Informe que present? monse?or Luis Augusto Castro Quiroga, IMC, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, ante la Conferencia General del Episcopado latinoamericano y del Caribe.
Los obispos delegados y dem?s convocados desde Colombia, hemos llegado a Aparecida con inmensa esperanza, esa que brota de la seguridad de que nos gu?a el Se?or Resucitado, Jesucristo vivo, por medio de su Esp?ritu, en medio de los cambios que hoy vivimos.
CAMBIO CULTURAL
Nos damos cuenta de que no estamos experimentando unos cambios en nuestra ?poca sino que es la misma ?poca la que est? cambiando. No estamos enfrentando cambios dentro de la casa cultural en que vivimos, sino constatamos que estamos cambiando de casa. Este nuevo paradigma nos interpela, nos pide otro tipo de respuestas pastorales y sobre todo, otro estilo de ser pastores.
Nuestro deseo es que aqu? en Aparecida podamos dise?ar ese nuevo estilo de vida, de actitudes pastorales y de itinerarios espirituales necesarios hoy.
CONVERSI?N DEL DISC?PULO
Reconocemos cu?n acertado e inspirado es el tema de disc?pulos y de misioneros de Jesucristo para fortalecer nuestra identidad cristiana. A tiempos dif?ciles, disc?pulos nuevos. Hacemos alusi?n a un nuevo obispo, un nuevo sacerdote, un nuevo di?cono, un nuevo religioso consagrado y un nuevo laico. Esperamos que Aparecida tome en especial consideraci?n los procesos formativos de todos estos disc?pulos frente a los nuevos desaf?os religiosos y socioculturales del continente.
CONVERSI?N PASTORAL
Nuestro anhelo es que podamos dise?ar, creativa y comunitariamente, esa nueva pastoral que d? la debida prioridad al anuncio de Jesucristo y a los procesos de iniciaci?n cristiana. Vislumbramos una pastoral de procesos y no simplemente de acciones moment?neas. Tomamos en cuenta la dificultad de los procesos largos, cuando la mentalidad light de corte postmoderno s?lo quiere asumir compromisos blandos, sin mucho pasado y sin mucho futuro. Queremos so?ar con una pastoral realizada por todos y para todos sin exclusiones as? que vaya construyendo la unidad en la diversidad.
Insistimos en que se d? forma a una visi?n pastoral donde el laico en la Iglesia y con la luz del Esp?ritu, sea de verdad protagonista en la pastoral y no solo fiel ejecutor de la misma.
CONVERSI?N ESPIRITUAL
Con genuina humildad y con actitud de escucha debemos enfrentar las nuevas realidades latinoamericanas.
Adem?s, no podemos reducirnos a llegar unilateralmente a la cabeza de nuestros fieles con ritos, normas, leyes y doctrinas. Es la hora del coraz?n. Es la hora del primado del amor. Es la hora de la imaginaci?n que acompa?a las migraciones intelectuales y el mundo virtual. Es la hora de la belleza y de la simpat?a como caminos para llegar con la verdad de Jes?s.
Esperamos que se haga ?nfasis en cuatro realidades, vida, familia, educaci?n y bien com?n que, seg?n Benedicto XVI, no son negociables. Tengamos tambi?n en cuenta que no dise?amos una respuesta s?lo para los adultos sino ante todo para los ni?os y j?venes constructores del futuro. Ellos, con su sed de ideales y de razones para vivir, esperan mucho de nosotros.
CAMBIO SOCIAL
El continente latinoamericano va creciendo econ?micamente. Pero este crecimiento no se traduce en desarrollo incluyente, integral y equitativo. Por tanto, es indispensable que reafirmemos nuestra opci?n por los pobres. Pero esta opci?n no basta. Debemos optar tambi?n por la evangelizaci?n del mundo pol?tico, del mundo empresarial, del mundo de los capitales para que en estos mundos penetre el sentido ?tico como solidaridad con el otro en necesidad.
La Iglesia en Colombia trabaja sin descanso, no desde la pol?tica sino desde el Evangelio, por el logro de la paz en los corazones, en las familias, en la naci?n toda. Esperamos de Aparecida una luz solidaria que nos gu?e.
CAMBIO MISIONERO
El Reino de Dios nos apasiona y nos convoca en Am?rica Latina. Cada disc?pulo desde su ?ngulo y perspectiva est? llamado a servir al Reino de Dios comprometi?ndose en esos elementos propios de la misi?n como son el testimonio, el anuncio y el ayudar al nacimiento de otras comunidades; la liturgia, la oraci?n y contemplaci?n; el trabajo por la paz, la justicia y la integridad de la creaci?n; el di?logo interreligioso, la inculturaci?n, el ministerio de la reconciliaci?n, la animaci?n misionera y la acogida de los que regresan a la fe cat?lica. Es indispensable identificar bien los destinatarios de la misi?n.
La misi?n es sustancial en el disc?pulo desde su bautismo, no es arandela o accidente. Por eso, nadie debe concentrarse exclusivamente en su propia perfecci?n. El que se busca a s? mismo se pierde. En cambio la fe se fortalece d?ndola.
Por eso, invocamos al Esp?ritu Santo evangelizador para que transforme a Aparecida en otro maravilloso Pentecost?s.