Es enternecedor y respetable que la devoción de la gente vea signos divinos en su acontecer diario, puesto que, en efecto, toda la naturaleza que nos rodea nos habla de Dios y de su interés por nosotros, pero, en su Providencia es algo inusual y no deseado por Él que abunden las evidencias sobrenaturales. Recordemos que Jesús califica de «dichosos aquellos que no vieron y creyeron» (Juan 20, 29).
Aunque Dios es libérrimo de hacerlo, no es lo normal que se ponga a repetir con un milagro lo que ya dejó clarísimo en su Ley y en nuestra conciencia: la prohibición de asesinar inocentes.
El milagro fue la aparición de Guadalupe
Por supuesto que la aparición de María Santísima en el Tepeyac fue un maravilloso milagro, y, en el orden moral, comprobamos que sigue el Señor haciéndolos incontables aquí, por intercesión de su Madre. Sin embargo, la Iglesia es sumamente cauta para aceptar milagros físicos, como el que se supone que fue esa luz.
Sin negar que los fieles puedan tomar este fenómeno como signo del amor materno divino, aquí, en realidad, estamos ante un hecho sólo supuestamente inexplicable, pero en realidad no suficientemente examinado, y al que se le atribuye una categoría sobrenatural aún no demostrada, pues es insuficiente que un Ingeniero haya hecho un solo control de un negativo.
Antes que todo, no es afirmación de la Iglesia
Aun suponiendo que a la luz que se ve en las fotografías no se le encontrase una explicación natural, lo único que constaría sería eso: que apareció una luz inexplicada.
Eso no brinda suficiente base para afirmar con certeza que «la imagen de la virgen comenzó como a retirarse para dar paso a una luz intensa que salía de su vientre con un brillo y halo divino con la forma de un embrión, y se hizo presente ante nuestros ojos, Cristo no nacido antes de nacer».
Eso, si nos fijamos, no es describir lo que sucedió, sino precipitarse a interpretar como milagro algo a lo que no se le ha hallado una explicación normal.
Repetimos que es legítimo y conmovedor que lo haga así quien considere que Dios le está hablando en esa forma, pero eso no es, ni puede ser, afirmación oficial de la Iglesia católica, ni de la Arquidiócesis de México y ni aún de las autoridades de la Basílica de Guadalupe.
VATICANO - El Mes de María- Santuarios marianos en África (4): Camerún, Congo-Brazzaville, Costa de Marfil, Egipto
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Camerún. Santuario de Nuestra Señora de los Apóstoles, en la colina de Mvolye en Yaoundé.
Congo-Brazzaville. En Linzolo, en una de las primeras misiones fundadas en 1883 por los Misioneros del Espíritu a algunos kilómetros de la capital, una gigantesca Gruta de Lourdes, al fondo de un magnífico valle propicio para grandes reuniones, se ha convertido en el lugar de encuentro mariano más importante para los fieles del País, sobre todo después del año mariano de 1987.
Costa de Marfil - “El Palacio africano de Nuestra Señora”. El Santuario mariano de Nuestra Señora Madre de Toda Gracia fue inaugurado el 1º de febrero de 1987; la Basílica de Nuestra Señora de la Paz, en Yamoussoukro. La estatua de la Virgen, en cemento armado y pintado, mide 11 metros de altura. Se debe mencionar: el santuario de Nuestra Señora de la Liberación, en Issia, en la diócesis de Daloa; el Santuario de Ferké, en la diócesis de Katiola.
Situada en la costa occidental de África, Costa de Marfil es un país cristianizado desde la última década del siglo XIX. La religión católica ha trazado, a lo largo de un siglo, su camino en medio de una mayoría de animistas (aproximadamente el 50%) y de musulmanes (aproximadamente el 30%), y hoy puede con orgullo celebrar un gran 20% de bautizados. Sobre el amor de los Cristianos de Costa de Marfil por la Santa Virgen, este se puede constatar por el número de capillas y otros santuarios dedicados a María, que florecen aquí y allá en el País, pero antes que nada, con la magnífica y majestuosa basílica de Nuestra Señora de la Paz en Yamoussoukro.
En efecto Nuestra Señora de Yamoussoukro es un verdadero y propio “Palacio” ofrecido a la Virgen María y su fama supera ampliamente Costa de Marfil y se extiende por todo el continente Africano. Se acercan en masa: los grandes países cristianos africanos pasan su jornada de peregrinación anual y los peregrinos individuales son cientos de miles cada año. Así desde su Palacio en Costa de Marfil, Nuestra Señora de la Paz vela por el gran continente Africano de la Esperanza.
Egipto - “María tiene su pueblo”. La devoción por María se remonta a los primeros siglos. En una capilla subterránea de Alejandría, que se remonta al siglo III, un fresco representa a la Virgen María en las Bodas de Caná, mientras se entretiene con los siervos. La fiesta de la Asunción es la más popular de Egipto. La llaman simplemente la “Fiesta de la Virgen”. Ha sido ininterrumpida la fidelidad con la que la Iglesia copta ha venerado a María. El Calendario copto prevé unas treinta fiestas de la Virgen María. Muy venerado es el ícono de la Virgen María que se encuentra en la iglesia de Al-Mou’allaqa. Algunas apariciones de la Virgen María, reconocidas por las autoridades de la Iglesia copta, se dieron en Zeitoun (1968-1970) y en Shoubra (1983-1986). Las apariciones de la Virgen, en la periferia de El Cairo, en Zeitoun, han cesado en 1971. Un detalle: la Virgen se ha hecho ver tanto por las poblaciones cristianas como por aquellas musulmanas, que son mayoritarias en el País. (J.M.) (Agencia Fides 28/5/2007; líneas 40, palabras 545)
La la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles no se narra en los evangelios sino en otro libro del nuevo testamento, “Los Hechos de los Apóstoles”, escrito por uno de los evangelistas, san Lucas. Aquel día se cumplió, como Jesús había prometido, el descenso del Paráclito, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, sobre los que estaban reunidos en aquel lugar. Yo rogaré al Padre –les había dicho– y os dará otro Paráclito para que esté con vosotros siempre: el Espíritu de la verdad, al que el mundo no puede recibir porque no le ve ni le conoce.
Como nos sucedería a cualquiera, si estuviéramos a punto de quedarnos sin quien más queremos en la vida, los apóstoles estaban tristes al oírle a Jesús decir que se marchaba. El ambiente de la última cena era especialmente íntimo; diríamos que Jesús se desahoga con los suyos, les manifiesta abiertamente –aunque sin poder evitar el misterio para las inteligencias de ellos, todavía demasiado humanas, poco sobrenaturales– lo que lleva en su corazón en esas últimas horas antes de la pasión. A la vez, sale al paso de la inquietud de los apóstoles, de lo que en esos momentos les preocupa. Se acerca la hora triunfo y, aunque no será como ellos se imaginan, va a cumplirse –y a la perfección– la tarea redentora que le llevó a encarnarse.
Una vez consumada la misión del Hijo en favor del hombre, la presencia de Dios junto a nosotros –siempre necesaria para que podamos ser santos– tendrá lugar con la Tercera Persona, el Santificador: Os conviene que me vaya, les dijo, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a vosotros. En cambio, si yo me voy, os lo enviaré. El mismo Dios, en su Tercera Persona, es prometido por Jesucristo antes de su Pasión y de su Ascensión. Y de tal modo sería su venida y su presencia en el mundo que, por duro y misterioso que les pareciera a los apóstoles, era muy conveniente para el hombre esa otra presencia divina en nosotros. Con admirable sencillez, les expone Jesús el plan divino para la santificación de la humanidad: Cuando venga el Paráclito que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. También vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. La presencia permanente de Dios Espíritu Santo en el cristiano se manifiesta en un testimonio continuo en él de Jesucristo; de modo que, por la acción del Paráclito, los hijos de Dios tenemos en la mente y en el corazón la vida y las enseñanzas de Jesús. Su doctrina es así una referencia constante para la propia conducta y un ideal de vida para la sociedad: el cristiano, consecuente con su condición, intenta de modo natural, a instancias del Espíritu, implantar con su vida por doquier el ideal del Evangelio.
Os he hablado de todo esto estando con vosotros; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todo y os recordará todas las cosas que os he dicho. Deseemos vivamente, por tanto, ese "singular" recuerdo –propiamente sobrenatural– de los sentimientos y afanes de Cristo en nuestro corazón. Se vive así, como Él quiere –como se sentía, por ejemplo, san Pablo–, una vida verdaderamente trascendente, porque ya no es sólo terrena, pues, sin abandonar este mundo, por la acción del Espíritu Santo, vivimos también la vida de Dios, somos otros Cristos, aseguraba el Apóstol. Y de tal manera es esto necesario, que si prescindiéramos de este nuevo modo de existencia en Jesucristo, seríamos –como personas– algo truncado, seres sin terminar, sin lograr la plenitud que propiamente nos corresponde: En verdad, en verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Igual que el Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre, así, aquel que me come vivirá por mí.
La Santa Misa, con la Comunión Eucarística, constituye la esencia y la raíz de la vida cristiana. Y de tal modo, que es en unión con el sacrificio de Cristo en la Cruz, renovado incruentamente cada día en nuestros altares, como tienen la debida relevancia sobrenatural cada uno de nuestros pensamientos, palabras y acciones. A esto nos lleva el Espíritu Santo. Esa vida que Jesús quiere para los suyos y que quiere presente en la sociedad para que sea vivificada desde dentro, es la que de Él brota para los hombres: de su Cruz y su Resurrección. Es la misma que anticipadamente dío a sus discípulos como comida y bebida “la noche en que iba a ser entregado”. El Paráclito, en efecto, impulsándonos suavemente a vivir como Cristo –propiamente en Cristo–, nos ha enseñado y nos invita a organizar nuestra existencia en torno a la Santa Misa. Así se vive la vida de Cristo y llega a ser una realidad la ofrenda de nosotros a Dios Padre en favor de los hombres.
María, al pie de la Cruz, sigue encarnando el hágase en mí según tu palabra, que pronunció al saberse destina para Madre de Jesús. El Espíritu Santo vendrá sobre ti, le había anunciado Gabriel, y toda su existencia terrena fue un empeño por vivir según el deseo divino. ¡Ojalá que nosotros, dóciles al Paráclito, queramos imitarla.
Intervención de monseñor Roberto Octavio González Nieves, arzobispo de San Juan de Puerto Rico, presidente de la Conferencia Episcopal de ese país, pronunciada en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.
Un saludo de Paz y Bien a nombre de los Obispos de Puerto Rico y de nuestro pueblo. Hablo a nombre de la Delegación de Puerto Rico a esta V Conferencia.
Como Arzobispo de San Juan de Puerto Rico soy sucesor de Mons. Alonso Manso, primer obispo de la Diócesis de San Juan Bautista de Puerto Rico y quien fuera el primer obispo en tomar posesión de una diócesis en el nuevo mundo, el 25 de diciembre de 1512.
Las raíces apostólicas de la Iglesia penetraron en el continente americano en tierra puertorriqueña, adquiriendo eventualmente una faz española-caribeña y una historia que compartimos con los otros países de la región. En Puerto Rico, sin embargo, el fin de la colonización española no dio paso a la independencia nacional, sino que fue seguida por la colonización por parte de los Estados Unidos, a quien fue cedida nuestra nación en el tratado de Paris de 1898, que terminó la guerra entre Estados Unidos y España. Lamentablemente, desde entonces hasta el día de hoy no se ha resuelto el problema de estatus político final de nuestro país.
El conflicto ideológico y político generado por esta incertidumbre acerca de la identidad puertorriqueña se ha agudizado en los últimos 10 años con efectos nocivos en todos los niveles de nuestra vida social y cultural y como tal presenta un gran desafío a la misión de evangelización, especialmente en lo que concierne a la doctrina social de la Iglesia, donde intereses políticos partidistas tratan de manipular sus enseñanzas. Además tenemos el gran desafío de propiciar la unidad entre todos y todas los puertorriqueños y puertorriqueñas.
Es importante reconocer que la colonización norteamericana, aún con su generosa ayuda económica y el desarrollo de una democracia puertorriqueña pacífica, conlleva un choque entre una cultura generada por la fe católica y otra de origen protestante con un fuerte espíritu anticatólico. Intereses norteamericanos que buscaban la anexión total de Puerto Rico con los Estados Unidos insistían en la necesidad de destruir la mentalidad católica del pueblo puertorriqueño, presentando así un desafío como el que confrontan actualmente las comunidades hispanas en los mismos Estados Unidos.
El contacto con una cultura no católica aceleró en Puerto Rico el proceso de secularización del cual se ha hablado en el documento de la Síntesis, donde con algunas notables excepciones los medios de comunicación social están dominados por las ideologías modernas que amenazan con destruir los frutos de nuestra cultura tradicional católica, es decir, los frutos de la primera evangelización. Por ejemplo: la tendencia a redefinir la familia fundada sobre el matrimonio.
Sin embargo, el alma de Puerto Rico no ha sido destruida totalmente. Ni las sectas ni el proselitismo agresivo anticatólico han logrado su finalidad. Hoy, después de más de 100 años de proselitismo en Puerto Rico aproximadamente el 70% de nuestra población es católica. Además, hay tantas señales actuales de renovación eclesial que nos llenan de esperanza y alegría.
1. Una pastoral vocacional que fecunda el incremento en la vida sacerdotal y diaconal.
2. La catequesis bíblica.
3. El crecimiento en grupos laicales y de familia.
4. Una pastoral juvenil que se fortalece.
5. Entusiasmo por la Doctrina Social de la Iglesia.
6. La catequesis continuada.
7. Nueva conciencia de la dignidad de la persona humana desde el primer momento de su concepción hasta su muerte natural, y en todas las etapas de la vida.
8. Nuevo entusiasmo por la santidad y las obras de solidaridad, entre otros.
Conclusión:
Queremos ser discípulos y misioneros de la nueva evangelización. Esta segunda evangelización de todo el continente americano, que rejuvenecerá la fe de la Iglesia para las próximas generaciones y para mayor honra y gloria de Dios.
Mensaje de la Comisión de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones que se celebra el domingo, 20 de Mayo de 2007, con el tema escogido por Benedicto XVI: «Los niños y los medios de comunicación social: un reto educativo para todos».
1. El Papa Benedicto XVI ha querido dedicar la 41ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que se celebra el 20 de mayo de 2007, festividad de la Ascensión del Señor, a reflexionar sobre dos aspectos muy concretos y preocupantes que tienen una especial vigencia en nuestro país: por un lado, la formación de los niños por parte de los medios de comunicación; y, por otro, la formación de los más pequeños para responder adecuadamente a estos medios.
¿Qué modelo de educación solicita el Santo Padre? Se puede resumir en la siguiente frase: “Una educación positiva y en libertad, pero a la vez crítica y responsable”. En otras palabras: se debe educar en el camino de la belleza, de la verdad y de la bondad. Esto comporta en estos momentos promover, especialmente en los medios de comunicación, la dignidad fundamental del ser humano, el verdadero valor del matrimonio y de la familia, así como los mejores logros y metas de la humanidad. Por lo mismo, se ha de rechazar como dañino todo aquello que exalta la violencia, o comportamientos antisociales. O que trivializan la sexualidad.
LAS "NUEVAS PANTALLAS"
2. Se trata de cuestiones de especial responsabilidad para la Iglesia en el nuevo contexto social y cultural en el que vivimos, donde las nuevas tecnologías han otorgado a los medios un papel decisivo en la conformación de las conciencias y de la entera sociedad; lo que afecta de forma importante a instancias que, por derecho primario y natural –sobre todo la familia- tienen la misión educativa con respecto a las nuevas generaciones.
De todos es conocido que se ha producido en nuestros hogares un aumento de la presencia de medios de comunicación, sobre todo de las llamadas “nuevas pantallas” (televisor, Internet, videojuegos, teléfonos móviles, etc.), a los cuales los más jóvenes se adaptan con gran facilidad y les dedican un tiempo creciente, en detrimento en ocasiones de la necesaria convivencia familiar, de las sanas relaciones personales y de la dedicación al estudio.
Por otra parte, las modernas tecnologías están propiciando la aparición de un nuevo ecosistema comunicativo en el que de la pasividad de espectadores se está pasando a la aparición de usuarios cada vez más interactivos hacia los teclados o mandos de las “nuevas pantallas”. La praxis informática del “cortar y pegar” no es sino el paradigma de un nuevo modo de conocer, en el que con frecuencia todo se muestra fragmentado e inconexo, lo que acrecienta el relativismo que hace sospechosa toda posesión de certezas.
Además de todo esto, en los nuevos medios se han difuminado grandemente los límites entre la realidad y la ficción, lo real y lo virtual, con las consecuencias, no siempre positivas, que ello puede acarrear no sólo en el ámbito del conocimiento, sino también en el afectivo y emocional, tan importante para el ser humano en su etapa de crecimiento.
Los niños y jóvenes son, en definitiva, los más afectados por esta verdadera revolución de las comunicaciones que no es sólo tecnológica sino, sobre todo, cultural, al producir en ellos cambios de valores y de comportamiento que pueden condicionar de forma importante su educación, también la que se refiere a la fe cristiana.
PROTAGONISMO A LOS MÁS PEQUEÑOS
3. Por otro lado, el cada vez más importante sector mediático de las “nuevas pantallas” está siendo además favorecido en su expansión por un creciente interés económico ante los beneficios que genera. A ello se une la falta de una completa regulación de las administraciones públicas, especialmente en lo que se refiere a los videojuegos, lo que hace muy vulnerable estos medios a la transmisión de contenidos inadecuadados, cuando no dañinos, para los más pequeños. Algo similar ocurre en el terreno televisivo con la falta de cumplimiento en la parrilla de programación de las normas y acuerdos adoptados sobre emisiones inadecuadas en horas de visionado infantil. A todo esto habrá que poner el remedio que exige una responsable y madura sociedad civil y los ciudadanos han de reclamar, individual o asociadamente.
Los derechos a la libertad de expresión y de mercado, que pudieran invocarse para justificar estas prácticas, han de tener en cuenta que sólo son válidos si se armonizan con otros derechos fundamentales. Así lo expresó el Papa Juan Pablo II al afirmar que “no se puede escribir o emitir sólo en función del índice de audiencia, a despecho de servicios verdaderamente formativos... No hay libertad, incluida la libertad de expresión, que sea absoluta: ésta está limitada por el deber de respetar la dignidad y la libertad legítima de los demás” (Discurso con motivo del Jubileo de los periodistas. Roma, 4.06.2000).
4. Todos estos datos y reflexiones no pueden llevarnos a una consideración negativa de los medios, de la que hemos de huir -“la educación para los medios debería ser positiva”, nos recuerda Benedicto XVI en su mensaje-, pero sí a ser conscientes de las repercusiones éticas y educativas que conlleva la relación de los niños con las nuevas tecnologías de la comunicación y a las que la Iglesia está llamada, en la medida de sus posibilidades, a dar respuesta desde su sabiduría moral, ayudando a los padres y educadores, muchas veces perplejos e indefensos ante estos nuevos retos.
RESPONSABILIDAD COMPARTIDA
5. Todas las personas e instituciones implicadas en la relación de los más pequeños con el mundo de la comunicación tenemos una responsabilidad compartida, a fin de que estos se beneficien de las posibilidades educativas, culturales y de sano entretenimiento que ofrecen los nuevos medios y se eviten, al mismo tiempo, de forma eficaz los peligros e inconvenientes que puedan existir.
En este sentido, ofrecemos a las autoridades públicas nuestra colaboración a la hora de afrontar una adecuada regulación que, salvaguardando la justa libertad de expresión, indispensable en un Estado democrático y de derecho, redunde en beneficio de los más pequeños, cuyo efectivo derecho a la información exige -por la indefensión propia de su corta edad- la tutela de las leyes y de los padres, tal y como reconoce nuestra Constitución (Art. 20, 4). Estas exigencias son tanto más necesarias en Internet, cuanto en la red nos encontramos ante contenidos perjudiciales e ilícitos que, amparándose en su estructura y en su anonimato, los hace de fácil acceso para los menores y de muy difícil regulación y sanción para los Estados, lo que causa una indefensión a la que es necesario dar adecuada respuesta desde la vertiente tecnológica, jurídica, y, sobre todo, educativa.
6. A los comunicadores, creativos, productores, programadores y empresarios de la industria de los medios, les reiteramos el llamamiento del Papa Benedicto XVI para que, además de optar en sus contenidos o producciones por la excelencia y belleza de una verdadera calidad ética y estética, se inclinen de forma decidida “a salvaguardar el bien común, a preservar la verdad, a proteger la dignidad humana individual y a promover el respeto por las necesidades de la familia”.
En este empeño siempre contarán con la colaboración y apoyo de la Iglesia, y por ello mismo animamos a los comunicadores cristianos a seguir contribuyendo en sus lugares de trabajo a una comunicación verdaderamente humana, favorecedora de los valores trascendentes de la persona, que nacen de su inviolable dignidad. Especialmente necesaria y urgente es hoy en día su contribución a la creación para el público infantil y juvenil de interesantes contenidos de inspiración cristiana en los nuevos medios, sobre todo aquellas producciones que, explícitamente religiosas, tienen una clara finalidad catequética.
7. A los maestros y educadores, por su parte, rogamos un especial empeño, en coherencia con la entrega vocacional que les caracteriza, para seguir integrando en las enseñanzas que imparten a sus alumnos no sólo el recurso a los nuevos medios con una finalidad pedagógica, sino, sobre todo, formar a las nuevas generaciones para que puedan interactuar en ellos de una manera crítica y responsable, iniciándolos en el aprecio por la búsqueda de la verdad y de la belleza. Nos dice el Papa que, “cuando se pone a los niños delante de lo que es estética y moralmente excelente se les ayuda a desarrollar la apreciación, la prudencia y la capacidad de discernimiento” (n.2).
8. Todos estos hábitos son hoy especialmente necesarios no sólo para la vida personal, sino también para la convivencia y la participación ciudadana, la cual no puede llevarse a cabo en nuestra época sin los medios de comunicación, por lo que la educación mediática es también una verdadera formación para ser en la sociedad de hoy y del futuro ciudadanos activos, solidarios y responsables. Esta formación, con la que también han de estar comprometidas la escuela católica y las parroquias, representa, como dicen los obispos de la Unión Europea, “una contribución muy importante para el futuro desarrollo de la ciudadanía y de la democracia” (COMECE, Una llamada a educar en los medios de comunicación, n.4).
PROTAGONISMO EDUCATIVO DE LA FAMILIA
9. Pero es la familia, sobre todo los padres, los primeramente llamados a tomar en consideración su responsabilidad en este importante aspecto de la educación de sus hijos, que en nuestro tiempo pasa necesariamente por una mayor atención a la formación en el uso crítico y responsable de los medios. “Por el bien de sus hijos, y por el suyo, los padres deben aprender y poner en práctica su capacidad de discernimiento como telespectadores, oyentes y lectores, dando ejemplo en sus hogares de un uso prudente de los medios de comunicación. De acuerdo con la edad y las circunstancias, los niños y los jóvenes deberían ser introducidos en la formación respecto a los medios de comunicación, evitando el camino fácil de la pasividad carente de espíritu crítico, la presión de sus coetáneos y la explotación comercial” (PCCS. Ética en las comunicaciones sociales, n.25). En esta tarea, queridos padres, quiere ayudaros la Iglesia a través de vuestras parroquias, colegios y asociaciones, a las que pedimos un mayor compromiso en este ámbito educativo.
10. Para terminar, nada más apropiado que retener en nuestra memoria como síntesis de nuestro mensaje, lo que nos señala Benedicto XVI en la conclusión del suyo: “Sobre todo, la Iglesia desea compartir una visión de la dignidad humana que es el centro de toda auténtica comunicación. Al verlo con los ojos de Cristo, puedo dar al otro mucho más que cosas externas necesarias: puedo ofrecerle la mirada de amor que él necesita (Deus caritas est, 18)”.
El logro de estos objetivos es nuestro deseo y oración para esta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, especialmente para los comunicadores, sobre los que invocamos la bendición del Buen Dios.
+ Juan del Río, Obispo de Asidonia-Jerez y Presidente
+ Antonio Montero, Arzobispo emérito de Mérida-Badajoz
+ José H. Gómez, Obispo de Lugo
+ Joan Carrera, Obispo auxiliar de Barcelona
+ Joan Piris, Obispo de Menorca
+ Raúl Berzosa, Obispo auxiliar de Oviedo
Posible rito para la Primera Comunión, publicado por Ediciones Instituto Pontificio San Pío X, 1973, con el título CELEBRACIÓN SOLEMNE DE LA PRIMERA COMUNIÓN.
PROCESION DE ENTRADA
El Celebrante sale a recibir a los primocomulgantes a
la entrada del templo, precedido por unos monaguillos
con velas encendidas y la cruz.
Mientras, se puede tocar el órgano o cantar,
por ejemplo «Este es el día en que actuó el Señor».
Sacerdote: Queridos niños (y niñas),
que venís con trajes de fiesta
y con caras rebosantes de alegría,
decidme, ¿qué queréis?
Niños: Queremos recibir a Jesús.
Sacerdote: ¿sabéis quién es Jesucristo?
Niños: Sí, Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre, que nació de la Virgen María.
Sacerdote: ¿Dónde está ahora Jesucristo?
Niños: Jesucristo está ahora glorioso en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.
Sacerdote: ¿Cómo está Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar?
Niños: Jesucristo está en la Eucaristía verdadera y realmente presente, todo entero en todas y cada una de las partes de las sagradas especies.
Sacerdote: ¿Qué ha prometido Jesús a los que comulgan?
Niños: A los que comulgan Jesús les ha prometido la vida eterna, porque dijo: «El que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene la vida eterna y Yo le resucitaré en el
último día».
Sacerdote: Pues bien, puesto que así lo deseáis, yo mismo, en nombre de la Iglesia, os concederé lo que pedís. Y en adelante podréis recibir a Jesús en la Comunión, como lo hacen las personas mayores. Entrad, pues, en la Casa de Dios. Jesús os espera. Compartid vuestro gozo y vuestra dicha con
vuestros padres, abuelos y demás seres queridos.
CANTO DE ENTRADA
Todos:
Qué alegría cuando me dijeron,
«Vamos a la Casa del Señor».
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
RITO DE ENTRADA
MONICION
Hermanos, bienvenidos a la Casa de Dios.
Nos hemos reunido para celebrar la Eucaristía, es decir la Santa Misa, que completa la iniciación cristiana, comenzada por el BAUTISMO.
Estos Niños, cuando pocos las después de nacer recibieron el Bautismo, ya fueron hechos cristianos, pero
— hoy se incorporan solemnemente a la comunidad de los fieles adultos,
— hoy comerán como nosotros el Pan de vida,
— hoy recibirán en su corazón al mismo Jesús sacramentado.
Pero esta iniciación a la Iglesia, más que iniciación doctrinal debe ser iniciación a la vida.
El niño percibe esta vida cuando se le presenta en forma auténtica, cuando el testimonio que recibe es el de una Iglesia viva. De aquí la importancia que tiene la comunidad cristiana, la Asamblea. En definitiva, la Eucaristía es el banquete común que edifica a la comunidad, es decir, a la Iglesia. Por tanto, deberemos cantar, rezar y prometer todos juntos. Los Niños comulgan por vez primera y nosotros debemos aprovechar para conmemorar el día de nuestra Primera Comunión.
Acojámosles, pues, con alegría, como Cristo acogía a los niños, sus predilectos, y todos juntos agradezcamos al Señor los beneficios que de él recibimos, y pidámosle las gracias que necesitamos.
Celebrante: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos: AMEN.
Celebrante: La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo, esté con todos vosotros.
Todos: Y con tu espíritu.
Celebrante: Hermanos, en este día solemne en que vamos a admitir por vez primera a nuestra misma mesa eucarística a estos Niños, pidamos al Señor que nos haga partícipes de su inocencia, derramando sobre nosotros su divina misericordia.
Celebrante: Porque dijiste también para nosotros: Dejad que los niños vengan a Mí, y no se lo impidáis. SEÑOR, TEN PIEDAD (cantado)
Porque no es tu voluntad que perezca uno solo de estos pequeños.
CRISTO, TEN PIEDAD (cantado)
Por nuestra falta de testimonio y por nuestra negligencia en formar cristianos auténticos. SEÑOR, TEN PIEDAD (cantado).
GLORIA A DIOS EN EL CIELO, (rezado)
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias. Señor Dios, Rey Celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo Único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre:
Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros: porque sólo Tú eres Santo, sólo Tú, Señor, sólo Tú, Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. AMEN.
ORACION COLECTA: propia del día.
LITURGIA DE LA PALABRA
(Moniciones propias de cada Lectura)
LECTURA primera: (podría hacerla un padre).
LECTURA segunda: (podría hacerla una madre o un educador.)
SANTO EVANGELIO
Homilía: Suele dar muy buen resultado dirigir principalmente la Homilía a los adultos, y de modo muy especial a los Padres, Padrinos y Tutores de los neocomulgantes, basada en los textos que acaban de leerse, y reservar para momentos antes de la Comunión un breve «fervorín» dirigido exclusivamente a los niños.
RENOVACION DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO
Y SOLEMNE PROFESION DE FE
(La renovación de las promesas se podría hacer con anterioridad)
Es conveniente que la Asamblea se una a los niños en este acto. Contestarán todos juntos. Los niños podrían estar de pie rodeando el altar.
Celebrante: El día de nuestro Bautismo, el sacerdote nos preguntó a todos, grandes y pequeños, ¿qué pides a la Iglesia de Dios? Y por boca de nuestros padrinos nosotros contestamos: Pedimos la Fe. Pues bien, ahora, vamos a proclamar nosotros mismos aquella Fe. Vamos a renunciar al demonio, a sus obras y a sus tentaciones. Acto seguido, haremos solemne y consciente profesión de fe en Dios Padre, Creador de todas las cosas; en Dios Hijo, que padeció, murió, resucitó y subió a los cielos; y en el Espíritu Santo, santificador de nuestras almas, y en la Iglesia que nos lleva a la vida eterna.
¿Renunciáis al pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios?
Todos: Sí, RENUNCIO.
Celebrante: ¿Renunciáis a todas las seducciones del mal, para que no domine en vosotros el pecado?
Todos: Sí, RENUNCIO.
Celebrante: ¿Renunciáis a Satanás, padre y príncipe del pecado?
Todos: Sí, RENUNCIO.
Celebrante: ¿Creéis en Dios, Padre Todopoderoso, creador del Cielo y de la tierra?
Todos: Sí, CREO.
Celebrante: ¿Creéis en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de Santa María, la Virgen,
murió y fue sepultado, resucitó de entre los muertos
y está sentado a la derecha del Padre?
Todos: Sí, CREO.
Celebrante: ¿Creéis en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
Todos: Sí, CREO.
Celebrante: Y Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos regeneró por el agua y el Espíritu Santo, y que nos concedió la remisión de los pecados, nos guarde en su gracia. en el mismo Jesucristo nuestro Señor,
para la vida eterna.
Todos: AMEN.
ORACION DE LOS FIELES
Celebrante: Oremos, hermanos, al Padre,
por los Niños (y Niñas) que participarán hoy por vez primera de la mesa eucarística, y por toda la familia santa de Dios.
Niño 1: Para que Dios nos aumente la Fe y la Caridad que nos regaló en el Bautismo. Roguemos al Señor.
Niña 2: Por todos los niños del mundo que este año harán su Primera Comunión, y también por los que no podrán comulgar. Roguemos al Señor.
Niño 3: Por nuestros Padres, por nuestros padrinos, por nuestros abuelitos, por nuestros familiares y amigos. Roguemos al Señor.
Niña 4: Por nuestros parientes, por nuestros amigos y por nuestros bienhechores difuntos, y por los que no han podido acompañarnos en nuestra Primera Comunión. Roguemos al Señor.
Madre: Por la Paz del Mundo, la prosperidad de la Patria, la unión de las familias y la unidad de la Iglesia. Roguemos al Señor.
Padre: Por el Papa, por los Obispos y por los Sacerdotes que nos dan a Jesús en la Eucaristía, y por todos los Hogares del mundo. Roguemos al Señor.
Educador: Por cuantos participamos en esta santa asamblea, para que sirvamos de ejemplo y estímulo a estos primeros comulgantes, y les ayudemos así a perseverar. Roguemos al Señor.
Celebrante: Dios Todopoderoso, concede a estos Niños (y Niñas) y a todos aquéllos por quienes hemos orado, la salud del cuerpo y del alma, y prepara nuestros corazones
para recibir dignamente a tu Hijo Jesucristo, resucitado de entre los muertos, y para que seamos fieles a lo que acabamos de prometer. Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: AMEN.
LITURGIA EUCARÍSTICA
PROCESION DE OFRENDAS
Nota. Se hace en seguida la colecta y el celebrante aguarda a que aquélla esté terminada. Mientras, puede preparar el cáliz, etc. Terminada /a colecta, los colectores se sitúan detrás de los que ofrecerán el pan, el vino, etc., para entregarlo todos juntos al celebrante.
Durante este tiempo, el monitor dice:
Monición: Va a empezar el sacrificio propiamente dicho. Para ello el celebrante necesita los dones que ha de ofrecer al Señor: pan, vino y nuestra ofrenda personal, ya que el sacrificio es obra de todos y no sólo del sacerdote.
Por tanto, la colecta que ahora se está realizando no tiene por finalidad recoger limosnas. Nuestro óbolo, grande o pequeño, es sencillamente un signo de nuestra consagración a Dios, un verdadero acto de culto, de adoración, de acción de gracias por los dones recibidos. El Señor no mira tanto lo que se da, como la generosidad y rectitud con que se da. «Lo que yo quiero, dice el Señor, no son vuestros sacrificios, sino vuestro corazón». La colecta, pues, tiene su importancia en el Sacrificio, por lo que supone de entrega a Dios.
Mientras se realiza la presentación de Ofrendas:
Monición: En nombre de todos ofrecen ahora el vino y el agua, el copón y el cáliz... y lo recaudado durante la colecta, unos niños y un matrimonio. El pan y el vino, transformados en el cuerpo y sangre de Cristo se nos devolverán en la Comunión.
Esta ofrenda es una forma más de participación en el Sacrificio. El hecho de pertenecer a la asamblea cristiana por el Bautismo, nos da derecho a cooperar en la celebración del Sacrificio eucarístico.
Por otro lado, la caridad expresada en este gesto mate¬rial de la ofrenda es la mejor preparación espiritual para la Eucaristía.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS (La propia del día)
PLEGARIA EUCARISTICA
En este momento los niños pueden colocarse en torno al altar, y permanecer así de pie hasta el momento de la Comunión.
RITO DE COMUNION
PADRE NUESTRO
Celebrante: El pan y el vino ya se han transformado en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo. El banquete eucarístico que Dios nos ofrece está preparado sobre el altar. Por tanto, dispongámonos a participar dignamente de la mesa del Señor, orando a Dios nuestro Padre como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro, que estás en los cielos... (puede cantarse).
Rito de la paz
Celebrante: Ha llegado el momento de la Comunión. Pero como no podemos acercarnos a la mesa de Dios si no nos amamos de veras los unos a los otros, perdonémonos mutuamente y así Dios nos perdonará a nosotros.
La paz del Señor sea siempre con vosotros. Daos fraternalmente la paz.
Nota: El celebrante puede dar la paz a cada niño en particular, el cual va a transmitirla a sus padres y puede permanecer con ellos hasta el momento de la comunión, si es que prefieren acercarse los tres juntos a la sagrada mesa.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo (puede cantarse).
COMUNION
Ahora puede tener lugar un «fervorín» dirigido a los niños: breve, claro y sencillo.
ACCION DE GRACIAS
Monición: Durante unos momentos demos gracias a Jesús por
todos los favores que nos ha concedido.
(Puede cantarse: El Señor hizo en mí maravillas).
0 bien se reza:
Celebrante: (de rodillas)
Y ahora que tenemos a Jesús en nuestro corazón, y recordando que dijo: «pedid y recibiréis», pidámosle con fervor todos juntos:
Alma de Cristo, ..................... Santífícanos
Cuerpo de Cristo, .................. Sálvanos
Sangre de Cristo, .................. Embriáganos
Agua del costado de Cristo,.... Purifícanos
Pasión de Cristo, ................... Confórtanos
¡Oh buen Jesús! .................... Óyenos
Dentro de tus llagas, ............. Escóndenos
No permitas, ........................ Que nos separemos de ti
Del enemigo malo, ................ Defiéndenos
En la hora de nuestra muerte, Llámanos
Y mándanos ir a Ti, .............. Para que con tus santos te alabemos por los siglos de los siglos. Amén
Celebrante: Niños (y Niñas), por el Bautismo
ya sois hijos de Dios Padre, Templos del Espíritu Santo, Hermanos de Jesús y miembros de la Gran Familia de Dios.
Prometed, pues, ahora, ser hijos amantes de nuestra Madre del cielo, diciéndole de todo corazón:
Niños:
Señora y Madre mía,
yo me ofrezco todo a Ti
y en prueba de mi filial afecto,
te consagro en este día:
mis ojos, mis oídos,
mi lengua, mi corazón;
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo,
Madre de bondad,
guárdame y defiéndeme
como cosa y posesión tuya. Amén.
Celebrante: Pero no sólo los niños han de empeñar su palabra y han de hacer su entrega al Señor. Todos hemos de tomar conciencia de nuestra misión cristiana, y muy
particularmente los padres y tutores de estos niños, educadores natos de sus hijos. Mientras los padres y padrinos renuevan solemnemente su compromiso y su consagración, unámonos interiormente a ellos.
Padres y Padrinos:
Señor Jesús", Tú nos has hecho educadores de nuestros hijos*, maestros y sacerdotes de nuestro hogar.* Sabemos que no sólo debemos preocuparnos de sus cuerpos,* sino especialmente de sus almas, imágenes de Dios,* y velar para que sean cristianos de verdad.* No rehusamos, Señor,* esta carga y esta responsabilidad,* pero confesamos con sencillez,* que sin tu ayuda nada podremos conseguir.
Prometemos, pues,* como en el día de nuestro Matrimonio,* cumplir con nuestras obligaciones de padres,* y dar buen ejemplo a nuestros hijos,* pero te pedimos por intercesión de la Virgen María," que nos ayudes a ser testigos, en nuestros hogares,* del misterio de amor que Tú revelaste al mundo* con tu muerte y Resurrección. Amén.
Celebrante: Que el Señor os ayude a todos a cumplir
lo que acabáis de prometer,
y os conceda vida larga y feliz en este mundo, y la dicha eterna en el cielo.
ORACION
Tu Cuerpo y tu Sangre, Señor, signo del banquete del reino, que hemos gustado en nuestra vida mortal, nos llenen del gozo eterno de tu divinidad.
Tú, que vives y reinas...
RITO DE CONCLUSION
Bendición final:
El Señor esté con vosotros.
Y con tu espíritu.
Hermanos: El Señor todopoderoso, que llenó de alegría vuestros hogares con el nacimiento de vuestros hijos, mire con agrado a estos primeros comulgantes derrame la abundancia de su gracia sobre vosotros: padres, padrinos y todos los aquí presentes, para que caminando a la luz de la fe, alcancemos todos los bienes prometidos.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros.
Todos: AMEN.
Nota: Donde se crea conveniente, el celebrante, tras recordar a los niños que ya son desde ahora cristianos mayores, puede entregarles el libro de los Evangelios, que ellos besan al recibirlo, y que bien podría sustituir al dichoso «librito» que nunca abrirán en su vida.
Celebrante: Y ahora, vosotros, niños (y niñas)
que acabáis de recibir el abrazo íntimo de Jesús, id con alegría a compartir este abrazo
con vuestros padres y familiares.
PODEIS IR EN PAZ.
Todos: Demos gracias a Dios.
VATICANO - AVE MARÍA, por el P. Luciano Alimandi - “La luz de Fátima en el mundo”
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “Hoy se celebra el 90° Aniversario de las Apariciones de Nuestra Señora de Fátima. Con su fuerte llamada a la conversión y a la penitencia, ella es, sin duda alguna, la más profética de las apariciones modernas” (Benedicto XVI, 13 de mayo de 2007). Con estas palabras, el pasado 13 de mayo, el Santo Padre Benedicto XVI recordó el 90° Aniversario de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima, mientras se encontraba en otro gran Santuario mariano: el de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, en Brasil.
Es hermoso constatar que la Madre de Jesús y Madre nuestra, de un continente a otro, se hace presente a todos sus hijos para acercarlos al corazón de la fe, que es el Señor Resucitado. También en Aparecida, bajo el signo de la mediación maternal de María en la vida de la Iglesia en todas partes, el Santo Padre ha expresamente exhortado: “permaneced en la escuela de María. Inspiraos en sus enseñanzas, buscad acoger y conservar en el corazón las luces que Ella, por mandato divino, os envía desde el cielo” (Benedicto XVI, 12 de mayo de 2007).
En Fátima, precisamente, estas luces venidas de lo alto han sido particularmente intensas y Nuestra Señora del Rosario, por voluntad divina, las han transmitido a través de los tres pastorcitos a los que se apareció en aquel lejano 13 de mayo de 1917. Entre las luces que confió a la Iglesia, encontramos aquella del 13 de mayo de 1919, cuando mostró a los tres niños el horror del infierno: “atemorizados y como invocando auxilio alzamos los ojos a la Virgen, quien nos dijo con bondad y tristeza: ‘Habéis visto el infierno, adonde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos, Dios quiere instituir en el mundo la dovoción a mi Corazón Inmaculado’.”
¡“Dios quiere instituir en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado”! La razón de esta voluntad es específicamente salvífica, es decir dirigida a la salvación de las almas que, de otro modo, sin esta devoción, se perderían para siempre. El mensaje de Fátima se ha convertido para toda la Iglesia, luego de dos milenios, en una elocuente llamada a tomar mayor consciencia del destino eterno de la humanidad. A nadie está permitido permanecer indiferente frente a la falta de conversión del otro.
A esta verdad se podría aplicar la gran enseñanza de la parábola del buen samaritano que, a diferencia de los otros “tuvo compasión” del que estaba “medio muerto” a causa del ataque de los delincuentes, y se encargó personalmente de él hasta cuando se restableció completamente (cfr. Lc 10,30-35). ¡Cuánto mal ronda como “delincuente” por nuestros países y ciudades para robar y golpear empujando a las almas a la oscuridad y a la confusión!
El mensaje de Fátima nos hace responsables convenciéndonos de que nuestra oración, conversión y penitencia, mejora de manera sensible el mundo! Un enfermo que ofrece su enfermedad y recita el rosario por la paz, ¡ayuda al mundo más que un poderoso ejército empeñado en defender una frontera! “Quiero que continuéis rezando el rosario todos los días... Orad, orad mucho y haced sacrificios por los pecadores, pues muchas almas van al infierno porque no tienen quien se sacrifique y quien rece por ellas”. Este doliente reclamo de la Madre de Dios nos sacude del sopor y nos llama a ofrecer, en la cuotidianidad de nuestra existencia, los desánimos, los sacrificios, las “cosas difíciles”, los pequeños “problemas” y también los grandes sufrimientos, cuando se presentan, para salvar las almas.
Cuando rezamos, nos unimos a Jesús y nuestro sufrimiento, unido al suyo, ¡se vuelve preciosísimo! He aquí el gran mensaje de Nuestra Señora de Fátima, que ha llegado no para aumentar nuestros sufrimientos, sino para que nuestros sufrimientos adquieran un sentido salvífico llevado a todos a la redención. Si vivimos estas enseñanzas de María, entonces tendremos paz y la cruz será más ligera, porque habrá encontrado un sentido totalmente nuevo.
El mundo sin Fátima no sería el mismo: ¡quién sabe cuántas bombas atómicas habrían sido ya detonadas! Si la Virgen no se hubiera aparecido, nuestra visión, hoy en día, del mundo que nos rodea sería desoladora. Agradezcamos por ello a la Providencia divina por habernos donado en el curso de nuestra historia esta época mariana, iluminada por el mensaje de Fátima, así como por el de los Papas que han sabido aprecier y hacer propias estas luces y enseñanzas traduciéndolas, para toda la Iglesia, en múltiples llamados a la conversión y a la nueva evangelización bajo el signo de María, a quien repetidamente han encomendado y consagrado pueblos y naciones. Siguiendo la luminosa huella dejada por Juan Pablo II, el Papa del “Totus tuus”, se encuentra ahora Benedicto XVI, quien no pierde ocasión para invitar al mundo entero a la conversión, en la entrega confiada a María, la Madre de Jesús, la Virgen aparecida en Fátima que, desde el Cielo, lo protege y lo asiste. (Agencia Fides 16/5/2007; líneas 56, palabras 837)