Martes, 29 de mayo de 2007
Saludo de los observadores de la tradici?n evang?lica a la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.


Muy amados Cardenales, Obispos, Sacerdotes, hermanos y hermanas. En primer lugar queremos expresar nuestra gratitud y reconocimiento por la invitaci?n recibida del Cardenal Walter Kasper, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoci?n de la Unidad de los Cristianos, a nombre del Papa Benedicto XVI, que nos ha permitido acompa?arles, en calidad de observadores, en este magno evento. Se da continuidad as? a la iniciativa que tuviera el Papa Juan XXIII, al invitar observadores de otras iglesias y confesiones cristianas al II Concilio Vaticano. Entre ellos, un latinoamericano, el Dr. Jos? M?guez Bonino. Confiamos en que esta continuidad, que tambi?n se expresa en los di?logos bilaterales entre la Iglesia Cat?lica Romana y varias de las Iglesias de las que provenimos, y en la Comisi?n Mixta de Trabajo entre ella y el Consejo Mundial de Iglesias, ser? signo y anuncio de una mayor y mejor cooperaci?n ecum?nica en nuestro continente, tan necesitado de signos de comprensi?n, mutua aceptaci?n y reencuentro fraterno.

Desde el inicio de esta Conferencia nos hemos sentido estimulados y desafiados por el llamado del Papa Benedicto XVI, a fundar el nuevo despertar misionero que requiere nuestra Am?rica Latina y el Caribe, en la lectura y conocimiento profundo de la Palabra de Dios. En esa Palabra encontramos dos textos que nos ayudan a interpretar el sentido de nuestra presencia entre ustedes. Recordamos aquellas palabras de Jes?s donde afirma que ?quien no es conmigo, contra m? es? (Mt 12,30), que nos se?alan que s?lo en torno a Jes?s, el Cristo, encontramos el centro de nuestra unidad. En un texto complementario, cuando, frente a uno que echaba fuera demonios en nombre de Jes?s, y ante la pretensi?n de los disc?pulos de prohibirle que siguiera haci?ndolo porque no era uno de ellos, Jes?s le dice a Juan: ?No se lo proh?ban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre que luego pueda decir mal de m?. Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es? (Mc 9, 39-40). A pesar de las diferencias hist?ricas y doctrinales que nos impiden dolorosamente participar juntos en la Mesa de la Comuni?n , estos textos nos permiten afirmar que nos une a ustedes el llamado de Jes?s a proclamar y celebrar la vida abundante que nuestros pueblos tanto necesitan.

No podemos menos que reconocer el testimonio y la prominencia de la Iglesia Cat?lica Romana en la evangelizaci?n de nuestra Am?rica. Guiados por el Esp?ritu de Dios y su Palabra, m?s all? de las ambig?edades de las circunstancias hist?ricas, hombres y mujeres ejemplares, fieles disc?pulos y misioneros del Se?or, han sembrado la Palabra en este continente, y han constituido comunidades que han sido servidoras de los m?s necesitados en nombre de Cristo, han dado muestras de la inspiraci?n del Esp?ritu Santo en sus palabras y acciones, y han celebrado con fe al Dios Trino. Esta presencia cat?lica ha generado una fe rica en diversas expresiones religiosas, que han logrado enraizar el mensaje de Cristo en las variadas culturas presentes en nuestro continente, tanto en aquellas aut?ctonas, como en aquellas originadas en las migraciones posteriores, que han contribuido a dar forma a los rostros hermosamente diversos de nuestros pueblos de Am?rica Latina y el Caribe.

Tambi?n nuestras iglesias evang?licas han colaborado, especialmente a partir de los procesos de emancipaci?n nacional en el continente, en la construcci?n del testimonio de Cristo en estas tierras, ya sea a trav?s de comunidades inmigrantes, que han portado consigo la fe de sus padres, como a trav?s de variados esfuerzos evangelizadores, tampoco exentos de contradicciones y ambig?edades. Pero muchos fieles creyentes de la fe evang?lica han colaborado con la evangelizaci?n y la cultura en estas tierras, llegando en algunos casos hasta el derramamiento martirial de la propia sangre, en la defensa de la dignidad y la justicia para nuestros pueblos.

Para que esta presencia cristiana diversa no est? marcada por la confrontaci?n y la competencia, sino por la vocaci?n com?n de ser disc?pulos y misioneros de nuestro Se?or Jesucristo, nos parece necesario utilizar un lenguaje que permita mantener los canales de comunicaci?n ya existentes, y que aun permita abrir nuevos puentes. Reconocernos mutuamente como Iglesias y Comunidades Cristianas, es la forma de mantener abiertas las puertas para el di?logo, di?logo imprescindible para desterrar juntos cualquier pr?ctica sectaria o beligerante que atente contra el verdadero esp?ritu misionero.

Tendremos que aprender, guiados por el Esp?ritu de Dios, a conocernos y reconocernos cada vez m?s como parte del uno y m?ltiple pueblo de Dios, deudores de su multiforme gracia. Somos llamados a crecer en la unidad en la diversidad a la que nos convoca el Se?or, para que, en mutuo respeto, en amor, encontr?ndonos en los caminos de la fe, proclamemos su Santo Nombre, y en ?l, disc?pulos y misioneros que llegamos desde distintas tradiciones y modos de expresar nuestra fe, anunciemos para nuestros pueblos la vida plena.

Ofelia Ortega
Juan Sep?lveda
Harold Segura
N?stor M?guez
Walter Altmann
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