Lunes, 21 de mayo de 2007
S?NTESIS
DE LOS APORTES RECIBIDOS
PARA LA V CONFERENCIA GENERAL
DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO





CONCLUSI?N GENERAL


351. La Iglesia que vive su fe en el Continente Latinoamericanocamina al encuentro del Se?or resucitadopara que nuestros pueblos tengan vida en ?l. A lo largode su historia, Jes?s mismo suscit? muchas experienciasde encuentros con ?l que fueron acontecimientospascuales.

352. Hoy nuestra Iglesia se siente llamada a renovar suencuentro con el Resucitado, reviviendo la experienciade los dos disc?pulos de Ema?s (cf. Lc 24, 13-35). Comoellos, camina entre dificultades y dolores. Al igual queellos, anhela dejarse encontrar y transformar por el Se?orresucitado, para ofrecerlo como vida al mundo porel testimonio de su fe y el compromiso efectivo con sumisi?n.

1. UNA IGLESIA INTERPELADA POR JES?S

353. Hemos iniciado nuestra reflexi?n dej?ndonos interpelarpor Jes?s siempre presente, impl?cita o expl?citamente,en la realidad de nuestros pueblos. ?l, como aaquellos dos de Ema?s, hoy nos pregunta: ??Qu? es loque vienen conversando??, ?qu? les ha ocurrido? (Lc 24,17.19). Y caminando con nosotros, nos invita a contar loque nos est? pasando. Le hablamos entonces de nuestraoriginalidad latinoamericana, de nuestros valores peculiares, de la debilidad de la fe en Dios, que se deja sentircon fuerza en nuestra sociedad y de las situaciones dedolor y desesperanzas que marcan a tantos hermanos yhermanas del Continente. Le decimos que estamos viviendoun cambio de ?poca que ilusiona a unos y desorientaa otros, y que en dicho cambio de ?poca nosotros, su Iglesia, queremos testimoniar con nuevo ardor ynuevos m?todos ?el misterio de Jes?s de Nazaret Hijo deDios? (EN 22).

354. Nuestra mirada quiere ser de empat?a frente a larealidad, acogi?ndola y sin desanimarnos por lo queocurre. Pero quiere ser tambi?n profundamente cr?tica, no s?lo para percibir los fen?menos, sino para aprehendersus causas y, sobre todo, quiere ser paciente yaudaz, para acompa?ar los ritmos del mundo en quevivimos y aportar la fuerza transformadora del mensajede Jes?s y de la vida nueva en ?l. Crece en nosotros laesperanza en una vida plena, porque nos mueve lacerteza de que Jes?s, que ha salido y sigue saliendo alcamino de nuestra historia como Se?or resucitado, yavenci? la muerte y nos pide que no tengamos miedo (cf.Jn 16, 33).

355. De la fecundidad del misterio pascual tenemos innumerablessignos en nuestras Iglesias particulares. Laencontramos, por ejemplo, en el despertar de tantas comunidades,en la generosidad y la entrega de incontablescatequistas, en las celebraciones lit?rgicas, en elempe?o solidario, en todas las escuelas de disc?pulos quecrecen entre nosotros, ya sea como movimientos eclesialeso de otras maneras, y en todos los bautizados que buscany encuentran al Se?or y se transforman en presenciaviva de Cristo para la vida del mundo.

2. UNA IGLESIA INVITADA AL DISCERNIMIENTOY ALIMENTADA POR JES?S

356. Jes?s nos mira con amor y tambi?n con preocupaci?n (cf. Lc 24, 25) por las veces que no discernimos loscaminos de su Padre y diluimos la respuesta a los impulsosde su Esp?ritu. Para iluminar nuestro caminar, el Se?orse transforma en nuestra memoria prof?tica ysapiencial y, a la luz de las Escrituras, nos hace presenteel proyecto salvador del Padre. Manifiesta que nuestraprofunda vocaci?n es estar llamados a ser hijos de Diosy hermanos unos de otros. Nos invita a aceptar el desaf?ourgente y el compromiso creativo de cuidar y apreciartoda vida humana. Luego, nos hace presente su viday el sentido de su misterio pascual. Nos pide discernir larealidad como pastores creyentes que denuncian los signosde muerte a la luz del anuncio del plan del Padre,propuesta de vida digna y feliz para todos, particularmentepara los despose?dos. Nos invita a discernir comoIglesia, comunidad de los suyos, llamada a ser en el mundosigno del Reino, lugar fraterno de celebraci?n de la fey de env?o misionero.

357. Nada podemos sin el Se?or. Como los disc?pulosde Ema?s, clamamos: ?Qu?date con nosotros? (Lc 24,29). Qu?date con nosotros porque muchas veces el caminose hace oscuro y la tarea pesada, porque sin Ti nuestravitalidad decae y nuestro ardor desfallece. Y Jesucristo, Cabeza de su Iglesia, no s?lo se queda connosotros, sino ?en nosotros? (MND 19). Cada domingo,?d?a del Se?or y de la Iglesia?, el pueblo de Dios celebrala Eucarist?a como memorial del misterio pascual de quienofreci? su vida para transformar nuestra vida y la sociedad.La Eucarist?a, celebrada con y por el pueblo de Dios,es fuente y epifan?a de comuni?n, sacramento que educay crea filiaci?n y fraternidad y, por lo mismo, impulsoy proyecto de misi?n.

358. Cuando admirados escuchamos al Resucitado ycelebramos la fracci?n del pan, queremos vivir como disc?pulosy misioneros. Alimentados por la doble mesa delPan y de la Palabra, buscamos ser ante todo una ?Iglesiadisc?pula?. Iglesia que con ?ojos? y ?o?dos de disc?pulo?siga atenta el dinamismo de la historia, poniendo sumano en el pulso del tiempo y su o?do en el coraz?n deDios. Iglesia que con ?coraz?n de disc?pulo? suscite laadmiraci?n y la comuni?n vital con el Se?or, y que con?manos y pies de disc?pulo? se empe?e con renovadoentusiasmo en la trasformaci?n de las realidades de muerte,para que nuestros pueblos en ?l tengan vida.

3. UNA IGLESIA ENVIADA POR JES?S

359. La cercan?a y pedagog?a de aquel Peregrino que sepuso a caminar con nosotros (cf. Lc 24, 15) hace ardernuestro coraz?n y da una nueva visi?n a nuestros ojos.La compa??a del Resucitado es nuevamente la motivaci?npara el camino, pero ya no para el que va a Ema?s, sino para el que lleva a encontrarse con los hermanos enla fe y compartir el acontecimiento de reconocer al Se?orcuando ??bamos de camino? (24, 35). Ahora ser? deJerusal?n, lugar del misterio pascual, de la irrupci?n delEsp?ritu Santo y de la comunidad apost?lica, de dondese sale a testimoniar la presencia actual y transformantedel Se?or de la vida. El nuevo pueblo de Dios, en virtudde la obediencia del Hijo, es hecho pueblo en estado permanentede misi?n, porque el Esp?ritu Santo que se leregala no se cansa ni desfallece. En el pueblo de Dios, todo creyente es a la vez disc?pulo y misionero o bien noes aut?ntico seguidor de Cristo.

360. Esta inserci?n en el mundo, desde la comunidad ycon el impulso del Esp?ritu, nos exige una espiritualidady un estilo de vida marcado por el anuncio kerigm?tico y misionero. Tambi?n nos pide valorar y animar la pluralidadde la Iglesia en sus diversas comunidades, ricas encarismas y ministerios. El proyecto del Padre, el acontecimientosalvador del Hijo y la misi?n a la que el Esp?rituimpulsa, nos lleva a mirar con renovada esperanza laconstrucci?n del Reino en el Continente.

361. Sabemos que nos incumbe la urgente tarea de formarnoscomo disc?pulos misioneros. Nadie en la Iglesiase puede marginar de la formaci?n ni de la misi?n. Asumiendola historia de nuestros pueblos anhelamos transmitiraquella esperanza que no defrauda (cf. Rm 5, 5):en el encuentro con el Resucitado, tal como para los deEma?s, es posible un ser humano y un mundo nuevos,porque en los albores del siglo XXI es posible un nuevoPentecost?s de abundante vida.

4. UNA IGLESIA QUE TIENE POR MODELOA LA MADRE DE JES?S

362. Mar?a, madre de los disc?pulos misioneros, tambi?ncamina con nosotros. Ella lo hace como disc?pula, porqueha cre?do firmemente que lo anunciado por el Se?orse cumplir?. Lo hace como misionera, porque ?a diferenciade los ap?stoles que proclaman la Palabra? da a luz aJes?s, Palabra de Dios, contenido de la proclamaci?n apost?lica. Camina con nosotros como mujer solidaria, porque ofrece su ser, su intercesi?n y sus santuarios para atender nuestras necesidades. Camina como nueva Arcade la alianza, habitada por la Palabra viva de Dios, ycomo sierva del Se?or, que por su escucha y obediencia tiene la experiencia de grandes cosas que el Poderoso hace en ella y con ella. Ella es por sobre todo modelo del disc?pulo misionero que abre su vida al acontecimiento salv?fico trinitario.

363. Mar?a, la madre de la Iglesia, acompa?a a ap?stolesy disc?pulos en Pentecost?s. Con ellos espera la luzplena que proviene del Esp?ritu (cf. Jn 14, 25; 16, 13).Como ellos, realiza el proceso caracter?stico de una fe que crece en la comprensi?n y pr?ctica del proyecto salvador del Padre (cf. Lc 8, 15.21).

364. Que la Inmaculada Concepci?n que veneramos enAparecida, que concibi? primero a Jesucristo en el coraz?ny despu?s en sus entra?as, sea madre y modelo defecundos disc?pulos misioneros y de significativos itinerarios pastorales y espirituales para que todos nuestros pueblos, que tanto veneran a su Madre, tengan vida en Jesucristo.


Publicado por verdenaranja @ 1:12  | Hablan los obispos
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