Bogot?, D.C. - Colombia
2007
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO
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Bogot?, D.C., 2007
PRESENTACI?N La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en continuidad con las Conferencias Generales anteriores, es un acontecimiento eclesial de fraterna colegialidad episcopal, cuya preocupaci?n fundamental es la evangelizaci?n del Continente. Para dar un nuevo impulso pastoral a la vida y la misi?n de nuestras Iglesias, S.S. Benedicto XVI tuvo a bien convocar una nueva Conferencia General en Aparecida, Brasil, y entregarles el tema: ?Disc?pulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en ?l tengan vida, ?Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida? (Jn 14, 6)?. Luego el CELAM, conforme a sus Estatutos (Art. 4, 7), asumi? el encargo de preparar este extraordinario evento episcopal.
El primer momento de su preparaci?n consisti? en recoger valiosas aportaciones de las Conferencias Episcopales y de diversas reuniones en el ?mbito del CELAM sobre el tema del discipulado y la misi?n, sobre los n?cleos tem?ticos que de all? se desprenden y los resultados del an?lisis y discernimiento del actual momento hist?rico. Con ese material se elabor? el Documento de Participaci?n y las Fichas de trabajo, para ofrecerlos como instrumentos que motivaron luego una amplia y activa participaci?n del Pueblo de Dios con la reflexi?n sobre el tema entregado por el Santo Padre.
El documento y las fichas se enviaron a las Conferencias Episcopales para que ?stas los distribuyeran a las Iglesias particulares, organismos episcopales e instituciones cat?licas. Asimismo, se envi? ese material a organismos de nivel continental con alguna vinculaci?n a la Iglesia Cat?lica. A todos ellos se anim? a participar y a elaborar aportes al tema. Al mismo tiempo, se realizaron varios seminarios con participaci?n de expertos, y congresos en los que intervinieron miembros de diferentes pa?ses de Am?rica Latina y del Caribe. Sus resultados ya han sido publicados en su mayor parte y otros est?n en v?as de publicaci?n.
Todos estos encuentros tuvieron como objetivo profundizar el tema del discipulado y la misi?n desde diversas perspectivas: b?blica, teol?gica y pastoral; y discernir el profundo cambio cultural que vivimos, a fin de buscar juntos caminos m?s adecuados para vivir con fidelidad creativa el mensaje del Evangelio y transmitirlo con nuevo ardor misionero.
Durante este per?odo se exhort? a todas las comunidades cristianas de la regi?n y, de un modo muy especial, a todos los monasterios de vida contemplativa, a vivir en clima de fe y oraci?n la preparaci?n de la V Conferencia. En particular, se recomend? que todos los grupos de trabajo iniciaran y finalizaran su tarea con la oraci?n que nos entreg? S.S. Benedicto XVI para la V Conferencia General. La oraci?n, la reflexi?n y la elaboraci?n de aportaciones signific? en muchas comunidades un fuerte apoyo y animaci?n para un renovado impulso en el compromiso de vida cristiana y acci?n misionera.
En el segundo momento de preparaci?n de la V Conferencia se han recogido las contribuciones que llegaron al CELAM, como resultado de un a?o de intensa labor en el Continente. Se han recibido los aportes de 21 Conferencias Episcopales de la regi?n, de los Departamentos del CELAM, de algunos Dicasterios romanos, de organismos y eventos continentales y otras aportaciones varias. En total, llegaron m?s de 2.400 p?ginas con valiosas aportaciones, que enriquecieron la reflexi?n afrontando algunos grandes temas que no aparec?an suficientemente tratados en el Documento de Participaci?n. La Asamblea de Aparecida, movida por el soplo del Esp?ritu, podr? insistir en otros temas que tal vez no est?n presentes con la debida importancia en la presente s?ntesis. Los aportes recibidos fueron clasificados tem?ticamente por el equipo del CELAM. A continuaci?n fueron estudiados por una comisi?n especial de obispos, te?logos/ as, biblistas y pastoralistas, nombrados por la Presidencia del CELAM. Una vez estudiados, fueron la base para redactar el presente documento.
El objetivo de este trabajo es ofrecer una s?ntesis cualitativa de los aportes recibidos, como resultado de la participaci?n de innumerables comunidades y di?cesis, que reflexionaron sobre el tema del discipulado y la misi?n ante el desaf?o de la evangelizaci?n en el tiempo presente.
Es claro, en la actual s?ntesis no se pretende recoger materialmente todas y cada una de las propuestas que nos han llegado del Continente, sino expresarlas con fidelidad al esp?ritu en sus aspectos m?s significativos. En ello reside su valor y en tal sentido lo ofrecemos al participante de la V Conferencia, a fin de que sirva como instrumento cualificado de inspiraci?n y consulta durante las deliberaciones de Aparecida. A esta s?ntesis se suman diversos subsidios que se publicaron en vista de la preparaci?n de la V Conferencia y se enviaron a todos los que van a participar en esta Asamblea. Sin embargo, la s?ntesis de estas contribuciones no debe confundirse con el esbozo del documento final de Aparecida. Redactarlo ser? obra de quienes participen en la Conferencia General con la apertura propia del disc?pulo al soplo delEsp?ritu.
Aunque el principal destinatario de este texto es el participante de la V Conferencia, tambi?n lo ofrecemos con gusto a las Conferencias Episcopales de Am?rica Latina y del Caribe, porque precisamente sus aportaciones fueron la base para elaborar esta s?ntesis. Su lectura puede ser muy ?til para ver cu?les son los grandes temas que hoy retan a una nueva evangelizaci?n del Continente, y percibir anhelos e inquietudes de pastores y fieles que desean vivir en el tiempo presente con nuevo entusiasmo su vocaci?n de disc?pulos para la misi?n.
+ ANDR?S STANOVNIK OFMCap.
Obispo de Reconquista
Secretario General del CELAM
ABREVIATURAS UTILIZADAS
EN ESTE DOCUMENTO AA = CONCILIO VATICANO II, Decreto Apostolicam
Actuositatem 18 11 65
AG = CONCILIO VATICANO II, Decreto Ad Gentes 7 12 65
CDSI = CONSEJO PONTIFICIO ?JUSTICIA Y PAZ?, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 29 06 04
CCE = JUAN PABLO II, Catecismo de la Iglesia Cat?lica, 11 10 92
CHL = JUAN PABLO II, Exhortaci?n Apost?lica Post- Sinodal Christifideles Laici 30 12 88
DCE = BENEDICTO XVI, Carta Enc?clica Deus Caritas Est
25 12 05
DP = Documento de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano celebrada en Puebla de los ?ngeles, M?xico, 1979
DV = CONCILIO VATICANO II, Constituci?n Dogm?tica Dei Verbum 18 11 65
EiA = JUAN PABLO II, Exhortaci?n Apost?lica Ecclesia in America 22 01 99
EN = PABLO VI, Exhortaci?n Apost?lica Evangelio Nuntiandi 8 12 75
GS = CONCILIO VATICANO II, Constituci?n pastoral Gaudium et Spes 7 12 65
LE = JUAN PABLO II, Carta Enc?clica Laborem Exercens 14 09 81
LG = CONCILIO VATICANO II, Constituci?n Dogm?tica Lumen Gentium 21 11 64
MND = JUAN PABLO II, Carta Apost?lica Mane Nobiscum Domine 7 10 04
NMI = JUAN PABLO II, Carta Apost?lica Novo Millennio Ineunte 6 01 01
PCAL= Pontifica Comisi?n para Am?rica Latina, Recomendaciones Pastorales de la Reuni?n Plenaria ?La Misa dominical, centro de la vida cristiana en Am?rica Latina?, enero 2005.
PDV = JUAN PABLO II, Exhortaci?n Apost?lica Post- Sinodal Pastores Dabo Vobis
PG = JUAN PABLO II, Exhortaci?n Apost?lica Pastores Gregis 16 10 03
RM = JUAN PABLO II, Enc?clica Redemptoris Missio 7 12 90
SD = Documento de la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano celebrada en Santo Domingo, R.D., 29 10 92
VC = JUAN PABLO II, Exhortaci?n Apost?lica Vita Consecrata 25 03 96
INTRODUCCI?N 1. HACIA UNA IGLESIA DE DISC?PULOS Y MISIONEROS 1. Sin la Iglesia en Am?rica Latina y El Caribe, la identidad y el itinerario hist?rico de nuestros pueblos ser?an inexplicables.
Su relaci?n cordial con Dios y su sed de cielo tiene su ra?z m?s profunda en el misterio de la Iglesia. Su b?squeda de paz y reconciliaci?n, su valoraci?n de la familia y la solidaridad heroica en las horas de desgracia tienen su primera fuente en la comuni?n trinitaria. Y el compromiso con la historia, en los tiempos de anocheceres y de auroras, como tambi?n la mirada llena de confianza en el futuro que suscita el Esp?ritu entre nosotros, son presencia viva de Jesucristo, Se?or de la historia, que se acerca a todos, especialmente a los pobres y a los extraviados, porque nos ha preparado una morada en la casa del Padre.
2. Es cierto, sin embargo, que desde la primera proclamaci?n del Evangelio hasta los tiempos recientes la Iglesia ha experimentado ?pocas luminosas y tambi?n momentos sombr?os, vinculados a las diversas situaciones que estaba llamada a afrontar con su fr?gil condici?n humana, ennoblecida por la elecci?n y la gracia de Dios. Con ?l escribi? p?ginas de nuestra historia de gran sabidur?a y santidad. Sufri? tambi?n tiempos dif?ciles, tanto por acosos y persecuciones, como por las debilidades y pecados de sus hijos, los que desdibujaron la novedad del Evangelio, las promesas de Dios a la humanidad, y adem?s su propia vocaci?n de amor y servicio.
Sin embargo, podemos afirmar que en la Iglesia lo m?s determinante siempre es la acci?n del Se?or, que se vale de hombres y mujeres que con fidelidad a la gracia colaboran con ?l, de modo que ella misma llega a ser presencia luminosa y actuante de Cristo en la historia de nuestros pueblos.
3. La comunidad creyente de Am?rica Latina ?aproximadamente la mitad de la poblaci?n cat?lica del mundo?, consciente de su realidad y de su historia, descubre tambi?n en nuestros d?as que su misi?n est? en las sociedades latinoamericanas ante inmensos desaf?os que le plantea la lectura evang?lica de los signos de los tiempos.
Junto a otros actores sociales quiere servir y hacer su aporte original a partir de la fe y la confianza en Jesucristo vivo. Inmersa hist?ricamente en el caminar de los latinoamericanos, la Iglesia quiere continuar en el tiempo el misterio de Cristo y con su misterio pascual, y de esta manera protagonista e interlocutora en los procesos que expresan los anhelos m?s hondos del coraz?n humano.
4. Toda renovaci?n pide lucidez, discernimiento, renuncias y audacia. Cristo ?Camino, Verdad y Vida?, es garant?a de la aut?ntica renovaci?n de la comunidad eclesial. Hoy es necesario que la Iglesia ofrezca una presencia llena de significado, fuente de vida y de comuni?n, clave de sentido para las m?ltiples experiencias que acompa?an a los pueblos del Continente. Gracias a la conversi?n personal y pastoral, la Iglesia siempre est? llamada a morir como el grano de trigo, para dar fruto y ser un signo cre?ble de esperanza. Lo ser? por su di?logo con Dios, por su fidelidad al Evangelio, y por su estilo comunitario, solidario y servicial, transparente, sencillo y dialogante, amante de la verdad y del bien de los necesitados. As? ella sale al encuentro de la persona humana y puede inspirar sus centros vitales, personales y sociales.
A la Iglesia le urge aportar la vida nueva en Cristo y colaborar en la gestaci?n de nuevos caminos que hagan renacer y crecer la esperanza y la vida en las personas y en los pueblos.
2. NUESTRA ORIGINALIDAD LATINOAMERICANA 2.1 Un continente de esperanza 5. Am?rica Latina fue reconocida repetidamente como el ?Continente de la Esperanza?, un nombre que deriva no s?lo de las riquezas que la Providencia de Dios ha dado a sus tierras y a sus pueblos, sino sobre todo del don de la fe cat?lica, en el que reside la mayor riqueza y la fuente inagotable de esperanza de los pueblos latinoamericanos.
?Cristo es su ?perla preciosa?! Por eso mismo, en la sabidur?a de los pueblos ha quedado arraigada la certeza de que el amor es m?s fuerte que el dolor y la muerte.
6. A?n hoy, a comienzos del siglo XXI, podemos constatar que la gran mayor?a de los latinoamericanos han recibido el bautismo en la Iglesia cat?lica y se confiesan cat?licos, no obstante deficiencias y ausencias en la evangelizaci?n y catequesis. Esto muestra la profunda inculturaci?n y arraigo de la tradici?n cat?lica en la g?nesis, historia y cultura de los nuevos pueblos americanos.
La fe cat?lica, que se estableci? en el Continente desde el primer momento del encuentro sorprendente y muchas veces dram?tico de los europeos, sobre todo de espa?oles y portugueses, con las civilizaciones, pueblos y tribus de los muy diversos pueblos ind?genas, marca profundamente nuestra historia, constituyendo el m?s radical y potente v?nculo que da identidad a nuestros pueblos y que construye su unidad en medio de las profundas laceraciones de un mestizaje incompleto y desgarrado y de la secuela de discriminaciones y violencias sufridas. Su Buena Noticia sobre la com?n y excelsa dignidad de todos los hijos de Dios, el mandamiento de la caridad, la pasi?n evang?lica por la justicia y la solidaridad preferencial con los m?s pobres y desamparados, acompa?a y anima los sufrimientos y esperanzas de los pueblos latinoamericanos en sus vicisitudes hist?ricas, y queda desafiada ante los grandes retos de un presente desconcertado que a?ora, anhela y vacila.
7. Tambi?n nos duele la realidad latinoamericana. A pesar de incontables signos alentadores que afloran sin interrupci?n, todav?a est? marcada por dolorosas situacionesen el orden econ?mico, pol?tico, cultural, social y religioso, que lastiman la dignidad inalienable de la persona humana. En numerosos pueblos la identidad cultural y cristiana es fr?gil. Por eso los aflige el avance de fuertes influencias culturales que les son extra?as y muchas veces hostiles. De hecho hay poderes que se han propuesto acabar con costumbres y convicciones que han caracterizado la vida y las legislaciones de nuestros pueblos.
8. Sin embargo, los signos de esperanza afloran en medio de estas situaciones. Hay una asombrosa riqueza de vida por doquier en la convivencia. Hay incesantes esfuerzos por construir la paz y buscar salidas democr?ticas a los m?ltiples y variados problemas que aquejan nuestra realidad. Adem?s nuestros pueblos no pierden su fe en Dios y su amor por la vida, su sed de trascendencia, su capacidad de acogida, servicio y ayuda fraterna. Las iniciativas ciudadanas se multiplican y no falta la entrega abnegada y comprometida de muchas personas que contin?an construyendo espacios de fraternidad y solidaridad, y abriendo caminos hacia un futuro m?s promisorio.
9. Late siempre en el coraz?n de nuestras gentes el orgullo de sentirse ?latinoamericanos?. Am?rica Latina no es un ?sub-continente? con un mosaico incomponible de contenidos, definido s?lo por su espacio geogr?fico.
Tampoco una suma de pueblos y de etnias que se yuxtaponen. Es la casa com?n de naciones con comunes or?genes hist?ricos, un similar sustrato cultural que requiere ser enriquecido por los aportes inclusivos de todos sus componentes ?tnicos y sociales, con similares vicisitudes y desaf?os hist?ricos, con la impronta com?n de la catolicidad. Entre las etnias, hoy exigen el respeto, el reconocimiento y el espacio necesario para impulsar su futuro, quienes remontan sus tradiciones ancestrales a los pueblos originarios a los cuales lleg? la primera evangelizaci?n.
Entre ellos encontramos grandes valores, tales como la estabilidad familiar, el amor a la tierra, un hondo sentido religioso y abundante solidaridad en las necesidades y alegr?a en las fiestas.
10. Hoy, en el contexto de la globalizaci?n, muchas personas y pueblos de Am?rica Latina se sienten llamados a reanudar v?nculos m?s estrechos entre s?, y vuelven a aparecer esfuerzos tendientes a crear una nueva unidad y solidaridad latinoamericanas. El intercambio realmente solidario, la conciencia de fraternidad y la voluntad de unirse, valores profundamente cristianos, tratan de abrirse camino para garantizar el desarrollo y la cultura, y consolidar su presencia en el panorama mundial.
2.2 La dedicaci?n evangelizadora 11. La fe cat?lica tra?da al Continente tuvo una recepci?n positiva gracias a la potente acci?n del Esp?ritu por medio de la gesta evangelizadora y a la predisposici?nde tantos misioneros a acercarse a las culturas aut?ctonas de manera cercana y comprensible. El acontecimiento de Guadalupe marc? un hito relevante en los inicios de la evangelizaci?n. Las ?semillas del Verbo? presentes en las culturas aut?ctonas les facilit?, de manera sorprendente, encontrar en el Evangelio respuestas razonables, vitales y sobreabundantes a los deseos de verdad, de sentido de la vida y significado de la realidad, de felicidad y justicia, de comuni?n en el amor, que constituyen el ?coraz?n? de toda persona humana. ?stos son dones que reconocemos y agradecemos de coraz?n.
12. Fue decisiva la misi?n evangelizadora de numerosos obispos, misioneros, religiosos y laicos apasionados por la vida y el destino de hombres y pueblos que les confiaba como nuevos ?pr?jimos? la Providencia de Dios, a quienes comunicaron la Buena Noticia de la salvaci?n, y para quienes abrieron, como aut?nticos padres en la fe, caminos de humanizaci?n y defensa de los derechos de las personas y los pueblos. Sin embargo, es imposible desconocer los abusos de quienes pretendieron imponer violentamente otro orden social y cultural, a veces tambi?n la fe.
13. La impronta cat?lica ha permanecido en su arte, en su lenguaje, en sus tradiciones, en su idiosincrasia y estilo de vida, y de manera especial en la rica y variada religiosidad popular del Continente, que se expresa en sus diversas expresiones de invocaciones y s?plicas, de peregrinaciones y de fiestas. El amor a la Eucarist?a es signo elocuente del reconocimiento de la presencia de Cristo, el Dios con nosotros. La piedad mariana ocupa un lugar destacado en la fe de los habitantes de estas tierras. Nuestros pueblos se sienten en la compa??a y comuni?n de los santos. La Iglesia cat?lica encuentra en ellos, no obstante las propias deficiencias, altos ?ndices de consenso, credibilidad y confianza. La devoci?n al Sucesor de Pedro se ha manifestado sobre todo en ocasi?n de las memorables visitas apost?licas, primero de Pablo VI y despu?s, mucho m?s numerosas, de Juan Pablo II a los diversos pa?ses latinoamericanos.
14. No obstante, hay que reconocer que los procesos de evangelizaci?n muchas veces quedaron incompletos, y que no basta con poseer ricas tradiciones, si el fuego de la fe, el amor y la esperanza no es avivado permanentemente con la oraci?n, la meditaci?n de la Palabra de Dios y la participaci?n viva en comunidades cristianas: en su liturgia, en sus peregrinaciones, en su vida y en sus compromisos solidarios. Cuando esto no ha ocurrido, la huella cat?lica ha permanecido en formas culturales o de religiosidad que no han llegado a dar frutos de conversi?n personal y de renovaci?n evang?lica de la vida de nuestros pueblos.
15. Ante este desaf?o nos hallamos. Para darle respuesta queremos encontrarnos nuevamente con Cristo, como los disc?pulos y los santos lo han hecho desde los inicios del cristianismo y a lo largo de la historia. La alternativa crucial es ?sta: o nuestra tradici?n cat?lica y nuestras opciones personales por el Se?or arraigan m?s profundamente en el coraz?n de las personas y de los pueblos latinoamericanos como acontecimiento fundante, como encuentro vivificante y transformador con Cristo, y se manifiesta como novedad de vida en todas las dimensiones de la existencia personal y la convivencia social, o corre el riesgo de seguir dilapid?ndose, empobreci?ndose y diluy?ndose en vastos sectores de la poblaci?n, lo que ser?a una p?rdida dram?tica para el bien de nuestros pueblos y para toda la catolicidad.
3. EN COMUNI?N CON LA IGLESIA UNIVERSAL 3.1 Mutuo enriquecimiento en el camino de la fe 16. La fe que profesamos manifiesta nuestra identidad ante el mundo. El Esp?ritu nos impulsa a vivirla en la comuni?n de la Iglesia universal y nos alienta a expresarla con nuestros propios rasgos espec?ficos. En la Iglesia de Am?rica Latina y El Caribe nos consideramos especialmente enriquecidos por el patrimonio de la catolicidad de la fe que se expresa en variadas formas.
Igualmente las comunidades cristianas de esta regi?n del mundo tambi?n son conscientes de la riqueza peculiar que ofrecen a la experiencia cristiana de la Iglesia universal, produci?ndose as? una corriente rec?proca de vida que fecunda a todos los hijos y las hijas de Dios.
17. En este contexto cabe destacar el ejercicio del ministerio de Pedro, cabeza del colegio episcopal, que en las d?cadas recientes ha tenido una particular preocupaci?n por las Iglesias particulares del Continente.
Sobre todo en la era del postconcilio el magisterio de los pont?fices ha enriquecido y marcado profundamente la vida de nuestras Iglesias, cuya autoconciencia eclesial y latinoamericana se ha expresado y profundizado particularmente en la celebraci?n de las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano. El magisterio de los ?ltimos Papas ?recordemos ya el magisterio de S.S. Pablo VI? merece una especial memoria. Ciertamente Juan Pablo II despert? una gran adhesi?n y amor filial por parte de nuestros pueblos, manifestados en la acogida de sus visitas a esta tierra. El Papa Juan Pablo II comprendi?, anim? y orient? con profundidad la experiencia de la Iglesia en Am?rica Latina. Por otra parte, la acogida que ?l brind? a los proyectos pastorales de las Conferencias Generales repercuti? en un enriquecimiento de su misma acci?n pastoral y de la Iglesia en todo el orbe. Una admiraci?n que crece en la atenta y fiel recepci?n de su Magisterio, despierta actualmente hacia el actual Santo Padre, Benedicto XVI, a quien acogeremos de coraz?n en su pr?ximo viaje a nuestro continente.
3.2 Las cuatro Conferencias Generales y el S?nodo para Am?rica 18. A partir de la segunda mitad del siglo XX, con renovado ?mpetu se retom? en Am?rica latina la b?squeda de formas de comuni?n concreta entre las Iglesias particulares, practicada casi desde los albores de la evangelizaci?n fundante.
19. R?o, Medell?n, Puebla y Santo Domingo fueron para las comunidades eclesiales latinoamericanas verdaderos acontecimientos de gracia, que dieron nuevo impulso a la evangelizaci?n del Continente. El Concilio Vaticano II y luego el Magisterio Pontificio fueron decisivos en la orientaci?n doctrinal y pastoral de estos encuentros episcopales. Sus documentos expresan el camino pastoral que han ido haciendo en com?n las Iglesias de Am?rica Latina en la segunda parte del siglo XX. De ellos, tanto el pensamiento teol?gico como las opciones pastorales han contribuido de manera muy importante a conformar la identidad pastoral de nuestras Iglesias y la identidad cat?lica, espiritual y social, de nuestros pueblos.
Por otra parte, constituyen un hecho singular en la historia de la Iglesia, que debemos agradecer a Dios nuestro Padre y que nos interpela a?n m?s en la comuni?n universal de nuestras Iglesias particulares.
20. La Conferencia de R?o tuvo como principal preocupaci?n la situaci?n de los evangelizadores por la escasez de sacerdotes. Por eso alent? una intensa campa?a
vocacional y puso especial atenci?n en incrementar los medios de formaci?n en la fe tanto para el clero como para el laicado. El aporte m?s importante de esta Conferencia en lo que se refiere a la integraci?n de las Iglesias fue la creaci?n del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
21. La Conferencia de Medell?n se propuso aplicar la renovaci?n conciliar a Am?rica Latina. El tema escogido fue ?La presencia de la Iglesia en la actual transformaci?n de Am?rica Latina, a la luz del Concilio Vaticano II?. El desarrollo integral de la persona y de la sociedad, desde la perspectiva de la Evangelizaci?n, mereci? una reflexi?n especial en esta Conferencia. Produjo 16 documentos sobre los aspectos m?s importantes de la tarea evangelizadora de la Iglesia que fueron acogidos con especial entusiasmo en las Iglesias de Am?rica Latina. Entre los aspectos pastorales que m?s resonancia tuvieron en la vida de la Iglesia se pueden mencionar: el sentido de la salvaci?n y de la liberaci?n, la riqueza de la religiosidad popular, la experiencia de las comunidades eclesiales de base, la floraci?n de los ministerios ordenados y de los ministerios confiados a los laicos, la opci?n preferencial por los pobres, el compromiso de los cristianos con la justicia y la promoci?n humana.
22. La Conferencia de Puebla trat? sobre ?La evangelizaci?n en el presente y en el futuro de Am?rica Latina?, y tom? como base de su reflexi?n la Exhortaci?n Apost?lica Evangelii Nuntiandi de Paulo VI sobre la Evangelizaci?n en el mundo contempor?neo, y consciente del substrato cat?lico de nuestra cultura, comprendi? su vigencia entre nosotros. Esta Conferencia se preocup? de una renovada evangelizaci?n en la cultura propia de Am?rica Latina, a trav?s de la proclamaci?n integral de la verdad sobre Jesucristo, sobre la naturaleza y misi?n de la Iglesia y sobre la dignidad y destino del ser humano. El principio pastoral que escogi? para impulsar la renovaci?n en la Iglesia y animar la evangelizaci?n fue la comuni?n y la participaci?n. Es preciso reconocer que los contenidos expresados en su documento se hicieron lenguaje, estilo pastoral y criterio de juicio que inspir? durante largos a?os el trabajo de toda la Iglesia en Am?rica Latina. Esta Conferencia ha tenido un influjo muy importante en la vida de nuestras Iglesias. En particular, dej? una mayor conciencia de nuestra identidad eclesial y profundiz? y ampli? la s?ntesis que hab?an ofrecido las Conferencias anteriores.
23. En continuidad con las anteriores, la Conferencia de Santo Domingo, trabaj? el tema ?Nueva evangelizaci?n, promoci?n humana y cultura cristiana. ?Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre? (Hb 13, 8)?. El documento final se preocup? de formular y sintetizar la propuesta de una Nueva Evangelizaci?n para las Iglesias de Am?rica Latina haciendo un especial ?nfasis en el fundamento cristol?gico de la evangelizaci?n y en la necesidad de inculturar el Evangelio en las diversas culturas y en las diferentes estructuras de los pueblos de Am?rica Latina. Tenemos que reconocer que la recepci?n de esta Conferencia fue menos intensa que la lograda tras la Conferencia de Puebla.
24. El tema de fondo que unifica todas las Conferencias Generales es la Evangelizaci?n. Sin embargo, se puede sintetizar muy esquem?ticamente, diciendo que la principal preocupaci?n de R?o fueron los evangelizadores, de Medell?n la persona humana y la sociedad latinoamericana; de Puebla la Iglesia y de Santo Domingo Jesucristo. En esta perspectiva se puede apreciar la continuidad tem?tica que presenta la V Conferencia con las cuatro anteriores: el centro de su preocupaci?n pastoral es la vida plena en Cristo tanto del sujeto individual, disc?pulo-misionero, como del sujeto colectivo, que se realiza en la Iglesia para el bien de nuestros pueblos.
25. Cada una con su estilo propio puso acentos a la misi?n eclesial, integr? lo antiguo y lo nuevo, se esforz? por hacer una atenta escucha de las necesidades y expectativas del pueblo de Dios, y se?al? nuevos rumbos en el camino de la evangelizaci?n. La vida y la misi?n de la Iglesia en Am?rica Latina se pueden comprender adecuadamente s?lo a partir de esas claves que han echado hondas ra?ces en su historia reciente.
26. Por su parte, el S?nodo Extraordinario de los Obispos de Am?rica, convocado por Juan Pablo II con motivo de la celebraci?n del Gran Jubileo de la Encarnaci?n del Verbo de Dios, coloc? a las Iglesias de Am?rica ante el centro de su vocaci?n y misi?n: el encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversi?n, la comuni?n y la solidaridad en Am?rica. Este acontecimiento eclesial sin precedentes tendi? puentes entre todas las Iglesias de Am?rica, permiti? celebrar la fe com?n y ayud? a reconocer que esa fe tiene potencialidades capaces de crear comuni?n y solidaridad m?s all? de las fronteras socioculturales y econ?micas. Ecclesia in America es una fuente muy valiosa de s?ntesis teol?gica y de propuestas pastorales, que reclama un elocuente testimonio de coherencia en la vida cristiana y un nuevo ardor misionero de nuestras Iglesias. Se puede decir que esta Exhortaci?n Apost?lica es una agenda abierta que dar? muchas posibilidades de comuni?n y de solidaridad no solo para las Iglesias de Am?rica Latina sino de todo el Continente.
4. CAMINO DE LA V CONFERENCIA 4.1 Los n?cleos tem?ticos 27. El tema central de la V Conferencia es ?Disc?pulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en ?l tengan vida. ?Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida? (Jn 14, 6)?. En ?l encontramos los n?cleos que inspiraron los an?lisis, las reflexiones y las propuestas de su fase preparatoria. Son hilos conductores que le otorgan unidad y coherencia, de tal forma que es posible descubrir en ellos interrelaci?n, interdependencia e interacci?n.
28. Disc?pulos y misioneros de Jesucristo, evoca una triple relaci?n vital: con el Se?or que nos hace objeto de su gratuidad, con la comunidad donde vivimos nuestra identidad eclesial, y con aquellos a quienes somos enviados en nombre del Se?or de la vida.
29. Para que nuestros pueblos, sit?a a los disc?pulos y misioneros en la dimensi?n evangelizadora de la Iglesia, atendiendo a la solidaridad, el amor oblativo y el servicio incondicional a todos sin exclusiones. Queremos acompa?ar a nuestros pueblos en la liberaci?n de sus sufrimientos y esclavitudes, que ahogan su esperanza y no les permiten tener la vida plena que el Padre Dios nos regala sin cesar con la resurrecci?n de Jes?s.
30. En ?l tengan vida, manifiesta nuestra convicci?n de que en el Dios vivo revelado en Jes?s se encuentra elsentido, la fecundidad y la dignidad de la vida humana.
Esta es la vida en Cristo que anhelamos con nuestros pueblos y que se ve amenazada en formas insospechadas y perversas. Nos urge la misi?n de entregarla, promoverla y defenderla en toda su integridad, con la conciencia de que alcanzar? un d?a la plenitud cuando ?Dios sea todo en todos? (1 Co 15, 28).
4.2 Contenido y m?todo del presente documento 31. Este documento consta de tres cap?tulos, una introducci?n y una conclusi?n general. En el primer cap?tulo miramos a nuestros pueblos a la luz del proyecto del Padre, lo cual nos permite una mirada creyente de la sociedad latinoamericana. Se?alamos algunos rostros concretos que hoy nos interpelan, anotamos los rasgos sobresalientes del cambio de ?poca, y nos detenemos en la propia Iglesia con sus contrastes y desaf?os que provienen de la sociedad actual.
32. El cap?tulo segundo ofrece orientaciones y criterios para el discernimiento y la misi?n a partir de la revelaci?n. La persona de Jesucristo nos revela al Padre como dador de vida, cuyo Reino se realiza a trav?s de la existencia encarnada del Hijo, que culmina en el misterio pascual. El disc?pulo de Jes?s se incorpora a ?l y participa de su vida, manifestando de muchos modos la presencia de Jesucristo vivo en las diversas situaciones humanas. La Iglesia, sacramento de vida en constante conversi?n y renovaci?n por la celebraci?n de los sacramentos de la Eucarist?a y la Reconciliaci?n, est? a la escucha de la Palabra y al servicio del Reino. Como Pueblo de Dios en comuni?n y participaci?n, celebra su fe y se orienta a la misi?n.
33. El cap?tulo tercero se ocupa de la actuaci?n evangelizadora de la Iglesia. Estimulada y animada por el Esp?ritu Santo que convoca a todos sus miembros para la misi?n, se inspira en la vida de la Virgen Mar?a, de los ap?stoles y los santos. ?l suscita y alienta en el Pueblo de Dios una espiritualidad evangelizadora y un estilo pastoral caracter?stico. En seguida consideramos los grandes ?mbitos de la misi?n en nuestra realidad, tanto personales y familiares como sociales y eclesiales. Esta misi?n que nos implica a todos pide un proceso de formaci?n de los disc?pulos misioneros y una pedagog?a pastoral integradora de identidades diversas en comuni?n y participaci?n. El cap?tulo termina se?alando nuestras preocupaciones fundamentales.
34. Este documento contin?a la pr?ctica del m?todo ?ver, juzgar y actuar?, utilizado en anteriores Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano.
Muchas voces venidas de todo el Continente ofrecieron aportes y sugerencias en tal sentido, afirmando que este m?todo ha colaborado a vivir m?s intensamente nuestra vocaci?n y misi?n en la Iglesia, ha enriquecido el trabajo teol?gico y pastoral, y en general ha motivado a asumir nuestras responsabilidades ante las situaciones concretas de nuestro continente.
35. Este m?todo nos permite articular, de modo sistem?tico, la perspectiva creyente de ver la realidad; la asunci?n de criterios que provienen de la fe y de la raz?n para su discernimiento y valoraci?n con simpat?a cr?tica; y, en consecuencia, la proyecci?n del actuar como disc?pulos misioneros de Jesucristo. La adhesi?n creyente, gozosa y confiada en Dios Padre, Hijo y Esp?ritu Santo y la inserci?n eclesial, son presupuestos indispensables que garantizan la pertinencia de este m?todo.
36. Podemos decir que el ?ver? de nuestro m?todo est? m?s inmediatamente vinculado a Dios Padre.
Queremos ver siempre la realidad a la luz de su proyecto amoroso, manifestado en la creaci?n y en la re-creaci?n en su Hijo, Jes?s. La ?mirada? y la voluntad salv?ficas del Padre buscan siempre sembrar y hacer crecer la vida, como asimismo defender la vida amenazada y resucitarla en la fuerza del Esp?ritu de su Hijo.
37. El paso siguiente del m?todo corresponde al momento del ?juzgar?. El Verbo, Cabeza de la Creaci?n y del mundo redimido, y el misterio de la Iglesia son la medida para valorar la realidad. Esto quiere decir que Jesucristo es irreductible a una mera teor?a, a una mera ?tica o a un mero proyecto de desarrollo humano o social.
Gracias a que nada ni nadie lo puede sustituir es que podemos proclamar con seguridad que ?l es el Se?or de la vida y de la historia, vencedor del misterio de iniquidad y acontecimiento salv?fico que nos hace capaces de emitir un juicio verdadero sobre la realidad, que salvaguarde la dignidad de las personas y de los pueblos.
38. El ?ltimo paso es el momento del ?actuar?. Para el creyente, el Esp?ritu Santo nos impulsa a actuar y nos se?ala los rumbos del querer de Dios, expresados en l?neas dinamizadoras coherentes con los clamores de nuestros pueblos y con la caridad de Cristo que nos apremia.
39. La experiencia viva de la fe alimentada por la tradici?n y la comuni?n en la Iglesia cat?lica, fundamento imprescindible de este m?todo, ayuda a ampliar y profundizar la inteligencia de la realidad y el discernimiento de las situaciones, mientras nos exige saber dar razones de la esperanza que nos anima y nos confiere la audacia y sabidur?a para actuar en bien de las personas y los pueblos. Las certezas de la fe saben acoger todos los signos de verdad, bien y belleza que se manifiestan en nuestra convivencia, m?s all? de todos los confines y pertenencias asociativas. Desde esta perspectiva, queremos contribuir, junto con muchos hombres y mujeres, a la b?squeda de las respuestas que demanda el actual momento hist?rico.