe cat?lica que los j?venes emigrantes han tra?do a este pa?s. Nos dio gusto que una delegaci?n del CELAM nos honr? con su acompa?amiento.
En estos momentos estamos preocupados por la reforma migratoria que esta bajo consideraci?n en el congreso de los Estados Unidos. Les pido sus oraciones mientras seguimos luchando por una reforma migratoria amplia y justa que respete la dignidad del ser humano y promueva la integridad de la familia migrante.
Recordando las palabras del Santo Padre, Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada mundial del emigrante y del refugiado, cito: ?Queridos amigos, la realidad de las migraciones no se ha de ver nunca s?lo como un problema, sino tambi?n y sobre todo como un gran recurso para el camino de la humanidad? . La gran movilidad de los pueblos est? entreteji?ndonos como una sola tela de fe, rica en su diversidad de cultura. Ellos que van buscando caminos de esperanza y vida exigen a sus pastores que estemos en una comuni?n fraterna y comprometida para tener una respuesta solidaria con ellos