Carta a mi querido Te?filo del Padre Antonio Mar?a Hern?ndez, publicada en la revista "Como las Abejas", perteneciente a Marzo-Abril de 2007, n?mero 32.
Carta a mi querido Te?filo
Mi gran amigo Te?filo, he estado largamente pensando, en lo que me escribes. Una y otra vez he le?do el contenido un tanto angustioso de tu carta por ver qu? saco de positivo de ella. No es nada f?cil: porque la fe la da Dios y no se aprende en ninguna universidad. Ciertamente es muy dif?cil entender esta vida, sin fe.
Claro que, a muchos, esto de la fe no le suena a nada y parece que es un t?rmino que utilizamos cuando no encontramos explicaci?n de alg?n acontecimiento. No digamos cuando hablamos de conceptos como el Cielo, el Infierno. Dios, el Diablo, la salvaci?n o condenaci?n del Alma.
Amigo m?o, ?cu?nto cuesta conseguir la fe, y con qu? facilidad se pierde! Y, por supuesto, una persona que tenga fe, se pone a hablar con otra que no tenga y es como un di?logo con un sordo o hablar con un chino cuando uno no conoce dicha lengua, y por muchas explicaciones y argumentos que des, no hay modo de que nos entendamos. Pero, si hoy has escrito esta carta un tanto estremecedora, es porque algo te queda de tu fe de ni?o. Tambi?n veo que intentas recuperar tu fe, aunque t? creas que no la est?s consiguiendo, asistiendo a esos actos, que me has contado, aunque sea en silencio y de mero observador. Lo del Martes Santo, las procesiones, y a?n m?s. el recuerdo de tu madre pienso yo, que son otros tantos aldabonazos con que Dios est? golpeando en la puerta de tu coraz?n para que le abras. ?T? no crees mi buen Te?filo, que tu madre desde el Cielo, donde t? dices que tiene que estar, y tambi?n yo lo creo, est? rogando a Dios por ti, para que vuelvas a la casa del Padre, para recibir poco a poco la fe perdida?
?Cu?ndo nos daremos cuenta de que t? y yo no somos solamente un mont?n de carne bautizada, ni tampoco unos pobres animales con inteligencia y con capacidad para amar! ?Cu?ndo nos daremos cuenta que no s?lo son fuentes de conocimiento nuestros sentidos que nos equipara a los puros animales racionales, ni tampoco s?lo los conocimientos procedentes de la inteligencia y de la voluntad com?n con los ?ngeles, entre los que se encuentran los demonios! Sino que tenemos otra fuente de origen de conocimientos, procedentes de una zona que est? por encima de la pura naturaleza del hombre y es la zona de Dios, infinitamente m?s amplia que las otras fuentes de conocimientos. Por ser ?Zona de Dios?, participa de la misma vida divina, y es un regalo de Dios, que la da a quien con humildad se la pide, al que reconoce sus errores, al que le pide insistiendo una y otra vez aunque no sienta nada, aunque le parezca que le habla a las paredes, que nadie le escucha. A?n, clamando con impotencia: ?Oh Dios, si existes, ay?dame, dame fe dame la fe que ten?a mi madre?, y como Dios realmente existe, te la dar?. Segur?simo. Te lo garantizo yo. No debes claudicar en ning?n modo aunque se r?an de ti. T?, en silencio sigue pidiendo. Ten constancia, aunque te parezca que Dios no te est? escuchando.
En este tema no hay recetas posibles. ?Cu?nto me gustar?a a m? tener una medicina concreta! Yo creo que debes seguir rezando a?n cuando no lo sientas y, como dice el refr?n: ?rascar y rezar, todo es cuesti?n de comenzar?. No puedes darte por condenado. Si hay algo que es completamente seguro es que Dios te quiere como jam?s puedes imaginarte y no, porque t? seas bueno, sino porque El es bueno y fant?sticamente misericordioso. y en el decir de Jesucristo. ?l vino a por los pecadores, a por los enfermos, a por los desheredados. a por los que se reconocen pobres y desahuciados, a los marginados a los despreciados, a los que nadie valora.
No hay pecado por muy asqueroso repugnante, y horroroso que sea, que Dios no lo pueda perdonar. Piensa mi amigo Te?filo que, aunque ya ni creas en el pecado es precisamente el pecado, y lo siento por el que no lo crea as?, el principal causante de la p?rdida de la fe. y entre los pecados los que m?s nos embrutecen, aunque no nos guste. es la lujuria y la avaricia el sexo y el dinero, y as? se forma la cadena de todos los pecados capitales que funcionan solidariamente. Dir?a un d?a nuestro fil?sofo ?Valmes?: ?Tr?iganme un hombre puro y les demostrar? que ese cree en Dios?.
Es cuesti?n, amigo m?o, de agarrar la sart?n por el mango y al toro por los cuernos y no andar con rodeos. Hemos de ser honrados con nosotros mismos y no irnos por las ramas sino a la ra?z y ver d?nde est? la causa que origina nuestros pecados. Pienso, amigo Te?filo, que vale la pena, porque es cuesti?n de vida o muerte. T?, por suerte, a?n est?s vivo y por tanto es se?al de que Dios te sigue queriendo, y puedes, si quieres. Pero has de tener la sana intenci?n de cambiar, y confesarte bien. No te limites simplemente a enumerar un cat?logo de pecados como si se tratara de una lista de boda.
Has de saber, amigo Te?filo, que la absoluci?n del sacerdote sobre tus pecados, no es m?gica, ni desaparecen tus pecados como si te quitara un tumor maligno. La enfermedad del Alma y su curaci?n es algo m?s seria. Est? condicionada a que t? realmente sientas que has hecho da?o a Dios y a toda la humanidad y que est?s realmente dispuesto a rectificar. Ver?s c?mo comienza a crecer en ti una fuente de fe y de esperanza y entender?s mejor aquella bienaventuranza que dice: ?Felices los limpios de coraz?n, porque ellos ver?n a Dios?. 0 s?ase que una condici?n para ver a Dios es estar limpios. No lo olvides.
Adelante sigue insistiendo. Merece la pena de que le pidas al buen Dios que aumente tu fe. No te canses. Que se canse el Diablo de tratar de ponerte la zancadilla de desanimarte y de provocar tu desesperaci?n, como consigui? con Judas Iscariote.
T? puedes, si quieres. Pero si t? no quieres ?no hay santo que ruegue?. Yo tambi?n pedir? por ti, en mis pobres oraciones. Anda, adelante, un paso m?s. Otro paso m?s. Camina de pie, erguido con la cabeza levantada, porque ante todo y sobre todo, eres hijo de Dios y te tiene preparado en el Cielo un lugar muy cercano a tu madre.
Antonio Mar?a Hern?ndez Hern?ndez