Jueves, 31 de mayo de 2007
ZENIT publica la intervenci?n de Benedicto XVI durante la audiencia general del mi?rcoles, 30 de Mayo de 2007, dedicada a presentar la figura de Tertuliano, literato, fil?sofo, te?logo y apologista, nacido en Cartago, la actual T?nez, a mediados del siglo II.

Queridos hermanos y hermanas:

Con la catequesis de hoy retomamos el hijo abandonado con motivo del viaje en Brasil y seguimos hablando de las grandes personalidades de la Iglesia antigua: son maestros de fe tambi?n para nosotros hoy y testigos de la perenne actualidad de la fe cristiana.

Hoy hablamos de un africano, Tertuliano, que entre el final del siglo II e inicios del siglo III inaugura la literatura cristiana en lat?n. Con ?l comienza una teolog?a en este idioma. Su obra ha dado frutos decisivos, que ser?a imperdonable infravalorar. Su influencia se desarrolla a diversos niveles: desde el lenguaje y la recuperaci?n de la cultura cl?sica, hasta la individuaci?n de un ?alma cristiana? com?n en el mundo y la formulaci?n de nuevas propuestas de convivencia humana.

No conocemos exactamente las fechas de su nacimiento y de su muerte. Sin embargo, sabemos que en Cartago, a finales del siglo II, recibi? de padres y maestros paganos una s?lida formaci?n ret?rica, filos?fica, jur?dica e hist?rica. Se convirti? al cristianismo atra?do, seg?n parece, por el ejemplo de los m?rtires cristianos.

Comenz? a publicar sus escritos m?s famosos en el a?o 197. Pero una b?squeda demasiado individual de la verdad junto con la intransigencia de su car?cter, le llevaron poco a poco a abandonar la comuni?n con la Iglesia y a unirse a la secta del montanismo. Sin embargo, la originalidad de su pensamiento y la incisiva eficacia de su lenguaje le dan un lugar de particular importancia en la literatura cristiana antigua.

Son famosos sobre todo sus escritos de car?cter apolog?tico. Manifiestan dos objetivos principales: en primer lugar, el de confutar las grav?simas acusaciones que los paganos dirig?an contra la nueva religi?n; y en segundo lugar, de manera m?s positiva y misionera, el de comunicar el mensaje del Evangelio en di?logo con la cultura de su ?poca.

Su obra m?s conocida, ?Apolog?tico?, denuncia el comportamiento injusto de las autoridades pol?ticas con la Iglesia; explica y defiende las ense?anzas y las costumbres de los cristianos; presenta las diferencias entre la nueva religi?n y las principales corrientes filos?ficas de la ?poca; manifiesta el triunfo del Esp?ritu, que opone a la violencia de los perseguidores la sangre, el sufrimiento y la paciencia de los m?rtires: ?Por m?s que sea refinada --escribe el autor africano--, vuestra crueldad no sirve de nada: es m?s, para nuestra comunidad constituye una invitaci?n. Despu?s de cada uno de vuestros golpes de hacha, nos hacemos m?s numerosos: ?la sangre de los cristianos es semilla eficaz! (semen est sanguis christianorum!)" (Apolog?tico 50,13). Al final vencen el martirio y el sufrimiento y son m?s eficaces que la crueldad y la violencia de los reg?menes totalitarios.

Pero Tertuliano, como todo buen apologista, experimenta al mismo tiempo la necesidad de comunicar positivamente la esencia del cristianismo. Por este motivo, adopta el m?todo especulativo para ilustrar los fundamentos racionales del dogma cristiano. Los profundiza de manera sistem?tica, comenzando con la descripci?n del ?Dios de los cristianos?. ?Aqu?l a quien adoramos es un Dios ?nico?, atestigua el apologista. Y sigue, utilizando las paradojas caracter?sticas de su lenguaje: ??l es invisible, aunque se le vea; inalcanzable, aunque est? presente a trav?s de la gracia; inconcebible, aunque los sentidos le puedan concebir; por este motivo es verdadero y grande? (ib?dem 17,1-2).

Tertuliano, adem?s, da un paso enorme en el desarrollo del dogma trinitario; nos dej? el lenguaje adecuado en lat?n para expresar este gran misterio, introduciendo los t?rminos de ?una sustancia? y ?tres Personas?. Tambi?n desarroll? mucho el lenguaje correcto para expresar el misterio de Cristo, Hijo de Dios y verdadero Hombre.

El autor africano habla tambi?n del Esp?ritu Santo, demostrando su car?cter personal y divino: ?Creemos que, seg?n su promesa, Jesucristo envi? por medio del Padre al Esp?ritu Santo, el Par?clito, el santificador de la fe de quienes creen en el Padre, en el Hijo y en el Esp?ritu? (ib?dem, 2,1).

En sus obras se leen adem?s numerosos textos sobre la Iglesia, a la que Tertuliano reconoce como ?madre?. Incluso tras su adhesi?n al montanismo, no olvid? que la Iglesia es la Madre de nuestra fe y de nuestra vida cristiana. Analiza tambi?n la conducta moral de los cristianos y la vida futura.

Sus escritos son importantes, adem?s, para comprender tendencias vivas en las comunidades cristianas sobre Mar?a sant?sima, sobre los sacramentos de la Eucarist?a, del Matrimonio y de la Reconciliaci?n, sobre el primado de Pedro, sobre la oraci?n?

En especial, en aquellos a?os de persecuci?n en los que los cristianos parec?an una minor?a perdida, el apologista les exhorta a la esperanza, que --seg?n sus escritos-- no es simplemente una virtud, sino un modo de vida que abarca cada uno de los aspectos de la existencia cristiana.

Tenemos la esperanza de que el futuro sea nuestro porque el futuro es de Dios. De este modo, la resurrecci?n del Se?or se presenta como el fundamento de nuestra resurrecci?n futura, y representa el objeto principal de la confianza de los cristianos: ?La carne resucitar? --afirma categ?ricamente el africano--: toda la carne, precisamente la carne. All? donde se encuentre, se encuentra en consigna ante Dios, en virtud del fidel?simo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo, que restituir? Dios al hombre y el hombre a Dios? (?La resurrecci?n del cuerpo?, 63,1).

Desde el punto de vista humano, se puede hablar sin duda del drama de Tertuliano. Con el paso del tiempo, se hizo cada vez m?s exigente con los cristianos. Pretend?a de ellos en toda circunstancia, y sobre todo en las persecuciones, un comportamiento heroico. R?gido en sus posiciones, no ahorraba duras cr?ticas y acab? inevitablemente aisl?ndose. De hecho, hoy d?a quedan a?n abiertas muchas cuestiones, no s?lo sobre el pensamiento teol?gico y filos?fico de Tertuliano, sino tambi?n sobre su actitud ante las instituciones pol?ticas de la sociedad pagana.

Esta gran personalidad moral e intelectual, este hombre que ha dado una contribuci?n tan grande al pensamiento cristiano, me hace reflexionar mucho. Se ve que al final le falta la sencillez, la humildad para integrarse en la Iglesia, para aceptar sus debilidades, para ser tolerante con los dem?s y consigo mismo.

Cuando s?lo se ve el propio pensamiento en su grandeza, al final se pierde esta grandeza. La caracter?stica esencial de un gran te?logo es la humildad para estar con la Iglesia, para aceptar sus propias debilidades, pues s?lo Dios es totalmente santo. Nosotros, sin embargo, siempre tenemos necesidad de perd?n.

En definitiva, el autor africano permanece como un testigo interesante de los primeros tiempos de la Iglesia, cuando los cristianos se convirtieron en sujetos de ?nueva cultura? en el encuentro entre herencia cl?sica y mensaje evang?lico. Es suya la famosa afirmaci?n, seg?n la cual, nuestra alma es ?naturaliter cristiana? (?Apolog?tico?, 17, 6), con la que Tertuliano evoca la perenne continuidad entre los aut?nticos valores humanos y los cristianos; y tambi?n es suya la reflexi?n, inspirada directamente en el Evangelio, seg?n la cual, ?el cristiano no puede odiar ni siquiera a sus propios enemigos? (Cf. ?Apolog?tico?, 37). Implica una consecuencia moral ineludible de la opci?n de fe que propone la ?no violencia? como regla de vida: y no es posible dejar de ver la dram?tica actualidad de esta ense?anza, a la luz del encendido debate sobre las religiones.

En los escritos del africano, en definitiva, se afrontan numerosos temas que todav?a hoy tenemos que afrontar. Nos involucran en una fecunda b?squeda interior, a la que invito a todos los fieles, para que sepan expresar de manera cada vez m?s convincente la ?Regla de la fe?, seg?n la cual, como dice Tertuliano, ?nosotros creemos que hay un solo Dios, y no hay otro fuera del Creador del mundo: ?l lo ha hecho todo de la nada por medio de su Verbo, engendrado antes de todo? (?La prescripci?n de los herejes? 13, 1).

[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit. Al final de la audiencia, Benedicto XVI salud? a los peregrinos en varios idiomas. En espa?ol, dijo:]

Queridos hermanos y hermanas:
Tertuliano inaugura la literatura cristiana en lat?n. De padres y profesores paganos recibe, en Cartago, una s?lida formaci?n ret?rica, filos?fica, jur?dica e hist?rica. Atra?do por el ejemplo de los m?rtires, cuya sangre es ?una semilla eficaz?, se convirti? al cristianismo, pero una b?squeda demasiado individual de la verdad lo llev? a abandonar la Iglesia, uni?ndose a la herej?a de los montanistas, aunque m?s tarde fund? su propia secta, los tertulianistas. Con sus escritos intenta rebatir las acusaciones de los paganos contra la nueva religi?n y comunicar el Evangelio en di?logo con la cultura del tiempo. Contribuye, adem?s, al desarrollo del dogma trinitario, afrontando el problema de la definici?n de las tres Personas divinas. Importante es su cristolog?a, as? como los textos sobre la Iglesia, la conducta moral de los cristianos, la vida futura y las referencias a Mar?a, la Eucarist?a, el Matrimonio, la Reconciliaci?n, el primado de Pedro, la oraci?n y la resurrecci?n, objeto principal de la fe de los cristianos.

Tertuliano es un interesante testigo de los primeros tiempos de la Iglesia, cuando los cristianos deb?an ser sujetos de ?nueva cultura? entre la herencia cl?sica y el mensaje evang?lico.

Saludo a los peregrinos llegados de Espa?a, M?xico y Chile. De modo especial a la Asociaci?n de Caballeros y Damas de Nuestra Se?ora de Guadalupe, acompa?ados por el Se?or Cardenal Antonio Ca?izares Llovera, Arzobispo de Toledo y sus Obispos Auxiliares, as? como a los obispos y fieles de las di?cesis extreme?as, con ocasi?n del primer centenario de la Declaraci?n de la Nuestra Se?ora de Guadalupe como Patrona de Extremadura. Que la imagen de la Sant?sima Virgen que hoy tra?is a Roma, tan venerada en vuestro Monasterio guadalupano, y r?plica de la que el Papa San Gregorio Magno regal? a San Leandro de Sevilla, siga acompa?ando las celebraciones jubilares y bendiga a todo esa regi?n espa?ola que tuvo una participaci?n tan activa en la obra de la evangelizaci?n de Am?rica.

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Responde monseñor José Luis Guerrero Rosado



Es enternecedor y respetable que la devoción de la gente vea signos divinos en su acontecer diario, puesto que, en efecto, toda la naturaleza que nos rodea nos habla de Dios y de su interés por nosotros, pero, en su Providencia es algo inusual y no deseado por Él que abunden las evidencias sobrenaturales. Recordemos que Jesús califica de «dichosos aquellos que no vieron y creyeron» (Juan 20, 29).

Aunque Dios es libérrimo de hacerlo, no es lo normal que se ponga a repetir con un milagro lo que ya dejó clarísimo en su Ley y en nuestra conciencia: la prohibición de asesinar inocentes.


El milagro fue la aparición de Guadalupe

Por supuesto que la aparición de María Santísima en el Tepeyac fue un maravilloso milagro, y, en el orden moral, comprobamos que sigue el Señor haciéndolos incontables aquí, por intercesión de su Madre. Sin embargo, la Iglesia es sumamente cauta para aceptar milagros físicos, como el que se supone que fue esa luz.

Sin negar que los fieles puedan tomar este fenómeno como signo del amor materno divino, aquí, en realidad, estamos ante un hecho sólo supuestamente inexplicable, pero en realidad no suficientemente examinado, y al que se le atribuye una categoría sobrenatural aún no demostrada, pues es insuficiente que un Ingeniero haya hecho un solo control de un negativo.

Antes que todo, no es afirmación de la Iglesia

Aun suponiendo que a la luz que se ve en las fotografías no se le encontrase una explicación natural, lo único que constaría sería eso: que apareció una luz inexplicada.

Eso no brinda suficiente base para afirmar con certeza que «la imagen de la virgen comenzó como a retirarse para dar paso a una luz intensa que salía de su vientre con un brillo y halo divino con la forma de un embrión, y se hizo presente ante nuestros ojos, Cristo no nacido antes de nacer».

Eso, si nos fijamos, no es describir lo que sucedió, sino precipitarse a interpretar como milagro algo a lo que no se le ha hallado una explicación normal.

Repetimos que es legítimo y conmovedor que lo haga así quien considere que Dios le está hablando en esa forma, pero eso no es, ni puede ser, afirmación oficial de la Iglesia católica, ni de la Arquidiócesis de México y ni aún de las autoridades de la Basílica de Guadalupe.


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La delegaci?n mexicana, la segunda m?s numerosa en participaci?n en Aparecida, ha emitido un comunicado en el que puntualiza el sentido de esta experiencia para la Iglesia de M?xico, el segundo pa?s con mayor n?mero de cat?licos en el mundo.

Muy queridos hermanos y hermanas:

Al t?rmino de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, desde el Santuario dedicado a Mar?a en su advocaci?n de Aparecida, los representantes (17 obispos, 2 presb?teros, un di?cono permanente, una religiosa, una consagrada secular y dos laicos) que vinimos de M?xico, les saludamos con afecto y les agradecemos el apoyo de sus oraciones.

?Jesucristo es el Camino Verdadero de nuestra Vida! Con el gozo de esta verdad, compartimos con ustedes la reflexi?n de estos d?as acerca de nuestra vocaci?n que, como Disc?pulos y Misioneros estamos llamados a realizar. Este encuentro lo hemos vivido en convivencia alegre y fraterna, en el calor de la oraci?n, especialmente el de la celebraci?n eucar?stica.

Los invitamos a renovar el fuego del Esp?ritu para experimentar un encuentro personal con Jesucristo vivo y, como disc?pulos, seguirle con coherencia y dinamismo. Renovamos nuestro deseo de trabajar para que todos los cat?licos y, en particular, los agentes de pastoral, profundicemos en nuestra identidad como disc?pulos y misioneros de Jesucristo para que nuestra naci?n en ?l tenga vida.

Invitamos especialmente a los presb?teros a que respondan con entusiasmo a su vocaci?n y, fieles a su misi?n y confiados en la primac?a de la gracia, dediquen m?s tiempo a buscar caminos que ayuden a fortalecer la fe de los bautizados y formen comunidades en las que se acreciente el compromiso cristiano, donde Jesucristo sea el centro que llena las aut?nticas expectativas humanas y espirituales. Que este encuentro personal y comunitario con Cristo vivo nos lleve a la solidaridad con los dem?s, de manera especial con los pobres y los que sufren.

De una formaci?n s?lida, fruto de la escucha de la Palabra, en la que estamos todos comprometidos, han de surgir los aut?nticos misioneros. Hemos asumido el compromiso de vivir en estado de Misi?n Permanente en nuestro Continente. Les invitamos a que se unan a este proyecto para vivirlo en nuestras Di?cesis y parroquias. Como servidores del Evangelio, participemos para que en verdad logremos un Continente del amor, de la vida y de la paz.

En comuni?n y colaboraci?n fraterna elaboramos un Documento conclusivo que, con el aval del Santo Padre, pronto tendremos en nuestras manos. Mientras tanto, hemos hecho algunas propuestas a la Presidencia de la CEM para impulsar su difusi?n y la puesta en pr?ctica sobre todo en orden a la Misi?n Continental.

En sinton?a con esta V Conferencia, inspirados por Santa Mar?a de Guadalupe, disc?pula y misionera perfecta, bajo el cuidado y el ejemplo de nuestros santos m?rtires y confesores, les invitamos a prepararnos a la realizaci?n de esta Misi?n Continental, buscando a los alejados de la Iglesia y asumiendo el reto de evangelizar con mayor profundidad a todos los bautizados.

Impulsados por el Esp?ritu Santo, que se ha manifestado en esta gozosa experiencia de Iglesia en nuestro continente, regresamos con esperanza y con un renovado compromiso evangelizador a reencontrarnos con ustedes.

Esperamos con ilusi?n y entusiasmo el Documento conclusivo para que oriente, renueve y fortalezca nuestros procesos pastorales.

A los 31 d?as del mes de Mayo de 2007, fiesta de la Visitaci?n de Mar?a.

Por los participantes:

+ Norberto Cardenal Rivera Carrera
Arzobispo Primado de M?xico

+ Juan Cardenal Sandoval ??iguez
Arzobispo de Guadalajara

+ Carlos Aguiar Retes
Obispo de Texcoco
Presidente de la CEM

+ Jos? Leopoldo Gonz?lez Gonz?lez
Obispo Auxiliar de Guadalajara
Secretario General de la CEM

Publicado por verdenaranja @ 23:44  | Hablan los obispos
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AMERICA/BRASIL - V Conferencia General de Aparecida - ?Esta Conferencia tendr? que reflejarse en un gran impulso renovador para la Iglesia en toda Am?rica Latina que deber? tener como centro a Jesucristo que es el Camino, la Verdad y la Vida?: entrevista con el Cardenal Jorge Liberato Urosa Savino, Arzobispo de Caracas

Aparecida (Agencia Fides) - El Cardenal Jorge Liberato Urosa Savino Arzobispo de Caracas (Venezuela) comenta brevemente en un coloquio con la Agencia Fides, algunas de sus impresiones y experiencias m?s significativas despu?s de 20 d?as de intenso trabajo durante la celebraci?n de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano

?Hay varios aspectos que son muy significativos - afirma el Cardenal - En primer lugar el hecho de haberlo celebrado en el Santuario Mariano de Aparecida nos ha hecho sentir el amor a la Sant?sima Virgen Mar?a que es patrimonio de la Iglesia Cat?lica Universal pero de una manera muy espec?fica de la Iglesia en Am?rica Latina y aqu? en Brasil. Yo estoy gratamente asombrado y admirado de la cantidad de peregrinos que permanentemente est?n aqu? en este gran santuario y que manifiestan ese cari?o a la Sant?sima Virgen y que es como una especie de sello de la catolicidad en nuestros pa?ses latinoamericanos. Esto por supuesto me estimula, me edifica y es un gran ejemplo para mi propia vida personal y tambi?n tendr? una proyecci?n en mi carrera pastoral all? a Caracas?
En segundo lugar el Cardenal destaca ?la experiencia de la colegialidad, de la pertenencia a una comunidad de creyentes que est? representada aqu? en sus Obispos, la experiencia de la comuni?n eclesial con todos los obispos, con la Santa Sede que est? aqu? representada por varios Cardenales y Obispos y por supuesto el haber tenido el encuentro con el Santo Padre los d?as 12 en la tarde y el d?a 13. Son experiencias de comuni?n, experiencias de unidad, experiencias que a uno lo animan, ninguno de nosotros est? solo, todos estamos muy acompa?ados y estamos acompa?ados por gente de grandes virtudes, de grandes talentos como son los obispos que est?n aqu? congregados en esta V Conferencia?.

Como conclusi?n del evento considera el Cardenal Urosa que ?esta Conferencia tendr? que reflejarse en un gran impulso renovador para la Iglesia en toda Am?rica Latina y el Caribe y uno de los elementos de esa renovaci?n ser? muy probablemente una gran misi?n continental que se est? cuajando en estos d?as ac? en la V Conferencia. Por supuesto esta renovaci?n y esta gran misi?n tendr?n como centro a Jesucristo que es el Camino, la Verdad y la Vida, el ?nico que puede darnos la aut?ntica felicidad y aquel en cuyo nombre solamente podemos encontrar la salvaci?n?. (FP/RG) (Agencia Fides 31/5/2007 L?neas: 31 Palabras: 443)

Publicado por verdenaranja @ 23:35  | Entrevistas
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ZENIT publica el art?culo que ha enviado desde Aparecida monse?or Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Crist?bal de Las Casas, quien participa en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

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Estamos concluyendo, con gozo y esperanza, la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y de El Caribe, en Aparecida, Brasil. Ya aprobamos el documento final, que se publicar? oficialmente hasta que sea sometido, como signo de comuni?n eclesial, al juicio del Santo Padre. ?Qu? hemos hecho y qu? se vislumbra hacia delante?

Antes de su inicio, algunos comentaristas dec?an que nada esperaban de esta reuni?n, pues, en su opini?n, la mayor?a de los obispos participantes, elegidos por Juan Pablo II, somos conservadores; por tanto, que su resultado ser?a muy limitado. Ellos querr?an que la Iglesia se adaptara a los postulados del mundo, y no les importa nuestra fidelidad al Evangelio.

Por lo contrario, otros esperan demasiado. Se imaginan que del documento que elaboramos depender? toda la renovaci?n de la Iglesia, como si un escrito hiciera la revoluci?n espiritual y pastoral que requiere el momento hist?rico que vivimos.

JUZGAR

Ante todo, quiero resaltar el ambiente fraterno y sereno que vivimos. Hubo discusiones serias y, sobre algunos puntos, opiniones contrarias; pero se expresaron con respeto, sin enfrentamientos agresivos, como sucede en otros foros. Se escucharon todas las voces, no s?lo de los obispos, sino tambi?n de muchos expertos, incluso de protestantes y jud?os invitados. En los grupos de trabajo, laicas y laicos, religiosas y religiosos, sacerdotes y di?conos, expresaron con toda libertad su punto de vista. Todos ten?an derecho a voz, aunque s?lo los obispos derecho a voto, pues se trata de una Conferencia episcopal. No hemos sufrido las presiones internas y externas que vivimos durante la IV Conferencia en Santo Domingo, en octubre de 1992. Hemos trabajado, pues, con profundidad y en paz.

Como son muchos los temas que deb?amos tratar, nos distribuimos en varias comisiones y subcomisiones. Fui elegido para ser relator-secretario, junto con un obispo brasile?o, de la primera comisi?n, encargada de la parte que trata sobre la situaci?n actual de nuestro subcontinente, en sus aspectos social, pol?tico, econ?mico, cultural y religioso. Para empezar, como en un examen de conciencia, resaltamos las luces y las sombras de nuestra Iglesia; es decir, los puntos en que hemos avanzado, y los que nos reclaman una conversi?n personal y pastoral. Obviamente, analizamos el fen?meno de la globalizaci?n, con todas sus implicaciones, tanto positivas como negativas. En esta parte, abordamos lo referente a los ind?genas y afroamericanos. Cuando el documento final se publique, dar? m?s detalles.

Por cierto, fue muy oportuna la palabra del Papa, en respuesta a las cr?ticas que se le hab?an hecho sobre la no imposici?n de la fe cat?lica a los abor?genes. Dijo: ?Ciertamente el recuerdo de un pasado glorioso no puede ignorar las sombras que acompa?aron la obra de evangelizaci?n del continente latinoamericano: no es posible olvidar los sufrimientos y las injusticias que infligieron los colonizadores a la poblaci?n ind?gena, pisoteadas a menudo en sus derechos fundamentales. Pero el deber de mencionar esos cr?menes injustificables, condenados ya entonces por misioneros como Bartolom? de las Casas y te?logos como Francisco de Vitoria de la Universidad de Salamanca, no debe impedir reconocer con gratitud la maravillosa obra que ha llevado a cabo la gracia divina entre esas poblaciones a lo largo de estos siglos. El Evangelio en el continente se ha transformado de este modo en el elemento clave de una s?ntesis din?mica que, con matices diversos seg?n las naciones, expresa de todas formas la identidad de los pueblos latinoamericanos?.

Otras comisiones se encargaron de desarrollar el tema central: qu? significa Jesucristo para nosotros y para el mundo, y lo que implica ser sus disc?pulos y misioneros. Esta es nuestra preocupaci?n fundamental, pues mientras alguien no descubra la persona y el mensaje de Jes?s, no experimenta el amor de Dios, ni la redenci?n de sus pecados. Sin Cristo, la oscuridad nos invade y nos dejamos llevar por cualquier viento de doctrina, por los gustos del cuerpo, por las pasiones esclavizantes del esp?ritu; no se tiene un punto de referencia seguro en su vida. En cambio, cuando lo conocemos, no como un ser lejano, sino como Alguien que vive y est? presente en su Iglesia, en su Palabra, en los sacramentos, sobre todo en la Eucarist?a, en los pobres y en los acontecimientos, entonces todo adquiere una nueva dimensi?n; incluso el dolor, la enfermedad y la muerte tienen sentido, a partir de la cruz de Cristo. El es, en verdad, el camino cierto para que nuestra vida sea Vida.

Somos tan felices de ser disc?pulos de Jes?s, que quisi?ramos contagiar a todos de nuestra fe, que nos ilumina, alegra y fortalece. Estamos tan convencidos de que Jes?s es el ?nico Salvador, que anhelamos ser m?s misioneros, junto con nuestras di?cesis y parroquias, empezando por los propios cat?licos, pues nos preocupa que muchos de ellos lo son porque fueron bautizados en nuestra Iglesia, pero en su vida no manifiestan ser seguidores de Jes?s. No s?lo no practican su religi?n, sino que viven en forma contraria al Evangelio.

Hemos de preguntarnos si nosotros mismos, y tambi?n algunos de nuestros colaboradores, hemos descubierto en verdad al Se?or en nuestras vidas, pues a veces no hablamos en forma clara y expl?cita de El. En este sentido, me impresion? lo que nos dijo a los obispos una mujer colombiana: ?H?blennos m?s de Jesucristo?. Parecemos expertos en analizar la realidad, siendo que nuestra especialidad es ser disc?pulos y misioneros de Jes?s.

ACTUAR

Esta centralidad de Cristo en nuestras vidas no es un espiritualismo evasivo y alienante, que nos lleve a olvidarnos de los problemas del mundo; todo lo contrario. Quien ha descubierto a Jes?s, necesariamente aprende a amar a todos, en especial a los que sufren. Como nos dec?a el Papa en su discurso de apertura, ?la fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la comuni?n: el encuentro con Dios es, en s? mismo y como tal, encuentro con los hermanos, un acto de convocaci?n, de unificaci?n, de responsabilidad hacia el otro y hacia los dem?s. En este sentido, la opci?n preferencial por los pobres est? impl?cita en la fe cristol?gica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza?. Es decir, ser disc?pulos de Jes?s exige luchar por que nuestros pueblos, sobre todo los pobres, tengan una vida digna. Por ello, en el documento final, desarrollamos muchas propuestas pastorales que esperamos llevar a la pr?ctica. ?Nada de evasi?n! Ojala nuestras di?cesis se eval?en en su fidelidad a Cristo y en su amor a los pobres. Sin estas dos dimensiones de la fe, vertical y horizontal, no somos en verdad cat?licos, ni cristianos.

Publicado por verdenaranja @ 23:29  | Hablan los obispos
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30 de Mayo

Ciento cincuenta personas de la parroquia de Santa B?rbara de la capital tinerfe?a, acompa?adas por su p?rroco Don Isidoro, aprovechando la fiesta del D?A DE CANARIAS, visitaron el pueblo y templo parroquial de La Guancha. Tuvieron la oportunidad de contemplar el vetusto templo con sus retablos barrocos dorados y policromados y recibir una peque?a explicaci?n de la evoluci?n del templo a lo largo de cuatro siglos. Pero lo m?s importante de la visita fue la celebraci?n de la Santa Misa en la que Don Isidoro emocionado evoc? los v?nculos que le un?an a este templo donde fuera bautizada su madre y en el que contrajera matrimonio. Recuerdo agradecido para ella y su esposo recientemente fallecidos.
Gracias a los fieles de Santa B?rbara y a su p?rroco por su visita.

1 de Junio

? El pasado mi?rcoles en Arafo el Obispo realiz? la Coronaci?n Can?nica de la imagen de Mar?a Auxiliadora. La celebraci?n tuvo lugar en la plaza de San Juan Degollado y en ella, entre otras personas, estuvo presente el Consejero General de la Congregaci?n Salesiana, Filiberto Rodr?guez; el p?rroco, Vicente Jorge Rodr?guez y representantes de los distintos centros salesianos de la isla y autoridades locales. Luego se celebr? una procesi?n acompa?ada por la Banda de M?sica Sociedad Filarm?nica Nivaria y la Agrupaci?n Art?stico Musical La Candelaria.

La V Conferencia celebrada en Aparecida culmin? con un Mensaje final dirigido a los Pueblos de Am?rica Latina y el Caribe.

MENSAJE DE LA V CONFERENCIA GENERAL
A LOS PUEBLOS DE AM?RICA LATINA Y EL CARIBE


Reunidos en el Santuario Nacional de Nuestra Se?ora de la Concepci?n Aparecida en Brasil, saludamos en el amor del Se?or a todo el Pueblo de Dios y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.


Del 13 al 31 de mayo de 2007, estuvimos reunidos en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, inaugurada con la presencia y la palabra del Santo Padre Benedicto XVI.


En nuestros trabajos, realizados en ambiente de ferviente oraci?n, fraternidad y comuni?n afectiva, hemos buscado dar continuidad al camino de renovaci?n recorrido por la Iglesia cat?lica desde el Concilio Vaticano II y en las anteriores cuatro Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.


Al terminar esta V Conferencia les anunciamos que hemos asumido el desaf?o de trabajar para darle un nuevo impulso y vigor a nuestra misi?n en y desde Am?rica Latina y el Caribe.


1. Jes?s Camino, Verdad y Vida

? Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida ? (Jn 14,6)
Ante los desaf?os que nos plantea esta nueva ?poca en la que estamos inmersos, renovamos nuestra fe, proclamando con alegr?a a todos los hombres y mujeres de nuestro continente: Somos amados y redimidos en Jes?s, Hijo de Dios, el Resucitado vivo en medio de nosotros; por ?l podemos ser libres del pecado, de toda esclavitud y vivir en justicia y fraternidad. ?Jes?s es el camino que nos permite descubrir la verdad y lograr la plena realizaci?n de nuestra vida!


2. Llamados al seguimiento de Jes?s?

Fueron, vieron d?nde viv?a y se quedaron con ?l ? (Jn 1,39)
La primera invitaci?n que Jes?s hace a toda persona que ha vivido el encuentro con ?l, es la de ser su disc?pulo, para poner sus pasos en sus huellas y formar parte de su comunidad. ?Nuestra mayor alegr?a es ser disc?pulos suyos! ?l nos llama a cada uno por nuestro nombre, conociendo a fondo nuestra historia (cf. Jn 10,3), para convivir con ?l y enviarnos a continuar su misi?n (cf. Mc 3,14-15).
?Sigamos al Se?or Jes?s! Disc?pulo es el que habiendo respondido a este llamado, lo sigue paso a paso por los caminos del Evangelio. En el seguimiento o?mos y vemos el acontecer del Reino de Dios, la conversi?n de cada persona, punto de partida para la transformaci?n de la sociedad, y se nos abren los caminos de la vida eterna. En la escuela de Jes?s aprendemos una ?vida nueva? dinamizada por el Esp?ritu Santo y reflejada en los valores del Reino.
Identificados con el Maestro, nuestra vida se mueve al impulso del amor y en el servicio a los dem?s. Este amor implica una continua opci?n y discernimiento para seguir el camino de las Bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-12; Lc 6,20-26). No temamos la cruz que supone la fidelidad al seguimiento de Jesucristo, pues ella est? iluminada por la luz de la Resurrecci?n. De esta manera, como disc?pulos, abrimos caminos de vida y esperanza para nuestros pueblos sufrientes por el pecado y todo tipo de injusticias.
El llamado a ser disc?pulos-misioneros nos exige una decisi?n clara por Jes?s y su Evangelio, coherencia entre la fe y la vida, encarnaci?n de los valores del Reino, inserci?n en la comunidad y ser signo de contradicci?n y novedad en un mundo que promueve el consumismo y desfigura los valores que dignifican al ser humano. En un mundo que se cierra al Dios del amor, ?somos una comunidad de amor, no del mundo sino en el mundo y para el mundo! (cf. Jn 15,19; 17,14-16).


3. El discipulado misionero en la pastoral de la Iglesia

? Vayan y hagan disc?pulos a todos los pueblos ? (Mt 28,19)
Constatamos c?mo el camino del discipulado misionero es fuente de renovaci?n de nuestra pastoral en el Continente y nuevo punto de partida para la Nueva Evangelizaci?n de nuestros pueblos.

Una Iglesia que se hace disc?pula
De la par?bola del Buen Pastor aprendemos a ser disc?pulos que se alimentan de la Palabra : ?Las ovejas le siguen porque conocen su voz? (Jn 10,4). Que la Palabra de Vida (cf. Jn 6,63), saboreada en la Lectura Orante y la celebraci?n y vivencia del don de la Eucarist?a , nos transformen y nos revelen la presencia viva del Resucitado que camina con nosotros y act?a en la historia (cf. Lc 24,13-35).
Con firmeza y decisi?n, continuaremos ejerciendo nuestra tarea prof?tica discerniendo d?nde est? el camino de la verdad y de la vida; levantando nuestra voz en los espacios sociales de nuestros pueblos y ciudades, especialmente, a favor de los excluidos de la sociedad. Queremos estimular la formaci?n de pol?ticos y legisladores cristianos para que contribuyan a la construcci?n de una sociedad justa y fraterna seg?n los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.

Una Iglesia formadora de disc?pulos y disc?pulas
Todos en la Iglesia estamos llamados a ser disc?pulos y misioneros. Es necesario formarnos y formar a todo el Pueblo de Dios para cumplir con responsabilidad y audacia esta tarea.
La alegr?a de ser disc?pulos y misioneros se percibe de manera especial donde hacemos comunidad fraterna. Estamos llamados a ser Iglesia de brazos abiertos, que sabe acoger y valorar a cada uno de sus miembros. Por eso, alentamos los esfuerzos que se hacen en las parroquias para ser ?casa y escuela de comuni?n?, animando y formando peque?as comunidades y comunidades eclesiales de base, as? como tambi?n en las asociaciones de laicos, movimientos eclesiales y nuevas comunidades.

Nos proponemos reforzar nuestra presencia y cercan?a. Por eso, en nuestro servicio pastoral, invitamos a dedicarle m?s tiempo a cada persona, escucharla, estar a su lado en sus acontecimientos importantes y ayudar a buscar con ella las respuestas a sus necesidades. Hagamos que todos, al ser valorados, puedan sentirse en la Iglesia como en su propia casa.
Al reafirmar el compromiso por la formaci?n de disc?pulos y misioneros, esta Conferencia se ha propuesto atender con m?s cuidado las etapas del primer anuncio, la iniciaci?n cristiana y la maduraci?n en la fe. Desde el fortalecimiento de la identidad cristiana ayudemos a cada hermano y hermana a descubrir el servicio que el Se?or le pide en la Iglesia y en la sociedad.
En un mundo sediento de espiritualidad y concientes de la centralidad que ocupa la relaci?n con el Se?or en nuestra vida de disc?pulos, queremos ser una Iglesia que aprende a orar y ense?a a orar. Una oraci?n que nace de la vida y el coraz?n y es punto de partida de celebraciones vivas y participativas que animan y alimentan la fe.


4. Discipulado misionero al servicio de la vida

? Yo he venido para tengan vida y la tengan en abundancia ? (Jn 10,10).
Desde el cen?culo de Aparecida nos disponemos a emprender una nueva etapa de nuestro caminar pastoral declar?ndonos en misi?n permanente . Con el fuego del Esp?ritu vamos a inflamar de amor nuestro Continente: ?Recibir?n la fuerza del Esp?ritu Santo que vendr? sobre Ustedes, y ser?n mis testigos? hasta los confines de la tierra? (Hch 1,8).

En fidelidad al mandato misionero
Jes?s invita a todos a participar de su misi?n. ?Que nadie se quede de brazos cruzados! Ser misionero es ser anunciador de Jesucristo con creatividad y audacia en todos los lugares donde el Evangelio no ha sido suficientemente anunciado o acogido, en especial, en los ambientes dif?ciles y olvidados y m?s all? de nuestras fronteras.

Como fermento en la masa
Seamos misioneros del Evangelio no s?lo con la palabra sino sobre todo con nuestra propia vida, entreg?ndola en el servicio, inclusive hasta el martirio.
Jes?s comenz? su misi?n formando una comunidad de disc?pulos misioneros, la Iglesia , que es el inicio del Reino. Su comunidad tambi?n fue parte de su anuncio. Insertos en la sociedad, hagamos visible nuestro amor y solidaridad fraterna (cf. Jn 13,35) y promovamos el di?logo con los diferentes actores sociales y religiosos. En una sociedad cada vez m?s plural, seamos integradores de fuerzas en la construcci?n de un mundo m?s justo, reconciliado y solidario.

Servidores de la mesa compartida
Las agudas diferencias entre ricos y pobres nos invitan a trabajar con mayor empe?o en ser disc?pulos que saben compartir la mesa de la vida, mesa de todos los hijos e hijas del Padre, mesa abierta, incluyente, en la que no falte nadie. Por eso reafirmamos nuestra opci?n preferencial y evang?lica por los pobres.
Nos comprometemos a defender a los m?s d?biles, especialmente a los ni?os, enfermos, discapacitados, j?venes en situaciones de riesgo, ancianos, presos, migrantes. Velamos por el respeto al derecho que tienen los pueblos de defender y promover ?los valores subyacentes en todos los estratos sociales, especialmente en los pueblos ind?genas? (Benedicto XVI, Discurso Guarulhos No.4). Queremos contribuir para garantizar condiciones de vida digna: salud, alimentaci?n, educaci?n, vivienda y trabajo para todos.
La fidelidad a Jes?s nos exige combatir los males que da?an o destruyen la vida, como el aborto, las guerras, el secuestro, la violencia armada, el terrorismo, la explotaci?n sexual y el narcotr?fico.
Invitamos a todos los dirigentes de nuestras naciones a defender la verdad y a velar por el inviolable y sagrado derecho a la vida y la dignidad de la persona humana, desde su concepci?n hasta su muerte natural.
Ponemos a disposici?n de nuestros pa?ses los esfuerzos pastorales de la Iglesia para aportar en la promoci?n de una cultura de la honestidad que subsane la ra?z de las diversas formas de violencia, enriquecimiento il?cito y corrupci?n.
En coherencia con el proyecto del Padre creador, convocamos a todas las fuerzas vivas de la sociedad para cuidar nuestra casa com?n, la tierra, amenazada de destrucci?n. Queremos favorecer un desarrollo humano y sostenible basado en la justa distribuci?n de las riquezas y la comuni?n de los bienes entre todos los pueblos.


5. Hacia un continente de la vida, del amor y de la paz

?En esto todos conocer?n que son disc?pulos m?os? (Jn 13,35)
Nosotros, participantes en la V Conferencia General en Aparecida, y junto con toda la Iglesia ?comunidad de amor?, queremos abrazar a todo el continente para transmitirles el amor de Dios y el nuestro. Deseamos que este abrazo alcance tambi?n al mundo entero.


Al terminar la Conferencia de Aparecida, en el vigor del Esp?ritu Santo, convocamos a todos nuestros hermanos y hermanas, para que, unidos, con entusiasmo realicemos la Gran Misi?n Continental. Ser? un nuevo Pentecost?s que nos impulse a ir, de manera especial, en b?squeda de los cat?licos alejados y de los que poco o nada conocen a Jesucristo, para que formemos con alegr?a la comunidad de amor de nuestro Padre Dios. Misi?n que debe llegar a todos, ser permanente y profunda.
Con el fuego del Esp?ritu Santo, avancemos construyendo con esperanza nuestra historia de salvaci?n en el camino de la evangelizaci?n, teniendo en torno nuestro a tantos testigos (cf. Hb 12,1), que son los m?rtires, santos y beatos de nuestro continente. Con su testimonio nos han mostrado que la fidelidad vale la pena y es posible hasta el final.
Unidos a todo el pueblo orante, confiamos a Mar?a, Madre de Dios y Madre nuestra, primera disc?pula y misionera al servicio de la vida, del amor y de la paz, invocada bajo los t?tulos de Nuestra Se?ora Aparecida y de Nuestra Se?ora de Guadalupe, el nuevo impulso que brota a partir de hoy en toda Am?rica Latina y el Caribe, bajo el soplo del nuevo Pentecost?s para nuestra Iglesia a partir de esta V Conferencia que aqu? hemos celebrado.


En Medell?n y en Puebla terminamos diciendo ?CREEMOS?. En Aparecida, como lo hicimos en Santo Domingo, proclamamos con todas nuestras fuerzas: CREEMOS Y ESPERAMOS.


Esperamos?


Ser una Iglesia viva, fiel y cre?ble que se alimenta en la Palabra de Dios y en la Eucarist?a..
Vivir nuestro ser cristiano con alegr?a y convicci?n como disc?pulos-misioneros de Jesucristo.
Formar comunidades vivas que alimenten la fe e impulsen la acci?n misionera.
Valorar las diversas organizaciones eclesiales en esp?ritu de comuni?n.
Promover un laicado maduro, corresponsable con la misi?n de anunciar y hacer visible el Reino de Dios.
Impulsar la participaci?n activa de la mujer en la sociedad y en la Iglesia.
Mantener con renovado esfuerzo nuestra opci?n preferencial y evang?lica por los pobres.
Acompa?ar a los j?venes en su formaci?n y b?squeda de identidad, vocaci?n y misi?n, renovando nuestra opci?n por ellos.
Trabajar con todas las personas de buena voluntad en la construcci?n del Reino.
Fortalecer con audacia la pastoral de la familia y de la vida.
Valorar y respetar nuestros pueblos ind?genas y afrodescendientes.
Avanzar en el di?logo ecum?nico ?para que todos sean uno?, como tambi?n en el di?logo interreligioso.
Hacer de este continente un modelo de reconciliaci?n, de justicia y de paz.
Cuidar la creaci?n, casa de todos en fidelidad al proyecto de Dios.
Colaborar en la integraci?n de los pueblos de Am?rica Latina y el Caribe.

?Que este Continente de la esperanza tambi?n sea el Continente del amor, de la vida y de la paz!

Aparecida ? Brasil, 29 de Mayo de 2007

Publicado por verdenaranja @ 22:33  | Hablan los obispos
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Se ha recibido la siguiente comunicaci?n:


Estimado p?rroco:

La Fundaci?n San Juan tiene la alegr?a de anunciarles la aparici?n de su ?ltimo libro Miremos al Traspasado de Joseph Ratzinger, su Santidad Benedicto XVI. Esta obra se compone de ensayos sobre el misterio de Cristo surgidos al inicio de los a?os ochenta.

El autor nos invita con las palabras del evangelista Juan a mirar al que traspasamos, al Hijo de Dios que por nosotros se dej? traspasar en la cruz por el pecado del mundo.

La primera parte se compone de ensayos en el que los diversos aspectos del misterio de Jesucristo se concentran y develan en su actitud orante, en su di?logo orante con el Padre. Por tanto, contemplarlo realmente significa rezar a ?l y con ?l al Padre en la unidad del Esp?ritu. Esa contemplaci?n no es la actividad ni el fruto de un individuo aislado, sino de la Communio que nace de su costado traspasado, de su Iglesia, su Esposa.

La segunda parte del libro recoge pr?dicas dadas el Viernes, S?bado y Domingo de Pascua de 1981 en la catedral de Munich. Son una alabanza lit?rgica de la donaci?n del Hijo al Padre y a los hombres en su muerte y resurrecci?n. Mirando al Traspasado somos conducidos a la glorificaci?n mutua de Padre, Hijo y Esp?ritu, que de ahora en m?s se transforma en la verdadera patria del hombre.

Igualmente queremos comunicarles que continuamos nuestra tarea de traducci?n y publicaci?n de la obra de Adrienne von Speyr. Hasta ahora fueron publicados cuatro vol?menes con los siguientes libros:

- La Palabra se hace carne. Meditaciones sobre el Evangelio seg?n San Juan, 1-5.

- La Confesi?n. La santa Misa. Palabras de la Cruz y Sacramentos.

- La Creaci?n. El?as. La misi?n de los Profetas. El Cantar de los Cantares.

- Ancilla Domini. Mar?a en la redenci?n.


De la misma autora est?n en preparaci?n: El Serm?n de la Monta?a. Las Par?bolas. El mundo de la oraci?n y La luz y las im?genes.

Por ?ltimo, le comunicamos la aparici?n de la ?ltima obra de Hans Urs von Balthasar Si no os hac?is como este Ni?o. Una peque?a obra que condensa su pensamiento y nos lega su intenci?n m?s profunda.

Del mismo autor est? por aparecer en los pr?ximos meses El Rosario. La salvaci?n del mundo en la oraci?n de Mar?a.


Muchas gracias por su atenci?n,

A su servicio,


Por Fundaci?n San Juan,

Natalia Bruno



Para la Argentina y pa?ses aleda?os se pueden dirigir a:

Fundaci?n San Juan

25 de mayo 183

2300 ? Rafaela ? Santa Fe

Tel: 03492 - 505311

Contacto: [email protected]
P?gina Web: www.fundacionsanjuan.com.ar


Para M?xico y pa?ses aleda?os se pueden dirigir a:

Parroquia del Perpetuo Socorro y de San Jos?

Manuel Villalong?n 36

06500 Col. Cuaht?moc, M?xico, D.F.

Tel. y fax (55) 5535 7472 con las Srta. Ma. Antonieta Mosqueda



Para Espa?a y pa?ses europeos se pueden dirigir a:

Fundaci?n MAIOR

C. Desenga?o 10 - 3? A

Madrid

Tel: 91. 522 76 95

Contacto: [email protected]

P?gina Web: www.maior.es

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Resumen del Documento Final de la V? Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Aparecida ? Brasil
13 ? 31 de Mayo de 2007


RESUMEN DEL DOCUMENTO FINAL


Aparecida, 30/5/2007


1. Los obispos reunidos en la V Conferencia General del Episcopado de Am?rica Latina y El Caribe quieren impulsar, con el acontecimiento celebrado junto a Nuestra Se?ora Aparecida en el esp?ritu de ?un nuevo Pentecost?s?, y con el documento final que resume las conclusiones de su di?logo, una renovaci?n de la acci?n de la Iglesia. Todos sus miembros est?n llamados a ser disc?pulos y misioneros de Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, para que nuestros pueblos tengan vida en ?l. En la senda abierta por el Concilio Vaticano II y en continuidad creativa con las anteriores Conferencias de R?o de Janeiro, 1955; Medell?n, 1968; Puebla, 1979; y Santo Domingo, 1992, han reflexionado sobre el tema Disc?pulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en ?l tengan vida.?Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida ' (Jn 14,6) , y han procurado trazar en comuni?n l?neas comunes para proseguir la nueva evangelizaci?n a nivel regional.

2. Ellos expresan, junto con el Papa Benedicto XVI, que el patrimonio m?s valioso de la cultura de nuestros pueblos es ? la fe en Dios Amor ?. Reconocen con humildad las luces y las sombras que hay en la vida cristiana y en la tarea eclesial. Quieren iniciar una nueva etapa pastoral , en las actuales circunstancias hist?ricas, marcada por un fuerte ardor apost?lico y un mayor compromiso misionero para proponer el Evangelio de Cristo como camino a la verdadera vida que Dios brinda a los hombres. En di?logo con todos los cristianos y al servicio de todos los hombres, asumen ?la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del Pueblo de Dios, y recordar tambi?n a los fieles de este Continente que, en virtud de su bautismo, est?n llamados a ser disc?pulos y misioneros de Jesucristo? (Benedicto XVI, Discurso Inaugural, 3). Se han propuesto renovar las comunidades eclesiales y estructuras pastorales para encontrar los cauces de la trasmisi?n de la fe en Cristo como fuente de una vida plena y digna para todos, para que la fe, la esperanza y el amor renueven la existencia de las personas y transformen las culturas de los pueblos.

3. En ese contexto y con ese esp?ritu ofrecen sus conclusiones abiertas en el Documento final . El texto tiene tres grandes partes que sigue el m?todo de reflexi?n teol?gico-pastoral ?ver, juzgar y actuar?. As? se mira la realidad con ojos iluminados por la fe y un coraz?n lleno de amor, proclama con alegr?a el Evangelio de Jesucristo para iluminar la meta y el camino de la vida humana, y busca, mediante un discernimiento comunitario abierto al soplo del Esp?ritu Santo, l?neas comunes de una acci?n realmente misionera, que ponga a todo el Pueblo de Dios en un estado permanente de misi?n. Ese esquema tripartito est? hilvanado por un hilo conductor en torno a la vida, en especial la Vida en Cristo, y est? recorrido transversalmente por las palabras de Jes?s, el Buen Pastor: ? Yo he venido para que las ovejas tengan vida y la tengan en abundancia ? (Jn 10,10).

4. La primera parte se titula La vida de nuestros pueblos . All? se considera, brevemente, al sujeto que mira la realidad y que bendice a Dios por todos los dones recibidos, en especial, por la gracia de la fe que lo hace seguidor de Jes?s y por el gozo de participar en la misi?n eclesial. Ese cap?tulo primero, que tiene el tono de un himno de alabanza y acci?n de gracia s, se denomina Los disc?pulos misioneros . Inmediatamente sigue el cap?tulo segundo, el m?s largo de esta parte, titulado Mirada de los disc?pulos misioneros hacia la realidad . Con una mirada teologal y pastoral considera, con cierto detenimiento, los grandes cambios que est?n sucediendo en nuestro continente y en el mundo , y que interpelan a la evangelizaci?n. Se analizan varios procesos hist?ricos complejos y en curso en los niveles sociocultural, econ?mico, sociopol?tico, ?tnico y ecol?gico, y se disciernen grandes desaf?os como la globalizaci?n, la injusticia estructural, la crisis en la trasmisi?n de la fe y otros. All? se plantean muchas realidades que afectan la vida cotidiana de nuestros pueblos. En ese contexto, considera la dif?cil situaci?n de nuestra Iglesia en esta hora de desaf?os, haciendo un balance de signos positivos y negativos.

5. La segunda parte , a partir de la mirada al hoy de Am?rica Latina y El Caribe, ingresa en el n?cleo del tema. Su t?tulo es La Vida de Jesucristo en los disc?pulos misioneros . Indica la belleza de la fe en Jesucristo como fuente de Vida para los hombres y mujeres que se unen a ?l y recorren el camino del discipulado misionero. Aqu?, tomando como eje la Vida que Cristo nos ha tra?do, se tratan, en cuatro cap?tulos sucesivos, grandes dimensiones interrelacionadas que conciernen a los cristianos en cuanto disc?pulos misioneros de Cristo: la alegr?a de ser llamados a anunciar el Evangelio, con todas sus repercusiones como ?buena noticia? en la persona y en la sociedad (cap?tulo tercero); la vocaci?n a la santidad que hemos recibido los que seguimos a Jes?s, al ser configurados con ?l y estar animados por el Esp?ritu Santo (cap?tulo cuarto); la comuni?n de todo el Pueblo de Dios y de todos en el Pueblo de Dios, contemplando desde la perspectiva discipular y misionera los distintos miembros de la Iglesia con sus vocaciones espec?ficas, y el di?logo ecum?nico, el v?nculo con el juda?smo y el di?logo interreligioso (cap?tulo cinco); por fin, se plantea un itinerario para los disc?pulos misioneros que considera la riqueza espiritual de la piedad popular cat?lica, una espiritualidad trinitaria, cristoc?ntrica y mariana de estilo comunitario y misionero, y variados procesos formativos, con sus criterios y sus lugares seg?n los diversos fieles cristianos, prestando especial atenci?n a la iniciaci?n cristiana, la catequesis permanente y la formaci?n pastoral (cap?tulo sexto). Aqu? est? una de las novedades del Documento que busca revitalizar la vida de los bautizados para que permanezcan y avancen en el seguimiento de Jes?s.

6. La tercera parte ingresa plenamente en la misi?n actual de la Iglesia latinoamericana y caribe?a. Conforme al tema se la formula con el t?tulo La vida de Jesucristo para nuestros pueblos . Sin perder el discernimiento de la realidad ni los fundamentos teol?gicos, aqu? se consideran las principales acciones pastorales con un dinamismo misionero. En un n?cleo decisivo del Documento se presenta La misi?n de los disc?pulos misioneros al servicio de la vida plena , considerando la Vida nueva que Cristo nos comunica en el discipulado y nos llama a comunicar en la misi?n, porque el discipulado y la misi?n son como las dos caras de una misma medalla. Aqu? se desarrolla una gran opci?n de la Conferencia : convertir a la Iglesia en una comunidad m?s misionera . Con este fin se fomenta la conversi?n pastoral y la renovaci?n misionera de las iglesias particulares, las comunidades eclesiales y los organismos pastorales. Aqu? se impulsa una misi?n continental que tendr?a por agentes a las di?cesis y a los episcopados (cap?tulo siete).

Luego se analizan algunos ?mbitos y algunas prioridades que se quieren impulsar en la misi?n de los disc?pulos entre nuestros pueblos al alba del tercer milenio. En El Reino de Dios y la promoci?n de la dignidad humana se confirma la opci?n preferencial por los pobres y excluidos que se remonta a Medell?n, a partir del hecho de que en Cristo Dios se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza, se reconocen nuevos rostros de los pobres (vg., los desempleados, migrantes, abandonados, enfermos, y otros) y se promueve la justicia y la solidaridad internacional (cap?tulo ocho). Bajo el t?tulo Familia, personas y vida , a partir del anuncio de la Buena Noticia de la dignidad infinita de todo ser humano, creado a imagen de Dios y recreado como hijo de Dios, se promueve una cultura del amor en el matrimonio y en la familia, y una cultura del respeto a la vida en la sociedad; al mismo tiempo se desea acompa?ar pastoralmente a las personas en sus diversas condiciones de ni?os, j?venes y adultos mayores, de mujeres y varones, y se fomenta el cuidado del medio ambiente como casa com?n (cap?tulo nueve).

En el ?ltimo cap?tulo, titulado Nuestros pueblos y la cultura , continuando y actualizando las opciones de Puebla y de Santo Domingo por la evangelizaci?n de la cultura y la evangelizaci?n inculturada, se tratan los desaf?os pastorales de la educaci?n y la comunicaci?n, los nuevos are?pagos y los centros de decisi?n, la pastoral de las grandes ciudades, la presencia de cristianos en la vida p?blica, especialmente el compromiso pol?tico de los laicos por una ciudadan?a plena en la sociedad democr?tica, la solidaridad con los pueblos ind?genas y afrodescendientes, y una acci?n evangelizadora que se?ale caminos de reconciliaci?n, fraternidad e integraci?n entre nuestros pueblos, para formar una comunidad regional de naciones en Am?rica Latina y El Caribe (cap?tulo diez).

7. Con un tono evang?lico y pastoral, un lenguaje directo y propositivo, un esp?ritu interpelante y alentador, un entusiasmo misionero y esperanzado, una b?squeda creativa y realista, el Documento quiere renovar en todos los miembros de la Iglesia , convocados a ser disc?pulos misioneros de Cristo, ? la dulce y confortadora alegr?a de evangelizar ? (EN 80). Llevando las naves y echando las redes mar adentro, desea comunicar el amor del Padre que est? en el cielo y la alegr?a de ser cristianos a todos los bautizados y bautizadas, para que proclamen con audacia a Jesucristo al servicio de una vida en plenitud para nuestros pueblos. Con las palabras de los disc?pulos de Ema?s y con la plegaria del Papa en su Discurso inaugural, el Documento concluye con una oraci?n dirigida a Jesucristo: ? Qu?date con nosotros, porque atardece y el d?a ya ha declinado ? (Lc 24,29).

8. Con todos los miembros del Pueblo de Dios que peregrina por Am?rica Latina y El Caribe, los disc?pulos misioneros encuentran la ternura del amor de Dios reflejada en el rostro de la Virgen Mar?a. Nuestra Madre querida, desde el santuario de Guadalupe , hace sentir a sus hijos m?s peque?os que est?n cobijados por su manto, y desde aqu?, en Aparecida , nos invita a echar las redes para acercar a todos a su Hijo, Jes?s, porque ?l es ?el Camino, la Verdad y la Vida ? ( Jn 14,6), s?lo ?l tiene ?palabras de Vida eterna? (Jn 6,68) y ?l vino para que todos ?tengan Vida y la tengan en abundancia? (Jn 10,10).

Publicado por verdenaranja @ 8:07  | Noticias de religi?n
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Mi?rcoles, 30 de mayo de 2007
Carta semanal del arzobispo de Valencia Don Agust?n Garc?a-Gasco Vicente.

Mejorar la democracia


Publicada en ?Paraula-Iglesia en Valencia? el 27 de mayo de 2007


El sistema democr?tico otorga legitimidad a los representantes electos. Pero la democracia no es s?lo un sistema de elecci?n basado en la participaci?n de los representados. Supone tambi?n un l?mite a los poderes pol?ticos que no pueden invadir los derechos y libertades leg?timas de los individuos.
Quien act?a como autoridad pol?tica ha de tener presente el fundamento de su acci?n, tanto si se encuentra en el gobierno como si ejerce la oposici?n. Hay cinco aspectos fundamentales que hacen moralmente leg?tima la actuaci?n p?blica: desarrollar la defensa y promoci?n del bien conjunto de los ciudadanos; respetar los derechos humanos de todos sin exclusiones ni discriminaciones; favorecer el ejercicio responsable de la libertad y de la solidaridad de los ciudadanos; proteger las instituciones fundamentales de la vida humana, como son la familia y las asociaciones c?vicas; colaborar con las realidades sociales que favorecen el bienestar material y espiritual de los ciudadanos, entre las que destacan las comunidades religiosas.

La excelencia de la vida pol?tica se encuentra en el servicio al bien com?n que de modo principal realizan los pol?ticos. Por el contrario, el deterioro de la democracia se produce cuando las instituciones pol?ticas centran el objetivo real de sus actuaciones en el bien particular de un grupo, de un partido o de una determinada clase de personas, al servicio del cual tratan de conseguir el poder y de perpetuarse en ?l. En estos casos se desarrollan ideolog?as oficiales para justificar sus intereses, y echan cortinas de humo sobre el concepto del bien com?n, para desarrollar un relativismo moral que ofrece falsas excusas a cualquier actuaci?n.

Frente a esta trampa dial?ctica, la Iglesia recuerda con realismo que cualquier persona de buena voluntad es capaz de distinguir entre el bien y el mal, as? como entre el bien com?n y el individual. El bien com?n es mucho m?s que la suma de los bienes particulares de cada uno, porque es de todos y de cada persona: permanece com?n porque es indivisible y porque s?lo juntos es posible alcanzarlo y acrecentarlo con miras al futuro.

La responsabilidad de los padres y madres de familia por mejorar la vida de sus hijos es un modelo para comprender el trabajo por el bien com?n, que sigue siendo elocuente para la buena pol?tica. El bien com?n es una invitaci?n a actuar desde la inteligencia, la objetividad y la responsabilidad. Hoy, en Espa?a, esta invitaci?n es urgente si queremos considerar y valorar el momento presente con sereno realismo y con sincero esp?ritu de reconciliaci?n y tolerancia, libres de los fantasmas de otras ?pocas. As? lo acabamos de recordar los Obispos en el documento sobre las Orientaciones morales ante la situaci?n actual de Espa?a.

La defensa del bien com?n conlleva la denuncia de quienes lo atacan, especialmente cuando no se respeta el recto funcionamiento de las diferentes instituciones. Para la garant?a de la libertad y de la justicia es especialmente importante el pleno respeto de la autonom?a del poder judicial, de la libertad de los jueces y de sus sistemas de elecci?n y designaci?n. Al poder judicial le corresponde la alta responsabilidad de juzgar las actuaciones de los ciudadanos desde criterios objetivos e independientes, que preserven los valores fundamentales de la convivencia. Si se quiere subordinar su funci?n a las premisas pol?ticas oportunistas, se pone en grave peligro la paz social.

Perjudican la convivencia democr?tica aquellos que desde la esfera pol?tica pretenden invadir todos los ?rdenes de la vida y desarrollar un intervencionismo asfixiante en contra de ?mbitos de decisi?n que corresponden a las personas y a sus familias. Cuando el Estado se auto proclama el primer educador de las conciencias, existen graves riesgos de que se deslice hacia la amenaza totalitaria capaz de penetrar hasta en los ?mbitos m?s ?ntimos y personales.

La calidad de la democracia exige compromiso con el bien com?n. La Iglesia no puede dejar de animar a los cat?licos para que participen en todas las jornadas electorales desde la libertad y la responsabilidad para hacer de la pol?tica un aut?ntico servicio a favor de las personas.

Con mi bendici?n y afecto,

Agust?n Garc?a-Gasco Vicente
Arzobispo

Publicado por verdenaranja @ 23:33  | Hablan los obispos
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Declaraci?n de los di?conos invitados por el Papa a participar en la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.


En nombre de nuestros hermanos di?conos, agradezco la invitaci?n del Santo Padre para participar en esta V Conferencia, ha sido una hermosa gracia, en lo personal y para el diaconado, que fue aceptada por todos con alegr?a, responsabilidad y humildad.

Queremos entregar lo mejor de cada uno de nosotros a nuestra amada Iglesia en el servicio en comuni?n con nuestros Pastores.

En nuestra ordenaci?n, el Obispo, al entregarnos el Evangeliario nos dijo: ?Recibe el Evangelio de Cristo del cual has sido constituido mensajero?, en ese momento recibimos el mandato espec?fico de ejercer el ministerio prof?tico, que tal vez no ha sido valorado en toda su dimensi?n, ni siquiera por nosotros mismos. Se trata de un verdadero tesoro que el Se?or nos regala en nuestra triple ministerialidad: ? la Palabra , la Liturgia y la Caridad ? (CVII).

Anunciar la Palabra de Dios a todos los hombres es un mandato que Cristo por su Iglesia nos grab? en el coraz?n en el d?a de nuestra ordenaci?n. Queremos poner este don al servicio de nuestros hermanos y exclamar como san Pablo ?ay de m? si no predicara el Evangelio (1 Cor 9,16).

Los di?conos queremos ser testigos de la esperanza y saber dar razones de ella en un mundo desorientado.

Tambi?n queremos celebrar nuestra fe junto al altar haciendo de nuestras vidas un signo vivo de lo que celebramos.

Queremos identificarnos ?por Jes?s, con Jes?s y en Jes?s? como servidores humildes, mostrando la bondad de Dios, nuestro Padre. La actitud de Jes?s, que nos relatan los Evangelios, es la de un servicio a los m?s pobres, excluidos y desvalidos. En esta V Conferencia hemos escuchado reiteradamente confirmar la continuidad de la opci?n preferencial por los pobres. La ense?anza de Jes?s marca indeleblemente nuestra vida y la relaci?n con nuestros hermanos ya que ?El Hijo del Hombre no ha venido a ser servido sino a servir (Mt 20, 28), esperando llegar a decir como san Pablo ?Ya no soy yo el que vive, sino Cristo que vive en mi? (Gal 2, 20).

Esto nos lleva a ser servidores de la comunidad y superar cualquier actitud que genere privilegios o que nos aleje del Pueblo de Dios del cual somos parte y al cual servimos. Queremos ser puente de comuni?n eclesial, junto a nuestros Obispos y en estrecha colaboraci?n con nuestros hermanos Presb?teros, como alegres servidores del reino.

Otro aspecto importante es que, la mayor?a de nosotros, primero recibimos el sacramento del matrimonio, posteriormente el sacramento del orden, ambos orientados al servicio. Dios nos ha bendecido doblemente. El ser diaconal nos lleva a servir desde el matrimonio a la familia, primero a la nuestra. All?, libremente amamos y recibimos amor de la esposa, de los hijos, de los nietos y de las personas que nos rodean a los cuales servimos. Desde el hogar y la Parroquia preparamos toda nuestra acci?n pastoral y al hogar traemos el cari?o y la rica ense?anza de nuestras comunidades.

En relaci?n a la misi?n, recordemos Santo Domingo que en el punto 76 nos dijo y nos dice hoy: ?Para una Nueva Evangelizaci?n que por el servicio de la Palabra y la Doctrina Social de la Iglesia , responda a las necesidades de promoci?n humana y vaya generando una cultura de solidaridad, el Di?cono Permanente, por su condici?n de ministro ordenado e insertado en las complejas situaciones humanas, tiene un amplio campo de servicio en nuestro continente?. Por ello proponemos a nuestros Obispos promover el Diaconado en toda Latinoam?rica.

A la Virgen Mar?a , Madre de Jesucristo le pedimos en este santuario de Nuestra Se?ora Aparecida que interceda por todos nosotros, sus hijos, ante el Padre para que conservemos s?lida nuestra fe, seamos fortificados en nuestra esperanza, nuestra caridad se incremente d?a a d?a; y env?e su Esp?ritu a todos nuestros hermanos.

Di?cono V?ctor Alejandro Bonelli (Argentina)
Di?cono Luiz Cezar Bahia (Brasil)
Di?cono Alberto Ferrando Fuentes (Chile)
Di?cono Jorge Wise de la Garza (M?xico)

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Intervenci?n del pastor pentecostal Juan Sep?lveda G. en la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

Como un gesto de agradecimiento personal por la invitaci?n a participar como observador pentecostal ante la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y Caribe?o, quiero compartir con ustedes estas notas breves y esquem?ticas sobre el pentecostalismo en Am?rica Latina, que posiblemente pueden aplicarse tambi?n a la situaci?n en el Caribe. El fraternal afecto con que he sido acogido, y la amplia participaci?n de la que he gozado en el trabajo en grupos y comisiones, me obliga a hacer este peque?o esfuerzo adicional para darles a conocer la parte del mundo evang?lico-protestante que de alguna manera he representado ante ustedes.

1. Con frecuencia se habla del pentecostalismo como un ?movimiento?, debido a que la transversalidad de sus or?genes confesionales (metodistas, bautistas, presbiterianos, etc.) hace dif?cil considerarlo como una ?familia confesional?. No obstante lo anterior, las iglesias pentecostales se organizan de una manera relativamente similar a las denominaciones del protestantismo hist?rico: comparten con ellas la fe trinitaria y la herencia de la Reforma , y cuentan con alg?n tipo de organizaci?n central, ya sea de tipo episcopal o congregacionalista. Carecen, sin embargo, de instancias que las representen a todas en los niveles nacional, regional o mundial.

2. El pentecostalismo de origen protestante no es un movimiento reciente, puesto que ya ha cumplido su primer siglo de existencia. Sus ra?ces hist?rico-teol?gicas se hunden en el movimiento de santidad que durante el siglo XIX marc? profundamente al protestantismo anglosaj?n. Este, a su vez, se remonta al movimiento renovador de John Wesley en la Inglaterra del siglo XVIII. En el contexto de una Iglesia en la que conviv?an, no sin tensiones, las tradiciones teol?gicas y espirituales del catolicismo y del protestantismo, Wesley predic? acerca de la santificaci?n como una obra de la gracia subsecuente a la justificaci?n . As?, sin abandonar el acento protestante en la gratuidad de la salvaci?n, redescubri? la importancia del camino hacia la santidad (perfecci?n cristiana) y sus implicaciones para la vida personal, social y para la misi?n. De esta forma, se sum? a otras reacciones continentales (el pietismo y el puritanismo) frente a una ortodoxia protestante que, en su defensa de la iniciativa divina, la sola gracias, hab?a dejado muy poco espacio para la piedad, para la ?tica y para la acci?n misionera.

3. Aunque Wesley no interpret? la santificaci?n como una obra espec?fica de la tercera persona de la Trinidad , esto es, como un bautismo en el Esp?ritu Santo, s? lo hizo su contempor?neo (y sucesor como l?der del metodismo naciente), el suizo John Fletcher. Wesley no alent? esta l?nea de interpretaci?n, y aunque rechazaba la idea de que los dones y se?ales extraordinarias del Esp?ritu Santo hubieran sido un privilegio exclusivo de la era apost?lica, prefer?a alentar el cultivo de los frutos ?por sobre los dones- del Esp?ritu Santo. Pero esta interpretaci?n ?pentecostal? de la santificaci?n ya quedo insinuada, y fue tomando cada vez m?s fuerza: el poder para la transformaci?n que implica el camino de santidad proviene del bautismo del esp?ritu Santo, como tambi?n los carismas necesarios para el cumplimiento del mandato misionero. Esta b?squeda del poder del Esp?ritu Santo caracteriz? a los avivamientos (?revivals?) evang?licos de fines del siglo XIX.

4. El nacimiento del ?pentecostalismo cl?sico? se asocia generalmente al avivamiento ocurrido en 1906 en Los Angeles (calle Azusa), Estados Unidos, sobre la base de una ense?anza cuya difusi?n hab?a iniciado Cherles Parham en el a?o nuevo de 1900: la ?evidencia inicial? del bautismo del Esp?ritu Santo, seg?n las Escrituras (Hechos de los Ap?stoles), es el don de hablar en lenguas. Este avivamiento, dirigido por un pastor negro (William Seymour) en un precario templo, dur? m?s de tres a?os y fue efectivamente un centro al cual lleg? gente de muchas partes, y desde donde partieron misioneros a distintos lugares de los Estados Unidos y del mundo entero. La doctrina de la ?evidencia inicial? ser?a el acento teol?gico que separ? al pentecostalismo del movimiento de santidad, y que le otorg? su identidad. Sin embargo, hoy en d?a la mayor?a de los historiadores reconoce que este fue uno de los focos de mayor impacto en los or?genes del pentecostalismo, pero no el ?nico. Hubo otros avivamientos contempor?neos e independientes, por ejemplo en India y en Chile, que dieron origen a movimientos pentecostales que mantuvieron m?s fuertemente sus ra?ces wesleyanas, y no adoptaron la mencionada doctrina de la ?evidencia inicial?.

5. La presencia pentecostal en Am?rica Latina es mucho m?s temprana de los que se suele pensar (los casos m?s tempranos son Chile: 1909; Argentina y Brasil: 1910; Per?: 1911; Nicaragua: 1912; M?xico: 1914; Guatemala y Puerto Rico: 1916). Esto significa que la historia del pentecostalismo en Am?rica Latina comienza antes que se constituyeran las grandes denominaciones pentecostales norteamericanas o europeas. Mientras en Chile se trat? de un avivamiento local, en los dem?s pa?ses mencionados el trabajo lo iniciaron misioneros solitarios o inmigrantes. Por lo tanto, la primera fase de expansi?n pentecostal no cont? con respaldo institucional ni financiero de denominaciones norteamericanas o europeas. Casi sin excepci?n, en esta primera fase las iglesias pentecostales crecieron en sectores rurales empobrecidos y en los emergentes barrios perif?ricos. Por lo tanto, se trata efectivamente de sectores de poblaci?n que aunque hubieran sido bautizados, no contaban con asistencia pastoral, lo que hab?a debilitado su adhesi?n a la Iglesia Cat?lica . los sujetos de esta evangelizaci?n han sido, en la mayor?a de los casos, personas del pueblo que han querido compartir su propia experiencia de encuentro con Cristo.

6. Cuando d?cadas m?s tarde las denominaciones pentecostales norteamericanas iniciaron su actividad misionera en Am?rica Latina, el patr?n de crecimiento basado en ministerios y recursos locales ya estaba establecido. Por lo tanto, la importancia de misioneros y recursos extranjeros es mucho menos significativa de lo que generalmente se supone, con la excepci?n de algunas ?reas con alta presencia ind?genas. Los grupos m?s recientes, generalmente denominados ?neopentecostales?, no provienen del pentecostalismo cl?sico. Hist?ricamente, deben ser vistos m?s bien como derivados del movimiento de renovaci?n carism?tica que comenz? en los 1960s en las iglesias tradicionales (Cat?lica y Protestantes).

7. Las dificultades para el di?logo ecum?nico Pentecostal-Cat?lico en Am?rica Latina, m?s all? de las obvias diferencias hist?rico-teol?gicas, deben entenderse en el contexto de las tensiones propias que emergen cuando se da una relaci?n de minor?a-mayor?a religiosa. Aunque existe un proceso de di?logo Cat?lico-Pentecostal iniciado en el a?o 1972 , este es apenas conocido en Am?rica Latina. Sin embargo, hay evidencias que tambi?n en nuestro continente el cambio de lenguaje para referirse unos a otros, y la apertura al di?logo, puede producir buenos frutos. En Chile, por ejemplo, donde se constituy? la ?Fraternidad Ecum?nica? el a?o 1972, con participaci?n de algunas iglesias pentecostales, existe ya una larga tradici?n de oraci?n com?n y de co-participaci?n en otras iniciativas de inter?s p?blico. Un punto culminante fue la firma, en mayo de 1999, de un compromiso de reconocimiento mutuo del Bautismo celebrado seg?n la f?rmula trinitaria. Ya en 1998 se realiz? en Quito un primer encuentro latinoamericano entre sacerdotes cat?licos y pastores pentecostales, convocado conjuntamente por CELAM y CLAI (Consejo Latinoamericano de Iglesias) . Una de sus principales conclusiones fue que para avanzar en el di?logo hay que crear espacios para conocerse, orar juntos, y as? derribar los prejuicios mutuos.

8. Lo m?s importante de este tipo de aproximaci?n, es que al generar oportunidades para el reconocimiento mutuo como ?hermanos y hermanas en Cristo?, permite que el ejercicio de la vocaci?n misionera y de la atenci?n pastoral se desarrolle con creciente respeto mutuo. De esa manera va emergiendo una cultura de convivencia y un ecumenismo pr?ctico que se evidencia en situaciones tan cotidianas como velatorios, visitaci?n de enfermos, acompa?amiento en situaciones de crisis, etc.

Con saludos fraternales en Cristo,

Pastor Dr. Juan Sep?lveda G

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Mensaje dirigido a la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe por Claudio Epelman, director del Congreso Jud?o Latinoamericano.


Deseo agradecer a cada uno de los participantes de esta V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe por haber dado al Congreso Jud?o Latinoamericano la posibilidad de participar de esta reuni?n como observador.

Me gustar?a compartir con ustedes un relato del Midrash, la hermen?utica jud?a.

Cuenta la historia que Teraj, el padre de Abraham, se dedicaba a hacer ?dolos de barro en su taller. Abraham, ni?o aun, lo ayudaba habitualmente. Una noche tras una jornada de trabajo, Abraham entr? al taller y rompi? todos los ?dolos, excepto uno, el m?s grande.

Al d?a siguiente el padre reprendi? a Abraham por haber destruido todo, y este le dijo:
-Pap?, yo no fui.

Su padre pregunto: - ?Pues entonces qui?n ha sido?

Abraham se?al? con el dedo a la m?s grande de las figuras de barro y le dijo: - ?l fue.

El padre exclam? ?c?mo puede ser que una figura de barro haya roto a las otras?

Entonces Abraham inmediatamente contest?: - Padre, ?c?mo crees entonces que ese ?dolo pueda dominar sobre la naturaleza y crear vida?

Este es, sin dudas, uno de los mensajes que tanto jud?os como cat?licos compartimos: las ense?azas de nuestro padre en la fe, Abraham, que trajo al mundo el concepto del monote?smo, la creencia en un ?nico Dios.

En el Deuteronomio esta la plegaria central jud?a, el Shem? Israel: Oye Israel, el Se?or, nuestro Dios, es uno.

Ese monote?smo no radica solamente en la idea de la unicidad de Dios, sino tambi?n en su preocupaci?n por la ?tica, preocupaci?n que se corporiza en dos elementos centrales para la tradici?n hebrea: el primero es Tikun Haolam, la reparaci?n del mundo.

Seg?n nuestra tradici?n, Dios cre? al mundo y puso al hombre en ?l para completar esta creaci?n. Nuestra responsabilidad es trabajar en la tarea de redimir al mundo.

El segundo concepto es el de Tzedak?, tiene que ver con la justicia social, donde quien m?s tiene debe dar una parte de lo que tiene para quienes est?n despose?dos, para aquellos que est?n en situaci?n de debilidad.

Ambos conceptos en el juda?smo tienen una absoluta significaci?n. Cada una de las Comunidades Jud?as de Am?rica Latina y del Caribe trabaja sobre ellos.

Hoy, luego de haber compartido con cada uno de ustedes estos intensos d?as de trabajo, entiendo que en el catolicismo estas preocupaciones tambi?n son una parte central de sus agendas cotidianas.

Por ello creo que en la medida en que profundicemos el conocimiento mutuo podremos caminar en conjunto para alcanzar un mundo m?s justo donde reine la paz y la presencia divina.

Amigos y amigas, si esta es la premisa, sin dudas, jud?os y cat?licos no s?lo seremos hermanos, sino que seremos socios.

En momentos trascendentes los jud?os acostumbramos a agradecer al Todopoderoso el habernos permitido vivirlos.

Es por eso que junto a la alegr?a de saber que CELAM y el CJL caminamos juntos, me permito pronunciar esta bendici?n frente a ustedes:

Baruj ata Adonai Eloheinu melej haolam, sheejeianu vekimanu vehiguianu lazman aze.

?Bendito eres Tu, Dios nuestro, Rey del Universo, que nos diste la vida, nos sostuviste y nos permitiste llegar a este momento?.

Muchas gracias

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VATICANO - AVE MARIA de don Luciano Alimandi - "La hora del Esp?ritu Santo"

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Aprended de m? que soy manso y humilde de coraz?n" (Mt 11, 29). Estas palabras del Se?or resuenan con fuerza en el ?nimo de los que quieren ser iluminados por el Esp?ritu de Dios y no se cansan de buscar el rostro de Cristo. Mansedumbre y humildad son las caracter?sticas principales de la aut?ntica acci?n del Esp?ritu Santo en un alma. Hombres y mujeres de esp?ritu, a lo largo de los siglos de la Iglesia, se distinguieron ante todo por estas dos virtudes capaces de hacer presente a Jes?s, como El ha proclamado: "?aprended de m?!"
La solemnidad de Pentecost?s, que acabamos de celebrar, nos habla de una acci?n impetuosa del Esp?ritu Santo en el cen?culo de Jerusal?n. La Iglesia estaba en su albores, necesitaba una fuerza que le permitiera manifestarse al mundo de manera potente. Hoy, a dos mil a?os de distancia, nuestras comunidades siguen necesitando signos. Nunca como hoy necesita el Esp?ritu, de hombres y mujeres d?ciles a su acci?n, que dejen a un lado sus intereses personales y, animados ?nicamente por el deseo de la gloria de Dios, se dejen conducir por ?l como plumas.
El Esp?ritu Santo se infunde continuamente en la Iglesia universal y en todo coraz?n que busca a Jes?s que "dona el Esp?ritu sin medida" (Jn 3, 34). Pero para poder recibirlo necesitamos vaciarnos del amor propio que, por desgracia, tantas veces domina nuestra vida. El proceso de transformaci?n en Cristo es un proceso espiritual en el que, por medio de la gracia santificante, el esp?ritu del hombre viejo cede puesto al Esp?ritu nuevo de Cristo, que inspira "nuevas ideas", "nuevas intenciones", "nuevos sentimientos", "nuevos deseos", "nuevas actitudes". Lo "nuevo" es de Cristo, que ha ocupado el lugar de lo "viejo" que es nuestro.
Una persona acepta dejarse renovar por el Esp?ritu Santo, como nos dice san Pablo, debe abandonar su h?bitos, sus "costumbres", para revestirse de las "actitudes" de Jes?s. ?Precisamente este cambio, de lo viejo a lo nuevo, es la m?s bella, la ?nica extraordinaria aventura de nuestra vida! ?Esto significa volar alto, de otra manera se corre el peligro de estancarse o de caminar por sendas tortuosas que, al final, no llevan a la cima, sino que hacen descender de forma improvisa al valle!
?Cu?ntas ilusiones llenan el coraz?n del hombre que no pone a Dios en el primer puesto, sino que los sit?a m?s abajo, hasta incluso ignorarlo y olvidarlo! El profeta Jerem?as llama "maldito al hombre que conf?a en el hombre" (Jer 17, 5) mientras que proclama "bendito" a quien "conf?a en el Se?or y pone su confianza en el Se?or" (Jer17, 7). Nosotros somos "bendecidos" si hacemos lo que Jes?s nos manda en el Evangelio: ?la Voluntad de Dios! Precisamente cuando nos parece que el mundo est? derrumb?ndose en torno nuestro, cuando nuestros sue?os chocan con la desnuda realidad, cuando las cosas no van como nosotros habr?amos deseado? entonces, quiz?s, es precisamente la hora del Esp?ritu de Jes?s que llama a la puerta de nuestro coraz?n para entrar y "cenar con nosotros". Se debe comenzar siempre de la Cruz, de toda cruz humana, para entender y acoger el soplo del Esp?ritu. ?Quien aparta la cruz, qui?n trata de "salvar" aqu? abajo su propia vida como nos dice Jes?s, la perder? "": ?perder? la ocasi?n maravillosa de convertirse en otro distinto a s? mismo, en una criatura nueva para el Cielo!
La Virgen, que estaba con los Ap?stoles en Pentecost?s, ya "llena de gracia" sin embargo siempre abierta a toda novedad del Esp?ritu, nos ense?a a dejarnos inundar por el amor de Dios: Ella, la "toda santa", en Cana, como en Nazaret, Bel?n como sobre el G?lgota, siempre est? dirigida hacia el Hijo para recoger todas sus palabra y hacerla suyas. ?Haced lo que El os diga?: he aqu? revelado el camino de la efusi?n del Esp?ritu Santo. Al decirnos ?haced lo que El os diga? no s?lo nos anima sino que, como Madre nuestra, nos ayuda a hacerlo: Ella invoca con nosotros el Esp?ritu, nos abre al Esp?ritu, nos ofrece al Esp?ritu. ?Si la Virgen no hubiera estado invitada a Cana no hubiera tenido lugar la manifestaci?n de la "gloria" de Jes?s! Qu? gran ense?anza para nuestras comunidades; ?no olvidemos nunca invitarla a nuestros encuentros con Jes?s!
Sin Ella en Cana, los odres habr?an quedado vac?os y el vino bueno s?lo habr?a sido un sue?o en el coraz?n de los invitados; por el contrario, la presencia de Maria - estaba la Madre de Jes?s" - cambi? todo y la alegr?a se difundi? por todas partes. Los Santos nos ense?an que all? donde los corazones se abren a la presencia de Maria se realiza el milagro del Esp?ritu y los corazones se vuelven m?s buenos, las mentes m?s tranquilas, la vida m?s bella. El vino de Cana, producido directamente por Jes?s, era bueno, pero ese vino tuvo una "co-producci?n" la de Maria su Madre. ?Dejemos conducirnos por la Virgen, d?a tras d?a, paso a paso, y el milagro de la transformaci?n de nuestros corazones se realizar?! (Agencia Fides 30/5/2007 - L?neas: 55 Palabras: 857)

Publicado por verdenaranja @ 23:07  | Espiritualidad
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30 Mayo (ACI).- Durante la Audiencia general de este mi?rcoles, en la que abord? la figura de Tertuliano, el Papa Benedicto XVI destac? que la humildad de estar con la Iglesia es una condici?n indispensable para el te?logo en la Iglesia.

El Pont?fice dedic? una parte de su reflexi?n al drama humano del famoso apologeta africano nacido el a?o 150, que luego de convertirse al cristianismo termin? apart?ndose de la Iglesia por efectos de su inflexibilidad y su subjetivismo.

?Con el transcurso de los a?os ?explic? el Papa- (Tertuliano) se volvi? cada vez m?s exigente con los cristianos?, pretendiendo ?en cualquier circunstancia un comportamiento heroico?.

?Pienso mucho en esta gran personalidad moral e intelectual. Se ve que al final le falta la sencillez, la humildad de insertarse en la Iglesia, de aceptar sus debilidades, de ser tolerante con los dem?s y consigo mismo?, dijo el Pont?fice.

?Cuando uno ve solamente la grandeza del pensamiento propio, resulta que es precisamente esa grandeza la que se pierde?.

?La caracter?stica esencial de un gran te?logo consiste en la humildad de estar con la Iglesia, de aceptar sus debilidades y las propias, porque solo Dios es realmente santo. En cambio, nosotros, necesitamos siempre que nos perdonen?, se?al? el Pont?fice.

Informaci?n sobre actividades de la OSDAD, sacadas de la revista "Punto e Encuentro" JUNIO - AGOSTO n?mero 31.


ACTIVIDADES PROPIAS DE LA OSDAD - DESARROLLO DEPARTAMENTO DE PROGRAMAS


TALLER DE ESTIMULACI?N COGNITIVA

El taller se ha llevado a cabo los d?as mi?rcoles, de 17 a 18 horas, y han participado cinco residentes. La mayor?a de los ejercicios que se realizan en el taller requieren de atenci?n y concentraci?n, motivo por el cual hemos escogido la biblioteca como el sitio m?s id?neo. La aceptaci?n y concurrencia al taller han sido desde el principio muy buenas,

Evaluaci?n de los objetivos
A todos los participantes se les ha administrado el Mini Mental Status Examination antes de la implementaci?n del taller -seg?n lo especificado en el proyecto- con el objetivo de cotejar los resultados con el retest, una vez finalizado el programa.

Como la finalizaci?n del programa y la evaluaci?n retest est? prevista para abril de 2007, actualmente no se puede realizar una valoraci?n cuantitativa de los resultados, pero s? se puede realizar una valoraci?n cualitativa general.

Como ya se ha rese?ado, la aceptaci?n y adhesi?n al taller ha sido muy buena desde el comienzo: ninguno de los participantes ha abandonado la actividad (la asistencia es voluntaria) y en la mayor?a de los casos ni siquiera es necesario recordarles durante la semana la hora y d?a de encuentro.

La idea general que ha guiado la implementaci?n del taller ha sido favorecer la autonom?a personal y la socializaci?n entre los participantes. No se ha cre?do conveniente dar tanto ?nfasis a la correcta ejecuci?n de los diferentes ejercicios y su evaluaci?n "objetiva" ?que suele ser "lo correcto" en un taller de estimulaci?n cognitiva "convencional"- sino procurar que cada uno haga el mayor esfuerzo en realizar la tarea sin ayudas y, de esa forma, favorecer la autonom?a y la confianza en los propios recursos. No hay que olvidar que el fin ?ltimo del taller es que lo que ejerciten les ayude en su vida diaria, en la cual la autonom?a y con-fianza en si mismo son fundamentales.

TALLER DE RELAJACI?N Y REFLEXI?N

Desarrollo general de la actividad
El objetivo general del taller es tomar la relajaci?n como una t?cnica de modificaci?n de la conducta. El taller se ha realizado los d?as lunes, de 16:45 a 18:15 hs, con la colaboraci?n de una voluntaria, contando con la asistencia de 10 usuarios. La asistencia al taller es voluntaria y ronda el 70 a 75%, a partir de un n?cleo de cinco participantes que no faltan nunca.
La actividad se realiza en el Sal?n de Actos de la OS-DAD. Los primeros 20 minutos corresponden a la relajaci?n propiamente dicha, dando paso luego al tra?bajo grupa) de reflexi?n sobre diversos temas.

Evaluaci?n de los objetivos

Es un hecho destacado que determinadas situaciones de tensi?n o estr?s pueden desencadenar o agudizar s?ntomas psic?ticos como los delirios y las alucinaciones, o favorecer en sujetos impulsivos la aparici?n de conductas de consumo de sustancias (en nuestro caso, principalmente el alcohol). Para hacer frente a este hecho, en el Taller de Relajaci?n y Reflexi?n se han implementado, tanto a nivel te?rico como pr?ctico, las diversas t?cnicas de relajaci?n como t?cnicas de modificaci?n de la conducta. Mediante ellas los partici pantes han aprendido a relajarse ante situaciones estresantes para ver la situaci?n m?s clara, poder analizarla en detalle y tomar decisiones m?s razonadas, en contraposici?n a las conductas impulsivas habituales.

En el espacio dedicado a la relajaci?n hemos hecho mucho hincapi? en las t?cnicas de respiraci?n, por ser uno de los modos m?s sencillos, r?pidos y eficaces de relajaci?n. Ya pasando a un nivel t?cnico m?s elevados, se han implementa-do t?cnicas de relajaci?n muscular mediante la concentraci?n y visualizaci?n de las diferentes partes del cuerpo, as? corno el trabajo sobre las emociones mediante t?cnicas de visualizaci?n espacial y situacional. Por ?ltimo, se ha complementado la relajaci?n con el aprendizaje de sencillos auto masajes.

En el espacio destinado al trabajo de reflexi?n hemos trabajado diversos temas propuestos por los residentes o los coordinadores que resultaran interesantes e importantes para la vida cotidiana. Por ejemplo hemos abordado temas tan variados como la importancia de la comunicaci?n verbal y no verbal, los valores, los diferentes sentimientos, la organizaci?n del tiempo libre, la autoestima, los miedos, la depresi?n, la reinserci?n social, la Navidad, le familia, etc. Este espacio ha resultado muy enriquecedor y con el tiempo le fuimos dedicando m?s atenci?n a estas charlas que, al principio, no iban m?s all? de los quince minutos.

Todav?a no hemos logrado que los participantes apliquen las t?cnicas de relajaci?n que aprenden en el taller a las situaciones ce estr?s de la vida cotidiana. Como forma de lograr este objetivo, semana a semana les hemos dado peque?as "tareas para el hogar", como por ejemplo comprometerse a practicar las t?cnicas de respiraci?n al menos dos veces al d?a, aplicar una t?cnica de buena comunicaci?n por lo menos tres veces a la semana, comentar una situaci?n dif?cil con un compa?ero antes de tomar una decisi?n impulsiva, etc.

GRUPO TERAP?UTICO DE ALCOHOLISMO

Desarrollo general de la actividad
La selecci?n de los integrantes del grupo se ha realizado mediante una o dos entrevistas individuales, en las cuales se ha hecho una evaluaci?n global del caso con el objeto de formar un grupo homog?neo. De los diez residentes propuestos por el equipo terap?utico, han sido seleccionados siete.
La labor del grupo se lleva a cabo los jueves, de 17 a 18 horas en la Biblioteca de la OSDAD. La asistencia general ha rondado el 75%, registr?ndose s?lo una baja.

Evaluaci?n de los objetivos

Generalmente hemos dedicado la primera media hora a un trabajo de autoayuda-reflexi?n sobre el acontecer de la semana a partir de situaciones propuestas por los participantes, y la segunda media hora a un an?lisis situacional semidirigido que rond? sobre la pregunta ?c?mo es mi situaci?n actual en relaci?n conmigo mismo?, que constituye el primer nivel de an?lisis situacional descrito en el proyecto. Al respecto cada integrante ha hecho un an?lisis personal de lo satisfecho o no que est? consigo mismo, focalizando defectos y virtudes de su personalidad, qu? rasgos de car?cter deber?an modificarse, cu?les otros habr?a que potenciar, qu? situaciones los inducen a beber, etc. El nivel de profundidad en el an?lisis del s? mismo ha sido muy desigual y ha venido determinado por la capacidad de introspecci?n de cada uno de los participantes.

TERAPIAS INDIVIDUALES

Dentro del ?mbito del trabajo psicol?gico individualizado, se han implementado terapias estructuradas, terapias no estructuradas, intervenciones breves y seguimientos o monitoreos de desarrollo de proyecto individual.

Por Terapias Estructuradas se entiende la psicoterapia individual cl?sica, adaptada al ?mbito institucional. Las entrevistas se han realizado una, dos o tres veces por semana ?seg?n ha-ya sido necesario- en horarios y d?as pautados con el paciente, donde se han abordado temas especificos a cada caso, estableciendo objetivos acordes con cada situaci?n particular.

La modalidad de Terapia No Estructura se ha aplicado solo en un residente ya que sus caracter?sticas personales le impiden ce?irse a un espacio terap?utico cl?sico, con entrevistas pautadas. En este caso se ha aprovechado las frecuentes demandas del paciente de diversa ?ndole (cigarros, bonos de transporte, permisos para salir, llamadas, etc.) para realizar entrevistas solapadas donde intentar instaurar un trabajo de reflexi?n que ?l por s? mismo no realiza. En estas "mini entrevistas" se han trabajado diversos temas cuyo eje siempre ha sido intentar reflexionar sobre su comportamiento y las consecuencias de sus acciones en la vida cotidiana (no respeto de las normas, problemas de convivencia, impulsos, etc.). El trabajo ha sido ?y sigue siendo- muy dif?cil, con escasos resultados pr?cticos.

Dentro de las Intervenciones Breves englobamos todas aquellas intervenciones psicol?gicas que no alcanzan el estatuto de terapia, como pueden ser el consejo puntual, el asesoramiento psicol?gico, la entrevista puntual o la serie de entrevistas que no superan el n?mero de tres. C?mo es l?gico, en estas intervenciones breves el objetivo es trabajar problemas o situaciones conflictivas muy puntuales, donde no se ve la nece?sidad de un tratamiento m?s amplio o no est?n dadas las condiciones adecuadas para el mismo, procurando llegar a una soluci?n r?pida y concreta. Al ser una modalidad de abordaje casi cotidiana en el trabajo psicol?gico institucional, se han realizado multitud de intervenciones breves.

Hemos denominado Seguimiento o Monitores de Proyecto individual a las entrevistas que se comenzaron a hacer con aquellas personas que est?n trabajando fuera de la instituci?n, en ambientes laborales normales y con los cuales el equipo terap?utico sent?a que se estaba perdiendo el contacto por el propio horario laboral. Teniendo en cuenta que muchos de dichos residentes tienen un proyecto personal que incluye el alta institucional y la reinserci?n social, se vio la necesidad de hacer un monitoreo m?s met?dico del desarrollo de dicho proyecto para evaluar su viabilidad y su efectivo desarrollo. Se ha optado por llevar a cabo entrevistas individuales de frecuencia semanal o quincenal, seg?n el caso y las circunstancias


TALLER DE ESTIMULACION SENSORIAL Y BASE DE DATOS SOBRE ACTIVIDADES DE TIEMPO LIBRE

Desde mediados del mes de noviembre venimos contado con la presencia de Claudia Riccardi, alumna de psicolog?a de origen italiano que ha elegido la OSDAD para realizar el ?ltimo per?odo de pr?cticas (seis meses) para la obtenci?n de su licenciatura.

Con Claudia hemos pensado en un Taller de Estimulaci?n Sensorial y la creaci?n de una sencilla Base de Datos sobre Actividades de Tiempo Libre. Para esto ?ltimo, se ha comenzado a pasar e la mayor cantidad posible de usuarios el "Inventario de intereses de ocupaciones de ocio" basado en Stein y Cutler, en el cual se recogen las preferencias a la hora de elegir actividades de tiempo libre, divididas en categor?as tales como espect?culos, deportes, m?sica, inform?tica, lectura, actividades creativas, etc. y el grado de inter?s en cada uno de ellos. Con este test procuramos obtener datos confiables que sirvan de base a la hora de dise?ar futuras actividades de tiempo libre o para dar ideas a los voluntarios que se acerquen a la Obra con la intenci?n de colaborar pero sin tener una idea clara de en qu?.

Con respecto al Taller de Estimulaci?n Sensorial lo que nos ha movido a su creaci?n es la necesidad de estimulara aquellos residentes que por su baja capacidad cognitiva no pueden ser incluidos dentro del Taller de Estimulaci?n Cognitiva que ya se est? llevando a cabo, y que as? y todo se beneficiar?an de una estimulaci?n m?s b?sica, o sea, una estimulaci?n sensorial.

Para la puesta en marcha de ese taller hemos comenzado por administrar a la mayor cantidad posible de usuarios el Mini Mental State Examination, de Folstein, que tendr? una doble utilidad: por un lado servir de punto de referencia a la hora de seleccionar los participantes del taller, y por otro, servir como evaluaci?n general del estado cognitivo de la poblaci?n con la que trabajamos, que ser? incluido dentro del expediente psiqui?trico-psicol?gico de cada usuario. Tanto la redacci?n del proyecto, sus objetivos, metodolog?a y actividades como su puesta en marcha efectiva queda a cargo de Claudia como parte de su formaci?n pr?ctica, contando siempre con la supervisi?n de su tutor

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Infromaci?n sobre el centro Dr. O?Shabahan de la Obra Social de Acogida y esarrollo, sacada de la revista "Punto de Encuentro" JULIO - AGOSTO 2007 N?mero 31.

Un centro
Ambicioso


VERSATILIDAD Y MULTIFUNCIONALIDAD

Con m?s de 3.500 metros cuadrados de servicios para los m?s desfavorecidos, el Centro Dr. O'Shanahan es ya una referencia en Canarias, no s?lo por los usos y el enorme rendimiento social y solidario que se le va a sacar, sino por su planteamiento arquitect?nico y medioambiental. El edificio aprovecha al m?ximo el suelo urbanizable de la parcela, sita en un par-que natural, y combina varios usos sin que ninguno interfiera con los dem?s: era el gran reto de los arquitectos. Es una residencia, un gran centro especial de empleo para personas con discapacidad, una ambiciosa y novedosa escuela-taller de agricultura ecol?gica con una explotaci?n a pleno rendimiento y en expansi?n, y una plataforma de formaci?n en valores y prevenci?n dirigida hacia la poblaci?n m?s joven. Como decimos, el r?dito social que Canarias y nuestro pa?s en general va a lograr con este centro es dif?cilmente calculable. Se evitar? mucho sufrimiento, se lograr? la inserci?n de cientos de personas en la sociedad, y se dinamizar? la zona en todos los aspectos, tambi?n en el agr?cola, con la recuperaci?n de uno de los cultivos m?s tradicionales de este ?rea: la vi?a; la promoci?n de la agricultura ecol?gica (no s?lo produciendo sino tambi?n formando a profesionales y difundiendo sus t?cnicas) tendr? efectos saludables en la poblaci?n y conservar? el entorno con todas sus riquezas de fauna y flora para futuras generaciones.

APOYO SOCIAL E INSTITUCIONAL

En el ?ltimo mes, y durante el a?o y medio que han durado las obras, lo han visitado personalidades de todo tipo, pol?ticos, empresarios, colaboradores, trabajadores, bienhechores, simpatizantes, y todos han quedado muy gratamente sorprendidos por el equilibrio conseguido y el gusto con que se ha hecho. El ahorro no est? necesariamente re?ido con la est?tica. Tambi?n ha sido un comentario habitual de los profesionales que han trabajado en ella, la ausencia total de incidentes o accidentes, la entrega de todos los t?cnicos, funcionarios, proveedores, actitudes que han hecho posible llevar a cabo una obra de esta envergadura en tan corto espacio de tiempo. Bien podr?a afirmarse que no existen precedentes en este sentido.

LO QUE FALTA POR PAGAR

El ?nico problema que se nos plantea, aparte de ponerlo en funcionamiento, es pagar las cantidades que a?n se adeudan. La deuda asciende en estos momentos a 1.900.000 euros, de los 4.600.000 que cuesta el proyecto en su totalidad. La res-puesta ciudadana, de empresarios y administraciones ha sido, sin duda, generosa, y hemos podido recaudar m?s de dos millones y medio de euros; pero a?n hay muchas personas y entidades que podr?an poner su grano de arena, y como reza la campa?a, entre todos, podemos; cuantos m?s sean los que aporten, m?s f?cil ser? resolver la cuesti?n econ?mica. La ampliaci?n del centro especial de empleo repercutir? adem?s en una mayor autofinanciaci?n de la propia Obra Social, ofreciendo a la sociedad, adem?s de la labor curativa y rehabilitadora que ya ejerce en sus miembros m?s necesitados, otros servicios de valor a?adido en los que la calidad y la ?tica son los principios fundamentales. Desde estas p?ginas les damos las gracias por su apoyo a cuantos nos han ayudado y les pedimos que sigan haci?ndolo.

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Palabras del p?rroco que acompa?an el programa de la celebraci?n del Corpus Christi 2007 de La Orotava.

La compasi?n de Dios,
la compasi?n del Hombre


Una imagen, una buena imagen, vale m?s que mil palabras. A eso quisiera que respondiera nuestra hermosa plaza del Ayuntamiento de la Villa de La Orotava en el presente a?o.

El tapiz confeccionado quiere expresar la compasi?n de Dios, manifiesta en Jes?s Eucarist?a, compasi?n que los cristianos hemos de cuidar y practicar con el que sufre.

La par?bola del buen samaritano, de aquel hombre que supo acercarse y hacer de pr?jimo, pr?ximo, ante la persona ca?da que Jes?s nos cuenta, nos habla de si mismo, de lo que El hizo con la humanidad y de lo que sus verdaderos disc?pulos estamos llamados a hacer con los hermanos y hermanas que sufren y, tambi?n, de lo que la Eucarist?a significa y expresa. El Cuerpo de Cristo ilumina la dignidad de todas las personas, de modo especial, de las personas empobrecidas. Adem?s nos interpela para que salgamos en su defensa, implic?ndonos en su promoci?n integral, cada uno desde nuestras posibilidades reales.

Los documentos y los escritos recientes del Santo Padre Benedicto XVI y los de nuestros obispos relacionados con este misterio nos lo ponen de manifiesto. En la Enc?clica "Deus Caritas est", "Dios es Amor", Benedicto XVI nos recuerda que la esencia del Cristiano y el coraz?n del mensaje de la iglesia, se visibiliza y se concreta en la Eucarist?a y en la caridad que de ella procede. La Eucarist?a ilumina la dignidad de los pobres porque el mismo Se?or se identifico con ellos.

Dice tambi?n Benedicto XVI que "el momento actual requiere una nueva disponibilidad para socorrer al pr?jimo necesitado". No podemos pasar de largo ante la realidad en la que viven muchas personas y familias inmigrantes que viven muy cerca de nosotros. Tampoco podemos descuidar otras muchas realidades sangrantes que se dan cerca o lejos de nosotros.

La constante llegada de inmigrantes, ha de despertar en nosotros respuestas de acogida, acompa?amiento, integraci?n, denuncia y servicio de la caridad cristiana, independiente de partidos pol?ticos e ideolog?as. Nuestra respuesta se ha inspirar en el programa cristiano que es el programa del buen samaritano, es el programa de Jes?s.


No podemos pasar de largo, sin reconocer la postura del posadero, que acogi?, acompa??, cur? las heridas,... al hombre ca?do, respondiendo a la invitaci?n que le hizo el Buen Samaritano.

Jes?s nos hace en la Eucarist?a testigos de la compasi?n que Dios siente por cada hermano y hermana. Nace as?, en torno al misterio eucar?stico, el servicio de la caridad para con el pr?jimo, que consiste justamente en que en Dios y con Dios, amo tambi?n a la persona que no me agrada.

Recientemente el Papa enumer? las "heridas y el dolor del mundo". ?Pienso -dijo- en el flagelo del hambre, en las enfermedades incurables, en el terrorismo y en los secuestros de personas, en los mil rostros de la violencia -a veces justificada en nombre de la religi?n-, en el desprecio de la vida y en la violaci?n de los Derechos Humanos, en la explotaci?n de las personas??
Y cada uno de nosotros, los creyentes en Jesucristo, hemos de estar atentos, con las gafas puestas, para descubrir la realidad de pobreza y sufrimiento de tantas personas que viven a nuestro lado, en nuestra Villa, en Tenerife, en Canarias y, sobre todo, en los pueblos empobrecidos de la Tierra.

Y hemos de limpiar continuamente "estas gafas" porque, muchas veces, una visi?n miope de la realidad nos lleva a culpabilizar del mal a los que lo padecen, a pensar que el pobre lo es porque es gandul y no quiere trabajar; hacer cargar a las v?ctimas con el peso de su propia pobreza, neg?ndonos a reconocer que las causas de la mayor?a de estas situaciones est? en un sistema econ?mico injusto que, a nosotros, nos viene bien conservar para seguir creciendo y consumiendo incesantemente, pasando de largo y de puntillas ante los rostros ca?dos en el camino, por temor a que nos salpiquen.

Antonio Hern?ndez Hern?ndez
Sacerdote P?rroco de la Concepci?n Arcipreste de La Orotava


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Martes, 29 de mayo de 2007
AMERICA - V Conferencia General de Aparecida - ?Lo importante es que Aparecida d? un nuevo impulso a la evangelizaci?n y haga que la luz del Evangelio penetre profundamente en los corazones, en las estructuras, en la vida de los latinoamericanos?: entrevista a Su Exc. Mons. Cipriano Calder?n Polo, Vicepresidente em?rito de la Pontificia Comisi?n para Am?rica Latina

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Su Exc. Mons. Cirpriano Calder?n Polo, ha estado siempre fascinado, desde que era joven sacerdote, de la vitalidad cat?lica, la lozan?a y la potencialidad pastoral de las Iglesias que est?n en Am?rica Latina. A la vez ha profundizado los estudios, establecido contactos y mantenido relaciones, ha visitado casi todas las naciones latinoamericanas. Ha escrito para un peri?dico cat?lico de Madrid una serie de 20 art?culos sobre la sobre la situaci?n religioso-social de las naciones iberoamericanas. En 1968 puso en marcha la Edici?n de Lengua Espa?ola de L?Osservatore Romano, proyect?ndolo sobre todo hacia las Iglesias de Am?rica Latina. Desde 1988 hasta el 2003, ha cubierto el cargo de vicepresidente de la Pontificia Comisi?n para Am?rica Latina. Ha participado en tres Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y del Caribe y en la Asamblea especial para el S?nodo de los Obispos para Am?rica en 1997. Por su profundo conocimiento sobre la realidad latinoamericana la Agencia Fides le ha dirigido algunas preguntas.

Vd. ha participado en tres conferencias Generales Latinoamericanas: ?cu?les son sus recuerdos, sus impresiones y como cree que hayan incidido en la vida del continente?

Yo estuve en la Conferencia de Medell?n (1968) como sacerdote periodista. En la Conferencia de Puebla (1979) estuve como ?perito?, nombrado por la Santa Sede y en la de Santo Domingo (1992) como miembro, en mi calidad de Obispo vicepresidente de la Pontificia Comisi?n para Am?rica Latina. Yo he visto dichas Conferencias m?s bien como grandes ?eventos evangelizadores?, que han marcado la trayectoria hist?rica de la Iglesia en el Continente. El impacto evangelizador que produjo la celebraci?n de cada una de las Conferencias fue realmente muy relevante. La comuni?n eclesial suscitada entre los Pastores reunidos y el dinamismo pastoral desencadenado en el pueblo de Dios, con la movilizaci?n de los fieles y de los agentes pastorales, durante el periodo preparatorio y el periodo postcelebrativo, tuvieron a mi modo de ver, m?s impacto que los mismo documentos producidos por las tres citadas Asambleas. Esto sin olvidar lo m?s incisivo, el momento culminante en cada una de ellas, que fue la presencia del Santo Padre en la inauguraci?n de las mismas y el mensaje que desde ellas lanz? el Pastor Universal a todo el Continente: Pablo VI desde Bogot? el d?a 24 de agosto de 1968; Juan Pablo II desde Puebla de los ?ngeles, M?xico, el 28 de enero de 1979, y desde Santo Domingo el 12 de octubre de 1992. Se habla mucho de los documentos de Medell?n, Puebla y Santo Domingo, pero se habla poco de los discursos inaugurales de los Papas, que constituyen aut?nticos textos program?ticos para las Asambleas, para la vida eclesial y para las actividades evangelizadoras de aquellos tiempos y de los nuestros.

Se ha referido Vd. a los documentos de Medell?n, Puebla y Santo Domingo. ?Podr?a hacer una valoraci?n de los mismos?

He le?do muchas veces con atenci?n y discernimiento los documentos conclusiones de Medell?n. Los de Puebla y Santo Domingo no s?lo los he estudiado a fondo, sino que tambi?n estuve de alguna manera implicado en la redacci?n o revisi?n de los mismos. Son ciertamente documentos muy importantes y muy orientadores. Sin embargo, matizando bien las cosas, no creo que se les pueda conceder el rango de ?magisterio latinoamericano?, como alguien ha propuesto. Tenemos, sin embargo, un gran documento del Magisterio Pontificio que, con sus espl?ndidas orientaciones doctrinales y pastorales, es el ?manual? para la vida eclesial y para la tarea evangelizadora en Am?rica Latina. Me refiero a la Exhortaci?n Apost?lica Postsinodal de Juan Pablo II ?Ecclesia in Amerrica? (22 de enero de 1999), fruto de la Asamblea Especial del S?nodo de los Obispos para Am?rica Latina, celebrada en el Vaticano del 16 de noviembre al 12 de diciembre de 1997. Este documento todav?a tiene que ser m?s estudiado, y m?s amplia y profundamente aplicado a la Iglesia de Am?rica Latina. Esperamos pueda seguir iluminando los caminos de la Evangelizaci?n de los pueblos del Continente.

?Cu?les son las expectativas para la Iglesia latinoamericana de la Conferencia de Aparecida?

Lo importante es que Aparecida sea un evento evangelizador, que d? un nuevo impulso a la evangelizaci?n. Esta V Conferencia deber? centrar totalmente su atenci?n en Jes?s de Nazaret, Hijo de Dios, ?nico Salvador del mundo, estudiar las relaciones de Cristo con Am?rica en todos los ?mbitos -humano, familiar, social, religioso-, para lograr que la luz del Evangelio penetre profundamente en los corazones, en las estructuras, en la vida de los latinoamericanos. Poner a todos, especialmente a los j?venes, en marcha decidida hacia Cristo, hacia los nuevos cielos y la nueva tierra de que nos habla la Biblia. Marcha dif?cil, pero gozosa y esperanzadora. Nos acompa?a y gu?a Benedicto XVI que, con su carisma especial de Maestro y Pastor, ilumina el camino con certeras orientaciones. Escuchar al Papa, aceptar gozosa y generosamente el programa que nos propone. (CN/RG) (Agencia Fides 29/5/2007 L?neas: 68 Palabras: 865)

Publicado por verdenaranja @ 23:14  | Entrevistas
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VATICANO - El Mes de Maria - Santuarios marianos en ?frica (5): Etiop?a, Guinea, Kenia, Mal?, Mozambique

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Etiop?a. Etiop?a es una de los pa?ses m?s "marianos" de la tierra. San Frumenzio (IV siglo.) llam? la primera iglesia construida en Axum, capital del reino, "Edda Mariam", que significa "Morada de Maria". Maria es venerada con el nombre de "Waladita Aml?k", Aquella que ha dado luz a Dios. El nombre de Maria figura en muchos nombres et?opes. Estos nombres testimonian la confianza de los fieles hacia Maria: Ghebi? Mariam (Sirva de Maria), Hail? Mariam (la Fuerza de Maria), Laok? Mariam (Mensaje de Maria), Tekl? Mariam (Planta o Descendiente de Maria), Hapt? Mariam (Dono de Maria). Muchas bellas iglesias excavadas en la roca est?n dedicadas a Maria. Est?n decoradas con frescos que recuerdan algunas escenas de los Evangelios de las narraciones ap?crifas. Etiop?a tiene una fiesta propia: Kid?ma Mehret, el Pacto de Misericordia, que se celebra el 10 de febrero. Seguros que la oraci?n de Maria ante el Hijo siemrpe es atendida, los et?opes consideran su Pa?s como el feudo de Maria, lugar bajo su protecci?n. Guinea. Santuario de Nuestra Se?ora de Guinea en Boya, di?cesis de Conakry.
Kenia. Santuario de Maria, Ayuda de los Cristianos, di?cesis de Nairobi; Santuario de la Consolada, di?cesis de Nairobi.
Mal?. Nuestro Se?ora de Kita. En el curso de los a?os anteriores, todo se desarrollaba bajo los mangos. Pero desde 1994 este santuario, construido al oeste de la antigua iglesia parroquial, capaz de acoger de 2.500 a 3.000 personas, se ha convertido en un centro nacional de peregrinaciones.
Mozambique. Santuario de Nuestra Se?ora de F?tima, en Namaacha (Maputo), en la frontera entre Mozambique y Swazilandia. Desde 1945 es visitado por numerosos fieles que acuden en pregrinaci?n. (J.M) (Agencia Fides 28/5/2007; L?neas: 24 Palabras: 295)

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VATICANO - El Mes de María- Santuarios marianos en África (4): Camerún, Congo-Brazzaville, Costa de Marfil, Egipto

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Camerún. Santuario de Nuestra Señora de los Apóstoles, en la colina de Mvolye en Yaoundé.
Congo-Brazzaville. En Linzolo, en una de las primeras misiones fundadas en 1883 por los Misioneros del Espíritu a algunos kilómetros de la capital, una gigantesca Gruta de Lourdes, al fondo de un magnífico valle propicio para grandes reuniones, se ha convertido en el lugar de encuentro mariano más importante para los fieles del País, sobre todo después del año mariano de 1987.

Costa de Marfil - “El Palacio africano de Nuestra Señora”. El Santuario mariano de Nuestra Señora Madre de Toda Gracia fue inaugurado el 1º de febrero de 1987; la Basílica de Nuestra Señora de la Paz, en Yamoussoukro. La estatua de la Virgen, en cemento armado y pintado, mide 11 metros de altura. Se debe mencionar: el santuario de Nuestra Señora de la Liberación, en Issia, en la diócesis de Daloa; el Santuario de Ferké, en la diócesis de Katiola.

Situada en la costa occidental de África, Costa de Marfil es un país cristianizado desde la última década del siglo XIX. La religión católica ha trazado, a lo largo de un siglo, su camino en medio de una mayoría de animistas (aproximadamente el 50%) y de musulmanes (aproximadamente el 30%), y hoy puede con orgullo celebrar un gran 20% de bautizados. Sobre el amor de los Cristianos de Costa de Marfil por la Santa Virgen, este se puede constatar por el número de capillas y otros santuarios dedicados a María, que florecen aquí y allá en el País, pero antes que nada, con la magnífica y majestuosa basílica de Nuestra Señora de la Paz en Yamoussoukro.

En efecto Nuestra Señora de Yamoussoukro es un verdadero y propio “Palacio” ofrecido a la Virgen María y su fama supera ampliamente Costa de Marfil y se extiende por todo el continente Africano. Se acercan en masa: los grandes países cristianos africanos pasan su jornada de peregrinación anual y los peregrinos individuales son cientos de miles cada año. Así desde su Palacio en Costa de Marfil, Nuestra Señora de la Paz vela por el gran continente Africano de la Esperanza.

Egipto - “María tiene su pueblo”. La devoción por María se remonta a los primeros siglos. En una capilla subterránea de Alejandría, que se remonta al siglo III, un fresco representa a la Virgen María en las Bodas de Caná, mientras se entretiene con los siervos. La fiesta de la Asunción es la más popular de Egipto. La llaman simplemente la “Fiesta de la Virgen”. Ha sido ininterrumpida la fidelidad con la que la Iglesia copta ha venerado a María. El Calendario copto prevé unas treinta fiestas de la Virgen María. Muy venerado es el ícono de la Virgen María que se encuentra en la iglesia de Al-Mou’allaqa. Algunas apariciones de la Virgen María, reconocidas por las autoridades de la Iglesia copta, se dieron en Zeitoun (1968-1970) y en Shoubra (1983-1986). Las apariciones de la Virgen, en la periferia de El Cairo, en Zeitoun, han cesado en 1971. Un detalle: la Virgen se ha hecho ver tanto por las poblaciones cristianas como por aquellas musulmanas, que son mayoritarias en el País. (J.M.) (Agencia Fides 28/5/2007; líneas 40, palabras 545)


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Saludo de los observadores de la tradici?n evang?lica a la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.


Muy amados Cardenales, Obispos, Sacerdotes, hermanos y hermanas. En primer lugar queremos expresar nuestra gratitud y reconocimiento por la invitaci?n recibida del Cardenal Walter Kasper, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoci?n de la Unidad de los Cristianos, a nombre del Papa Benedicto XVI, que nos ha permitido acompa?arles, en calidad de observadores, en este magno evento. Se da continuidad as? a la iniciativa que tuviera el Papa Juan XXIII, al invitar observadores de otras iglesias y confesiones cristianas al II Concilio Vaticano. Entre ellos, un latinoamericano, el Dr. Jos? M?guez Bonino. Confiamos en que esta continuidad, que tambi?n se expresa en los di?logos bilaterales entre la Iglesia Cat?lica Romana y varias de las Iglesias de las que provenimos, y en la Comisi?n Mixta de Trabajo entre ella y el Consejo Mundial de Iglesias, ser? signo y anuncio de una mayor y mejor cooperaci?n ecum?nica en nuestro continente, tan necesitado de signos de comprensi?n, mutua aceptaci?n y reencuentro fraterno.

Desde el inicio de esta Conferencia nos hemos sentido estimulados y desafiados por el llamado del Papa Benedicto XVI, a fundar el nuevo despertar misionero que requiere nuestra Am?rica Latina y el Caribe, en la lectura y conocimiento profundo de la Palabra de Dios. En esa Palabra encontramos dos textos que nos ayudan a interpretar el sentido de nuestra presencia entre ustedes. Recordamos aquellas palabras de Jes?s donde afirma que ?quien no es conmigo, contra m? es? (Mt 12,30), que nos se?alan que s?lo en torno a Jes?s, el Cristo, encontramos el centro de nuestra unidad. En un texto complementario, cuando, frente a uno que echaba fuera demonios en nombre de Jes?s, y ante la pretensi?n de los disc?pulos de prohibirle que siguiera haci?ndolo porque no era uno de ellos, Jes?s le dice a Juan: ?No se lo proh?ban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre que luego pueda decir mal de m?. Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es? (Mc 9, 39-40). A pesar de las diferencias hist?ricas y doctrinales que nos impiden dolorosamente participar juntos en la Mesa de la Comuni?n , estos textos nos permiten afirmar que nos une a ustedes el llamado de Jes?s a proclamar y celebrar la vida abundante que nuestros pueblos tanto necesitan.

No podemos menos que reconocer el testimonio y la prominencia de la Iglesia Cat?lica Romana en la evangelizaci?n de nuestra Am?rica. Guiados por el Esp?ritu de Dios y su Palabra, m?s all? de las ambig?edades de las circunstancias hist?ricas, hombres y mujeres ejemplares, fieles disc?pulos y misioneros del Se?or, han sembrado la Palabra en este continente, y han constituido comunidades que han sido servidoras de los m?s necesitados en nombre de Cristo, han dado muestras de la inspiraci?n del Esp?ritu Santo en sus palabras y acciones, y han celebrado con fe al Dios Trino. Esta presencia cat?lica ha generado una fe rica en diversas expresiones religiosas, que han logrado enraizar el mensaje de Cristo en las variadas culturas presentes en nuestro continente, tanto en aquellas aut?ctonas, como en aquellas originadas en las migraciones posteriores, que han contribuido a dar forma a los rostros hermosamente diversos de nuestros pueblos de Am?rica Latina y el Caribe.

Tambi?n nuestras iglesias evang?licas han colaborado, especialmente a partir de los procesos de emancipaci?n nacional en el continente, en la construcci?n del testimonio de Cristo en estas tierras, ya sea a trav?s de comunidades inmigrantes, que han portado consigo la fe de sus padres, como a trav?s de variados esfuerzos evangelizadores, tampoco exentos de contradicciones y ambig?edades. Pero muchos fieles creyentes de la fe evang?lica han colaborado con la evangelizaci?n y la cultura en estas tierras, llegando en algunos casos hasta el derramamiento martirial de la propia sangre, en la defensa de la dignidad y la justicia para nuestros pueblos.

Para que esta presencia cristiana diversa no est? marcada por la confrontaci?n y la competencia, sino por la vocaci?n com?n de ser disc?pulos y misioneros de nuestro Se?or Jesucristo, nos parece necesario utilizar un lenguaje que permita mantener los canales de comunicaci?n ya existentes, y que aun permita abrir nuevos puentes. Reconocernos mutuamente como Iglesias y Comunidades Cristianas, es la forma de mantener abiertas las puertas para el di?logo, di?logo imprescindible para desterrar juntos cualquier pr?ctica sectaria o beligerante que atente contra el verdadero esp?ritu misionero.

Tendremos que aprender, guiados por el Esp?ritu de Dios, a conocernos y reconocernos cada vez m?s como parte del uno y m?ltiple pueblo de Dios, deudores de su multiforme gracia. Somos llamados a crecer en la unidad en la diversidad a la que nos convoca el Se?or, para que, en mutuo respeto, en amor, encontr?ndonos en los caminos de la fe, proclamemos su Santo Nombre, y en ?l, disc?pulos y misioneros que llegamos desde distintas tradiciones y modos de expresar nuestra fe, anunciemos para nuestros pueblos la vida plena.

Ofelia Ortega
Juan Sep?lveda
Harold Segura
N?stor M?guez
Walter Altmann

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Discurso que pronunci? ante la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano el rector mayor de los Salesianos, el padre Pascual Ch?vez Villanueva, presidente de la Uni?n de Superiores Generales.


Agradecimiento
Quiero agradecer, en primer lugar, la oportunidad que se me ha dado para participar y para tomar la palabra en esta V? Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y Caribe?o.

Hablo a nombre de la Vida Religiosa como Presidente de la Uni?n de Superiores Generales, y ? en este caso ? tambi?n de la Uni?n Internacional de las Superioras Generales, en cuanto representante de las dos Superioras Generales aqu? presentes.

En un continente o sub-continente, como el que en ning?n otro, la comunicaci?n de la fe y el compromiso por la promoci?n humana han estado tan vinculados a la Vida Religiosa, la Iglesia no se entender?a sin ella, como justamente lo ha reconocido el Santo Padre en su discurso de apertura de esta Conferencia.

Cuanto afirma la Lumen Gentium en el n. 44 sobre los Religiosos y Religiosas, que ?sin pertenecer a la estructura jer?rquica de la Iglesia constituyen parte indiscutible de su vida y de su santidad?, se ha verificado en Am?rica Latina y el Caribe en estos m?s de 500 a?os del encuentro del Evangelio con los pueblos amerindios.

La Vida Consagrada hoy
Pocas instituciones eclesiales han puesto un empe?o tan grande en la invitaci?n del Concilio Vaticano II ? a la renovaci?n como la Vida Consagrada. Con todo, despu?s de 40 a?os y despu?s de tantos cambios realizados, nos encontramos todav?a en un proceso de transici?n. Esto nos ense?a ? me parece ? que hoy la vida consagrada debe aceptar que el ?nico modo de ser actual es la de estar en transformaci?n continua, como sucede con la vida que jam?s es est?tica, y, al mismo tiempo, que nada debe anteponerse a Dios, de modo que sea realmente consagrada, y permanezca fiel a Cristo, a la Iglesia, a los propios fundadores, al hombre y a la mujer de hoy.

Escuchando las relaciones de los Presidentes de las Conferencias Episcopales y de los Prefectos de Dicasterios del Vaticano o de otras dimensiones al servicio de la Iglesia, debo confesar que nos sentimos en profunda sinton?a ? porque ante todo somos Iglesia ? y compartimos con Uds. la escucha de Dios en su Palabra y el paso del Esp?ritu por la historia buscando descifrar lo que Dios quiere en este mundo de comunicaci?n y globalizaci?n, de secularismo y materialismo, de hedonismo y relativismo, en que vivimos y testimoniamos nuestra fe y realizamos nuestra misi?n.

Al servicio de esta fidelidad creativa de la Vida Consagrada fueron creadas las dos Uniones de Superiores y Superioras Generales (USG en 1952 y aprobada su constituci?n en 1962) y han renovado su voluntad de servirla. Por supuesto necesitamos lograr un di?logo m?s efectivo con la Santa Sede (Santo Padre y CIVCSVA) y con las Conferencias de Obispos, y reforzar la colaboraci?n entre las dos Uniones y con las Conferencias Nacionales, Regionales y Continentales de Religiosos y Religiosas.

No me entretengo en describir su organizaci?n y funcionamiento, las comisiones que la dinamizan y otras estructuras de colaboraci?n eclesial (informaci?n ?sta que se encuentra en el portal vidimusdominum.org), y s?, en cambio, en la b?squeda de la grandes l?neas de orientaci?n para responder a los desaf?os del mundo de hoy (cf. Temas de las Asambleas desde 1968 hasta nuestros d?as), y, por tanto, lo que hoy le est? m?s a pecho, esto es, su identidad y especificidad, esa que le hace encontrar mejor su lugar en la Iglesia.

El Congreso internacional de la Vida Consagrada , que se realiz? en Roma al final de noviembre del a?o 2004, ha tomado como inspiraci?n un doble icono: el de la Samaritana (Jn 4) y el del Buen Samaritano (Lc 10). Estas dos figuras son signo de la profunda de sed Dios y de la inmensa compasi?n que deben caracterizar a los consagrados y a las consagradas. El mensaje es claro: en el mundo la vida consagrada tiene la misi?n espec?fica de cultivar una fuerte experiencia de Dios y acercar a Dios al Hombre herido y abandonado al margen del camino.

Definir la vida consagrada como una vida ?samaritana' implica no s?lo contemplar el itinerario recorrido por estas dos figuras evang?licas, sino tambi?n asumir y hacer propia la condici?n social de un grupo, como lo eran los samaritanos en los tiempos de Jes?s, que vive ?a los m?rgenes? de la sociedad y de la Iglesia.

Hacerse ?samaritanos', desde esta perspectiva, quiere decir aceptar el rechazo del mundo y de la sociedad; comporta renunciar a los privilegios de los que como consagrados hemos gozado hasta hace pocos a?os, y no solamente en el ?mbito social sino tambi?n eclesial.

Por siglos la vida consagrada ha sido la pupila de los ojos de la Iglesia y de la Sociedad ; su servicio en la evangelizaci?n y en las tierras de misi?n, as? como su funci?n social en la promoci?n humana ha sido insustituible en los diversos campos de la agricultura, de la educaci?n y de la cultura, de la salud, de la comunicaci?n social, de la atenci?n a los m?s pobres, a los ind?genas, a los afro americanos, a los chicos y chicas de la calle, a quienes son explotados en el mal llamado turismo sexual, etc., como sigue si?ndolo en Am?rica Latina y Caribe?a, Asia, Ocean?a y ?frica. Hasta tal punto que, sin la vida consagrada en estos espacios, la misma Iglesia estar?a ausente. Su presencia en el campo social, a veces teniendo que suplir a los estados, ha sido tan grande que ha corrido el riesgo de adulterar su misi?n, que no es simplemente la de realizar obras con eficacia y gratuidad, sino la de ser un signo de la presencia de Dios tierna y salvadora en el mundo.

Hoy como ayer la vida consagrada est? llamada a ser un signo de la cercan?a de Dios, de su aut?ntica encarnaci?n, de su radical solidaridad con la humanidad hasta la muerte en cruz. Pero hoy, a diferencia de ayer, la vida consagrada se encuentra con el desaf?o y la oportunidad de renovarse cambiando el acento del funcionalismo a la autenticidad de la caridad, interior y cristiana, esa que transforma la obra social en revelaci?n, en el mejor sentido de la palabra, que es la de donar a Dios al mundo.

Hoy la vida consagrada resultar?a irrelevante, su testimonio ser?a invisible e infecundo, si no tomase seriamente el mandato de hacerse pr?jimo de los pobres, abandonados y en peligro. Si la vida consagrada quiere sobrevivir en un mundo donde hay un ?eclipse de Dios? ( Martin Buber), deber? encontrar a Dios en el ?nico icono viviente de ?l, el hombre (cf. Gn 1,26). Hoy como ayer el hombre es el camino de la Vida Consagrada.

La sed de Dios y la solidaridad con la humanidad son inseparables y son acogidos y vividos como gracia en unidad. La experiencia de Dios sin la misi?n es espiritualismo, como lo es el amor a Dios sin el amor al pr?jimo. Y la misi?n sin la experiencia de Dios es filantrop?a o trabajo social.

Es necesario recuperar la pasi?n por la gloria de Dios y la salvaci?n del hombre, que encuentra su fuente en el coraz?n de Cristo, Ap?stol del Padre, y su alimento en la Palabra y en la eucarist?a. Esta pasi?n habla s? de capacidad de sufrir, de esa pasi?n que es sufrimiento de amor como el de Jes?s en la Cruz, pero tambi?n del dinamismo del amor, de esa pasi?n que es enamoramiento y fascinaci?n.

Estoy convencido de que la vida consagrada representa una verdadera terapia para nuestra sociedad y un don para la Iglesia, con tal que ella sea un signo visible y cre?ble de la presencia y del amor de Dios (?m?stica?), que sea una instancia cr?tica en relaci?n a todo lo que atenta contra la persona humana entendida seg?n el designio de Dios (?profec?a?), y que sea solidaria con la humanidad, especialmente la m?s pobre, necesitada, excluida (?diacon?a?).

Conclusi?n
Nuestra presencia hoy en esta magna Asamblea Episcopal de Am?rica Latina y del Caribe representa para nosotros la oportunidad de renovar nuestra vocaci?n de ?ser y formar disc?pulos y misioneros de Cristo? y de exponer tambi?n nuestras expectativas, que se reducen a dos:

1. ser m?s apreciados y tomados en cuenta
2. ser valorados no s?lo por lo que hacemos sino por lo que somos.

No obstante nuestras limitaciones, la Vida Consagrada est? llamada a continuar prestando a la Iglesia el servicio insustituible de ?ser parte indiscutible de su vida y de su santidad? (LG 44), a trav?s de una acci?n pastoral que sea m?s expl?citamente evangelizadora, que toque los nervios de la cultura imperante y que madure vocaciones.

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Lunes, 28 de mayo de 2007
Homil?a del Obispo Carlos Aguiar Retes - 28 de mayo de 2007 en la V Conferecia en Aparecida.


?Qui?n soy yo, para que la madre de mi Se?or venga a visitarme? As? contest? Isabel el saludo de Mar?a, quien presurosa subi? a la monta?a de Jud?, al saber que su prima se encontraba encinta.

?Qui?n eres Iglesia en Am?rica, para que la madre de mi Se?or haya venido a visitarte? As? saludamos hoy, en esta Eucarist?a, en esta V Conferencia General, desde este Santuario de Aparecida saludamos a Mar?a de Guadalupe, quien presurosa se hizo presente en la monta?a del Tepeyac, al saber que estaba en cinta un nuevo pueblo.

Mar?a e Isabel intercambiaron saludo y tambi?n compartieron las maravillas realizadas por Dios en ellas. La que llamaban est?ril se volvi? fecunda en plena vejez, y Mar?a, sin dejar de ser virgen, se convirti? en la Madre del Amor, en la Theotokos.

?T? eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre ! Exclam? Isabel, llena del Esp?ritu Santo, y agreg? : Dichosa t? por haber cre?do que se cumplir? lo que te fue anunciado de parte del Se?or.

Mar?a e Isabel manifiestan dos actitudes muy importantes para la vida de los disc?pulos y para la vida de la Iglesia como disc?pula.

Primero, la sensibilidad para atender a Dios y, descubrirlo presente en sus vidas, aceptarlo como interlocutor y actuante en sus voluntades, y recibirlo asumiendo en la fe los planes del Se?or.

Segundo, la capacidad de buscar a quien tambi?n ha descubierto al Se?or y sus acciones, y encaminarse para encontrarse con ella y compartir las maravillas que el Esp?ritu ha obrado.

Mar?a no solo ha visitado a su prima Isabel sino tambi?n ha hecho lo mismo con nosotros. Mar?a de Guadalupe se encuentra con San Juan Diego y le pide vaya en su nombre con el Obispo de M?xico para que le construya una casita donde pueda mostrar todo su Amor: el hijo de sus entra?as, a una sociedad que viv?a en la confusi?n y el desconcierto, a un cruce de razas y culturas que era el surgimiento de un nuevo pueblo.

Hoy nuestros pueblos latinoamericanos en medio de situaciones cr?nicas y reiterativas de inequidad creciente, autoritarismos que provocan violencia y corrupci?n, y bajo el influjo de la globalizaci?n, de la migraci?n y movilidad humana, del intercambio cultural, atraviesan una etapa de transici?n, donde est? surgiendo con dolores de parto la cultura adveniente que avizor? la III Conferencia General en Puebla, y ante lo cual, el Siervo de Dios Juan Pablo II convoc? a la Iglesia a una Nueva Evangelizaci?n.

Hoy reconozcamos los dones recibidos gracias a la presencia de Mar?a en Am?rica, necesitamos acudir y recurrir a ella para que nos muestre al Hijo que trajo al mundo, y con su ayuda, multiplicada en la devoci?n mariana extendida en todos nuestros pueblos, podamos preparar a la Iglesia para afrontar los nuevos retos que est?n tocando las puertas de las familias y de la sociedad entera.

Seamos una Iglesia como Mar?a de Guadalupe que inculturada muestre el rostro de la misericordia divina para consuelo y fortalecimiento espiritual, para redescubrir la dignidad de toda persona, independientemente de raza, lengua, cultura y naci?n. Que promueva crecimiento y acompa?e el desarrollo de los nuevos disc?pulos y misioneros de Jesucristo abrev?ndolos en la sabidur?a del amor, del temor, del conocimiento y de la santa esperanza .

Con Mar?a, disc?pula y maestra, seamos una Iglesia que presurosa vaya al encuentro tanto, de quienes como Isabel, reconocen las maravillas que obra el Se?or como de quienes, como San Juan Diego, atraviesan por la aflicci?n, el desconcierto, la incertidumbre, o la desesperanza. Seamos una Iglesia en estado permanente de misi?n.

Con Mar?a, oyente de la Palabra y su fiel servidora, seamos una Iglesia que viva lo afirmado en el libro de la Sabidur?a : los que me escuchan no tendr?n de que avergonzarse y los que se dejan guiar por m? no pecaran. Los que me honran tendr?n una vida eterna . Con Mar?a, mujer eucar?stica, seamos una Iglesia que redescubra y valore la Eucarist?a dominical, y experimente que: Los que me coman seguir?n teniendo hambre de m?, los que me beban seguir?n teniendo sed de m? .

Con Mar?a, esclava del Se?or, que camina en la obediencia a la voluntad del Padre y en la comuni?n como esp?ritu de vida, seamos una Iglesia, que apasionadamente entregada a la causa del Reino de Dios sea casa para todos y escuela donde se aprenda por el testimonio de quienes la forman: la caridad, el amor.

Ayer celebramos Pentecost?s. Cre?mosle a Jesucristo quien ha conseguido del Padre para nosotros el don del Esp?ritu Santo. Se?mosle d?ciles a sus inspiraciones para que ?l sea el art?fice de una Iglesia en Am?rica renovada, que haga presente y refleje el amor misericordioso y la bondad infinita de Dios, nuestro Padre.

Los invito a confiar como Mar?a y hacer nuestra su experiencia para que podamos felicitar a la Iglesia en Am?rica: Dichosa t? por haber cre?do que se cumplir? lo que te fue anunciado de parte del Se?or . Y ya cerca del t?rmino de la V Conferencia General los invito a exclamar: Mi alma canta la grandeza del Se?or, y mi esp?ritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque ?l mir? con bondad la peque?ez de su servidora. Am?n.

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ZENIT publica las palabras que pronunci? Benedicto XVI el domingo de Pentecost?s, 27 de Mayo de 2007, al rezar a mediod?a la oraci?n mariana del ?Regina Caeli? junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.


Queridos hermanos y hermanas:

Celebramos hoy la gran fiesta de Pentecost?s, en la que la liturgia nos hace revivir el nacimiento de la Iglesia, seg?n la narraci?n de san Lucas en el libro de los Hechos de los Ap?stoles (2,1-13). Cincuenta d?as despu?s de Pascua, el Esp?ritu Santo descendi? sobre la comunidad de los disc?pulos que ?perseveraban en la oraci?n, con un mismo esp?ritu? reunidos junto a ?Mar?a, la madre de Jes?s? y con los doce ap?stoles (Cf. Hechos 1,14; 2,1).

Podemos decir, por tanto, que la Iglesia tuvo su inicio solemne con la venida del Esp?ritu Santo. En este extraordinario acontecimiento, podemos ver las caracter?sticas esenciales de la Iglesia: la Iglesia es una, como la comunidad de Pentecost?s, que estaba unida en la oraci?n con ?un solo coraz?n y una sola alma? (Hechos 4,32).

La Iglesia es santa, no por sus m?ritos, sino porque, animada por el Esp?ritu Santo, tiene fija la mirada en Cristo, para vivir conforme a ?l y a su amor.

La Iglesia es cat?lica, porque el Evangelio est? destinado a todos los pueblos y por este motivo, ya desde el inicio, el Esp?ritu Santo hace que hable todos los idiomas.

La Iglesia es apost?lica, pues --edificada en el cimiento de los ap?stoles-- custodia fielmente su ense?anza a trav?s de la cadena interrumpida de la sucesi?n apost?lica.

Adem?s, la Iglesia, por su misma naturaleza, es misionera, y desde el d?a de Pentecost?s el Esp?ritu Santo no deja de incitarla a echarse a los caminos del mundo, hasta los ?ltimos confines de la tierra y hasta el final de los tiempos.

Esta realidad que podemos constatar en toda ?poca est?, por as? decir, anticipada en el libro de los Hechos de los Ap?stoles, donde se describe la entrega del Evangelio de los jud?os a los paganos, de Jerusal?n a Roma. Roma hace referencia al mundo de los paganos y, de este modo, a todos los pueblos que est?n fuera del antiguo pueblo de Dios.

En efecto, los Hechos de los Ap?stoles concluyen con la llegada del Evangelio a Roma. Se puede decir entonces que Roma es el nombre concreto del car?cter cat?lico y misionero, expresa la fidelidad a los or?genes, a la Iglesia de todos los tiempos, a una Iglesia que habla todos los idiomas y que sale al encuentro de todas las culturas.

Queridos hermanos y hermanas: el primer Pentecost?s tuvo lugar cuando Mar?a Sant?sima estaba presente en medio de los disc?pulos en el Cen?culo de Jerusal?n en oraci?n. Tambi?n hoy nos encomendamos a su intercesi?n maternal para que el Esp?ritu Santo descienda en abundancia sobre la Iglesia de nuestro tiempo, llene los corazones de todos los fieles y encienda en ellos --en nosotros-- el fuego de su amor.

[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit. Tras rezar el ?Regina Caeli? el Papa salud? en varios idiomas a los peregrinos. En espa?ol, dijo:]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua espa?ola, en particular al grupo de las parroquias de Santa Mar?a del Rosario y San Juan Bautista, de Venezuela. En este d?a de Pentecost?s, pidamos a Mar?a que nos ense?e a abrir el coraz?n al Esp?ritu Santo, para que gu?e nuestra fe y nos santifique con sus dones. ?Muchas gracias!

[? Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana]

Publicado por verdenaranja @ 23:42  | Habla el Papa
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Intervenci?n del cardenal Norberto Cardenal Rivera Carrera, arzobispo primado de M?xico, en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.


Quisiera alentar la propuesta de la Misi?n continental como una conclusi?n concreta de esta V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Evidentemente no se trata de una misi?n eventual o pasajera ni confiar la misi?n a una comunidad o movimiento quedando nuestras estructuras diocesanas o parroquiales fuera del proyecto.

Las estructuras mismas de la di?cesis, del decanato y de la parroquia, deben ser el eje de la misi?n para que la Iglesia local, como tal, sea misionera. La misi?n debe ser la vida ordinaria de la di?cesis y no un evento aislado.

La Arquidi?cesis de M?xico ha venido haciendo un esfuerzo a partir del Segundo S?nodo Diocesano, teniendo como momento culminante la Misi?n 2000 con ocasi?n del A?o Jubilar. Para esa ocasi?n nos propusimos hacer una Misi?n intensiva que nos impulsara en el camino que deber?amos recorrer en el futuro. Dijimos que era como un ensayo de lo que deber?a ser nuestra pastoral ordinaria. De ah? que a nuestro proyecto Pastoral Arquidiocesano se le ha llamado ?Misi?n Permanente?.

Un proyecto de esa naturaleza l?gicamente supone toda una infraestructura de sectorizaci?n, de preparaci?n de agentes para acciones espec?ficas, de un momento fuerte de primer anuncio, de paciencia para emprender el Catecumenado, de materiales adecuados y de un seguimiento constante por parte de la Asamblea Diocesana, y sobre todo de sus pastores. Por otra parte no estamos inventando el ?hilo negro?, el proceso evangelizador ya est? delineado en ?Ad Gentes?, ?Evangeli Nuntiandi?, ?Catechesi Tradendae?, ?Redemptoris Missio?, ?Christifideles Laici? y, sobre todo, en el Directorio General para la Catequesis.

La convicci?n misionera la tenemos todos los aqu? presentes, ciertamente, pero para no quedarnos en las nubes, ?mirando al cielo?, creo que debemos descender a los ?c?mos? y a las estrategias concretas para alcanzar el anhelo de ser y hacer ?disc?pulos y misioneros?.

Debo testimoniar que Santa Mar?a de Guadalupe ha sido la que convoca y abre caminos para la Misi?n; es m?s, ella misma es la Misionera.

Me gustar?a que manifest?ramos m?s la identidad Mariana de nuestro Continente.

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Intervenci?n del cardenal Juan Sandoval, arzobispo de Guadalajara (M?xico), en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

El 21 de mayo del a?o 2000, en el marco del jubileo de la Encarnaci?n, SS Juan Pablo II canoniz? 25 m?rtires mexicanos: San Crist?bal Magallanes y Compa?eros. Fueron 22 sacerdotes del ?rea rural que no abandonaron a sus ovejas, sino que siguieron pastore?ndolas con la palabra de Dios y los sacramentos: ?Este fue su crimen! Y tres laicos j?venes comprometidos en el apostolado.
Hoy se celebra su fiesta.

En su carta de preparaci?n para el Gran Jubileo de la Encarnaci?n, Juan Pablo II nos record? que el siglo XX ha sido siglo de m?rtires, y nos exhort? a no olvidar su memoria (Tertio Millennio Adveniente 37).

Me parece conveniente hacer una menci?n a su ejemplo de fidelidad a Cristo. Ante el secularismo creciente, ante un mundo ajeno y hostil, nuestra voz ser? contradicha.

Sobre todo en el tema de la familia y La Vida, requerimos la ?parresia? apost?lica, que anuncia con Valor y que antepone el mandamiento de Dios al de los hombres.

En el tema central de la misi?n no puede faltar el acento del valor del Testigo. El testimonio en una manera evang?lica de hablar de la misi?n: ?Recibir?is el Esp?ritu Santo y ser?is mis testigos?.

No es lo mismo profesor que Testigo, el profesor ense?a alg?n contenido intelectual sin comprometerse con ?l. El testigo en cambio se compromete con lo que testifica y con todas sus consecuencias.

S?, tenemos que ense?ar todo lo que el Se?or nos dijo, pero haci?ndolo vida nuestra y comprometiendo nuestra vida. Somos ?Maestros-Testigos?.

El M?rtir es el mejor disc?pulo porque va con Cristo hasta la Cruz y es el misionero m?s cre?ble porque sella con su sangre lo que anuncia.

Publicado por verdenaranja @ 23:29  | Hablan los obispos
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AMERICA/BRASIL - V Conferencia General de Aparecida: ?Tenemos el gran desaf?o de redescubrir el matrimonio como una vocaci?n al amor y el sacramento del matrimonio como la culminaci?n, que eleva esta vocaci?n entre un hombre y una mujer?: entrevista al ?nico matrimonio participante en la Conferencia

Aparecida (Agencia Fides) - El Dr. Luis Jensen y su esposa Pilar Escudero de Jensen, constituyen el ?nico matrimonio que est? participando en la celebraci?n de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Ambos pertenecen al Instituto de Familias de Schoenstatt desde hace 23 a?os, tienen 4 hijos y 26 a?os de matrimonio. El Dr. Luis es m?dico, ginec?logo obstetra y docente de bio?tica en la Universidad Cat?lica en Santiago, mientras que Pilar es profesora de historia y trabaja en el arzobispado de Santiago desde hace 10 a?os.

Vds constituyen el ?nico matrimonio en esta V conferencia ?cual es su testimonio en este acontecimiento eclesial?

Luis: Ha sido una gran novedad para todo el mundo, tambi?n para nosotros, y ha sido muy bonito porque todos lo han acogido muy bien y se dan cuenta que en realidad es muy importante que haya matrimonios aut?nticos en estas reuniones.

Pilar: Nosotros fuimos los m?s sorprendidos por esta invitaci?n, es la primera vez que se invita a un matrimonio y somos el ?nico matrimonio completo en la V Conferencia. Muchos Obispos se nos han acercado y han manifestado su alegr?a de que estemos aqu?. Tal vez lo ?nico que podemos dar es nuestro testimonio, por medio de nuestra presencia, de nuestra participaci?n en el grupo. Esperemos que para el futuro se valore cada vez m?s esta dimensi?n y haya m?s matrimonios, si bien est? claro que es una Conferencia de Obispos. Nosotros estamos muy agradecidos por esta invitaci?n y deseamos poder representar bien a todos los matrimonios, a las familias de Am?rica Latina

?Cu?l ha sido la importancia del tema de la familia durante la V Conferencia?

Luis: El mismo Santo Padre puso como primera prioridad que ?l esperaba que esta V Conferencia respondiera al desaf?o que hoy tiene la familia en Latinoam?rica por dos cosas: La primera porque es un patrimonio en este momento de nuestra cultura y un patrimonio de la humanidad. Am?rica Latina es un lugar donde todav?a se aprecia la familia, porque hay una fuerte vivencia de familia. Y en segundo lugar por el contenido mismo de esta conferencia, de formar disc?pulos y misioneros, de formar personas que conozcan y amen realmente a Cristo y esto se logra mejor que en ning?n otro sitio, en la familia, que es donde se forma la persona.

Pilar: Yo estoy en el grupo que est? trabajando en el tema de la familia, y hay muchos aportes, precisiones, distintas vivencias, inquietudes. Se ve que es un tema vivo como lo es tambi?n el tema de la mujer y de la vida pues son temas que nos tocan a todos. El gran inter?s demuestra que es un tema que debe ser prioritario para la Iglesia y debe ofrecer su aporte a la sociedad y la cultura. Nuestro deseo es poder enfocarlo como una buena noticia, pues normalmente de lo que m?s se habla es de los problemas, del an?lisis de todas las dificultades, de todos los dolores de la familia. Por eso nosotros quisi?ramos presentar la familia una gran noticia y juntos ayudamos para superar los problemas, acompa?ar los dolores, las dificultades.

El Santo Padre tambi?n se?al? la familia como una vocaci?n particular, ?c?mo se puede vivir esto en el mundo de hoy?

Luis: Ciertamente el matrimonio es una llamada extraordinariamente rica. Lo que caracteriza en el fondo al disc?pulo, es el saberse amado por Cristo y el tratar de amar como El all? donde est?. En nuestro caso, en la familia fundada en el matrimonio, en el amor conyugal y que como el mismo Santo Padre afirma en ?Deus Caritas Est?, es la forma de amor frente al cual todas las otras formas de amor palidecen. Es el lugar donde se experimenta por excelencia la maravilla m?s plena de la donaci?n total del uno al otro. La persona se descubre y se realiza a s? misma cuando descubre no s?lo que est? junto al otro sino que est? para el otro. Ese es el gran misterio de la familia, y frente a tantos ataques como sufre hoy de tantas ideolog?as que quieren destruirlas debemos dar una respuesta total volviendo a centrar la familia en este tesoro que es el amor humano.

Pilar: Aqu? en Am?rica Latina valoramos mucho la familia, pero entre los j?venes cada vez se valora menos o se tiene mucho temor y se piensa que no es posible un amor para toda la vida, que no es posible una entrega mutua a una sola persona. Precisamente por ello, tenemos un gran desaf?o y es redescubrir el matrimonio como una vocaci?n, como una vocaci?n al amor y el sacramento del matrimonio como la culminaci?n, como lo que eleva esta vocaci?n humana real entre un hombre y una mujer. El sacramento del matrimonio es para muchos el gran desconocido, es s?lo una ceremonia que se celebr? una vez pero no se ve como un sacramento actuante, permanente en la vida de los esposos, que lo podemos renovar, que podemos apelar a la gracia del sacramento. Debemos pues redescubrir el matrimonio en esa profundidad.

Luis: Junto a esta vocaci?n al matrimonio va tambi?n la vocaci?n a la paternidad y a la maternidad, que es la vocaci?n al servicio de lo m?s bello que hay que es formar a una persona, que es acompa?ar a una persona hasta su plena realizaci?n, su desarrollo. Dios nos conf?a estas personas y no podemos dudar que ?l nos ayuda.

Otra de las prioridades que puso el Santo Padre es el laicado y entre ellas resalt? el papel de los movimientos eclesiales. Vds. pertenecen a un movimiento eclesial. ?cual creen que debe ser el papel de estos movimientos respecto a las familias?

Luis: Los movimientos constituyen el "rostro joven de la Iglesia", son una manifestaci?n de la fuerza del Esp?ritu Santo que suscita comunidades que respondan a las demandas del tiempo. Creo que cada vez hay una mayor conciencia en nuestra Iglesia latinoamericana de que los movimientos eclesiales son un regalo del Esp?ritu para los tiempos actuales. El laicado en nuestra experiencia como matrimonio, como padres de familia, como constructores de una familia, tiene una riqueza enorme porque nos permite, con esa riqueza, con esa perspectivas, con esos valores, estar insertos en la sociedad y tratar entonces conscientemente de que all? donde estemos realmente se viva este esp?ritu de familia, se vaya tomando conciencia de que nosotros tenemos que tener una perspectiva de familia en todo lo que hacemos, de manera que el quehacer laborar no compita con la familia sino que sean una proyecci?n de la riqueza que tenemos

Pilar: La ense?anza del Magisterio de la Iglesia es riqu?sima pero tenemos como Iglesia una gran dificultad en encontrar los caminos para hacer llegar toda esta riqueza a nuestra gente, con un lenguaje comprensible, con itinerarios pedag?gicos, con un acompa?amiento y ah? es donde yo creo que los movimientos pueden ayudar tanto porque los movimientos tenemos estos itinerarios pedag?gicos, tenemos un acompa?amiento a nuestras personas, a todos los niveles: juventud, matrimonio, sacerdotes. Pero para esto se requiere por una parte apertura por parte de la iglesia diocesana o de la parroquia pero tambi?n se requiere una actitud de humildad y de servicio por nuestra parte. Y esto no siempre es tan f?cil porque a veces nosotros estamos tan entusiasmados con nuestro ideario o con nuestro carisma que quisi?ramos poder transmitirlo a todos. (FP/RG) (Agencia Fides 28/5/2007 L?neas: 88 Palabras: 1.272)

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VATICANO - El Mes de María — Santuarios marianos en África (3): Angola, Benin, Burkina-Faso

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Angola “Tierra de María”. Angola es conocida también como la tierra de María. En efecto, los primeros misioneros llegaron el 29 de abril de 1491 y construyeron una pequeña iglesia bajo la advocación de “Nossa Senhora Santa Maria” (Nuestra Señora Santa Maria). En la actualidad hay más de 100 iglesias y capillas dedicadas a la Madre de Dios. Entre las principales podemos mencionar el Santuario de Nuestra Señora de Fátima, inaugurado en Luanda por los Capuchinos en diciembre de 1964; muy famoso es también el santuario de Muxima, provincia de Bengo, en el centro del país; en Nova Lisboa, se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de Fátima y al sur, en Sa Da Bandiera, se encuentra el Santuario de la Montaña (do Monte).
No nos pueden sorprender los nombres en portugués de los santuarios, ni la fama que tiene Nuestra Señora de Fátima en este país de África, pues fueron los portugueses los primeros evangelizadores de Angola, así como de muchas otras regiones de ese inmenso continente. Al propósito de la evangelización de dicho continente citamos las palabras del Papa Juan Pablo II en la Carta Apostólica “Tertio Millennio Adveniente”: “En África, donde el primer anuncio se remonta a la época apostólica, junto a los 1650 años de la consagración episcopal del primer Obispo de los etíopes, san Frumencio (a. 397) y a los 500 años del inicio de la evangelización de Angola, en el antiguo reino del Congo (1491), naciones como Camerún, Costa de Marfil, República Centroafricana, Burundi y Burkina-Faso están celebrando los respectivos centenarios de la llegada a sus territorios de los primeros misioneros”. Por lo tanto desde hace más de medio milenio Angola es verdaderamente “Tierra de María”.
Benin. La Gruta de Dassa, también llamada de Nuestra Señora de Arigbo, bendecida en 1954 se ha convertido poco a poco en un centro de peregrinación nacional y en la actualidad también internacional. El 15 de agosto de cada año enormes masas llegan a Benin de Togo, Nigeria y Burkina-Faso. Se ha comenzado ya a construir un gran Santuario que será hermanado con la primera Basílica de Occidente dedicada a María: La Basílica Romana de Santa María la Mayor.
Burgkina-Faso. El Santuario de Yagma. En 1968 de escogió dicho lugar para construir un santuario mariano. Yagma es una colina poco elevada sobre la que se ha construido una reproducción en ladrillo y tejas de la Gruta de Lourdes. El lugar se encuentra a 15 kilómetros de la capital Ouagadougou. La cantidad de gente que frecuenta el santuario con los años ha ido siempre aumentando. Actualmente todas las semanas las parroquias de toda Burkina-Faso se van turnando para realizar su peregrinación anual. La poca sombra del lugar no desalienta a los peregrinos que durante las celebraciones tienen que aguantar el sol. Desde hace años que se está construyendo una iglesia grande a los pies de la colina.
Otros lugares marianos de Burkina-Faso: Nuestra Señora de Dingasso, diócesis de Bobo-Dioulasso; Nuestra Señora de la Paz, diócesis de Diebougou; Nuestra Señora de Louda, diócesis de Kaya; Nuestra Señora de la Reconciliación, diócesis de Koudougou; Nuestra Señora del Lago di Bam, diócesis de Ouahigouya. (J.M.) (Agencia Fides 26/5/2007; líneas 39, palabras 539)


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Comentario al evangelio, Mc 10,28-31, del martes de la cuarta semana del Tiempo Ordinario, sacado del libro "Ens??ame tus caminos" de Guillermo Guti?rrez.


Nuevo orden de valores. Para un jud?o del AT las bendiciones de Dios ten?an una expresi?n inequ?voca: la riqueza. Jes?s acaba de indicar al hombre del evangelio un orden nuevo de valores. La vida con Dios no se compra con dinero y puede exigir el desprendimiento de todo poseer. En esa renuncia encuentra Pedro motivo de una interesada pregunta: ?qu? beneficios tendremos nosotros por haberlo dejado todo para seguirte?

Y se da un paso m?s adelante. Si en el AT tambi?n la pertenencia al clan patriarcal era signo de bendiciones, las exigencias del nuevo Reino pueden imponer el corte de los lazos familiares. Nada en este mundo es fin en s? mismo y debe, por lo tanto, ser subordinado a Dios. No se trata de una filosof?a nueva. De lo que se trata es de una persona cuya preferencia justifica toda renuncia. Por eso se dice: ?por m? y por la buena noticia? (v. 29). Es necesario subrayar el aspecto de amor preferencial.

Las responsabilidades frente a la familia justifican las razones de vivir y trabajar. Ahora se propone el ideal de una familia nueva donde Jes?s lo signifique todo. Es la familia de todos los hijos de Dios presidida por Jes?s. En la comunidad eclesial la fraternidad y los bienes no pertenecen a nadie en exclusiva. Esta comunidad de hermanos no admite l?mites de razas, pa?ses o culturas. Significa ya en esta vida una enorme recompensa. En un segundo estadio se ensanchar? m?s y m?s hasta lograr su dimensi?n escatol?gica sin los riesgos del estadio temporal.

Los positivistas pueden mostrar su escepticismo por aquello del p?jaro en mano y unas promesas no divisables. Sin embargo la promesa existe y es norte de esperanza.

Muchos soci?logos no ocultan su preocupaci?n ante el fen?meno del n?mero creciente de j?venes no reconciliados con la vida. Tal vez porque lo han encontrado todo hecho desde el momento de nacer. El mucho poseer no hace la dicha. La renuncia y el esfuerzo templan el esp?ritu a condici?n de tener la esperanza en Dios.


Publicado por verdenaranja @ 23:13  | Espiritualidad
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27 Mayo (ACI).- Miles de peregrinos de todas partes del mundo se dieron cita este mediod?a en la Plaza de San Pedro para rezar el Regina Coeli con el Papa Benedicto XVI, quien hizo notar como en Pentecost?s se nos manifiestas las caracter?sticas esenciales de la Iglesia, Una, Santa, Cat?lica y Apost?lica, y su misionariedad.

En el d?a en que la Iglesia celebra la Solemnidad de Pentecost?s, el Pont?fice record? a los presentes ?que la Iglesia tuvo su solemne inicio con la llegada del Esp?ritu Santo, extraordinario evento en el que encontramos las notas esenciales y caracter?sticas de la Iglesia?.

?La Iglesia es una, como la comunidad de Pentecost?s ?dijo el Papa-. La Iglesia es santa, no por sus m?ritos, sino porque, animada por el Esp?ritu Santo, mantiene firme su mirada hacia Cristo, para ser conformarse con ?l y con su amor. La Iglesia es cat?lica, porque el Evangelio est? destinado a todos los pueblos. La Iglesia es apost?lica porque cuida fielmente las ense?anzas de los Ap?stoles por la ininterrumpida sucesi?n apost?lica?.

Asimismo Su Santidad destac? la ?naturaleza misionera? de la Iglesia, pues ?desde el d?a de Pentecost?s, el Esp?ritu Santo no cesa de impulsarla por el mundo hasta los confines de la tierra y hasta el fin de los tiempos?.

Finalmente el Papa se confi? a la maternal intercesi?n de Santa Mar?a ?para que el Esp?ritu Santo descienda abundantemente sobre la Iglesia y llene los corazones de todos los fieles y encienda en ellos el fuego de su amor?.

Domingo, 27 de mayo de 2007
26 de Mayo

(Fuente de la Guancha) En un ambiente familiar se celebr? el matrimonio can?nico de los J?venes Jos? Antonio D?az L?pez, natural y vecino de la parroquia, y J?sica Gonz?lez Gonz?lez, natural y vecina de Barranco Grande. Fueron sus padrinos Jos? Antonio D?az Garc?a, padre del contrayente y Juana Gonz?lez Fern?ndez, madre de la contrayente.


26 de Mayo

(Fuente de la Guanacha) Los vecinos del barrio de la Guancha de Abajo se reunieron de nuevo en la tarde-noche del d?a 26 de Mayo para venerar a la Madre de Dios en la advocaci?n de Ntra. Sra. de Coromoto participando en la Eucarist?a y procesi?n. La Lluvia del pasado domingo hizo que esta procesi?n se trasladara a este d?a. Se est? celebrando el cincuenta aniversario de la bendici?n de la Ermita y de la imagen por el obispo Don Domingo P?rez C?ceres.



Comentario al Evangelio del Domingo de Pentecost?s 27.05.07, de Monse?or Jes?s Sanz Montes, ofm, Obispo de Huesca y de Jaca

Como brisa huracanada
(Juan 20,19-23)


Hemos ido recorriendo las grandes etapas de la vida del Se?or al comp?s de la liturgia. El domingo pasado celebr?bamos la Ascensi?n del Se?or. Impresiona sobremanera el ver que esta ??ltima Palabra? que Dios env?a, la de su Hijo, sea dicha con tanta precariedad. Porque no ser? este hablar postrero de Dios una Palabra apabullante y tumbativa, sino humilde y libre como todas las suyas. Acamp? su Palabra en nuestras tierras condenadas a tantos exterminios, y abri? su Tienda para encontrarse con noso?tros en el Encuentro m?s estremecedor y decisivo, a fin de estrenar la felicidad, la verda?dera humanidad y la dicha bienaventurada de un amor sin precio ni ficci?n.

?Podemos tener acceso a cuanto dijo Jes?s en su arameo, en su oriente medio, hace tantos a?os ya? Aqu? nos lo jugamos todo. Porque este ?todo? se reduce a saber si aquello que ocurri? entonces, es posible que vuelva a suceder hoy, aqu? y ahora. Y Pentecost?s es la gracia de perpetuar d?a tras d?a, lugar tras lugar, lengua tras lengua, la Palabra y la Presencia de Jes?s.

As? lo prometi? ?l: ?os he dicho todo estando entre vosotros, pero mi Padre os en?viar? al Esp?ritu Santo para que os ense?e y os recuerde todo lo que yo os he dicho?. Esta ha sido la promesa cumplida de Jes?s. Y la historia cristiana da cuenta que en todo tiempo, en cada rinc?n de la tierra, y en todas las len?guas, Jes?s se ha hecho presente y audible cuando ha habido un cristiano y una comuni?dad que ha dejado que el Esp?ritu Santo ense?e y recuerde lo que el Padre nos dijo y mos?tr? en Jes?s.

El Esp?ritu prometido por Jes?s, nos hace continuadores de aquella maravilla, cuando hombres asustados y fugitivos pocos d?as antes, comienzan a anunciar el paso de Dios por sus vidas en cada una de las lenguas de los que les escuchaban. Quiera Dios que podamos prolongar tal Acontecimiento, siendo portadores de otra Presencia y portavoces de otra Palabra, m?s grandes que las nuestras, si consentimos que tambi?n en nosotros el Esp?ritu ense?e y recuerde a Jes?s, de modo que podamos ser tes?tigos de su Reino, de la Bondad y Belleza propias de una nueva creaci?n, en donde la vida de Dios y la nuestra pueda brindar en copa de bienaventuranzas.

+ Jes?s Sanz Montes, ofm

Obispo de Huesca y de Jaca

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Comentario al Domingo de la Ascensi?n (7? Pascua) 20.05.07, de Monse?or Jes?s Sanz Montes, ofm, Obispo de Huesca y de Jaca

El adi?s de quien est?
(Lucas 14,46-53)


Ha habido alguien en la historia que ha realizado el sue?o de Dios sobre el hombre, alguien que no ha cambiado este sue?o en pesadilla, alguien que ha sido feliz en la ?nica dependencia que hace libres: la de Dios. Toda la historia precedente estaba demasiado henchida de otras alternativas de dicha a las ofrecidas por Dios: las fru?tas prohibidas del Ed?n, las torres confusas de Babel, los ?dolos de dioses falsos. Jes?s ha inaugurado un modo nuevo de ser y de estar ante Dios, ante los hombres y ante el mundo. Con el cumplimiento de la vida terrestre del Se?or no termina aqu? su misi?n. Porque esa novedad de un pueblo, por ?l inaugurada, no termina con su ascensi?n al Padre. Jes?s entrando en el cielo abre la puerta hasta entonces cerrada por todos los pecados y pesadillas humanas.

Lucas, que comienza su Evangelio en el Templo, cuando es presentado Jes?s ni?o, tambi?n lo concluye en el Templo con los disc?pu?los de ese Jes?s como portadores de su Presencia y portavoces de su Palabra. Han de esperar a?n la llegada del Esp?ritu prometido, hasta que sean revestidos de la fuerza de lo alto. Aquellos disc?pulos quedaron embo?bados ante el trance de esta despedida, ante el adi?s menos deseado y m?s temido, el adi?s de quien m?s amaron y amar?n los hombres que han amado de veras. Por eso, los ?ngeles arrancar?n a los disc?pulos de su inmovilismo, para de?cirles lo mismo que les dijo Jes?s: no os qued?is mirando al cielo. Hay mucho que hacer.

No era una despedida la de Jes?s, para provocar nostalgias rom?nticas ni tristes sentimentalismos. Era un adi?s para un nuevo encuentro con quien prometi? estar de otro modo entre ellos ?hasta el fin del mundo?. Por eso ?se volvieron a Jerusal?n con gran alegr?a?, con una actitud tan distinta a d?as atr?s cuando se encerraron a cal y canto por miedo a los jud?os. Como el Padre envi? a Jes?s, ahora ?l env?a a los suyos. Ahora ten?dr?n que contar a todos, lo que han visto y o?do, lo que palparon sus manos, su convivencia con el Hijo de Dios. Y Jerusal?n se llenar? de alegr?a, de la de estos disc?pulos, la que Jes?s puso en sus corazones y nada ni nadie podr? arrebatar.

+ Jes?s Sanz Montes, ofm

Obispo de Huesca y de Jaca

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Carta pastoral del episcopado guatemalteco con el t?tulo ?La Gloria de Dios es la vida del hombre?.

I - Introducci?n

1. El valor de la vida humana ha sido reconocido y defendido ardientemente por la Iglesia desde los primeros a?os del cristianismo. Hace cerca de 2000 a?os, San Ireneo, uno de los Padres de la Iglesia, escribi?: "La gloria de Dios es la vida del hombre" (Adv., haer. IV, 20, 7). Y llegaba a esta conclusi?n, despu?s de reflexionar que la vida humana es como una participaci?n de la vida de Dios que, por amor, ha querido compartir con el ser humano.

2. La cultura de la muerte en la que estamos hundidos los guatemaltecos, desde hace ya mucho tiempo, es una forma pecaminosa de negarle a Dios la gloria que ?l merece. Nos sentimos por eso urgidos a invitar a nuestros fieles cat?licos y a todas las personas de buena voluntad a una reflexi?n profunda sobre el valor de la vida humana y as? enfrentar unidos uno de los desaf?os m?s graves del siglo XXI.


II - La Dignidad de la Vida Humana y su Car?cter Sagrado

3. La Iglesia siempre ha anunciado el evangelio de la vida, proclamando la creaci?n del hombre a imagen y semejanza de Dios para un destino de vida plena y perfecta (EV 7). Ha defendido que la vida pertenece s?lo a Dios y solamente a ?l corresponde darla o quitarla (Sal 32; EV 9). La vida de cada ser humano es "sagrada" porque Dios es quien la ha creado, ?l es su origen y su destino, su fuente y su meta. Es sagrada tambi?n porque cada uno de nosotros somos una imagen peque?a y sencilla, pero ciertamente veraz, de Dios, quien no s?lo nos cre? al insuflar su "aliento vital" en nosotros (Gn 2, 7) sino que nos hizo tambi?n a su imagen (Gn 1, 27). Al darnos la vida, Dios se ha entregado a s? mismo. Esta es la raz?n b?sica del car?cter inviolable de toda vida humana. La hemos recibido de parte de Dios. Tenemos, por eso mismo, que respetarla y cuidarla como el m?s grande bien que el Creador nos ha dado.

4. Por si esto fuera poco, el Hijo de Dios, al encarnarse, acentu? a?n m?s claramente el car?cter sagrado de la vida humana. "La palabra se hizo carne y habit? entre nosotros" (Jn 1, 14). En ?l, que es tambi?n ser humano hist?rico y concreto, brilla la plenitud de la vida, que trasciende nuestra realidad temporal y nos lanza hasta la vida eterna.

5. El centro del mensaje y de la misi?n de Jes?s es el Reino de Dios. En sus palabras y en sus hechos se revela c?mo el Reino de Dios es un Reino de vida para la dignificaci?n de todos los seres humanos. Con su muerte en la cruz sella con su propia vida el rescate de la nuestra de las garras del pecado y, con su resurrecci?n, plasma la victoria de la vida sobre la muerte: "?d?nde est?, muerte, tu victoria?" (1Cor 15, 56). Por eso, con toda raz?n, el Se?or, al defender la vida humana y ofrecer la vida sobrenatural y divina, nos dijo: "He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn 10, 10).

6. En la defensa que Jes?s hace de la vida, descubrimos una opci?n preferencial por los m?s d?biles. En su ?poca -como hoy- hab?a grupos de personas que sufr?an las mayores violencias contra la vida humana: los pobres, los enfermos, los pecadores, las mujeres, los hu?rfanos y los extranjeros. La marginaci?n que sufren esas personas toca su coraz?n y suscita en ?l una profunda compasi?n. El amor compasivo es la respuesta de Jes?s ante la vida amenazada y disminuida. Jes?s dio siempre vida, opt? a favor de la vida.


III - La cultura de la muerte: Violencia contra la vida humana

7. Suele definirse la violencia como el uso injusto de la fuerza que maltrata, hace da?o y causa muerte. La moral cristiana entiende por violencia todo aquello que amenaza, rompe o atenta contra la dignidad de la vida humana, impidiendo que ?sta se afirme y se realice en su plenitud. En nuestra patria las distintas formas de violencia y los atentados que se cometen contra la vida humana son diversos y m?ltiples, pero a todos los unifica una misma l?gica destructiva, una misma maldad, que atenta contra la vida de much?simos guatemaltecos y degrada a los que la promueven. Sin tratar de ser exhaustivos, quisi?ramos se?alar las manifestaciones m?s palpables de esta cultura de la muerte:

8. A nivel socio-econ?mico, la primera amenaza a nuestra dignidad se expresa en la hiriente pobreza que atenaza a la mayor?a de la poblaci?n en un marco de enorme desigualdad social. Se?alamos algunos datos:

9. De acuerdo con estudios de organismos internacionales, el 5% m?s rico de la poblaci?n concentra 63 veces m?s riqueza que el 5% m?s pobre, figurando nuestro pa?s como uno de los m?s asim?tricos del mundo, en donde el 20% de la poblaci?n percibe menos del 2% de los ingresos nacionales. As? el 56% de la poblaci?n malvive por debajo de la l?nea de pobreza, cifra que equivale a 7.3 millones de personas, concentr?ndose dicha miseria principalmente en las ?reas rurales aprisionadas entre el latifundio y el minifundio y ensa??ndose sobre todo en mujeres, ind?genas, ancianos y ni?os. No es de extra?ar, entonces, que el ?ndice del Desarrollo Humano de Naciones Unidas ubique a Guatemala en el ?ltimo lugar del istmo centroamericano y en el puesto 117 a nivel mundial.

10. De acuerdo a UNICEF, en Guatemala, el 49.3% de los ni?os menores de 5 a?os padece desnutrici?n cr?nica, es decir, 1,018,383. Guatemala ocupa el primer lugar en Am?rica Latina en el ?rea de desnutrici?n cr?nica y el sexto lugar a nivel mundial sigui?ndole a Nepal y Etiop?a. Es importante recordar la relaci?n existente entre la nutrici?n y el desarrollo cerebral del ni?o, ya que un ni?o desnutrido puede perder hasta un 40% de sus neuronas potenciales. Y todo ni?o que ha padecido de desnutrici?n cr?nica pierde hasta 11 puntos de su coeficiente intelectual y as? se les dificulta el desarrollo de su capacidad de aprendizaje en la escuela.

11. En este contexto, la participaci?n del sector p?blico en inversi?n social es absolutamente insuficiente. De la carga tributaria apenas se destina el 2.9 % a educaci?n, ciencia y cultura; el 1.8 % a salud y asistencia social y el 0.8 % a los principales fondos sociales. Todo esto empa?a la real consideraci?n de las personas que son afectadas por dichas situaciones como ciudadanos y niega el criterio ?tico social del "bien com?n".

12. Es cierto que el Gobierno de la Rep?blica ha estado apostando a influir en el crecimiento econ?mico mediante la inversi?n p?blica en los denominados megaproyectos, la apertura comercial asociada con el Tratado de Libre Comercio, el aumento del turismo y la atracci?n de la inversi?n privada nacional o extranjera, hacia media docena de los denominados "clusters" o conglomerados productivos, como parte de la agenda nacional de competitividad. Pero en este af?n, el gobierno ha suscitado rechazo de sectores importantes de la poblaci?n, al no haber consultado apropiadamente con los pueblos localizados en las ?reas de inversi?n, especialmente en el campo de la miner?a a cielo abierto. En la construcci?n de represas para generar energ?a el?ctrica la informaci?n ha sido deficiente, lo cual ha propiciado reacciones muy negativas en algunos municipios del pa?s. El gobierno tampoco ha logrado implementar una estrategia nacional que frene eficazmente el deterioro ambiental y logre la recuperaci?n de los ecosistemas afectados.

13. Aunque ha sido ratificado y puesto en marcha un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, es significativo el rechazo o, al menos, el escepticismo de amplios sectores sociales, dada la incertidumbre sobre sus efectos en el aparato productivo del pa?s, especialmente en el sector agropecuario y en los micro o peque?os empresarios y comerciantes.

14. La poblaci?n de nuestro pa?s es joven, ya que la mitad de los guatemaltecos no llega a la mayor?a de edad, pero, entre otros males, las condiciones econ?micas no generan oportunidades de empleo suficientes para absorber a quienes llegan a la edad adulta y desean obtener un empleo. Alrededor de 140 mil j?venes buscan empleo cada a?o, pero muy pocos lo encuentran. Esta situaci?n alimenta no s?lo la migraci?n cada d?a m?s numerosa, sino tambi?n la econom?a informal que supera actualmente los 2/3 de la econom?a nacional. Pero el fruto m?s terrible y doloroso es el crecimiento de las pandillas juveniles -llamadas en Guatemala "maras"- que se han convertido en un problema casi irresoluble.

15. En el caso de la migraci?n debe tenerse en cuenta que, a causa de la desesperaci?n y la incertidumbre, as? como del enorme d?ficit que nuestro pa?s tiene en la creaci?n de nuevos empleos, alrededor de un mill?n doscientos mil connacionales se han lanzado a buscar nuevas oportunidades fuera del pa?s. La mayor?a est? laborando en Norte Am?rica y, con sus remesas mensuales, contribuyen a sostener a sus familiares que quedaron atr?s. Todos conocemos que estas remesas representan la fuente m?s importante de divisas del pa?s por encima de los dem?s rubros de exportaci?n, llegando a superar los tres mil millones de d?lares anuales. As? ayudan al crecimiento econ?mico nacional. Los guatemaltecos migrantes han demostrado un gran esp?ritu emprendedor y valent?a superando los graves peligros que entra?a la odisea del viaje y buscando c?mo subsistir en otro pa?s que no es el suyo. Pero han pagado un alto precio: el desarraigo y la lejan?a de sus familias, cuya integraci?n se resiente seriamente, llega en no pocos casos a la desintegraci?n. Nos preocupa grandemente que, en el momento actual, el futuro de los migrantes guatemaltecos indocumentados en Estados Unidos es incierto, y sabemos tambi?n que el n?mero de deportados est? creciendo.

IV - El hermano mata a su hermano

16. A pesar de la gravedad de los datos se?alados en la secci?n anterior, el flagelo m?s doloroso para la poblaci?n es la violencia inmisericorde que est? afectando dram?ticamente al pa?s. Seg?n datos de la Polic?a Nacional Civil, entre los a?os 2000 y 2005, hubo en Guatemala m?s de 23,000 muertes violentas. Aunque la mayor?a de estas v?ctimas son varones ? y muchos muy j?venes ? hay un n?mero significativo de mujeres, contra las cuales se manifiesta especial sa?a. Es muy doloroso constatar que muchos de los asesinados son ni?os. La zozobra prevaleciente en las calles de los centros urbanos o en ?reas rurales hace que la poblaci?n est? desesperada y empiece a tergiversar los valores, llegando a tomarse la justicia por sus propias manos. La incapacidad de las fuerzas de orden, la inoperancia de los Tribunales de Justicia y un marco jur?dico abiertamente desbordado manifiestan la debilidad de un Estado incapaz de salvaguardar el orden y la vida de los habitantes.

17. Una consecuencia grav?sima de esta situaci?n es que nos hemos acostumbrado como sociedad a ver con indiferencia los hechos violentos que atentan contra la vida digna y el macabro espect?culo cotidiano de cad?veres tirados en las calles de la ciudad o en lugares descampados y a suponer irreflexivamente que detr?s de la mayor?a de cr?menes hay v?ctimas no inocentes. Guatemala es un pa?s de ampl?sima mayor?a cristiana. Por ello es un esc?ndalo para todos los creyentes en Jesucristo que tanto crimen se cometa con tanta impunidad. Eso nos cuestiona abiertamente desde los fundamentos de nuestra fe y nos llama a una profunda conversi?n.

18. La tendencia al consumo de estupefacientes ha venido aumentando en distintos estratos de la sociedad. Adolescentes y j?venes de todas las clases sociales se ven esclavizados por las drogas, deteriorando ostensiblemente las relaciones familiares, escolares y sociales.

19. La profunda pobreza en que viven trabajadores rurales y sus familias no solamente plantea la necesidad de reformas profundas en lo referente al uso y tenencia de tierras sino que exige un desarrollo rural integral. Esa pobreza constituye una gran tentaci?n para que en muchos sectores rurales se dediquen a la siembra de amapola y marihuana o se pongan al servicio de los narcotraficantes, por los beneficios econ?micos que estas il?citas actividades comportan.

20. El deterioro institucional, causado por la corrupci?n y la impunidad que se ha dado durante los ?ltimos a?os, ha logrado que muchos ciudadanos desconf?en de las autoridades y no crean en el sistema de administraci?n de justicia. El 97% de los homicidios cometidos en Guatemala quedan impunes. Eso genera un ambiente de creciente desaliento y hace que se pretendan volver justificables opiniones ajenas a toda ?tica tales como la aprobaci?n de la "limpieza social" y de los linchamientos entre numerosos sectores de la sociedad.

21. Licitaciones o cotizaciones ama?adas, cuotas de obras con ejecutores predeterminados, tr?fico de influencias, enriquecimiento il?cito de funcionarios y contratistas que se quejan de las comisiones que deben pagar. Todos estos son se?alamientos que se hacen a funcionarios tanto electos como nombrados, tanto de gobiernos locales como de instancias nacionales. Las pocas acciones il?citas que han sido comunicadas por la prensa, posteriormente se diluyen o desaparecen porque los casos no llegan a juicio o los se?alados de cometer actos il?citos salen libres por "falta de pruebas" o anomal?as en los procesos.

22. A las amenazas econ?micas, ecol?gicas, sociales y pol?ticas que atentan contra la dignidad de la vida de los guatemaltecos, se suman las provenientes del ?mbito cultural. Los cambios culturales propiciados por los peores aspectos de la globalizaci?n, conducen a una variaci?n en la conducta de amplios sectores de la poblaci?n, en especial de las nuevas generaciones que se evidencia en no poca apat?a y d?bil compromiso solidario y espont?neo. La vida, corta de aspiraciones o sin ellas, sin rumbo fijo y sin apego a tradiciones, carece de sentido. Se vive de emociones moment?neas y poco reflexivas; prevalece el materialismo y el hedonismo que provocan como consecuencia la poca autoestima y mucha desesperanza ante el futuro. Todo esto incide negativamente en la escala de los valores de los j?venes y en la convivencia familiar y social.

V - Una idea perversa de libertad

23. Entre los efectos negativos de esta transformaci?n cultural est?, en muchos j?venes, el concepto y la pr?ctica deformados de la sexualidad. En efecto, la sexualidad ya no es entendida como la expresi?n m?s profunda del amor humano que exige estabilidad y fidelidad, sino que es considerada solamente bajo la dimensi?n de placer y se defiende como un derecho absoluto sin ning?n freno o l?mite moral.

24. Los atentados contra la vida digna del pueblo guatemalteco -producto de una sociedad consumista y de una cultura de la muerte- ponen totalmente en entredicho los criterios ?ticos del bien com?n, de la solidaridad, de la honradez y del acceso equitativo y justo a los bienes ofrecidos por la naturaleza o producidos por el trabajo humano. Una r?pida mirada a los aspectos interpersonales y a las fases de la vida misma, evidencia la complejidad y peligrosidad de estas situaciones.

25. En el Congreso de la Rep?blica se aprob?, con un solo voto en contra la llamada "Ley de acceso Universal y equitativo de servicios de planificaci?n familiar", buscando con ella regular el crecimiento poblacional. A nuestro juicio, es una ley ambigua y, en algunos de sus art?culos, inicua, que no toma en cuenta la dignidad de la persona humana ni las normas morales que, precisamente, defienden esta dignidad.

26. Esa ley se?ala que la formaci?n del adolescente debe ser integral (Art. 10). Sin embargo no se hace ninguna referencia a la formaci?n moral que es esencial en la formaci?n de todo ser humano y especialmente del adolescente. Por eso nos preocupa seriamente el que se pretenda solucionar el problema social con leyes que comprometen el sentido humano y cristiano del amor, de la sexualidad y la transmisi?n responsable de la vida. El riesgo de traspasar los l?mites morales en nombre del ego?smo, del placer desordenado y el libertinaje en las costumbres, -aunque se trate de esconder todo este mal bajo el aspecto de un bien social y sanitario- se ve aumentado por el influjo negativo de muchos medios de comunicaci?n social. Reafirmamos la necesidad de ejercitar una paternidad responsable compaginada con un respeto absoluto a la vida humana. (GS 50, 2).

27. Aunque anticoncepci?n y aborto como eliminaci?n deliberada de un ser humano inocente, querida como fin o como medio, son de diversa naturaleza y peso moral, est?n sin embargo ?ntimamente relacionados y en no pocos casos responden a una misma mentalidad. Juan Pablo II escrib?a: "As?, la vida que podr?a brotar del encuentro sexual se convierte en enemigo a evitar absolutamente y el aborto es la ?nica respuesta posible frente a una concepci?n frustrada" (EV. 13).

28. El no-nacido es expresi?n m?xima de la indefensi?n, quiz?s solo equiparable a la de la fase terminal de la vida, sobre todo en situaci?n de precariedad e irreversible enfermedad. A uno se le elimina de antemano y al otro se le anticipa la muerte. No debe olvidarse que ambos ?aborto y eutanasia- son considerados por la Iglesia como graves des?rdenes morales pues violan el mandamiento divino de "no matar?s". Es ?sta una doctrina fundamentada en la ley natural y escrita en la palabra de Dios, transmitida por la tradici?n de la Iglesia y ense?ada por el magisterio ordinario y universal.

29. Con nuestras anteriores aseveraciones, algunos podr?an pensar que estamos cuestionando la legitimidad de las leyes civiles y socavando el esp?ritu democr?tico. Est? muy lejos de nosotros el pretender obstaculizar el avance hacia la democracia y propiciar el irrespeto a la autonom?a de lo civil y lo pol?tico. No podemos olvidar sin embargo lo dicho por el beato Juan XXIII cuando afirmaba que "la autoridad es postulada por el orden moral y deriva de Dios. Por lo tanto si las leyes estuvieran en contradicci?n con aquel orden,?no tendr?an fuerza para obligar en conciencia" (PT 273). Por ello las leyes civiles tienen el deber de asegurar el bien com?n mediante el reconocimiento y la defensa de los derechos fundamentales de la persona humana, el primero de los cuales es el derecho a la vida. Las leyes que autorizan o favorecen el aborto y la eutanasia se oponen radicalmente no s?lo al bien del individuo sino tambi?n al bien com?n y por consiguiente deber?an considerarse como privadas de validez jur?dica. Por esa raz?n las leyes civiles deben reconocer el deber y el derecho de cada uno a rechazar cualquier cooperaci?n con el mal. Y no hay que olvidar que esta buena nueva de la vida no es exclusivamente para los creyentes; es para todos. Todo ser racional, si no est? obnubilado por el ego?smo, los intereses personales o el odio irracional, comprende que trabajar a favor de la vida es contribuir a la renovaci?n de la sociedad, a la construcci?n de la aut?ntica democracia y al alcance de la paz duradera.

VI - Defensa de la vida humana

30. Hemos dicho que la Iglesia siempre ha anunciado el Evangelio de la vida. Y es que en Jes?s se anuncia y se comunica la vida divina y eterna (EV 30). ?l nos dijo que vino "para que tuvi?ramos vida, y vida en abundancia" (Jn 10, 10). Por eso la misi?n de la Iglesia -que es la de Jes?s- debe ser siempre una obra a favor de la vida y de una vida plena. Cada cristiano, cada miembro de la Iglesia Cat?lica deber?a ser un defensor de la vida en cualquier ?mbito social que se encuentre, sea el pol?tico, el acad?mico o el laboral.

31. En los diversos pueblos siempre se ha reconocido que la vida humana es un valor en s? misma. A pesar de las m?ltiples paradojas, contrastes y experiencias dolorosas que acompa?an nuestro diario vivir, sentimos y sabemos que vivir es algo valioso, algo que vale la pena, algo que hay que respetar en nosotros mismos y en los dem?s. Vivir es un bien personal y un bien com?n que hay que posibilitar y garantizar. En el art?culo tercero de la Declaraci?n Universal de los Derechos Humanos, se recoge esta valoraci?n de la vida al afirmar que "todo individuo tiene derecho a la vida". Este derecho se ha ido desplegando y concretando en las as? llamadas tres generaciones de Derechos Humanos: derechos civiles y ciudadanos -derechos econ?micos, sociales y pol?ticos- derechos culturales y ecol?gicos. Por eso no dudamos en proclamar que el derecho a la vida debe prevalecer frente a todas las situaciones que la nieguen o que la erosionen.

32. Por el hecho de vivir, podemos entrar en relaci?n con Dios. La llamada a la vida llega a su plenitud con la llamada que Dios nos hace en Jesucristo a ser sus hijos adoptivos y, al donarse ?l a nosotros, nos hace as? part?cipes de su vida divina. "La vida que el Hijo de Dios ha venido a dar a los hombres no se reduce a la mera existencia en el tiempo. La vida que, desde siempre est? en ?l, consiste en ser engendrados por Dios y participar de la plenitud de su amor" (EV 37). La vida es entonces un don de Dios, un regalo inmerecido e inesperado, que nos ha hecho a trav?s de nuestros padres y, por lo tanto, debemos acoger con gratitud.

33. Recibir este regalo con entusiasmo y con ?nimo de responder a esa llamada de Dios, es lo que nos pone en amistad con ?l, ya que, como afirma el libro de Sabidur?a "Dios es amigo de la vida" (Sab 11, 6) pero, todav?a m?s: en Jesucristo Dios se viene a "vivir" con nosotros, pone su casa en medio de todos nuestros avatares, relaciones, situaciones y proyectos. Dios ha puesto su "tienda" en medio de la vida misma, pues el lugar donde ?l decide habitar ser? el mismo que el nuestro, a fin de anticipar en esta fase de la vida, "la fase terrenal", lo que ser? plenitud en el futuro, en la "fase eterna": la plena comuni?n con ?l.

34. El Reino de Dios -tema central del mensaje y la misi?n de Jes?s- se manifiesta en los signos de la actuaci?n de Dios hecho Hombre en nuestra vida y en nuestra historia: cura a los enfermos (Lc 17, 11-14) da de comer a los hambrientos (Mt 14, 13-21), consuela a los afligidos (Mt 5, 4; Lc 13, 10-13), perdona a los pecadores (Mt 9, 1-8), libera a los endemoniados (Mt 8, 28-34) integra a los rechazados (Lc. 19, 1.10), defiende a los d?biles (Mt 7, 36.50) rehace a los deshechos (Lc. 9, 37-42) bendice a los considerados indignos de relacionarse con Dios (Mt 19, 13-15). Bastan estos ejemplos para ense?arnos que la misi?n de Jes?s es repartir vida y a ello precisamente nos invita. Seguir a Jes?s es dar vida como ?l la dio.

35. La vida -bien lo sabemos los cristianos- no se reduce a su fase terrenal; habr? una "vida eterna". Entraremos en esa otra fase de la relaci?n de comuni?n con Dios, en la medida en que nos convirtamos en defensores de la vida frente a sus actuales amenazas. El precepto "no matar?s", asumido y llevado a plenitud en la Nueva Ley, es condici?n irrenunciable para poder "entrar en la vida" (Cf. Mt 19, 16-19), (EV 54). Sobre todo lo lograremos cuando aprendamos a compartir lo que somos y tenemos, seg?n las ense?anzas del Se?or que nos relata San Lucas en los cap?tulos 18 y 20 de su evangelio. En efecto, la vida eterna, objeto de nuestra esperanza, ser? la manifestaci?n plena de lo que en esta fase terrenal hemos buscado y que apenas vislumbramos y saboreamos. Cristo nos dijo: "dichosos los limpios de coraz?n, porque ellos ver?n a Dios" (Mt 5, 8). "Ver" a Dios ser? la infinita novedad que nos aportar? la fase eterna de la vida. Pero ser? posible s?lo si tenemos limpio el coraz?n. Limpio el centro de nuestro yo donde se dan cita y purifican nuestros pensamientos e im?genes, nuestros sentimientos y emociones, nuestras decisiones y deseos. Un coraz?n limpio posee, como opci?n fundamental, el cuidado y la defensa de la vida, al igual que hizo Nuestro Se?or Jesucristo.

36. No podemos quedar indiferentes cuando vemos el ejemplo de Cristo que se conmov?a ante la marginaci?n de los m?s d?biles: le removieron las entra?as las multitudes que le segu?an y que no ten?an qu? comer (Mc 8, 1-10), sinti? dolor al ver a la gente afectada de enfermedades f?sicas y psicol?gicas y los cur? (Mt 14, 14), sinti? compasi?n ante la vida lastimada de m?ltiples maneras de gente que sufr?a y que era d?bil y volc? su coraz?n hacia ellos. Con raz?n el libro de los Hechos de los Ap?stoles nos dice que ?l "pas? haciendo el bien" (Hch 10, 37).

37. En las actuales circunstancias la defensa de la vida es un apremiante desaf?o que s?lo podr? afrontarse victoriosamente, si se realiza desde un profundo sentido de fe. Se debe luchar contra la cultura de la muerte y de la violencia que, como bien lo sabemos, es una realidad cotidiana en nuestro pa?s y existe precisamente porque, al interior de las personas y al interior de las maneras de relacionarse, han prevalecido y predominado las fuerzas del mal que arrastran por caminos de pecado y de rechazo a Dios. El Siervo de Dios Juan Pablo II nos dec?a en su Enc?clica el Evangelio de la Vida que "los medios es ciertamente enorme la desproporci?n que existe entre, numerosos y potentes, con que cuentan quienes trabajan al servicio de la "cultura de la muerte" y los de que disponen los promotores de una "cultura de la vida y del amor". (EV 100?) Pero nosotros sabemos que podemos confiar en la ayuda de Dios para quien nada es imposible (cf. Mt 19, 26).

38. Recorrer este camino atra?dos e impulsados por el esp?ritu, es vivir la espiritualidad cristiana. Dejarse llevar y conducir d?a a d?a por esa fuerza divina y hacerlo desde todo lo que somos, poseemos y so?amos, es lo que nos convierte en personas aut?nticamente espirituales. Para cuidar y defender la vida es imprescindible conocer y cumplir los principios ?ticos. Pero ese cuidado s?lo se mantendr? s?lido, constante y creativo, si tiene como alimento interno la vivencia y la pr?ctica espiritual. S?lo quien asume la vida desde la fe, es capaz de acogerla, transmitirla, promoverla y ofrendarla.

39. El Santo Evangelio nos presenta una forma de vida asentada en la fe y orientada por la esperanza, que se consuma en el amor. El amor es el centro del estilo de vida propiamente cristiano como nos lo ha recordado su Santidad Benedicto XVI en su primera enc?clica "Dios es amor". Amor, ante todo a Dios, que nos lleva a adorarle, reconocerle, dejarnos colmar de su ternura y hacerlo con todo el coraz?n, con toda nuestra mente y con todo nuestro ser. Quien se deja envolver por ese amor y le corresponde con sinceridad es quien ir? reconstruyendo en ?l los lazos vitales de comuni?n. Es la acci?n del Esp?ritu de amor en nosotros la que nos "aproxima" a los dem?s, la que nos hace pr?jimos, cercanos, solidarios.

40.Ser aut?nticos pr?jimos unos de otros posee varios rostros: el rostro de la amistad, de desear el bien del otro y realiz?rselo en la lealtad; el rostro de la paternidad y maternidad cari?osa y responsable, para la que ning?n desvelo, esfuerzo o sacrificio por los hijos se escatima o se niega para generar un ambiente familiar sano y formativo; el rostro de la fraternidad, muy ligado al anterior, en el que los hermanos se apoyan, respaldan, ayudan y perdonan; el rostro del enamoramiento y del cari?o conyugal, en el que la intimidad y la fidelidad hacen crecer a ambos y los realiza como personas y como pareja; y, finalmente, el rostro de la solidaridad, que va m?s all? de la tolerancia y de la coexistencia pac?fica, volc?ndonos al reconocimiento mutuo, al com?n esfuerzo por compartir y construir un pa?s distinto y con iguales oportunidades y compromisos para todos, sin perder de vista el auxilio a los que est?n en condiciones de mayor precariedad.

41. Esta acci?n del Esp?ritu provoca en nuestro coraz?n una profunda alegr?a, diametralmente opuesta a la cultura de muerte y de violencia que es compatible con la diversi?n comercial que con tanto ah?nco se difunde y se vende. Lo nuestro es algo muy distinto: se trata del gozo interior que se experimenta al poseer un sentido de vida centrado, aut?ntico, que expresa lo mejor de nosotros mismos como seres humanos y como creyentes. Es compatible este gozo con las dificultades y las penas, pues "recibieron el mensaje con gozo que el Esp?ritu Santo les daba en medio de tantas tribulaciones" (1Tes 1, 6). Se trata de un gozo que nadie nos puede arrebatar (Jn 16, 22) porque su fuente es el encuentro entre Dios y la intimidad de nuestro coraz?n, un gozo que, seg?n la promesa que hemos recibido, llegar? a ser "pleno" (Jn 16, 24) y definitivo, cuando el Se?or nos presente ante el Padre.


VII - Orientaciones Pastorales

42. Este gozo interior se desvanecer? como algo ilusorio, si no nos anima a actuar decididamente a favor de la vida. Pero para defender la vida se requiere un diagn?stico claro de las amenazas que la acechan y una aceptaci?n firme de principios morales para afrontar esas amenazas desde la fe cristiana; se necesita realizar proyectos y programas espec?ficos, asumidos por grupos sensibles a diversas problem?ticas. Urge, por eso, la promoci?n de "estilos de vida", de formas personales de vivir y el fortalecimiento del modelo de vida familiar, que pongan en primer plano la importancia humana y cristiana de la vida.

43. La defensa de la vida debe comenzar en la familia, resaltando que precisamente la familia es el "santuario de la vida", "el lugar primario de la humanizaci?n de la persona y de la sociedad" y "cuna de la vida y del amor" (Christifideles laici, 40). Requiere tambi?n el ejercicio responsable y de acuerdo a criterios morales de la sexualidad, don de Dios para transmitir la vida. La fidelidad, la comprensi?n, el di?logo continuo y amoroso, el respeto a cada una de las personas, son elementos indispensables para que la vida florezca fortalecida en el seno de cada familia con proyecci?n ben?fica hacia la sociedad.

44. La defensa de la vida tiene car?cter de urgencia en Guatemala. Por eso la Iglesia no debe cesar en la proclamaci?n del Evangelio de la vida. Es necesario que los cristianos nos convirtamos en amantes y defensores de la vida. Tenemos que anunciar "el n?cleo de este Evangelio de la vida que es anuncio de un Dios vivo y cercano, que nos llama a una profunda comuni?n con ?l" (EV 81). "Al anunciar este Evangelio no debemos temer la hostilidad y la impopularidad, rechazando todo compromiso y ambig?edad que nos conformar?a a la mentalidad de este mundo" (cf. Rom 12, 2), (EV 82 b).

45. La convivencia social se expresa en los tiempos modernos en la existencia del Estado y en las obligaciones que ?ste tiene. La primera de todas es otorgarle un marco de seguridad a todos los ciudadanos. Por ello es fundamental que el Gobierno incremente sus esfuerzos para dar seguridad a toda la poblaci?n. Es urgente que el Congreso de la Rep?blica legisle a favor de la vida y no imponga m?s leyes que atenten contra ella. Es necesario que los jueces, con justicia pronta y cumplida, apliquen la ley contra quienes act?en al margen de la misma, defiendan a los inocentes injustamente encarcelados y a cualquier persona victimizada.

46. La Iglesia, con su presencia ben?fica en todos los estratos de la sociedad, no puede renunciar a su clara misi?n de ser, a ejemplo de su fundador Jesucristo, fiel defensora de la vida. Sus escuelas, colegios y universidades tienen que ser reductos de defensa de la vida. Nuestra predicaci?n, constantemente, debe tocar los aspectos que formen a los feligreses y los conviertan en aut?nticos defensores de la vida humana. Los numerosos movimientos de apostolado laical deben ser centros de difusi?n de la doctrina cristiana que ense?a el valor trascendente y sagrado de la vida. El siervo de Dios Juan Pablo II nos urg?a a los obispos a recordar siempre que "somos los primeros a quienes se pide ser anunciadores incansables del Evangelio de la vida; a nosotros se nos conf?a tambi?n la misi?n de vigilar sobre la transmisi?n ?ntegra y fiel de la ense?anza propuesta en esta Enc?clica" (EV 82 b).


VIII - Conclusi?n

47. Al terminar esta carta pastoral escrita con preocupaci?n por la realidad dolorosa en que vivimos, pero, al mismo tiempo con esperanza en la fuerza de Dios y en la bondad de nuestro pueblo, volvemos la mirada a Mar?a que, como disc?pula perfecta de su hijo Jes?s, nos da un magn?fico ejemplo a imitar en el tema de la vida. Ella acoge con generosidad la vida cuando acepta ser la madre de Jes?s; en uni?n con el patriarca San Jos?, la defendi? con inusitada valent?a cuando Herodes pretend?a asesinar al ni?o; se preocuparon de la vida espiritual de su Hijo present?ndolo en el templo y cumpliendo para ?l las prescripciones de la ley; luego ella acompa?? a su hijo en los momentos terribles de su pasi?n, cuando era llevado a la muerte y estuvo presente de pie junto a la cruz, ense??ndonos a no claudicar en nuestra responsabilidad cuando la vida de cualquier ser humano est? en peligro.

48. Confiando en la protecci?n poderosa de la Madre de Dios, a la que amamos bajo el nombre de Nuestra Se?ora del Rosario, tenemos la certeza de que el pueblo fiel y todos los hombres y mujeres de buena voluntad, uniremos nuestras fuerzas y trabajaremos decididamente para erradicar las ra?ces del mal y ofrendar a Dios nuestro Se?or y Padre amoroso una naci?n donde florezcan la vida, la paz y el amor verdadero entre hermanos.

Guatemala de la Asunci?n, 20 de abril de 2007.

+ Mons. ?lvaro Leonel Ramazzini Imeri
Obispo de San Marcos
Presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala

+ Rodolfo Ignacio Cardenal Quezada Toru?o
Arzobispo de Santiago de Guatemala

+ Mons. ?scar Julio Vian Morales, SDB
Arzobispo Electo de Los Altos,
Quetzaltenango-Totonicap?n y
Administrador del Vicariato de Pet?n

+ Mons. V?ctor Hugo Mart?nez Contreras
Arzobispo dimisionario de Los Altos,
Quetzaltenango-Totonicap?n

+ Mons. Julio Edgar Cabrera Ovalle
Obispo de Jalapa
Vicepresidente de la Conferencia Episcopal

+ Mons. Jorge Mario ?vila del ?guila, CM
Obispo Em?rito de Jalapa
Tesorero de la Conferencia Episcopal

+ Mons. Rodolfo Francisco Bobadilla Mata, CM
Obispo de Huehuetenango
+ Mons. Pablo Vizca?no Prado
Obispo de Suchitep?quez ? Retalhuleu

+ Mons. Ra?l Antonio Mart?nez Paredes
Obispo de Solol? - Chimaltenango

+ Mons. Rodolfo Valenzuela N??ez
Obispo de la Verapaz

+ Mons. V?ctor Hugo Palma Pa?l
Obispo de Escuintla


+ Mons. Jos? An?bal Casasola Sosa
Obispo de Zacapa
y Prelado de Esquipulas

+ Mons.Gabriel Pe?ate Rodr?guez
Obispo Vicario Apost?lico de Izabal

+ Mons. Mario Alberto Molina Palma
Obispo de Quich?

+ Mons. Jos? Ramiro Pellecer Samayoa
Obispo Auxiliar de Guatemala

+ Mons. Mario Enrique R?os, CM
Obispo Auxiliar de Guatemala
Administrador Apost?lico de Santa Rosa de Lima

+ Mons. Gustavo Rodolfo Mendoza Hern?ndez
Obispo Auxiliar de Guatemala

+ Mons. Gerardo Flores Reyes
Obispo Em?rito de La Verapaz

+ Mons. Gonzalo de Villa y V?squez, SJ
Obispo Auxiliar de Guatemala
Secretario General de la CEG

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ZENIT publica el comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap. - predicador de la Casa Pontificia- a la liturgia del domingo,27 de Mayo de 2007, solemnidad de Pentecost?s.


Env?as tu Esp?ritu y son creados


Domingo de Pentecost?s
Hechos 1,1-11; Romanos 8,8-17; Juan 14,15-16.23b-26

La tarde de Pascua, Jes?s en el cen?culo ?sopl? sobre ellos [sus disc?pulos] y les dijo: "Recibid el Esp?ritu Santo"? [Jn 20,19-23 Ndr]). Este soplo de Cristo evoca el gesto de Dios que, en la creaci?n, ?sopl? sobre el hombre, hecho de polvo del suelo, un aliento de vida, y result? el hombre un ser viviente? (Gn 2,7). Con aquel gesto Jes?s viene a decir, por lo tanto, que el Esp?ritu Santo es el soplo divino que da vida a la nueva creaci?n, como dio vida a la primera creaci?n. El Salmo responsorial subraya este tema: ?Env?as tu soplo y son creados, y renuevas la faz de la tierra? [Sal 103,1-34. Ndr].

Proclamar que el Esp?ritu Santo es creador significa decir que su esfera de acci?n no se restringe s?lo a la Iglesia, sino que se extiende a toda la creaci?n. Ning?n tiempo, ning?n lugar est?n privados de su presencia activa. ?l act?a en la Biblia y fuera de ella; act?a antes de Cristo, en el tiempo de Cristo y despu?s de Cristo, si bien nunca separadamente de ?l. ?Toda verdad, de donde quiera que venga dicha -escribi? Santo Tom?s de Aquino-, viene del Esp?ritu Santo?. Cierto: la acci?n del Esp?ritu de Cristo fuera de la Iglesia no es la misma que dentro de la Iglesia y en los sacramentos. All? ?l act?a por poder , aqu? por presencia, en persona.

Lo m?s importante, a prop?sito del poder creador del Esp?ritu Santo, no es en cambio comprenderlo o explicar sus implicaciones, sino experimentarlo. ?Y qu? significa experimentar al Esp?ritu como creador? Para descubrirlo partimos del relato de la creaci?n. ?En el principio cre? Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusi?n y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas? (Gn 1, 1-2). Se deduce que el universo exist?a ya en el momento en que interviene el Esp?ritu, pero a?n era informe y tenebroso, caos. Es despu?s de su acci?n cuando lo creado asume contornos precisos; la luz se separa de las tinieblas, la tierra del mar, y todo adquiere una forma definida.

El Esp?ritu Santo es, por lo tanto, Aqu?l que permite pasar -a la creaci?n- del caos al cosmos, el que hace as? algo bello, ordenado, limpio ( cosmos viene de la misma ra?z que cosm?tico, ?y quiere decir bello!), realiza as? un ?mundo?, seg?n el doble significado de esta palabra. La ciencia nos ense?a hoy que este proceso ha durado miles de millones de a?os, pero lo que la Biblia quiere decirnos, con lenguaje sencillo e imaginativo, es que la lenta evoluci?n hacia la vida y el orden actual del mundo no ocurri? por casualidad, obedeciendo a impulsos ciegos de la materia, sino por un proyecto aplicado en ?l, desde el inicio, por el creador.

La acci?n creadora de Dios no se limita al instante inicial; ?l est? siempre en acto de crear. Aplicado al Esp?ritu Santo, esto significa que ?l es siempre el que hace pasar del caos al cosmos, esto es, del desorden al orden, de la confusi?n a la armon?a, de la deformidad a la belleza, de la vejez a la juventud. Esto a todos los niveles: en el macrocosmos y en el microcosmos, o sea, en el universo entero as? como en cada hombre.

Debemos creer que, a pesar de las apariencias, el Esp?ritu Santo est? a la obra en el mundo y lo hace progresar. ?Cu?ntos descubrimientos nuevos, no s?lo en el campo f?sico, sino tambi?n en el moral y social! Un texto del Concilio Vaticano II dice que el Esp?ritu Santo est? a la obra en la evoluci?n del orden social del mundo ( ?Gaudium et spes?, 26 ). No es s?lo el mal el que crece, sino tambi?n el bien, con la diferencia de que el mal se elimina, termina consigo mismo, mientras que el bien se acumula, permanece. Ciertamente a?n existe mucho caos a nuestro alrededor: caos moral, pol?tico, social. El mundo tiene todav?a mucha necesidad del Esp?ritu Santo; por ello no debemos cansarnos de invocarle con las palabras del Salmo: ??Env?a tu Esp?ritu, Se?or, y renueva la faz de la tierra!?.

[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit]

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Intervenci?n de monse?or Filippo Santero, obispo de Petr?polis, ante la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en nombre de los movimientos eclesiales y nuevas comunidades.

Habr?a deseado que esta presentaci?n fuera hecha por un laico. Tenemos entre nosotros dos fundadores que con mucha raz?n podr?an hablar, pero se me ha pedido leerles este texto fruto del trabajo com?n de los participantes de movimientos eclesiales en esta Conferencia de Aparecida, para as? expresar que antes que la especificidad de estados de vida existe la experiencia del encuentro con un carisma concreto que hace familiar la persona de Jesucristo.

Los movimientos eclesiales son una manifestaci?n de la rica y plural fecundidad del Esp?ritu. No son una realidad uniforme, sino un variado conjunto de diversas formas de vida y apostolado en la unidad y comuni?n de la Iglesia. En ellas sus integrantes aspiran a tomar en serio su vocaci?n a la santidad. En su experiencia los movimientos est?n al servicio de la Iglesia toda.

Sobre el tema central nos parece importante destacar que el disc?pulo nace por una atracci?n, por el poder del Esp?ritu que irrumpe y transforma la vida de los seres humanos, manifest?ndose en el testimonio de personas tocadas por el misterio, por una adhesi?n amorosa al Se?or Jes?s, creando el sujeto de la nueva evangelizaci?n. Para crecer en el discipulado, la doctrina es importante, pero no es suficiente, se hacen necesarios caminos pedag?gicos probados, un m?todo, un itinerario educativo que conduzcan a una adhesi?n al Se?or. El misionero es un disc?pulo que comunica con ? parresia ? la vida nueva en Cristo que recibi? como don. La misi?n, antes que ser un conjunto de iniciativas, es el anuncio y la comunicaci?n de esa vida.

La acci?n del Esp?ritu enciende el coraz?n y bajo su impulso la vida se vuelca en obras de evangelizaci?n y promoci?n humana. En Latinoam?rica no existe movimiento eclesial que no tenga un intenso compromiso social desde el Evangelio. Ante la gran misi?n evangelizadora del Continente los integrantes de los movimientos eclesiales y nuevas comunidades vibran por anunciar m?s a Jes?s y sus ense?anzas, y por construir una sociedad m?s justa y reconciliada, siguiendo las huellas de la Virgen Mar?a , la primera y m?s perfecta disc?pula y misionera.

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S?bado, 26 de mayo de 2007
Propuesta que ha presentado la Pastoral Ind?gena Latinoamericana a la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. La intervenci?n ha sido redactada por monse?or Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Crist?bal de Las Casas, Chiapas (M?xico), responsable de la Secci?n de Pastoral Ind?gena del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

SITUACION

1. La mayor?a de los pueblos ind?genas viven empobrecidos y excluidos. Sufren graves ataques a su identidad y supervivencia, pues la globalizaci?n econ?mica y cultural pone en peligro su propia existencia como pueblos diversos. Su progresiva transformaci?n cultural provoca la r?pida desaparici?n de algunas lenguas y culturas. La migraci?n, forzada por la pobreza, est? influyendo profundamente en el cambio de costumbres y de relaciones, e incluso de religi?n. Persiste un racismo inhumano y anticristiano contra ellos, incluso en ambientes eclesiales. Sin embargo, se constata una clara emergencia de diversas etnias, que se hacen cada vez m?s presentes en la sociedad y en la Iglesia, exigiendo sus derechos.

2. Nuestra Iglesia no ha permanecido al margen de esta realidad, sino que ha ido reconociendo el lugar y la misi?n que les corresponde, para que sean sujetos, protagonistas de la evangelizaci?n, agentes de la acci?n pastoral. En muchas partes, se est? impulsando una evangelizaci?n integral, con insistencia en la promoci?n humana y en la inculturaci?n del Evangelio y de la misma Iglesia. Se hacen esfuerzos, a veces aislados y espor?dicos, por traducir la Biblia, la liturgia y la catequesis a los idiomas nativos, y por integrar en las celebraciones algunos ritos tradicionales, aunque no siempre con la debida prudencia y competencia. Cada d?a son m?s los ind?genas que ejercen diversos ministerios en la Iglesia. Aumentan los sacerdotes, las religiosas y los di?conos ind?genas, para llegar a ser Iglesias m?s aut?ctonas, como las describi? el Concilio Vaticano II (Decreto Ad Gentes 6), sin negar los riesgos que este concepto implica. Faltan m?s obispos ind?genas.

3. Sin embargo, hay graves quejas de grupos ind?genas contra obispos, sacerdotes y religiosas, porque dicen que no tienen un coraz?n encarnado e inculturado en sus pueblos. Muchos desconocen las culturas ind?genas y tienen prejuicios. Es una injusticia que sean muy pocas las etnias que gozan de traducciones cat?licas de la Biblia y de la Liturgia, a las cuales tienen pleno derecho. Se usan traducciones b?blicas hechas por protestantes, con graves deficiencias culturales y doctrinales. Son muy escasos los ritos lit?rgicos inculturados, aprobados por la Santa Sede. En los Seminarios, poco se ha hecho por una formaci?n de los candidatos ind?genas al sacerdocio, que sea realmente inculturada.

4. Se han promovido encuentros regionales y continentales, simposios y otros eventos, para reflexionar sobre la situaci?n de los pueblos ind?genas, sobre los muchos nombres que se dan a Dios en las culturas ind?genas, sobre el lugar de Jesucristo y de la Iglesia. Se han escuchado reconocimientos a la labor misionera y liberadora de la Iglesia Cat?lica, pero tambi?n acusaciones a la no comprensi?n de las culturas originarias.

5. Es creciente el consenso de considerar propiamente ?teolog?a? a la llamada ?Teolog?a India?. Esta tiene su propio m?todo, que se basa en mitos, ritos, s?mbolos, tradiciones, sue?os, y que son formas distintas de expresar realidades trascendentes y de encontrarse con ellas, en un lenguaje m?s simb?lico que conceptual. Esta es la forma de razonar en las culturas ind?genas, m?s cercana a los m?todos orientales que al de la teolog?a cl?sica occidental. La Teolog?a India debe seguir definiendo su propio m?todo y elaborar alguna sistematizaci?n entre los contenidos doctrinales de fondo que hay en las culturas ind?genas, y su relaci?n con los diversos dogmas y misterios cristianos. Faltan puntos de referencia para una interpretaci?n cristiana de los mitos y ritos. Se resalta el clima de di?logo, sereno y maduro, que se ha ido creando sobre temas delicados de la Teolog?a India, con acompa?amiento de la Congregaci?n para la Doctrina de la Fe. Se ha considerado v?lida la distinci?n entre ?Teolog?a India India?, que reflexiona y revalora la sabidur?a de los mayores, sin referencia al Evangelio; es la quiere volver a las religiones precolombinas; ?Teolog?a India Cristiana?, la que se discierne, se valora y se ilumina a la luz de Jesucristo, junto con otras confesiones cristianas; y la ?Teolog?a India Cat?lica?, la que se confronta y se enriquece tambi?n con el Magisterio de la Iglesia Cat?lica.

PROPUESTAS

6. Es necesario presentar a los pueblos ind?genas la persona y el mensaje de Jes?s, en toda su profundidad. Cuando lo descubren, su vida es diferente. Son capaces de valorar las riquezas de sabidur?a y trascendencia que Dios sembr? en sus culturas, as? como juzgar las limitaciones de algunas costumbres y tradiciones. Es lamentable que algunos agentes de pastoral insistan m?s en actividades de promoci?n social, siempre necesaria, dejando en un segundo momento el anuncio expl?cito de Jes?s y la celebraci?n de los misterios cristianos. Algunos idealizan lo ind?gena, como si el pecado no estuviera presente all? tambi?n.

7. Hay que armonizar una doble fidelidad: por una parte, a Jesucristo, a su Iglesia, con Pedro y bajo Pedro; por otra, a los pueblos ind?genas, con sus ricas y variadas culturas, en las que Dios se ha hecho presente, y que necesitan tambi?n la redenci?n. Caminar al un?sono de nuestros hermanos ind?genas, en el momento actual en que ellos irrumpen en la sociedad y en la Iglesia, reclamando el reconocimiento de su identidad cultural y religiosa.

8. Reforzar el caminar de la Iglesia de Am?rica Latina y el Caribe: opci?n por los pobres, denuncia de las estructuras injustas, teolog?a liberadora ortodoxa, pastores cercanos al pueblo y defensores de los pobres, testimonio de los m?rtires, renovaci?n de la vida religiosa inserta entre los marginados, ministerios laicales y diaconado de los ind?genas.

9. Continuar la reflexi?n y los contactos entre los pastores y expertos en Teolog?a India. Escuchar sin prejuicios sus contenidos, definir sus logros, dificultades y deficiencias. Todo lo noble y digno que Dios a manos llenas sembr? en las culturas ind?genas, es motivo de leg?timo orgullo, de apertura al Esp?ritu, de camino de salvaci?n, de riqueza cat?lica para la Iglesia. En Cristo Jes?s disfrutamos de la plenitud del amor del Padre, y es ?ste el mayor tesoro que les podemos ofrecer, para que lleguen a su madurez definitiva.

En resumen, defender la vida amenazada de los pueblos ind?genas, acoger la Vida que el Esp?ritu est? haciendo nacer y ofrecerles la Vida plena en Cristo.

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Día 27
Domingo de Pentecostés


La victoria segura



La la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles no se narra en los evangelios sino en otro libro del nuevo testamento, “Los Hechos de los Apóstoles”, escrito por uno de los evangelistas, san Lucas. Aquel día se cumplió, como Jesús había prometido, el descenso del Paráclito, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, sobre los que estaban reunidos en aquel lugar. Yo rogaré al Padre –les había dicho– y os dará otro Paráclito para que esté con vosotros siempre: el Espíritu de la verdad, al que el mundo no puede recibir porque no le ve ni le conoce.

Como nos sucedería a cualquiera, si estuviéramos a punto de quedarnos sin quien más queremos en la vida, los apóstoles estaban tristes al oírle a Jesús decir que se marchaba. El ambiente de la última cena era especialmente íntimo; diríamos que Jesús se desahoga con los suyos, les manifiesta abiertamente –aunque sin poder evitar el misterio para las inteligencias de ellos, todavía demasiado humanas, poco sobrenaturales– lo que lleva en su corazón en esas últimas horas antes de la pasión. A la vez, sale al paso de la inquietud de los apóstoles, de lo que en esos momentos les preocupa. Se acerca la hora triunfo y, aunque no será como ellos se imaginan, va a cumplirse –y a la perfección– la tarea redentora que le llevó a encarnarse.

Una vez consumada la misión del Hijo en favor del hombre, la presencia de Dios junto a nosotros –siempre necesaria para que podamos ser santos– tendrá lugar con la Tercera Persona, el Santificador: Os conviene que me vaya, les dijo, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a vosotros. En cambio, si yo me voy, os lo enviaré. El mismo Dios, en su Tercera Persona, es prometido por Jesucristo antes de su Pasión y de su Ascensión. Y de tal modo sería su venida y su presencia en el mundo que, por duro y misterioso que les pareciera a los apóstoles, era muy conveniente para el hombre esa otra presencia divina en nosotros. Con admirable sencillez, les expone Jesús el plan divino para la santificación de la humanidad: Cuando venga el Paráclito que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. También vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. La presencia permanente de Dios Espíritu Santo en el cristiano se manifiesta en un testimonio continuo en él de Jesucristo; de modo que, por la acción del Paráclito, los hijos de Dios tenemos en la mente y en el corazón la vida y las enseñanzas de Jesús. Su doctrina es así una referencia constante para la propia conducta y un ideal de vida para la sociedad: el cristiano, consecuente con su condición, intenta de modo natural, a instancias del Espíritu, implantar con su vida por doquier el ideal del Evangelio.

Os he hablado de todo esto estando con vosotros; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todo y os recordará todas las cosas que os he dicho. Deseemos vivamente, por tanto, ese "singular" recuerdo –propiamente sobrenatural– de los sentimientos y afanes de Cristo en nuestro corazón. Se vive así, como Él quiere –como se sentía, por ejemplo, san Pablo–, una vida verdaderamente trascendente, porque ya no es sólo terrena, pues, sin abandonar este mundo, por la acción del Espíritu Santo, vivimos también la vida de Dios, somos otros Cristos, aseguraba el Apóstol. Y de tal manera es esto necesario, que si prescindiéramos de este nuevo modo de existencia en Jesucristo, seríamos –como personas– algo truncado, seres sin terminar, sin lograr la plenitud que propiamente nos corresponde: En verdad, en verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Igual que el Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre, así, aquel que me come vivirá por mí.

La Santa Misa, con la Comunión Eucarística, constituye la esencia y la raíz de la vida cristiana. Y de tal modo, que es en unión con el sacrificio de Cristo en la Cruz, renovado incruentamente cada día en nuestros altares, como tienen la debida relevancia sobrenatural cada uno de nuestros pensamientos, palabras y acciones. A esto nos lleva el Espíritu Santo. Esa vida que Jesús quiere para los suyos y que quiere presente en la sociedad para que sea vivificada desde dentro, es la que de Él brota para los hombres: de su Cruz y su Resurrección. Es la misma que anticipadamente dío a sus discípulos como comida y bebida “la noche en que iba a ser entregado”. El Paráclito, en efecto, impulsándonos suavemente a vivir como Cristo –propiamente en Cristo–, nos ha enseñado y nos invita a organizar nuestra existencia en torno a la Santa Misa. Así se vive la vida de Cristo y llega a ser una realidad la ofrenda de nosotros a Dios Padre en favor de los hombres.

María, al pie de la Cruz, sigue encarnando el hágase en mí según tu palabra, que pronunció al saberse destina para Madre de Jesús. El Espíritu Santo vendrá sobre ti, le había anunciado Gabriel, y toda su existencia terrena fue un empeño por vivir según el deseo divino. ¡Ojalá que nosotros, dóciles al Paráclito, queramos imitarla.


Publicado por verdenaranja @ 15:33  | Espiritualidad
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En el comunicado final emitido al t?rmino de la Asamblea General de la Oficina Internacional de la Escuela Cat?lica (OIEC) , los participantes han acordado reforzar la colaboraci?n entre las regiones y al interior de las mismas.

LA ESCUELA CAT?LICA COMO PEREGRINA DEL SIGLO XXI


OIEC (Oficina Internacional de la Educaci?n Cat?lica)


CONCLUSIONES DE LA ASAMBLEA GENERAL


En Santiago de Compostela, 25 de mayo de 2007

1. La Asamblea General ha decidido reforzar la colaboraci?n entre las regiones y al interior de las mismas y de orientar m?s sus trabajos sobre los temas de inter?s com?n.

2. La situaci?n sociopol?tica de numerosos pa?ses confronta a la escuela cat?lica con muchos problemas de injusticia social, de hambre, de violencia de todas las clases, de manipulaciones diversas, de p?rdida de valores, destrucci?n acelerada de las instituciones que han sentido la vida, de persecuci?n m?s o menos abierta e los cristianos.
La Asamblea General invita a todos sus miembros a tomar posici?n de manera oportuna, p?blica y prof?tica de estas realidades que condicionan inevitablemente el anuncio de nuestro mensaje.

3. Frente al surgir de formas de fundamentalismo religioso, la Asamblea General de la OIEC invita a las escuelas cat?licas a distinguir entre el verdadero y falso di?logo, entre la verdadera y la falsa religi?n, entre la fe y la ideolog?a. La Asamblea invita al mismo tiempo a profundizar su propia identidad con respecto a las nuevas condiciones filos?ficas y religiosas.
Frente a los desaf?os variados que aparecen en las diferentes formas y diferentes connotaciones en las cinco regiones del mundo, la Asamblea General declara que no puede quedarse extra?a y que lleva con determinaci?n su parte de responsabilidad en la construcci?n de un mundo mejor.

4. Preocupada de la cohesi?n social, la Asamblea General de la OIEC invita a sus miembros a profundizar su misi?n de evangelizaci?n de los j?venes y particularmente de los j?venes con problemas.
Esta misi?n es as? una respuesta a las esperanzas profundas de las familias, frecuentemente ellas tambi?n en situaci?n precaria. Para realizar este objetivo, la Asamblea invita a sus miembros a desarrollar las nuevas pedagog?as adaptadas que traducen en la vida cotidiana los valores evang?licos.

5. La Asamblea General de la OIEC invita a sus miembros a reforzar el esfuerzo de la formaci?n inicial y continua de los cuadros educativos y administrativos, m?s particularmente, de los laicos. Este esfuerzo necesita una colaboraci?n m?s grande con las universidades y la utilizaci?n m?s intensa de las nuevas tecnolog?as. La Asamblea General desea que la OIEC llegue a ser promotora de la comunicaci?n y de la participaci?n de experiencias formativas.

6. La Asamblea General pide a sus miembros que se sientan concernidos por as pol?ticas de educaci?n y las tendencias contempor?neas af?n de tener una contribuci?n oportuna y pertinente en caso de debate.
Apoya todas las asociaciones que luchan por la subvenci?n de la escuela cat?lica sin ning?n impedimento a la libertad de crear centros educativos, de nombrar los ense?antes y los directores y el derecho de los padres a elegir la escuela libremente.

7. La Asamblea General invita a sus miembros a hacer un esfuerzo conjunto para reforzar el rol de los representantes permanentes en Par?a, Estrasburgo, Nueva York y Roma. Ellos contribuyen a una m?s grande visibilidad de la Escuela Cat?lica en el debate internacional sobre los grandes temas que ocupan a nuestra sociedad.

8. La Asamblea General de la OIEC quiere mandar un testimonio de solidaridad con el L?bano

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V Conferencia General de Aparecida - ?En la misi?n lo m?s importante es despertar el coraz?n del hombre, despertar su verdadera humanidad, su ser capaz de preguntarse sobre el sentido trascendente de la vida?: entrevista a Mons. Santoro, Obispo de Pret?polis

Aparecida (Agencia Fides) - Mons. Filippo Santoro Obispo de Petr?polis (Brasil), en una entrevista concedida a la Agencia Fides describe las principales caracter?sticas de la misi?n en Brasil y el tema de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe disc?pulo y misionero.

- ?Cu?les son las caracter?sticas de la dimensi?n misionera m?s relevantes en Brasil?

En primer lugar podemos destacar que es una misi?n en un mundo secularizado, y este es quiz? el aspecto menos desarrollado de nuestra actividad misionera. El mundo actual tiene una gran influencia en toda la vida, influencia la manera de pensar, influencia la manera de decidir y la manera de actuar. En este sentido considero que tienen una importancia particular los movimientos eclesiales, porque ellos dan una especial atenci?n al mundo de la cultura, al mundo del arte, al mundo de la comunicaci?n. Es interesante proponer hoy en d?a una vida nueva, una experiencia nueva. De este modo, los movimientos viviendo en estos contextos, en estos nuevos are?pagos ofrecen la posibilidad de encontrarse con la persona de Cristo y no simplemente con una teor?a, ofrecen una verdadera experiencia de familia, una experiencia de trabajo diferente del que ofrece el mundo secularizado. Como toda realidad que se vive a partir del encuentro con Cristo, desde el encuentro fascinante con Cristo, transforma y las cosas que parecen m?s secularizadas, m?s separadas de Dios, se convierten en instrumentos para la comunicaci?n de la presencia del Se?or.

Junto con la evangelizaci?n del mundo secularizado es evidente la importancia que tiene la misi?n en un medio popular. En este campo es indispensable una misi?n que valore la religiosidad popular, que valore los s?mbolos, los sacramentos y todo aquello que manifiesta el rostro misericordioso y humano de Dios. Tiene tambi?n una importancia extraordinaria la presencia de la Virgen Mar?a, nuestros santuarios marianos, la devoci?n a los Santos, como instrumentos que ayudan para encontrarse con Cristo personalmente.

Junto con estos medios populares no podemos olvidar el ambiente de la cultura. De aqu? la importancia de las universidades cat?licas, de las escuelas cat?licas. Esto constituye un gran desaf?o. Pero como en todos los desaf?os el punto de partida es la irrupci?n del don de Dios, por medio de la fuerza del Esp?ritu, que renueva todo y que transforma toda la realidad desde dentro.

?Cuales son los temas m?s comunes y m?s relevantes de los tratados hasta ahora en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe?

Lo que me ha parecido m?s importante es el tema de disc?pulos y misioneros, porque ese es el punto de partida que tiene una gran influencia sobre el resto de los temas. Por supuesto, que son importantes los an?lisis, ver la realidad, pero aquello que m?s nos interesa y nos mueve, es mirar el coraz?n misionero. Y antes de indicar c?mo deben trabajar los misioneros, me parece muy importante indicar de d?nde nace el misionero. El misionero no nace de un iniciativa humana, el misionero nace de la irrupci?n del don de Dios en la vida de algunas personas. Y as?, esas personas cambian, esas personas comunican la presencia de Cristo como un hecho actual que transforma la vida, que alumbra nuestra existencia, y que nos da la posibilidad de vivir la realidad con un entusiasmo y una plenitud nueva. De este modo la experiencia del nacimiento del misionero es el punto que determina todos lo dem?s, que determina el enamoramiento y el apasionarse por Cristo. Este punto no est? en nuestras manos, es puro don de la gracia que nosotros reconocemos y precisamente en esta asamblea se est?n abriendo los ojos sobre esos elementos, que son los elementos originarios de la realidad.

Otro aspecto interesante es ver como crece y se desarrolla el disc?pulo. Es necesaria una pedagog?a, un m?todo. Cuando se habla de m?todo, cuando se habla de pedagog?a, debemos tener presente ante todo como actuaba Jes?s: Jes?s despertaba los corazones de las personas y as? debemos actuar nosotros. En el mundo actual muchas veces lo que est? en crisis no es tanto las respuestas cristianas, que nacen de la fe, sino que es m?s bien la cultura dominante, que reduce todo al instinto inmediato y al logro, a tener m?s y que impide al hombre plantearse las preguntas transcendentales. De ah? la funci?n del m?todo que estoy planteando, la importancia de despertar el coraz?n del hombre, de despertar su verdadera humanidad, su ser como hombre capaz de preguntarse sobre el sentido transcendente de la vida. Todo esto no se resuelve con unos simples cursos de formaci?n para los misioneros. Debe ser un m?todo pedag?gico como el que hizo Jes?s y como el que ha realizado la Iglesia por medio de sus Santos. Un m?todo que despierta la humanidad, y que ofrece a Cristo como experiencia, como respuesta a las exigencias de la humanidad. A partir de ah? nace el verdadero inter?s por Cristo que lleva a decir como San Pedro: ?Ad?nde iremos nosotros. S?lo T? tienes palabras de vida eterna?. Es necesario pues llevar a esta convicci?n, de otro modo estaremos dando respuestas que en realidad no responden a los principales interrogantes del hombre. Es necesario ofrecer esta respuesta extraordinaria, impensable y mucho mayor de cuanto pudi?ramos pensar, como es la belleza de la presencia de Cristo vivo en medio a nosotros, capaz de transformaci?n toda la sociedad. (FP/RG) (Agencia Fides 25/5/2007 L?neas: 67 Palabras: 930)

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JORNADAS NACIONALES DE DELEGADOS DIOCESANOS DE MISIONES
ASAMBLEA GENERAL DE DIRECTORES DIOCESANOS DE OMP

(Madrid, 22-24 de mayo de 2007)
P. Vito Del Prete
Secretario General de la Pontificia Uni?n Misional


El tema de la Jornada Misionera Mundial se centrar? en el lema ?Todas las Iglesias para todo el mundo?, que constituye el contenido y el t?tulo del Congreso Internacional ?Fidei Donum?, que ha tenido lugar en Roma al inicio del mes de mayo.

Es un tema que el Papa ha indicado y elegido para conmemorar, relanzar y actualizar la realidad misionera ?Fidei Donum?, que es la expresi?n m?s comprensible, inmediata y eficaz de la responsabilidad que todas las Iglesias tienen ante el mandato misionero de Cristo. S? que la Iglesia en Espa?a no solamente ha inaugurado, sino que ha inventado la participaci?n en la misi?n universal seg?n el modelo de Comuni?n entre las Iglesias, desde 1947 con la instituci?n de la OCSHA, instituci?n que he propuesto a las Iglesias como modelo, publicando a este respecto un art?culo del Vicedirector nacional de las OMP, P. Anastasio, en Omnis Terra.

Todas las Iglesias para todo el mundo, se puede traducir as?: A la Iglesia, a todas las Iglesias particulares y a todos en la Iglesia les ha sido confiada la tarea de evangelizar las Gentes hasta los extremos confines de la tierra.

Los elementos que definen el contenido de la Jornada Misionera Mundial son dos: TODAS las Iglesias ? TODO el Mundo. Se trata de la universalidad de la misi?n que Cristo ha confiado a su comunidad: universalidad de los sujetos misioneros y universalidad de los destinatarios de la evangelizaci?n. En el fondo, se dice que toda la Iglesia y todas las Iglesias tienen como tarea prioritaria, absoluta, justificante de su propia existencia y actividad, s?lo uno: ir y anunciar el Reino de Dios, venido en Cristo, Salvador del Mundo, en un modelo de comuni?n misionera entre todas las comunidades diseminadas entre los pueblos del planeta.

Esta es la conciencia y el impulso que el Vaticano II y la praxis eclesial de este ?ltimo siglo han impulsado.

La reflexi?n del Vaticano II ha tenido siempre presente, m?s a?n, ha sido inspirada precisamente por estos dos polos: IGLESIA-MUNDO, para dar una respuesta al interrogante existencial que contin?a siendo la inquietud de todos los que se preocupan por el Reino de dios y la plena realizaci?n de la humanidad que Dios ha querido e imaginado: Iglesia, ?cu?l es tu misi?n? Pero para responder a esta pregunta, es necesario antes comprender la naturaleza de la Iglesia y el por qu? de la misi?n. Y esto ha sido posible gracias a una relectura de toda la historia de la salvaci?n, de la que Cristo es la realizaci?n.


1. Algunos puntos fundamentales

? Cristo es la luz de las Gentes. La Iglesia no brilla por luz propia, no tiene en s? misma su ser y su consistencia, sino que depende absolutamente de Cristo, que debe ser su constante punto de referencia, apoy?ndose en la irradiaci?n de su luz. La Iglesia es el organismo vivo a trav?s del cual Cristo contin?a su misi?n salvadora en nombre de su Padre con la fuerza del Esp?ritu Santo.
? Esta Iglesia existe para la humanidad. Como comunidad convocada por la Trinidad, la Iglesia es la voz doxol?gica de la humanidad y del universo; es el signo o sacramento de la humanidad salvada (pueblo santo de Dios, un reino de sacerdotes) que debe testimoniar y proclamar la salvaci?n de Dios (pueblo de profetas). Pero lo debe hacer a la manera de Dios, que ha enviado su Hijo, que ha tomado carne humana de Mar?a, ha descendido a las ra?ces m?s oscuras y limitadoras de la humanidad, comparti?ndolo todo, incluido el abandono de su Padre, el cual lo ha entregado a la muerte de cruz.
? Toda la Iglesia, en sus presencias culturales e hist?ricas, est? consagrada a la misi?n. Es siempre una Iglesia local, una comunidad concreta, hist?rica, de disc?pulos, quien ora, anuncia, interpela y, a la luz de su Se?or, ilumina y se integra en el curso de la historia de la humanidad, para estar en medio de todos los pueblos. La Iglesia local es la Iglesia universal que pone su tienda entre la gente.
? Esta Iglesia local es el pueblo elegido de entre las gentes, convocado en la unidad del Padre, y del Hijo y del Esp?ritu Santo. Los Romanos son llamados por Jesucristo de entre las gentes, son hijos queridos de Dios y santos por vocaci?n (Rm 1, 1); los Corintios son santificados en Jesucristo, llamados a ser santos (1Cor 1, 2); los Tesalonicenses han sido elegidos por Dios de entre las gentes (1Tes 1, 4); ?Yo un pueblo numeroso en esta ciudad? (Hch 18, 10). El discurso de Santiago a la asamblea de Jerusal?n ofrece todav?a m?s luz. Los cristianos son el pueblo consagrado: Dios ya al principio intervino ?para procurarse entre los gentiles un pueblo para su Nombre? (Hch 15, 14); los cristianos son consagrados por el bautismo, que les hace un pueblo santo, consagrado. ?Los bautizados son consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo por la regeneraci?n y por la unci?n del Esp?ritu Santo, para que por medio de todas las obras del hombre cristiano ofrezcan sacrificios espirituales y anuncien las maravillas de quien los llam? de las tinieblas a la luz admirable? (LG 10). Por eso el Vaticano II afirma que ? se da una verdadera igualdad entre todos en lo referente a la dignidad y a la acci?n com?n de todos los fieles para la edificaci?n del Cuerpo de Cristo? (LG 32).

Todos participan en la misi?n salv?fica de la Iglesia, a la que Cristo mismo les ha destinado. Cada Iglesia y cada uno son, juntos, testigos e instrumentos vivos de la misma misi?n ?a la medida del don de Cristo (Ef 4,7)? (LG 33). Es una llamada directa de Cristo a la corresponsabilidad de la misi?n, en la multiplicidad de los dones del Esp?ritu.

El Esp?ritu se manifiesta en la Iglesia local (1Cor 14) con una riqueza de carismas por medio de los cuales el ?nico Esp?ritu da a cada fiel la llamada y la responsabilidad de la misi?n, en el proceso de la nueva creaci?n, a la que tiende toda su actividad. Es el Esp?ritu quien da la eficacia a los ministerios necesarios para la misi?n, les une, les ordena y les preserva.

Cada miembro de la comunidad est? dotado de carismas y de ministerios, no s?lo cuando est? reunido con la comunidad, sino tambi?n cuando se encuentra en el mundo. La llamada y la responsabilidad de la misi?n es para todos, no se encuentra vinculada al sexo, ni al estado de vida, porque esta llamada convierte la situaci?n particular de la persona al servicio del Reino de Dios. Cada uno debe dar a la Iglesia y a la edificaci?n del Reino de Dios todo cuanto tiene y puede hacer. Toda capacidad y potencialidad humanas se pueden poner al servicio del ministerio cuando se usan en Cristo.

Por eso es tremendamente verdad el hecho de que si la Iglesia pierde de vista la misi?n, se marchita, y sus miembros se convierten en miembros pasivos y ap?ticos. La Iglesia se tiene de pie o cae en la misi?n.


2. Lectura de la historia

a. Hoy, el cristianismo se encuentra en Europa en la situaci?n de tener que justificar su existencia. ?El proyecto de vida cristiano se ve continuamente desde?ado y amenazado; en muchos ambientes p?blicos es m?s f?cil declararse agn?stico que creyente; se tiene la impresi?n de que lo obvio es no creer, mientras que creer requiere una legitimaci?n social que no es indiscutible ni puede darse por descontada. [?] En la ra?z de la p?rdida de la esperanza est? el intento de hacer prevalecer una antropolog?a sin Dios y sin Cristo. [?] La cultura europea da la impresi?n de ser una apostas?a silenciosa? (Ecclesia in Europa 7. 9).

El hombre ha realizada casi en todas las partes una cesura con su mundo cultural y religioso, y se ha encontrado en un vac?o. Ha extraviado su identidad profunda y se ha convertido en un n?mero que no quiere ser descodificado. Quiere construirse su ciudad terrena, con leyes seg?n su conveniencia, reivindicaciones o exigencias individuales, hechas pasar casi siempre por derechos humanos. No acepta un punto de referencia universalmente v?lido, sea Dios o la naturaleza del ser humano. El hombre se convierte en un ser en construcci?n sin rostro, sin ninguna agarradera ni meta, zarandeado por diferentes corrientes, sin saber d?nde se encuentra su punto de amarre.

La situaci?n de la humanidad en esta transformaci?n epocal se presenta confusa, equ?voca, contradictoria, indescifrable. Solidariedad e injusticia internacional, aspiraci?n a la paz y producci?n y ventas de armas, ayudas a los pa?ses del tercer mundo y explotaci?n injusta e indiscriminada de sus riquezas naturales, pr?ctica del aborto y aversi?n radical contra cualquier forma que tienda a negar la vida, di?logo e intolerancia y guerras culturales y religiosas, fundamentalismo religioso y abandono de las religiones, conviven en nombre de los mismos principios de libertad, de igualdad.

El hombre quiete ser creador de s? mismo, sucumbiendo a la reiterada tentaci?n de arrogarse la prerrogativa divina. Tenemos aqu? no solamente la fractura entre fe y cultura, sino el rechazo pr?ctico de la fe en hombre de la ?omnipotencia? humana.

El hombre ha quedado empobrecido de su realidad fundante: ya no tiene m?s perspectivas, sino aquellas de su limitada realidad. Est? resignado a vivir el presente, m?s all? del cual no ve o no quiere atisbar el futuro.

Por eso, nuestra generaci?n se caracteriza por la angustiosa b?squeda de sentido, y se inventa su religi?n. Pero, como Agust?n de Hipona, su coraz?n est? inquieto, hasta que no encuentre el agua viva que saciar? su sed y le d? la esperanza en su futuro y en el del universo.

b. Pero la crisis se ampl?a, llega a ser tr?gica, ante los males globales que afligen la humanidad, que, como una lastra, desaf?an la voluntad de esperanza. Lo experimentamos cotidianamente en nuestra misma carne. Lo que m?s sorprende nuestra sensibilidad humana son los millones y millones de personas, especialmente en el tercer mundo, que se encuentran oprimidas por el hambre, la violencia, la enfermedad, la explotaci?n, las cat?strofes naturales que cosechan miles y miles de v?ctimas. Uno se siente impotente para derrotar las causas de esta continua tragedia humana. Parece que nada puede detener el curso de la econom?a de mercado, que persigue exclusivamente el provecho, y determina progresivamente la concentraci?n de grandes capitales en manos de pocos, las grandes y las peque?as guerras, los reg?menes opresivos de tantas naciones y el desprecio de la vida humana. Todo esto, nosotros lo llamamos hoy, con una denominaci?n siniestra, ?concentraci?n de los poderes fuertes?, contra los cuales es dif?cil combatir.

La presencia y la actividad de la Iglesia en el mundo, seg?n el modelo y por la misi?n que ha recibido de Cristo, Cristo, est?n orientadas a conducir esta humanidad desde la dispersi?n, la desigualdad y el odio, a la paz, la unidad, hasta el d?a en que Cristo sea todo en todos, y la presentar? al Padre. Esta es la misi?n hist?rica de la Iglesia. Esta es la profec?a que contiene su peregrinar con la humanidad a trav?s del tiempo. La Iglesia es signo, instrumento de la comuni?n entre Dios y los hombres, y de los hombres entre s?. La Iglesia debe caminar por los caminos del mundo para llamar adentro, en la ?nica morada de Dios, a los lejanos y dispersos. Ser?a verdaderamente traicionar su identidad y su propio servicio ministerial si, teniendo la puerta abierta, no se esforzara en todos los modos posibles, para que los otros entren y encuentren refugio. La Iglesia es, y debe llegar a ser efectivamente cada vez m?s, el edificio, la casa com?n de Dios (cfr. 1Cor 3, 9), a la que todos los hombres est?n destinados. Es una misi?n de amor.

Esta misi?n se encuentra en crisis y, al mismo tiempo, es m?s urgente, cuando los pueblos, y especialmente los que temen a Dios, sufren a causa de cat?strofes, p?rdida de libertad, injusticia, que hacen dudar de la validez misma del mensaje religioso que propone. La situaci?n de crisis determina la misi?n. Es una constante de la acci?n de Dios y de los acontecimientos humanos.

La crisis profunda del presente reproduce connotaciones y caracter?sticas an?logas a la de los primeros siglos del cristianismo.

c. Encargados del ministerio prof?tico-misionero. A Juan, el autor del Apocalipsis, le corresponde la tarea de interpretar este momento hist?rico (?las cosas que deben suceder muy pronto?), la misi?n de la Iglesia (las siete Iglesias) y el fundamento de la esperanza de salvaci?n para la comunidad cristiana y de toda la humanidad: es el Cristo, el Primero y el ?ltimo, el que Vive, el que estaba muerto, pero ahora vive para siempre y tiene poder sobre la muerte y sobre los infiernos. ?Aquel que es, que era y que va a venir, el Todopoderoso? (Ap 1, 8). ?l es el Resucitado que guiar? la humanidad hacia cielos nuevos y tierras nuevas, donde ya no habr? ni muerte ni l?grimas, donde Dios ser? todo en todos, en el Reino de paz y de justicia.

De la misma manera, a la Iglesia le corresponde hoy la tarea de interpretar los signos de los tiempos y de anunciar a todos el Evangelio, fuerza de Dios que salva. Por lo que es totalmente cierto que ?El mandato misionero nos introduce en el tercer milenio invit?ndonos a tener el mismo entusiasmo de los cristianos de los primeros tiempos. Para ello podemos contar con la fuerza del mismo Esp?ritu, que fue enviado en Pentecost?s y que nos empuja hoy a partir animados por la esperanza ?que no defrauda?? (NMI 58). Nosotros creemos que solamente Cristo, que ha inaugurado y realizado el Reino de Dios, es la salvaci?n que Dios ha preparado para la humanidad.


3. Creaci?n de Iglesias locales

La actividad evangelizadora tiende a crear Iglesias locales, que constituyen el lugar donde Reino de Dios se hace presente y visible en medio de los hombres y les inflama con el fuego de la misi?n. Los disc?pulos, que re re?nen en la celebraci?n de la Eucarist?a, hacen presente la compasi?n de Dios que Jes?s mostr? en su misi?n mesi?nica. La Iglesia, que ?es hecha? por la Eucarist?a, y que ha experimentado el Reino de Dios, es la levadura, el fermento, la sal, la luz para todas las naciones.

La suya es una misi?n de comuni?n. Ella misma est? en comuni?n con el Padre, y el Hijo y el Esp?ritu Santo, y, de todos los lugares, se encuentra reunido alrededor del Cuerpo de Cristo.

A los g?rmenes de disgregaci?n entre los hombres, que la experiencia cotidiana maestra tan radicados en la humanidad a causa del pecado, la Iglesia local contrapone la fuerza generadora de unidad del cuerpo de Cristo.

Esta es la misi?n urgente que est? llamada a realizar hoy, en un mundo que, aunque sometido a un proceso de globalizaci?n econ?mica, se encuentra atravesado por conflictos, violencia, discriminaci?n, en el que no faltan grupos que, en nombre de Dios, sientan el odio y la violencia. Esta misi?n debe encontrarse en continuidad con la misi?n de Cristo, el cual ha venido a reunir a los hijos dispersos. Y lo hecho sirvi?ndose no de los medios de la l?gica humana, como el poder, o la riqueza, sino sacrific?ndose a s? mismo, dando la vida por la humanidad. Y de su camino y de su vida ha hecho la Carta Magna de su Iglesia. El Reino de los cielos, ha dicho, es de los pobres, de los sencillos, de los que sufren persecuci?n y muerte por causa de la justicia y del Reino de Dios. La Iglesia, pues, evangeliza esta humanidad cuando sigue el camino y la vida de Cristo. La Iglesia no quiere imponer, ni busca ning?n inter?s propio, sino que pide solamente servir a la humanidad, testimoniando y anunciando la cultura de Dios, para que esta humanidad llegue a ser una en la fraternidad, en la solidariedad, en v?nculo de amor que debe llegar a ser la ley universal de la convivencia entre los pueblos.

La Iglesia est? llamada a ser solidaria con la historia humana. Por ?sta, la Iglesia dialoga con esta humanidad, porque hace parte de ella y comparte su misma suerte. Debe leer e interpretar, bajo la gu?a del Esp?ritu Santo, lo que Dios Padre ha realizado y contin?a realizando entre los pueblos, que nunca ha abandonado. La Iglesia, en cuanto promotora de comuni?n, est? llamada a reunir cuanto el Esp?ritu del Se?or, desde el inicio de la creaci?n, ha sembrado en las culturas y en las religiones. Por eso la Iglesia no rechaza nada de cuando verdadero y santo se encuentran en ellas. El ad gentes sit?a a la Iglesia en una situaci?n que nos gusta calificar de frontera, tanto geogr?fica cuanto de la humanidad. La misi?n ad gentes nos sit?a de hecho en el centro del drama concreto de la humanidad, a la que se debe anunciar la novedad del Reino de Dios, y en la que se debe realizar la sociedad alternativa, seg?n los imperativos radicales del Evangelio. Es una misi?n in fieri, no s?lo porque la evangelizaci?n durar? cuanto el tiempo de la Iglesia, sino tambi?n porque no soporta ni m?todos ni reglas fijas. Est? constantemente abierta a las indicaciones del Esp?ritu y al contexto hist?rico de los grupos humanos. La misi?n es creatividad continua, est? sujeta, por eso, a revisi?n de mentalidad y de metodolog?as, a renovaci?n.

Esta misi?n es de todas las Iglesias, de todas las comunidades, y les corresponde a todos los miembros del Pueblo de Dios. Pero les corresponde antes de todo a las Iglesias locales, en las que y por las que subsiste la Iglesia universal. Es una misi?n que tiene como modelo, metodolog?a y camino la comuni?n entre las Iglesias, en la unidad del Cuerpo m?stico de Cristo. Quien se encuentra en las lejanas selvas de ?frica o del Amazonas, sabe que est? en comuni?n profunda con quien vive en Roma.

La misi?n es, pues, un asunto de todas las comunidades, que, como vasos comunicantes, comparten personas y recursos para la ?nica Iglesia universal. Todas las Iglesias, juntas, en misi?n.


4. El Padre Manna

El Beato P. Paolo Manna, en su folleto ?Le nostre Chiese e la Propagazione della fede? editado en los a?os 50, exclamaba: ?Quiz?s a alguien le parezca una novedad o?r decir que a nuestras di?cesis, bajo la gu?a de sus Pastores, les corresponda, junto con el Santo Padre, el deber de promover con los mejores medios posibles, la difusi?n del Reino de Cristo en el mundo. Pero, si los Pastores se desinteresan, ?a qui?n le compete este deber? Para un obispo, favorecer directamente las misiones no es un asunto de libre elecci?n, como podr?a serlo para un simple misionero, sino que es parte integrante de su misi?n de pastor de la Iglesia?. Aunque ?la jurisdicci?n de un obispo se restringe a los l?mites de la respectiva di?cesis, la misi?n primordial que Jesucristo les ha conferido est? lejos de ser cumplida, y no ha perdido, pues, nada de su obligatoriedad? (pp. 4-5).

Las misiones extranjeras no pod?an ser asunto o tarea de pocos hombres o institutos. La Iglesia entera debe expresar su naturaleza en la obra de evangelizaci?n a los no cristianos. El problema no era s?lo dar a conocer cuanto se hac?a en los pa?ses de misi?n, sino, sobre todo, impulsar a las Iglesias locales, con sus obispos y sacerdotes al frente, a asumir esta tarea importante y prioritaria. Manna siente la abulia por todas partes. Los obispos lamentan la escasez de clero, problemas insolubles a nivel de di?cesis. Hace que el problema explote. ?Todas las Iglesias para todo el mundo?. Esto no es un lema interesante, sino la ?ntima y profunda convicci?n que toca la naturaleza misma de la Iglesia, que en t?rminos conciliares se expresa con la c?lebre frase: la Iglesia es misionera por su misma naturaleza. El Vaticano II sistematiz? y dio autoridad a estas indicaciones.

Es tiempo de dar vida y concreci?n a esta Iglesia, que el Vaticano II y el sucesivo magisterio oficial ha descrito en su naturaleza y en su misi?n.

Los documentos conciliares en los que m?s se nota esta fuerza universal son Lumen Gentium, Gaudium et Spes, y Ad Gentes. En ?stos, la evangelizaci?n emerge como la categor?a fundamental de la naturaleza de la Iglesia. Est? presente y orienta todos los sectores de su actividad, de las personas y de las tareas que est?n llamados a desarrollar. No existe una ?nica categor?a de personas a la que se le haya dejado de lado: Papa, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, contemplativos; no hay sectores de la pastoral que no hayan sido caracterizados por la dimensi?n misionera, como la pastoral sacramental, la catequesis, la caridad, en una palabra, toda la vida y las actividades de la comunidad cristiana. Por lo que el aforisma ?la Iglesia es misi?n? caracteriza la Iglesia surgida del Vaticano II, y sintetiza su raz?n de ser.

Ahora ya es com?n la convicci?n de que una persona, una di?cesis, una orden o una congregaci?n religiosa no son verdaderamente aut?nticas si no se ubican en la estela de la missio ad gentes.

En nuestro tiempo ha nacido un fuerte movimento misionero: han recibido un gran impulso los sacerdotes ?Fidei Donum?; las ?rdenes contemplativas han establecido comunidades en territorios de misi?n, miles de laicos y de laicas, y de n?cleos familiares han partido hacia otras Iglesias, y han surgido movimientos eclesiales con un fuerte impulso misionero. ?se han multiplicado las Iglesias locales provistas de Obispo, clero y personal apost?lico propios; se va logrando una inserci?n m?s profunda de las comunidades cristianas en la vida de los pueblos; la comuni?n entre las Iglesias lleva a un intercambio eficaz de bienes y dones espirituales; la labor evangelizadora de los laicos est? cambiando la vida eclesial; las Iglesias particulares se muestran abiertas al encuentro, al di?logo y a la colaboraci?n con los miembros de otras Iglesias cristianas y de otras religiones. Sobre todo, se est? afianzando una conciencia nueva: la misi?n ata?e a todos los cristianos, a todas las di?cesis y parroquias, a las instituciones y asociaciones eclesiales? (RMi 2).

A los que dicen que la missio ad gentes ha cumplido ya su tiempo, pedimos que ampl?en su mirada a toda la Iglesia, y se dar?n cruenta de que la missio ad gentes se ha convertido en tarea de cada fiel, de cada comunidad cristiana, de cada Iglesia local.


5. Una mirada a la situaci?n

En verdad, despu?s del entusiasmo y de las aperturas de la primera hora que suscit? el Vaticano II, parece que atravesamos un periodo de estancamiento, del que Redemptoris Missio es int?rprete cualificado, enfocando los obst?culos externos e internos de la misma Iglesia, ?han debilitado el impulso misionero de la Iglesia hacia los no cristianos, lo cual es un hecho que debe preocupar a todos los creyentes en Cristo? (RMi 2).

Subsiste una tendencia, m?s bien grave, que atenaza a las Iglesias particulares a encerrarse en s? mismas, preocupadas por sus necesidades y confrontadas con los desaf?os nada f?ciles que la humanidad presenta al cristianismo. Las di?cesis, especialmente las de antigua fe, se sientes como castillos asediados, cierran las propias filas, se cuentan, se dan una mejor organizaci?n para blocar el desangre de las propias comunidades cristianas. La misi?n est? aqu?, se siente repetir a muchos obispos preocupados.

Pedro la experiencia nos dice que, as?, no van demasiado lejos, porque el ?nico remedio para volver a dar vida a las comunidades cristianas es la missio ad gentes. La fe se fortalece d?ndola. Si una di?cesis, una comunidad cristiana no se meten en la estela de la evangelizaci?n, se encuentran en una crisis de fe.

El Vaticano II ha respondido, no haciendo un tratado de eclesiolog?a y de misionolog?a, sino llamando en causa, redefiniendo y recalificando los ministerios en la Iglesia.


6. Iglesia local y obispo

El obispo est? llamado a ejercer su mandato misionero en fuerza de la apostolicidad de la Iglesia. El Concilio Vaticano II ha realizado un importante cambio de acento en favor de la importancia de la Iglesia local, pero, la mismo tiempo, ha atribuido una dimensi?n universal a la responsabilidad pastoral de los obispos, en cuanto componentes del colegio episcopal que sucede al colegio apost?lico en la misi?n que Cristo le ha confiado. El Obispo debe ver en su Iglesia particular ?la imagen de la Iglesia universal?, porque la una y ?nica Iglesia cat?lica se constituye en y desde las Iglesias locales. De esto se deduce, pues, que el ministerio episcopal, si est? vinculado a la g?nesis, al desarrollo y a los dinamismos de crecimiento de la comunidad concreta, por la naturaleza misma de la comunidad, que es esencialmente cat?lica, est? llamado a un servicio que no puede quedarse encerrado entre las paredes de una ?nica comunidad cristiana. Ha sido puesto al servicio de la comuni?n entre las Iglesias, y esto determina esencialmente incluso su servicio pastoral. Debe haber, por decirlo as?, dos almas del ministerio episcopal: pastor local y pastor itinerante, y dos perspectivas: la de la Iglesia constituida y la de la Iglesia que hay que fundar.

Se debe sentir la tradici?n apost?lica como el lugar del que nacen los sacramentos y a cuyo alrededor la comunidad se re?ne para la meditaci?n de la Palabra de Dios, su oraci?n y el anuncio de su comuni?n, o tambi?n para ser sentida m?s a?n como el fermento del mundo y la animaci?n de su historia, en la indicaci?n del camino que conduce hacia el.

La missio ad gentes es parte constitutiva de la Iglesia local, porque es fundamental para toda la existencia cristiana. Por eso debe vivificar, orientar y determinar toda otra actividad. A?n siendo espec?fica, debe ser como la levadura que hace crecer y confiere autenticidad a los diferentes ?mbitos de la pastoral. De hecho ?no es f?cil definir los confines entre atenci?n pastoral a los fieles, nueva evangelizaci?n y actividad misionera espec?fica, y no es pensable crear entre ellos barreras o recintos estancados? (RMi 34). La misi?n es el paradigma de toda la actividad pastoral, lo que quiere decir que catequesis, caridad, sacramentos, no son plenamente aut?nticos si no se encuentran animados, vivificados, actualizados o celebrados con la intencionalidad y en vistas de la missio ad gentes, la categor?a que unifica todas las expresiones de la misi?n de la Iglesia. S?lo as? la comunidad diocesana ser? formada y animada a realizar en su propio terreno y fuera de los propios confines eclesiales y culturales las multiformes y mult?plices actividades de evangelizaci?n, como el anuncio, la promoci?n humana, el di?logo, la ayuda a las j?venes Iglesias, tal como se enumeran en la Evangelii Nuntiandi y en la Redemptoris Missio.

Es en esta visi?n global y unificadora donde el ministerio episcopal puede encontrar una definitiva dimensi?n y realizaci?n misionera, superando el obispo la aparente contradicci?n de ser pastor de una determinada comunidad y el deber de predicar el Evangelio hasta los extremos confines de la tierra.

?No es una gloria para m? predicar el Evangelio?, dec?a San Pablo. Para un obispo, ser misionero no deber?a constituir un t?tulo de m?rito, casi un valor a?adido a su personalidad, sino una humilde e imprescindible deuda que ha adquirido con la imposici?n de las manos.

La crisis que atenaza las Iglesias occidentales y la fase de estancamiento que algunos registran en las Iglesias j?venes, se deben precisamente al hecho de que la evangelizaci?n aparece como opci?n prioritaria en los planes pastorales, pero no vivifica ni determina toda la realidad.

Efectivamente, en las Iglesias de antigua tradici?n, permanece un estilo pastoral de conservaci?n, aunque actualizado y sofisticado, y tiende a atajar el abandono de la comunidad cristiana por parte de tantos fieles. Es verdad, se procura dar un aspecto nuevo a la liturgia, a la catequesis, a las actividades caritativas, a crear comisiones y subcomisiones, grupos, con el intento de que hagan suya la identidad cristiana. Pero se olvida que la sustancia de la identidad de la Iglesia la constituyen dos elementos fundamentales: la fe en el misterio de Dios, que Cristo ha revelado y realizado, y la misi?n de testimoniarlo y anunciarlo al mundo, hasta que ?l venga.


7. El deber de cada Iglesia de ?estar en misi?n?

Minor?a, en una ?poca de transformaciones mundiales, de descristianizaci?n y de confrontaci?n con otras culturas y religiones, la Iglesia local se encuentra, de hecho, en un ambiente y en un mundo que hay que evangelizar. Las Gentes se encuentran en el territorio de cada di?cesis.

La Iglesia est? puesta como centinela, que anuncia el Dios que viene, como profeta, que interpreta la historia de la humanidad a la luz de Dios, como sacramento de Cristo, Supremo Pastor, en el acto supremo de donaci?n para la salvaci?n de todos los hombres.

Como Pablo ap?stol, tiende esencialmente hacia los lejanos, aquellos que todav?a no conocen a Crsito, y todav?a no han experimentado la paternidad de Dios. Ser?n las amplias clases de no-creencia, ser?n los emigrados o los fieles de otras religiones presentes en el propio territorio, la cultura de violencia y atropello, que se opone al Evangelio y a la dignidad del hombre, la explotaci?n de las personas, las nuevas capas de pobreza, y tambi?n ciertas formas de esclavitud religiosa y cultural: la existencia y la actividad de la Iglesia, que el Obispo preside, son para esto. ?La cooperaci?n misionera se abre hoy a nuevas formas, incluyendo no s?lo la ayuda econ?mica, sino tambi?n la participaci?n directa? (RMi 82).

Al Obispo se le pide ?promover, dirigir y coordinar la actividad misionera. [?] La actividad apost?lica no se limite tan s?lo a los convertidos, sino que ha de destinar una parte conveniente de operarios y de recursos a la evangelizaci?n de los no cristianos? (cfr. AG 30). Cada di?cesis deber?a ser un laboratorio misionero siempre abierto.

El entrar en los caminos de la evangelizaci?n sobre el propio territorio, ser? un est?mulo y un instrumento id?neo para dar nueva vitalidad a la misma comunidad cristiana, que se sentir? comprometida en dar un testimonio m?s coherente de la propia fe, y en hacer surgir la pasi?n de comunicarla en todas partes donde Cristo todav?a no ha sido anunciado.


8. ?en comuni?n con y para las otras Iglesias en la missio ad extra

Efectivamente, el mandato de predicar el Evangelio a todas las naciones no ha terminado. ?Los hombres que esperan a Cristo son todav?a un n?mero inmenso. [?] No podemos permanecer tranquilos si pensamos en los millones de hermanos y hermanas nuestros, redimidos tambi?n por la sangre de Cristo, que viven sin conocer el amor de Dios? (RMi 86). Al Obispo, como jefe y centro de la actividad apost?lica, se le pide que promueva las vocaciones misioneras para los institutos, congregaciones y para las otras Iglesias. Pero, con m?s propiedad, est? llamado a favorecer una forma de participaci?n en la misi?n universal, con el env?o de sacerdotes y laicos diocesanos seg?n el modelo de comuni?n y cooperaci?n misionera entre las Iglesias. Son los sacerdotes, y ahora tambi?n los laicos ?Fidei Donum?, lanzados por la enc?clica del mismo nombre, de los que la Redemptoris Missio afirma que la intuici?n prof?tica de P?o XII ?ha hecho superar la dimensi?n territorial del servicio sacerdotal para ponerlo a disposici?n de toda la Iglesia. Hoy se ven confirmadas la validez y los frutos de esta experiencia? (RMi 67)..

Desgraciadamente, es necesario constatar que el entusiasmo de los comienzos ha disminuido, con la excusa de que la misi?n ha venido a nosotros, y as?, no pocos Obispos frenan el impulso hacia el mundo no cristiano, concediendo no de buena gana el personal para las otras Iglesias (cfr. RMi 85). A las Iglesias antiguas, como a las j?venes, se les ha dicho que no se a?slen, que acojan y env?en misioneros y medios a las otras Iglesias. Este es el medio para volver a dar frescura y vitalidad a las Iglesias locales, para resolver los numerosos problemas que les afligen.

Mediante esta espec?fica praxis de cooperaci?n misionera directa, el Obispo asume verdaderamente como propia la solicitud por todas las Iglesias, que se convierte en una efectiva realidad, y no en una cuesti?n de principio. En el 50? aniversario de aquella enc?clica y ante la urgencia y la necesidad de la evangelizaci?n que requiere la humanidad contempor?nea, se pide a todos los Obispos que hagan propia aquella expresi?n de la que se sirvi? la III Conferencia General del Episcopado latinoamericano en Puebla en 1979: ?Es verdad que nosotros mismos necesitamos misioneros. Pero, debemos dar desde nuestra pobreza?.

Las Iglesias locales esparcidas por el mundo, son portadoras de un mensaje nuevo de salvaci?n, que introducen como una semilla en las ra?ces de aquella que el Apocalipsis de Juan llama Babilonia. Estas Iglesias son los disc?pulos de Cristo, viven y cantal el canto nuevo de la liberaci?n. No se contaminan con la idolatr?a, son la primicia para Dios. Seg?n la hermosa carta a Diogneto, son el alma del mundo. La vida de los disc?pulos es la de todos los hombres, pero con contenidos e intencionalidades diferentes.

?Habitan en sus propias patrias, pero como extranjeros; participan en todo como los ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extra?a les es patria, y toda patria les es extra?a. Viven en la carne, pero no viven seg?n la carne. Est?n sobre la tierra, pero su ciudadan?a es la del cielo. Se someten a las leyes establecidas, pero con su propia vida superan las leyes. Aman a todos, y todos los persiguen. Se los desconoce, y con todo se los condena. Son llevados a la muerte, y con ello reciben la vida. Son pobres, y enriquecen a muchos. Les falta todo, pero les sobra todo? (Cap. IV).

Estas Iglesias locales deben ser el jard?n experimental, el n?cleo, el germen, la anticipaci?n de lo que deber? ser la humanidad redimida: viven en comuni?n (koinonia), cuya expresi?n y culmen es la fracci?n de pan (liturgia), para el servicio (diakonia) y la proclamaci?n del Evangelio (parresia) especialmente con el testimonio de la vida hasta el martirio (marturya). De esta manera evangelizan, y otros hombres y mujeres continuamente se suman al n?mero de los creyentes.

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Madrid (Agencia Fides) - el Arzobispo Mons. Henryk Hoser, Secretario Adjunto de la Congregaci?n para la Evangelizaci?n de los Pueblos y Presidente de las Obras Misionales Pontificias (OMP), realiz? un recorrido de la enc?clica Fidei Donum de P?o XII, de la que este a?o se cumple el 50 aniversario, en su intervenci?n el d?a 22 durante las Jornadas Nacionales de Delegados de Misiones y la Asamblea General de los directores diocesanos de las Obras Misionales Pontificias de Espa?a


JORNADAS NACIONALES DE DELEGADOS DIOCESANOS DE MISIONES
ASAMBLEA GENERAL DE DIRECTORES DIOCESANOS DE OMP

(Madrid, 22-24 de mayo de 2007)
S. Ecc. Mons. Henryk Hoser SAC
Presidente de las Obras Misionales Pontificias


En el a?o 1990, a los veinticinco a?os de la conclusi?n del Concilio Vaticano II y de la publicaci?n del decreto sobre la actividad misionera Ad gentes, quince a?os despu?s de la Exhortaci?n Apost?lica Evangelii Nuntiandi de Pablo VI, su sucesor, Juan Pablo II, ha afirmado: ?Quiero invitar a la Iglesia a un renovado compromiso misionero, siguiendo al respecto el Magisterio de mis predecesores. El presente Documento se propone una finalidad interna: la renovaci?n de la fe y de la vida cristiana. En efecto, la misi?n ? contin?a el Papa - renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones. ?La fe se fortalece d?ndola! La nueva evangelizaci?n de los pueblos cristianos hallar? inspiraci?n y apoyo en el compromiso por la misi?n universal? .
El d?a de Pascua de 1957, P?o XII dirigi? a todos los obispos del mundo, un llamamiento serio y apremiante a favor de las misiones en ?frica, en un momento hist?rico en el que se preve?a una inminente descolonizaci?n. Esta enc?clica, que en su momento fue muy conocida, hoy, sin embargo, lo es menos y ha sido casi sustituida por los documentos y las f?rmulas posteriores. Ser? ?til presentar brevemente su contenido.
Tras el pre?mbulo (sobre el don de la fe que irradia), siguen cuatro partes. La primera se concentra sobre la situaci?n de la Iglesia en ?frica, con algunos aspectos particulares: los resultados de la misi?n en el pasado, las tareas a realizar, el an?lisis de la situaci?n existencial del continente, los desaf?os que afrontar y la escasez de trabajadores en la mies.
La segunda parte trata las apremiantes necesidades, a las que debe concurrir toda la Iglesia, con el fin de encontrar soluciones adem?s de asegurar el desarrollo espiritual y material de los pueblos de ?frica.
La tercera parte se detiene sobre la importancia del triple compromiso hacia las misiones que interpela a todos los cat?licos: la oraci?n, la generosidad y el don de uno mismo.
La parte final, breve, es una exhortaci?n dirigida a todos los misioneros.
No es mi intenci?n agotar la riqueza tem?tica de la enc?clica, sino simplemente presentar algunas observaciones y consideraciones que prueban la actualidad, en ocasiones sorprendente, del texto pontificio.
Cincuenta a?os despu?s de su publicaci?n, es necesario volver una vez m?s a la din?mica de la enc?clica Fidei Donum del Papa P?o XII. Esta din?mica se desarrolla internamente entre dos polos, dos puntos de referencia y de motivaci?n, quedando siempre como motivo conductor el don de la fe. El Catecismo de la Iglesia Cat?lica recuerda que: La fe es una adhesi?n personal del hombre entero a Dios que se revela. Comprende una adhesi?n de la inteligencia y de la voluntad a la Revelaci?n que Dios ha hecho de s? mismo mediante sus obras y sus palabras. "Creer" entra?a, pues, una doble referencia: a la persona y a la verdad; a la verdad por confianza en la persona que la atestigua. No debemos creer en ning?n otro que no sea Dios, Padre, Hijo, y Esp?ritu Santo .
Por tanto, la fe es siempre la base del ser misionero, una evidencia que permanece sin comentarios y que, conforme avanzan los debates entre los mision?logos, cada vez se olvida m?s. El di?logo entre las culturas y las religiones, la inculturaci?n, los ejercicios sem?nticos, entendidos como m?todo de la actividad misionera, por una parte, y, por otra, la proclamaci?n del Reino de Dios, considerado como fin prefijado de la acci?n, han hecho perder de vista que el verdadero protagonista de la evangelizaci?n es la persona creyente que, inspirada por el Esp?ritu Santo, da testimonio sobre todo de su propia fe.
El primer polo, por lo tanto, es la fe. En la actividad misionera de la Iglesia, incluso en el compromiso de un misionero en particular y en lo concreto de su vida cotidiana, la motivaci?n es una fuera motriz y causal. Su carencia tiene como origen un decaimiento del sentido de ser y del actuar como misionero, expuesto siempre a una larga serie de contrariedades.
El texto de la enc?clica Fidei Donum ofrece esta doble visi?n, es decir, la motivaci?n que proviene de la consciencia teol?gica, y la que deriva del conocimiento contextual del tiempo y el ?mbito del compromiso del misionero; en otras palabras, de su lectura de la situaci?n ofrecida, encontrada y encomendada, por la Providencia Divina.
La menci?n de la Providencia Divina nos recuerda siempre que no existe jam?s la evangelizaci?n sin fe. ?El don de la fe, al cual siguen en las almas por gracia de Dios tan incomparables riquezas, exige que sin cesar mostremos nuestra gratitud al Se?or, su divino Autor. (...) ?Qu? ofreceremos, pues, al Se?or a cambio de este don divino, adem?s del homenaje de la mente, si no es nuestro celo en difundir cada vez m?s entre los hombres el esplendor de la verdad divina??
Queda claro, por tanto, que, como primer motivo del actuar del misionero, se presenta la actitud de gratitud, por respeto a Dios y a su prodigalidad, por la efusi?n del don recibido en abundancia (la gratitud es una actitud en la Escritura: ex. Tb 12,6; S.; Col 3,15 ss.). La fe, el inestimable don, condiciona ?en cierto modo la primera respuesta de nuestra gratitud para con Dios, al comunicar a nuestros hermanos la fe que nosotros hemos recibido? . La estructura dial?gica de la motivaci?n misionera, vista como respuesta, como reacci?n a los dones recibidos, encuentra un desarrollo posterior en el Decreto Conciliar Ad Gentes: ?El hombre debe responder al llamamiento de Dios, de suerte que no asintiendo a la carne ni a la sangre, se entregue totalmente a la obra del Evangelio, pero no puede dar esta respuesta, si no le mueve y fortalece el Esp?ritu Santo? .
Es muy importante insistir hoy en la motivaci?n de fe del misionero, sin la cual los dem?s elementos constitutivos de la vocaci?n misionera pierden su fundamento. Sin la fe, resulta ilusoria la adhesi?n vital y comunitaria a las verdades reveladas por el Se?or, como pide la Evangelii Nuntiandi, como tambi?n la adhesi?n ?al reino, es decir, al ?mundo nuevo?, al nuevo estado de cosas, a la nueva manera de ser, de vivir juntos, que inaugura el Evangelio? .
Sin la fe, la docilidad al Esp?ritu Santo, protagonista principal de la evangelizaci?n, se convierte en problem?tica. De hecho, tras el Concilio Vaticano II, el Magisterio de la Iglesia recuerda peri?dicamente el papel decisivo de la fe como primer paso hacia la misi?n. Refiri?ndonos a la pregunta de Juan Pablo II, sobre el ??para qu? la misi?n??, podemos dar una respuesta que surge de nuestra fe y de nuestra experiencia de la Iglesia, ?abrirse al amor de Dios es la verdadera liberaci?n. (...) La misi?n es un problema de fe, es el ?ndice exacto de nuestra fe en Cristo y en su amor por nosotros? . Con esta afirmaci?n el Papa vuelve a lo esencial.
La misi?n es sobre todo una necesidad del coraz?n y un deber, en ocasiones pesado, de la caridad.
Otro importante motivo del compromiso misionero es la visi?n y la consciencia de la Iglesia, como las desarrolla el autor de la enc?clica ?Mystici Corporis?: ?Como en nuestro organismo mortal, cuando un miembro sufre, todos los dem?s sufren con ?l, aportando los miembros sanos su ayuda a los que est?n enfermo, de igual forma en la Iglesia cada miembro no vive ?nicamente para s?, sino que ayuda a los dem?s y todos se ayudan rec?procamente para su consolaci?n mutua, como tambi?n para un mejor desarrollo de todo el cuerpo?
El Papa P?o XII se dirige as? a los obispos del mundo y, a trav?s de ellos, a todos los potenciales misioneros, subrayando que la solidaridad en la Iglesia se basa en la caridad estimulante de Cristo. Se pueden encontrar afirmaciones parecidas tambi?n en las ense?anzas del actual Papa Benedicto XVI; especialmente en la ?Deus Caritas est?.
Una Iglesia solidaria, descrita como ?Fratenidad de Cristo? en la primera carta de Pedro (1 Pd 2,17 y 5,9), como ?Iglesia-hermana? seg?n la tradici?n patr?stica , tambi?n era vivida en los primeros siglos como ?Ecclesia Mater?, una denominaci?n amorosa de la que dan testimonio tambi?n los mosaicos del siglo IV en el ?frica Proconsular.
La Iglesia es inseparable de Cristo. Quien ama a Cristo es sensible a su mandato dirigido a Pedro: ?Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas? (Jn 21, 16-18). La misi?n universal personalizada por el sucesor de Pedro implica a todos aquellos a los que se han transmitido las palabras del Se?or: ?Como el Padre me envi?, as? os env?o yo? (Jn 20,21) . ?Existe, por tanto, un nexo ?ntimo entre Cristo, la Iglesia y la evangelizaci?n. Mientras dure este tiempo de la Iglesia, es ella la que tiene a su cargo la tarea de evangelizar. Una tarea que no se cumple sin ella, ni mucho menos contra ella? .
Otra raz?n de motivaci?n del misionero, que pertenece al polo teol?gico, es la catolicidad de la Iglesia como afirma uno de los art?culos de nuestro Credo. ?El esp?ritu misional y el esp?ritu cat?lico, dec?amos hace ya alg?n tiempo, son una misma cosa. La catolicidad es una nota esencial de la verdadera Iglesia: hasta tal punto que un cristiano no es verdaderamente afecto y devoto a la Iglesia si no se siente igualmente apegado y devoto de su universalidad, deseando que eche ra?ces y florezca en todos los lugares de la tierra? .
Nos llega, por tanto, una advertencia contra el individualismo que domina la cultura contempor?nea. ?Cuando se habla de la Iglesia, Nada, pues, es m?s extra?o a la Iglesia de Jesucristo que la divisi?n; nada es m?s nocivo para su vida que el aislamiento, que el concentrarse en s? misma?
El Papa Pablo VI, 18 a?os despu?s, volv?a a retomar esta advertencia en la Evangelii Nuntiandi, en la que el Papa advierte que ?como demuestra la historia, cada vez que tal o cual Iglesia particular, a veces con las mejores intenciones, con argumentos teol?gicos, sociol?gicos, pol?ticos o pastorales, o tambi?n con el deseo de una cierta libertad de movimiento o de acci?n, se ha desgajado de la Iglesia universal y de su centro viviente y visible, muy dif?cilmente ha escapado ?si es que lo ha logrado? a dos peligros igualmente graves: peligro, por una parte, de aislamiento esterilizador y tambi?n, a corto plazo, de desmoronamiento (?) y, por otra parte, peligro de perder su libertad? desgajada del centro (?) quedando sola frente a las fuerzas m?s diversas de servilismo y explotaci?n?. Adem?s ?los cristianos m?s sencillos, m?s evang?licos, m?s abiertos al verdadero sentido de la Iglesia, - contin?a Pablo VI- tienen una sensibilidad espont?nea con respecto a esta dimensi?n universal (?) y sufren en lo m?s hondo de s? mismos cuando, en nombre de teor?as que ellos no comprenden, se les quiere imponer una iglesia desprovista de esta universalidad, iglesia regionalista, sin horizontes? .
La afirmaci?n de P?o XII: ?Una comunidad cristiana que dona a sus hijos y a sus hijas a la Iglesia no puede morir?.
El esp?ritu misionero se basa en las virtudes teologales , que abren al cristiano al soplo del Esp?ritu Santo, en el que se fundamenta la Iglesia. As?, la vocaci?n misionera y el mismo misionero, son el don de la fe ? Fidei Donum.
Por analog?a, podemos decir, sin riesgo a equivocarnos, que el ?triple deber misionero?, desarrollado ampliamente por el autor de la enc?clica , es el fruto del Esp?ritu y se presenta como una manifestaci?n, una exteriorizaci?n personalizada de la dilataci?n del coraz?n humano. Este triple deber est? constituido por la oraci?n, la generosidad y el don de uno mismo. Es necesario precisar que la animaci?n misionera ofrecida en la Iglesia a trav?s de las Obras Misionales se suele articular en estos tres dones, orientaciones y l?neas de crecimiento comunitario y personal. El t?rmino ?ad quo? de la acci?n misionera, a nivel operativo, es precisamente el don de uno mismo, que expresa el deseo ardiente del Se?or: ?Nadie tiene un amor m?s grande que este: dar la vida por sus amigos? (Jn 15,13). Este don es lo m?s grande, m?s grande que todo. ?Sal de tu pa?s, de tu familia y de la casa de tu padre a la tierra que yo te mostrar? (Gn 12,1). En pocas palabras, se trata de una vocaci?n muy antigua, que se remonta a Abraham, el Padre de los creyentes.
El don del misionero no pierde su actualidad y necesidad en el mundo de hoy, incluso ocurre lo contrario: cuando ?una libre circulaci?n de personas y de bienes? se ha convertido en la regla de la mundializaci?n, los contactos se muestran como una nueva apertura a la catolicidad de la Iglesia. La capacidad de ser corresponsable de toda la Iglesia, se considera como un signo y una prueba de la madurez de las Iglesias particulares, cuando el Cuerpo M?stico, edificado de esta forma, alcanza la plenitud de su madurez en Cristo (cf. Ef 4,13). ?Si quieres amar a Cristo, dec?a San Agust?n, difunde la caridad por toda la tierra, porque los miembros de Cristo est?n en el mundo entero? .
El segundo polo, antropol?gico este, fuente tambi?n de motivaci?n, es el estado del mundo. Esta mirada siempre compasiva del Se?or la encontramos con frecuencia en el Evangelio: ?Entonces Jes?s llam? a sus disc?pulos y les dijo: ?Siento compasi?n por esta multitud: me siguen desde hace tres d?as y no tienen nada que comer. No les quiero despedir en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino?? (Mt 15, 32).
?Y dec?a a las multitudes: ?Cuando veis una nube aparecer en el horizonte pronto dec?s: va a llover, y as? ocurre. Y cuando sopla el viento del desierto, dec?s: har? calor, y asi ocurre. ?Hip?critas! ?Sab?is juzgar el aspecto del cielo y de la tierra, y no sab?is juzgar este tiempo??.
De igual forma, la lectura de diversos textos del Magisterio de la Iglesia ofrece un an?lisis de las situaciones de la humanidad entera, de las gentes de cada continente, pa?s y regi?n.
En ocasiones se habla de las situaciones existenciales de diversas categor?as de personas: enfermos, ni?os, mujeres, profesionales, juventud, etc.
De igual forma la metodolog?a de la Constituci?n sobre la Iglesia en el mundo actual, Gaudium et Spes, Luctus et Angor, que desarrolla una doble visi?n: las luces y las sombras de la situaci?n que se vive.
La primera exigencia que el Se?or pone a sus disc?pulos es la de mirar y saber valorar el ambiente de vida, las fuerzas disponibles, la de estar despiertos y vigilantes y saber leer con inteligencia los signos de los tiempos.
Esta inteligencia caracteriza todo el documento magisterial escrito hace 50 a?os. En el pre?mbulo encontramos una mirada l?cida al mundo a evangelizar. Hablando del ?fervor apost?lico de los cristianos?, el Papa indica las direcciones de su aplicaci?n, tambi?n hoy, siempre de actualidad ?Ori?ntese este fervor hacia las regiones descristianizadas de Europa y hacia las vastas regiones de Am?rica del Sur, donde sabemos que las necesidades son grandes; p?ngase al servicio de tantas importantes misiones de Asia y Ocean?a, all? sobre todo donde el campo de lucha sea dif?cil; sostenga fraternalmente a los miles de cristianos, particularmente amados por nuestro coraz?n, que son honor a la Iglesia porque conocen la bienaventuranza evang?lica de los que sufren persecuci?n por la justicia (Mt 5,10)? .
La atenci?n del documento sobrepasa la noci?n de misi?n ligada al territorio o al espacio ?can?nico? tan conocido de las Iglesias orientales. P?o XII se refiere as? a la gente descristianizada, a los que carecen de la justicia y de su dignidad humana, etc., aspecto ?ste que ha desarrollado despu?s Juan Pablo II . El criterio territorial sigue siendo v?lido. Afirma el Papa: ?el criterio geogr?fico, aunque no muy preciso y siempre provisional, sigue siendo v?lido todav?a para indicar las fronteras hacia las que debe dirigirse la actividad misionera?. Existen mundos y fen?menos sociales nuevos, existen ?reas culturales y are?pagos modernos . La Enc?clica Fidei Donum alude a este nuevo desarrollo de la conciencia misiol?gica y a la tendencia al cambio del mundo.
El an?lisis de la ?situaci?n de la Iglesia en ?frica? que nos ofrece la enc?clica, si bien hist?rica, no es por ello menos perspicaz. El Pont?fice observa el progreso del Evangelio en el continente, el r?pido aumento del n?mero de cat?licos, la multiplicaci?n de las circunscripciones eclesi?sticas y la africanizaci?n de los obispos y sacerdotes. ?Legiones de ap?stoles, sacerdotes, religiosos y religiosas, catequistas y colaboradores seglares, han conseguido tan consoladores resultados? . El Papa no esconde, sin embargo, las dif?ciles condiciones generales en las que se desarrolla la obra de la Iglesia en ?frica. Sorprende que 50 a?os despu?s estemos de acuerdo con sus valoraciones: ?La mayor parte de esos territorios est? pasando por una fase de evoluci?n social, econ?mica y pol?tica, que est? saturada de consecuencias para su porvenir? . Atribuye al materialismo ateo presente en ?frica ?su virus de divisi?n, atizando las pasiones, enfrentando a pueblos y razas unos contra otros, aprovechando aut?nticas dificultades para seducir los esp?ritus con f?ciles espejismos o para sembrar la rebeli?n en los corazones? . Los ?ltimos a?os han confirmado plenamente su diagn?stico. C?mo no condividir su parecer cuando afirma que ?varias, por otro lado, son las causas de ello: a menudo se trata de causas hist?ricas recientes, y no siempre le ha sido ajena la actitud de naciones que, sin embargo, se glor?an de su pasado cristiano? .
Hoy los cristianos del mundo entero se enfrentan a la nueva situaci?n global creada, en su mayor parte, en los pa?ses materialmente desarrollados del ?primer mundo? que impone los paradigmas y los valores de la ?tica global, el nuevo sistema ?tico, esencialmente anticristianos y neopaganos .
El Papa P?o XII escribe al final: ?Invocando, pues, sobre las misiones cat?licas el doble patrocinio de San Francisco Javier y de Santa Teresita del Ni?o Jes?s, la protecci?n de todos los santos m?rtires y, sobre todo, la poderosa y maternal intercesi?n de Mar?a, Reina de los Ap?stoles, dirigimos nuevamente a la Iglesia la imperiosa y victoriosa invitaci?n de su Divino Fundador: Duc in altum! (Lc 5,4)?.
Su sucesor, el siervo de Dios Juan Pablo II, nos introduce en el Tercer Milenio con el mismo llamamiento.
Roma, 19 de mayo de 2007, Fiesta de Mar?a, Reina de los Ap?stoles.

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Viernes, 25 de mayo de 2007
VATICANO - El Mes de Mar?a - Santuarios marianos en ?frica (1): Sud?frica, Mar?a Reina Asunta al Cielo y la Patrona del Pa?s

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En Sud?frica los santuarios dedicados a la Virgen Mar?a ciertamente no faltan. Algunos de estos lugares han sido incluso gratificados por las apariciones de la Virgen y son as? metas de peregrinaci?n conocidas en toda ?frica austral. En 1952, durante un Congreso Mariano que se realiz? en Durban (provincia del ZwaZulu-Natal) para festejar el centenario de la llegada de los misioneros Oblatos de Mar?a Inmaculada a Sud?frica, el Arzobispo Martin H. Lucas, entonces ?Delegado Apost?lico para ?frica del Sur?, proclam? ?Mar?a Reina Asunta al cielo?, Santa Patrona de la Iglesia Sudafricana.
Entre los santuarios marianos m?s conocidos de Sud?frica est? el de Nuestra Se?ora de Ngom?, que se encuentra en la di?cesis de Eshowe, en el coraz?n de la regi?n Zulu (Zoulouland): parece que la Virgen se manifest? a una religiosa benedictina, Suor Reinolda, muerta el 1? de abril de 1981. Mar?a es venerada con el t?tulo de ?Mar?a, Tabern?culo del Alt?simo?.
Otro santuario mariano bastante conocido de Sud?frica, en la di?cesis de Marianhill, en Natal, es el de la parroquia de Kevelaer, meta de peregrinaci?n anual. Recordamos asimismo en la di?cesis de Dundee (al sur de KwaZulu-Natal), el santuario de Mar?a Ratschitz. Otro lugar de peregrinaci?n dedicado a la Virgen Mar?a en Sud?frica se encuentra en Tsheseng, en la di?cesis de Bel?n, provincia de Natal. En este santuario Mar?a es honrada en modo particular como la Inmaculada Concepci?n, y la llaman Nuestra Se?ora de Bel?n. Siempre en Natal, a unos diez kil?metros de Durban, la parroquia de Ntshongweni ha sido dedicada a ?Nuestra Se?ora Mediadora de todas las gracias?; cada a?o el 31 de mayo es el d?a de peregrinaci?n oficial en honor de Nuestra Se?ora de Ntshongweni. (J.M.) (Agencia Fides 24/5/2007; l?neas 20, palabras 292)

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Intervenci?n que present? el cardenal Javier Lozano Barrag?n, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, ante la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.


?Para que nuestros pueblos tengan vida en El?, Cristo envi? a sus ap?stoles y disc?pulos a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfermos. En Am?rica Latina desde los inicios de la Evangelizaci?n los disc?pulos y misioneros del Se?or han cumplido con este doble mandato ajust?ndose a las diversas ?pocas y circunstancias.

En el Mensaje de la Jornada Mundial del Enfermo del a?o jubilar del 2000, Juan Pablo II describi? la salud como la tensi?n hacia la armon?a f?sica, ps?quica, social y espiritual, y no tan solo la ausencia de enfermedades, que capacita a la persona a cumplir la misi?n que Dios le encomienda, seg?n la etapa de la vida que le toca vivir.( Cfr. Juan Pablo II Mensaje para la VII Jornada Mundial del Enfermo, 6.8.1999) Consiste as? la salud en procurar la armon?a que capacita para cumplir la misi?n; conlleva combatir las enfermedades, pero no se queda s?lo all?; las combate con una finalidad muy definida que es la armon?a integral para el cumplimiento de la misi?n recibida.

Nuestro actual Santo Padre el Papa Benedicto XVI, en diversas ocasiones ha insistido en renovar y profundizar la Pastoral de la Salud. Nos ha invitado a formar las conciencias en este campo y orientar as? sobre la enfermedad, el sufrimiento, la muerte y la vida. Nos ha pedido seguir uniendo a los agentes de Pastoral de la Salud y actualizarlos dentro de la problem?tica hodierna en el campo cient?fico, t?cnico, pol?tico y moral. En especial nos ha invitado a aplicar su primer Enc?clica ?Deus Caritas est? y su Exhortaci?n Apost?lica ?Sacramentum Caritatis? al mundo de la salud, teniendo como centro la Eucarist?a que ser?, cito ?la linfa vital que conforta al que sufre? y da fuerza al agente de Pastoral de la Salud, quien como ?Buen Samaritano? opera en este preciado campo de la acci?n de la Iglesia.

En este contexto, la Pastoral de la Salud rebasa la Pastoral social y va m?s all? de una beneficencia que se haga ayudando a los enfermos a curarse, es la respuesta a los grandes interrogativos de la vida como son el sufrimiento y la muerte, a la luz de la muerte y resurrecci?n del Se?or.

La salud es un tema que hoy en d?a est? en primera l?nea entre los intereses que mueven al mundo. Sin embargo, su propuesta casi cotidiana a trav?s de los mass media, muestra una salud que no trasciende la armon?a f?sica corporal, o quiz? ps?quica; acent?a adem?s el peligro de las enfermedades emergentes y su posible cura. Se finaliza en la belleza corporal y el goce sin t?rmino cerrados en s? mismos. Esta salud se suele proponer sin una finalidad que la trascienda, cerrada en s? misma, destinada por tanto a marchitarse y morir. En este mismo contexto, en la cultura actual no pareciera caber la muerte, y ante su realidad acuciante, simplemente se trata de ocultar.

Abriendo la salud a la armon?a integral del hombre, resaltando su tensi?n hacia la armon?a f?sica, mental, social y espiritual, se torna la Pastoral de la salud en un anuncio pr?ctico de la muerte y resurrecci?n del Se?or, ?nica verdadera salud. Tiene su sentido ?ltimo en la Palabra de Dios que se realiza en los sacramentos, especialmente en la Eucarist?a, y a?na en esta econom?a sacramental del amor de Cristo, el amor de tantos ?buenos samaritanos?, sacerdotes, laicos y profesionales de la salud: m?dicos, enfermeras, farmac?uticos, administradores de centros de salud y dem?s personas que se ocupan del ramo, que profesan su fe cat?lica cumpliendo la misi?n recibida de Cristo de curar a los enfermos.

Am?rica Latina y el Caribe cuentan con 32,116 instituciones cat?licas que se dedican a la Pastoral de la salud (toda Europa cuenta con 35,929). Estos inmensos recursos de evangelizaci?n, que recientemente muchas veces hemos descuidado, debiendo aprovecharlos al m?ximo. Nuestra Quinta Conferencia del Episcopado latinoamericano es para mejorar la vida de nuestros pueblos con la vida misma de Cristo. ?Qu? mejor que mejorar nuestra vida cuando se encuentra m?s amenazada por el quebranto de la salud, y m?s a?n, qu? mejor que mejor que dar a nuestros pueblos la vida de Cristo resucitado venciendo definitivamente la muerte, cuando en la enfermedad parece no haber ninguna soluci?n, especialmente al encontrarnos con los enfermos m?s desprotegidos?

Perm?taseme ahora una breve alusi?n a un punto urgente: la pandemia mundial del SIDA, que por desgracia en lugar de menguar sigue creciendo. Gracias a Dios nuestros pa?ses latinoamericanos y del Caribe no est?n tan golpeados como otras partes del mundo, pero no por ello no debemos de preocuparnos. De acuerdo al porcentaje de enfermos de SIDA en cada pa?s latinoamericano, seg?n las ?ltimas estad?sticas de que disponemos, su lugar por orden descendente de afectaci?n por la pandemia es como sigue: Guyana, Belice, Surinam, Honduras, Panam?, El Salvador, Guatemala, Venezuela, Per?; en seguida, con el mismo porcentaje: Colombia, Argentina y Brasil; luego Paraguay y Costa Rica; despu?s, con el mismo porcentaje, Ecuador, Chile y M?xico; finalmente, Nicaragua y al ?ltimo, Bolivia. En el Caribe, su lugar, tambi?n por orden descendente, es: Hait?, Bahamas, Trinidad Tobago, Barbados, Jamaica, Rep?blica Dominicana y Cuba. En total, afectados por el SIDA en Latinoam?rica, 1.565,300 y en el Caribe: 330,000. El porcentaje de enfermos de SIDA en Am?rica Latina con relaci?n a su poblaci?n total es de 0.31%; en el Caribe es de 0.76%.

En n?meros absolutos el pa?s m?s afectado es Brasil con 620,000 enfermos; el menos afectado es Bolivia con 7000 enfermos. Para tener una visi?n completa del resto de Am?rica, Estados Unidos cuenta entre 1.165,000 y 2.000,000 de enfermos, Canad? con 1,830. Las estad?sticas completas las consigno a la Secretar?a.

Publicado por verdenaranja @ 23:48  | Hablan los obispos
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Informe que present? monse?or Ignacio Gogorza en nombre de la Conferencia Episcopal de Paraguay ante la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.


El Paraguay y su contexto:
Es un pa?s mediterr?neo. Tiene una superficie de 406.752 km? y una poblaci?n aproximada de 6.000.000, de habitantes, de los cuales son cat?licos el 87%.

El Paraguay se caracteriza por ser un pa?s rico por la calidad de su gente y por sus recursos naturales, sin embargo, hoy est? sufriendo una profunda crisis en los ?mbitos; pol?tico, econ?mico, social, cultural y moral.

Una serie de factores inciden en esta situaci?n. No obstante, podemos afirmar que los aspectos determinados tienen relaci?n con la corrupci?n generalizada, tanto en el sector p?blico como en el privado, as? como con la falta de confianza en los l?deres pol?ticos y en las asociaciones pol?tico ? partidarias.

Nuestra econom?a es mayoritariamente dependiente del sector agropecuario. Pero este rubro se encuentra agotado en sus modelos y con poca diversificaci?n, generando una econom?a inestable.

La inseguridad se ha agudizado en el Paraguay. A la inseguridad ciudadana cotidiana, se suman los hechos de secuestros extorsivos. Por otra parte, la inseguridad pol?tica y jur?dica impide la inversi?n nacional y extranjera, tan necesaria para resolver los problemas sociales y econ?micos de la naci?n.

La pobreza y la falta de oportunidades y de esperanza en amplios sectores de la poblaci?n paraguaya, por la falta de pol?ticas p?blicas que atiendan las necesidades de la gente, profundizan el fen?meno de la migraci?n masiva, interna y externa, con graves consecuencias morales, sociales y econ?micas para el pa?s. Una de las consecuencias m?s dolorosas de la migraci?n es la disgregaci?n de la familia.

La vida de la Iglesia en este contexto:
Como se podr? deducir inmediatamente del contexto social, pol?tico y econ?mico que se describe, los Obispos del Paraguay, tanto individual como colectivamente, viven inmersos en una realidad que demanda un acompa?amiento pastoral muy cercano intenso, con fuerte incidencia en lo social y pol?tico, desde la perspectiva del Evangelio y siguiendo las orientaciones de la Doctrina Social de la Iglesia. Esto nos ha ayudado a vivir m?s la comuni?n entre los Obispos mediante un di?logo permanente entre nosotros, con el clero y con los fieles.

En este sentido, han sido particularmente importantes para nuestra Iglesia en el Paraguay la visi?n pastoral y las orientaciones emanadas de las Conferencias Generales del Episcopado latinoamericano en Medell?n, Puebla y Santo Domingo, especialmente las dos primeras, cada una en su momento.

Las hemos asumido y hoy venimos a esta V Conferencia trayendo la memoria del rico pasado para proyectar al futuro.

Existe una gran religiosidad popular y mucha participaci?n en los actos lit?rgicos que consideramos una riqueza. Creemos, sin embargo, que debemos reorientar y evangelizar a nuestros fieles para que sean disc?pulos y misioneros de Cristo.

?Habla, Se?or, que tu pueblo escucha!
Los Obispos del Paraguay, reunidos en su 179? Asamblea Plenaria Ordinaria en marzo pasado, han recibido los resultados del emprendimiento Pastoral denominado:! Habla, Se?or, que tu pueblo escucha! Las comunidades eclesiales, agentes de pastoral y fieles en general han flexionado a la luz de la Palabra de Dios sobre los problemas y desaf?os pastorales para la Iglesia en el Paraguay.

El objetivo del emprendimiento fue recoger la visi?n y el sentir de los cat?licos del Paraguay sobre la realidad de su Iglesia, con el fin de elaborar unas L?neas Comunes de Acci?n Pastoral.

Algunos puntos resaltantes de esta realidad tienen que ver con el acelerado proceso de descristianizaci?n de nuestro pueblo, a pesar del alto porcentaje de los que se declaran cat?licos y a pesar del gran prestigio del que goza todav?a hoy la Iglesia Cat?lica en el Paraguay.

Es posible que lo precedente tenga su explicaci?n en el divorcio entre la fe y la vida de los que se declaran cat?licos, lo que, a su vez revela una d?bil identidad, fruto de una deficiente evangelizaci?n.

La catequesis no ha conseguido que la gente viva las consecuencias de su fe en la vida diaria. Notamos una carencia de formaci?n y de itinerarios formativos para nuestros fieles.

Sobre todo, nos urge profundizar y fortalecer la Pastoral Familiar.

El divorcio entre la fe y la vida lleva muchos cat?licos a una d?bil o casi nula conciencia del pecado y de los valores como la honestidad, la veracidad, el respeto al pr?jimo, a sus bienes y a su vida. Crece el secularismo, el subjetivismo y el relativismo.

Esta situaci?n nos exige una nueva evangelizaci?n, que tenga como soporte un clero de calidad, que ama su pueblo, agentes de pastoral bien formados y laicos comprometidos con los grandes y graves desaf?os que presenta la realidad paraguaya.

En este contexto, nos anima, nos alegra y nos llena de esperanza el gran n?mero de j?venes que se preparan para el sacerdocio. Aproximadamente 300, entre religiosos y diocesanos, est?n form?ndose en el Instituto Superior de Teolog?a de la Universidad Cat?lica de Asunci?n. En el mismo sentido nos ilusiona ver a numerosos laicos comprometidos en los distintos movimientos, en la sociedad y en las parroquias. Todos ellos desean una mayor formaci?n para vivir con integridad su vocaci?n y su misi?n de laicos.

Por ello, el conocimiento y el seguimiento de Jesucristo, con todas sus consecuencias transformadoras en la vida del cristiano y de la sociedad, debe ser fundamento de nuestra Acci?n Pastoral en el Iglesia en el Paraguay.

Publicado por verdenaranja @ 23:45  | Hablan los obispos
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Informe que present? monse?or Leopoldo Jos? Brenes Sol?rzano en nombre de la Conferencia Episcopal de Nicaragua ante la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.

Impacto de las Conferencias Generales
R?o de Janeiro: Cuando se ten?a la preocupaci?n por la falta de sacerdotes, la respuesta fue una renovaci?n y fortalecimiento de la pastoral vocacional, sus frutos el aumento de las vocaciones nativas.

Medell?n: Despert? una sensibilizaci?n en el magisterio local por los problemas pol?ticos y socio-econ?micos, poniendo en evidencia la dimensi?n social del evangelio. Los errores no fue culpa de Medell?n.

Puebla: Ayud? a ordenar las malas interpretaciones de Medell?n e impuls? la reflexi?n sobre la verdad de Cristo, de la Iglesia y del Hombre. Estableci? las bases de una eclesiolog?a de participaci?n, basada en el Vaticano II.

Santo Domingo: Despert? todo un ardor evangelizador que se manifest? en los nuevos m?todos y nuevas experiencias. Se desplegaron iniciativas pastorales mas organizadas a trav?s de las diversas comisiones, ya sea a nivel Nacional, Diocesano y Parroquial..

Expectativas: Esperamos una iglesia que d? respuestas a los retos que presenta el secularismo, el subjetivismo y el relativismo. Se hace necesario un nuevo perfil sacerdotal latinoamericano, volviendo a la lectura orante de la Biblia y potenciando la catequesis para lograr la tan anhelada misionariedad y ministerialidad de la iglesia.

Publicado por verdenaranja @ 23:41  | Hablan los obispos
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Obispo de Jalapa, Guatemala, presidi? la Celebraci?n Eucar?stica en lengua espa?ola este viernes, debido a la ausencia por enfermedad de Monse?or ?lvaro Leonel Ramazzini Imeri, Obispo de San Marcos, Guatemala.


Homil?a de Mons. ?lvaro Leonel Ramazzini Imeri - 25 de Mayo de 2007


(Fue le?da, en ausencia de por enfermedad,
por Mons. Julio Cabrera, Obispo de Jalapa, Guatemala)


Hermanos y hermanas:

Por mi medio, Mons ?lvaro Ramazini los saluda y se excusa por no poder presidir esta Eucarist?a, por razones de salud. ?l ha escrito esta homil?a que yo comparto hoy con ustedes.

Tres veces pregunta Jes?s a Pedro si lo ama. Tres veces Pedro responde que s?, reparando as? su triple negaci?n durante la Pasi?n del Se?or. Las preguntas vienen despu?s que el Se?or les ha preparado unas brasas, un pez sobre ellas y pan.

Es Pedro mismo quien ha sacado la red a tierra llena de 153 peces grandes, s?mbolo de los futuros disc?pulos de Jes?s. Este pasaje se ha interpretado normalmente en referencia personal a Pedro, y se ha singularizado su aplicaci?n a su sucesor, el Papa. Sin embargo, nada impide ver en estas declaraciones de amor, a las que sigue el encargo de Jes?s a Pedro de cuidar y apacentar sus ovejas, el fundamento del ministerio pastoral en la Iglesia, comenzando por el ministerio episcopal.

Nuestro ministerio se funda en un discipulado de amor. La historia de nuestras vidas como pastores es una historia de amor entre cada uno de nosotros y Aqu?l que nos conoc?a antes de haber sido formados en el seno de nuestras madres. ?sta es tambi?n la historia de la vocaci?n a la vida consagrada.

Nuestras vidas encuentran su sentido m?s profundo en el amor total, incondicional, a Aqu?l que nos am? primero dando su vida en la cruz. Lo amamos porque ?l nos ama y la medida de su amor es amarnos sin medida. ?ste es el fundamento de la vida cristiana.

Hemos venido a Aparecida porque queremos decirle al mundo entero que estamos convencidos que solamente la sabidur?a y la fuerza del amor, que es Dios mismo, reorientar? el rumbo de la historia, y vencer? el odio, la violencia, la injusticia y la mentira. Pero el mundo de hoy, m?s que palabras, necesita de hechos. Ya lo dice el refr?n: ?obras son amores y no buenas razones?. Y ah? entramos nosotros.

Como cristianos, y como obispos, o presb?teros, o personas de la vida consagrada, nuestra condici?n de disc?pulos nos exige ser testigos del amor de Dios prologando su amor en la historia, especialmente hacia los m?s pobres y marginados. O, como escuch?bamos en una de las intervenciones, nuestro amor a aqu?llos que ya no solamente son excluidos, sino totalmente considerados como sobrantes, ya que no cuentan para nada.

Hoy, como a Pedro, el Se?or nos pregunta: ??me amas??. Con toda modestia, sabi?ndome el m?s indigno de todos, perm?tanme que comparta con ustedes algunos puntos de referencia para dar una respuesta honesta al Se?or.

Si seguimos manteniendo en nuestras relaciones interpersonales el formalismo y el protocolo de los t?tulos en lugar del protocolo de la hermandad verdadera, llam?ndonos de coraz?n ?hermanos?, ?amigos?, ?podemos decirle al Se?or que lo amamos?

Si no ayudamos a resolver el problema de la grave e injusta distribuci?n del clero en nuestras iglesias particulares, ?podemos decirle a Jes?s que lo amamos porque creemos que en la Eucarist?a ?l actualiza el misterio de su pasi?n, muerte y resurrecci?n, y queremos que a nadie falte la posibilidad de participar en ella?

Si no nos comprometemos activamente en ayudar a eliminar las causas por las cuales millones de personas mueren de hambre o de fr?o, o viven en condiciones inhumanas, o tienen que emigrar a otros pa?ses porque en el propio no encuentran lo que necesitan para vivir dignamente, ?podemos decirle a Jes?s que lo amamos?

Si somos r?gidos y duros en nuestros juicios contra aquellos que consideramos pecadores, heterodoxos, y los condenamos y discriminamos; si hacemos del mon?logo nuestra herramienta preferida; si vemos la realidad del mundo desde el castillo de nuestra verdad sin animarnos a bajar a la llanura del sufrimiento y la desesperanza de conocidos y extra?os, ?podemos decirle a Jes?s que lo amamos?

La radicalidad de nuestras opciones, vividas d?a a d?a en el estilo de Jes?s delante de los tantos desaf?os y retos que el momento actual nos presenta, es la medida de nuestro amor hacia ?l.

Jes?s termina anunci?ndole a Pedro que cuando sea viejo lo atar?n y lo llevar?n donde ?l no quiere. Le deja la consigna de ?S?gueme?. El pastor sigue a Jes?s porque lo ama, y lo sigue tambi?n como disc?pulo para aprender a ser pastor como ?l. Como hizo Pablo, prisionero por Cristo delante de Festo, de Agripa y Berenice.

Para Pablo, como para otros muchos testigos de la fe en nuestro querido continente, incluidos aquellos obispos que dieron su vida por ?l - y quisiera recordar hoy de manera especial a dos obispos centroamericanos, Monse?or ?scar Arnulfo Romero y Monse?or Juan Gerardi Conedera -, su vida fue Cristo, y por ?l dieron su vida.

Jes?s nos d? la fuerza para hacer lo mismo.

Publicado por verdenaranja @ 23:37  | Homil?as
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Jueves, 24 de mayo de 2007
Jaime Nubiola
Profesor de Filosof?a30 de abril de 2007 La Gaceta de los Negocios (Madrid)


No es infrecuente escuchar que la culpa de los males que en el siglo XX han afligido a la humanidad se encuentra en la filosof?a moderna, sea por el individualismo de Descartes, el colectivismo de Marx o el nihilismo de Nietzsche. Quienes hacen afirmaciones as? suelen a?adir que el problema m?s grave del momento presente es que la cultura ha adoptado una mala filosof?a, un sistema err?neo de pensamiento. Esta posici?n resulta relativamente c?moda, pues traslada la soluci?n de los problemas al trabajo de unos especialistas, los fil?sofos, que son quienes deber?an proporcionar las soluciones, mientras que se estima que el individuo de a pie lamentablemente no puede hacer nada.

Sin embargo, esta manera de enfocar las cosas, de considerar que hay filosof?as buenas y malas como si fueran manteler?as de fiesta o de diario, colonias de lujo o a granel, no es la mejor manera de abordar esta cuesti?n crucial. No es que no sepamos lo que nos pasa, como dec?a Ortega, ni tampoco que pensemos mal o que hayamos optado por una mala filosof?a. Lo que nos pasa es m?s bien que en nuestra sociedad se ha renunciado a pensar. Quien se para un momento a reflexionar advierte de inmediato que en la aldea global cualquier forma de pensamiento libre y creativo ha ca?do v?ctima del ensordecedor ruido general. Aquello que escribi? Pascal de que ?toda la desgracia de los hombres viene de una sola cosa: el no saber quedarse a solas en su habitaci?n? es ahora m?s verdad que nunca.

Pensar es dif?cil. No proporciona una gratificaci?n instant?nea como la mayor parte de las cosas que consumen los j?venes. Quien piensa es considerado a menudo como un ser extra?o, como un extraterrestre. Precisamente somos los fil?sofos quienes tenemos como profesi?n recordar a la humanidad que no se puede vivir sin pensar, que no podemos trasladar nuestras decisiones a otros, sean las modas, las mayor?as o la tradici?n. S?crates, el primero de los fil?sofos, se ve?a a s? mismo como un t?bano puesto sobre su ciudad, Atenas, para que no se amodorrara. Su tarea era ense?ar a pensar con libertad. "M?s vale padecer el mal que cometerlo", dec?a, y afirmaciones como ?sta le llevaron a ser condenado a muerte. Posiblemente nunca ha estado de moda pensar.

La conflictividad es un rasgo inevitable de la convivencia humana en todos sus niveles: desde la familia hasta la comunidad internacional, pasando por la comunidad de vecinos, la organizaci?n profesional o, por supuesto, el Parlamento de una sociedad democr?tica. Muchos renuncian a pensar precisamente para evitarse conflictos: basta con hacer lo que hace la mayor?a. "Lo hacen todos" es el argumento moral definitivo en favor de una posici?n cualquiera porque nos exime de pensar. Cuando en mi infancia usaba yo este argumento ante mi madre, ella siempre me respond?a con enorme convicci?n "?si todos se tiraran por la ventana, t? te tirar?as?". Ante esa pregunta, yo me asomaba t?midamente a la ventana para mirar, "por si acaso" ?dec?a?, pero s?lo llegu? a entender la fuerza de su argumento muchos a?os despu?s.

Lo importante era la convicci?n de mi madre y quiz? se encuentre en ella el origen de mi vocaci?n filos?fica. S?lo vale la pena dialogar ?como ha escrito Rhonheimer? "donde las convicciones se toman en serio, como expresi?n de la convicci?n subjetiva de que la propia convicci?n corresponde a la verdad". Mi madre me daba sus razones porque estaba convencida de la verdad de su posici?n, pero sobre todo porque quer?a ense?arme a pensar por mi cuenta. Transferir las decisiones personales a "lo que hacen todos" equivale a tirarse por la ventana, esto es, a dejar de pensar.


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Intervenci?n en Asamblea Plenaria de la V Conferencia General del Episcopado de Am?rica Latina y el Caribe

Horacio Valenzuela A, Obispo de Talca, Chile


Quisiera hablar de la necesidad de un nuevo lugar de nuestros santos en nuestra acci?n evangelizadora. Hablar de la ?nube de testigos? como lugar teol?gico, como lugar donde se comprende, se nutre y crece la Iglesia. Quiero destacar a nuestros santos como lugar en que se ha desplegado con extraordinaria pertinencia , riqueza y cercan?a, la acci?n salvadora de Jesucristo. Ellos son el fruto m?s precioso de la Evangelizaci?n en nuestro continente Nuestra Am?rica Latina est? sembrada de testimonios de hombres y mujeres que han sido heroicos disc?pulos y misioneros de Jesucristo y que fueron y son promotores de su Vida Nueva.

Parece necesario hoy volver a mirar nuestros santos como una irrupci?n de Dios en la historia concreta de nuestros pueblos. Hasta ahora, me parece, no han tenido el lugar que les corresponde en nuestra vida pastoral ordinaria . No han tenido protagonismo suficiente en nuestra acci?n pastoral ?m?s oficial ? . Hemos subrayado los favores de los santos, que son importantes, pero hemos obscurecido a los santos que est?n detr?s de los favores ?dej?ndolos s?lo en el ?mbito ?necesario por cierto - de la piedad y la devoci?n.
Me parece que habr?a que incorporarlos a nuestra vida espiritual y pastoral, para favorecer ?una nueva amistad con los santos? . Ellos, rezamos en la liturgia, ?fecundan y renuevan la vida de la Iglesia?.

Al hablar de los santos, el Concilio Vaticano II ense?a que Dios manifiesta su presencia y su rostro de modo v?vido en aquellos que se han dejado transformar a imagen de Cristo, y que, en este mundo cambiante, los santos son un camino seguro a la uni?n con Cristo (cf. Lumen Gentium VII, n? 50). Dios nos revela, entonces, algo de s? mismo en la vida de los santos y, por ello, podemos decir que, en cierto sentido, el santo es un lugar teol?gico y uno de los m?s elocuentes signos de los tiempos. Tanto la teolog?a como nuestra propia experiencia pastoral, nos ense?an que los santos no tienen un lugar \'optativo\' en la vida cristiana, sino que manifiestan el car?cter concreto de la revelaci?n, de modo particular los m?s cercanos por cultura y ?poca, actualizan para nosotros la revelaci?n de Dios en la historia y le otorga carne y sangre al Evangelio. Guiado por esta convicci?n, he querido estructurar esta breve exposici?n en referencia a San Alberto Hurtado, un sacerdote chileno recientemente canonizado por su Santidad Benedicto XVI.

La S?ntesis de los aportes recibidos para la V Conferencia, en el n? 15, nos habla de una ?alternativa crucial?.El Santo Padre nos ha hablado de ?nueva encrucijada?. Y la soluci?n a esta encrucijada es ?el encuentro vivificante y transformador con Cristo?. Para esto, es necesario renovar la visi?n de fe sobre nuestra vida, la Iglesia y el mundo.

Unas prof?ticas e inc?modas palabras de San Alberto Hurtado nos iluminan: ?Hasta los cristianos ?nos incluimos los pastores? A fuerza de respirar esta atm?sfera estamos impregnados de materialismo, de materialismo pr?ctico. Confesamos a Dios con los labios, pero nuestra vida de cada d?a est? lejos de ?l. Nos absorben las mil ocupaciones... nuestra vida de cada d?a es pagana. En ella no hay oraci?n, ni estudio del dogma, ni tiempo para practicar la caridad o para defender la justicia. La vida de muchos de nosotros ?no es, acaso, un absoluto vac?o? ?No leemos los mismos libros, asistimos a los mismos espect?culos, emitimos los mismos juicios... que los ateos?? (1).

Estas palabras son un llamado a renovar nuestra visi?n de fe, a mirar la vida a la luz de la fe y a la luz de la eternidad. A planificar y evaluar nuestras actividades pastorales con criterio de fe (no empresarialmente). A confiar en la oraci?n que, como lo ha dicho recientemente el Papa Benedicto, ?no es algo accesorio, algo opcional; es cuesti?n de vida o muerte? (2) . Que nuestros planes pastorales cuenten con la acci?n de Dios al punto de que sin ella sean un fracaso. El Santo Padre Benedicto XVI nos advierte ?

?Aqu? se ve claro el n?cleo de la tentaci?n: Quitar a Dios? poner orden en el mundo, por nosotros mismos, sin Dios; contar solamente con nuestra propia capacidad; reconocer como verdaderas s?lo las realidades pol?ticas y materiales, y dejar a Dios a parte, como una ilusi?n, ?sta es la tentaci?n que nos amenaza en m?ltiples formas? (J. Ratzinger - Benedicto XVI, Ges? di Nazaret, Rizzoli 2007, p. 50).

Es necesaria la visi?n de fe porque el fin que persigue la Iglesia es sobrenatural, y hay, por tanto, una insalvable desproporci?n entre la misi?n de la Iglesia y nuestras capacidades. De ah? que los medios humanos en s? mismos son, por definici?n, insuficientes. Cuando una Empresa inicia una campa?a publicitaria, si dispone de recursos, cuenta con medios proporcionados para realizar lo que se propone; pero la misi?n de la Iglesia es la de ser sacramento de Cristo y del Esp?ritu, lo que supera todas las capacidades humanas.

?Significa esto que para vivir en la fe no hay que valerse de medios humanos? De ning?n modo. Se trata de poner nuestra esperanza en la acci?n de Dios y, a la vez, ofrecer toda nuestra colaboraci?n humana a la acci?n divina. En otras palabras, ofrecer toda nuestra activa y creativa colaboraci?n a la obra de Dios, que sabemos que supera absolutamente nuestras propias capacidades. Esta es la experiencia de los santos.

Estas afirmaciones est?n muy arraigadas en la revelaci?n pero no siempre encuentran acogida en las din?micas pastorales de nuestras di?cesis. Muchas veces trabajamos como si la evangelizaci?n fuera una empresa humana. En palabras del Padre Hurtado, debemos trabajar al ritmo de Dios, en una perfecta sincronizaci?n con la voluntad del Padre, ni m?s lento ni m?s r?pido, puesto que nuestra acci?n llega a ser da?ina si rompe su uni?n con Dios (3).

Comentando la multiplicaci?n de los panes, San Alberto Hurtado se complace tanto en destacar la pobreza como en insistir en la necesidad de los panes y de los pescados, s?lo as? Jes?s alimenta la multitud. Los panes estaban duros y los pescados, machucados y descompuestos, pero eran necesarios para que el Se?or saciara la muchedumbre (4). ?sta es la din?mica de la Eucarist?a que es fuente y cumbre, puesto que no s?lo manifiesta sino que causa la comuni?n y le otorga a la vida humana su ?forma eucar?stica?(5).

El Padre Hurtado comprendi? su vida sacerdotal como una entrega eucar?stica. En uni?n con Cristo, ofreci? creativamente todas sus capacidades humanas al servicio de los dem?s: trabaj? con los pobres, estudi? las causas de la injusticia, llam? a los universitarios a buscar soluciones estructurales a los des?rdenes de la sociedad y a los trabajadores a participar en su propia elevaci?n...Su pasi?n por Cristo y su Reino, su amor al la Virgen Mar?a y a los pobres suscit? numerosas vocaciones .Todo lo vivi? como prolongaci?n de la Eucarist?a, siempre apoyado en la oraci?n y en plena fidelidad a la ense?anza de la Iglesia. Unos apuntes revelan su secreto: ?Hacer de la Misa el centro de mi vida. Prepararme a ella con mi vida interior, mis sacrificios, que ser?n hostia de ofrecimiento; continuarla durante el d?a dej?ndome partir y d?ndome... en uni?n con Cristo. ?Mi Misa es mi vida, y mi vida es una Misa prolongada!?(6).

S?lo la visi?n de fe impulsa a reconocer a con radicalidad a Cristo en cada hombre, en especial los m?s pobres, y es capaz de sostener una entrega tan generosa, profunda y constante como la de San Alberto Hurtado. S?lo la visi?n de fe logra la s?ntesis entre la radical entrega de s? mismo y la plena confianza en la acci?n de Dios, evitando as? tanto el quietismo como el pelagianismo.

El encuentro personal con Jesucristo, ?nica soluci?n a la ?alternativa crucial? que enfrenta hoy la Iglesia latinoamericana, no ser? el resultado de una calculada estrategia humana, sino el don gratuito de Dios a una Iglesia renovada en la fe, consciente de la insuficiencia de sus propias capacidades y entregada eucar?sticamente a imagen de Aquel ?que no vino a ser servido sino a servir?. Con esta esperanza se puede mirar el futuro con un renovado optimismo cristiano.

La acci?n de Dios en la historia tiene su cumbre en la Encarnaci?n. El di?logo de la Anunciaci?n se muestra como el paradigma del actuar de Dios y, por tanto, el modelo perfecto de la acci?n eclesial. Como lo destac? el Documento de Puebla, y es oportuno recordarlo en esta casa de Mar?a Aparecida; la virginidad de Mar?a es total disponibilidad que s?lo se vuelve fecunda por obra del Esp?ritu (7). La Madre de Jes?s colabora activa y plenamente y, por ello, posibilita la acci?n divina, que no se realiza sin su cooperaci?n, pero ella sabe que su colaboraci?n s?lo es fecunda por la acci?n gratuita e incondicionada de Dios. La maternidad de la Iglesia siempre ser? virginal, dada la absoluta desproporci?n entre nuestros propios medios y la fecundidad de la Iglesia.

La devoci?n a Mar?a Sant?sima, tan arraigada en nuestro continente, es promesa y prenda de que nuestra acci?n eclesial tendr? siempre como modelo a aquella que se ofreci? sin l?mites y en quien Dios hizo obras grandes.

?Conscientes de esta presencia del Resucitado entre nosotros, nos planteamos hoy la pregunta dirigida a Pedro en Jerusal?n, inmediatamente despu?s de su discurso de Pentecost?s: ? ?Qu? hemos de hacer, hermanos? ? (Hch 2,37).

Nos lo preguntamos con confiado optimismo, aunque sin minusvalorar los problemas. No nos satisface ciertamente la ingenua convicci?n de que haya una f?rmula m?gica para los grandes desaf?os de nuestro tiempo. No, no ser? una f?rmula lo que nos salve, pero s? una Persona y la certeza que ella nos infunde: ?Yo estoy con vosotros!

?No se trata, pues, de inventar un nuevo programa. El programa ya existe. Es el de siempre, recogido por el Evangelio y la Tradici?n viva. Se centra, en definitiva, en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e imitar, para vivir en ?l la vida trinitaria y transformar con ?l la historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusal?n celeste. Es un programa que no cambia al variar los tiempos y las culturas, aunque tiene cuenta del tiempo y de la cultura para un verdadero di?logo y una comunicaci?n eficaz. ? ( NMI 29 )

?La vida entera de la comunidad eclesial y de las familias cristianas debe ir en esta direcci?n. Pero tambi?n es evidente que los caminos de la santidad son personales y exigen una pedagog?a de la santidad verdadera y propia, que sea capaz de adaptarse a los ritmos de cada persona. Esta pedagog?a debe enriquecer la propuesta dirigida a todos con las formas tradicionales de ayuda personal y de grupo, y con las formas m?s recientes ofrecidas en las asociaciones y en los movimientos reconocidos por la Iglesia. ? ( NMI 31)

El papa Juan pablo II propuso siete prioridades pastorales para este tiempo de inicios del nuevo milenio : santidad, oraci?n, Misa Dominical, Sacramento de la Reconciliaci?n, primac?a de la Gracia , escucha de la Palabra y anuncio de la Palabra.

NOTAS

(1) La b?squeda de Dios. Conferencias, art?culos y discursos pastorales del Padre Alberto Hurtado, S.J. Escritos in?ditos del Padre Hurtado, vol. 4. Santiago 2005, p. 124.
(2) Benedicto XVI, palabras despu?s del rezo del ?ngelus, 4 de marzo 2007.
(3) Cf. La b?squeda de Dios, pp. 19-22.
(4) Cf. Un disparo a la eternidad. Retiros espirituales predicados por el Padre Alberto Hurtado, S.J. Escritos in?ditos del Padre Hurtado, vol. 1, Santiago 2002, pp. 136-137.
(5) Cf. Benedicto XVI, Sacramentum caritatis, nn? 70; 76; 80-82.
(6) La b?squeda de Dios, p. 216.
(7) Puebla 294. ?[Mar?a] nos ense?a que la virginidad es un don exclusivo a Jesucristo, en que la fe, la pobreza y la obediencia al Se?or se hacen fecundas por la acci?n del Esp?ritu?.

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VATICANO - AVE MARIA por don Luciano Alimandi - Mar?a, ?Mujer? del Esp?ritu

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En el per?odo entre la Ascensi?n y Pentecost?s la Iglesia invita a los fieles a detenerse en oraci?n en el Cen?culo, en modo particular ante Jes?s Eucarist?a, para prepararse a acoger al Esp?ritu Santo ?en uni?n espiritual con la Virgen Mar?a?, como el Santo Padre Benedicto XVI afirm? recientemente en el ?ngelus del 20 de mayo de 2007.
El mes de mayo, dedicado a Mar?a, nos ayuda a entrar con mayor intimidad en comuni?n con la Virgen, que tiene una relaci?n totalmente ?nica con el Esp?ritu Santo, porque es ?l el que se pos? sobre Ella, cuando ?extendi? sobre Ella su sombra la potencia del Alt?simo? (Lc 1, 35) para obrar el m?s grande milagro de la salvaci?n: la Encarnaci?n del Verbo.
Escribe Montfort a prop?sito de este sublime misterio: ?el Esp?ritu Santo, que es est?ril en Dios, es decir que no da origen a otra persona divina, se hizo fecundo por medio de Mar?a a quien espos?. Con ella, en ella y por ella ?l ha realizado su obra maestra, que es un Dios hecho hombre, y todos los d?as, hasta el fin del mundo, dona la vida a los predestinados y a los miembros del cuerpo de esta Cabeza adorable. Por lo tanto, cuanto m?s el Esp?ritu Santo encuentra a Mar?a, su esposa querida e indisoluble, en un alma, tanto m?s se esfuerza por formar a Jesucristo en esta alma y a esta alma en Jesucristo? (TVD n. 20). As? tambi?n, otro gran santo, el franciscano Maximiliano Mar?a Kolbe, afirmaba: ?el Esp?ritu Santo, el divino Esposo de la Inmaculada, act?a solamente en Ella y a trav?s de Ella, comunica la vida sobrenatural, la vida de la gracia, la vida divina, la participaci?n al amor divino, a la divinidad? (SK 1326).
Dichas expresiones pueden ser comprendidas ?nicamente a la luz del misterio de la Encarnaci?n, cuando Dios entr? en el mundo y en la historia uni?ndose esponsalmente a una creatura querida por ?l Inmaculada: ?te har? mi esposa para siempre, te har? mi esposa en la justicia y en el derecho, en la benevolencia y en el amor? (Os 2,21).
El v?nculo entre el Esp?ritu Santo y la Virgen Mar?a debe ser profundizado por todo cristiano, sobre todo en este especial tiempo de preparaci?n a Pentecost?s, a una nueva efusi?n del Amor de Dios que, junto a Mar?a, quiere reproducir en nuestras almas el milagro de una ?encarnaci?n m?stica?, como la llamaba la m?stica mexicana Concepci?n Cabrera de Armida.
El ?nico objetivo de nuestra vida, efectivamente, es justamente el de la plena conformaci?n a Jes?s, a trav?s de un progresivo camino de conversi?n actuado por el Esp?ritu Santo, que nos hace subir cada vez m?s alto, ?para llegar a vivir a Cristo!
Descubrir el v?nculo que une Mar?a al Esp?ritu Santo dona a nuestra vida un empuje inexpresable, porque entramos en sinton?a con el potente misterio de la Encarnaci?n de Dios, del que surge nuestra salvaci?n. Entrar en uni?n espiritual con la Virgen Mar?a, en esta dimensi?n del Amor trinitario, significa encontrar la clave para acceder al m?s profundo conocimiento de Jes?s: ?Fruto del Esp?ritu Santo en Mar?a!
El Magisterio Pontificio ha presentado al creyente varias veces esta uni?n indisoluble entre el Amor eterno del Padre y la Virgen Madre, mostr?ndolo como un v?nculo esponsal. Por ejemplo Paolo VI, en la Exhortaci?n apost?lica ?Marialis cultus?, recuerda como algunos santos Padres y escritores eclesi?sticos, ?vieron en la misteriosa relaci?n Esp?ritu-Mar?a un aspecto esponsalicio, descrito po?ticamente por Prudencio: ?la Virgen n?bil se desposa con el Esp?ritu?? (MC, n. 26). En la Redemptoris Mater, el Siervo de Dios Juan Pablo II, reafirmaba claramente que, cuando el Esp?ritu descendi? sobre Mar?a en la Anunciaci?n, ella ?se convirti? en su fiel esposa? (RM n. 26). Tantos santos y beatos, innumerables fieles la han invocado y la invocan con el t?tulo ?esposa del Esp?ritu Santo?, viendo en Mar?a la ?esposa de Dios?, es decir la que es ?toda de Dios?, siempre e incondicionalmente fiel a su Amor. Tambi?n nosotros no nos cansamos de invocar la venida del Par?clito a nuestros corazones y mirando a la Inmaculada repitamos: ??Ven Esp?ritu Santo, ven por Mar?a?! (Agencia Fides 23/5/2007; l?neas 48, palabras 711)



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Informaci?n recogida en folleto divulgativo de la labor de los Misioneros Pa?les en Honduras.

El anuncio de la
Buena Nueva
del Evangelio
constituye la raz?n de ser
de la Iglesia y
de cada uno de los misioneros



PARA ANUNCIAR LA BUENA NUEVA DEL EVANGELIO la Iglesia cuenta con los misioneros, llegados desde otros pa?ses, pero tambi?n y muy especialmente con los cristianos de cada lugar, de cada aldea, de cada comunidad.

LOS DELEGADOS DE LA PALABRA son hombres y mujeres que, formando su propia familia y trabajando como sus vecinos, han asumido la responsabilidad de acercar el Evangelio a las personas, a las familias, a las comunidades.

LLAMADOS CON DIVERSOS NOMBRES, seg?n los lugares, los Delegados de la Palabra re?nen a la comunidad cristiana del barrio o de la aldea, cada domingo, para celebrar el D?a del Se?or y acoger la Buena Nueva.

LOS DELEGADOS DE LA PALABRA est?n atentos a las condiciones en que viven las familias y animan el compromiso de sus vecinos para formar verdaderas comunidades cristianas.
LOS DELEGADOS DE LA PALABRA apoyan la formaci?n en la fe, la catequesis; preparan para la celebraci?n del bautismo y de los dem?s sacramentos.

PARA SU PROPIA FORMACI?N, LOS DELEGADOS DE LA PALABRA se re?nen cada mes en la parroquia (m?s de 100 en la parroquia de Puerto Cort?s; 80 en la parroquia de Cuyamel), muchas veces despu?s de caminar durante varias horas.

SIN LOS DELEGADOS DE LA PALABRA, teniendo en cuenta la dispersi?n geogr?fica y la realidad eclesial y pastoral de pa?ses como Honduras, la Iglesia no podr?a cumplir con su misi?n de proclamar el Evangelio a todos los pueblos.

Para anunciar la Buena Nueva del Evangelio, los misioneros
Se ponen en camino Se acercan a las personas, en sus aldeas
Respetan sus culturas y valores.

Forman comunidades Promueven el desarrollo de las personas en salud, educaci?n, vivienda, organizaci?n solidaria

Celebran la vida en los sacramentos.

Animan el compromiso de los cristianos.


Publicado por verdenaranja @ 23:00  | Misiones
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Colocamos a continuaci?n el SUBSIDIO LIT?RGICO enviado por la Vicar?a de Asutos Religiosos de la Di?cesis de Tenerife.

MONICI?N DE ENTRADA

En este Domingo la Iglesia celebra la fiesta solemne de la Sant?sima Trinidad, misterio central de nuestra fe en el que se fundamenta toda la vida cristiana. El Misterio de Dios se hace cercano en el testimonio de cuantos,le buscan ?no ante-poniendo nada al amor de Cristo?.

Precisamente en este marco lit?rgico, hoy tambi?n recordamos a aquellos que en la Iglesia son llamados a la vida contemplativa: hombres y mujeres que dejando la vida seg?n el mundo, se dedican totalmente a Dios.

Al conciliar arm?nicamente la vida interior con el trabajo en el compromiso evang?lico por la conversi?n de las costumbres, y la asidua dedicaci?n a la meditaci?n de la Palabra, la celebraci?n de la liturgia y la oraci?n, los monasterios han sido y siguen siendo, un lugar acogedor para quienes buscan a Dios y las cosas del esp?ritu, aut?nticas escuelas de fe en el coraz?n de la Iglesia y del mundo,


PRECES

[A las preces completas de la Solemnidad, se propone a?adir estas tres espec?ficas]

? Por los monjes y monjas contemplativos, para que el vigor de su vida espiritual, consagrada a Dios en la Iglesia sea testimonio ante el mundo del poder de la gracia y la actualidad del Evangelio. Oremos.

? Por las familias, para que sean aut?ntica escuela de fe donde los ni?os reciban el alimento de la vida cristiana, y por todos los j?venes a quienes Dios llama a la consagraci?n religiosa, para que acojan con gozo este don y sigan a Jesucristo con generosidad y radicalidad. Oremos.

? Por quienes estamos participando en esta celebraci?n, para que, aumentando en nosotros la fe, la esperanza y la caridad, sepamos testimoniar y transmitir los valores evang?licos con el ejemplo de la propia vida. Oremos.


MONICI?N DE ENV?O

Con gozo hemos celebrado los misterios de nuestra fe. Como Pueblo de Dios convocado a edificar su Reino, nos unimos a todos los hermanos y hermanas que viven en contemplaci?n, desde el silencio y soledad de sus monasterios, damos gracias a la Sant?sima Trinidad por el don de sus vocaciones, y junto con ellos avivamos en nosotros el deseo de vivir en santidad confesando nuestra fe para que el mundo conozca el Amor divino.
Que la Virgen Mar?a, ?primera disc?pula?, nos gu?e y acompa?e.


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El Vicario Episcopal de Tenerife para los religiosos env?a la siguiente carta a las parroquias:

Estimados hermanos/as en Cristo:

El Domingo de la Sant?sima Trinidad (3 de Junio), la Iglesia celebra la Jornada "Pro Orantibus", la Jornada por aquellos las que oran constantemente por la Iglesia y por la Humanidad.

Objetivos de este d?a:



1. Oraci?n a favor de los religiosos y religiosas de vida contemplativa, como expresi?n de reconocimiento, estima y gratitud por lo que representan ellos y ellas, y el rico patrimonio espiritual de sus institutos en la Iglesia.

2. Catequesis para dar a conocer la vocaci?n espec?ficamente contemplativa, tan actual y tan necesaria en la Iglesia.

3. Reflexi?n:

? Los monasterios han sido y siguen siendo, en el coraz?n de la Iglesia y del mundo, un signo elocuente de comuni?n, un lugar acogedor para quienes buscan a Dios y las cosas del esp?ritu, escuelas de fe y verdaderos laboratorios de estudio, de di?logo y de cultura para la edificaci?n de la vida eclesial y de la misma ciudad terrena, en espera de aquella celestial.

? Los Institutos orientados a la contemplaci?n, formados por mujeres o por hombres, son para la Iglesia un motivo de gloria y una fuente de gracias celestiales. Con su vida y su misi?n, sus miembros imitan a Cristo orando en el monte, testimonian el se?or?o de Dios sobre la historia y anticipan la gloria futura.

En la soledad y el silencio, mediante la escucha de la palabra de Dios, el ejercicio del culto divino, la ascesis personal, la oraci?n., la mortificaci?n y la comuni?n en el amor fraterno, orientan toda su vida y actividad a la contemplaci?n de Dios. Ofrecen as? a la comunidad eclesial un singular testimonio del amor de la iglesia por su Se?or y contribuyen, con una misteriosa fecundidad apost?lica, al crecimiento del pueblo de Dios.

4. La coleca "Pro Orantibus" se ha ce el d?a 27 de Mayo.

Le saluda cordialmente

Ismael Rodr?guez Hern?ndez
Vicario Episcopal para los Religiosos


Mi?rcoles, 23 de mayo de 2007
ZENIT pblica el saludo a la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe que dirigi? en nombre del Simposio de las Conferencias Episcopales de ?frica y Madagascar, su segundo vicepresidente, monse?or Francisco Jo?o Silva, obispo de Chimoio (Mozambique).


Se?or Cardenal Presidente del CELAM, Eminencias, Excelencias, Reverend?simas, Apreciados invitados especiales, Reverendos sacerdotes, Hermanos y Hermanas, caros todos que particip?is en esta augusta Conferencia,

?Traigo saludos fraternos de la Iglesia de ?frica para la Iglesia hermana de Am?rica Latina y de las Islas Caribe?as! ?Qu? la gracia y la paz del Se?or sean la palanca y el sustent?culo de toda la vida de sus respectivos pueblos!

?La invitaci?n que el Se?or Presidente de la Conferencia Latinoamericana (CELAM) dirigi? a su hom?logo, Presidente del Simposio de las Conferencias Episcopales de ?frica y Madagascar (SCEAM/ SELLAN) fue recibido con j?bilo y aceptado de todo el coraz?n!

Primero, porque la Iglesia en ?frica vio en esa invitaci?n no solo una se?al, sino sobretodo una vivencia concreta de aquello que propiamente caracterizaba la Iglesia, a saber, la comuni?n.

Segundo, la Iglesia en ?frica vio en esa invitaci?n una voluntad de querer dar m?s un paso en la implementaci?n de aquello a lo que nos propusimos en el a?o 2000, cuando SCEAM/ SELLAN y CELAM se reunieron en Maputo, Mozambique, para reflexionar sobre la "Paz como Fruto de la Reconciliaci?n". Pues, dec?amos en esa cultura, que hab?a toda una necesidad del CELAM y SCEAM/ SELLAN intensifiquen entre s? una s?lida y coordenada colaboraci?n apost?lica. Por eso, hoy decimos: "gracias al CELAM por el empe?o que est? demostrando en la b?squeda del ideal al que nos comprometimos hace siete (7) a?os".

Bien, quien deber?a estar aqu? representando al SCEAM/ SECAM es su Presidente, su Eminencia el Se?or Cardenal Policarpo Pengo, Arzobispo de Dar-Es-Salaam, Tanzania. A la ?ltima hora, recib? la noticia de que ?l me ped?a, como uno de sus Vicepresidentes, que le representar en esta augusta Asamblea. En respuesta, dije que ya ten?a un viaje a Brasil, pero para una misi?n diferente. Sin embargo, me ofrec? para representarlo en la Misa inaugural, en la sesi?n de apertura y en las otras sesiones, cuando el programa de la otra misi?n me lo permitiese. Por eso, pido a que no vengan a extra?ar mis ausencias.

Quiero terminar, felicitando al CELAM por el tema escogido para ?sta V Conferencia: "Disc?pulos y Misioneros en Jesucristo, para que en ?l nuestros pueblos tengan vida" - "Soy el camino, la verdad y la vida" (Jo 14, 16)

A la primera vista, el tema no parece tener nada de nuevo, pues por definici?n, todo el cristiano deber?a ser un disc?pulo y misionero de Jesucristo. Pero, quiz? sea precisamente en este aspecto parad?jico que el tema encuentra toda su fuerza. Porque, si por un lado, todo cristiano deber?a ser disc?pulo de Jesucristo, por otro, es tambi?n un hecho que ni todos los que hicieron parte de las multitudes que andaban detr?s de Jes?s eran verdaderos disc?pulos suyos. Unos, hallando demasiado duro el lenguaje de Jes?s, desistieron y no anduvieron m?s con ?l (cf. Jn 6, 60-66). El disc?pulo y misionero de Jesucristo es aqu?l que se empe?a en la escucha de su Palabra, sigue sus pisadas, carga su cruz todos los d?as, busca romper radicalmente con todo lo que es ef?mero y se coloca a la entera disponibilidad de la Voluntad de Dios. Pero el disc?pulo no se queda ah?. La escucha de la Palabra y la experiencia de la vida de Jes?s, lo impelen a transmitirlas a los dem?s. Por eso para m?, ser disc?pulo y misionero de Jesucristo, se condensar?a en el resultado de aquel di?logo que Jes?s tuvo con la mujer samaritana, junto al pozo de Jacob, pues constatamos en el Evangelio que, despu?s de haber hablado con Jes?s, la mujer dej? el balde, fue a la ciudad y dijo a las personas: "Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho ?Ser? qu? ?l no es el Mes?as?... Los samaritanos entonces fueron al encuentro de Jes?s y le pidieron que se quedase con ellos. Y Jes?s se qued? ah? dos d?as. Muchas otras personas creyeron en Jes?s al o?r su Palabra. Y dec?an a la mujer: ?ya no creemos a causa de aquello que usted dijo. Ahora, nosotros mismos o?mos y sabemos que ?ste es, de hecho, el Salvador del Mundo'" (Jn 4, 29-42). ?Ojal? qu? vuestras ponderaciones permitan hacer con qu? la evangelizaci?n en Am?rica Latina, en las Islas Caribe?as y, eventualmente, en el mundo entero pueda tener ?xito semejante a aquel que tuvo el testimonio de la sencilla mujer samaritana! ?ste, Eminencias, Excelencias, Reverend?simas y vosotros todos qu? particip?is en esta augusta Conferencia, es el grande voto de la Iglesia Hermana de ?frica.

?Qu? Dios os asista a lo largo de todo el trabajo!

Aparecida, el 14 de Mayo de 2007
+ Francisco Jo?o Silva
Obispo de Chimoio y 2? Vice-Presidente de la SCEAM/ SECAN

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ZENIT publica la intervenci?n de Benedicto XVI en la audiencia general del mi?rcoles, 23 de Mayo de 2007, dedicada a hacer un balance de su visita apost?lica a Brasil.

Queridos hermanos y hermanas:

En esta audiencia general quisiera recordar mi viaje apost?lico a Brasil del 9 al 14 de este mes. Despu?s de dos a?os de pontificado, finalmente he tenido la alegr?a de visitar Am?rica Latina, a la que tanto quiero, y donde vive, de hecho, una gran parte de los cat?licos del mundo.

La meta fue Brasil, pero he querido abrazar a todo el gran subcontinente latinoamericano, pues el acontecimiento eclesial que me ha llamado para ir hasta all? ha sido la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

Deseo renovar mi profunda gratitud por la acogida recibida a los hermanos obispos, en particular a los de Sao Paulo y de Aparecida. Doy las gracias al presidente de Brasil y a las dem?s autoridades civiles por su cordial y generosa colaboraci?n. Con gran afecto, doy las gracias al pueblo brasile?o por la calidez con la que me ha acogido --era verdaderamente conmovedora-- y por la atenci?n que ha dedicado a mis palabras.

Mi viaje ha tenido ante todo el valor de un acto de alabanza a Dios por las ?maravillas? obradas en los pueblos de Am?rica Latina, por la fe que ha animado su vida y su cultura durante m?s de quinientos a?os.

En este sentido, ha sido una peregrinaci?n que ha tenido su momento culminante en el santuario de la Virgen Aparecida, patrona principal de Brasil. El tema de la relaci?n entre fe y cultura ha sido siempre muy importante para mis venerados predecesores, Pablo VI y Juan Pablo II. He querido retomarlo confirmando a la Iglesia que est? en Am?rica Latina y el Caribe en el camino de una fe que se ha hecho y se hace historia vivida, piedad popular, arte, en di?logo con las ricas tradiciones precolombinas adem?s de con las m?ltiples influencias europeas y de otros continentes.

Ciertamente el recuerdo de un pasado glorioso no puede ignorar las sombras que acompa?aron la obra de evangelizaci?n del continente latinoamericano: no es posible olvidar los sufrimientos y las injusticias que infligieron los colonizadores a la poblaci?n ind?gena, pisoteadas a menudo en sus derechos fundamentales. Pero el deber de mencionar esos cr?menes injustificables, condenados ya entonces por misioneros como Bartolom? de las Casas y te?logos como Francisco de Vitoria de la Universidad de Salamanca, no debe impedir reconocer con gratitud la maravillosa obra que ha llevado a cabo la gracia divina entre esas poblaciones a lo largo de estos siglos.

El Evangelio en el continente se ha transformado de este modo en el elemento clave de una s?ntesis din?mica que, con matices diversos seg?n las naciones, expresa de todas formas la identidad de los pueblos latinoamericanos. Hoy, en la ?poca de la globalizaci?n, esta identidad cat?lica sigue present?ndose como la respuesta m?s adecuada, a condici?n de que est? animada por una seria formaci?n espiritual y por los principios de la doctrina social de la Iglesia.

Brasil es un gran pa?s que custodia valores cristianos profundamente arraigados, pero vive tambi?n enormes problemas sociales y econ?micos. Para contribuir a su soluci?n la Iglesia debe movilizar a todas las fuerzas espirituales y morales de su comunidad, buscando convergencias oportunas con las energ?as sanas del pa?s.

Entre los elementos positivos hay que indicar ciertamente la creatividad y la fecundidad de esa Iglesia, en la que nacen continuamente nuevos movimientos y nuevos institutos de vida consagrada. Tambi?n es de alabar la entrega generosa de tantos fieles laicos, que son sumamente activos en las diferentes actividades promovidas por la Iglesia.

Brasil es tambi?n una naci?n que puede proponer al mundo un nuevo modelo de desarrollo: la cultura cristiana puede inspirar una ?reconciliaci?n? entre los seres humanos y la creaci?n, a partir de la recuperaci?n de la dignidad personal en la relaci?n con Dios Padre.

En este sentido, un ejemplo elocuente es la ?Fazenda da Esperan?a?, una red de comunidades de recuperaci?n para j?venes que quieren salir de t?nel tenebroso de la droga. En la que visit?, que me impresion? profundamente y que me ha dejado un vivo recuerdo en el coraz?n, es significativa la presencia de un monasterio de hermanas clarisas. Esto me ha parecido emblem?tico para el mundo de hoy, que necesita una ?recuperaci?n? ciertamente psicol?gica y social, pero sobre todo profundamente espiritual.

Y emblem?tica ha sido tambi?n la canonizaci?n, celebrada en la alegr?a, del primer santo nativo del pa?s: Fay Antonio de Santa Ana Galv?o. Este sacerdote franciscano del siglo XVIII, devot?simo de la Virgen Mar?a, ap?stol de la Eucarist?a y de la Confesi?n, fue llamado mientras viv?a ?hombre de paz y de caridad?. Su testimonio es una confirmaci?n m?s de que la santidad es la verdadera revoluci?n, que puede promover la aut?ntica reforma de la Iglesia y de la sociedad.

En la catedral de Sao Paulo encontr? a los obispos de Brasil, la conferencia episcopal m?s numerosa del mundo. Testimoniarles el apoyo del sucesor de Pedro era uno de los objetivos principales de mi misi?n, pues conozco los grandes desaf?os que el anuncio del Evangelio tiene que afrontar en ese pa?s. Alent? a mis hermanos a proseguir y reforzar el compromiso de la nueva evangelizaci?n, exhort?ndoles a difundir, de forma capilar y met?dica, la Palabra de Dios para que la religiosidad innata difundida entre la poblaci?n se haga m?s profunda y se transforme en fe madura y en adhesi?n personal y comunitaria al Dios de Jesucristo.

Les alent? a recuperar por doquier el estilo de la primitiva comunidad cristiana, descrita en el libro de los Hechos de los Ap?stoles: asidua en la catequesis, en la vida sacramental y en la caridad operante.

Conozco la dedicaci?n de estos fieles servidores del Evangelio, que lo quieren presentar sin cortapisas ni confusi?n, custodiando el dep?sito de la fe con discernimiento; y conozco tambi?n su preocupaci?n constante por promover el desarrollo social, principalmente mediante la formaci?n de laicos, llamados a asumir responsabilidades en el campo de la pol?tica y la econom?a. Doy las gracias a Dios por haberme permitido profundizar en la comuni?n con los obispos brasile?os, que siguen estando siempre presentes en mi oraci?n.

Otro momento caracter?stico del viaje fue, sin duda, el encuentro con los j?venes, esperanza no s?lo para el futuro, sino fuerza vital tambi?n para el presente de la Iglesia y de la sociedad. Por este motivo, la vigilia que animaron en Sao Paulo de Brasil fue una fiesta de la esperanza, iluminada por las palabras de Cristo dirigidas al ?joven rico?, quien le hab?a preguntado: ?Maestro, ?qu? he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?? (Mateo 19, 16). Jes?s le indic?, ante todo, ?los mandamientos?, como el camino de la vida, y despu?s le invit? a dejar todo para seguirle.

Hoy la Iglesia sigue haciendo lo mismo: ante todo vuelve a presentar los mandamientos, aut?ntico camino de educaci?n en la libertad y en el bien personal y social; y sobre todo propone el ?primer mandamiento?, el del amor, pues sin amor los mandamientos no dar?n pleno sentido a la vida ni procurar?n la verdadera felicidad. S?lo quien encuentra en Jes?s el amor de Dios emprende este camino para recorrerlo entre los hombres, se convierte en su disc?pulo y su misionero. Invit? a los j?venes a ser ap?stoles de sus coet?neos; y por esto a cuidar siempre de su formaci?n humana y espiritual; a tener gran estima del matrimonio y del camino que conduce a ?l, en la castidad y en la responsabilidad; a estar abiertos tambi?n a la llamada a la vida consagrada por el Reino de Dios. En definitiva, les alent? a hacer fecunda la gran ?riqueza? de su juventud, para ser el rostro joven de la Iglesia.

Cumbre del viaje fue la inauguraci?n de la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en el santuario de Nuestra Se?ora Aparecida. El tema de esta grande e importante asamblea, que se concluir? a finales de mes, es ?Disc?pulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en ?l tengan vida. ?Yo soy el camino, la verdad y la vida??. El binomio ?disc?pulos y misioneros? corresponde a lo que el Evangelio de Marcos dice sobre la llamada de los ap?stoles: ?[Jes?s] instituy? doce, para que estuvieran con ?l, y para enviarlos a predicar? (Marcos 3, 14-15). La palabra ?disc?pulos? hace referencia, por tanto, a la dimensi?n formativa y al seguimiento, a la comuni?n y a la amistad con Jes?s; el t?rmino ?misionero? expresa el fruto del discipulado, es decir el testimonio y la comunicaci?n de la experiencia vivida, de la verdad y el amor conocidos y asimilados. Ser disc?pulos y misioneros implica un v?nculo ?ntimo con la Palabra de Dios, con la Eucarist?a y los dem?s sacramentos, vivir en la Iglesia en escucha obediente de sus ense?anzas. Renovar con alegr?a la voluntad de ser disc?pulos de Jes?s, de ?estar con ?l?, es la condici?n fundamental para ser misioneros ?recomenzando desde Cristo?, seg?n el lema del Papa Juan Pablo II a toda la Iglesia tras el Jubileo del 2000.

Mi venerado predecesor siempre insisti? en una evangelizaci?n ?nueva en su ardor, en sus m?todos, en su expresi?n?, como afirm? hablando precisamente a la asamblea del CELAM, el 9 de marzo de 1983, en Hait? (Cf. ?Insegnamenti? VI/1 [1983], 698). Con mi viaje apost?lico, he querido exhortar a proseguir por este camino, ofreciendo como perspectiva de unificaci?n la de la enc?clica ?Deus caritas est?, una perspectiva inseparablemente teol?gica y social, que se resume en esta expresi?n: ?es el amor quien da la vida?. ?La presencia de Dios, la amistad con el Hijo de Dios encarnado, la luz de su Palabra, son siempre condiciones fundamentales para la presencia y eficiencia de la justicia y del amor en nuestras sociedades? (Discurso inaugural de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, 4).

A la materna intercesi?n de la Virgen Mar?a, venerada con el t?tulo de Nuestra Se?ora de Guadalupe, como patrona de toda Am?rica Latina, y al nuevo santo brasile?o, Fray Antonio de Santa Ana Galv?o, encomiendo los frutos de este inolvidable viaje apost?lico.

[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit. Al final de la audiencia, Benedicto XVI salud? a los peregrinos en varios idiomas. En espa?ol, dijo:]

Queridos hermanos y hermanas:
En esta audiencia quisiera recordar con gratitud y alegr?a mi reciente viaje a Brasil para la inauguraci?n de la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en el gran centro mariano de Aparecida. Ha sido un encuentro muy enriquecedor, tanto con los pastores y fieles brasile?os como con los representantes de la Iglesia que camina en esa querida tierra americana, en la que el Evangelio ha echado ra?ces muy hondas y donde vive, de hecho, la mayor parte de los cat?licos del mundo.

Por eso he animado a todos a cultivar con esmero el tesoro de la fe en Cristo y a hacerlo fecundo tanto en la vida personal como en los diversos ?mbitos de la vida social. He invitado a los j?venes a que sean el rostro joven de la Iglesia; a los pastores a dar nuevo impulso a la evangelizaci?n, al estilo de la primitiva comunidad cristiana: perseverando en la catequesis, en la vida sacramental y en la pr?ctica de la caridad; he se?alado a todos la importancia de ser verdaderos disc?pulos de Cristo, de estar con ?l y aprender siempre de ?l, para ser sus testigos y misioneros del Evangelio en la sociedad, para que la luz de la Palabra de Dios abra en ella caminos de justicia, de paz y de amor verdadero.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua espa?ola, en particular a los venidos de Espa?a, M?xico, El Salvador, Guatemala y otros pa?ses latinoamericanos. Deseo a todos que la estancia en Roma les ayude a reforzar la fe transmitida por los Ap?stoles Pedro y Pablo, que aqu? dieron su vida por Cristo.

Muchas gracias por vuestra visita.

[? Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana]

Publicado por verdenaranja @ 23:47  | Habla el Papa
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AMERICA/BRASIL - ?Esta V Conferencia significa reimpulsar la obra evangelizadora de la Iglesia. Despu?s de 500 a?os comienza una segunda evangelizaci?n que ha de de ser como una nueva primavera para la Iglesia?: entrevista a Mons. Roberto Octavio, Arzobispo de San Juan

Aparecida (Agencia Fides) - Mons. Roberto Octavio Gonz?lez Nieves, Arzobispo de San Juan (Puerto Rico), describe en una entrevista a la Agencia Fides la importancia y expectativas de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe para el continente y su di?cesis

Excelencia, ?cu?l es la importancia de la V Conferencia para la Iglesia en Puerto Rico?

Para nosotros significa fundamentalmente reimpulsar la obra evangelizadora de la Iglesia. Hemos celebrado ya 500 a?os de nuestra fe en Jes?s y ahora comienza una segunda evangelizaci?n que ha de de ser como una nueva primavera para la Iglesia.

?Cu?l es el aporte particular de la Iglesia en Puerto Rico que est? d?ndole a la V Conferencia?

Particularmente como tal no me atrevo a decir que estemos diciendo algo distinto a los Obispos de otros pa?ses porque los retos son muy parecidos, los retos de la familia, de la justicia, de la reconciliaci?n, la paz, de llevar a cabo una relaci?n m?s profunda, e intima, creativa con el Se?or, esos son los grandes retos, vivimos ciertas situaciones que son quiz?s muy nuestras pero somos parte de todo el entorno socio cultural de Am?rica Latina.

?Cu?les son los temas particulares que ata?en m?s bien a la di?cesis?, ?qu? temas han calado y repercuten m?s en la situaci?n particular de su di?cesis?

En la Arquidi?cesis de San Juan acabamos de celebrar un s?nodo arquidiocesano, el s?nodo de la nueva evangelizaci?n que estaremos clausurando el pr?ximo 9 de junio. Hemos estado prepar?ndolo a lo largo de seis a?os con diversas consultas, reuniones a nivel parroquial, a nivel de grupos, de sacerdotes, etc. luego ha tenido lugar un a?o de s?nodo donde cerca de 500 delegados se reun?an los s?bados para profundizar sobre los 12 temas, es decir la pastoral de la juventud, de la familia, de la educaci?n, la pastoral vocacional en todas esferas: sacerdotal, diaconal, vida consagrada, misi?n laical... En realidad son los mismos temas que estamos tratando aqu? en la V Conferencia. Nosotros queremos culminar nuestro S?nodo con esa Gran Misi?n que comenzar? a partir de la conclusi?n de la V Conferencia.

En pocas palabras, ?c?mo definir?a usted los d?as que han transcurrido en este encuentro eclesial, c?mo le ha aparecido el clima que se est? viviendo?

Se est? viviendo un clima de profunda comuni?n fraternal, como colegio episcopal, en Am?rica Latina con la participaci?n de Obispos de Estados Unidos, de Canad?, de Europa, del Vaticano. Me parece que lo que m?s caracteriza nuestra convivencia es precisamente ese di?logo, ese compartir que se da con hermanos Obispos de otros pa?ses y eso siempre inspira, siempre ilumina, da nuevas ideas, nuevas pistas, de c?mo uno tambi?n puede ir llevando a cabo su responsabilidad de servir a la Iglesia desde su posici?n de obispo. Esta convivencia, este compartir, nos ayuda mucho, nos fortifica, nos fortalece en la misi?n y en el compromiso de servir a la Iglesia y a nuestros pueblos,
Destacar?a tambi?n de este tiempo las liturgias que est?n siendo muy bonitas y la participaci?n del pueblo brasile?o en las celebraciones en el Santuario de Aparecida. (FP/RG) (Agencia Fides 23/5/2007 L?neas: 45 Palabras: 555)

Publicado por verdenaranja @ 23:29  | Entrevistas
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Tokio (Agencia Fides) - "Dar al Cesa lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios": la Iglesia japonesa recuerda que, para una relaci?n arm?nica y correcta entre estado y religi?n, es ?til recordar el principio evang?lico. Se deben delinear funciones y papeles del estado y el espacio de las comunidades religiosas, en el pleno respeto rec?proco.

Freedom of religion and separation of Government and Religion


To Our Brothers and Sisters in the Church and To All People:

Introduction

Two years ago, after 60 years from the end of World War II, we announced the message " The Road to Peace Based on Nonviolence", which brought up various viewpoints needed for peace building in modern society. In the message, we indicated that it is indispensable to strictly observe the principles of Article 20 of the Japanese Constitution " separation of Government and Religion", and to respect freedom of religion as one of the basic human rights, reflecting on our past history. Looking at the current situation in Japan, however, the move toward constitutional amendment is accelerating and Article 20 along with Article 9 has been discussed as the subjects of constitutional amendment. Under such circumstances, some governmental officials are repeatedly making comments contrary to the principles of separation of Government and Religion of the current constitution. Therefore we would like to announce once again the thoughts of the Catholic Bishops' Conference of Japan regarding our critical issues, "freedom of religion" and "separation of Government and Religion.

The Catholic Church's thoughts on religious freedom and separation of Government and Religion

The separation of Government and Religion is often misunderstood as "separation of religious life and political activities", in other words that the religious organizations and individuals should not engage in political matters. However the principle of the separation of Government and Religion, which stipulates the relationship between states and religious organizations, does not prevents religious organizations and individuals from announcing and responding to political matters based on their belief. The Catholic Church rather realizes that it has important roles such as contributing to further spreading justice and love at home and abroad based on love of Christ (1), and making ethical judgment even on political matters, if needed for basic human rights and salvation.(2)
A relationship between state and religious organizations has been built up in the particular history of each country reflecting the forms of separation of Government and Religion and the Concordat. Originally these forms came into effect in modern times in order to secure religious freedom as one of the basic human rights.
With regard to religious freedom, the Catholic Church acknowledges and regrets that it lacked tolerance to others in its history of 2000 years.(3)
The Church reaffirmed in the Second Vatican Council (1962~65) that religious freedom is one of the basic human rights.(4) Every human as an individual or a member of an organization has freedom of religion as one of the basic human rights. This freedom means that regarding religious matters nobody will be enforced to act contrary to one's conscience and nobody will be prevented from acting according to one's own conscience.(5) Public authorities such as states should not invade or oppress this religious freedom but rather have responsibility to protect the freedom of religion.(6)
The Church and states are mutually independent and autonomous and should never be commingled. The Church must not be restricted by states.(7) If the Church and states cooperate with each other in a sound manner, they will be able to serve the wellbeing of all the people.(8) The Church acknowledges the legal authority of states, but if a policy of a state does not follow the will of God, the Church will choose to follow God. (9)

Religious Freedom in Japan

Looking back on the past Japanese history of Christianity, it can be said that the persecution and suppression against the believers and religious organizations by the state were caused by lack of religious freedom, lack of the idea of separation of Government and Religion and that there was only conditional religious freedom even if it existed.
In the Azutchi-Momoyama Era and at the beginning of the Edo Era, Japan advanced toward centralization. Christianity was regarded as an obstacle to such a move and was gradually expelled by the policymakers. An enormous number of people were martyred.
At the beginning of the Meiji Era, Christians in Urakami of Nagasaki region rose up and declared their faith. Triggered by this incident, many Christians suffered oppression from the Meiji government. Criticized by the western countries about this oppression, the Meiji government, which was advancing toward modernization, included religious freedom in the Constitution of the Empire of Japan. However it was conditional " religious freedom" as stated, "Japanese subjects shall, within limits not prejudicial to peace and order, and not antagonistic to their duties as subjects, enjoy freedom of religious belief." (10)
While Japan pushed forward vigorously into wars in the Showa era, the state was fully integrated with the national religion" Shintoism", and people in not only Japan but also the Korean Peninsula were forced to pay homage at shrines. The Catholic Church was questioned whether it was right for Catholic students to pay homage at Yasukuni shrine. As the government's control on religions tightened, it was such a crucial issue upon which existence of the Catholic Church in Japan was staked. Following the guideline of Propaganda Fide in those days, the Church acknowledged that the faithful paid homage at Yasukuni shrine, saying" The rituals that the government forced the students to do at the shrine are not religious,(11) but are "social courtesy" showing loyalty and patriotism to the Japanese Emperor." In this way the Church headed toward cooperating in the war. After World War II, however, the Japanese Constitution was enacted, the The State Religion (State Shinto) was dissolved so that Yasukuni shrine became one of the religious organizations,(12) and the Second Vatican Council was held. Passing through these events the guideline of the Propaganda Fide in those days can not be applied to the current situation if it remains unchanged.
After World War II, Article 20 of Japanese constitution which specifies freedom of religion and the principle of separation of Government and Religion which guarantees religious freedom was enacted. Freedom of religion was guaranteed completely for the first time in the Japanese history by this article. This Article 20 was enacted strictly reflecting on the fact that the unity of the State and The State Religion (State Shinto) deprived lives and basic human rights of many people in Asia along with Japanese people.
Article 20. Freedom of religion is guaranteed to all. No religious organization shall receive any privileges from the State, nor exercise any political authority.
2. No person shall be compelled to take part in any religious act, celebration, rite or practice.
3. The State and its organs shall refrain from religious education or any other
religious activity.

We demand adherence to the principle of separation of Government and Religion.

Freedom of religion and separation of Government and Religion are inseparable in Japan. They are also deeply connected with freedom of thought and conscience and freedom of speech. In this sense, the article is not completely unrelated to people with no religious faith, not to mention people with religious faith.
Recently, however, there are conspicuous opinions from the ideas that religious acts can be made by the State and public organizations within the limit of "practices of social courtesy or folkway". The new draft constitution (13) derived from such an idea was announced as well. This idea reminds us of Japanese history in which many people were forced to pay homage at Yasukuni shrine in the name of "social courtesy" before and during the wars. Additionally there are also proposals to regard Yasukuni shrine as a defense of the nation's political system or a non-religious organization. These trends possess a danger to advance the same roads as those of before and during the wars. These ideas insult the principle of separation of Government and Religion, and even jeopardize religious freedom as one of the basic human rights.
We, Catholic Bishops' Conference of Japan firmly appeal for adherence to the principle of separation of Government and Religion, which guarantees freedom of religion as one of the basic human rights, because the principle is essential for Japan to create peace with other Asian nations.

February 21, 2007
Catholic Bishops' Conference of Japan

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(1) Cf: Number 76,"Gaudium et Spes" 1965
(2) Cf: The same as above
(3) Cf: Number 35, "Apostolic Letter "Tertio Millennio Adveniente" of the Supreme Pontiff John Paul II"
(4) Cf: Number 2, "Dignitatis humanae" 1965
(5) Cf: Number 2, The same as above
(6) Cf: Number 6, The same as above
(7) Cf: Number 2245, "Catechismus Catholicae Ecclesiae" 1997
(8) Cf: Number 2239, The same as above
(9) Cf: Number 11 "Dignitatis humanae" 1965
(10) Cf: Article 28, The Constitution of the Empire of Japan
(11) Cf: "Apostolicum In Iaponia, Circa Catholicorum Official Erga Patriam" 1936
(12) During and before the wars the The State Religion (State Shinto) as an entity which transcended the realm of religions, was not included in the category of religious organizations.
(13) Cf: The LDP New Draft Constitution: Clause 3 Article 20, The State and public organizations must not carry out acts which educate in religion or any other religious activities beyond the realm of social courtesy and folkway, which have religious significance and which support, promote, encourage, oppress or interfere in specific religion.
Catholic Bishops' Conference of Japan (2007-05-18)

Publicado por verdenaranja @ 23:24  | Hablan los obispos
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El Se?or ya sab?a que este problema de la muerte nos iba a hacer da?o. Que ?bamos a vivir pendientes y a veces hasta con miedo a este problema.

Por eso nos dice "que no tiemble vuestro coraz?n. Creed en mi Padre y creed en mi. En la Casa de mi Padre hay sitio para todos. Quiero que est?is conmigo, donde yo estar?".
Los cristianos no temblamos. Es verdad que todos tenemos miedo a la muerte, pero cuando llega ese momento no perdemos la serenidad. Estamos tranquilos. De hecho nos hemos reunido hoy para "celebrar" la muerte de nuestro hermano N.

La Iglesia se re?ne muchas veces para celebrar el nacimiento a la fe de un ni?o, para celebrar el proyecto de amor de dos personas y tambi?n, para celebrar la muerte de un hermano que ha ido a la Casa del Padre.

Creemos en ese Padre de Jes?s y estamos serenos. Creemos que este hombre ha llegado a la meta y vive con Dios. El ha sido creyente sincero. El vive con Dios, no es un desaparecido. Esto es lo que celebramos: la llegada al Cielo de este hermano, su entrada en el Cielo. Esto ciertamente es un consuelo para los que tenemos fe.

Hoy tambi?n hay muchas personas que no tienen fe y est?s pueden decir: pues nosotros que no tenemos fe estamos hechos polvo. Estamos muy tristes y dolidos. Ciertamente tienen derecho a estar tristes y dolidos. La muerte es separaci?n y ruptura y eso siempre es penoso.

Entonces, los que no tienen fe ?qu?? Yo os digo, amigos, que la fe es algo maravilloso. La fe es un don que Dios da. No se trata de poner argumentos, razones, pruebas, evidencias. Porque no es este el camino. Tenemos que tener en cuenta de que lo m?s esencial no se puede demostrar, como se demuestra un teorema o una operaci?n matem?tica.

Tenemos muchos motivos para creer que Dios recoge nuestra vida, que hay un m?s all?, que el esp?ritu no se destruye... No es l?gico que un mundo tan bien hecho, tan hermoso, con tantas cosas que son tan curiosas. No ser?a l?gico que una persona que es vida, coraz?n, sonrisa, ilusi?n, acabase en el sepulcro de esa forma reduci?ndose a unos huesos a un poco de polvo.

En todas las cosas de la tierra hay una l?gica. No ser?a justo, no ser?a l?gico que el hombre que es una m?quina perfecta termine como esos coches apilados, unos encima de otros para chatarra.

Ya desde los primeros tiempos el hombre intuy? que tras la muerte sigue viviendo, eso s?, de otra manera que aqu?. Es un argumento pero no es el resultado de una comprobaci?n matem?tica que no tiene vuelta de hoja.

Tenemos la Palabra de Dios, la Vida y Obra de Jes?s de Nazaret en quien creemos, que nos dijo todo lo que leemos en el Evangelio, que muri? y fue resucitado por el poder del Padre, como ese primer grano maduro que anuncia que tras ?l viene el resto de la cosecha.

Tenemos que apostar por una de las dos cosas: Creo o no creo. No se trata de convencer a nadie. Pero si damos raz?n de nuestra fe y de nuestra esperanza. Por eso estamos serenos. Creemos que nuestro hermano N. vive y eso nos llena de alegr?a y lo celebramos.

Lo malo es que el Evangelio de hoy tiene una segunda parte.


Dice el Se?or que se va al Cielo por el Camino que ya conocemos: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre si no es por m?". ?C?mo estamos viviendo? ?De cara a Dios que es Padre? ?De espaldas a su amor? El camino de Jes?s est? claro.

Jes?s dijo: "Bienaventurados los pobres, bienaventurados los pac?ficos. Bienaventurados los que trabajan por una justicia mayor, por un mundo mejor. Bienaventurados los que saben darse a los dem?s". ?Lo estamos haciendo as??

La muerte de un familiar es una celebraci?n para tomar conciencia de una certeza. N. vive. Ha llegado a la Casa del padre. Leed el Evangelio de Jes?s, ver?is c?mo os ayuda, c?mo os ilumina el camino.

Ojal? tengamos todos la serenidad, la suerte de escoger el Camino que conduce a la Vida.

Publicado por verdenaranja @ 22:56  | Homil?as
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Nos ha parecido interesante y muy de actualidad la reflexi?n que sobre la solemnidad de Pentecost?s encontramos en el n?mero 7, a?o XXXIX de MISA DOMINICAL.

Pentecost?s, que se vea


Pentecost?s es la culminaci?n del tiempo m?s importante del a?o, la cul?minaci?n de la obra de Jesucristo. Y esto debe notarse en la celebraci?n, aunque venga mezclada con el cansancio de final de curso, y tal vez con las primeras comuniones, y con la movilidad de la gente porque ya hace buen tiempo. Y este a?o, adem?s, con las elecciones municipales y, en muchos lugares, tambi?n auton?micas.

Debe notarse. Este d?a, la iglesia ha de estar adornada al m?ximo, con muchas flores sobre todo rojas, con mucha luz, con alg?n pa?o rojo y alguna frase significativa... Tambi?n, si es posible, se podr?a hacer un buen mural que ayudara a vivir esta jornada: por ejemplo, con textos alusivos al Esp?ritu; o con un resumen de las actividades que hemos realizado a lo largo del a?o, que son signo del Esp?ritu; o con una mirada a las simientes de Esp?ritu en el mundo cercano y lejano...

Si parece viable, Pentecost?s ser?a la ocasi?n de organizar una misa parro?quial especialmente solemne, en la que se concentrara la gente m?s activa de la parroquia, y que en alg?n momento (al inicio de la misa, o al final) se rememorara el trabajo realizado, y despu?s de la celebraci?n se continuara el encuentro con un piscolabis.

En cualquier caso, las celebraciones tienen que ser especialmente preparadas. Con todos los cantos posibles, utilizando el incienso al menos en la misa o misas principales, con una homil?a que ayude a descubrir la presencia del Esp?ritu del resucitado en nuestras vidas, y en la vida de la comunidad cris?tiana, y en la vida del mundo... En Misa Dominical recomendamos en este d?a utilizar cada a?o las mismas lecturas, las cl?sicas, con el evangelio de Juan 20,19-23, y no las optativas de los ciclos B y C, porque el evangelio de Juan 20,19-23 nos hace dar cuenta m?s claramente de que el Esp?ritu es el don del Resucitado, que env?a a sus seguidores a continuar su obra.

Un elemento que vale la pena hacer bien hoy, porque singulariza la jornada, es la secuencia. Se hace con todo el mundo sentado, despu?s de la segunda lectura, antes del canto del aleluya. En tanto que se pueda, deber?a cantarse. En castellano, hay dos versiones, en MD 377-1 (977-1) y 374 (974). Si no se puede cantar, sube un nuevo lector y la recita con buen tono po?tico.

Al final de la misa, se podr?a repartir como recuerdo una estampa a la gente, con un dibujo y una frase (por ejemplo: "?Llevemos a todas partes el Esp?ritu del Se?or resucitado!"; o bien: "El Esp?ritu del Se?or llena la tierra, ?Aleluya!"), y el nombre de la parroquia.

JOSEP LLIGADAS

Publicado por verdenaranja @ 22:52  | Espiritualidad
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22 de Mayo

La celebraci?n lit?rgica de la fiesta de Santa Rita de Casia convoc? a un grupo de fieles en el templo parroquial de La Guancha. La familia ?lvarez Rojas se encarga todos los a?os de que la imagen de la ?Abogada de los Imposibles? reciba al llegar el 22 de Mayo culto de veneraci?n y que el ejemplo de su vida sea puesto como modelo de hija obediente, esposa fiel, madre, viuda y religiosa.
Al concluir la misa se repartieron rosas rojas a los asistentes.


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Martes, 22 de mayo de 2007
Informe que present? monse?or Ram?n Benito de la Rosa y Carpio, presidente de la Conferencia Episcopal de la Rep?blica Dominicana ante la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.


En primer lugar, me referir? a la recepci?n de las anteriores Conferencias en la Rep?blica Dominicana

? La I Conferencia de Rio de Janeiro: El Arzobispo de Santo Domingo fue uno de sus secretarios en su calidad de Primado de Am?rica. De ella queda la buena aceptaci?n y el compromiso con sus propuestas que siempre ha encontrado el CELAM, fundado all?, en la tradici?n de los Obispos Dominicanos.

? Medell?n: Nos marc? especialmente en lo siguiente:
-La puesta en pr?ctica de la renovaci?n del Concilio Vaticano II.
-El impulso de las Comunidades Eclesiales de Base.
-El reforzamiento de nuestra Pastoral Social.
-El post Medell?n se convirti?, con el apoyo del CELAM, en una ?poca de formaci?n teol?gico-pastoral y de organizaci?n de las ?reas pastorales.
-La asimilaci?n del m?todo ver-juzgar y actuar.

? Puebla: tuvo una gran difusi?n en nuestra Iglesia. Entre sus influencias encontramos:

-Reenfoque de toda la pastoral a la luz del concepto englobante de la evangelizaci?n.
-Inclusi?n expl?cita de la ?opci?n preferencial por los m?s pobres? , sobre todo en la Pastoral Social.
-Aceptaci?n de la planificaci?n como m?todo de acci?n pastoral que llev? a la elaboraci?n e implementaci?n de nuestro I Plan Nacional de Pastoral.

? Santo Domingo: Esta IV Conferencia, nos implic? de una manera particular, tanto en su preparaci?n como en su implementaci?n. Nuestro I Plan Nacional de Pastoral (1983-1992) se elabor? con miras a dicha Conferencia as? como realizaci?n de la novena de a?os de preparaci?n a la Celebraci?n del V Centenario de la primera evangelizaci?n.

Nuestro II Plan de Pastoral gir? en torno a sus grandes temas: Nueva Evangelizaci?n, Promoci?n Humana e inculturaci?n del Evangelio. Es importante recalcar en ese tiempo la insistencia en la proclamaci?n del Kerygma y una evangelizaci?n expl?citamente centrada en Jesucristo.

2) En segundo lugar, hago una mirada r?pida a la realidad de nuestro pa?s y de nuestra Iglesia

A nivel del pa?s encontramos: solidificaci?n de la democracia, crecimiento econ?mico sostenido, avance en las oportunidades educativas y tecnol?gicas, especialmente, en la comunicaci?n.

Pero, el impacto de la globalizaci?n ha tra?do la imposici?n de una nueva cultura, que conlleva p?rdidas de valores humanos y cristianos; el aumento de las desigualdades econ?micas, sociales y culturales con la consecuencia de una pobreza creciente; la desintegraci?n familiar y social, corrupci?n pol?tica que lleva al desencanto frente a los pol?ticos; crecimiento de la migraci?n interna y externa as? como de la delincuencia, drogadicci?n y narcotr?fico.

A nivel de la Iglesia nos podemos definir como una Iglesia viva, din?mica, participativa, evangelizadora y apreciada por el pueblo como la instituci?n m?s cre?ble del pa?s. En este momento, las 11 Di?cesis estamos comprometidas en nuestro Tercer Plan de Pastoral, dise?ado para realizar un itinerario de evangelizaci?n de 30 a?os de duraci?n, estructurado en tres etapas de 10 a?os, en nueve fases y una programaci?n anual, orientado hacia la formaci?n de una Iglesia de comuni?n, ministerial y misionera.

Sin embargo, se percibe todav?a desarticulaci?n y dispersi?n a la hora de responder a los grandes desaf?os actuales as? como d?bil presencia evangelizadora en los ambientes profesionales, universitarios, obreros, pol?ticos y empresariales.

3) En tercer lugar, nuestras expectativas y esperanzas

Hemos asumido con gran inter?s el tema de esta V Conferencia participando activamente en la Consulta del CELAM y reflej?ndolo en los lemas de los dos a?os pastorales dentro de nuestro Tercer Plan de Pastoral. Nuestras ?ltimas Cartas Pastorales han sido sobre el discipulado: ?Disc?pulos del Se?or en comuni?n y misi?n? (2006) e ?Iniciaci?n Cristiana ? (2007). Organizamos una Semana Teol?gico Pastoral sobre el Discipulado y durante todo este mes se convoc? una Campa?a Nacional de Oraci?n.

Primera expectativa: Deseamos recibir en esta V Conferencia una motivaci?n mayor y orientaciones para el seguimiento de nuestro III Plan de Pastoral que pretende ser una experiencia de discipulado, de nueva evangelizaci?n, de b?squeda de los alejados, de la animaci?n, formaci?n y articulaci?n de las comunidades y de sus agentes de pastoral de modo que seamos fermento de una sociedad justa y fraterna.
Por eso, esperamos que el tema del discipulado y la misi?n sean el n?cleo, el eje central de esta V Conferencia de tal modo que su contenido y su metodolog?a se estructure alrededor del mismo.

Segunda expectativa: Esperamos que la V Conferencia lleve a la elaboraci?n de planes diocesanos y nacionales de discipulado y de misi?n, de modo que englobe todo el ser y el quehacer de las Iglesias Locales, que involucre a todos e incluya todo lo que es la Iglesia. Esto nos lleva a desear que la V Conferencia plantee la gesti?n pastoral del Obispo para desarrollar la nueva evangelizaci?n, ya que todo plan diocesano necesita la opci?n decidida, eficaz y perseverante del Obispo.

Tercera expectativa: Repito la frase textual de un obispo dominicano: ?Sin los sacerdotes no se llevar? a la pr?ctica cuanto se diga en la V Conferencia?. Esperamos, que esta Conferencia defina el perfil del presb?tero que necesitamos hoy y se?ale algunas l?neas muy precisas sobre la formaci?n de los seminaristas de modo que una la solidez de la ciencia teol?gica y la metodolog?a, de c?mo realizar y comunicar esa ciencia ( c?mo predicar el kerigma, c?mo formar una comunidad, c?mo realizar una verdadera gesti?n pastoral, c?mo formar y dar participaci?n a los laicos).

Cuarta expectativa: Esperamos que esta Conferencia oriente y trace caminos concretos para superar el vac?o de la presencia de nuestros laicos en los campos de la cultura, de la pol?tica, de la econom?a, de la educaci?n, de la salud y de la bio?tica. Deseamos que se encuentre la pedagog?a y metodolog?a de manera sistem?tica y metodol?gica para lograrlo.

Quinta expectativa: Deseamos que la opci?n preferencial por los pobres se fortalezca en esta V Conferencia y buscar l?neas concretas para enfrentar las antiguas y nuevas pobrezas con una acci?n social m?s operativa y transformadora.

Sexta expectativa: Nos interesa que esta V Conferencia indique caminos para la evangelizaci?n de la nueva cultura, con propuestas para la pastoral urbana, la atenci?n a la clase media y de mayores ingresos, al lenguaje y vida de los j?venes, a las grandes preguntas y respuestas pr?cticas de nuestra gente ?globalizada? o en proceso de globalizaci?n.

Publicado por verdenaranja @ 23:28  | Hablan los obispos
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Sacado de dossier Fides

ORGANIZACI?N


Asamblea general: compuesta por todos los miembros constituyentes y asociados, es el ?rgano supremo de la Oficina. Se re?ne cada cuatro a?os.

Consejo: formado por 24 miembros deliberantes, representantes de todas las regiones, es elegido por la Asamblea. El Consejo elige a su Presidente y a los Vicepresidentes. ?rgano de reflexi?n y deliberaci?n cuida la ejecuci?n de las decisiones de la Asamblea general. Se re?ne una vez al a?o.

El Secretario general: elegido por la Asamblea general, organiza y dirige el Secretariado general, ?rgano ejecutivo de la Oficina. Coordina y estimula la actividad de los Secretariados regionales y de los Representantes permanentes. Representa a la Oficina en sus relaciones exteriores.

Los Secretarios regionales animan las actividades de la Oficina en el plano regional. Las regiones son: ?frica, con sede en Southdale (Sud?frica); Am?rica, con sede en Bogot? (Colombia); Asia y Ocean?a, con sede en Bangkok (Tailandia); Europa, con sede en Bruselas (B?lgica) y Oriente medio y pr?ximo con sede en Beirut (L?bano).

Los Representantes permanentes ante las instituciones internacionales est?n acreditados en; Par?s, Ginebra, Roma, Estrasburgo, Nueva York y Viena.

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Datos sacados de dossier Fides

FINES de la OIEC>

La OIEC tiene como objetivos principales:

? Promover investigaciones sobre la aportaci?n espec?fica de la escuela cat?lica en el campo educativo y sobre la adaptaci?n de la escuela a las necesidades, realidades y aspiraciones del medio en que se inserta.

? Crear y desarrollar lazos de ayuda mutua y de solidaridad activa y responsable entre los miembros.

? Servir como red de intercambio entre sus miembros para su propia informaci?n y la de los dem?s educadores, por medio del desarrollo de la comunicaci?n.

? Asegurar la representaci?n de la Educaci?n cat?lica ante las instancias internacionales, particularmente ante las que se ocupan de educaci?n.

? Colaborar con los organismos de la Iglesia universal, con las Conferencias episcopales y con otras organizaciones cat?licas internacionales de educaci?n.

? Defender y promover el ejercicio efectivo de la libertad de educaci?n conforme a la justicia distributiva, y favorecer las relaciones de reconocimiento mutuo y de asociaci?n entre la Educaci?n cat?lica y los pa?ses en los que ?sta funciona.

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Datos sacados de dossier Fides

La Oficina Internacional de la Educaci?n Cat?lica (OIEC) es una organizaci?n no gubernamental que representa a la educaci?n cat?lica del mundo entero como ONG,

? Fundada en 1952 en Lucerna (Suiza).

? Agrupa a la Secretar?as nacionales de la educaci?n cat?lica de cada uno de los pa?ses afiliados.

? Organizada en cinco regiones mundiales: ?frica, Am?rica, Europa, Asia y Ocean?a, Oriente medio y pr?ximo.

? Tiene la sede de Secretar?a general en Bruselas (B?lgica).

? Con relaciones formales con las agencias e instituciones internacionales que trabajan en el ?mbito de la educaci?n:

 UNESCO: estatuto consultivo, categor?a B, desde 1958. Con estatuto de relaciones formales de consulta desde 1997.

 ECOSOC: en el registro del Consejo Econ?mico y Social de la Naciones Unidas desde 1958. Desde 1998 tiene estatuto consultivo especial.

 UNICEF: estatuto consultivo desde 1963.

 CONSEJO DE EUROPA: estatuto consultivo desde 1965.

 Relaciones de colaboraci?n con: FAO (Organizaci?n de las Naciones Unidas para la Alimentaci?n y la Agricultura), BIT (Oficina Internacional del Trabajo), OUA (Organizaci?n de la Unidad Africana), OEA Organizaci?n de Estados Americanos).

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Art?culo publicado en programa de la Festividad del Corpus Christi de la parroquia de Ntra. Sra. de la Concepci?n de Los Realejos

CORPUS CHRISTI: ?SEAMOS, NOSOTROS, CUSTODIAS!


Por Javier Leoz


En Jueves Santo, el Se?or, nos dej? la Eucarist?a. Lo hizo de una forma privada, desconcertante (postr?ndose) memorial de su pasi?n, muerte y resurrecci?n para sus amigos. ?Lo recordamos?

Hoy, y pasado este tiempo de Pascua, la festividad del Corpus Christi nos exige un paso m?s: hay que pasar del aspecto privado, a la fe p?blica y activa. Hoy, al paso del Se?or, somos nosotros quienes nos arrodillamos porque, entre otras cosas, vemos que la fuente del amor y de la alegr?a, de la esperanza y del amor, del perd?n y del futuro, fluye en uno de los d?as m?s grandes de nuestro calendario cristiano. ?Dios esta aqu?!

En el Corpus, la presencia del Se?or, se dilata. No se conforma con recibirnos, c?modamente, en el interior de una iglesia. Ahora, el Se?or, nos dice: si cre?is de verdad en m?, dad tambi?n testimonio de m? y conmigo.

Hoy, m?s que nunca, nuestras calles son testigos de cientos y miles de manifestaciones de todo tipo. ?Es la procesi?n del Corpus una manifestaci?n p?blica de nuestra fe? ?Somos conscientes del gran don, del gran milagro, de la gran presencia divina que sale fuera del templo en medio de una lluvia de p?talos, en custodias sencillas o art?sticas, incienso y m?sica?

El Se?or, m?s que custodias, nos necesita a nosotros. Custodias, pero de carne y de hueso; para amar y para ayudar; para levantar y dignificar tantas situaciones que, injustamente, emergen a nuestro encuentro.

El Se?or quiere que, nosotros, seamos las m?s valiosas y aut?nticas custodias de su amor all? donde nos encontremos. No podernos conformarnos acompa?ar a Jes?s, en el d?a del Corpus, y a continuaci?n, encerrarle ?sin m?s trascendencia- en la conciencia de cada uno.

Este a?o, la festividad del Corpus, nos debe de interpelar: ?Qu? hago yo por el Se?or? ?Manifiesto p?blicamente mis convicciones religiosas? ?Son mis acciones y mis palabras destellos de que Dios vive en m?? ?Soy custodia, que cuando se contempla, infunde caridad, cercan?a, compromiso, justicia, paz, etc.?



Publicado por verdenaranja @ 23:05  | Espiritualidad
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Oraci?n publicada en Bolet?n MAYO-JUNIO 2007 "Misioneros de la Tercera Edad Coraz?n de la Misi?n"

ORACION DE LA TERCERA EDAD


?Qu? lejana y qu? hermosa primavera
como creada por tu inmenso amor
la que te trajo a visitar, Se?or,
mi infantil coraz?n por vez primera!
?Con qu? ?ntima y dulc?sima alegr?a
te recib?, Jes?s, en mi mansi?n
vestida de inocencia y de ilusi?n
en la paz venturosa de aquel d?a!
Hoy que el sol de mi vida ya declina,
eres tambi?n mi dicha y mi consuelo
cuando conviertes en peque?o cielo
mi ser que hacia la tierra ya se inclina,
y al mirar hacia atrae an mi axistencia

veo que con ternura me has amado...
?Cu?ntas veces, Se?or, me has perdonado!
?C?mo cuid? de m? tu Providencia!
Gracias, porque la vida me conservas,
porque me das la mano en el camino
y porque T? orientaste mi destino
a la patria feliz que me reservas.
Haz que viva con fe y con esperanza
y que dedique a amarte mis afanes,
y recuerda, Se?or, cuando me llames,
que siempre puse en Ti mi confianza.


Mercedes Zarada?n



Publicado por verdenaranja @ 23:00  | Oraciones
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Presentamos a continuaci?n el esquema tem?tico de trabajo para el documento en la V Conferencia en Aparecida con la enumeraci?n de temas y algunos aspectos a considerar en ellos:



1. El Hoy de Am?rica Latina y El Caribe: el cambio de ?poca; situaci?n sociocultural; da?o ecol?gico; econom?a y globalizaci?n; situaci?n pol?tica; culturas ind?genas y afro descendientes; la Iglesia en este tiempo.

2. La alegr?a de ser disc?pulos y misioneros de Jesucristo: Iniciativa de Dios Padre; el Don de Jesucristo; Fraternidad Humana; Destino universal de los bienes; creaci?n y responsabilidad ecol?gica; el Don de la Palabra; dignidad humana; familia; vida; esperanza.

3. Nuestra Vocaci?n de disc?pulos y misioneros: Vocaci?n a la santidad; Cristo viene a nuestro encuentro; configuraci?n con ?l; asumir la cruz y seguimiento; anuncio del Reino; espiritualidad; diversas vocaciones.

4. La comunidad de los disc?pulos misioneros de Jesucristo: Llamado a la comuni?n; comuni?n Trinitaria; Iglesia escuela y casa de comuni?n; dones ministerios y carismas; lugares y estructuras de comuni?n; religiosidad popular; di?logo ecum?nico e interreligioso; comuni?n de los santos.

5. El itinerario de los disc?pulos misioneros: Espiritualidad Trinitaria; Cristo camino, verdad y vida; docilidad al Esp?ritu Santo; lugares y momentos de encuentro con Jesucristo; espiritualidad y vivencia de la justicia; la Virgen Maria y los Santos; formaci?n de los disc?pulos; catequesis; acompa?amiento espiritual; educaci?n cat?lica; seminarios; formaci?n permanente; movimientos eclesiales.

6. La misi?n de los disc?pulos misioneros: La vida nueva en Cristo, misi?n continental; familia; la vida desvalida y amenazada; j?venes; justicia; cuidado de la creaci?n; medios de comunicaci?n social; los pobres y excluidos.

7. Conversi?n Pastoral y diversas ?reas de tarea pastoral: Estructuras eclesiales; planes pastorales; misi?n ad gentes; pastoral de la cultura; pastoral urbana; universidades cat?licas.

Publicado por verdenaranja @ 21:38  | Hablan los obispos
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TU ROSTRO EN CADA ESQUINA



SE?OR, QUE VEA?
?QUE VEA TU ROSTRO EN CADA ESQUINA.
QUE VEA RE?R AL DESHEREDADO,
CON RISA ALEGRE Y RENACIDA
QUE VEA ENCENDERSE LA ILUSI?N
EN LOS OJOS APAGADOS
DE QUI?N UN D?A OLVID? SO?AR Y CREER.
QUE VEA LOS BRAZOS QUE,
OCULTOS, PERO INFATIGABLES,
CONSTRUYEN MILAGROS
DE AMOR, DE PAZ, DE FUTURO.
QUE VEA OPORTUNIDAD Y LLAMADA
DONDE A VECES S?LO HAY BRUMA.
QUE VEA C?MO LA DIGNIDAD RECUPERADA
CIERRA LOS INFIERNOS DEL MUNDO
QUE EN OTRO VEA A MI HERMANO,
EN EL ESPEJO, UN AP?STOL
Y EN MI INTERIOR TE VISLUMBRE.

PORQUE NO QUIERO ANDAR CIEGO,
PERDIDO DE TU PRESENCIA,
DISTRA?DO POR LA NADA?
EQUIVOCANDO MIS PASOS
HACIA LUGARES SIN TI.

SE?OR, QUE VEA?
?QUE VEA TU ROSTRO EN CADA ESQUINA.

Publicado por verdenaranja @ 21:34  | Oraciones
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Lunes, 21 de mayo de 2007

Intervención de monseñor Roberto Octavio González Nieves, arzobispo de San Juan de Puerto Rico, presidente de la Conferencia Episcopal de ese país, pronunciada en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.


Un saludo de Paz y Bien a nombre de los Obispos de Puerto Rico y de nuestro pueblo. Hablo a nombre de la Delegación de Puerto Rico a esta V Conferencia.

Como Arzobispo de San Juan de Puerto Rico soy sucesor de Mons. Alonso Manso, primer obispo de la Diócesis de San Juan Bautista de Puerto Rico y quien fuera el primer obispo en tomar posesión de una diócesis en el nuevo mundo, el 25 de diciembre de 1512.

Las raíces apostólicas de la Iglesia penetraron en el continente americano en tierra puertorriqueña, adquiriendo eventualmente una faz española-caribeña y una historia que compartimos con los otros países de la región. En Puerto Rico, sin embargo, el fin de la colonización española no dio paso a la independencia nacional, sino que fue seguida por la colonización por parte de los Estados Unidos, a quien fue cedida nuestra nación en el tratado de Paris de 1898, que terminó la guerra entre Estados Unidos y España. Lamentablemente, desde entonces hasta el día de hoy no se ha resuelto el problema de estatus político final de nuestro país.

El conflicto ideológico y político generado por esta incertidumbre acerca de la identidad puertorriqueña se ha agudizado en los últimos 10 años con efectos nocivos en todos los niveles de nuestra vida social y cultural y como tal presenta un gran desafío a la misión de evangelización, especialmente en lo que concierne a la doctrina social de la Iglesia, donde intereses políticos partidistas tratan de manipular sus enseñanzas. Además tenemos el gran desafío de propiciar la unidad entre todos y todas los puertorriqueños y puertorriqueñas.

Es importante reconocer que la colonización norteamericana, aún con su generosa ayuda económica y el desarrollo de una democracia puertorriqueña pacífica, conlleva un choque entre una cultura generada por la fe católica y otra de origen protestante con un fuerte espíritu anticatólico. Intereses norteamericanos que buscaban la anexión total de Puerto Rico con los Estados Unidos insistían en la necesidad de destruir la mentalidad católica del pueblo puertorriqueño, presentando así un desafío como el que confrontan actualmente las comunidades hispanas en los mismos Estados Unidos.

El contacto con una cultura no católica aceleró en Puerto Rico el proceso de secularización del cual se ha hablado en el documento de la Síntesis, donde con algunas notables excepciones los medios de comunicación social están dominados por las ideologías modernas que amenazan con destruir los frutos de nuestra cultura tradicional católica, es decir, los frutos de la primera evangelización. Por ejemplo: la tendencia a redefinir la familia fundada sobre el matrimonio.


Sin embargo, el alma de Puerto Rico no ha sido destruida totalmente. Ni las sectas ni el proselitismo agresivo anticatólico han logrado su finalidad. Hoy, después de más de 100 años de proselitismo en Puerto Rico aproximadamente el 70% de nuestra población es católica. Además, hay tantas señales actuales de renovación eclesial que nos llenan de esperanza y alegría.

1. Una pastoral vocacional que fecunda el incremento en la vida sacerdotal y diaconal.
2. La catequesis bíblica.
3. El crecimiento en grupos laicales y de familia.
4. Una pastoral juvenil que se fortalece.
5. Entusiasmo por la Doctrina Social de la Iglesia.
6. La catequesis continuada.
7. Nueva conciencia de la dignidad de la persona humana desde el primer momento de su concepción hasta su muerte natural, y en todas las etapas de la vida.
8. Nuevo entusiasmo por la santidad y las obras de solidaridad, entre otros.

Conclusión:
Queremos ser discípulos y misioneros de la nueva evangelización. Esta segunda evangelización de todo el continente americano, que rejuvenecerá la fe de la Iglesia para las próximas generaciones y para mayor honra y gloria de Dios.


Publicado por verdenaranja @ 23:15  | Hablan los obispos
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EUROPA/ESPA?A - Jornadas Nacionales de delegados diocesanos de misiones y Asamblea General de Directores Diocesanos de las Obras Misionales Pontificias

Madrid (Agencia Fides) - Del 22 al 24 de mayo se celebrar?n en Madrid las Jornadas Nacionales de delegados diocesanos de misiones y la Asamblea General de Directores Diocesanos de las Obras Misionales Pontificias (OMP). La sesi?n inaugural ver? la participaci?n de Mons. Ram?n del Hoyo, obispo de Ja?n y presidente de la Comisi?n Episcopal de Misiones y Cooperaci?n entre las Iglesias; Mons. Francisco P?rez Gonz?lez, Arzobispo Castrense y Director Nacional de las OMP; Mons. Camilo Lorenzo Iglesias, obispo de Astorga; y Mons. Amadeo Rodr?guez Magro, obispo de Plasencia, todos miembros de la Comisi?n de Misiones de la Conferencia Episcopal.
En la primera jornada est? prevista la participaci?n del Arzobispo Mons. Henryk Hoser, Secretario adjunto de la Congregaci?n para la Evangelizaci?n de los Pueblos y Presidente de las Obras Misionales Pontificias quien desarrollar? la ponencia dedicada a la Enc?clica "Fidei Donum" de la que este a?o se cumplen 50 a?os. Tambi?n participar?n varias instituciones misioneras como la OCSHA, SCAM y la ONG "Misi?n Am?rica" as? como misioneros que compartir?n su testimonio y experiencia misionera con los participantes.
La segunda jornada comenzar? con una mesa redonda sobre "La vocaci?n misionera ad vitam", informaci?n sobre los secretariados y Consejos de las Obras Misionales Pontificias, informaci?n del ejercicio econ?mico del pasado a?o y finalizar? con la presentaci?n de las acciones pastorales previstas para el curso 2007/2008. El jueves, ?ltimo d?a de este encuentro, el padre Vito del Prete, Secretario General de la Pontificia Uni?n Misional, hablar? sobre la jornada del Domund y desarrollar? la ponencia "Todas las iglesias para todo el mundo". A continuaci?n se presentar?n los materiales del Domund y finalizar? con la presentaci?n de los acuerdos pastorales y misioneros para el 2007/2008. (RG) (Agencia Fides 21/5/2007 L?neas: 24 Palabras: 300)

Publicado por verdenaranja @ 23:01  | Noticias Nacionales
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ZENIT publica las palabras que ha pronunciado Benedicto XVI el domingo, 20 de Mayo de 2007, al rezar la oraci?n mariana del ?Regina Caeli? junto a los fieles congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.


?Queridos hermanos y hermanas!

Deseo antes que nada renovar mi agradecimiento al Se?or por el viaje apost?lico a Brasil, que he realizado del 9 al 14 de mayo, y, al mismo tiempo, dar las gracias a cuantos me han acompa?ado con su oraci?n. El motivo de esta visita pastoral m?a, como sab?is, ha sido la inauguraci?n de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Pero antes de este gran evento eclesial, tuve oportunidad de encontrar a la gran comunidad cat?lica brasile?a. Muchos fieles, en efecto, se reunieron para la ocasi?n en la ciudad de Sao Paulo, especialmente para la canonizaci?n del primer beato nativo del Brasil: Fray Antonio de Santa Ana Galv?o. Cuento con expresarme m?s ampliamente sobre este viaje el pr?ximo mi?rcoles, durante la Audiencia general. Mientras tanto, os invito a seguir orando por la Conferencia que se est? celebrando en Aparecida y por el camino del pueblo de Dios que vive en Am?rica Latina.

Un ulterior motivo de reflexi?n y de oraci?n nos lo ofrece hoy la celebraci?n anual de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que tiene por tema ?Los ni?os y los medios de comunicaci?n: un reto para la educaci?n?. Los desaf?os educativos en el mundo actual est?n frecuentemente unidos a la influencia de los mass-media, que hacen competencia a la escuela, a la Iglesia e, incluso, a la familia. En este contexto, es esencial una adecuada formaci?n en el uso correcto de los media: los padres, los profesores y la comunidad eclesial est?n llamados a colaborar para educar a los ni?os y a los j?venes a ser selectivos y a madurar una actitud cr?tica, cultivando el gusto por lo que es est?tica y moralmente v?lido. Pero tambi?n los medios deben llevar su contribuci?n a este empe?o educativo, promoviendo la dignidad de la persona humana, el matrimonio y la familia, las conquistas y las metas de la civilizaci?n. Los programas que inculcan violencia y comportamientos antisociales, o vulgarizan la sexualidad humana, son inaceptables, tanto m?s si se proponen a los menores. Renuevo por lo tanto el llamamiento a los responsables de la industria de los media y a los agentes de la comunicaci?n social, a fin de que salvaguarden el bien com?n, respeten la verdad y protejan la dignidad de la persona y de la familia.

Queridos hermanos y hermanas: la solemnidad de la Ascensi?n del Se?or, que la liturgia ha recordado el pasado jueves, en algunos pa?ses se celebra hoy. Jes?s resucitado vuelve al Padre; nos abre as? el camino a la vida eterna y hace posible el don del Esp?ritu Santo. Como entonces hicieron los Ap?stoles, tambi?n nosotros, despu?s de la Ascensi?n, nos recogemos en oraci?n para invocar la efusi?n del Esp?ritu, en uni?n espiritual con la Virgen Mar?a (v. Hch 1,12-14). Que su intercesi?n obtenga para toda la Iglesia un renovado Pentecost?s.

[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit. Tras rezar el ?Regina Caeli?, el Papa salud? a los peregrinos en siete idiomas. Estas fueron sus palabras en espa?ol:]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua espa?ola. En particular a los fieles de la Parroquia Virgen del Carmen, de Onda. En este domingo de la Ascensi?n del Se?or a los cielos, renovamos nuestra fe en Jes?s que nos ha abierto el camino que conduce a la patria celeste. Al mismo tiempo, como los primeros disc?pulos reunidos con Mar?a en el Cen?culo, esperamos la llegada del Esp?ritu Santo que nos dar? fuerza para ser testigos de Cristo resucitado en el mundo ?Que Dios os bendiga!

[? Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana]

Publicado por verdenaranja @ 22:58  | Habla el Papa
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Informe que present? monse?or Luis Augusto Castro Quiroga, IMC, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, ante la Conferencia General del Episcopado latinoamericano y del Caribe.


Los obispos delegados y dem?s convocados desde Colombia, hemos llegado a Aparecida con inmensa esperanza, esa que brota de la seguridad de que nos gu?a el Se?or Resucitado, Jesucristo vivo, por medio de su Esp?ritu, en medio de los cambios que hoy vivimos.


CAMBIO CULTURAL

Nos damos cuenta de que no estamos experimentando unos cambios en nuestra ?poca sino que es la misma ?poca la que est? cambiando. No estamos enfrentando cambios dentro de la casa cultural en que vivimos, sino constatamos que estamos cambiando de casa. Este nuevo paradigma nos interpela, nos pide otro tipo de respuestas pastorales y sobre todo, otro estilo de ser pastores.


Nuestro deseo es que aqu? en Aparecida podamos dise?ar ese nuevo estilo de vida, de actitudes pastorales y de itinerarios espirituales necesarios hoy.

CONVERSI?N DEL DISC?PULO

Reconocemos cu?n acertado e inspirado es el tema de disc?pulos y de misioneros de Jesucristo para fortalecer nuestra identidad cristiana. A tiempos dif?ciles, disc?pulos nuevos. Hacemos alusi?n a un nuevo obispo, un nuevo sacerdote, un nuevo di?cono, un nuevo religioso consagrado y un nuevo laico. Esperamos que Aparecida tome en especial consideraci?n los procesos formativos de todos estos disc?pulos frente a los nuevos desaf?os religiosos y socioculturales del continente.

CONVERSI?N PASTORAL

Nuestro anhelo es que podamos dise?ar, creativa y comunitariamente, esa nueva pastoral que d? la debida prioridad al anuncio de Jesucristo y a los procesos de iniciaci?n cristiana. Vislumbramos una pastoral de procesos y no simplemente de acciones moment?neas. Tomamos en cuenta la dificultad de los procesos largos, cuando la mentalidad light de corte postmoderno s?lo quiere asumir compromisos blandos, sin mucho pasado y sin mucho futuro. Queremos so?ar con una pastoral realizada por todos y para todos sin exclusiones as? que vaya construyendo la unidad en la diversidad.
Insistimos en que se d? forma a una visi?n pastoral donde el laico en la Iglesia y con la luz del Esp?ritu, sea de verdad protagonista en la pastoral y no solo fiel ejecutor de la misma.

CONVERSI?N ESPIRITUAL

Con genuina humildad y con actitud de escucha debemos enfrentar las nuevas realidades latinoamericanas.

Adem?s, no podemos reducirnos a llegar unilateralmente a la cabeza de nuestros fieles con ritos, normas, leyes y doctrinas. Es la hora del coraz?n. Es la hora del primado del amor. Es la hora de la imaginaci?n que acompa?a las migraciones intelectuales y el mundo virtual. Es la hora de la belleza y de la simpat?a como caminos para llegar con la verdad de Jes?s.

Esperamos que se haga ?nfasis en cuatro realidades, vida, familia, educaci?n y bien com?n que, seg?n Benedicto XVI, no son negociables. Tengamos tambi?n en cuenta que no dise?amos una respuesta s?lo para los adultos sino ante todo para los ni?os y j?venes constructores del futuro. Ellos, con su sed de ideales y de razones para vivir, esperan mucho de nosotros.

CAMBIO SOCIAL

El continente latinoamericano va creciendo econ?micamente. Pero este crecimiento no se traduce en desarrollo incluyente, integral y equitativo. Por tanto, es indispensable que reafirmemos nuestra opci?n por los pobres. Pero esta opci?n no basta. Debemos optar tambi?n por la evangelizaci?n del mundo pol?tico, del mundo empresarial, del mundo de los capitales para que en estos mundos penetre el sentido ?tico como solidaridad con el otro en necesidad.
La Iglesia en Colombia trabaja sin descanso, no desde la pol?tica sino desde el Evangelio, por el logro de la paz en los corazones, en las familias, en la naci?n toda. Esperamos de Aparecida una luz solidaria que nos gu?e.

CAMBIO MISIONERO

El Reino de Dios nos apasiona y nos convoca en Am?rica Latina. Cada disc?pulo desde su ?ngulo y perspectiva est? llamado a servir al Reino de Dios comprometi?ndose en esos elementos propios de la misi?n como son el testimonio, el anuncio y el ayudar al nacimiento de otras comunidades; la liturgia, la oraci?n y contemplaci?n; el trabajo por la paz, la justicia y la integridad de la creaci?n; el di?logo interreligioso, la inculturaci?n, el ministerio de la reconciliaci?n, la animaci?n misionera y la acogida de los que regresan a la fe cat?lica. Es indispensable identificar bien los destinatarios de la misi?n.

La misi?n es sustancial en el disc?pulo desde su bautismo, no es arandela o accidente. Por eso, nadie debe concentrarse exclusivamente en su propia perfecci?n. El que se busca a s? mismo se pierde. En cambio la fe se fortalece d?ndola.

Por eso, invocamos al Esp?ritu Santo evangelizador para que transforme a Aparecida en otro maravilloso Pentecost?s.

Publicado por verdenaranja @ 22:54  | Hablan los obispos
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Informe que present? monse?or Vernon James Weisgerber, arzobispo de Winnipeg, vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Canad? ante la Conferencia General del Episcopado latinoamericano y del Caribe.



Se?or Presidente, y queridos hermanas y hermanos. Estoy encantado de estar aqu? para traerles el saludo de los 120 (ciento vente) miembros de la Conferencia Canadiense de Obispos Cat?licos. Desde los a?os 60?s la iglesia en Canad?, las di?cesis y ordenes religiosas respondieron con generosidad a la llamada del Beato Juan XXIII a compartir los recursos de la Iglesia, enviando misioneros a la Iglesia en Am?rica Latina. Estos misioneros trajeron de vuelta a la Iglesia en el Canad? el conocimiento y el amor de la realidad que vivieron en Am?rica Latina.

En los 40 a?os desde la clausura del Concilio Vaticano II, los Episcopados del CELAM, Estados Unidos y el Canad? se han reunido regularmente, y desde el S?nodo de Am?rica, las reuniones de los Obispos de Am?rica han retomado una nueva importancia. No somos extra?os sino amigos.

La Iglesia en el Canad? tiene un gran inter?s en el tema de la V Conferencia. Los Obispos est?n siguiendo esta reuni?n con un particular inter?s, porque en Canad? experimentamos el mismo drama: la incoherencia entre la fe y la vida.

La sociedad canadiense sufre r?pidos y profundos cambios a todos los niveles. Un grupo minoritario de voces poderosas empujan una agresiva agenda de secularizaci?n de la sociedad. Hay una presi?n enorme de excluir la religi?n y sus valores del discurso publico. Todo se define y gira en base a los derechos individuales y por eso han redefinido el significado del matrimonio y cada vez cuidamos menos de la dignidad de la vida humana. La reimaginaci?n de la sociedad canadiense procede implacablemente.

Lo que m?s nos duele es que el 47 por ciento de los ciudadanos canadienses profesan ser cat?licos y sin embargo nuestra capacidad de incidir en las pol?ticas p?blicas va menguando considerablemente.

El reto ante nosotros es evidente y de grandes proporciones: ?Como podemos ayudar a todos los miembros bautizados de la Iglesia Canadiense a ser disc?pulos convencidos y misioneros eficaces de Jesucristo para que nuestros pueblos en EL tengan vida?

Los Obispos del Canad? acompa?an esta celebraci?n de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe con esp?ritu fraternal y con su ferviente oraci?n y a la misma vez esperan con gran ilusi?n las conclusiones de esta Conferencia.

Publicado por verdenaranja @ 22:52  | Hablan los obispos
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S?NTESIS
DE LOS APORTES RECIBIDOS
PARA LA V CONFERENCIA GENERAL
DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO





CONCLUSI?N GENERAL


351. La Iglesia que vive su fe en el Continente Latinoamericanocamina al encuentro del Se?or resucitadopara que nuestros pueblos tengan vida en ?l. A lo largode su historia, Jes?s mismo suscit? muchas experienciasde encuentros con ?l que fueron acontecimientospascuales.

352. Hoy nuestra Iglesia se siente llamada a renovar suencuentro con el Resucitado, reviviendo la experienciade los dos disc?pulos de Ema?s (cf. Lc 24, 13-35). Comoellos, camina entre dificultades y dolores. Al igual queellos, anhela dejarse encontrar y transformar por el Se?orresucitado, para ofrecerlo como vida al mundo porel testimonio de su fe y el compromiso efectivo con sumisi?n.

1. UNA IGLESIA INTERPELADA POR JES?S

353. Hemos iniciado nuestra reflexi?n dej?ndonos interpelarpor Jes?s siempre presente, impl?cita o expl?citamente,en la realidad de nuestros pueblos. ?l, como aaquellos dos de Ema?s, hoy nos pregunta: ??Qu? es loque vienen conversando??, ?qu? les ha ocurrido? (Lc 24,17.19). Y caminando con nosotros, nos invita a contar loque nos est? pasando. Le hablamos entonces de nuestraoriginalidad latinoamericana, de nuestros valores peculiares, de la debilidad de la fe en Dios, que se deja sentircon fuerza en nuestra sociedad y de las situaciones dedolor y desesperanzas que marcan a tantos hermanos yhermanas del Continente. Le decimos que estamos viviendoun cambio de ?poca que ilusiona a unos y desorientaa otros, y que en dicho cambio de ?poca nosotros, su Iglesia, queremos testimoniar con nuevo ardor ynuevos m?todos ?el misterio de Jes?s de Nazaret Hijo deDios? (EN 22).

354. Nuestra mirada quiere ser de empat?a frente a larealidad, acogi?ndola y sin desanimarnos por lo queocurre. Pero quiere ser tambi?n profundamente cr?tica, no s?lo para percibir los fen?menos, sino para aprehendersus causas y, sobre todo, quiere ser paciente yaudaz, para acompa?ar los ritmos del mundo en quevivimos y aportar la fuerza transformadora del mensajede Jes?s y de la vida nueva en ?l. Crece en nosotros laesperanza en una vida plena, porque nos mueve lacerteza de que Jes?s, que ha salido y sigue saliendo alcamino de nuestra historia como Se?or resucitado, yavenci? la muerte y nos pide que no tengamos miedo (cf.Jn 16, 33).

355. De la fecundidad del misterio pascual tenemos innumerablessignos en nuestras Iglesias particulares. Laencontramos, por ejemplo, en el despertar de tantas comunidades,en la generosidad y la entrega de incontablescatequistas, en las celebraciones lit?rgicas, en elempe?o solidario, en todas las escuelas de disc?pulos quecrecen entre nosotros, ya sea como movimientos eclesialeso de otras maneras, y en todos los bautizados que buscany encuentran al Se?or y se transforman en presenciaviva de Cristo para la vida del mundo.

2. UNA IGLESIA INVITADA AL DISCERNIMIENTOY ALIMENTADA POR JES?S

356. Jes?s nos mira con amor y tambi?n con preocupaci?n (cf. Lc 24, 25) por las veces que no discernimos loscaminos de su Padre y diluimos la respuesta a los impulsosde su Esp?ritu. Para iluminar nuestro caminar, el Se?orse transforma en nuestra memoria prof?tica ysapiencial y, a la luz de las Escrituras, nos hace presenteel proyecto salvador del Padre. Manifiesta que nuestraprofunda vocaci?n es estar llamados a ser hijos de Diosy hermanos unos de otros. Nos invita a aceptar el desaf?ourgente y el compromiso creativo de cuidar y apreciartoda vida humana. Luego, nos hace presente su viday el sentido de su misterio pascual. Nos pide discernir larealidad como pastores creyentes que denuncian los signosde muerte a la luz del anuncio del plan del Padre,propuesta de vida digna y feliz para todos, particularmentepara los despose?dos. Nos invita a discernir comoIglesia, comunidad de los suyos, llamada a ser en el mundosigno del Reino, lugar fraterno de celebraci?n de la fey de env?o misionero.

357. Nada podemos sin el Se?or. Como los disc?pulosde Ema?s, clamamos: ?Qu?date con nosotros? (Lc 24,29). Qu?date con nosotros porque muchas veces el caminose hace oscuro y la tarea pesada, porque sin Ti nuestravitalidad decae y nuestro ardor desfallece. Y Jesucristo, Cabeza de su Iglesia, no s?lo se queda connosotros, sino ?en nosotros? (MND 19). Cada domingo,?d?a del Se?or y de la Iglesia?, el pueblo de Dios celebrala Eucarist?a como memorial del misterio pascual de quienofreci? su vida para transformar nuestra vida y la sociedad.La Eucarist?a, celebrada con y por el pueblo de Dios,es fuente y epifan?a de comuni?n, sacramento que educay crea filiaci?n y fraternidad y, por lo mismo, impulsoy proyecto de misi?n.

358. Cuando admirados escuchamos al Resucitado ycelebramos la fracci?n del pan, queremos vivir como disc?pulosy misioneros. Alimentados por la doble mesa delPan y de la Palabra, buscamos ser ante todo una ?Iglesiadisc?pula?. Iglesia que con ?ojos? y ?o?dos de disc?pulo?siga atenta el dinamismo de la historia, poniendo sumano en el pulso del tiempo y su o?do en el coraz?n deDios. Iglesia que con ?coraz?n de disc?pulo? suscite laadmiraci?n y la comuni?n vital con el Se?or, y que con?manos y pies de disc?pulo? se empe?e con renovadoentusiasmo en la trasformaci?n de las realidades de muerte,para que nuestros pueblos en ?l tengan vida.

3. UNA IGLESIA ENVIADA POR JES?S

359. La cercan?a y pedagog?a de aquel Peregrino que sepuso a caminar con nosotros (cf. Lc 24, 15) hace ardernuestro coraz?n y da una nueva visi?n a nuestros ojos.La compa??a del Resucitado es nuevamente la motivaci?npara el camino, pero ya no para el que va a Ema?s, sino para el que lleva a encontrarse con los hermanos enla fe y compartir el acontecimiento de reconocer al Se?orcuando ??bamos de camino? (24, 35). Ahora ser? deJerusal?n, lugar del misterio pascual, de la irrupci?n delEsp?ritu Santo y de la comunidad apost?lica, de dondese sale a testimoniar la presencia actual y transformantedel Se?or de la vida. El nuevo pueblo de Dios, en virtudde la obediencia del Hijo, es hecho pueblo en estado permanentede misi?n, porque el Esp?ritu Santo que se leregala no se cansa ni desfallece. En el pueblo de Dios, todo creyente es a la vez disc?pulo y misionero o bien noes aut?ntico seguidor de Cristo.

360. Esta inserci?n en el mundo, desde la comunidad ycon el impulso del Esp?ritu, nos exige una espiritualidady un estilo de vida marcado por el anuncio kerigm?tico y misionero. Tambi?n nos pide valorar y animar la pluralidadde la Iglesia en sus diversas comunidades, ricas encarismas y ministerios. El proyecto del Padre, el acontecimientosalvador del Hijo y la misi?n a la que el Esp?rituimpulsa, nos lleva a mirar con renovada esperanza laconstrucci?n del Reino en el Continente.

361. Sabemos que nos incumbe la urgente tarea de formarnoscomo disc?pulos misioneros. Nadie en la Iglesiase puede marginar de la formaci?n ni de la misi?n. Asumiendola historia de nuestros pueblos anhelamos transmitiraquella esperanza que no defrauda (cf. Rm 5, 5):en el encuentro con el Resucitado, tal como para los deEma?s, es posible un ser humano y un mundo nuevos,porque en los albores del siglo XXI es posible un nuevoPentecost?s de abundante vida.

4. UNA IGLESIA QUE TIENE POR MODELOA LA MADRE DE JES?S

362. Mar?a, madre de los disc?pulos misioneros, tambi?ncamina con nosotros. Ella lo hace como disc?pula, porqueha cre?do firmemente que lo anunciado por el Se?orse cumplir?. Lo hace como misionera, porque ?a diferenciade los ap?stoles que proclaman la Palabra? da a luz aJes?s, Palabra de Dios, contenido de la proclamaci?n apost?lica. Camina con nosotros como mujer solidaria, porque ofrece su ser, su intercesi?n y sus santuarios para atender nuestras necesidades. Camina como nueva Arcade la alianza, habitada por la Palabra viva de Dios, ycomo sierva del Se?or, que por su escucha y obediencia tiene la experiencia de grandes cosas que el Poderoso hace en ella y con ella. Ella es por sobre todo modelo del disc?pulo misionero que abre su vida al acontecimiento salv?fico trinitario.

363. Mar?a, la madre de la Iglesia, acompa?a a ap?stolesy disc?pulos en Pentecost?s. Con ellos espera la luzplena que proviene del Esp?ritu (cf. Jn 14, 25; 16, 13).Como ellos, realiza el proceso caracter?stico de una fe que crece en la comprensi?n y pr?ctica del proyecto salvador del Padre (cf. Lc 8, 15.21).

364. Que la Inmaculada Concepci?n que veneramos enAparecida, que concibi? primero a Jesucristo en el coraz?ny despu?s en sus entra?as, sea madre y modelo defecundos disc?pulos misioneros y de significativos itinerarios pastorales y espirituales para que todos nuestros pueblos, que tanto veneran a su Madre, tengan vida en Jesucristo.


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S?NTESIS
DE LOS APORTES RECIBIDOS
PARA LA V CONFERENCIA GENERAL
DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO





III
EL ESP?RITU NOS IMPULSAA SER DISC?PULOS MISIONEROS


172. La Iglesia ha recibido de su Se?or la misi?n de ir por el mundo ofreciendo a los hombres y mujeres el donde ser disc?pulos (cf. Mt 28, 19). Vocaci?n de la Iglesia es anunciar al Se?or resucitado, generando y acompa?ando el encuentro personal con ?l. Para cumplir con suvocaci?n el Se?or le infunde el don del Esp?ritu ?y con ?l la paz, el env?o misionero y el poder de perdonar lospecados?, que la anima e impulsa a llevar a cabo la misi?nde manifestar y construir un Pueblo santo, semilla de una humanidad fraterna y reconciliada.

173. Desde entonces, la Iglesia se encamina por todo el mundo para ?hacer disc?pulos a todos? cuando el Esp?ritu hace fecunda la proclamaci?n de la Buena noticia del Reino de vida y santidad (cf. Mc 16, 15). ?l reviste al ser humano del ?Hombre nuevo? (Jesucristo), para que lleve ?una vida verdaderamente recta y santa? (Ef 4, 23-24). Ayer como hoy, ?l trabaja para que la Iglesia por su santidad se convierta en ?Evangelio vivo?, anunciandoque la obra del Resucitado es camino de vida, de verdad y libertad (cf. Rm 8, 21).

1. EL ESP?RITU ANIMA LA EVANGELIZACI?N DE LA IGLESIA

1.1 El Esp?ritu de Dios en el Proyecto del Padre


174. Los disc?pulos, despu?s de la ascensi?n del Se?or a los cielos y cumpliendo con su palabra, volvieron a Jerusal?n.En oraci?n junto a Mar?a, la madre de Jes?s, y conun mismo esp?ritu, aguardaban la Promesa del Padre, el bautismo que recibir?an en el Esp?ritu Santo (cf. Hch 1,4s). Y efectivamente ocurre lo incre?ble: reciben el dondel Esp?ritu bajo la forma de lenguas de fuego, precedidode un viento impetuoso que invadi? la casa. Y todos?quedaron llenos del Esp?ritu Santo? (Hch 2, 1-4).

175. No reciben cualquier Esp?ritu, sino el Esp?ritu ya prefigurado en la antigua alianza: el ?esp?ritu de Dios?que aleteaba sobre las aguas ca?ticas del tiempo de la creaci?n (Gn 1, 2); el ?santo esp?ritu? que Dios infund?a en Mois?s (Is 63, 11-14) y en los profetas (cf. Mi 3, 8); el que penetraba en hombres y mujeres movi?ndolos a actuar (cf. 1 Sm 16, 13); el que cubr?a de vida huesos secos (cf. Ez 37, 1-10); el ?esp?ritu nuevo? prometido a Israel para que conozca a Dios y practique su voluntad (11,19). Reciben el ?esp?ritu? prometido al Ungido para que hiciera presente el reinado de Dios (cf. Is 11, 1-9). El Pentecost?s cristiano es la donaci?n del ?Esp?ritu prometido?(Ga 3, 14) que ?seg?n la Escritura? caracterizar?a los tiempos mesi?nicos (cf. Jl 3, 1-5).

176. En la nueva alianza, el Esp?ritu ya no se revelacomo atributo de Dios, sino como Persona divina de la misma naturaleza que el Padre y el Hijo (cf. Mt 28,19). Es la ?fuerza que viene de lo alto? (Lc 24, 49) que, al inicio del ministerio p?blico de Jes?s de Nazaret, desciende sobre el enviado por el Padre (cf. Mc 1, 9-11). Jes?s ,ungido por el Esp?ritu del Padre, es el Hijo primog?nito hecho ?mes?as? o ?cristo? para hacer presente hoy el Reino (cf. Lc 19, 9), y anunciar a pobres y marginados el torrente de agua viva que brota del trono de Dios y del Cordero (cf. Ap 22, 1), fuente de vida del Reino, de vida alternativa a los valores y a la vida del mundo (cf. Mt 5,2-12). El Esp?ritu de Dios, jam?s abandonar? al Mes?as (cf. Lc 4, 14), refrendando con portentos el encargo del Padre (cf. 6, 17-19). En el bautismo y en la vida de Jes?s, a obra de la salvaci?n se revela como obra trinitaria.

1.2 La Iglesia del Esp?ritu

177. La ascensi?n de Jes?s al cielo y su exaltaci?n junto a su Padre marcan el fin del ministerio del Mes?as en la tierra (cf. Hch 3, 21) y el comienzo de su ministeriouniversal como ?Se?or? y ?Salvador? (5, 31). Despu?s de Pentecost?s, las Iglesias locales experimentan de inmediato fecundas irrupciones del Esp?ritu, vitalidad divina que se expresa en diversos dones y carismas (cf. 1Co 12, 1-11) y variados oficios que edifican la Iglesia y sirven a la evangelizaci?n (cf. 12, 28-29). Por estos dones del Esp?ritu, la comunidad extiende el ministerio salv?fico del Se?or hasta que ?l de nuevo se manifiesteal final de los tiempos (cf. 1, 6-7). El Esp?ritu en la Iglesia forja misioneros decididos y valientes como Pedro(cf. Hch 6, 5) y Pablo (cf. 13, 9), se?ala los lugares que deben ser evangelizados y elige a qui?nes deben hacerlo(cf. 13, 2).

178. La Iglesia, en cuanto marcada y sellada ?con Esp?rituSanto y fuego? (Mt 3, 11), contin?a la obra del Mes?as, abriendo para el creyente las puertas de la salvaci?n (cf.1 Co 6, 11). Pablo lo afirma de este modo: ?Ustedes sonu na carta de Cristo redactada por ministerio nuestro y escrita no con tinta, sino con el Esp?ritu de Dios vivo? (2Co 3, 3). Uno y el mismo Esp?ritu gu?a y fortalece a la Iglesia en el anuncio de la Palabra, en la celebraci?n de la fe y en el servicio de la caridad hasta que el Cuerpo deCristo alcance la estatura de su Cabeza (cf. Ef 4, 15-16).De este modo, por la eficaz presencia de su Esp?ritu,Dios asegura hasta la parus?a su propuesta de vida para hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares.Por tanto, el Se?or sigue derramando hoy su Vida por la labor de la Iglesia que, con ?la fuerza del Esp?ritu Santo enviado desde el cielo? (1 P 1, 12), contin?a la misi?n que Jesucristo recibi? de su Padre (cf. Jn 20,21).

1.3 El Esp?ritu Santo, vida nueva de los disc?pulos

179. Los evangelizadores de la primera hora eran testigosprivilegiados de la vida que suscitaba el Esp?rituen todo aquel que cre?a en el Se?or resucitado (cf. Rm 5,5). En ellos y en los dem?s percib?an c?mo el Esp?ritu ?de Cristo? (8, 9) o ?de Dios vivo? (2 Co 3, 3) realmente ?davida? (3, 6). Esta experiencia es tambi?n hoy la de tantos cristianos y comunidades eclesiales.

180. Vida nueva en el Esp?ritu es el conocimiento delPadre y la participaci?n de los bienes que regala por suHijo (cf. 1 Co 2, 10-12). Es tambi?n el don inmerecido de hacernos, por los m?ritos del Mes?as, hijos adoptivos delPadre (cf. Rm 8, 14-15). Gracias a este Esp?ritu, podemosde verdad clamar: ?Abb?, es decir, ?Padre? (8, 15). Vida nueva son ?las primicias del Esp?ritu?, lo que explica el profundo anhelo de alcanzar alg?n d?a la vida plena de hijos, caminando ?seg?n el Esp?ritu?, acogiendo sus frutos(Ga 5, 22-26), liber?ndonos de nuestros apetitos ego?stase inclinaciones desordenadas (cf. 19-21). Vida nuevaes vivir reconciliados y en paz, porque el Esp?ritu nos hace ?morada de Dios? que por la cruz de su Hijo nos reconcili? (cf. Ef 2, 14-22). As?, consagrados a Dios porel Esp?ritu, tenemos una ?morada eterna en los cielos? (2 Co 5, 1), donde participaremos para siempre de su vida de Padre gracias a la entrega de su Hijo (cf. Rm 6,22-23).

181. Gracias a la vida en el Esp?ritu, todos los disc?pulosdel Se?or son ?familia de Dios, edificados sobreel cimiento de los ap?stoles y profetas, siendo el mismoCristo Jes?s la piedra fundamental? (Ef 2, 19-20). Dios espera de su familia el tributo de un culto sincero que es aquel ?culto nacido del Esp?ritu de Dios? (Flp 3, 3). Quien por el Esp?ritu es identificado con Jesucristo, ?Primog?nitode toda criatura? (Col 1, 15), se hace ?nueva creaci?n:lo viejo ha pasado y ha comenzado algo nuevo? (2Co 5, 17). Esta es la vida nueva del disc?pulo del Se?orque, impulsado por el Esp?ritu, debe testimoniar al mundo entero

2. EL PUEBLO DE DIOS MISIONERO AL SERVICIO DEL REINO

2.1 Disc?pulos Misioneros


182. Durante su ministerio, Jes?s forma a los suyos para que proclamen el Reino de vida y lo transformen en un acontecimiento siempre actual. Su manera de vivir la misi?n de ser el Enviado del Padre, es Camino para quienes lo siguen. As? los asocia al encargo recibido (cf. Jn20, 21). En la misma convivencia con Jes?s, los disc?pulosse inician en la vida en comuni?n, y aprenden c?mo ser ?ap?stol? o ?enviado? para hacer que otros tambi?n sean, en sus circunstancias concretas, disc?pulos de Jes?s.La formaci?n para la misi?n no es una formaci?n diversa a la de ser disc?pulo. ?Disc?pulo? y ?misionero?son dos t?rminos que mutuamente se reclaman.

183. Mediante met?foras, Jes?s indica a los suyos enqu? consiste la misi?n. Los har? ?pescadores de hombres?, para sacar al ser humano del dominio del pecado y hacerlo part?cipe del Reino; ?pastores del reba?o deDios?, para guiar a los hombres y ofrecerles la sabidur?a,la vida y el alimento de Dios, y ?jornaleros de la mies?, para cosechar los frutos del Reino que Dios hace crecer.Las im?genes acent?an la misi?n como acciones salv?ficasque realizan el misterio pascual. La misi?n no ser? f?cil, pues ?como corderos en medio de lobos? (Lc 10, 3) encontrar?n muchas dificultades, incluso la muerte. Pero ni el Resucitado ni su Esp?ritu los abandonar?n.

184. Luego de la ascensi?n de Jes?s y de la venidadel Esp?ritu Santo en Pentecost?s, los ap?stoles y disc?pulos?impulsados por el Esp?ritu y favorecidos por circunstancias hist?ricas providenciales? llevaron el Evangeliopor el mundo entonces conocido. Evangelizan proclamando la Palabra, constituyendo comunidades ycelebrando en ellas la fe, particularmente en la Eucarist?a.Su anuncio se nutre de la Escritura. Las comunidadesson abiertas y misioneras, a cuyo cargo est? un ap?stolo disc?pulo. En ellas, la celebraci?n del Bautismo y la Eucarist?a adquieren gran centralidad. Pronto entienden que, aun siendo uno solo el Evangelio del Padre, Jesucristo, no pueden evangelizar a jud?os y gentiles empleando los mismos ?nfasis y m?todos. Sin embargo, a unos y otros les anuncian la centralidad del Se?or Jes?s y del Reino. Las comunidades deben dar testimonio de ?l en las sociedades donde viven y act?an, para transformarlas como levadura en la masa.

185. La evangelizaci?n de los primeros siglos, seg?n el testimonio de los padres de la Iglesia, nos ense?a quela acci?n pastoral y misionera debe plantearse y ser evaluada por su capacidad de conducir al encuentro con Jes?s; por la disponibilidad de respuesta generosa que da a las mociones del Esp?ritu y a los nuevos caminos que se abren para evangelizar, y por acompa?ar el proceso integral de discipulado en la Iglesia para el serviciodel mundo.

2.2 Los grandes modelos del discipulado misionero

186. La Iglesia ha tenido la bendici?n de contar con numerosos testigos en Am?rica Latina y El Caribe: laVirgen Mar?a, los ap?stoles, santos y santas y, en especial, los santos y m?rtires que sembraron el Evangelio en el Continente. Recuerda, adem?s, a incontables disc?pulos y misioneros, hombres y mujeres de fe sencilla, laicos y consagrados, adultos, j?venes y ni?os, cuyo testimonioes cuidadosamente conservado en cada Iglesia Particular.Todos ellos estimulan a vivir con alegr?a, como miembrosdel pueblo de Dios, la belleza de ser cristianos, animan al encuentro liberador con Jesucristo, contagian el ardor apost?lico en la misi?n evangelizadora, ense?an a ser solidarios con la historia de los propios pueblos. Especialmenteen las fiestas patronales, la comunidad cristianainvoca su protecci?n y los propone como modelosde seguimiento del Se?or y de compromiso evang?lico en la construcci?n de una sociedad m?s justa y fraterna.Como ellos, los cristianos de hoy deseamos vivir el gozo de la pertenencia a Jesucristo, insertos en comunidades fraternas, vivas y santas, comprometidos con el desarrollo humano y espiritual de cada persona y de la entera sociedad latinoamericana.

2.2.1 Mar?a camina con nuestros Pueblos

187. En la vida de la Iglesia se destaca la figura de laVirgen Mar?a, venerada como Madre de Jes?s y Madrede la Iglesia. Desde el comienzo de la evangelizaci?n, son incontables las comunidades que han encontradoen ella la inspiraci?n m?s cercana para aprender c?mo ser disc?pulos y misioneros de Jes?s. Con gozo constatamos que se ha hecho parte del caminar de cada uno de nuestros pueblos, entrando profundamente en el tejido de su historia y acogiendo los rasgos m?s nobles y significativosde su gente. Las diversas advocaciones y los santuarios esparcidos a lo largo y ancho del Continentetestimonian la presencia cercana de Mar?a a la gente y,al mismo tiempo, manifiestan la fe y la confianza que los devotos sienten por ella. Ella les pertenece y ellos la sienten como madre y hermana. La historia de la mayor?a de los santuarios marianos del Continente, desde Guadalupe hasta Aparecida, testimonian el cari?o especial de Mar?a por los peque?os e insignificantes de este mundo. La devoci?n mariana presente en el Continente, con su multitud de expresiones culturales, nos dice que el Evangeliose ha inculturado en las facciones indias, criollas, negras y mestizas con las que se presenta a la Virgen,revelando en ello el rostro compasivo y materno de Dios hacia su pueblo.

188. Juan Pablo II la llam? ?Madre y Evangelizadorade Am?rica? (EiA, 11) e invit? a implorar de ella ?la fuerza para anunciar con valent?a la Palabra en la tarea de la nueva evangelizaci?n, para corroborar la esperanza en el mundo? (EiA, 76). Hoy tambi?n, con el ejemplo y el auxilio de la Virgen, las comunidades cristianas latinoamericanas contin?an la misi?n de conducir al encuentrocon Cristo y, por eso, la invocan como Estrella de la evangelizaci?n.A los ojos y al coraz?n de los creyentes, ella aparece como:

a) Mujer de fe

189. Acoge y hace suyo el proyecto del Padre. Con su ?s? invita a abrir el coraz?n a la confianza en Dios y al abandono confiado en su providente conducci?n. En ella hemos aprendido a descubrir el rostro materno de Dios,rico en piedad y misericordia, y a confiar en su amor paternal. Madre de Jes?s, nos muestra el ?fruto bendito de su vientre?, ?Camino, Verdad y Vida?, del cual queremos ser disc?pulos, y llena del Esp?ritu Santo nos ense?a a transformar los diversos momentos del acontecerhumano en historia de salvaci?n.

b) Mujer servicial y solidaria

190. Con los ojos puestos en sus hijos y en sus necesidades, como en Can? de Galilea, Mar?a ayuda a mantenervivas las actitudes de atenci?n, de servicio, de entrega yde gratuidad que deben distinguir a los disc?pulos de suHijo. Indica, adem?s, cu?l es la pedagog?a para que lospobres, en cada comunidad cristiana, ?se sientan comoen su casa? (NMI 50).c) Mujer de esperanza

191. Junto a la Cruz de Jes?s donde nos engendr? nuevamentecomo hijos, sigue acompa?ando el dolor denuestros pueblos sufrientes, invitando a los disc?pulos desu Hijo a recorrer con mayor coherencia y audacia elcamino de hacerse pr?jimos, a construir m?s justicia ysolidaridad, y a desplegar una nueva ?imaginaci?n de lacaridad?.d) Madre y formadora de comunidades de disc?pulosmisioneros

192. Crea comuni?n y educa a un estilo de vida compartida,en fraternidad, en atenci?n y acogida del otro,especialmente si es pobre o necesitado. En nuestras comunidades,su fuerte presencia ha enriquecido y seguir?98S?NTESIS de los aportes recibidos para la V Conferencia Generalenriqueciendo la dimensi?n materna de la Iglesia y suactitud acogedora, que la convierte en ?casa y escuelade la comuni?n? (NMI 43), y en espacio espiritual queprepara para la misi?n.

2.2.2 Los ap?stoles y los santos193. Tambi?n los ap?stoles de Jes?s han marcado laespiritualidad y el estilo de vida de nuestras Iglesias.Su testimonio se mantiene vigente y sus ense?anzas inspiranel ser y la acci?n de las comunidades cristianas delContinente. Entre ellos, el ap?stol a quien Jes?s confi? lamisi?n de confirmar la fe de sus hermanos (cf. Lc 22,32), las ayuda a estrechar el v?nculo de comuni?n con elPapa, sucesor de Pedro, y a buscar en Jes?s las palabrasde vida eterna (cf. Jn 6, 68). Pablo, el evangelizador incansable,les ha indicado el camino de la audacia misioneray la voluntad de acercarse a cada realidad culturalcon la Buena Noticia de la salvaci?n. Juan, el disc?puloamado por el Se?or, les ha revelado la fuerza transformadoradel mandamiento nuevo y la fecundidad de permaneceren su amor.194. Nuestras comunidades llevan el sello de los ap?stolesy, adem?s, reconocen el testimonio cristiano detantos hombres y mujeres que esparcieron en nuestrageograf?a las semillas del Evangelio, viviendo valientementesu fe, incluso derramando su sangre. Su ejemplode vida y santidad constituye un regalo precioso para elcamino creyente de los latinoamericanos y, a la vez, unest?mulo para emular sus virtudes en las nuevas expresionesculturales de la historia. Con la pasi?n de su amora Jesucristo, han sido miembros activos y misioneros ensu comunidad eclesial; con valent?a, han perseverado enla promoci?n de los derechos de las personas, fueronagudos en el discernimiento cr?tico de la realidad a la99El Esp?ritu nos impulsa a ser Disc?pulos Misionerosluz de la Ense?anza Social de la Iglesia y cre?bles por eltestimonio coherente de sus vidas. Los cristianos de hoyrecogemos su herencia y nos sentimos llamados a continuarel estilo evang?lico de vida que nos han trasmitido,conscientes de que ?el hombre contempor?neo escucham?s a gusto a los que dan testimonio que a los que ense?an,o si escuchan a los que ense?an, es porque dan testimonio?(EN 41).

2.2.3 Todos testigos al inicio del tercer milenio

195. En Am?rica Latina nos encontramos con el grandesaf?o de estar dispuestos ?a dar raz?n de nuestraesperanza? (1 P 3, 15). En el don de ser disc?pulos y misioneros,nos fortalece la palabra de Jes?s: ?Ustedes recibir?nla fuerza del Esp?ritu Santo; ?l vendr? sobre ustedespara que sean mis testigos?, hasta los extremos dela tierra? (Hch 1, 8). La historia de nuestras Iglesias Particularesda cuenta de la extraordinaria fecundidad delEsp?ritu en tantas situaciones dif?ciles. Tambi?n en el maragitado de nuestros d?as, ?l nos otorga la gracia de descubrirla presencia salvadora del Resucitado y la audaciapara proclamar: ??es el Se?or!? (Jn 21, 7).

196. Convocados por ?l, en la comunidad de los disc?pulosy misioneros de Jes?s, sentimos la urgencia delReino y la pasi?n de ser testigos y ap?stoles con nuestrapropia vida. Por eso, urge que cada miembro de laIglesia se renueve en la gracia del Bautismo y de la Confirmaci?nque capacitan para la misi?n, de manera quecada uno pueda confesar que Jesucristo es la Buena Noticiade su vida. As?, con la fuerza de la Palabra y el auxiliode los sacramentos, y con la audacia de la misi?nliberadora, la comunidad cristiana cumple con la misi?nde ser ?testigo del amor del Padre que, en su Hijo quierehacer de la humanidad, una sola familia? (DCE 19).100S?NTESIS de los aportes recibidos para la V Conferencia General197. La Iglesia de Am?rica Latina deber? promover una?verdadera cultura? vocacional para que cada bautizadodiscierna el don de la propia vocaci?n y haga de ellael proyecto cristiano de su propia existencia, en el amora Dios y el servicio de los hermanos.

2.3 Espiritualidad de la acci?n del disc?pulo

198. El Esp?ritu Santo que nos anima es el mismo queimpuls? a Jes?s (cf. Rm 8, 9-17). Sin ?l la evangelizaci?nes imposible. Por eso, desde nuestros temores, cansanciosy debilidades le pedimos: ?Ven, Padre de los pobres,ven a darnos tus dones?, ?danos el ardor por anunciar aJes?s al inicio de este siglo?.

199. Cuando hablamos de ?espiritualidad? pensamosen el impulso del Esp?ritu, en su potencia de vida quemoviliza y transfigura todas las dimensiones de la existenciay no se queda s?lo en los espacios privados de ladevoci?n. La acci?n del disc?pulo necesita de ese impulsoy de ese ardor que proviene del Esp?ritu, y que descubrimosen las notas que lo caracterizan.

2.3.1 La experiencia del amor de Dios despiertael ardor misionero200. En la tristeza de la soledad, la desilusi?n o el sufrimiento,los cristianos no olvidamos que ?Dios es amor?(1 Jn 4, 8).?l nos ha amado primero y sigue am?ndonosprimero (?) Dicho encuentro implica tambi?nnuestra voluntad y nuestro entendimiento (?) Lahistoria de amor entre Dios y el hombre consisteprecisamente en que esta comuni?n de voluntadcrece en la comuni?n del pensamiento y del sentimiento(Benedicto XVI, Deus Caritas est, 17).

101El Esp?ritu nos impulsa a ser Disc?pulos MisionerosTenemos la certeza de ser amados y de vivir cada d?asostenidos y guiados por la mano del Padre. Esta experienciay convicci?n interior nos sobrecoge y nos mantienefirmes en medio de un mundo desbordado por ladesconfianza, la inestabilidad y la inseguridad. Aunquenos sabemos pobres y d?biles nos fortalece el amor deDios que siempre toma la iniciativa (cf. 4, 10). Nosotroshemos cre?do en ese amor (cf. 4, 16).

201. El Esp?ritu nos lleva a una experiencia de Jesucristoque nos permite reconocer el amor cercano del Padre.Toda la evangelizaci?n es una respuesta agradecida,el intento de agradecer a ese amor infinito que da vida.La experiencia del amor de Dios en Jesucristo, cuando esaut?ntica y profunda, es nuestro tesoro y nos convierteen apasionados testigos, convencidos de que esa experienciaes lo que todos necesitan para encontrar el verdaderosentido de sus vidas.

202. A partir de esa convicci?n serena y feliz, somosmisioneros. Hemos recibido un bien que no queremosni podemos guardar en la intimidad. Cuando somostestigos valientes y ardorosos, experimentamos queevangelizar nos llena de alegr?a y es el gozo de la Iglesia,que por su naturaleza es evangelizadora. Porquesomos depositarios de un tesoro que humaniza y aportavida nueva, sentimos la ardiente fuerza misionera de laIglesia.

2.3.2 D?ciles a la novedad del Esp?ritu

203. Con frecuencia no hemos acertado a comunicar elmensaje del Evangelio por aferrarnos a modos de expresi?n,estructuras y m?todos propios del hombre viejo ode otra ?poca. La rigidez y el apego a los propios esquemasson contrarios al dinamismo del Esp?ritu y a la con102S?NTESIS de los aportes recibidos para la V Conferencia Generalfianza en ?l. Sabemos que no se trata s?lo de implementaruna mejor estrategia pastoral, sino de una actitud espiritualde docilidad a la acci?n del Esp?ritu.

204. Cuando leemos la Biblia vemos c?mo Jes?s (cf. Lc4, 1) y los primeros cristianos (cf. Hch 8, 39-40) se dejabanconducir por el Esp?ritu. Esa docilidad se manifiestaen una constante disposici?n para aceptar los cambiosque indique el Esp?ritu Santo a trav?s de un atento discernimiento.Esto nos dar? la mirada sapiencial y prof?ticaque reconoce lo que Dios quiere para el tiempopresente. Esto requiere oraci?n sincera, di?logo, lecturacreyente de los signos de los tiempos, y una gran libertadinterior. Pero exige, sobre todo, estar convencidos de queel Esp?ritu conoce mejor que nadie el proyecto del Reinopara nuestros pueblos.

2.3.3 Confianza y audacia

205. Jesucristo ha triunfado sobre el pecado y la muerte.De los primeros disc?pulos san Marcos nos relata quesalieron a predicar por todas partes, y que el Se?or colaborabacon ellos y confirmaba la Palabra (cf. Mc 16, 20).Por eso, seguimos buscando una historia m?s justa, y nosalentamos unos a otros sin desanimarnos. Cristo resucitadoy glorioso es el manantial vivo de nuestra esperanza.Creemos que no nos faltar? su ayuda para cumplirla misi?n que nos encomienda. Un aut?ntico esp?ritude esperanza implica esfuerzo generoso. No es lamento,sino fortaleza que no se deja vencer; no es pesimismo,sino confianza fiel. La fe en la Providencia de Dios no espasividad, sino compromiso abnegado con los caminosde Dios. Esa misma esperanza nos ayuda a discernir yreconocer las semillas del Reino que nunca faltan enmedio de la oscuridad, y a descubrir con gozo la presenciadel Resucitado que nunca desaparece.103El Esp?ritu nos impulsa a ser Disc?pulos Misioneros

206. Esto implica reconocer el primado de la acci?n dela gracia en la vida pastoral, porque nosotros sembramos,regamos, cultivamos y cosechamos, ?pero es Diosel que hace crecer? (1 Co 3, 7). Por eso, procurando unarenovada escucha de la Palabra de Dios en la oraci?n,nos alimentamos de ella para ser sus servidores. Cuandonos detenemos a meditar la Palabra, reavivamos nuestraconciencia de que all? est? lo que todo ser humano necesitaescuchar, as? como en los sacramentos, la amistad yla gracia de Dios que necesitamos para vivir. No hay otromensaje ni otros medios mejores para iluminar y dar vidaa nuestros pueblos. Esta convicci?n nos alienta a entregarnosm?s.

207. A partir de esta confianza, si de verdad tenemosun o?do en el pueblo y otro en el Evangelio, brota unesp?ritu de audacia y de fortaleza. No renunciamos adecir la verdad sobre Dios, sobre el ser humano y sobrela Iglesia, aunque esa verdad no corresponda a loscriterios de muchos medios de comunicaci?n o de ambientesdonde nos movemos. No queremos permitir quelos mensajes deshumanizadores terminen penetrando lacultura de nuestros pueblos. Por eso presentamos siemprea Jesucristo sin temores y sin avergonzarnos, y procuramosser la voz de los que no tienen voz, m?s all? delos intereses de los sectores que detentan el poder delEstado o del mercado.

2.3.4 Espiritualidad de comuni?n

208. Jes?s, antes de entregarse a la pasi?n, implor?ardientemente al Padre que todos seamos uno para queel mundo crea (cf. Jn 17, 21). La adhesi?n a Jesucristonos introduce en la comuni?n misma de Dios Trino ynos abre a la gracia de la comuni?n con los hermanos.La relaci?n con Jes?s nos interpela y nos convoca a104S?NTESIS de los aportes recibidos para la V Conferencia Generalestrechar v?nculos, am?ndonos los unos a los otros como?l nos ha amado (cf. Jn 15, 12). Por eso, aun antes deprogramar acciones pastorales concretas, hace falta promoveruna espiritualidad de la comuni?n (cf. NMI 43).

209. Desde una aut?ntica conversi?n hacia cada hermanoy hermana, los cristianos elegimos vivir en fraternidadcuando oramos, dialogamos y planificamos.Tambi?n cuando trabajamos unidos, compartimos fraternalmentey celebramos en com?n. Esta espiritualidadnos permite valorarnos unos a otros y apreciar la riquezade los hermanos como im?genes de Dios. Y cuandocaemos en la tentaci?n de hacernos da?o, nos disponemosa optar una vez m?s por la reconciliaci?n. Creemosen Jes?s cuando nos dice: ?Donde est?n dos o tres reunidosen mi nombre, all? estoy yo en medio de ellos? (Mt18, 20).

210. En un mundo donde suele reinar el individualismoy cobra fuerza la competencia despiadada, que aveces nos contagia, los disc?pulos de Jesucristo nos sentimosllamados por Dios a optar por una manera de viviralternativa: a caminar junto a los hombres y mujeres debuena voluntad, a buscar coincidencias, a apoyarnosmutuamente y a superar los desencuentros para convivircomo hermanos. S?lo de este modo podemos ser testigosde Jesucristo y signos del Reino de vida y de paz,que estimule en nuestros pueblos un estilo de sociedadm?s fraterna y solidaria.

2.3.5 Vocaci?n, misi?n y santidad

211. El Esp?ritu Santo suscita en cada fiel un anhelo desantidad y un fuerte deseo de renovaci?n personal quese expresa en la vida, el trabajo y la misi?n cotidiana. Lasantidad se desarrolla y madura cuando procuramos que105El Esp?ritu nos impulsa a ser Disc?pulos Misionerosla vida de Dios fecunde las actividades y preocupacionesde cada d?a, y cuando colaboramos para que todaslas dimensiones de la vida se vean modeladas por el Evangeliode la gracia (cf. Ef 3, 17).

212. Si el impulso del Esp?ritu impregna y motiva todaslas ?reas de la vida, entonces tambi?n debe penetrary configurar la vocaci?n propia. As? se desarrolla laespiritualidad propia de presb?teros, de religiosos y religiosas,de consagradas seculares, de padres de familia,de empresarios, de catequistas, etc. Cada una de las vocacionestiene un modo espec?fico de vivir la espiritualidadque da identidad y profundidad al ejercicio concretode sus tareas. As?, la vida en el Esp?ritu nos convierteen personas generosas y alegres, originales y creativas,comprometidas con los reclamos de la realidad y capacesde tomar iniciativas y de encontrarle un profundosentido a todo lo que nos cabe hacer por la Iglesia y porel mundo.

2.4 El estilo de la acci?n del disc?pulo

213. Cuando la vida y el impulso del Esp?ritu impregnanla actividad de los disc?pulos y las disc?pulas, estenuevo dinamismo se traduce tambi?n en un modo detratar a los dem?s, en una manera de mirarlos, de escucharlos,de hablarles, de servirlos y de acompa?arlos. ElEsp?ritu hace presente en nosotros el modo de actuarde Jes?s. As?, la espiritualidad de la acci?n provoca unaserie de actitudes fraternas que conforman un estiloevangelizador.

2.4.1 Cercan?a y solidaridad en la vida social

214. En su vida p?blica, vemos a Jes?s cercano a todos.Com?a y beb?a con los pecadores, (cf. Mc 2, 16) se dete106S?NTESIS de los aportes recibidos para la V Conferencia Generaln?a a conversar con la gente (cf. Jn 3-4; Mc 10, 17-22) yse preocupaba por el ciego del camino (cf. Mc 10, 49-52).Cuando hablaba con alguien, no lo soportaba con desgano,sino que lo miraba con una profunda atenci?namorosa: ?Jes?s lo mir? con cari?o? (Mc 10, 21). El estilode Jes?s invita a que sus disc?pulos, sin ser delmundo vivan en ?l, comprometidos con ?l. Salvo quieneshan recibido una especial vocaci?n para vivir a solascon Dios y, de esa manera, la comuni?n con los hermanosen la oraci?n y el ofrecimiento de su vida; a todosnos cabe vivir activamente integrados en la sociedad,compartiendo la vida con todos, escuchando sus inquietudes,colaborando material y espiritualmente con ellosen sus necesidades, alegr?ndonos con los que est?n alegres,llorando con los que lloran y comprometi?ndonosen la construcci?n de la sociedad.

215. La tarea evangelizadora est? marcada por un sinceroamor, no s?lo afectivo sino realmente efectivo, aquienes nos necesitan. A veces se expresa como compa??asilenciosa y compasiva, otras veces es palabra quealienta, abrazo que consuela, paciencia que perdona,servicio que alivia, o disposici?n a compartir lo que seposee. En este mundo donde frecuentemente nos sentimosdesamparados y olvidados, se vuelve indispensableo?r el llamado del Esp?ritu a cuidarnos y sostenernosunos a otros de manera que nadie se sienta excluido omarginado.

2.4.2 Profundo respeto hacia los diversos procesospersonales y colectivos

216. El disc?pulo de Jesucristo sabe que el camino haciala santidad no se puede imponer a nadie, si bien se le hade presentar como un ideal atractivo, como un itinerariode maduraci?n en la fe, siempre posible con la ayuda de107El Esp?ritu nos impulsa a ser Disc?pulos Misionerosla gracia. Al proponer este ideal, queremos estar atentosa las situaciones y a los procesos particulares de las personasy comunidades.

217. Tampoco podemos ignorar las fragilidades de laspersonas, que requieren un largo y lento camino de liberaci?ny crecimiento. Aunque los principios morales hande ser siempre propuestos con claridad, el crecimientoespiritual y el desarrollo de la conciencia son procesosgraduales. La gracia de Dios trabaja con nuestra libertadd?bil y llena de condicionamientos, pero sin violentarla.No obstante, el Esp?ritu Santo quiere hacernoscrecer en la libertad de los hijos de Dios. Por eso no podemosrenunciar al deber de formar las conciencias, concomprensi?n y paciencia, de manera que los corazoneshumanos acepten y vivan la propuesta del Evangelio.

2.4.3 Pastoral org?nica como expresi?n departicipaci?n plena

218. La Iglesia de Jesucristo se encarna en cada Iglesiaparticular, donde se encuentran todos los elementos necesariospara la santificaci?n y la misi?n. En el seno deesta porci?n de la Familia de Dios estamos llamados arealizar las tareas de un modo arm?nico e integradoen el proyecto pastoral de la di?cesis, y no al margen delresto. Ese proyecto, que surge de un camino de variadaparticipaci?n, hace posible la pastoral org?nica.

219. La ?comuni?n pastoral? exige actitud de aperturay disposici?n a participar. De este modo queda de manifiestoque la apertura a los dem?s es capaz de enriquecery transfigurar el ejercicio de la propia misi?n, acogiendolos dones de los otros y aportando al bien de laIglesia y de la sociedad el servicio de los propios carismas.Implica tambi?n una constante ascesis, para asumir que108S?NTESIS de los aportes recibidos para la V Conferencia Generallos tiempos comunitarios no respondan a los propios proyectosy a los c?lculos personales.

2.4.4 Disposici?n al servicio humilde y cordial

220. Jes?s quiso compartir la vida sencilla de su gentehasta el punto que lo consideraban uno m?s del pueblo.Por eso dec?an: ??No es ?ste el carpintero?? (Mc 6,3). ?l nos ense?? a ejercer la propia misi?n en humildady servicio (cf. Mt 20, 25-26), para que nosotros hagamoslo mismo. Esto exige que renunciemos a hacer alarde det?tulos, dignidades o poder (cf. Flp 26s) y a posiciones deprivilegio. A la luz de la fe es preciso que valoremosprofundamente a cada ser humano, para descubrir quetodos merecen de nosotros una atenci?n humilde ycordial.

221. Queremos reconocer que cada persona es dignade nuestra entrega. No por su apariencia, por sus capacidadeso por las satisfacciones que nos brinde, sino porquees obra preciosa de Dios, criatura suya e hija de superd?n y de su gracia. ?l la cre? a su imagen, y por esorefleja algo de su gloria. Todo ser humano es objeto de laternura infinita del Se?or, y ?l mismo habita en su vida.Jesucristo dio su sangre en la cruz por todos. Entoncesesas personas son inmensamente sagradas y lo merecentodo. S?lo desde esta convicci?n podremos entregarnospor ellos.

2.4.5 Creatividad y renovaci?n constante

222. Amar al otro con sinceridad y mirarlo como Jes?slo mira, implica tambi?n poner a las personas en primerlugar, subordinando nuestros proyectos, gustos y costumbresal servicio de los otros. Esto supone la capacidad derenovar planes y estar dispuestos a cambiar m?todos,109El Esp?ritu nos impulsa a ser Disc?pulos Misionerostareas o expresiones, cuando la realidad de las personasnos muestra que ya no sirven para evangelizar. El amoral hermano exige una b?squeda permanente y unagenerosa creatividad de quien pone todos sus dones alservicio de los dem?s y acepta ejercitar esos carismas siemprede una manera nueva.223. Esta actitud se manifiesta particularmente a trav?sde las formas del lenguaje que son diversas, cambian yse modifican constantemente en el contacto con los dem?s.No se trata s?lo de una estrategia, sino de un estilo,de un modo de ir al encuentro del otro, poni?ndonos ensu lugar y adoptando las expresiones que manifiestenque realmente somos parte de sus vidas. Esto vale demanera particular para superar barreras generacionalesy culturales.

2.4.6 Opci?n permanente por los m?s pobres

224. En esta ?poca suele suceder que defendemos demasiadonuestros espacios de privacidad y disfrute, y nosdejamos contagiar f?cilmente por el consumismo individualista.Por eso nuestra opci?n por los pobres corre elriesgo de quedarse en un plano te?rico o meramenteemotivo, sin verdadera incidencia en nuestros comportamientosy en nuestras decisiones. Es necesario convertiresta opci?n gen?rica en una actitud permanenteque se manifieste en opciones y gestos concretos (cf.DCE 28. 31). En primer lugar, dedicando tiempo a lospobres, prest?ndoles una amable atenci?n, escuch?ndoloscon inter?s, acompa??ndolos en los momentos m?sdif?ciles, eligi?ndolos para compartir horas, semanas oa?os de nuestra vida, y buscando, desde ellos, la transformaci?nde su situaci?n. Jes?s lo propuso con su modode actuar y con sus palabras: ?Cuando des una comida110S?NTESIS de los aportes recibidos para la V Conferencia Generalo una cena invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos ya los ciegos? (Lc 14, 13).

225. S?lo la cercan?a que nos hace amigos nos permiteapreciar profundamente los valores de los pobres de hoy,sus leg?timos anhelos y su modo propio de vivir la fe. Ala luz del Evangelio reconocemos su inmensa dignidad ysu valor sagrado a los ojos de Cristo, pobre como ellos yexcluido entre ellos. Desde esta experiencia creyente,compartiremos con ellos la defensa de sus derechos,porque nuestro Padre com?n no quiere que vivan en lamiseria. As? estar?n marcadas por una sincera, vigorosay generosa actitud evang?lica, propia de los disc?pulos ydisc?pulas del Reino, nuestras palabras a favor de lospobres, como tambi?n las decisiones que tomemos parasuperar prejuicios, cambiar costumbres y modificar reglamentosy legislaciones que los discriminan.

2.5 Diversidad de identidades en comuni?ny participaci?n

226. Con mucha insistencia, las aportaciones al Documentode Participaci?n de las Conferencias Episcopales,destacan que la vida de los disc?pulos de Jesucristo es undon que muestra su unidad a trav?s de la diversidad ypluralidad de pueblos, lenguas, razas y costumbres.Nuestras Iglesias particulares deben aparecer, cada vezm?s, como una sola vocaci?n hecha de m?ltiples vocaciones;un solo cuerpo, en la variedad de sus miembros(cf. 1 Co 12, 12ss). Cada bautizado, en efecto, es portadorde una vocaci?n original, la que deber? desarrollaren unidad y complementariedad con la de los otros, a finde formar el ?nico Cuerpo de Cristo, entregado para lavida del mundo. El reconocimiento pr?ctico de la unidadorg?nica y la diversidad de funciones asegurar?111El Esp?ritu nos impulsa a ser Disc?pulos Misionerosmayor vitalidad misionera y un anuncio m?s incisivo delEvangelio.2.5.1 Diversidad de carismas, ministerios y servicios

227. Con el Concilio Vaticano II, ha crecido la concienciade que incumbe a los miembros de la Iglesia ir almundo entero para anunciar el Evangelio. Para ello, hasido dotada por el Esp?ritu de carismas y ministerios variados.?La Iglesia entera es misionera, la obra de laevangelizaci?n es un deber fundamental del pueblo deDios? (cf. LG 2. 23). Siguiendo la inspiraci?n conciliar,las orientaciones pastorales de las Conferencias Generalesde Puebla y de Santo Domingo han destacado el significadoy la fecundidad pastoral de la comuni?n y laparticipaci?n. Hoy podemos apreciar que ha crecido ennuestras comunidades la praxis y la espiritualidad de lacomuni?n, lo que se ha traducido tambi?n en un mayorreconocimiento y acogida de los dones personales de cadabautizado, optimizando as? la vida fraterna y la corresponsabilidadmisionera, especialmente de los laicos.

228. Se destacan, en particular, grupos y comunidadesde catequistas, ministros de la Palabra, servidores de losenfermos y animadores de muchos otros servicios, especialmenteen el campo de la solidaridad (Pastoral Social,Caritas, ayuda fraterna, etc.).

229. Sin embargo, en la pr?ctica, entre carismas y ministeriossurgen no pocas tensiones. Urge relacionarlosfecundamente entre s?, renovando el desaf?o de perseveraren el camino emprendido, recorri?ndolo conmayor audacia y con experiencias concretas de participaci?neclesial. Una Iglesia, en la cual se entrelazan lasdimensiones espirituales e institucionales, no puede descuidarlos servicios y los carismas m?s conocidos y los112S?NTESIS de los aportes recibidos para la V Conferencia Generalm?s silenciosos que el Esp?ritu concede en abundancia alos fieles. Es necesario abrirse m?s al mutuo descubrimientoy aprecio, a la colaboraci?n y al reconocimientode los carismas, ministerios y servicios que ?l suscita permanentemente.Esta actitud permitir? superar la tentaci?nde individualismos pastorales, del clericalismo o dela autoafirmaci?n y autosuficiencia de personas y de grupos.La Iglesia del Continente deber? fortalecer y buscarnuevos itinerarios pastorales a fin de hacer real la participaci?nde todos sus fieles, desde las diversas responsabilidadesvocacionales y talentos recibidos. Obispos, sacerdotes,di?conos permanentes, religiosas, religiosos ylaicos: una sola comunidad viva que recorre el mismocamino del discipulado tras el Maestro, y que maduraanunci?ndolo en corresponsabilidad como ?Camino,Verdad y Vida? para la existencia personal y social.

2.5.2 Movimientos, asociaciones y agrupaciones laicales

230. La tercera Conferencia General, celebrada en Puebla,ha definido a los laicos como ?hombres de Iglesiaen el coraz?n del mundo, y hombres del mundo en elcoraz?n de la Iglesia? (DP 786). Mediante ellos, los clamoresde nuestros pueblos son clamores de la comunidadcristiana, permitiendo que ?sta haga suyos los gozosy las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombresy mujeres de nuestro tiempo y que nada, verdaderamentehumano, quede sin eco en el coraz?n de la Iglesia(cf. GS 1). Como miembros plenos del pueblo de Dios,en forma personal y asociada, los fieles laicos recibendones y carismas del Esp?ritu Santo, para la edificaci?nde todo el cuerpo en la caridad (cf. AA 3).

231. La misi?n propia y espec?fica de los fieles laicos larealizan en el coraz?n del mundo, y les pide transformarel mundo seg?n Cristo. Su colaboraci?n con las diversas113El Esp?ritu nos impulsa a ser Disc?pulos Misionerosactividades pastorales al interior del Pueblo de Dios esvaliosa, pero no ha de disminuir el despliegue completode sus responsabilidades en medio del mundo. Hoy m?sque nunca necesitan espacios de formaci?n, intercambioy acompa?amiento, de manera que nunca se sientan soloscuando cumplen su misi?n laical con responsabilidadpersonal, dando testimonio de Cristo y de los valoresdel Reino al interior de la vida social, econ?mica,pol?tica y cultural. Es preciso que los fieles laicos recuperenla conciencia del car?cter cristiano-secular de suidentidad y misi?n. De ellos depende que el Evangelio deCristo renueve la vida p?blica de las naciones latinoamericanas.

232. Los aportes de las Conferencias Episcopales hablanmucho sobre la necesidad de dar mayor participaci?n alos laicos y a las laicas, en la planificaci?n de las accionespastorales, particularmente en los ?mbitos de decisi?n,y no s?lo en la ejecuci?n de las mismas (cf. ChL51). Si hoy toda la Iglesia en Am?rica Latina quiere ponerseen estado de misi?n, y si en esa misi?n quiere llegara todos, precisamente all? donde se encuentran, losmisioneros ya no podr?n ser s?lo los ministros ordenadosy los consagrados y consagradas, sino principalmentelos fieles laicos. Ellos podr?n apasionarse por la misi?n ydar vida, si verdaderamente son parte activa y creativade proyectos pastorales que sean de todos.233. Esto exige poner en pr?ctica un cambio de mentalidad,ya pedido en la Conferencia de Santo Domingo(cf. SD 96), pero cuya asimilaci?n y puesta en pr?cticaa?n se muestra muy insuficiente.
234. En este contexto el fortalecimiento de variadasasociaciones, movimientos apost?licos laicales e itinerariosde formaci?n cristiana, particularmente de gru114S?NTESIS de los aportes recibidos para la V Conferencia Generalpos evangelizadores, es un signo esperanzador. Favoreceque muchos bautizados y muchos grupos misionerosasuman con mayor responsabilidad su identidad cristianay colaboren m?s activamente en la misi?nevangelizadora. En las ?ltimas d?cadas, su presencia ymisi?n la han desarrollado con un fuerte protagonismo.Es por ello que un adecuado discernimiento, animaci?n,coordinaci?n y conducci?n pastoral, sobre todo de partede los sucesores de los ap?stoles, contribuir? a ordenareste don a la edificaci?n de la ?nica Iglesia (cf. Discursodel Papa Benedicto XVI a los Movimientos, V?speras dePentecost?s de 2006).

2.5.3 Comunidades eclesiales de base

235. En la experiencia eclesial de Am?rica Latina y ElCaribe, las comunidades eclesiales de base con frecuenciahan sido verdaderas escuelas que forman disc?pulosy misioneros del Se?or. Solidarias con la vida de laIglesia, alimentadas por sus ense?anzas y unidas a suspastores, son lugares de experiencia cristiana y de evangelizaci?n,que buscan alimento en la Palabra de Dios,en la oraci?n y en el compartir fraterno, mientras acrecientanla conciencia y la praxis solidaria y misionera desus miembros.

236. Sin embargo, percibimos que hoy en nuestrocontexto eclesial, especialmente urbano, las CEBs atraviesanpor un momento de dificultad y estancamiento.Esta situaci?n requiere ser analizada convenientementepara detectar las causas y encontrar nuevasexpresiones que renueven esta rica experiencia de la Iglesialatinoamericana.

237. La conducci?n pastoral y los itinerarios formativosdeber?n cuidar y desarrollar la experiencia positiva de115El Esp?ritu nos impulsa a ser Disc?pulos Misionerosestas comunidades, y prestar especial atenci?n para quefortalezcan el centro de su vida en la Eucarist?a, crezcanen solidaridad con quienes comparten con ellos su trabajoy su vida, se sientan firmemente unidas a sus comunidadesparroquiales, a todo el Pueblo de Dios y a susPastores. As? les ser? f?cil vivir con alegr?a todas las dimensionesde su fe, y evitar todo empobrecimiento de lamisma.

2.5.4 Comunidades de vida consagrada

238. En el camino del discipulado misionero, la vidaconsagrada tiene un valor y una misi?n insustituible.Es un camino de especial seguimiento de Cristo, paradedicarse a ?l con un coraz?n indiviso, y ponerse, como?l, al servicio de Dios y de la humanidad, asumiendola forma de vida que Cristo escogi? para venir a estemundo: una vida virgen, pobre y obediente (VC 14, 16y 18).

239. Para los dem?s miembros del Pueblo de Dios,ella est? llamada a ser signo de los bienes futuros prometidospor Dios, y para los hombres y mujeres de nuestrotiempo, profec?a de una humanidad reconciliada, llamadaa construir comuni?n y vida compartida a partir deor?genes y dones distintos.

240. En Am?rica Latina, como en todas partes, la vidaconsagrada no tiene solamente ?una historia gloriosapara recordar y contar; tiene una gran historia que construir?(VC 110). Su vida ?es un don de Dios Padre a suIglesia por medio del Esp?ritu? (VC 1), puesto ?como elementodecisivo para su misi?n?., y don precioso y necesariopara el presente y el futuro del Pueblo de Dios, porquepertenece ?ntimamente a su vida, a su santidad y sumisi?n? (VC 3).116S?NTESIS de los aportes recibidos para la V Conferencia General

241. En nuestros d?as, las comunidades de vida consagrada,junto con toda la Iglesia, se han percibido profundamenteafectadas por los diversos cambios de la sociedady de la cultura. A veces hablan de desencanto, decrisis y de desconcierto. Al mismo tiempo, la reducci?nen el n?mero de sus miembros hace que algunas formasde vida consagrada se pregunten por su futuro. Sin embargo,por otra parte se perciben signos de vitalidadque indican el camino por el cual la est? conduciendo elEsp?ritu: riqueza de los carismas fundacionales puestosal servicio del Reino en la Iglesia; opci?n por vivir pobremente,entregando lo mejor de s? en provecho de los m?safligidos, pobres y desesperanzados, renovada pasi?n porCristo y por la humanidad (m?stica y profec?a), ycentralidad del Evangelio y de la Eucarist?a como criterioy punto central de referencia para una valiente renovaci?nde las personas y de las estructuras.

242. La Iglesia de Am?rica Latina espera mucho de lavida consagrada, especialmente del testimonio y aportede las religiosas, contemplativas y de vida apost?lica, puesjunto a los dem?s hermanos religiosos, miembros de InstitutosSeculares y Comunidades de Vida Apost?lica,muestran el rostro materno de la Iglesia y su anhelode escucha, acogida, pobreza y servicio.

2.5.5 Presbiterio y Diaconado Permanente

243. La renovaci?n de nuestras comunidades eclesialescomienza ?como lo muestra la vida y la historia de laIglesia? mediante una profunda renovaci?n de las personasconsagradas. Las comunidades cristianas esperande sus pastores, testigos de la primac?a de Dios, unapresencia m?s cercana con su pueblo ?particularmentecon los grupos humanos en situaci?n de necesidad?; sutestimonio de hombres de oraci?n; una mayor dedica117El Esp?ritu nos impulsa a ser Disc?pulos Misionerosci?n al acompa?amiento espiritual; una gran coherenciacon lo que predican; una orientaci?n m?s decidida yprof?tica de la Iglesia y de la sociedad; y que sean promotoresy signo de unidad en el marco de una pastoralorg?nica. Los presb?teros son los primeros responsablesde asegurar la comuni?n fraterna en su comunidad, porquesus personas y su misi?n est?n ?ntimamente vinculadosa la Eucarist?a, que es el Sacramento que significa yrealiza la unidad de la Iglesia (cf. LG 3), y a la Palabra deDios que nos convoca y nos une. En cuanto promotoresy signos de unidad, los cl?rigos se deber?n abstener departicipar en compromisos que implican la participaci?nen el ejercicio del poder civil.

244. Las aportaciones de las Conferencias Episcopalesindican la necesidad de enfrentar, entre otros, tres desaf?osprincipales:

245. a) El primero dice relaci?n con la identidadteol?gica del ministerio presbiteral. El Concilio VaticanoII establece el ?sacerdocio ministerial? al serviciodel ?sacerdocio com?n de los fieles?, y a estos dos comoparticipaci?n del ??nico sacerdocio de Cristo?. Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, nos ha redimido y nos ha participadosu vida divina. En ?l, somos todos hijos del mismoPadre y hermanos entre nosotros; tambi?n los presb?teros.Antes que padre el presb?tero es un hermano.Esta ontol?gica dimensi?n fraterna no debiera quedarcomo un abstracto supuesto eclesiol?gico, sino transparentarseen el ejercicio pastoral. Esto significa que el presb?terono debe olvidar ser y aparecer, en primer lugar,como disc?pulo de Cristo, con-disc?pulo con los hermanosen la fe, y superar la tentaci?n del autoritarismo quelo a?sla de la comunidad y de la colaboraci?n con losdem?s miembros de la Iglesia.

246. b) El segundo desaf?o se refiere a la cultura. Elpresb?tero est? llamado a conocerla para sembrar en ellala semilla del Evangelio, es decir, para que el mensaje deJes?s llegue a ser una interpelaci?n v?lida, comprensible,esperanzadora y relevante para la vida del hombre y dela mujer de hoy, especialmente para los j?venes. Estedesaf?o incluye la necesidad de potenciar adecuadamentela formaci?n inicial y permanente de los presb?teros, especialmenteen orden a su competencia intelectual.

247. c) El tercero es de car?cter existencial. Este desaf?ose refiere a los aspectos vitales y afectivos, al celibatoy a una vida espiritual intensa fundada en la experienciade Dios; asimismo al cultivo de relaciones fraternascon los dem?s presb?teros, con el obispo y con los laicos.Para que el ministerio del presb?tero sea coherente y testimonial,?ste debe amar y realizar su tarea pastoral encomuni?n con el obispo y con sus pares. El ministeriosacerdotal que brota del Orden Sagrado tiene una ?radicalforma comunitaria? y s?lo puede ser desarrolladocomo una ?tarea colectiva? (PDV 17).

248. Una respuesta esmerada a estos desaf?os ayudar?a que los presb?teros vivan con mayor identidad su sersacramentos-personas de Cristo Pastor, en uni?n con todoel presbiterio de la Di?cesis.

249. Una menci?n especial merecen los di?conos permanentes.Su presencia num?rica ha crecido significativamenteen nuestras Iglesias, aunque con desigual desarrolloy valoraci?n. Fortalecidos, en su gran mayor?a, por ladoble sacramentalidad del Matrimonio y del Orden Sagrado, ofrecen un aporte significativo a la evangelizaci?n,a las celebraciones lit?rgicas, a la formaci?n de nuevascomunidades eclesiales, especialmente en las fronterasgeogr?ficas y culturales, donde ordinariamente no llega la acci?n evangelizadora de la Iglesia. Cada di?cono permanentedebe cultivar esmeradamente su inserci?n en elcuerpo diaconal y una estrecha relaci?n con su obispo, los presb?teros y dem?s miembros del pueblo de Dios.

2.5.6 Obispos y Conferencias Episcopales

250. Los obispos, imagen del ?nico Buen Pastor, con fey esperanza han aceptado su vocaci?n a servir al Pueblode Dios conforme a su coraz?n. Junto con todos los fielesy en virtud del Bautismo son, ante todo, disc?pulos ymiembros del Pueblo de Dios. Como todos los bautizados,y juntos con ellos, quieren seguir a Jes?s, Maestrode vida y de verdad, en la comuni?n de la Iglesia. ComoPastores, servidores del Evangelio, se saben llamados avivir el amor a la Iglesia en la intimidad de la oraci?n yde la donaci?n de s? a los hermanos y hermanas que presidenen la caridad. Est?n decididos a promover por todoslos medios, la caridad y la santidad de los fieles y seempe?an para que el pueblo de Dios crezca en la graciamediante la celebraci?n de los sacramentos. Est?n llamadosa anunciar la Buena Nueva, que es fuente de esperanzapara todos, y a ser ejemplo para sus sacerdotes, di?conos, consagrados, seminaristas y laicos, cultivandode manera especial el v?nculo que los une a sus sacerdotes.Sirven a Cristo y a la Iglesia mediante el discernimientode la voluntad del Padre, para reflejar al Se?oren su modo de pensar, de sentir, de hablar y de comportarseen medio de los hombres.

251. Las experiencias de comuni?n episcopal, sobretodo despu?s del Concilio Vaticano II con la consolidaci?ny difusi?n de las ConferenciasEpiscopales, deben entenderse como encuentroscon Cristo vivo, presente en los hermanosque est?n reunidos en su nombre (EiA 37). En la Conferencia Episcopal, expresi?n de comuni?nafectiva y efectiva del Colegio Episcopal, cada obispopuede encontrar la ayuda solidaria que necesita y el est?mulooportuno para vivir su vocaci?n espec?fica y misi?npastoral, en el seno de la Iglesia Particular de la cuales pastor, en la solicitud por las dem?s Iglesias, especialmentecon las m?s cercanas (Provincias Eclesi?sticas), conel Sucesor de Pedro y en fidelidad a ?l.

252. Para crecer en estas actitudes, los obispos debenprocurar el di?logo constante con el Se?or, cultivar laespiritualidad de la comuni?n con todos los que creen enCristo y acrecentar los v?nculos de colegialidad que losunen a los dem?s obispos de la Conferencia Episcopal yde la Iglesia, particularmente con el Obispo de Roma.

3. LA CONSTRUCCI?N DEL REINO EN AM?RICA LATINA Y EL CARIBE

253. El esp?ritu misionero de la Iglesia se desarrollaprincipalmente en el coraz?n de cada persona que, apartir del encuentro vivo con el Se?or, est? llamada ala conversi?n, a la comuni?n y a la solidaridad, a trav?sde un proceso que dura toda la vida y la convierte endisc?pula del Se?or y en misionera de su mensaje desalvaci?n.

254. Nos hacemos y crecemos como cristianos en el senode la Iglesia, en sus diferentes expresiones: la familia,Iglesia dom?stica; la parroquia, comunidad de comunidades;la Di?cesis o Iglesia Particular, en comuni?n conla Iglesia Universal. Los ejes que articulan todo este procesoson la Palabra de Dios, los Sacramentos ?especialmentela Eucarist?a?, la comuni?n fraterna y el amorhecho servicio.

255. Como Jes?s, la comunidad cristiana, vive y trabajapara la vida del mundo, es decir, ?para que nuestrospueblos en ?l tengan vida?.

3.1 Grandes ?mbitos de la misi?n

256. La vocaci?n al discipulado y al env?o misionerodebe alcanzar a las personas, en cada una de sus dimensionesy situaciones, personales, eclesiales y sociales ytambi?n a las instituciones, especialmente, la familia, lacomunidad eclesial y la sociedad civil. En cada una deestas realidades descubrimos un profundo anhelo porconocer y vivir el Evangelio, la presencia actuante delEsp?ritu Santo y, al mismo tiempo, nuevos desaf?os paradiscernir y obedecer a su conducci?n.

257. El Esp?ritu Santo que ungi? a Jes?s y lo impuls?, yaen el inicio de su misi?n, a realizar la obra de la salvaci?nen obediencia al Padre, es la fuerza y el impulsoorientador que anima a la Iglesia en la concreci?n de sumisi?n de comunicar la vida plena a todos, y en la tareade evangelizar de manera preferente los siguientes ?mbitos (cf. Lc 4, 18-19).

3.1.1 ?mbitos personales y familiares

a) Los ni?os


258. Por ser ?don y signo de la presencia de Dios? ennuestro mundo, por su capacidad de acoger con sencillezlo que ser? el fundamento de su vida, y por la situaci?nde vulnerabilidad a la que se encuentran expuestos,necesitan de una Pastoral de la Infancia que articulela familia, la escuela y la sociedad en la doble vertiente:de una dedicaci?n a ellos que ayude a crecer su amora Jes?s, y de una atenci?n preventiva que mejore sus condiciones de salud, alimentaci?n, educaci?n integral decalidad, afecto y cuidado; as? como tambi?n, de unaatenci?n especializada para aquellos ni?os que han sidoheridos en su dignidad y privados de su inocencia. Lacomunidad eclesial est? llamada a acompa?ar a losni?os y a sus padres hacia el encuentro con Jes?s, medianteel proceso de educaci?n en la fe y la catequesis (cf. EiA 48).

b) Los j?venes

259. Son la vida, colmada de vigor, creatividad y esperanza,que Dios regala a los pueblos latinoamericanos.Ellos, en su inmensa mayor?a, anhelan una orientaci?n yun acompa?amiento pastoral personal y personalizanterespecto a su formaci?n humano-cristiana, que les ofrezcael sentido ?verdadero de la vida y las condiciones id?neaspara realizar sus capacidades y aspiraciones? (EiA47). Es urgente, como lo mencionan las aportaciones delas Conferencias, impulsar y fortalecer una PastoralJuvenil-Vocacional que acompa?e a los j?venes y adolescentesen su proceso formativo integral, desde lapedagog?a de Jes?s, Buen Pastor. La Pastoral Educativaen sus niveles de educaci?n Media y Superior necesitaoptimizar estrategias que respondan a este desaf?o afavor de la juventud.

c) Las mujeres

260. Su presencia en el mundo, en la sociedad y en laIglesia hoy, es bienvenida. Ella requiere el reconocimientode su vocaci?n a participar plenamente en la vidaeclesial, familiar, cultural, social y econ?mica, creandoespacios y estructuras que favorezcan una mayor inclusi?n.Tambi?n necesitan ser valoradas y rescatadas detoda visi?n machista, excluyente y discriminatoria en lo que se refiere a su dignidad de persona. La sabidur?a delplan de Dios nos exige favorecer el desarrollo de su identidadfemenina en complementariedad y reciprocidad ala identidad del var?n. Por eso la Iglesia est? llamada acompartir, orientar y acompa?ar proyectos de promoci?nde la mujer con organismos sociales ya existentes, ya reconocer el ministerio esencial y espiritual que la mujerlleva en sus entra?as: recibir la vida, acogerla, alimentarla,darla a luz, sostenerla, acompa?arla y a desplegarsu ser de mujer creando espacios habitables decomunicaci?n ?personal y familiar?, de comunidad y decomuni?n. El compromiso de la Iglesia en este ?mbito es?tico y profundamente evang?lico.

d) La familia

261. La familia es el valor m?s querido por nuestrospueblos. Sobre todo de la familia dependen la cultura, lasuperaci?n de la pobreza y la transmisi?n de la fe. ElReino de la vida, el amor y la paz tiene su cuna en elseno de la familia, en la bondad, la fe y la sabidur?a delos padres de familia, en el respeto a la mujer, en la consagraci?nde ambos al bien de todos, y en la solidaridadde la comunicaci?n de bienes materiales y espirituales.Pero tenemos que constatar con dolor la grave crisis enque viven incontables familias en la sociedad. Se requiereuna Pastoral Familiar que apuntale acciones queproclamen el Evangelio de la Familia y promuevan lacultura de la vida contra todo relativismo, confusi?n demodelos, desconciertos e ideolog?as que desconocen lacentralidad de la persona humana y su dignidad, as?como el valor de la familia, basada en el matrimonio paratoda la vida entre un hombre y una mujer.

262. Para ello es urgente fortalecer e impulsar accionesy procesos que fortalezcan a la familia, tales como alentar y orientar, tambi?n por parte de los obispos, los movimientosmatrimoniales y familiares, y las mismas familias.La acci?n pastoral a favor de la familia y la defensade la vida deben ser un objetivo transversal de toda acci?npastoral, m?s a?n en las estructuras de pastoral familiara nivel nacional, diocesano y parroquial. Es precisoacompa?ar e impulsar la investigaci?n sobre la familiay la vida; promover en di?logo con los Gobiernos y laSociedad, pol?ticas y leyes a favor de la vida y del matrimoniocomo fundamento de la familia. Falta impulsar ypromover en la educaci?n integral la dimensi?n del amory la sexualidad; atender la comunidad familiar, ofreciendocuidado a los ni?os, a los discapacitados y al adultomayor. Ya no basta con preparar mediante unas pocascharlas para el matrimonio y la vida de familia. Se harevelado toda la importancia de la preparaci?n remota, adem?s de la pr?xima, con itinerarios pedag?gicos de fe.Es un deber pastoral promover proyectos de familiasevangelizadas y evangelizadoras, y ofrecer una adecuadaatenci?n a familias que viven en situaciones dif?ciles eirregulares.

e) Las personas con capacidades diferentes

263. Cada d?a se toma m?s conciencia en la sociedad dela grave situaci?n en que se encuentran quienes hansido considerados minusv?lidos, ya que no cuentan conespacios para su desarrollo personal, laboral y econ?mico.La comunidad eclesial necesita acompa?ar a estoshermanos nuestros desde una actitud compasiva, solidariay efectiva que los lleve a descubrir en Jes?s la fortalezaen su dolor; fomentar en la sociedad un trato deigualdad para ellos, que defienda su vida contra todaexplotaci?n y abuso; as? como tambi?n entablar un di?logocon el Estado con la finalidad de que se lleguen amodificar aspectos de las leyes de Educaci?n y de Trabajo que favorezcan los espacios de participaci?n, desarrolloy calidad de vida.

f) Los ind?genas y afrodescendientes

264. Es urgente para el proceso de Nueva Evangelizaci?nen nuestros pueblos, como lo se?alan las aportacionesde las Conferencias Episcopales, el imperativo deamar a los pueblos y las culturas ind?genas, y de cultivaruna actitud de respeto a sus identidades culturales, que encierran riquezas que Dios guardaba para nuestrotiempo. Es necesario asimismo favorecer la inculturaci?nde la fe, de modo que el Evangelio de Jesucristo y lasense?anzas de la Iglesia encuentren su expresi?n propiadentro de cada ?mbito cultural; apoyar sus aspiracionesa que sea apreciada la dignidad de cada persona y de lospueblos, como tambi?n respetado el derecho a la tierra,al territorio, al desarrollo econ?mico y al acceso a los serviciossociales de salud y educaci?n que ofrece la sociedad.Quienes promueven, en el contexto de su propiahistoria y su cultura, una reflexi?n teol?gica y lit?rgica,quieren hacer su discernimiento con otros te?logos yantrop?logos de la Iglesia. Asimismo en muchos lugaresesperan una presencia pastoral m?s numerosa y fraternade disc?pulos misioneros que compartan su vida y su fecon las comunidades.

g) Los migrantes

265. Frente a la situaci?n de sufrimiento de hermanosnuestros que dejan su h?bitat huyendo de la violencia ode la extrema pobreza, y emigran por eso a otras regionesde su patria, a otros pa?ses o aun a otros continentes,la Iglesia debe estar presente, acompa?ar con su pastoralespec?fica y concientizar sobre los derechos de laspersonas en movilidad. Asimismo deber? renovar y fortalecer su compromiso teol?gico-pastoral para promovery consolidar una ciudadan?a universal en la que nohaya distinci?n entre personas. Procurar? incrementarel ministerio ?buen samaritano? que garantice un avanceefectivo hacia la realizaci?n de una verdadera relaci?nfraterna en la familia humana.

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S?NTESIS
DE LOS APORTES RECIBIDOS

PARA LA V CONFERENCIA GENERAL
DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO





II
JESUCRISTO,
FUENTE DE VIDA DIGNA Y PLENA


84. Hemos mirado brevemente la realidad de nuestros pueblos y de nuestra Iglesia, sus valores y sus l?mites, sus angustias y sus esperanzas. Mientras sufrimos y nos alegramos, clamamos, luchamos y so?amos, permanecemos en gozosa esperanza. Jes?s se hace presente para instaurar su Reino de verdad y de vida, de justicia y de paz, de amor, gracia y santidad. Por eso, ahora pondremos nuestra mirada en el Evangelio para contemplar a Jesucristo,recordando que la actividad de la Iglesia est? al servicio de su Reino. En la conclusi?n, ofreceremos algunos criterios teol?gicos pastorales que iluminen la tarea misionera.

1. JESUCRISTO, VIDA NUEVA DEL PADRE

85. Por su Hijo Jes?s, el Padre hace presente todo su poder vivificante y liberador, de integraci?n, reconciliaci?n y misericordia, pues por ?l devuelve en plenitud impensable lo que el ser humano hab?a dilapidado con su pecado. Restituye una vida humana capaz de acogerla misma vida de Dios, fuente de nuevas relaciones con los otros en justicia y amor, y con todo lo creado.

86. El criterio de discernimiento y valoraci?n para todo creyente es la persona de Jesucristo, Verbo eterno de Dios, que existe desde el principio y por quien fueron hechas todas las cosas, y Palabra encarnada en el tiempo ,en quien fue recreada la humanidad ca?da, para la cual ?l es ?el Camino, la Verdad, y la Vida? (Jn 14, 6), ya cuya luz resplandece todo ?cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud o valor? (Flp 4, 8). Su persona, sus palabras y sus acciones inauguraron en medio de nosotros el Reino de vida del Padre, que alcanzar? su plenitud all? donde no habr? m?s ?muerte, ni llanto, ni dolor, porque todo lo antiguo ha desaparecido? (Ap 21,1-5).

1.1 La vida es Jes?s
1.1.1 El Dios de la vida se hace presente en Jes?s de Nazaret


87. Llegado el tiempo oportuno, la Palabra del Padre se hizo uno de nosotros (cf. Ga 4, 4). En Galilea comenz? proclamar que est? llegando el Reino de su Padre, por lo que urge creer y convertirse (cf. Mc 1, 14-15).Mientras unos se admiraban y sorprend?an por su ense?anza y sus acciones, otros buscaban la raz?n de su conducta (cf. 3, 21). Su fama crec?a en la multitud que lo buscaba y acompa?aba (cf. 1, 45). Las preguntas acerca del origen de sus palabras y obras no se hac?an esperar:??De d?nde le viene a ?ste todo esto?, ?qui?n le ha dado esa sabidur?a y capacidad de hacer milagros?? (6, 2-3)

.88. Sin embargo, Jes?s revelaba su identidad a quien, con coraz?n limpio, miraba fascinado su obra y escuchabaatento su ense?anza. Surg?a as? otro tipo de preguntas: si expulsa demonios y sana en nombre propio,?puede ser un demonio? (cf. Mc 3, 22-30), ?no ser? el Mes?as que trae el Reino de vida? El mismo Jes?s confirmaba esta fe incipiente: ?Si yo expulso los demonios con el poder de Dios, entonces es que el Reino de Dios ha llegado a ustedes? (Lc 11, 20) y tambi?n: ?Una pruebae vidente de que el Padre me ha enviado es que realizo la obra que ?l me encarg? llevar a t?rmino? (Jn 5, 36; cf.RM 14). Cuando Jes?s se aparta de las r?gidas leyes de purificaci?n, ?no est? revelando que el Dios del Reino es Padre de todos, que perdona a los pecadores, haci?ndolos part?cipes de su santidad? (cf. Lc 15). De nuevo Jes?s confirmaba la incipiente fe de muchos: ?Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores? (Mt 9, 13),abriendo la experiencia humana a la universalidad del amor del Padre que no excluye a nadie y ?hace salir el sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos?(Mt 5, 45).


89. En la vida hist?rica de Jes?s, sus palabras y acciones est?n ?ntimamente entrelazadas, de forma que las palabras explican las acciones y ?stas confirman las palabras. Esta radical coherencia del Hijo del hombre que ?pas? haciendo el bien? (Hch 10, 38), suscitaba la vinculaci?n a ?l como ?Maestro? y ?Mes?as?, y la fe daba paso a progresivas confesiones de su identidad y su misi?n.


1.1.2 Jes?s de Nazaret revela el Reino de su Padre.

La proclamaci?n y la instauraci?n del Reino de Dios son el objeto de la misi?n de Jesucristo (cf. Lc 4,43). Al Reino se accede por el encuentro con aquel que con sus palabras y sus acciones, mostraba que ?el Reino? de Dios inclu?a a sencillos y marginados. Com?a y beb?a con pecadores (Mc 2, 16), sin importarle que lo tildaran de comil?n y borracho (cf. Mt 11, 19); tocaba leprosos (cf. Lc 5, 13) y dejaba que una mujer prostituta le ungiera y besara los pies (cf. 7, 37-38); conversaba, transgrediendo costumbres, con una mujer samaritana(cf. Jn 4) y, de noche, recib?a a Nicodemo, dirigente notable en Israel (cf. Jn 3).

91. A su vez, la cercan?a de Jes?s con los necesitados y el don de la vida nueva, hac?an presente en medio de la gente una imagen original del Reino. ?Jes?s es el Reino de Dios en persona: el hombre en el cual Dios est? en medio de nosotros y a trav?s del cual podemos tocar a Dios, acercarnos a Dios? (Benedicto XVI, Discurso a la Curia Romana, 22 de diciembre de 2006). Esto implica una nueva imagen del ?Dios? de ese Reino. ?l quiere reinar como ?Abb? o ?Padre? que, por el perd?n y el don de su misma vida, busca ser ?nuestro Padre? (Mt 6,9). El Dios que quiere reinar es Padre amoroso y lleno de compasi?n con todos: con los preferidos de Jes?s ?enfermos, pecadores, pobres y sencillos? (cf. Lc 4, 14-21; 10,21) y con hombres ricos como Zaqueo, personajes notables como Nicodemo y poderosos como el centuri?n romano. A todos Jes?s les pide adhesi?n ?ntima a ?l y conversi?n de vida (cf. Mc 1, 14-15). Por la aceptaci?n de Jes?s como Mes?as e Hijo, se hace realidad la soberan?a de Dios en cuanto Padre, poniendo en toda realidad, sea humana o no, un dinamismo divino de transformaci?n que busca su plenitud escatol?gica. Construir el Reino es reconocer y favorecer la soberan?a de Dios Padreen la historia. Por la vinculaci?n del ser humano y de toda realidad con el Resucitado, ?l libera de toda opresi?n y mal. La identificaci?n con Jesucristo, que implica compartir su vida, su estilo, sus motivaciones y tambi?n su destino, es la que hace real la soberan?a de Dios en cuanto Padre, transformando la sociedad.92. El Reino de Dios, la soberan?a del Padre en el mundo, es de inicio oculto, casi invisible. No aparece de forma espectacular, pero ?ya est? entre ustedes? (Lc 17, 21). Es Reino ?de Dios? por lo que, sea que el hombre duerma o vele, el Reino brota y crece. Pero s? necesita de la tierra buena del coraz?n convertido (cf. Mc 4, 20). Es Reino de Dios, el Padre, por lo que tiende a transformarlas relaciones humanas, estableciendo otro modo de comprenderlas y vivirlas: el de la fraternidad y, por lo mismo, del amor solidario, del perd?n y del servicio mutuo.

1.1.3 El misterio pascual, fuente de vida nueva

93. Los disc?pulos han sido testigos de que algunas acciones y palabras de Jes?s han irritado profundamente a los dirigentes religiosos de Israel, pues cuestionan su imagen de Dios y su servicio como gu?as del pueblo. Deciden eliminarlo y as? lo hacen. Jes?s, en cambio, durante su vida y con su muerte en cruz permanece fiel a su Padre y a su voluntad (cf. Lc 22, 42). La primera lectura que hicieron los disc?pulos de Jes?s de los dolorosos acontecimientos del Calvario fue la de una irremediable derrota del que ellos reconoc?an como ?Mes?as? (24, 21).No fueron capaces de comprender que en un hombre como Jes?s, radicalmente coherente (cf. Mc 12, 14), el sentido de su vida sellaba el sentido de su muerte. Mucho menos pod?an comprender que, seg?n el designio del Padre, la muerte del Hijo era fuente de vida fecunda para sus disc?pulos (cf. Jn 12, 23-24), ya que hab?a venido para que tuvi?ramos vida, y ?sta en abundancia (cf.Jn 10, 10).94. Jes?s hizo presente en su vida un acontecimiento original y renovador: la presencia en ?l de la fuerza salvadora de su Padre que hace todo nuevo. Los signos de este acontecimiento son el perd?n de los pecados, la expulsi?n de los demonios, las comidas con impuros y pecadores que no eran considerados dignos, la cercan?a de Jes?s con todos? La vida que Jes?s compart?a y ofrec?a en Palestina dignificaba a las personas y generaba la comuni?n con Dios y con los hermanos.


95. Si ?ste es el sentido de su vida, el misterio pascual de Jes?s es el acto de obediencia y amor al Padre por el cual el Mes?as dona plenamente aquella vida que ofrec?a en caminos y aldeas de Palestina. Mediante su sacrificio voluntario, el Cordero de Dios pone su vida ofrecida en las manos del Padre (cf. Lc 23, 46), quien lo hace salvaci?n ?para nosotros? (1 Co 1, 30). Por el misterio pascual, el Padre sella la nueva alianza y genera un nuevo pueblo que tiene por fundamento su amor gratuito de Padre que salva.

1.2 La vida nueva en el encuentro con el Resucitado

1.2.1 Jesucristo, vida nueva


96. Los disc?pulos, despu?s de Pentecost?s, reconocen el significado pleno de la vida y la muerte de Jes?s, gracias a la inaudita e imponente presencia del Se?or Resucitado, a quien ven con sus ojos, escuchan con sus o?dos y palpan con sus manos, y gracias a la comprensi?n integral y mesi?nica de la Escritura, que reciben del mismo Jes?s (Lc 24, 25-27 y 44-47; Hch 1, 3),superando su particular concepci?n de ?mes?as?. Si han tenido la experiencia de un Jes?s que ofrec?a su vida a todos, entienden que en su muerte y resurrecci?n no s?lo daba algo de s?, sino que se daba todo ?l (cf. Jn 6, 51). Y, ahora resucitado, ofrec?a esa vida a los suyos para siempre. Las apariciones del Resucitado y el don del Esp?ritu los impulsan a confesar la victoria de la Vida sobre el pecado y la muerte. Ante el mundo se hacen testigos de la presencia viva del Se?or, y de que s?lo ?l, es ?el Camino, la Verdad y la Vida? (14, 6), el ?nico que tiene ?palabras que dan vida eterna? (6, 68), el ?nico pan bajado del cielo que da la vida al mundo (cf. Jn 6, 33). Quien cree en ?l no morir? para siempre (cf. Jn 6, 50); quien come su cuerpo y bebe su sangre, tiene vida eterna (Jn 6,40 y 54).

97. El Padre, que ha resucitado a su Hijo, le concede un nombre ?que est? por encima de todo nombre? para que todos reconozcan ?que Jesucristo es Se?or para gloria de Dios Padre? (Flp 2, 9-11). Desde entonces, la existencia del Se?or exaltado junto a su Padre es para siempre ?pro-existencia salv?fica?, es decir, Vida del Resucitado ofrecida como don para el mundo.1.2.2 Disc?pulos por la vida nueva de Jesucristo98. En la convivencia cotidiana con Jes?s y en la confrontaci?n con los disc?pulos de otros maestros, los disc?pulos pronto descubren dos cosas del todo originales en la relaci?n con Jes?s. Por una parte, no fueron ellos los que escogieron a su maestro. Fue Cristo quien los eligi?. De otra parte, ellos no fueron convocados para algo (purificarse, aprender la Ley?), sino para Alguien, elegidos para vincularse ?ntimamente a su Persona (cf. Mc1, 17; 2, 14). Jes?s los eligi? para ?que estuvieran con ?l?(3, 14), para que lo siguieran con la finalidad de ?ser de ?l? y formar parte ?de los suyos?. El disc?pulo experimenta de inmediato que la vinculaci?n ?ntima con Jes?s en el grupo de los suyos es participaci?n de la Vida salida de las entra?as del Padre, es formarse para asumir su mismo estilo de vida y sus mismas motivaciones, correr su misma suerte y hacerse cargo de su misi?n de hacer nuevas todas las cosas.

99. Con la par?bola de la vid y los sarmientos (cf. Jn15, 1-17), Jes?s revela el tipo de vinculaci?n que ?l ofrece y que espera de los suyos. No quiere una vinculaci?n como ?siervos? (8, 33), porque ?el siervo no conoce lo que hace su amo? (15, 15). El siervo no tiene entrada a la casa de su amo, menos a su vida. Jes?s quiere que su disc?pulo se vincule a ?l como ?amigo? y como ?hermano?.El ?amigo? ingresa a su Vida, haci?ndola propia. El amigo escucha a Jes?s, conoce al Padre y hace fluir su Vida (Jesucristo) en la propia existencia (cf. 15,14), marcando la relaci?n con todos (cf. 15, 12). El ?hermano? de Jes?s (20, 17) participa de la vida del Resucitado, Hijo del Padre celestial, por lo que Jes?s y su disc?pulo comparten la misma vida que viene del Padre, aunque Jes?s por naturaleza (cf. 10, 30) y el disc?pulo por participaci?n (cf. 10, 10). La consecuencia inmediata de este tipo de vinculaci?n es la condici?n de hermanos que adquieren los miembros de su comunidad.

100. Vida divina participada y amor de comuni?n, en virtud de la rec?proca vinculaci?n con Jes?s, se transforman en las notas distintivas del disc?pulo ?amigo? y ?hermano?. A ?stos, Jes?s les pide uni?n ?ntima y fiel a ?l, lealtad inquebrantable, obediencia a su Palabra y el fruto en abundancia del amor.101. Este disc?pulo es ?el misionero?, pues Jes?s lo hace part?cipe de su misi?n al mismo tiempo que lo vincula a ?l como amigo y hermano. Por eso, como ?l es testigo del misterio del Padre. Los que se vinculan a ?l son testigos tambi?n de su misterio y de la voluntad del Padre. El disc?pulo se une a Jes?s para promover el Reino de vida, sentido ?ltimo de la misi?n de Jes?s. Participar en ella no es pues una tarea opcional, sino parte integrante de la identidad cristiana, porque es la extensi?n testimonial de la vocaci?n misma.

1.2.3 Diversas presencias de Jesucristo vivo

102. El mismo Jes?s que caminaba por Galilea y que entregaba su vida en la cruz con amor infinito, es el Resucitado que se hace presente en nuestras vidas y en nuestros pueblos. La relaci?n personal con ?l es fuente de vida nueva, ?una alegr?a que nada ni nadie le podr? quitar? (Jn 16, 22). En el trato ?ntimo con Jes?s expresamos nuestras inquietudes m?s profundas y encontramos el verdadero sentido de nuestra existencia. Si crecemos en esa amistad, podemos llegar a decirle agradecidos:?Nos das a beber en el r?o de tus delicias, porque en ti est? la fuente de la vida? (Sal 36, 9-10).103. En el seno de su Iglesia descubrimos diversas presencias del Se?or resucitado. Lo reconocemos en todos los hermanos y hermanas que nos apoyan y nos exhortan en el camino, sobre todo cuando se re?nen en su nombre. Est? en su Palabra que nos ilumina y nos orienta en nuestro caminar. Est? en la fe de nuestros pueblos, con sus variadas expresiones religiosas. Est? presente en los sacramentos, donde recibimos la fuerza de su Esp?ritu de vida. Se hace presente en el perd?n de los pecados mediante el sacramento de la Reconciliaci?n, que reintegra a la alianza a los ca?dos. Y est? cuando lo celebramos juntos en la Eucarist?a, donde reconocemos su presencia m?s plena y vivificante: ?El que me coma vivir? por m? (Jn 6, 57). Por eso la participaci?n en la Misa dominical es un distintivo caracter?stico del cristiano y una exigencia para alimentar la propia fe y para dar fuerza al testimonio cristiano. Sin la Misa del domingo y de los dem?s d?as festivos, faltar?a el coraz?n mismo de la vida cristiana. La participaci?n en la Misa dominical es siempre fundamental para vivir la existencia cristiana, y eso vale de modo especial ante los grandes desaf?os de hoy (PCAL, enero 2005).

104. Tambi?n lo encontramos de un modo especial en los pobres y afligidos (cf. Mt 25, 37-40), que reclaman nuestro compromiso y nos dan testimonio de fe, paciencia en el sufrimiento y constante lucha por seguir viviendo.?Cu?ntas veces los pobres y los que sufren realmente nos evangelizan! En el reconocimiento de esta presencia y cercan?a, y en la defensa de los derechos de los excluidos se juega la fidelidad de la Iglesia a Jesucristo (cf. NMI49). Porque de la contemplaci?n de su rostro sufriente en los pobres (cf. NMI 25) y del encuentro con ?l en los afligidos y marginados, cuya inmensa dignidad ?l mismo nos revela, surgen nuestras opciones por ellos. La misma adhesi?n a Jesucristo es la que nos hace amigos de los pobres y solidarios con su destino.

105. Jes?s es el Se?or de la historia. Se hace presente en ella y nos interpela a trav?s de la cultura, el arte y las variadas manifestaciones del genio humano cuando son huellas del bien, la verdad y la belleza, y abren el esp?ritu a la trascendencia, a Aquel que es la Verdad, la Vida y el Bien. ?l est? en todos los acontecimientos de la vida de nuestros pueblos, donde nos invita a buscar un mundo m?s justo y m?s fraterno. Est? en toda realidad humana, cuyos l?mites a veces nos duelen y nos agobian.106. Su presencia m?s tangible a la vez que frecuente est?, por su gracia, en el disc?pulo que procura hacer suya la existencia de Jes?s (cf. Mc 8, 34). Vida escondida en la suya (cf. Col 3, 3), que experimenta la fuerza de su resurrecci?n (cf. Flp 3, 10) hasta identificarse profundamente con ?l: ?Y ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en m? (Ga 2, 20). Cristo est? en la comuni?n de los m?rtires y de los santos.


107. Si ?l est?, entonces no habr? en nuestras vidas un momento abandonado o sin sentido. ?l mismo lo prometi? para que no dud?ramos: ?Yo estoy con ustedes, todos los d?as, hasta el final de los tiempos? (Mt 28, 20).Cada d?a Jes?s abre sus brazos para aliviarnos en nuestras angustias y cansancios (cf. Mt 11, 28) y nos ofrece el Esp?ritu, agua de vida para los sedientos (cf. Jn 7, 37). Es la vida nueva que queremos comunicar en nuestro empe?o misionero, poniendo en sus manos los l?mites de nuestra propia fragilidad. Pero la oferta de Jes?s apela siempre a la respuesta de nuestra libertad, que con frecuencia lo olvida y a veces lo rechaza (cf. Jn 5, 40) o no persevera en el camino (cf. Hb 3, 12-14).

2. JESUCRISTO INVITA A UNA VIDA DIGNA Y FELIZ

2.1 En la relaci?n con Dios


108. Jesucristo es Camino, Verdad y Vida: Plenitud de vida que diviniza y humaniza: ?Yo he venido paradar les vida, y para que la tengan en plenitud? (Jn 10,10); Camino que conduce a la aceptaci?n de la cruz y ala resurrecci?n; Verdad sobre Dios como tambi?n sobre el hombre y la sociedad, que nos ense?a a vivir con desprendimiento de nuestras propias ambiciones, contemplando a Dios y abrazando su plan de amor, entregando as? nuestra vida para que otros vivan en ?l.

109. ?l sana y perfecciona nuestros deseos de vivir mejor. Su amistad no nos exige que renunciemos a los anhelos de gozo y de intensidad vital, pero s? que estemos dispuestos a su purificaci?n y elevaci?n. Porque Dios, Padre realmente bueno, ama nuestra verdadera felicidad tambi?n en esta tierra. Dice la Biblia que ?l cre? todo ?para que lo disfrutemos? (1 Tm 6, 17). Esta convicci?n ilumina nuestra comprensi?n de la existencia cristiana. Muestra que la vida en Cristo incluye la alegr?a de ser amados por Dios y por sus hijos, la satisfacci?n de servir y de dar a quien nos necesita, como tambi?n el agrado de compartir, el contento de trabajar, recrearnos y aprender, el entusiasmo por progresar y por abordar con otras personas proyectos comunitarios, el gozo de una sexualidad que es donaci?n de verdadero amor, el contacto con la naturaleza y con todas las cosas que ?l mismo nos regala como signos de su sincero amor.

110. La fe nos permite reconocer esa mirada de amorque no mutila nuestra existencia, sino que le da un cauce, un sentido y un camino hacia la plenitud de lo que es humano. Por eso tambi?n podemos encontrar a Jes?s en medio de las alegr?as de nuestra limitada existencia. As? lo experimentan muchos hermanos pobres y sufrientes de nuestros pueblos que conocen la alegr?a y la fiesta compartida, porque creen en la vida que se ofrece siempre nueva.

111. Esta vida digna y feliz, para que responda verdaderamente al Evangelio y a las reales necesidades de nuestros pueblos, y recoger las propuestas y ense?anzas que Jesucristo nos hace; entre otras, la de abrazar la cruz con amor al Padre y a los hombres, para ir a la resurrecci?n. Porque, revel?ndonos al Padre, ?l nos muestra qu? somos nosotros mismos, c?mo es una aut?ntica vidahumana, y cu?l es su proyecto para nuestras vidas (cf.GS 22).Veamos entonces cu?les son esos aspectos de la vida digna que Jes?s nos propone, ante las grandes tendencias que encontramos en este momento hist?rico de nuestros pueblos.

2.1.1 Ante una vida sin sentido, Jes?s nos abre a la Vida de la Trinidad

112. Si queremos llegar hasta el fondo de lo que Jesucristo vivo significa para nosotros, tenemos que reconocer que ?l nos revela la vida ?ntima de Dios, el misterio m?s profundo de nuestra fe: que Dios es Padre, Hijo y Esp?ritu Santo. Jes?s nos invita permanentemente a entraren esa comuni?n de amor desbordante para participar de la vida trinitaria.

113. El coraz?n inquieto de cada ser humano busca el rostro de Dios (cf. Sal 27, 8; 42, 3). Pero en este mundo nadie lo ha visto. S?lo Jes?s ve al Padre y manifiesta plenamente su rostro (cf. Jn 1, 18). Adem?s, su coraz?n abierto y resucitado es para nosotros la fuente del Esp?ritu Santo (cf. Jn 7, 37-39; 16, 14). Por la acci?n del Esp?ritu somos renovados a imagen de Jes?s e incorporados ala vida ?ntima de la Trinidad. Creemos en la Trinidad tal como Jes?s la ha revelado. Esta fe que confesamos en el Credo es la fe de nuestro pueblo, que comienza tantas actividades con la se?al de la cruz; la misma que los padres hacen en la frente de sus hijos en el nombre del Padre, del Hijo y del Esp?ritu Santo.

114. Si Dios es este misterio de comuni?n de Personas, y nosotros hemos sido creados a su imagen, entonces nuestra participaci?n en la vida de la Trinidad nos personaliza y nos dignifica. Al mismo tiempo, este misterio de tres Personas en perfecta comuni?n es el fundamento m?s s?lido de las relaciones entre nosotros, que no admiten exclusiones ni marginaciones. El amor que el Esp?ritu Santo infunde en nuestros corazones, es lo que nos permite entrar en esta comuni?n trinitaria. Ese amor es, en el fondo,?la ?nica luz que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar? (DCE 39).

2.1.2 Ante la idolatr?a de los bienes terrenales, Jes?s presenta la vida en Dios como valor supremo

115. Para encontrar la verdadera fuente de la vida y de la identidad personal tenemos que darle a Dios el puesto que s?lo a ?l corresponde, y no colocar ninguna cosa de este mundo en su lugar. La Palabra de Dios condena permanentemente la idolatr?a. Es posible que hoy pocos adoren im?genes de dioses paganos, si bien esa tendencia est? creciendo, pero muchas veces vivimos de tal manera que los bienes, el sexo y el poder se convierten en realidades absolutas, indispensables, donde ponemos nuestras esperanzas de vida y de felicidad. Muchos ya no tienen en el Se?or la fuente de su alegr?a. Por eso viven insatisfechos y obsesionados frente a las novedades que ofrece el mercado o frente a ideolog?as caducas y a veces realmente criminales.

116. El Se?or nos invita a valorar las cosas, y tambi?n nos previene sobre la obsesi?n por acumular, que termina provocando injusticia: ?No amontonen tesoros en la tierra? (Mt 6, 19). El sano y leg?timo deseo de progresar y de tener los bienes necesarios para vivir dignamente, debe estar acompa?ado por un sincero discernimiento, para no desvirtuar el sentido de nuestra existencia: ??De qu? le sirve a uno ganar el mundo, si pierde su vida??(Mt 16, 26). Queremos recordar que hay un ?nico Dios, que trasciende todas las cosas de este mundo, y que nuestra vida tiene un ?nico Se?or: Jesucristo. Si reina ?l como Se?or, entonces hay vida y esperanza, pero si adoramos otros dioses, construimos nuestra existencia sobre arena y preparamos desgracias y muertes.

2.2 En la relaci?n con los dem?s2.2.1 Ante el individualismo, Jes?s convoca a vivir y caminar juntos

117. La vida plena que Jesucristo ofrece tiene una imprescindible dimensi?n de comuni?n. El individualismo y el aislamiento no son parte de una aut?ntica experiencia espiritual. En este sentido la Palabra de Dios es contundente: ?Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte? (1 Jn 3,14). Descubrimos as? una ley inserta en la realidad: la vida s?lo se profundiza y se desarrolla en la comuni?n fraterna, y todas las formas de exclusi?n y marginaci?n son un pecado social que rompe la comuni?n, porque? Dios en Cristo no redime solamente la persona individual, sino tambi?n las relaciones sociales entre los seres humanos? (CDSI 52).

118. Las dificultades de este momento hist?rico superan completamente a sujetos aislados. Esto nos exige reconocerlas crisis existentes en los v?nculos eclesiales, sociales y familiares, para procurar sanarlos y fortalecerlos a partir de la vida familiar, cuna de todo v?nculo de amor y fidelidad, y en ?ltimo t?rmino, del amor de Cristo y de la vida de la Trinidad, fuente de toda relaci?n personal. Por ello los disc?pulos no s?lo buscamos acrecentar la comuni?n entre nosotros, sino en toda la sociedad y con todos. Como instrumentos de Cristo, nos sentimos llamados a impregnar los ambientes con actitudes de di?logo cordial, vida compartida y amistad social. Lo necesitan nuestros pueblos para no caer en nuevas laceraciones fratricidas, y encontrar convergencias que nos permitan emprender juntos caminos de progreso y esperanza.

2.2.2 Ante la exclusi?n, Jes?s defiende los derechos de los d?biles y la vida digna de todo ser humano

119. Los que recibimos del Se?or la vida, estamos llamados a defenderla de un modo prof?tico y constante. Disc?pulos del que fue pobre entre los pobres y fr?gil como muchos en su pueblo oprimido, no podemos dejar de ser, en medio del mundo de los fuertes, defensores de la vida en riesgo y art?fices de una cultura de la vida. Contemplar al que traspasaron nos llevar? a abrir el coraz?n, reconociendo las heridas infligidas ala dignidad del ser humano; nos llevar?, particularmente ,a luchar contra toda forma de desprecio de la vida y de explotaci?n de la persona, y a aliviar los dramas de la soledad y del abandono(Benedicto XVI, Mensaje de Cuaresma 2007).Hemos visto que la vida humana est? amenazada de diversas maneras, particularmente la vida de los m?s d?biles. La sociedad los aparta y los excluye, provocando diversas formas de despersonalizaci?n. Jes?s se identific? particularmente con los m?s peque?os y afligidos: con los hambrientos, los sedientos, los migrantes, los desnudos, enfermos y encarcelados (cf. Mt 25, 35s). Podemos agregar a esa a los discapacitados, los ancianos, las mujeres que viven en situaci?n de desamparo, los ind?genas y los afrodescendientes. Cuanto hagamos por uno de estos hermanos, tantas veces ignorados y olvidados, lo habremos hecho por el Se?or. Por eso, desde el encuentro personal con ?l, sus disc?pulos defendemos ya compa?amos la vida fr?gil y abandonada.120. Hoy nos apremia que la fe cat?lica de nuestros pueblos latinoamericanos se manifieste en una vida m?s digna para todos. Mirando la multitud de pobres y desempleados, que est?n excluidos de tantos beneficios sociales, no podemos concebir una oferta de vida en Cristo sin un dinamismo de liberaci?n integral, de humanizaci?n y de inserci?n social, en el que los pobres sean reconocidos como sujetos de su propio destino. Para los cristianos de Am?rica Latina los derechos humanos son los derechos de todas las personas, sin excepci?n, pero especialmente los derechos de los m?s indefensos, que est?n privados de su ejercicio. Si todos fu?ramos responsables de nuestros deberes, esos derechos estar?an garantizados. El desaf?o es lograr que nuestros hermanos crucificados puedan dar testimonio de que Cristo los ha promovido integralmente. Para ellos, nosotros somos una mediaci?n de la cual ?l mismo ha querido depender. Por eso nos repite constantemente: ?Denles ustedes mismos de comer? (Mt 14, 16).

121. S?lo el Se?or es el autor y el due?o de la vida, y el ser humano, su imagen viviente, es siempre sagrado, desde su concepci?n hasta su muerte natural. Asistimoshoy a retos nuevos en el campo de la bio?tica que nos piden ser voz de los que no tienen voz, donde no podemo sexcluir a los ni?os por nacer y ni a nuestros ancianos al final de sus d?as. La vida que est? creciendo en el seno materno y la que se encuentra en el ocaso, es un reclamo de vida digna que grita al cielo y que no puede dejar de estremecernos. No hay vida humana tan indefensa como la del ni?o por nacer. La liberalizaci?n y canalizaci?n de las pr?cticas abortivas son cr?menes abominables.

2.3 En la relaci?n con el mundo2.3.1 Ante las estructuras de muerte, Jes?s hace presente su Reino de vida

122. Para defender la vida es necesario, pero no suficiente, atender a las situaciones particulares e inmediatas de algunas personas necesitadas. Se ha hecho del todo imprescindible cooperar de diversas maneras para erradicar las causas estructurales de los males que aquejan a nuestros pueblos. Porque en el seno del mundo han crecido y se desarrollan verdaderas estructuras de pecado que da?an el tejido social, impiden el desarrollo y enferman la vida y la convivencia humana.

123. As? como nos apremia el amor de Jesucristo, tambi?n nos apremia el proyecto de su Padre, que es el Reino. Ese Reino ya est? plenamente realizado en Jes?s resucitado, donde habita toda justicia, que busca penetrarlo todo, perfeccionando las relaciones entre los seres humanos y entre los pueblos, y liberando de las huellasdel ego?smo, la indiferencia y la prepotencia todas las estructuras sociales. Ese Reino s?lo ser? perfecto al final de los tiempos, en el mundo nuevo, que reflejar? l?mpidamente el amor y la gloria de la Trinidad. Pero est? brotando y creciendo cada d?a en medio de los l?mites de este mundo. La potencia del Reino genera la vida que puede ir destruyendo esas estructuras de muerte que debilitan a nuestros pueblos. S?lo as? podr? manifestarse con claridad que quienes participan de la vidadivina, promueven y afianzan la dignidad humana y las relaciones sociales.

124. Por eso, quien quiera favorecer en todos una vida digna, debe estar integrado a redes sociales que impidan el desarrollo de las estructuras de pecado y de muerte, de manera que la persona humana tenga prioridad por sobre la realizaci?n de las posibilidades que ofrecen la ciencia, la t?cnica y la econom?a. Las diversas formas de participaci?n libre, organizada y p?blica ?que no es necesariamente estatal? necesitan del compromiso y el protagonismo de los cristianos. Siempre son realidades provisorias, pero el crecimiento del Reino requiere tambi?n de esas mediaciones que hacen posible el desarrollo integral de nuestros pueblos.

2.3.2 Ante la naturaleza amenazada, Jes?s convoca a cuidar la tierra125. El Dios de la vida encomend? al ser humano su obra creadora para que ?la cultivara y la guardara? (Gn 2, 15). Jes?s conoc?a bien la preocupaci?n del Padre por las criaturas que ?l alimenta (cf. Lc 12, 24) y embellece (cf. 12, 28). Y mientras andaba por los caminos de su tierra no s?lo se deten?a a contemplar la hermosura de la naturaleza, sino que invitaba a sus disc?pulos a reconocer el mensaje escondido en las cosas (cf. Lc 12, 24-27; Jn4, 35). Las criaturas del Padre le dan gloria ?con su sola existencia? (CCE 2416), y por eso el ser humano debe hacer uso de ellas con cuidado y delicadeza (cf.CCE 2418).126. En Am?rica Latina se est? tomando conciencia dela naturaleza como una herencia gratuita que recibimos para proteger, y como espacio precioso de la convivencia humana. Esta herencia muchas veces se manifiesta fr?gil e indefensa ante los poderes econ?micos y tecnol?gicos. Por eso, como profetas de vida, queremos insistir que en las intervenciones humanas en los recursos naturales no predominen los intereses de grupos econ?micos que arrasan irracionalmente las fuentes de vida,en perjuicio de naciones enteras y de la misma humanidad.Las generaciones que nos sucedan tienen derecho a recibir un mundo habitable, y no un planeta con airecontaminado, con aguas envenenadas y con recursos naturales agotados.

2.4 En la relaci?n consigo mismo

2.4.1 Ante la despersonalizaci?n, Jes?s ayuda a construir identidades integradas

127. Cuando vemos muchas vidas desorientadas, valoramos nuestra relaci?n con Jesucristo, que nos ayuda a reconocer qui?nes somos y para qu? estamos. Tener una identidad integrada implica percibir la propia vocaci?n, la propia libertad y la propia originalidad. Sobretodo, requiere experimentar una estabilidad personal en medio de los cambios del mundo y sentir que la propia vida es algo positivo y valioso, aun con los l?mites de la propia historia. Pero frecuentemente las personas procuran construir una identidad con elementos superficiales que no llegan a su realidad profunda y a su fundamento ?ltimo.

128. Una identidad clara s?lo se alcanza cuando nos entendemos a nosotros mismos desde Dios. El llamadodel Padre a la existencia, el proyecto que ?l tiene para nuestra vida, y el misterio del Hijo de Dios hecho hombre, otorgan a cada ser humano una ?dignidad infinita?(Juan Pablo II, 16-11-1980). Cada uno es objeto del amoreterno del Padre (cf. Jr 31, 3), amor incondicional dirigidoa todos de un modo directo y personal?simo. Por eso, el trato sincero y frecuente con el Se?or permite a losdisc?pulos configurar su verdadera identidad personal.Sin su luz y su gracia, nos convertimos en un oscuroenigma para nosotros mismos.

129. Esta identidad incluye una serie de convicciones yde opciones que tomamos libremente a la luz del Evangelioy mantenemos a lo largo de la vida, aunque muchoslas rechacen y las desprecien. Pero, en definitiva, seconfigura como una misi?n peculiar en esta tierra al serviciode los dem?s. En un mismo llamado, el Se?or nosda una identidad y una misi?n. Por eso, mientras mejornos identifiquemos con esa misi?n personal, m?s firme, clara y feliz ser? nuestra identidad.

2.4.2 Ante el subjetivismo hedonista, Jes?s proponeentregar la vida para ganarla

130. El Se?or que nos ofrece plenitud nos invita tambi?na entregar la vida. Hoy los mecanismos de la sociedadde consumo tienden a convertirnos en seres preocupados s?lo de las propias necesidades y deseos. En estedinamismo hedonista, los mismos cristianos corremos elriesgo de cuidar obsesivamente espacios de privacidad yde placer, y de rechazar toda orientaci?n ?tica. El Evangelionos ayuda a descubrir que ese cuidado enfermizo yalienante de la propia vida atenta contra la calidad humanay cristiana de esa misma vida, y que se vive muchomejor cuando tenemos libertad interior y una disponibilidada darlo todo: ?Quien aprecia su vida terrena, laperder? (Jn 12, 25). Aqu? descubrimos otra ley profundade la realidad: que la vida se alcanza y madura amedida que se la entrega para dar vida a otros.

131. Al mismo tiempo, el subjetivismo actual hace quecada individuo pretenda ser el centro y el criterio ?ltimode todo, con lo cual pierde el realismo y las perspectivas.Jesucristo es la Verdad que nos hace libres. ?l no proponeuna vida a oscuras, sino con un sentido y una orientaci?n (cf. Jn 18, 37) que nos abre al di?logo con todospara ser servidores de esa Verdad en nuestra realidadlatinoamericana. Pero para acoger esa vida verdaderahay que entregarse como ofrenda a Dios, dispuestos a?transformar y renovar la mentalidad? (Rm 12, 1-2), tambi?nremando a contracorriente. As? podremos alcanzarlo que realmente estamos llamados a ser: sal de la tierray luz del mundo (cf. Mt 15, 13s).

132. Por otra parte, agradeciendo el don de la vida, nodepositamos nuestra esperanza s?lo en esta existencialimitada. Mientras otros pretenden encerrar su miradaen la corta perspectiva de esta vida terrena, nosotros creemosen una vida que nunca acaba y que se hace plenas?lo despu?s de la muerte. Muriendo, resucitamos a unavida sin confines. Esto implica que al final, como todoslos d?as, tendremos que entregarlo todo. As? seremos colmadoscon la plenitud de Dios en el banquete del Reino72S?NTESIS de los aportes recibidos para la V Conferencia Generaldefinitivo: ?Si nuestra esperanza en Cristo no va m?sall? de esta vida, somos los m?s miserables de todos loshombres? (1 Co 15, 19).3.

LA IGLESIA, SACRAMENTO DEL REINO DE VIDA, EN CONSTANTE RENOVACI?N

133. Jesucristo ha querido llegar a nosotros a trav?s dela Iglesia, misterio de la uni?n del hombre con Dios, decomuni?n misionera y sacramento de su presencia vivificadora.Es su Esposa santa por el amor y la gracia deDios que la vivifica, y necesitada de redenci?n, comotoda realidad humana que peregrina hacia la patria.Con Cristo los cristianos la amamos como madre y comohogar donde se recibe y crece la vida. En la leg?tima pluralidadde vocaciones, carismas, ministerios, perspectivasy opciones que hay en su interior, se realiza un constantedinamismo de dar y de recibir, que nos enriquece atodos. La Iglesia no agota el Reino de Dios, que se manifiestay act?a m?s all? de los l?mites visibles de la instituci?neclesial, pero constituye en la tierra el germen y elprincipio de ese Reino (cf. LG 5b), a cuyo servicio est?.Desde el proyecto del Reino ella puede denunciar los signosde muerte presentes en el mundo y alentar los brotesde vida que el Esp?ritu suscita por todas partes.

3.1 La Iglesia a la escucha de la Palabra

3.1.1 Jesucristo, Palabra viva de Dios


134. Dios, que es amor y vida, sale al encuentro de sushijos ?para conversar con ellos?, revelarles su misterioe invitarles a vivir en comuni?n con ?l (DV 21). Yahab?a hablado a Israel ?por medio de los profetas? y ahoranos habla, en la nueva alianza, por su Hijo primog?nitoa quien constituy? heredero de todas las cosas (cf.Hb 1, 1). La originalidad del Nuevo Testamento no consiste tanto en nuevas ideas, sino en el acontecimiento deredenci?n: en la encarnaci?n del Verbo de Dios, depositariode todas las palabras que le encomend? su Padrepara que nos las transmitiera (DCE 12), y en su Pascua.

135. Siguiendo a Jesucristo, que nos anunci? que es precisopermanecer en su Palabra para permanecer en suamor (cf. Jn 15, 7-10), hoy son muchos los disc?pulos ylas disc?pulas del Se?or que se acercan a la Sagrada Escritura para saciar su sed ?del Dios vivo? (Sal 42, 3).Ellos saben que en un mundo de tantas palabras, la Palabra revelada que las Sagradas Escrituras consignan, espropuesta divina para el hoy que re-orienta la vida y lare-significa en perspectiva de vida eterna.

136. La Palabra de vida del Padre es su Hijo Jesucristo, revelaci?n plena del misterio de Dios y acontecimientoefectivo de su proyecto salv?fico. Todo aquel que por lafe y con su vida se abre a Jesucristo, Palabra de Dios, ve y conoce a su Padre y participa de su Reino. La Palabra del Padre renueva la naturaleza humana da?aday es Palabra efectiva que hace presente la vida de Diosen los suyos. Esta Palabra, antes como ahora, unos laaceptan y dan frutos, y otros la rechazan.

3.1.2 La Iglesia, disc?pula y mensajera de la Palabra

137. La comunidad de los disc?pulos recibe el encargode proclamar la Palabra del Padre. Ellos anuncianlo que esta Palabra ?hizo y ense?? (Hch 1, 1) mientras?estuvo con nosotros? (1, 21). Su Persona y su obra sonla Buena Noticia de salvaci?n anunciada por los ministrosy testigos de la Palabra que el Esp?ritu suscita e inspira.La Palabra acogida, fecunda por el Esp?ritu, ya queparticipa de las mismas prerrogativas de las palabras yacciones de Jes?s de Nazaret: es salv?fica, viva y eficaz, reveladora del misterio de Dios y de su voluntad, y sobretodo en los sacramentos realiza lo que significa. Por esto, la escucha de la Palabra es fuente del discipulado y delardor misionero. Por el contrario, ?desconocer las Escriturases desconocer a Cristo? (san Jer?nimo).

138. Pero, ?qu? verdad podr?a anunciar la Iglesia y c?mopodr?a hacer de la Palabra un acontecimiento de salvaci?n,si ella misma no la escuchara? Si ella quiere prestarel servicio de ser maestra autorizada que interpreta ycustodia con fidelidad el dep?sito de la verdad salv?fica (cf. DV 10), ?puede abandonar la escucha atenta de suSe?or? Jes?s maestro invita a la Iglesia ?a sentarse asus pies?, para escucharlo y hacer propio, en cada coyunturade la historia, el proyecto de vida del Padre.

139. Si la Iglesia quiere hacer disc?pulos por la proclamaci?nde la Palabra (cf. Hch 6, 7; 12, 24), debe primero ella hacerse disc?pula de la Palabra, dej?ndose interpelary evangelizar. As?, escuchando a su Se?or, se har?servidora de sus palabras y acciones en el compromisode evangelizar a nuestros pueblos. El cumplimiento dela misi?n depende de la capacidad de todos los miembrosde la Iglesia de leer, meditar y celebrar la Palabra,haciendo de ella un acontecimiento gozoso de vida y liberaci?n.La misi?n, la santidad y la oraci?n de la Iglesias?lo se pueden concebir ?a partir de una renovada escuchade la Palabra de Dios? (NMI 39).

140. Porque la Iglesia vive su vocaci?n de cara al Verbo,debe escuchar a su Se?or para ser ?en el hoy de lahistoria? comunidad de disc?pulos, transformada porla fuerza de la Palabra, y porque vive su misi?n de caraal mundo, debe proclamarla siempre y en todos los ambientes.De este modo, la Sagrada Escritura ser? el almade la evangelizaci?n. La Iglesia, como la Madre de Jes?s, est? llamada a hacer de la Palabra escrita por ?inspiraci?ndel Esp?ritu Santo? (DV 11) su ?propia casa?, de laque sale y entra con naturalidad (DCE 41), nutriendo as?su identidad, comuni?n y servicio.

3.2 La Iglesia al servicio del Reino

3.2.1 La Iglesia, Pueblo de Dios, actualiza la misi?nde Jesucristo


141. Jesucristo, a trav?s de su vida, muerte y resurrecci?n, nos manifest? a Dios como un Padre que quiere lavida de sus hijos. Su obediencia perfecta al Padre serealiz? en una existencia al servicio de los seres humanos (cf. Mc 10, 45), d?ndoles vida a trav?s de sus palabrasy acciones. Los que contemplan y contin?an esaexistencia de Jes?s forman la comunidad de los disc?pulos, la Iglesia. Esta comunidad prolonga en la historiala misi?n de Jesucristo de hacer presente el Reino deDios en la humanidad. Aqu? est? el sentido y la finalidad?ltima de la Iglesia. Por eso es tan importante queella deje transparentar en la vida de sus miembros el amordel Padre, la salvaci?n de Jesucristo y la realidad de unpueblo fraterno, centrado en el mandamiento del amora Dios y al pr?jimo. S?lo el amor que proviene del Esp?rituSanto (cf. Rm 5, 5) promueve la vida en la sociedad.En este sentido sostenemos que la Iglesia es signo y primiciadel Reino de la vida y la misericordia.

142. As?, la comunidad de los disc?pulos contin?a lamisi?n de Jesucristo a lo largo de la historia, llevandovida en plenitud a las sucesivas generaciones, en susnuevas situaciones, siempre cambiantes. Ella proclamaque la sociedad anhelada por todos, fundada en lapaz y en la justicia, s?lo ser? una realidad en la medidaen que los hombres y las mujeres, como hijos en obedienciaal Padre y hermanos entre s?, hagan de sus vidas un aut?ntico don a los dem?s. Cristo, nuestro Camino, muestrac?mo dar vida a los otros implica necesariamenteentregar la propia. ?l ense?? con su propia entrega que?nadie tiene m?s grande amor que quien da la vida porlos amigos? (Jn 15, 13). Los males que afligen actualmentea nuestra sociedad provienen de menospreciar la entregade s? como expresi?n del amor, porque el ego?smo y elpecado no engendran vida, sino infelicidad. As? descubrimosla trascendencia de la responsabilidad de la Iglesiapor el mundo.

3.2.2 La Iglesia se renueva constantementeen di?logo con el mundo

143. La Iglesia, comunidad de disc?pulos, presenta a untiempo un aspecto espiritual y uno visible (cf. LG 8), comola persona misma de Jes?s. Partiendo de la iniciativa gratuitay amorosa de Dios en Jesucristo, ella es el Pueblo deDios, comunidad humana, que acoge su iniciativa en lafe. Ella no puede prescindir del contexto hist?rico dondeviven sus miembros. La vida de la Iglesia aconteceen contextos socioculturales bien concretos. Esto se aplicaa la acogida de la Palabra en la fe, a las mociones del Esp?ritu, al seguimiento de Jes?s, a la formaci?n de la comunidad,al ministerio ordenado y a los dem?s ministerios.

144. La historia nos ense?a que la sociedad humanaestuvo siempre sujeta a sucesivos cambios. Estas transformacionessociales y culturales representan naturalmentenuevos desaf?os para la Iglesia en su misi?n deconstruir el Reino. De all? nace la necesidad de unacontinua renovaci?n en la propia Iglesia, que implica reformas espirituales, pastorales y tambi?n institucionales.Tales renovaciones ocurren para que ella salvaguardesu misi?n de dejar transparentar en ella misma yen la sociedad la vida del Reino querido por Dios. Las nuevas espiritualidades, formas de acci?n pastoral y expresiones institucionales surgidas a lo largo de los siglos, demuestran que la Iglesia siempre estuvo atenta a loscambios que surg?an en la sociedad, buscando respuestas nuevas con fidelidad al Se?or de la historia.

145. Reconociendo sus propios l?mites, la Iglesia puedeescuchar los reclamos del mundo donde ella est? inserta, para ser un signo m?s elocuente del Reino de vida plenaque la interpela y la trasciende. Por eso, as? como la vidaes dinamismo, cambio y crecimiento, la Iglesia est? tambi?n llamada a una constante renovaci?n, sobre todoen este cambio de ?poca. Reconociendo que ella es presenciaeficaz del Reino, aunque no lo agota, y aceptandoesta necesidad de una constante reforma, ella est? llamada a ser tambi?n hoy un elocuente signo de vida y santidad para nuestros pueblos. Su di?logo constantecon la sociedad no excluye, como lo muestra la historia, una posici?n cr?tica frente a la realidad cultural, social ypol?tica de la sociedad.

3.3 La Iglesia, pueblo de Dios en comuni?ny participaci?n

3.3.1 Comuni?n de disc?pulos y disc?pulas


146. La comuni?n entre todos los miembros de la Iglesia tiene su ra?z en la comuni?n de cada uno con la Sant?simaTrinidad. De hecho, al recibir en la fe al Enviadodel Padre, el cristiano acoge la acci?n del Esp?ritu Santoque lo lleva a confesar a Jes?s como Hijo de Dios. Lacomuni?n de todos los bautizados con la Trinidad, quehabita en el coraz?n de los fieles, nos hace a todos hijosdel mismo Padre y hermanos de Jesucristo. As? estamosen comuni?n unos con otros, ya que nos orienta la mismafe, nos anima la misma esperanza y nos impulsa lamisma caridad (cf. Ef 4, 1-6). Tenemos ?unos mismos sentimientos, compartimos un mismo amor, viviendo enarmon?a y sintiendo lo mismo? (Flp 2, 2), y participamosde la misma vida divina. La Eucarist?a, como participaci?nde todos en el mismo pan de vida y en el mismoc?liz de salvaci?n es la expresi?n m?s perfecta de estacomuni?n (cf. 1 Co 10, 17).

147. La comuni?n se realiza constantemente de modos diversos. Se vive en los peque?os grupos reunidosen torno a la persona de Jesucristo (cf. Mt 18, 20), peque?ascomunidades donde se celebra la fe y se comparte lavida y el encargo de evangelizar. Se realiza en la comunidadparroquial como comunidad de comunidades y movimientos, como asimismo en las Iglesias particulares,y entre todas ellas en la Iglesia universal. La comuni?nde todas las Iglesias se sustenta en la misma y fundamentalcomuni?n con la Trinidad. De este modo, cadamiembro de la Iglesia, independientemente de pa?ses, culturas, etnias, o lenguas, est? ?ntimamente vinculadocon los dem?s. De all? procede entre los cristianos unainaudita unidad, un dinamismo de reconciliaci?n y laresponsabilidad de ayudarse unos a otros, dando aunde la propia pobreza, compartiendo alegr?as y sufrimientos,bienes materiales y espirituales, como sucedi? en laIglesia primitiva. De all? tambi?n procede la uni?nafectiva y efectiva que debe darse entre las Iglesias particulares, colaborando unas con otras en el anuncio delReino de vida, y solidarizando entre ellas para realizarla misi?n hasta los confines del mundo.

3.3.2 Participaci?n en una comunidad org?nica

148. En su vida terrena el Hijo de Dios eligi? a doce ap?stolespara que estuvieran con ?l y anunciaran la venidadel Reino (cf. Mc 3, 13-19; Mt 10, 1-42). Constituy? as? elcolegio de los ap?stoles, con Pedro a la cabeza (cf. Mt 16,18), y los envi? a todos los pueblos para proclamar elEvangelio. La participaci?n en el ?nico Bautismo otorgaa todos los miembros de la Iglesia la misma dignidad cristiana, expresada en el sacerdocio com?n de los fieles. Perosabemos que los ap?stoles llamaron colaboradores paraque consolidaran la obra comenzada por ellos. Ellos sonlos sucesores de los ap?stoles que constituyen el Colegioepiscopal en uni?n con el sucesor de Pedro (cf. LG 20), teniendo a los presb?teros y a los di?conos como sus cooperadores inmediatos (cf. LG 28s).

149. La estructura jer?rquica de la Iglesia, querida porsu fundador Jesucristo, est? al servicio de la comuni?n y la misi?n y las refuerza. Porque es como un cuerpo, dotado de muchos miembros con dones y carismas diversos (cf. 1 Co 12, 4-11; Rm 12, 4), cada miembro delcuerpo necesita del otro (cf. 1 Co 12, 14-21). De este modo, la diversidad de ministerios en la comunidad intensificala comuni?n que une a todos y la solidaridad de unospara con otros (cf. LG 32). Ya que es misi?n de la Iglesia promover el Reino de vida, todos sus miembros est?ncomprometidos con esa misi?n: todos est?n llamados aser miembros activos, todos misioneros, para ello todosreciben gracias especiales. A los pastores, que sirven alcuerpo como instrumentos de comuni?n en el nombrede su Cabeza el Se?or, quienes son parte del mismo lesdeben fidelidad y obediencia. Sin dejar de examinar loscarismas (cf. 1 Ts 5, 19), los pastores est?n llamados aprestar su servicio a la comuni?n, respetando y alentandotodos los dones del Esp?ritu en la Iglesia, e invit?ndolosa participar plenamente en su vida y misi?n.

3.3.3 Unidad en la diversidad

150. La unidad de la misma fe no excluye la diversidaden el interior de las comunidades cristianas y entre unas comunidades y otras, como lo muestra el NuevoTestamento. Tambi?n la historia de la Iglesia, sobre todoen el primer milenio, atestigua una gran diversidad deformas en la configuraci?n de las Iglesias particularesconforme a las regiones y a las culturas donde ellas seencontraban, lo que no atentaba contra la unidad, yaque no les imped?a confesar el mismo credo, reconocer laautoridad de los mismos ap?stoles, celebrar la mismaeucarist?a y respetar normas basales de la disciplina dela naciente Iglesia. Este hecho hist?rico se explica confacilidad, porque las personas que acogen la fe cristianason personas concretas y diversas entre s?, dotadas decaracter?sticas propias, insertas en contextos existencialesy sociales peculiares y herederas de tradiciones bien determinadas.De este modo, al vivir y expresar su fe lohacen con acentuaciones y modalidades propias de sumedio sociocultural, sin que ello implicase ruptura algunade la comuni?n. As? la catolicidad de la Iglesia nos?lo significa su presencia en las m?s diversas regionesdel mundo, sino tambi?n una gran riqueza debido a lascontribuciones de esas mismas regiones (cf. LG 13c).

151. La diversidad enriquece a la Iglesia y no la amenaza.Esto supone que esa diversidad, al igual que la unidad,brote de la acci?n del Esp?ritu Santo que santifica,renueva y une a las comunidades en la comuni?n eclesial(cf. LG 13). La fidelidad al Esp?ritu exige acoger la diversidady orientarla a la comuni?n. La obediencia alObispo de Roma procura que las particularidades decada Iglesia se integren y promuevan la unidad en laIglesia universal. En sus di?cesis, los obispos deben promoverla unidad de la Iglesia local respetando las leg?timasdiversidades. La presencia admirable, a la vez queconstitutiva, de la diversidad dentro de la Iglesia, exige acada uno una actitud nueva. Acostumbrados a ciertauniformidad, proveniente de una cierta cultura moderna acoger la diversidad,no como una amenaza a nuestro modo de entendery vivir la fe, sino como un enriquecimiento fraterno quepurifica y universaliza la propia fe.

152. Este ejercicio de apertura y de di?logo entre nosotros,se prolonga en la relaci?n con los hermanos deotras Iglesias y comunidades cristianas. A trav?s de laoraci?n en com?n, la ayuda mutua y diversas formas deacci?n conjunta, ofrecemos al Esp?ritu Santo nuestrahumilde cooperaci?n para que un d?a podamos gozarde una diversidad reconciliada y en plena comuni?n entorno al ?nico Se?or. Al mismo tiempo reconocemos congratitud los lazos que nos relacionan con el pueblo jud?o, del cual recibimos la fe en el ?nico Dios y su Palabrarevelada en la primera Alianza. Nos duele la dolorosahistoria de desencuentros y enemistad que ha sufrido, tambi?n en nuestros pa?ses. Son muchas las causas comunesen la actualidad que reclaman mayor colaboraci?ny aprecio mutuo.

3.4 La Iglesia, espacio de celebraci?n

3.4.1 La celebraci?n de la vida


153. Los pueblos de estas tierras se nutren continuamentede la fiesta que celebra la vida. Su sentido festivolos sit?a en el horizonte de la esperanza que habilitapara enfrentar los gozos y dolores de la existencia. Comery beber, cantar, danzar y re?r son corrientes vitalesque se expresan en campos, aldeas y ciudades del Continente.Muchas son las ocasiones en que se festeja y convive,se comparte y se brinda, reanud?ndose as? los lazosde fraternidad y celebrando el renacer en la fuentede la vida. La fiesta y la celebraci?n son componentessin los cuales no puede entenderse la experiencia cotidianade los latinoamericanos.

154. Los sacramentos de la fe que celebramos est?nvinculados a este sentido de fiesta. Cada uno de lossacramentos, en especial el Bautismo y la Eucarist?a, sonlugares privilegiados donde la comunidad celebra la vidadivina, surgida en abundancia del misterio pascual deJes?s. El Pueblo de Dios es capaz de reconocer en lossacramentos celebraciones festivas por las cuales el Diosde la vida sale al encuentro de los seres humanos paraliberarlos de tantas formas de muerte, y darles nueva vida.

155. La dimensi?n festiva de su vida el pueblo creyenteya la manifiesta en muchas expresiones de su religiosidadpopular, en sus fiestas y romer?as, en sus celebracionespatronales y especialmente en los santuarios que frecuenta festivamente como lugares de encuentro fraternoy de contemplaci?n, de gratitud y de confianza, de b?squeda de Dios y de experiencia gozosa con Aquel en quien ?vivimos, nos movemos y existimos? (Hch 17, 28).

3.4.2 La Eucarist?a, n?cleo de la vida cristiana

156. Toda la vida de Jes?s fue obediencia perfecta al Padre, que lo llev? a entregar su vida por la salvaci?n dela humanidad. Esta entrega, expresada sacramentalmenteya en la ?ltima Cena, tuvo su realizaci?n en la pasi?n, muerte y resurrecci?n del Hijo de Dios hecho hombre. Los disc?pulos de Cristo son aquellos que procuran asumir la existencia pascual del Maestro como modelo de su propia vida. De este modo el cristiano enla Eucarist?a celebra el misterio pascual y su propia entrega en el seguimiento de Cristo. As? la Eucarist?a expresa y realiza el n?cleo de la fe cristiana, fuente de todo discipulado y de la misi?n.

157. La Iglesia, siempre disc?pula, necesita sentarse a lamesa del Maestro para recibir el pan de vida que la fortalece y unirse a la existencia entregada de su Se?or.Deseamos que el pueblo fiel, que expresa su fe de tantas maneras, encuentre en la celebraci?n dominical de laEucarist?a el centro de su vida cristiana, que en ella pueda expresar sus alegr?as y sus anhelos, y celebrar los momentos importantes de la familia y la comunidad. La Iglesia reconoce que es un gran desaf?o lograr que la fe de todos los bautizados alcance su culminaci?n en estaMesa de la alianza y la fraternidad, que acrecienta la santidad de los disc?pulos. Compartida especialmente en el d?a del Se?or, es la fiesta pascual de la comunidadcristiana y el manantial de su servicio evangelizador. Enla celebraci?n de este sacramento, la Iglesia alimenta lacomuni?n entre sus miembros: ?Pues si el pan es uno solo y todos compartimos ese ?nico pan, todos formamos un solo cuerpo? (1 Co 10, 17).

3.5 La Iglesia, comunidad misionera

3.5.1 La Iglesia misionera


158. El designio salv?fico de Dios se realiza en la historia con la cooperaci?n de los seres humanos, como nos lo demuestran figuras insignes del Antiguo Testamento y el propio pueblo de Israel. Jesucristo se presenta como el Enviado del Padre para realizar su proyecto de vida (cf.Lc 4, 17-21), misi?n que confi? a sus ap?stoles (cf. Jn 20,21). As? toda la Iglesia es misionera y responsable de la evangelizaci?n (cf. AG 35). Toda la comunidad es sujeto primordial de la misi?n, en la diversidad de loscarismas y ministerios, y todo cristiano, en virtud de su bautismo y con m?s fuerza a?n de su confirmaci?n, es un misionero.

159. La labor de los catequistas ha sido muy importanteen toda la historia de nuestras Iglesias. Varias surgieronpor la labor de laicos y laicas. La Iglesia les debe mucho. Pero el campo propio a la vez que espec?fico de la actividad evangelizadora laical es el complejo mundo del trabajo, la cultura, las ciencias y las artes, la pol?tica, los medios de comunicaci?n y la econom?a, as? como los ?mbitos de la familia, la educaci?n, la vida profesional,sobre todo en los contextos donde la Iglesia se hace presente solamente por ellos (cf. LG 31, 33; GS 43; AA 2).Toda acci?n evangelizadora, por humilde que sea, es una acci?n eclesial (cf. EN 60).

160. El Esp?ritu Santo que actu? en la persona de Jesucristo es tambi?n enviado a todos, sin excepci?n, en cuanto miembros de la comunidad. La acci?n del Esp?ritu nose limita al ?mbito individual, sino que abre siempre a las personas a la tarea misionera, as? como ocurri? en Pentecost?s y nos lo relatan los Hechos de los Ap?stoles.

3.5.2 Mar?a, madre, disc?pula y misionera

161. Mar?a, por su fe (cf. Lc 1, 45) y obediencia a la voluntadde Dios (cf. 1, 38), as? como por su constante meditaci?nde la Palabra y de las acciones de Jes?s (cf. 2,19.51), es la disc?pula m?s perfecta del Se?or (cf. LG 53).Tuvo un papel ?nico en la historia de salvaci?n, concibiendo, educando y acompa?ando a su hijo hasta su sacrificiodefinitivo. En la figura de la Madre junto a lacruz (cf. Jn 19, 25-26) se simboliza la misericordia entra?ablede Dios, que vibra en el coraz?n materno ante eldolor del Hijo y de todos los hijos. Desde la cruz Jesucristo confi? a sus disc?pulos, representados por Juan, el don de la maternidad de Mar?a. Ella, como Madre detantos hermanos, fortalece los v?nculos fraternos entretodos, alienta a la reconciliaci?n y el perd?n, y ayuda aque los disc?pulos de Jesucristo se experimenten comouna familia, la familia de Dios.

162. Perseverando junto a los ap?stoles a la espera delEsp?ritu (cf. Hch 1, 4), cooper? con el nacimiento de laIglesia misionera. Del mismo modo, as? como lo fue alinicio de la evangelizaci?n fundante, sobre todo en elTepeyac, tambi?n hoy es peregrina y misionera en nuestros pueblos latinoamericanos, alent?ndonos para que hagamos presente a Jes?s en todos los ambientes.

4. ALGUNOS GRANDES CRITERIOS

163. A la luz de Jes?s y su propuesta, que ilumina larealidad de nuestros pueblos, las aportaciones recibidas proponen ocho criterios generales para el camino misionerode la Iglesia en Am?rica Latina

4.1 Criterios cristol?gicos

El anuncio del Evangelio como ofrecimiento de vida


164. En todas las ?reas de la actividad evangelizadora,la propuesta de Jesucristo a las personas y a nuestros pueblos debe manifestarse como la oferta de una vida plena para todos, la que es percibida como fidedigna porel testimonio de vida de incontables cristianos, que hacen presente el amor al Padre y a los hombres, la sabidur?a y el poder del mismo Jes?s. La doctrina, las normas, las orientaciones ?ticas, y todo lo que proponga la Iglesia en sus diversas acciones, no debe ocultar ni ensombreceresta atractiva oferta de una vida digna y plena en comuni?ncon Dios y con los hermanos.

La opci?n preferencial por los pobres

165. La amistad con Jesucristo y el camino del discipuladonos impulsan a configurar nuestras opciones yactitudes con las del Se?or, quien desde la pobreza nosenriqueci? y nos mostr? las v?as fundamentales para la liberaci?n del pecado y de sus secuelas en la vida personaly social. Esto nos apremia a reafirmar y actualizar, en todos nuestros proyectos evangelizadores, nuestrapreferencia por los que sufren, por los excluidos y losm?s d?biles. La evangelizaci?n de los pobres es el gran signo mesi?nico que estamos llamados a vivir como Iglesia cf. Lc 7, 22). Somos instrumentos de Cristo, encargados de realizar la liberaci?n integral que propone el Evangelio.

Siempre somos disc?pulos

166. Todos debemos vivir y evangelizar de tal maneraque sea palpable y transparente, en nuestras actitudes y palabras, que nunca dejamos de ser disc?pulos de Jesucristo,que cada d?a lo redescubrimos y seguimos como anuestro Maestro y Pastor, que tenemos necesidad de ?l, y que siempre podemos crecer en su seguimiento. Eldiscipulado parte del encuentro personal con Jes?s, que renueva nuestra existencia y nos permite descubrir en lavida de la Sma. Trinidad el sentido ?ltimo de todo lo que somos y hacemos. Esto requiere una renovaci?n permanentede esa experiencia contemplativa a la vez que liberadora en medio de los desaf?os de la vida social y de la evangelizaci?n.

4.2 Criterios eclesiales

El discipulado misionero es comunitario


167. La vida y la misi?n son siempre comunitarias y eclesiales. El discipulado misionero se vive en una comunidadconcreta de disc?pulos para la vida del mundo, fomentando la diversidad en la comuni?n y construyendoredes comunitarias que contrarresten el poder delos ?poderosos? (cf. Lc 2, 52) y de las estructuras demuerte.

El discipulado exige un discernimiento eclesial

168. Los disc?pulos estamos llamados a reconocer lasdiversas formas de presencia de Jesucristo y el proyectodel Reino, en los variados desaf?os que enfrentan la Iglesiay el mundo. Para ello debemos vivir en un constante proceso de discernimiento, para iluminarnos unos a otrosdesde la Palabra de verdad y de vida. En la comunidadcreyente, acompa?ada y guiada por sus Pastores, se ha de discernir los nuevos escenarios sociales y las nuevasestrategias pastorales que permitan anunciar con vigor el Evangelio de siempre y colaborar en la construcci?nde una sociedad m?s humana (cf. Paulo VI, Octog?simaadveniens, n. 4).

La Iglesia en renovaci?n permanente

169. Por ser servidora de la vida, que es dinamismo yt ransformaci?n, porque el Reino siempre la trasciende, y porque la realidad en constante cambio la interpela, la Iglesia debe replantear una y otra vez su modo de presentar el Evangelio, sus m?todos, su lenguaje y todo lo circunstancial en sus propias estructuras. Todos los cambiosque eventualmente sea necesario implementar no son un mero ajuste funcional. Han de brotar de una necesaria y sincera conversi?n personal y eclesial.

S?NTESIS
DE LOS APORTES RECIBIDOS

PARA LA V CONFERENCIA GENERAL
DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO




I
MIRAMOS A NUESTROS PUEBLOS
A LA LUZ DEL PROYECTO DEL PADRE


40. Miramos la realidad desde el designio salv?fico del Padre para discernir y dejarnos interpelar por las voces contempor?neas de Dios que asumimos en los signos de los tiempos. La situaci?n del Continente nos reclama, una vez m?s, la sinceridad y la sabidur?a necesarias para mirar con profundidad la realidad y su dinamismo, y descubrir en ella con lucidez la presencia din?mica del Reino de Dios proclamado por Jes?s.

1. EL PROYECTO DE AMOR DE DIOS PADRE

41. Israel descubre en el devenir de su historia que Dios es rico en amor y misericordia y que estos atributos divinos son fuente de vida y liberaci?n. Desde esta clave de lectura no s?lo mira su historia, sino tambi?n el origen de la humanidad y del pecado que encerr? al hombre en el ego?smo y la muerte. Dios, sin embargo, que cre? al ser humano como la ?nica criatura que ?l ama por s? misma, nos ha elegido antes de la creaci?n del mundo ?por decisi?n gratuita de su voluntad? para ?seradoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo?, su Hijo primog?nito (Ef 1, 4-5).

1.1 Dios, fuente de vida y liberaci?n para Israel

42. Dios Padre sale de s?, por as? decirlo, para llamarnos a participar de su vida y de su gloria. Mediante Israel, pueblo que hace suyo, Dios nos revela su proyecto de vida. Cada vez que Israel busc? y necesit? a su Dios, sobre todo en las desgracias nacionales, tuvo una singular experiencia de comuni?n con ?l, quien lo hac?a part?cipe de su verdad, su vida y su santidad. Por ello, no demor? en testimoniar que su Dios ?a diferencia de los ?dolos? es el ?Dios vivo? (Dt 5, 26) que lo libera de los opresores (cf. Ex 3, 7-10), que perdona sin l?mites (cf. Eclo 2, 11) y que restituye la salvaci?n perdida cuando el pueblo, envuelto ?en las redes de la muerte? (Sal 116, 3), se dirige a ?l suplicante (cf. Is 38, 16). De este Dios ?que es su Padre? Jes?s afirmar? que ?no es un Dios de muertos, sino de vivos? (Mc 12, 27).

43. Gracias a su experiencia de Dios, Israel confiesa que es ?el Dios de mi vida? (Sal 42, 9), su ?nico Se?or a quien debe amar con todo su coraz?n (cf. Dt 6, 5). Israel sabe que su Dios es la ?nica ?fuente? de su vida (Sal 36, 8-10), su ?roca? segura (28, 1-2) y su ?redentor? (Is 41, 14). Tambi?n sabe que esto no basta y que al don de la vida se responde con la b?squeda de la vida verdadera. Esta vida brota de la alianza con su Dios y exige el compromiso de destruir los ?dolos, confiar en ?l y en sus promesas de vida, ocuparse de los pobres, escuchar su Palabra y obedecer sus mandamientos, lo que constituye un potente s? divino a favor de la verdad, la vida y la libertad (cf. Ez 33, 14-15). Porque el Dios de Israel es Dios
de vida, el compromiso de alianza de Israel es respetar y favorecer los dones sagrados y preciosos de la vida y la liberaci?n que le regala.

1.2 Dios crea al hombre y a la mujer para que vivan

44. Luego de mirar con ojos de fe la historia de alianza con su Dios, Israel se abre no s?lo a su origen, sino tambi?n a la raz?n de su propia existencia y de la humanidad, descubriendo que el ser humano ?existe pura y simplemente por el amor de Dios que lo cre?, y por el amor de Dios que lo conserva? (GS 19). Si Dios se ha manifestado, por sobre todo, dador de vida y liberaci?n para Israel, significa que la creaci?n del var?n y de la mujer a su imagen y semejanza es un acontecimiento divino de vida, y su fuente es el amor fiel del Se?or. Al poner todo lo creado al servicio del ser humano, el Creador manifiesta la inmensa dignidad de aquel que apenas es inferior a Dios (cf. Sal 8) y el cuidado exquisito que
tiene por cada persona (cf. Gn 1, 29-30).

45. Esta experiencia de un Dios que crea y ama dando vida y libertad (cf. Sal 119, 159), lleva a Israel a descubrir maravillado la vocaci?n fundamental del ser humano: vivir en alianza de vida con el Se?or y en comuni?n unos con otros.

1.3 El pecado, negaci?n de la vida querida por Dios

46. Sin embargo, Israel, como nosotros mismos, experimenta la dolorosa tragedia de la maldad en su historia. Niega la vida que Dios le regala cuando ?no hay fidelidad, ni amor ni conocimiento de Dios? en el pa?s, y destruye esa vida en otros cuando ?s?lo se difunden falso testimonio y enga?o, asesinato, robo y adulterio y un crimen sigue a otro crimen? (Os 4, 1-2). Por su reiterada infidelidad, el pueblo dilapida los dones divinos. Responde con la rebeli?n a la vida y libertad que le vienen de Dios, alej?ndose y entristeciendo a su Se?or con su conducta (cf. Is 63, 7-10). Pero el pueblo est? convencido que su maldad y la del mundo no puede provenir de un Dios de vida que ama como lo hace su Dios. Entonces unos sabios israelitas, inspirados por Dios, ense?an al pueblo que fue el pecado, introducido por el ser humano en los albores de la creaci?n (cf. Rm 5, 12), la causa de una triple, profunda y actual distorsi?n: la del ser humano con su Creador, consigo mismo y sus semejantes, y con la creaci?n (cf. Gn 3; DP 322).

47. Desde entonces la vocaci?n fundamental del hombre y la mujer se ve amenazada por el pecado, poniendo toda la creaci?n bajo la sombra de su ego?smo y orgullo (cf. AA 7). Pero tambi?n, desde entonces, el ser humano lleva clavado en lo m?s profundo de su coraz?n el ansia de felicidad, de liberaci?n del pecado y de la muerte, de paz y de plenitud.

48. El Dios de la vida no abandonar? en la muerte y el pecado ni a su pueblo ni a la humanidad. Nos dice el Concilio Vaticano II que el Se?or vino en persona para liberar y vigorizar al hombre, renov?ndole interiormente y expulsando al pr?ncipe de este mundo (cf. Jn 12, 31), que le reten?a en la esclavitud del pecado. El pecado rebaja al hombre, impidi?ndole lograr su propia plenitud (GS 13c).
Por eso, llegado el tiempo oportuno envi? a su Hijo como ?Camino, Verdad y Vida?, (cf. Jn 14, 6) y ?primog?nito de toda criatura? (Col 1, 15). Para liberarnos del pecado, ?l perdona nuestros pecados, recreando el coraz?n del hombre y llevando a la plenitud la vocaci?n humana.
Para actualizar la misericordia del Padre nos dej? el sacramento del Perd?n, de modo que sea realidad la aspiraci?n m?s honda de Pablo: que ?todo sea de ustedes, ustedes sean de Cristo y Cristo de Dios? (1 Co 3, 22-23).

2. ROSTROS QUE NOS INTERPELAN

49. El pecado introducido desde antiguo por los seres humanos contin?a presente en nuestra realidad, pero m?s poderosa es la presencia de la acci?n liberadora y enaltecedora de Dios. Por eso con Mar?a en su canto del Magnificat (cf. Lc 1, 46-55) proclamamos las maravillas que el Se?or ha hecho en nuestros pueblos y nos regocijamos en su amor y en su misericordia. Cristo nos llama desde los hermanos que sufren, a los que quiere servir con nuestra colaboraci?n, con la actitud creyente y materna de Mar?a nos acercamos a la realidad de nuestros pueblos, y contemplamos hoy los rostros filiales, sufrientes y resucitados del Se?or Jes?s (EiA 45).

50. Entre ellos est?n los pueblos y las comunidades que son testimonio de las ra?ces y culturas ind?genas. En los 500 a?os transcurridos han crecido grandes poblaciones y culturas mestizas. Sobre todo a los pueblos originarios que han permanecido m?s recluidos en sus territorios y a comunidades y personas afrodescendientes, a?n no se les reconoce en todas partes su derecho a ser tratados con dignidad y en igualdad de condiciones, y arrastran una carga secular de humillaciones. Frecuentemente quedan al margen de la sociedad y del leg?timo derecho al desarrollo, se ignora su historia y su presencia,y se desconoce o se niega la riqueza cultural y religiosa de sus tradiciones.

51. Por otra parte, innumerables mujeres de toda condici?n han sufrido una doble exclusi?n en raz?n de su situaci?n socioecon?mica y de su sexo. No son valoradas en su dignidad, quedan con frecuencia solas y abandonadas, no se les reconoce suficientemente su abnegado sacrificio e incluso heroica generosidad en el cuidado y educaci?n de los hijos ni en la transmisi?n de la fe en la familia, no se valora ni promueve adecuadamente su indispensable y peculiar participaci?n en la construcci?n de una vida social m?s humana y de una edificaci?n de la Iglesia en la compenetraci?n de sus dimensiones petrinas y marianas. A la vez, su urgente dignificaci?n y participaci?n pretende ser distorsionada por corrientes de un feminismo ideol?gico, marcado por la impronta cultural de las sociedades del consumo y el espect?culo, que es capaz de someter a las mujeres a nuevas esclavitudes.

52. De igual manera sufren los pobres, los excluidos, los desocupados, los migrantes, los desplazados, los campesinos sin tierra, los que buscan sobrevivir en las redes de la econom?a informal, y todos aquellos que se ven privados de una vida digna. Sus rostros piden unas condiciones de vida que garanticen y ofrezcan oportunidades a su existencia, mediante una fraterna acogida y solidaridad, incorporados al trabajo y a los beneficios de un progreso aut?ntico, tambi?n por medio de leyes que protejan en justicia su presente y su futuro. De modo semejante sufren tambi?n los ni?os, j?venes y adultos, cuando son v?ctimas de estructuras sociales que les cierran las puertas al ejercicio de sus derechos individuales y sociales, as? como al aprovechamiento de otras leg?timas oportunidades. Nos esperan los enfermos, los drogadictos, los discapacitados y los adultos mayores que sufren de soledad y no gozan del derecho a una vida digna y a los cuidados que merecen. Recordamos tambi?n a las v?ctimas de la violencia intrafamiliar.

53. Hay otros rostros que nos interpelan particularmente: los hermanos secuestrados, los que son v?ctimas de la violencia y de los conflictos armados en nuestros pa?ses y en otras latitudes, que no reciben protecci?n y defensa eficaz, ni tienen prioridad en las pol?ticas p?blicas de muchos Estados. Debemos aprender que la paz no puede alcanzarse ?nicamente desde fuera con estructuras, y que el intento de establecerla con la violencia s?lo lleva a una violencia siempre nueva (?) Debemos aprender que la paz s?lo puede existir si se supera desde dentro el odio y el ego?smo (Benedicto XVI, Discurso a la Curia Romana, 22 de diciembre de 2006).
Pero tampoco podemos olvidar esos otros rostros que no han contribuido o no contribuyen a la construcci?n de la paz. Por haber hecho o seguir haciendo mal uso de la libertad carecen de felicidad. Entre ellos, esperan mucho de nosotros los que han cometido delitos y est?n privados de libertad. Y nos necesitan los que son insensibles al dolor de los dem?s, los que oprimen, los corruptos, los que viven al margen de la ley, los que trafican con drogas, los que abusan del poder, los que manipulan ideol?gicamente, los violentos y los terroristas; todos ellos, incapaces de vivir en paz y de construir la paz.

54. Nos interpelan a nosotros, disc?pulos y misioneros de Cristo, los hermanos de otras comunidades cristianas, con quienes hemos comenzado a orar juntos y a colaborar, en camino a la unidad querida por el Se?or; y tambi?n de otras confesiones religiosas, con los que est? pendiente el di?logo y la colaboraci?n mutua.
Nos interrogan asimismo los agn?sticos, los ateos y los indiferentes, que viven la pobreza de desconocer a Dios en su vida o, sabiendo de ?l, prescinden de su persona y de su amor. Se alegrar?an de compartir nuestro optimismo los que carecen de esperanza, y los que han experimentado el fracaso de sus planteamientos utop?as. Y no podemos olvidar a los que se encuentran en situaciones especiales por haber abandonado el ejercicio del ministerio sacerdotal, por haber contra?do un segundo matrimonio civil sin haber obtenido la declaraci?n de nulidad del sacramento, las personas homosexuales y los que mantienen una doble vida, aument?ndose al dolor de su desorden la zozobra por el temor de ser descubiertos.

55. Cumplimos con un deber de gratitud al destacar otros rostros: de una multitud de hombres y mujeres, adultos y j?venes ?profesionales, campesinos, obreros, empleados, madres de familia, etc.?, que son miembros de la Iglesia y en nuestros pa?ses trabajan con amor a Dios y a los hermanos, incluso a quienes podr?an ser sus enemigos, y lo hacen de manera honesta y generosa, sin perder la esperanza. Junto a tantos otros no se doblegan ante las dificultades sino que mantienen anhelos de vida y liberaci?n, de amistad con Dios, de fidelidad, fraternidad y paz, buscando el crecimiento del Reino. Su capacidad de resistencia, esperanza y paciencia hist?rica, como tambi?n de colaboraci?n con quienes creen en el
hombre y en su felicidad, y manifiestan el gozo de creer en el ?Dios que derrib? de sus tronos a los poderosos y enalteci? a los humildes? (Lc 1, 52), recuerdan el rostro de Jes?s resucitado.

3. CAMBIO DE ?POCA Y DESAF?OS

56. Sucesivas transformaciones sociales y culturales agitan al mundo actual. Vivimos un fuerte cambio de ?poca cuyo nivel m?s profundo es el cultural. Por esto la sociedad latinoamericana se experimenta como una sociedad inestable y en transici?n, con sus luces y sombras. La Iglesia cat?lica tambi?n est? inmersa en este cambio. Veamos algunos rasgos m?s relevantes de su configuraci?n.

3.1 Pluralismo y emergencia de la subjetividad

57. Todos sentimos las modificaciones profundas que afectan a nuestra sociedad. Acostumbrados a una tradici?n cultural bastante homog?nea y de ?ndole cristiana, asistimos hoy a la fragmentaci?n de la sociedad en sectores plurales, con lenguajes y pr?cticas propias, con nueva conciencia sobre las particularidades ?tnicas, culturales y religiosas de los pueblos, con gran acumulaci?n de informaciones y conocimientos, con una nueva autonom?a y autoreferencia del poder pol?tico, con inmensos cambios promovidos por la ciencia y la tecnolog?a, y por una nueva concepci?n de libertad religiosa. Se desvanece de este modo una ?nica imagen del mundo, del ser humano y de Dios, que ofrec?a orientaci?n para la vida cotidiana. Recae, por tanto, sobre el individuo toda la responsabilidad de construir su personalidad, de afirmar su libertad y de tener razones para vivir, que ya no le son dadas por la tradici?n como suced?a en el pasado.
Vivimos as? en un mundo donde reina el pluralismo, bien sea cultural o religioso, y en el cual la convivencia se construye d?a a d?a a partir de la persona y de sus opciones, a veces, sin embargo, fuertemente condicionadas por una cultura global que tiende a imponer la ?dictadura del relativismo, proponiendo modelos antropol?gicos incompatibles con la naturaleza y dignidad del hombre? (Benedicto XVI, Discurso al Cuerpo Diplom?tico, 8 de enero de 2007) y sembrando as? incertidumbres, desarraigos y confusiones.

58. Surge entonces lo que hoy caracterizamos como la emergencia de la subjetividad, en la que cada uno puede escoger, de la plural oferta de sentidos y pr?cticas sociales, lo que le parece mejor. La emergencia de la subjetividad ha significado una importante conquista de la humanidad. La dignidad y la libertad de la persona humana son reconocidas y respetadas. Las ra?ces de ello est?n ciertamente en la novedad del cristianismo, aunque hayan pasado por vicisitudes hist?ricas y culturales.
Actualmente esta subjetividad sin embargo con frecuencia se reduce a un mero subjetivismo, hostil a cualquier v?nculo, sin referencia a la verdad, sin unidad interior, y da?ino para la convivencia social. Sin embargo, el espacio dado a la libertad en nuestros d?as representa tambi?n una oportunidad para el cristianismo. Pues la adhesi?n a la fe cristiana resulta de una opci?n libre por Jesucristo. Cuanto m?s consciente, libre, razonable, madura y plena, m?s s?lida ser? la identidad del disc?pulo de Cristo.

3.2 Impacto de la globalizaci?n

59. El fen?meno de la globalizaci?n, tanto en su vertiente cultural, como en su vertiente comunicacional y econ?mica, provoca cambios significativos en la realidad actual. Hoy tenemos experiencia de una reducci?n del espacio y del tiempo, fruto de la velocidad de los medios de transporte y de la instantaneidad de la comunicaci?n.
Tenemos una conciencia planetaria, in?dita en la historia de la humanidad, que aproxima pueblos y continentes, y que plasma una mentalidad com?n. Grandes naciones y millones de hombres se van incorporando a una din?mica acelerada de desarrollo.

60. La globalizaci?n representa, sin duda, una oportunidad para una renovada conciencia de la catolicidad de la Iglesia. As?, un gran patrimonio cultural es ofrecido a todos, proporcion?ndoles conciencia de los derechos humanos, participaci?n en las conquistas cient?ficas, solidaridad con los m?s pobres, estima por la justicia y por la paz, valorizaci?n de las culturas locales, y sobretodo la convicci?n de que el presente y el futuro de la humanidad depende de todos. Surge as? el deber de globalizar la caridad y la solidaridad.

61. Sin embargo, no se puede ignorar que gran parte de esta cultura globalizada est? al servicio de intereses econ?micos transnacionales. De hecho, la globalizaci?n econ?mica, trae muchos beneficios para los que logran incorporarse al alto nivel necesario de conocimientos y de t?cnicas, pero deja al margen, creando situaciones de precariedad, desigualdad y pobreza, a los que tienen menos capacidades y posibilidades para competir en una econom?a abierta al mercado. El poder pol?tico nacional pierde fuerza delante de las interdependencias y presiones de cu?o econ?mico en los nuevos escenarios globales. La econom?a neoliberal, cuando no es corregida por el compromiso con los m?s d?biles, de hecho debilita a?n m?s las democracias latinoamericanas, que en general no disponen de instituciones consistentes y s?lidas y sufren la tentaci?n de soluciones populistas o sucumben a la corrupci?n en muchos niveles. La econom?a financiera tiende a prevalecer en su papel determinante por encima de la econom?a productiva y social, haciendo que nuestras naciones tengan condicionado su futuro por los vaivenes de los capitales especulativos. Ha sido la dolorosa
experiencia en algunos de nuestros pa?ses.

3.3 Hegemon?a del factor econ?mico y tecno-cient?fico

62. Todas las dimensiones de la vida social se encuentran recibiendo el impacto dominante del factor econ?mico y del mercado como la norma suprema de funcionamiento y el criterio decisivo en la organizaci?n social.
La racionalidad instrumental que anima muchos aspectos del quehacer econ?mico y cient?fico no logra reconocer al ser humano como sujeto con dignidad y como un valor supremo de organizaci?n social y econ?mica. S?lo lentamente se abre paso la preocupaci?n por el ?capital humano?. Muchos de nuestros contempor?neos, inmersos en una cultura as?, carecen de referencias para orientarse y acaban cediendo a los imperativos del individualismo, del materialismo y de la b?squeda exclusiva del bienestar propio.

63. Cuando la l?gica del mercado coloniza la vida pol?tica y cient?fica, cuando irrumpe en las instituciones dedicadas a la procuraci?n de justicia, en la escuela y la Universidad, en las actividades profesionales y en los estilos de vida ordinarios, aparece con fuerza el relativismo ?tico y se debilita el ideal de trabajar por el bien com?n. El frecuente incumplimiento de promesas por parte de nuestras autoridades civiles parcialmente se debe a la subordinaci?n de las pol?ticas p?blicas a la l?gica del mercado, a la popularidad buscada como fin, a las exigencias de los organismos internacionales que aprecian m?s la oferta y la demanda como criterio operativo que la reciprocidad justa de los intercambios. Esto trae como consecuencia el agravamiento de las desigualdades sociales de nuestros pa?ses que se reflejan en los precarios servicios p?blicos en diversos sectores como hospitales, escuelas y viviendas. Por tanto, urge ?eliminar
las causas estructurales de las disfunciones de la econom?a mundial? (Benedicto XVI, Discurso al Cuerpo Diplom?tico, 8 de enero de 2007), para que una racionalidad m?s integral y solidaria pueda vitalizar todos los procesos sociales y responda a las fuertes aspiraciones de los sectores m?s pobres por una mayor y m?s justa participaci?n en los bienes de la sociedad.

3.4 Irrupci?n de lo sagrado y b?squeda de la trascendencia

64. Es perceptible que en muchos espacios y ambientes de la sociedad y de la cultura en Am?rica Latina no se tiene respuestas a los grandes interrogantes del ser humano sobre el sentido de la vida, del sufrimiento, de la muerte y del amor, lo cual deja a las personas en desamparo e inseguridad. Por otra parte, una nueva sensibilidad religiosa, anhelante de encontrar la dimensi?n de lo sagrado, reaparece con un fuerte acento subjetivista y tenuemente vinculada con la fe de las generaciones precedentes. Nuevos grupos y sectas hacen aparecer una nebulosa religiosidad, sujeta a cambios continuos y motivo de confusi?n entre los fieles. De este modo, en Am?rica Latina, los creyentes viven entre tendencias secularistas que conviven con ?una difusa exigencia de espiritualidad? (NMI 33), con una nostalgia de Dios, aun cuando este fen?meno no se exprese con un lenguaje sofisticado ni acad?mico.

3.5 Crisis de la familia

65. La familia, c?lula de la sociedad, sufre hoy el impacto de este cuadro sociocultural y econ?mico. La inestabilidad de los matrimonios proviene en gran medida de la ausencia de v?nculos y convicciones s?lidas y es agravada por el hedonismo reinante, por el subjetivismo y por la cultura de lo desechable. Las numerosas disoluciones matrimoniales desacreditan el matrimonio en las generaciones m?s j?venes y favorecen el crecimiento de las uniones fuera del matrimonio civil o religioso. Los bajos ingresos y muchas veces la b?squeda del bienestar individual llevan a las parejas a no tener hijos o a tenerlos en n?mero muy reducido. Adem?s, hoy se incurre en el contrasentido de legitimar uniones de personas del mismo sexo, equipar?ndolas al matrimonio. Aun entre las familias cristianas la ausencia del hogar debido al compromiso profesional de todos los miembros de la familia, la agitaci?n de la vida moderna, sobre todo urbana, la omnipresencia de la televisi?n y el recurso permanente a otros medios visuales y auditivos de comunicaci?n social, que difunden costumbres y convicciones ajenas o contrarias al cristianismo, dificultan la transmisi?n de la fe cristiana a los hijos, y hacen muy dif?cil el di?logo y la uni?n de todos en el hogar. Se observan tambi?n en nuestros d?as, por razones diversas, diferentes tipos de uniones ?por razones ideol?gicas se les quiere llamar a todas ?modelos de familia?? (monoparentales, consensuales, uniones libres, divorciados vueltos a casar, uniones homosexuales y otras), si bien no coinciden ni con el proyecto de Dios para la familia ni con el balance hist?rico de la humanidad. Todo esto interpela nuestra pastoral familiar.

66. Entre los presupuestos que debilitan y menoscaban la vida familiar encontramos varias corrientes ideol?gicas: la neoliberal que exalta la libertad total del individuo y que se expresa en un relativismo subjetivista en el que cada uno puede escoger sus verdades y sus valores, y en la exaltaci?n de la fuerza: si yo soy el m?s fuerte, puedo disponer de la vida ajena; la ideolog?a del g?nero, seg?n la cual cada uno puede escoger su ?orientaci?n sexual? y las respectivas pr?cticas, no teniendo relevancia las diferencias fisiol?gicas; la ideolog?a ecologista que presenta al hombre como el mayor depredador y por eso, el hombre debe someterse a la Madre Tierra, y el n?mero de individuos admitidos a la existencia debe ser contenido en l?mites definidos por los tecn?cratas; el humanismo agn?stico, que reduce voluntariamente el ?rea de competencia de la raz?n, limitando el ejercicio de la misma a la esfera de los fen?menos, y descalificando a priori toda indagaci?n relativa al sentido de la vida y de la muerte, o al sentido del misterio. Este humanismo, cuya forma parox?stica es el nihilismo, lleva a la ocultaci?n de la se?or?a ministerial en virtud de la cual el hombre es llamado a participar, por la procreaci?n, a la acci?n creadora de Dios.

67. Muchas de las modificaciones legales que se han introducido en numerosos pa?ses de Am?rica Latina en los ?ltimos a?os hieren gravemente la dignidad del matrimonio, de la familia y de la vida humana. Estas modificaciones no son casuales, no ocurren simplemente.
Muchas veces son promovidas como elementos necesarios de agendas ?progresistas?, con frecuencia impulsadas por determinadas ONG o por organismos de las Naciones Unidas. Persiguen la emancipaci?n de las costumbres, las normas ?ticas y las leyes de su matriz cristiana. Con frecuencia responden a los intereses y estrategias de personas e instituciones con gran poder y presencia internacional, que abiertamente buscan provocar un cambio en el ethos cultural y religioso latinoamericano.

3.6 Cultura urbana

68. Dios habita en la ciudad. As? como en otro tiempo se manifest? con rostro rural, hoy se revela, por as? decirlo, con rostro urbano. Pronto m?s del 70% de la poblaci?n estar? viviendo en ciudades con m?s de un mill?n de habitantes. Este crecimiento acelerado de las grandes urbes hemos de comprenderlo como un nuevo signo de nuestro tiempo. En la urbe acontecen complejas transformaciones socioecon?micas, culturales, pol?ticas y religiosas que hacen impacto en todas las dimensiones de la vida. Las grandes urbes se componen de un sinn?mero de pueblos, ciudades sat?lites, sectores y ambientes sociales, donde coexisten binomios que la desaf?an cotidianamente: tradici?n-modernidad, globalidad particularidad, inclusi?n-exclusi?n, personalizaci?n despersonalizaci?n, lenguaje secular-lenguaje religioso, homogeneidad-pluralidad, cultura urbana-pluriculturalismo.
La cultura rural a?n es un referente en muchas regiones del Continente y sigue aportando riquezas innegables; pero lo rural hoy se urbaniza en forma vertiginosa e irreversible. Hay en la ciudad una fragmentaci?n de la cultura, un lenguaje nuevo y una simbolog?a que requiere un aprendizaje. Existe una diferencia notable entre el habitante nacido en la urbe, el inmigrante desplazado hacia ella y el residente extranjero.
La cultura contempor?nea pasa hoy necesariamente por la ciudad y crea v?nculos que generan una nueva mentalidad.

69. El ciudadano de la urbe se entiende a s? mismo como v?ctima y sujeto de su entorno. Por un lado, padece anonimato y masificaci?n, movilidad y v?rtigo, soledad y desamparo, desarraigo y violencia, inseguridad e impotencia; por el otro, reconoce que la urbe le brinda incesantemente oportunidades, alternativas, modas, expectativas, ofertas culturales y opciones in?ditas que lo invitan al esfuerzo, al bienestar y al ?xito. Todo esto hace sumamente dif?cil la vida de los hombres y mujeres urbanos, que ven la ciudad al mismo tiempo como espacio amable que los atrae y lugar odioso que los agrede.

3.7 El ejercicio del poder en Am?rica Latina

70. Existe en la vida social un factor que convencionalmente identificamos con la palabra ?pol?tica? pero que es mucho m?s amplio que el ?mbito que se delimita con esta noci?n. Este factor es el ?poder?. El poder se ha configurado en Am?rica Latina de una manera peculiar debido a la larga historia de autoritarismo que existe en nuestras tierras desde la ?poca precolombina y que contin?a, bajo diversas modalidades, hasta nuestros d?as.
El poder se ejerce en la familia, en la escuela, en el campo, en las organizaciones civiles, en la empresa, en la escuela, en los sindicatos, y por supuesto, en los distintos ?rdenes de gobierno civil y eclesi?stico.

71. En muchas ocasiones de la historia remota y reciente de Am?rica Latina el ejercicio del poder no ha estado normado por la dignidad de la persona humana y sus exigencias fundamentales ?los derechos humanos?, sino que se ha autorregulado. Cuando el poder no reconoce m?s l?mite que la voluntad del gobernante aparece el autoritarismo. Ante este fen?meno, la sociedad civil se ha organizado en much?simos grupos que, cuando luchan por alg?n segmento del bien com?n de manera pac?fica, colaboran a que la sociedad se vuelva sujeto de su historia y no objeto de uso o de abuso por parte del poder.

72. Muchas de las democracias latinoamericanas se han logrado construir con enormes sacrificios personales y colectivos. Fue necesario que cicatrizaran heridas muy profundas y dolorosas, por medio de procesos de reconciliaci?n en que no han faltado la verdad, la justicia, la magnanimidad y aun el perd?n. Sin embargo, con frecuencia la democracia se mantiene en su momento formal y no logra madurar en su dimensi?n participativa y cultural. Esto quiere decir que en numerosos casos la democracia se esfuerza por mejorar los mecanismos institucionales m?s necesarios, por ejemplo para efectuar los procesos electorales, pero no logra emerger como un estilo de vida permanente que vitalice las instituciones. Por ello, la democracia en Am?rica Latina, y con ella los partidos pol?ticos tradicionales, se encuentra en una seria crisis. Esta crisis se manifiesta de m?ltiples maneras siendo una de las m?s preocupantes la corrupci?n, y el surgimiento de caudillismos que con pretensiones de mesianismo y con discursos maniqueos, tolerando o incitando a la violencia, tienden a controlar desde el Estado las instituciones educativas, los medios de comunicaci?n, la econom?a y la sociedad. A veces se
valen hasta de un lenguaje para-religioso, y se proponen como redentores de la vida social. En tales circunstancias la libertad de la Iglesia, que ha de ser ejercida y defendida con gran valent?a, se convierte en un s?mbolo para la sociedad, en un refugio para los perseguidos, en la principal garant?a de los derechos y las libertades ciudadanas, y en una promesa de libertad para todos.

73. Los vicios autoritarios que frecuentemente aparecen en las estructuras de gobierno civil surgen de vicios de igual ?ndole cultivados en la familia y en el resto de las organizaciones e instituciones que componen la vida social. Por ello, es importante que reconozcamos la urgente necesidad de cultivar la subsidiaridad y una democracia participativa, que permita reconocer en la pr?ctica el derecho de todos por igual a participar libre, activa y creativamente en la gesti?n del bien com?n.

4. LA IGLESIA EN ESTE CAMBIO DE ?POCA

4.1 Una Iglesia cuestionada

74. El pluralismo cultural y religioso de la sociedad actual repercute fuertemente en la Iglesia. Hay otras fuentes de sentido que compiten con ella, relativizando y debilitando su incidencia social y su acci?n pastoral.
No todos los cat?licos estaban preparados para resistir a esta multiplicidad de discursos y de pr?cticas presentes en la sociedad. Y este hecho se ha manifestado en un cierto distanciamiento silencioso de la Iglesia por parte de muchos y en una adhesi?n poco reflexiva a otras creencias o instituciones religiosas. Esta situaci?n se ve agravada por el relativismo ?tico y religioso de la cultura actual. Por otro lado, el pluralismo abre espacios para la libertad personal y la opci?n religiosa consciente.
Todo esto muestra la necesidad urgente de una mayor formaci?n cristiana del laicado, que le permita desarrolla una actitud de convencida identificaci?n con su vocaci?n cristiana y de discernimiento evang?lico ante este pluralismo.

75. Por su parte, la emergencia de la subjetividad en nuestros d?as, acompa?ada por una creciente participaci?n de nuestros contempor?neos en las conquistas culturales, tambi?n representan un desaf?o para la Iglesia.
Ya no se acepta un pronunciamiento s?lo porque proviene de una autoridad. Se vuelve necesario ofrecer un adecuado fundamento al discurso doctrinal o ?tico, porque cada uno quiere que su autonom?a personal y su libertad sean respetadas; de este modo, como lo se?ala el Papa Benedicto XVI, la Iglesia, debe intervenir en los diversos temas de la vida de la sociedad ?a trav?s de la argumentaci?n racional? (DCE 28). Hay que advertir que el debilitamiento de las s?lidas fuentes de sentido en la sociedad genera, en el fondo, angustia y malestar en aquellos que m?s buscan refugio y distracci?n en un
consumismo creciente. El mensaje cristiano ofrece, sin duda, marcos s?lidos para la integraci?n personal y la convivencia social. Urge saber proclamarlo a nuestros contempor?neos con una actitud abierta y dialogante.

4.2 La rica vitalidad de la Iglesia

76. Presente y actuante en su Iglesia, el Esp?ritu Santo la santifica, la inspira y la renueva continuamente. La Iglesia cat?lica en Am?rica Latina ha estado comprometida desde sus or?genes y hasta el presente con los m?s pobres y con el esfuerzo de promover su dignidad. Una densa red capilar de instituciones e iniciativas beneficia a nuestros pueblos en el orden de la salud, la educaci?n, la cultura, la habitaci?n, la rehabilitaci?n y la promoci?n de los trabajadores y de sus familias. Por ejemplo, sus numerosas actividades e instituciones educativas, en todos los niveles, representan una contribuci?n signifi cativa para el pueblo latinoamericano. Tambi?n es destacable la participaci?n personal e institucional de la Iglesia en el sector de la salud, disminuyendo las consecuencias de un servicio sanitario deficiente. Reiteradamente
su empe?o a favor de los m?s pobres y su lucha por la dignidad humana han ocasionado la persecuci?n, y aun la muerte, de miembros suyos.

77. La renovaci?n aconteci? tambi?n en el interior de la Iglesia. Centrar los esfuerzos pastorales en conducir al encuentro con Jesucristo vivo, ha dado y sigue dando preciosos frutos. La primac?a de la Palabra de Dios nutre la teolog?a y anima la pastoral, repercutiendo fuertemente en los sectores m?s sencillos y abiertos de nuestros pueblos. El mayor contacto y el mejor conocimiento de los textos evang?licos ha puesto en evidencia la centralidad de la persona y de la vida de Jesucristo, con su fuerza atractiva y transformadora, como tambi?n la misi?n de la Iglesia como sacramento de comuni?n y espacio de solidaridad con quienes no tienen los medios necesario para vivir dignamente. La Iglesia tambi?n redescubre sus ra?ces b?blicas y patr?sticas, entendi?ndose a s? misma como una verdadera familia de Dios, lo que implica la participaci?n de todos en los bienes salv?ficos y en las actividades eclesiales. Constatamos la admirable generosidad de incontables catequistas, y enormes esfuerzos catequ?ticos. Crecen las manifestaciones de la religiosidad popular. De este modo se puede observar el florecimiento de comunidades eclesiales de base. Son muchos los movimientos e itinerarios de formaci?n, que difunden su riqueza carism?tica, educativa y evangelizadora.
Una invaluable riqueza la constituyen el testimonio y la acci?n solidaria y misionera de los laicos y las laicas.

78. La renovaci?n lit?rgica acentu? la dimensi?n celebrativa y festiva de la fe cristiana, completamente centrada en el misterio pascual. Su apertura al mundo, la cultura y la historia, en la l?nea del Concilio Vaticano II y de las Conferencias Generales anteriores, vuelve a la Iglesia m?s cercana y dialogante con la realidad donde est? inserta. La preocupaci?n por el ser humano, tan fuerte en nuestra cultura, se convierte tambi?n en una preocupaci?n fundamental de la Iglesia. Por todos estos bienes queremos agradecer al Esp?ritu de Dios que derram? abundantemente sus dones sobre la Iglesia en Am?rica Latina y El Caribe.

4.3 Deficiencias por corregir
79. Toda transformaci?n hist?rica consistente se realiza lenta y gradualmente, y la Iglesia no es una excepci?n.
La eclesiolog?a conciliar sin duda renov? la vida eclesial, pero todav?a debe seguir interpel?ndonos. Aqu? pesan no s?lo los lastres socioculturales, sino sobre todo la realidad del pecado en nosotros sus miembros, que exige sincero arrepentimiento y conversi?n personal, como tambi?n posturas m?s evang?licas. S?lo as? nuestras deficiencias y errores podr?n ser perdonados y corregidos. Nos referimos, para mencionar algunos, al clericalismo, a los intentos de volver al pasado, a lecturas y aplicaciones secularizadas de la renovaci?n conciliar, a la ausencia de autocr?tica, de una aut?ntica obediencia y de ejercicio evang?lico de la autoridad, a los moralismos que debilitan la centralidad de Jesucristo, a las infidelidades a la doctrina y a la comuni?n, a las debilidades de nuestra opci?n preferencial por los pobres, a la discriminaci?n de tantas mujeres y grupos humanos, al escaso acompa?amiento dado a los laicos en tareas de servicio p?blico, a una evangelizaci?n con poco ardor y sin nuevos m?todos y expresiones, a un ?nfasis en los sacramentos descuidando otras tareas pastorales, a una espiritualidad individualista, a cierta lentitud en el compromiso con la democracia, a la falta de aplicaci?n creativa del rico patrimonio que constituye la Doctrina social de la Iglesia, a la persistencia de lenguajes poco significativos para la cultura actual y que ?en ocasiones? parecieran no tener en cuenta el car?cter pluralista de la sociedad y la cultura. Debemos pedir perd?n por habernos apartado del Evangelio, que pide un estilo de vida m?s fiel a la verdad y a la caridad, m?s sencillo, austero y solidario, como tambi?n valent?a, persistencia y docilidad a la gracia para proseguir la renovaci?n iniciada por el Concilio Vaticano II.

CONCLUSI?N

80. Nuestra mirada creyente sobre la realidad nos hace comprender que estamos a?n lejos del proyecto de Dios sobre su creaci?n. La vida de nuestros pueblos est? amenazada por los cambios de este tiempo y por el arraigo de algunas actitudes y estructuras eclesiales que a veces no corresponden adecuadamente a la audacia evangelizadora que hoy se necesita. 81. Los miembros de la Iglesia necesitamos reaccionar, dej?ndonos interpelar por las voces de Dios que surgen de todos los rincones del Continente. En primer lugar, se impone un ejercicio continuo de discernimiento, que haga una interpretaci?n prof?tica y sapiencial de los signos contradictorios y promisorios que hoy vivimos. El amor a la verdad debe ocupar un lugar m?s importante en la vida, en nuestras opciones y en las tareas que asumimos. En segundo lugar, sobresale una apremiante exigencia de conversi?n individual y colectiva, que propicie cambios profundos dondequiera que sean necesarios y desencadene procesos audaces de renovaci?n en una comunidad de disc?pulos en estado permanente de misi?n. Por ?ltimo, se requiere forjar un estilo de Pueblo de Dios, m?s dado a la oraci?n y al trabajo misionero, en el que la fidelidad creadora haga cambios evang?licos distinguiendo siempre lo esencial de aquello que no lo es (cf. Mt 13, 52).

82. En el siglo XX la vida de la Iglesia latinoamericana estuvo marcada por diversas tendencias a veces enfrentadas entre s?. Creemos que lleg? la hora de crear, a trav?s de un gran amor a la verdad y de una apertura fraterna y de un di?logo respetuoso, nuevas s?ntesis integradoras. Por ejemplo: entre evangelizaci?n y ?sacramentalizaci?n?, entre testimonio y anuncio, entre anuncio y denuncia, entre pastoral popular y formaci?n de laicos, entre opci?n preferencial por los pobres y atenci?n a la clase media y a los grupos dirigentes, entre pastoral, espiritualidad y compromiso social, entre valores tradicionales y b?squedas actuales, entre liberaci?n social y promoci?n de la fe, entre teolog?a y praxis, entre culto y testimonio de vida, entre causas locales y nacionales y apertura a Latinoam?rica y el mundo, entre identidad cat?lica y apertura al di?logo con los diferentes.
No se trata de debilitar o relativizar alguna de estas exigencias, sino de que la Persona de Jesucristo ilumine todas estas realidades y les permita una adecuada articulaci?n.

83. Iluminar esta mirada, haci?ndola creyente desde la centralidad de Jesucristo y la Eclesiolog?a del Concilio Vaticano II, es garant?a segura para acercarnos m?s a los objetivos primordiales de la V Conferencia vivir un discipulado misionero capaz de engendrar vida ?en abundancia? (Jn 10, 10) para los pueblos de estas tierras.



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S?NTESIS
DE LOS APORTES RECIBIDOS
PARA LA V CONFERENCIA GENERAL
DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO

Bogot?, D.C. - Colombia
2007
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO
Con las debidas licencias eclesi?sticas.
? Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM
Reservados todos los derechos
Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM
Carrera 5 N? 118-31
Apartado A?reo 51086
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Tels: (571) 657 8330 Fax: (571) 612 1929
Bogot?, D.C., 2007



PRESENTACI?N

La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en continuidad con las Conferencias Generales anteriores, es un acontecimiento eclesial de fraterna colegialidad episcopal, cuya preocupaci?n fundamental es la evangelizaci?n del Continente. Para dar un nuevo impulso pastoral a la vida y la misi?n de nuestras Iglesias, S.S. Benedicto XVI tuvo a bien convocar una nueva Conferencia General en Aparecida, Brasil, y entregarles el tema: ?Disc?pulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en ?l tengan vida, ?Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida? (Jn 14, 6)?. Luego el CELAM, conforme a sus Estatutos (Art. 4, 7), asumi? el encargo de preparar este extraordinario evento episcopal.
El primer momento de su preparaci?n consisti? en recoger valiosas aportaciones de las Conferencias Episcopales y de diversas reuniones en el ?mbito del CELAM sobre el tema del discipulado y la misi?n, sobre los n?cleos tem?ticos que de all? se desprenden y los resultados del an?lisis y discernimiento del actual momento hist?rico. Con ese material se elabor? el Documento de Participaci?n y las Fichas de trabajo, para ofrecerlos como instrumentos que motivaron luego una amplia y activa participaci?n del Pueblo de Dios con la reflexi?n sobre el tema entregado por el Santo Padre.
El documento y las fichas se enviaron a las Conferencias Episcopales para que ?stas los distribuyeran a las Iglesias particulares, organismos episcopales e instituciones cat?licas. Asimismo, se envi? ese material a organismos de nivel continental con alguna vinculaci?n a la Iglesia Cat?lica. A todos ellos se anim? a participar y a elaborar aportes al tema. Al mismo tiempo, se realizaron varios seminarios con participaci?n de expertos, y congresos en los que intervinieron miembros de diferentes pa?ses de Am?rica Latina y del Caribe. Sus resultados ya han sido publicados en su mayor parte y otros est?n en v?as de publicaci?n.

Todos estos encuentros tuvieron como objetivo profundizar el tema del discipulado y la misi?n desde diversas perspectivas: b?blica, teol?gica y pastoral; y discernir el profundo cambio cultural que vivimos, a fin de buscar juntos caminos m?s adecuados para vivir con fidelidad creativa el mensaje del Evangelio y transmitirlo con nuevo ardor misionero.

Durante este per?odo se exhort? a todas las comunidades cristianas de la regi?n y, de un modo muy especial, a todos los monasterios de vida contemplativa, a vivir en clima de fe y oraci?n la preparaci?n de la V Conferencia. En particular, se recomend? que todos los grupos de trabajo iniciaran y finalizaran su tarea con la oraci?n que nos entreg? S.S. Benedicto XVI para la V Conferencia General. La oraci?n, la reflexi?n y la elaboraci?n de aportaciones signific? en muchas comunidades un fuerte apoyo y animaci?n para un renovado impulso en el compromiso de vida cristiana y acci?n misionera.
En el segundo momento de preparaci?n de la V Conferencia se han recogido las contribuciones que llegaron al CELAM, como resultado de un a?o de intensa labor en el Continente. Se han recibido los aportes de 21 Conferencias Episcopales de la regi?n, de los Departamentos del CELAM, de algunos Dicasterios romanos, de organismos y eventos continentales y otras aportaciones varias. En total, llegaron m?s de 2.400 p?ginas con valiosas aportaciones, que enriquecieron la reflexi?n afrontando algunos grandes temas que no aparec?an suficientemente tratados en el Documento de Participaci?n. La Asamblea de Aparecida, movida por el soplo del Esp?ritu, podr? insistir en otros temas que tal vez no est?n presentes con la debida importancia en la presente s?ntesis. Los aportes recibidos fueron clasificados tem?ticamente por el equipo del CELAM. A continuaci?n fueron estudiados por una comisi?n especial de obispos, te?logos/ as, biblistas y pastoralistas, nombrados por la Presidencia del CELAM. Una vez estudiados, fueron la base para redactar el presente documento.

El objetivo de este trabajo es ofrecer una s?ntesis cualitativa de los aportes recibidos, como resultado de la participaci?n de innumerables comunidades y di?cesis, que reflexionaron sobre el tema del discipulado y la misi?n ante el desaf?o de la evangelizaci?n en el tiempo presente.

Es claro, en la actual s?ntesis no se pretende recoger materialmente todas y cada una de las propuestas que nos han llegado del Continente, sino expresarlas con fidelidad al esp?ritu en sus aspectos m?s significativos. En ello reside su valor y en tal sentido lo ofrecemos al participante de la V Conferencia, a fin de que sirva como instrumento cualificado de inspiraci?n y consulta durante las deliberaciones de Aparecida. A esta s?ntesis se suman diversos subsidios que se publicaron en vista de la preparaci?n de la V Conferencia y se enviaron a todos los que van a participar en esta Asamblea. Sin embargo, la s?ntesis de estas contribuciones no debe confundirse con el esbozo del documento final de Aparecida. Redactarlo ser? obra de quienes participen en la Conferencia General con la apertura propia del disc?pulo al soplo delEsp?ritu.

Aunque el principal destinatario de este texto es el participante de la V Conferencia, tambi?n lo ofrecemos con gusto a las Conferencias Episcopales de Am?rica Latina y del Caribe, porque precisamente sus aportaciones fueron la base para elaborar esta s?ntesis. Su lectura puede ser muy ?til para ver cu?les son los grandes temas que hoy retan a una nueva evangelizaci?n del Continente, y percibir anhelos e inquietudes de pastores y fieles que desean vivir en el tiempo presente con nuevo entusiasmo su vocaci?n de disc?pulos para la misi?n.

+ ANDR?S STANOVNIK OFMCap.
Obispo de Reconquista
Secretario General del CELAM

ABREVIATURAS UTILIZADAS
EN ESTE DOCUMENTO


AA = CONCILIO VATICANO II, Decreto Apostolicam
Actuositatem 18 11 65
AG = CONCILIO VATICANO II, Decreto Ad Gentes 7 12 65
CDSI = CONSEJO PONTIFICIO ?JUSTICIA Y PAZ?, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 29 06 04
CCE = JUAN PABLO II, Catecismo de la Iglesia Cat?lica, 11 10 92
CHL = JUAN PABLO II, Exhortaci?n Apost?lica Post- Sinodal Christifideles Laici 30 12 88
DCE = BENEDICTO XVI, Carta Enc?clica Deus Caritas Est
25 12 05
DP = Documento de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano celebrada en Puebla de los ?ngeles, M?xico, 1979
DV = CONCILIO VATICANO II, Constituci?n Dogm?tica Dei Verbum 18 11 65
EiA = JUAN PABLO II, Exhortaci?n Apost?lica Ecclesia in America 22 01 99
EN = PABLO VI, Exhortaci?n Apost?lica Evangelio Nuntiandi 8 12 75
GS = CONCILIO VATICANO II, Constituci?n pastoral Gaudium et Spes 7 12 65
LE = JUAN PABLO II, Carta Enc?clica Laborem Exercens 14 09 81
LG = CONCILIO VATICANO II, Constituci?n Dogm?tica Lumen Gentium 21 11 64
MND = JUAN PABLO II, Carta Apost?lica Mane Nobiscum Domine 7 10 04
NMI = JUAN PABLO II, Carta Apost?lica Novo Millennio Ineunte 6 01 01
PCAL= Pontifica Comisi?n para Am?rica Latina, Recomendaciones Pastorales de la Reuni?n Plenaria ?La Misa dominical, centro de la vida cristiana en Am?rica Latina?, enero 2005.
PDV = JUAN PABLO II, Exhortaci?n Apost?lica Post- Sinodal Pastores Dabo Vobis
PG = JUAN PABLO II, Exhortaci?n Apost?lica Pastores Gregis 16 10 03
RM = JUAN PABLO II, Enc?clica Redemptoris Missio 7 12 90
SD = Documento de la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano celebrada en Santo Domingo, R.D., 29 10 92
VC = JUAN PABLO II, Exhortaci?n Apost?lica Vita Consecrata 25 03 96

INTRODUCCI?N

1. HACIA UNA IGLESIA DE DISC?PULOS Y MISIONEROS

1. Sin la Iglesia en Am?rica Latina y El Caribe, la identidad y el itinerario hist?rico de nuestros pueblos ser?an inexplicables.
Su relaci?n cordial con Dios y su sed de cielo tiene su ra?z m?s profunda en el misterio de la Iglesia. Su b?squeda de paz y reconciliaci?n, su valoraci?n de la familia y la solidaridad heroica en las horas de desgracia tienen su primera fuente en la comuni?n trinitaria. Y el compromiso con la historia, en los tiempos de anocheceres y de auroras, como tambi?n la mirada llena de confianza en el futuro que suscita el Esp?ritu entre nosotros, son presencia viva de Jesucristo, Se?or de la historia, que se acerca a todos, especialmente a los pobres y a los extraviados, porque nos ha preparado una morada en la casa del Padre.

2. Es cierto, sin embargo, que desde la primera proclamaci?n del Evangelio hasta los tiempos recientes la Iglesia ha experimentado ?pocas luminosas y tambi?n momentos sombr?os, vinculados a las diversas situaciones que estaba llamada a afrontar con su fr?gil condici?n humana, ennoblecida por la elecci?n y la gracia de Dios. Con ?l escribi? p?ginas de nuestra historia de gran sabidur?a y santidad. Sufri? tambi?n tiempos dif?ciles, tanto por acosos y persecuciones, como por las debilidades y pecados de sus hijos, los que desdibujaron la novedad del Evangelio, las promesas de Dios a la humanidad, y adem?s su propia vocaci?n de amor y servicio.

Sin embargo, podemos afirmar que en la Iglesia lo m?s determinante siempre es la acci?n del Se?or, que se vale de hombres y mujeres que con fidelidad a la gracia colaboran con ?l, de modo que ella misma llega a ser presencia luminosa y actuante de Cristo en la historia de nuestros pueblos.

3. La comunidad creyente de Am?rica Latina ?aproximadamente la mitad de la poblaci?n cat?lica del mundo?, consciente de su realidad y de su historia, descubre tambi?n en nuestros d?as que su misi?n est? en las sociedades latinoamericanas ante inmensos desaf?os que le plantea la lectura evang?lica de los signos de los tiempos.

Junto a otros actores sociales quiere servir y hacer su aporte original a partir de la fe y la confianza en Jesucristo vivo. Inmersa hist?ricamente en el caminar de los latinoamericanos, la Iglesia quiere continuar en el tiempo el misterio de Cristo y con su misterio pascual, y de esta manera protagonista e interlocutora en los procesos que expresan los anhelos m?s hondos del coraz?n humano.

4. Toda renovaci?n pide lucidez, discernimiento, renuncias y audacia. Cristo ?Camino, Verdad y Vida?, es garant?a de la aut?ntica renovaci?n de la comunidad eclesial. Hoy es necesario que la Iglesia ofrezca una presencia llena de significado, fuente de vida y de comuni?n, clave de sentido para las m?ltiples experiencias que acompa?an a los pueblos del Continente. Gracias a la conversi?n personal y pastoral, la Iglesia siempre est? llamada a morir como el grano de trigo, para dar fruto y ser un signo cre?ble de esperanza. Lo ser? por su di?logo con Dios, por su fidelidad al Evangelio, y por su estilo comunitario, solidario y servicial, transparente, sencillo y dialogante, amante de la verdad y del bien de los necesitados. As? ella sale al encuentro de la persona humana y puede inspirar sus centros vitales, personales y sociales.

A la Iglesia le urge aportar la vida nueva en Cristo y colaborar en la gestaci?n de nuevos caminos que hagan renacer y crecer la esperanza y la vida en las personas y en los pueblos.

2. NUESTRA ORIGINALIDAD LATINOAMERICANA

2.1 Un continente de esperanza

5. Am?rica Latina fue reconocida repetidamente como el ?Continente de la Esperanza?, un nombre que deriva no s?lo de las riquezas que la Providencia de Dios ha dado a sus tierras y a sus pueblos, sino sobre todo del don de la fe cat?lica, en el que reside la mayor riqueza y la fuente inagotable de esperanza de los pueblos latinoamericanos.

?Cristo es su ?perla preciosa?! Por eso mismo, en la sabidur?a de los pueblos ha quedado arraigada la certeza de que el amor es m?s fuerte que el dolor y la muerte.

6. A?n hoy, a comienzos del siglo XXI, podemos constatar que la gran mayor?a de los latinoamericanos han recibido el bautismo en la Iglesia cat?lica y se confiesan cat?licos, no obstante deficiencias y ausencias en la evangelizaci?n y catequesis. Esto muestra la profunda inculturaci?n y arraigo de la tradici?n cat?lica en la g?nesis, historia y cultura de los nuevos pueblos americanos.

La fe cat?lica, que se estableci? en el Continente desde el primer momento del encuentro sorprendente y muchas veces dram?tico de los europeos, sobre todo de espa?oles y portugueses, con las civilizaciones, pueblos y tribus de los muy diversos pueblos ind?genas, marca profundamente nuestra historia, constituyendo el m?s radical y potente v?nculo que da identidad a nuestros pueblos y que construye su unidad en medio de las profundas laceraciones de un mestizaje incompleto y desgarrado y de la secuela de discriminaciones y violencias sufridas. Su Buena Noticia sobre la com?n y excelsa dignidad de todos los hijos de Dios, el mandamiento de la caridad, la pasi?n evang?lica por la justicia y la solidaridad preferencial con los m?s pobres y desamparados, acompa?a y anima los sufrimientos y esperanzas de los pueblos latinoamericanos en sus vicisitudes hist?ricas, y queda desafiada ante los grandes retos de un presente desconcertado que a?ora, anhela y vacila.

7. Tambi?n nos duele la realidad latinoamericana.

A pesar de incontables signos alentadores que afloran sin interrupci?n, todav?a est? marcada por dolorosas situacionesen el orden econ?mico, pol?tico, cultural, social y religioso, que lastiman la dignidad inalienable de la persona humana. En numerosos pueblos la identidad cultural y cristiana es fr?gil. Por eso los aflige el avance de fuertes influencias culturales que les son extra?as y muchas veces hostiles. De hecho hay poderes que se han propuesto acabar con costumbres y convicciones que han caracterizado la vida y las legislaciones de nuestros pueblos.

8. Sin embargo, los signos de esperanza afloran en medio de estas situaciones. Hay una asombrosa riqueza de vida por doquier en la convivencia. Hay incesantes esfuerzos por construir la paz y buscar salidas democr?ticas a los m?ltiples y variados problemas que aquejan nuestra realidad. Adem?s nuestros pueblos no pierden su fe en Dios y su amor por la vida, su sed de trascendencia, su capacidad de acogida, servicio y ayuda fraterna. Las iniciativas ciudadanas se multiplican y no falta la entrega abnegada y comprometida de muchas personas que contin?an construyendo espacios de fraternidad y solidaridad, y abriendo caminos hacia un futuro m?s promisorio.

9. Late siempre en el coraz?n de nuestras gentes el orgullo de sentirse ?latinoamericanos?. Am?rica Latina no es un ?sub-continente? con un mosaico incomponible de contenidos, definido s?lo por su espacio geogr?fico.
Tampoco una suma de pueblos y de etnias que se yuxtaponen. Es la casa com?n de naciones con comunes or?genes hist?ricos, un similar sustrato cultural que requiere ser enriquecido por los aportes inclusivos de todos sus componentes ?tnicos y sociales, con similares vicisitudes y desaf?os hist?ricos, con la impronta com?n de la catolicidad. Entre las etnias, hoy exigen el respeto, el reconocimiento y el espacio necesario para impulsar su futuro, quienes remontan sus tradiciones ancestrales a los pueblos originarios a los cuales lleg? la primera evangelizaci?n.
Entre ellos encontramos grandes valores, tales como la estabilidad familiar, el amor a la tierra, un hondo sentido religioso y abundante solidaridad en las necesidades y alegr?a en las fiestas.

10. Hoy, en el contexto de la globalizaci?n, muchas personas y pueblos de Am?rica Latina se sienten llamados a reanudar v?nculos m?s estrechos entre s?, y vuelven a aparecer esfuerzos tendientes a crear una nueva unidad y solidaridad latinoamericanas. El intercambio realmente solidario, la conciencia de fraternidad y la voluntad de unirse, valores profundamente cristianos, tratan de abrirse camino para garantizar el desarrollo y la cultura, y consolidar su presencia en el panorama mundial.

2.2 La dedicaci?n evangelizadora

11. La fe cat?lica tra?da al Continente tuvo una recepci?n positiva gracias a la potente acci?n del Esp?ritu por medio de la gesta evangelizadora y a la predisposici?nde tantos misioneros a acercarse a las culturas aut?ctonas de manera cercana y comprensible. El acontecimiento de Guadalupe marc? un hito relevante en los inicios de la evangelizaci?n. Las ?semillas del Verbo? presentes en las culturas aut?ctonas les facilit?, de manera sorprendente, encontrar en el Evangelio respuestas razonables, vitales y sobreabundantes a los deseos de verdad, de sentido de la vida y significado de la realidad, de felicidad y justicia, de comuni?n en el amor, que constituyen el ?coraz?n? de toda persona humana. ?stos son dones que reconocemos y agradecemos de coraz?n.

12. Fue decisiva la misi?n evangelizadora de numerosos obispos, misioneros, religiosos y laicos apasionados por la vida y el destino de hombres y pueblos que les confiaba como nuevos ?pr?jimos? la Providencia de Dios, a quienes comunicaron la Buena Noticia de la salvaci?n, y para quienes abrieron, como aut?nticos padres en la fe, caminos de humanizaci?n y defensa de los derechos de las personas y los pueblos. Sin embargo, es imposible desconocer los abusos de quienes pretendieron imponer violentamente otro orden social y cultural, a veces tambi?n la fe.

13. La impronta cat?lica ha permanecido en su arte, en su lenguaje, en sus tradiciones, en su idiosincrasia y estilo de vida, y de manera especial en la rica y variada religiosidad popular del Continente, que se expresa en sus diversas expresiones de invocaciones y s?plicas, de peregrinaciones y de fiestas. El amor a la Eucarist?a es signo elocuente del reconocimiento de la presencia de Cristo, el Dios con nosotros. La piedad mariana ocupa un lugar destacado en la fe de los habitantes de estas tierras. Nuestros pueblos se sienten en la compa??a y comuni?n de los santos. La Iglesia cat?lica encuentra en ellos, no obstante las propias deficiencias, altos ?ndices de consenso, credibilidad y confianza. La devoci?n al Sucesor de Pedro se ha manifestado sobre todo en ocasi?n de las memorables visitas apost?licas, primero de Pablo VI y despu?s, mucho m?s numerosas, de Juan Pablo II a los diversos pa?ses latinoamericanos.

14. No obstante, hay que reconocer que los procesos de evangelizaci?n muchas veces quedaron incompletos, y que no basta con poseer ricas tradiciones, si el fuego de la fe, el amor y la esperanza no es avivado permanentemente con la oraci?n, la meditaci?n de la Palabra de Dios y la participaci?n viva en comunidades cristianas: en su liturgia, en sus peregrinaciones, en su vida y en sus compromisos solidarios. Cuando esto no ha ocurrido, la huella cat?lica ha permanecido en formas culturales o de religiosidad que no han llegado a dar frutos de conversi?n personal y de renovaci?n evang?lica de la vida de nuestros pueblos.

15. Ante este desaf?o nos hallamos. Para darle respuesta queremos encontrarnos nuevamente con Cristo, como los disc?pulos y los santos lo han hecho desde los inicios del cristianismo y a lo largo de la historia. La alternativa crucial es ?sta: o nuestra tradici?n cat?lica y nuestras opciones personales por el Se?or arraigan m?s profundamente en el coraz?n de las personas y de los pueblos latinoamericanos como acontecimiento fundante, como encuentro vivificante y transformador con Cristo, y se manifiesta como novedad de vida en todas las dimensiones de la existencia personal y la convivencia social, o corre el riesgo de seguir dilapid?ndose, empobreci?ndose y diluy?ndose en vastos sectores de la poblaci?n, lo que ser?a una p?rdida dram?tica para el bien de nuestros pueblos y para toda la catolicidad.

3. EN COMUNI?N CON LA IGLESIA UNIVERSAL

3.1 Mutuo enriquecimiento en el camino de la fe

16. La fe que profesamos manifiesta nuestra identidad ante el mundo. El Esp?ritu nos impulsa a vivirla en la comuni?n de la Iglesia universal y nos alienta a expresarla con nuestros propios rasgos espec?ficos. En la Iglesia de Am?rica Latina y El Caribe nos consideramos especialmente enriquecidos por el patrimonio de la catolicidad de la fe que se expresa en variadas formas.
Igualmente las comunidades cristianas de esta regi?n del mundo tambi?n son conscientes de la riqueza peculiar que ofrecen a la experiencia cristiana de la Iglesia universal, produci?ndose as? una corriente rec?proca de vida que fecunda a todos los hijos y las hijas de Dios.

17. En este contexto cabe destacar el ejercicio del ministerio de Pedro, cabeza del colegio episcopal, que en las d?cadas recientes ha tenido una particular preocupaci?n por las Iglesias particulares del Continente.
Sobre todo en la era del postconcilio el magisterio de los pont?fices ha enriquecido y marcado profundamente la vida de nuestras Iglesias, cuya autoconciencia eclesial y latinoamericana se ha expresado y profundizado particularmente en la celebraci?n de las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano. El magisterio de los ?ltimos Papas ?recordemos ya el magisterio de S.S. Pablo VI? merece una especial memoria. Ciertamente Juan Pablo II despert? una gran adhesi?n y amor filial por parte de nuestros pueblos, manifestados en la acogida de sus visitas a esta tierra. El Papa Juan Pablo II comprendi?, anim? y orient? con profundidad la experiencia de la Iglesia en Am?rica Latina. Por otra parte, la acogida que ?l brind? a los proyectos pastorales de las Conferencias Generales repercuti? en un enriquecimiento de su misma acci?n pastoral y de la Iglesia en todo el orbe. Una admiraci?n que crece en la atenta y fiel recepci?n de su Magisterio, despierta actualmente hacia el actual Santo Padre, Benedicto XVI, a quien acogeremos de coraz?n en su pr?ximo viaje a nuestro continente.

3.2 Las cuatro Conferencias Generales y el S?nodo para Am?rica

18. A partir de la segunda mitad del siglo XX, con renovado ?mpetu se retom? en Am?rica latina la b?squeda de formas de comuni?n concreta entre las Iglesias particulares, practicada casi desde los albores de la evangelizaci?n fundante.

19. R?o, Medell?n, Puebla y Santo Domingo fueron para las comunidades eclesiales latinoamericanas verdaderos acontecimientos de gracia, que dieron nuevo impulso a la evangelizaci?n del Continente. El Concilio Vaticano II y luego el Magisterio Pontificio fueron decisivos en la orientaci?n doctrinal y pastoral de estos encuentros episcopales. Sus documentos expresan el camino pastoral que han ido haciendo en com?n las Iglesias de Am?rica Latina en la segunda parte del siglo XX. De ellos, tanto el pensamiento teol?gico como las opciones pastorales han contribuido de manera muy importante a conformar la identidad pastoral de nuestras Iglesias y la identidad cat?lica, espiritual y social, de nuestros pueblos.
Por otra parte, constituyen un hecho singular en la historia de la Iglesia, que debemos agradecer a Dios nuestro Padre y que nos interpela a?n m?s en la comuni?n universal de nuestras Iglesias particulares.

20. La Conferencia de R?o tuvo como principal preocupaci?n la situaci?n de los evangelizadores por la escasez de sacerdotes. Por eso alent? una intensa campa?a
vocacional y puso especial atenci?n en incrementar los medios de formaci?n en la fe tanto para el clero como para el laicado. El aporte m?s importante de esta Conferencia en lo que se refiere a la integraci?n de las Iglesias fue la creaci?n del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

21. La Conferencia de Medell?n se propuso aplicar la renovaci?n conciliar a Am?rica Latina. El tema escogido fue ?La presencia de la Iglesia en la actual transformaci?n de Am?rica Latina, a la luz del Concilio Vaticano II?. El desarrollo integral de la persona y de la sociedad, desde la perspectiva de la Evangelizaci?n, mereci? una reflexi?n especial en esta Conferencia. Produjo 16 documentos sobre los aspectos m?s importantes de la tarea evangelizadora de la Iglesia que fueron acogidos con especial entusiasmo en las Iglesias de Am?rica Latina. Entre los aspectos pastorales que m?s resonancia tuvieron en la vida de la Iglesia se pueden mencionar: el sentido de la salvaci?n y de la liberaci?n, la riqueza de la religiosidad popular, la experiencia de las comunidades eclesiales de base, la floraci?n de los ministerios ordenados y de los ministerios confiados a los laicos, la opci?n preferencial por los pobres, el compromiso de los cristianos con la justicia y la promoci?n humana.

22. La Conferencia de Puebla trat? sobre ?La evangelizaci?n en el presente y en el futuro de Am?rica Latina?, y tom? como base de su reflexi?n la Exhortaci?n Apost?lica Evangelii Nuntiandi de Paulo VI sobre la Evangelizaci?n en el mundo contempor?neo, y consciente del substrato cat?lico de nuestra cultura, comprendi? su vigencia entre nosotros. Esta Conferencia se preocup? de una renovada evangelizaci?n en la cultura propia de Am?rica Latina, a trav?s de la proclamaci?n integral de la verdad sobre Jesucristo, sobre la naturaleza y misi?n de la Iglesia y sobre la dignidad y destino del ser humano. El principio pastoral que escogi? para impulsar la renovaci?n en la Iglesia y animar la evangelizaci?n fue la comuni?n y la participaci?n. Es preciso reconocer que los contenidos expresados en su documento se hicieron lenguaje, estilo pastoral y criterio de juicio que inspir? durante largos a?os el trabajo de toda la Iglesia en Am?rica Latina. Esta Conferencia ha tenido un influjo muy importante en la vida de nuestras Iglesias. En particular, dej? una mayor conciencia de nuestra identidad eclesial y profundiz? y ampli? la s?ntesis que hab?an ofrecido las Conferencias anteriores.

23. En continuidad con las anteriores, la Conferencia de Santo Domingo, trabaj? el tema ?Nueva evangelizaci?n, promoci?n humana y cultura cristiana. ?Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre? (Hb 13, 8)?. El documento final se preocup? de formular y sintetizar la propuesta de una Nueva Evangelizaci?n para las Iglesias de Am?rica Latina haciendo un especial ?nfasis en el fundamento cristol?gico de la evangelizaci?n y en la necesidad de inculturar el Evangelio en las diversas culturas y en las diferentes estructuras de los pueblos de Am?rica Latina. Tenemos que reconocer que la recepci?n de esta Conferencia fue menos intensa que la lograda tras la Conferencia de Puebla.

24. El tema de fondo que unifica todas las Conferencias Generales es la Evangelizaci?n. Sin embargo, se puede sintetizar muy esquem?ticamente, diciendo que la principal preocupaci?n de R?o fueron los evangelizadores, de Medell?n la persona humana y la sociedad latinoamericana; de Puebla la Iglesia y de Santo Domingo Jesucristo. En esta perspectiva se puede apreciar la continuidad tem?tica que presenta la V Conferencia con las cuatro anteriores: el centro de su preocupaci?n pastoral es la vida plena en Cristo tanto del sujeto individual, disc?pulo-misionero, como del sujeto colectivo, que se realiza en la Iglesia para el bien de nuestros pueblos.

25. Cada una con su estilo propio puso acentos a la misi?n eclesial, integr? lo antiguo y lo nuevo, se esforz? por hacer una atenta escucha de las necesidades y expectativas del pueblo de Dios, y se?al? nuevos rumbos en el camino de la evangelizaci?n. La vida y la misi?n de la Iglesia en Am?rica Latina se pueden comprender adecuadamente s?lo a partir de esas claves que han echado hondas ra?ces en su historia reciente.

26. Por su parte, el S?nodo Extraordinario de los Obispos de Am?rica, convocado por Juan Pablo II con motivo de la celebraci?n del Gran Jubileo de la Encarnaci?n del Verbo de Dios, coloc? a las Iglesias de Am?rica ante el centro de su vocaci?n y misi?n: el encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversi?n, la comuni?n y la solidaridad en Am?rica. Este acontecimiento eclesial sin precedentes tendi? puentes entre todas las Iglesias de Am?rica, permiti? celebrar la fe com?n y ayud? a reconocer que esa fe tiene potencialidades capaces de crear comuni?n y solidaridad m?s all? de las fronteras socioculturales y econ?micas. Ecclesia in America es una fuente muy valiosa de s?ntesis teol?gica y de propuestas pastorales, que reclama un elocuente testimonio de coherencia en la vida cristiana y un nuevo ardor misionero de nuestras Iglesias. Se puede decir que esta Exhortaci?n Apost?lica es una agenda abierta que dar? muchas posibilidades de comuni?n y de solidaridad no solo para las Iglesias de Am?rica Latina sino de todo el Continente.

4. CAMINO DE LA V CONFERENCIA

4.1 Los n?cleos tem?ticos

27. El tema central de la V Conferencia es ?Disc?pulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en ?l tengan vida. ?Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida? (Jn 14, 6)?. En ?l encontramos los n?cleos que inspiraron los an?lisis, las reflexiones y las propuestas de su fase preparatoria. Son hilos conductores que le otorgan unidad y coherencia, de tal forma que es posible descubrir en ellos interrelaci?n, interdependencia e interacci?n.

28. Disc?pulos y misioneros de Jesucristo, evoca una triple relaci?n vital: con el Se?or que nos hace objeto de su gratuidad, con la comunidad donde vivimos nuestra identidad eclesial, y con aquellos a quienes somos enviados en nombre del Se?or de la vida.

29. Para que nuestros pueblos, sit?a a los disc?pulos y misioneros en la dimensi?n evangelizadora de la Iglesia, atendiendo a la solidaridad, el amor oblativo y el servicio incondicional a todos sin exclusiones. Queremos acompa?ar a nuestros pueblos en la liberaci?n de sus sufrimientos y esclavitudes, que ahogan su esperanza y no les permiten tener la vida plena que el Padre Dios nos regala sin cesar con la resurrecci?n de Jes?s.

30. En ?l tengan vida, manifiesta nuestra convicci?n de que en el Dios vivo revelado en Jes?s se encuentra elsentido, la fecundidad y la dignidad de la vida humana.
Esta es la vida en Cristo que anhelamos con nuestros pueblos y que se ve amenazada en formas insospechadas y perversas. Nos urge la misi?n de entregarla, promoverla y defenderla en toda su integridad, con la conciencia de que alcanzar? un d?a la plenitud cuando ?Dios sea todo en todos? (1 Co 15, 28).

4.2 Contenido y m?todo del presente documento

31. Este documento consta de tres cap?tulos, una introducci?n y una conclusi?n general. En el primer cap?tulo miramos a nuestros pueblos a la luz del proyecto del Padre, lo cual nos permite una mirada creyente de la sociedad latinoamericana. Se?alamos algunos rostros concretos que hoy nos interpelan, anotamos los rasgos sobresalientes del cambio de ?poca, y nos detenemos en la propia Iglesia con sus contrastes y desaf?os que provienen de la sociedad actual.

32. El cap?tulo segundo ofrece orientaciones y criterios para el discernimiento y la misi?n a partir de la revelaci?n. La persona de Jesucristo nos revela al Padre como dador de vida, cuyo Reino se realiza a trav?s de la existencia encarnada del Hijo, que culmina en el misterio pascual. El disc?pulo de Jes?s se incorpora a ?l y participa de su vida, manifestando de muchos modos la presencia de Jesucristo vivo en las diversas situaciones humanas. La Iglesia, sacramento de vida en constante conversi?n y renovaci?n por la celebraci?n de los sacramentos de la Eucarist?a y la Reconciliaci?n, est? a la escucha de la Palabra y al servicio del Reino. Como Pueblo de Dios en comuni?n y participaci?n, celebra su fe y se orienta a la misi?n.

33. El cap?tulo tercero se ocupa de la actuaci?n evangelizadora de la Iglesia. Estimulada y animada por el Esp?ritu Santo que convoca a todos sus miembros para la misi?n, se inspira en la vida de la Virgen Mar?a, de los ap?stoles y los santos. ?l suscita y alienta en el Pueblo de Dios una espiritualidad evangelizadora y un estilo pastoral caracter?stico. En seguida consideramos los grandes ?mbitos de la misi?n en nuestra realidad, tanto personales y familiares como sociales y eclesiales. Esta misi?n que nos implica a todos pide un proceso de formaci?n de los disc?pulos misioneros y una pedagog?a pastoral integradora de identidades diversas en comuni?n y participaci?n. El cap?tulo termina se?alando nuestras preocupaciones fundamentales.

34. Este documento contin?a la pr?ctica del m?todo ?ver, juzgar y actuar?, utilizado en anteriores Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano.
Muchas voces venidas de todo el Continente ofrecieron aportes y sugerencias en tal sentido, afirmando que este m?todo ha colaborado a vivir m?s intensamente nuestra vocaci?n y misi?n en la Iglesia, ha enriquecido el trabajo teol?gico y pastoral, y en general ha motivado a asumir nuestras responsabilidades ante las situaciones concretas de nuestro continente.

35. Este m?todo nos permite articular, de modo sistem?tico, la perspectiva creyente de ver la realidad; la asunci?n de criterios que provienen de la fe y de la raz?n para su discernimiento y valoraci?n con simpat?a cr?tica; y, en consecuencia, la proyecci?n del actuar como disc?pulos misioneros de Jesucristo. La adhesi?n creyente, gozosa y confiada en Dios Padre, Hijo y Esp?ritu Santo y la inserci?n eclesial, son presupuestos indispensables que garantizan la pertinencia de este m?todo.

36. Podemos decir que el ?ver? de nuestro m?todo est? m?s inmediatamente vinculado a Dios Padre.

Queremos ver siempre la realidad a la luz de su proyecto amoroso, manifestado en la creaci?n y en la re-creaci?n en su Hijo, Jes?s. La ?mirada? y la voluntad salv?ficas del Padre buscan siempre sembrar y hacer crecer la vida, como asimismo defender la vida amenazada y resucitarla en la fuerza del Esp?ritu de su Hijo.

37. El paso siguiente del m?todo corresponde al momento del ?juzgar?. El Verbo, Cabeza de la Creaci?n y del mundo redimido, y el misterio de la Iglesia son la medida para valorar la realidad. Esto quiere decir que Jesucristo es irreductible a una mera teor?a, a una mera ?tica o a un mero proyecto de desarrollo humano o social.
Gracias a que nada ni nadie lo puede sustituir es que podemos proclamar con seguridad que ?l es el Se?or de la vida y de la historia, vencedor del misterio de iniquidad y acontecimiento salv?fico que nos hace capaces de emitir un juicio verdadero sobre la realidad, que salvaguarde la dignidad de las personas y de los pueblos.

38. El ?ltimo paso es el momento del ?actuar?. Para el creyente, el Esp?ritu Santo nos impulsa a actuar y nos se?ala los rumbos del querer de Dios, expresados en l?neas dinamizadoras coherentes con los clamores de nuestros pueblos y con la caridad de Cristo que nos apremia.


39. La experiencia viva de la fe alimentada por la tradici?n y la comuni?n en la Iglesia cat?lica, fundamento imprescindible de este m?todo, ayuda a ampliar y profundizar la inteligencia de la realidad y el discernimiento de las situaciones, mientras nos exige saber dar razones de la esperanza que nos anima y nos confiere la audacia y sabidur?a para actuar en bien de las personas y los pueblos. Las certezas de la fe saben acoger todos los signos de verdad, bien y belleza que se manifiestan en nuestra convivencia, m?s all? de todos los confines y pertenencias asociativas. Desde esta perspectiva, queremos contribuir, junto con muchos hombres y mujeres, a la b?squeda de las respuestas que demanda el actual momento hist?rico.


Publicado por verdenaranja @ 0:28  | Hablan los obispos
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Domingo, 20 de mayo de 2007
20 Mayo (ACI).- Al celebrar la XLI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales en el d?a en que en muchos pa?ses se celebra la Ascensi?n del Se?or, el Papa Benedicto XVI se?al? este domingo que los medios masivos deben ser utilizados adecuadamente para que no se conviertan en alternativas paralelas a la Iglesia, la familia y la escuela.

Al referirse al tema de la presente Jornada, "Los ni?os y los medios de comunicaci?n: un desaf?o para la educaci?n", el Santo Padre destac? que los desaf?os educativos del mundo actual "est?n frecuentemente ligados a la influencia de los medios masivos, que compiten con la escuela, con la Iglesia e, incluso, con la familia".

El Papa se?al? que "es esencial una adecuada formaci?n en el uso correcto de los medios: los padres, los maestros y la comunidad eclesial est?n llamados a colaborar para educar a los ni?os y a los j?venes a ser selectivos y a madurar una actitud cr?tica, cultivando el gusto por aquello que es est?tica y moralmente v?lido".

Benedicto XVI destac? sin embargo que "tambi?n los medios deben dar su contribuci?n a este compromiso educativo, promoviendo la dignidad de la persona humana, el matrimonio y la familia, las conquistas y logros de la civilizaci?n".

Al respecto, el Pont?fice denunci? que "los programas que inculcan violencia y comportamientos anti-sociales o vulgarizan la sexualidad humana son inaceptables, a?n m?s si son propuestos a menores".

"Renuevo por tanto el llamado a los responsables de la industria de los medios y a los operadores de la comunicaci?n social, a que salvaguarden el bien com?n, respeten la verdad y protejan la dignidad de la persona y de la familia", concluy? el Santo Padre.

Mensaje de la Comisión de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones que se celebra el domingo, 20 de Mayo de 2007, con el tema escogido por Benedicto XVI: «Los niños y los medios de comunicación social: un reto educativo para todos».

RELEYENDO EL MENSAJE DE BENEDICTO XVI
PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES




1. El Papa Benedicto XVI ha querido dedicar la 41ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que se celebra el 20 de mayo de 2007, festividad de la Ascensión del Señor, a reflexionar sobre dos aspectos muy concretos y preocupantes que tienen una especial vigencia en nuestro país: por un lado, la formación de los niños por parte de los medios de comunicación; y, por otro, la formación de los más pequeños para responder adecuadamente a estos medios.

¿Qué modelo de educación solicita el Santo Padre? Se puede resumir en la siguiente frase: “Una educación positiva y en libertad, pero a la vez crítica y responsable”. En otras palabras: se debe educar en el camino de la belleza, de la verdad y de la bondad. Esto comporta en estos momentos promover, especialmente en los medios de comunicación, la dignidad fundamental del ser humano, el verdadero valor del matrimonio y de la familia, así como los mejores logros y metas de la humanidad. Por lo mismo, se ha de rechazar como dañino todo aquello que exalta la violencia, o comportamientos antisociales. O que trivializan la sexualidad.

LAS "NUEVAS PANTALLAS"
2. Se trata de cuestiones de especial responsabilidad para la Iglesia en el nuevo contexto social y cultural en el que vivimos, donde las nuevas tecnologías han otorgado a los medios un papel decisivo en la conformación de las conciencias y de la entera sociedad; lo que afecta de forma importante a instancias que, por derecho primario y natural –sobre todo la familia- tienen la misión educativa con respecto a las nuevas generaciones.

De todos es conocido que se ha producido en nuestros hogares un aumento de la presencia de medios de comunicación, sobre todo de las llamadas “nuevas pantallas” (televisor, Internet, videojuegos, teléfonos móviles, etc.), a los cuales los más jóvenes se adaptan con gran facilidad y les dedican un tiempo creciente, en detrimento en ocasiones de la necesaria convivencia familiar, de las sanas relaciones personales y de la dedicación al estudio.

Por otra parte, las modernas tecnologías están propiciando la aparición de un nuevo ecosistema comunicativo en el que de la pasividad de espectadores se está pasando a la aparición de usuarios cada vez más interactivos hacia los teclados o mandos de las “nuevas pantallas”. La praxis informática del “cortar y pegar” no es sino el paradigma de un nuevo modo de conocer, en el que con frecuencia todo se muestra fragmentado e inconexo, lo que acrecienta el relativismo que hace sospechosa toda posesión de certezas.

Además de todo esto, en los nuevos medios se han difuminado grandemente los límites entre la realidad y la ficción, lo real y lo virtual, con las consecuencias, no siempre positivas, que ello puede acarrear no sólo en el ámbito del conocimiento, sino también en el afectivo y emocional, tan importante para el ser humano en su etapa de crecimiento.

Los niños y jóvenes son, en definitiva, los más afectados por esta verdadera revolución de las comunicaciones que no es sólo tecnológica sino, sobre todo, cultural, al producir en ellos cambios de valores y de comportamiento que pueden condicionar de forma importante su educación, también la que se refiere a la fe cristiana.

PROTAGONISMO A LOS MÁS PEQUEÑOS
3. Por otro lado, el cada vez más importante sector mediático de las “nuevas pantallas” está siendo además favorecido en su expansión por un creciente interés económico ante los beneficios que genera. A ello se une la falta de una completa regulación de las administraciones públicas, especialmente en lo que se refiere a los videojuegos, lo que hace muy vulnerable estos medios a la transmisión de contenidos inadecuadados, cuando no dañinos, para los más pequeños. Algo similar ocurre en el terreno televisivo con la falta de cumplimiento en la parrilla de programación de las normas y acuerdos adoptados sobre emisiones inadecuadas en horas de visionado infantil. A todo esto habrá que poner el remedio que exige una responsable y madura sociedad civil y los ciudadanos han de reclamar, individual o asociadamente.

Los derechos a la libertad de expresión y de mercado, que pudieran invocarse para justificar estas prácticas, han de tener en cuenta que sólo son válidos si se armonizan con otros derechos fundamentales. Así lo expresó el Papa Juan Pablo II al afirmar que “no se puede escribir o emitir sólo en función del índice de audiencia, a despecho de servicios verdaderamente formativos... No hay libertad, incluida la libertad de expresión, que sea absoluta: ésta está limitada por el deber de respetar la dignidad y la libertad legítima de los demás” (Discurso con motivo del Jubileo de los periodistas. Roma, 4.06.2000).

4. Todos estos datos y reflexiones no pueden llevarnos a una consideración negativa de los medios, de la que hemos de huir -“la educación para los medios debería ser positiva”, nos recuerda Benedicto XVI en su mensaje-, pero sí a ser conscientes de las repercusiones éticas y educativas que conlleva la relación de los niños con las nuevas tecnologías de la comunicación y a las que la Iglesia está llamada, en la medida de sus posibilidades, a dar respuesta desde su sabiduría moral, ayudando a los padres y educadores, muchas veces perplejos e indefensos ante estos nuevos retos.

RESPONSABILIDAD COMPARTIDA
5. Todas las personas e instituciones implicadas en la relación de los más pequeños con el mundo de la comunicación tenemos una responsabilidad compartida, a fin de que estos se beneficien de las posibilidades educativas, culturales y de sano entretenimiento que ofrecen los nuevos medios y se eviten, al mismo tiempo, de forma eficaz los peligros e inconvenientes que puedan existir.

En este sentido, ofrecemos a las autoridades públicas nuestra colaboración a la hora de afrontar una adecuada regulación que, salvaguardando la justa libertad de expresión, indispensable en un Estado democrático y de derecho, redunde en beneficio de los más pequeños, cuyo efectivo derecho a la información exige -por la indefensión propia de su corta edad- la tutela de las leyes y de los padres, tal y como reconoce nuestra Constitución (Art. 20, 4). Estas exigencias son tanto más necesarias en Internet, cuanto en la red nos encontramos ante contenidos perjudiciales e ilícitos que, amparándose en su estructura y en su anonimato, los hace de fácil acceso para los menores y de muy difícil regulación y sanción para los Estados, lo que causa una indefensión a la que es necesario dar adecuada respuesta desde la vertiente tecnológica, jurídica, y, sobre todo, educativa.

6. A los comunicadores, creativos, productores, programadores y empresarios de la industria de los medios, les reiteramos el llamamiento del Papa Benedicto XVI para que, además de optar en sus contenidos o producciones por la excelencia y belleza de una verdadera calidad ética y estética, se inclinen de forma decidida “a salvaguardar el bien común, a preservar la verdad, a proteger la dignidad humana individual y a promover el respeto por las necesidades de la familia”.

En este empeño siempre contarán con la colaboración y apoyo de la Iglesia, y por ello mismo animamos a los comunicadores cristianos a seguir contribuyendo en sus lugares de trabajo a una comunicación verdaderamente humana, favorecedora de los valores trascendentes de la persona, que nacen de su inviolable dignidad. Especialmente necesaria y urgente es hoy en día su contribución a la creación para el público infantil y juvenil de interesantes contenidos de inspiración cristiana en los nuevos medios, sobre todo aquellas producciones que, explícitamente religiosas, tienen una clara finalidad catequética.

7. A los maestros y educadores, por su parte, rogamos un especial empeño, en coherencia con la entrega vocacional que les caracteriza, para seguir integrando en las enseñanzas que imparten a sus alumnos no sólo el recurso a los nuevos medios con una finalidad pedagógica, sino, sobre todo, formar a las nuevas generaciones para que puedan interactuar en ellos de una manera crítica y responsable, iniciándolos en el aprecio por la búsqueda de la verdad y de la belleza. Nos dice el Papa que, “cuando se pone a los niños delante de lo que es estética y moralmente excelente se les ayuda a desarrollar la apreciación, la prudencia y la capacidad de discernimiento” (n.2).

8. Todos estos hábitos son hoy especialmente necesarios no sólo para la vida personal, sino también para la convivencia y la participación ciudadana, la cual no puede llevarse a cabo en nuestra época sin los medios de comunicación, por lo que la educación mediática es también una verdadera formación para ser en la sociedad de hoy y del futuro ciudadanos activos, solidarios y responsables. Esta formación, con la que también han de estar comprometidas la escuela católica y las parroquias, representa, como dicen los obispos de la Unión Europea, “una contribución muy importante para el futuro desarrollo de la ciudadanía y de la democracia” (COMECE, Una llamada a educar en los medios de comunicación, n.4).

PROTAGONISMO EDUCATIVO DE LA FAMILIA
9. Pero es la familia, sobre todo los padres, los primeramente llamados a tomar en consideración su responsabilidad en este importante aspecto de la educación de sus hijos, que en nuestro tiempo pasa necesariamente por una mayor atención a la formación en el uso crítico y responsable de los medios. “Por el bien de sus hijos, y por el suyo, los padres deben aprender y poner en práctica su capacidad de discernimiento como telespectadores, oyentes y lectores, dando ejemplo en sus hogares de un uso prudente de los medios de comunicación. De acuerdo con la edad y las circunstancias, los niños y los jóvenes deberían ser introducidos en la formación respecto a los medios de comunicación, evitando el camino fácil de la pasividad carente de espíritu crítico, la presión de sus coetáneos y la explotación comercial” (PCCS. Ética en las comunicaciones sociales, n.25). En esta tarea, queridos padres, quiere ayudaros la Iglesia a través de vuestras parroquias, colegios y asociaciones, a las que pedimos un mayor compromiso en este ámbito educativo.

10. Para terminar, nada más apropiado que retener en nuestra memoria como síntesis de nuestro mensaje, lo que nos señala Benedicto XVI en la conclusión del suyo: “Sobre todo, la Iglesia desea compartir una visión de la dignidad humana que es el centro de toda auténtica comunicación. Al verlo con los ojos de Cristo, puedo dar al otro mucho más que cosas externas necesarias: puedo ofrecerle la mirada de amor que él necesita (Deus caritas est, 18)”.

El logro de estos objetivos es nuestro deseo y oración para esta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, especialmente para los comunicadores, sobre los que invocamos la bendición del Buen Dios.

+ Juan del Río, Obispo de Asidonia-Jerez y Presidente
+ Antonio Montero, Arzobispo emérito de Mérida-Badajoz
+ José H. Gómez, Obispo de Lugo
+ Joan Carrera, Obispo auxiliar de Barcelona
+ Joan Piris, Obispo de Menorca
+ Raúl Berzosa, Obispo auxiliar de Oviedo


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Consejos para usuarios de los medios de comunicaci?n?, en particular de la prensa, el cine la radio, y la televisi?n, publicados por el secretariado de la Comisi?n de Medios de Comunicaci?n Social de la Conferencia Episcopal Espa?ola (CEMCS).

PRENSA
PARA LEER UN PERI?DICO


1. Lo ideal es leer dos o m?s peri?dicos de tendencias contrarias, para poder contrastar y discernir con m?s elementos de juicio. Pero si usted s?lo es lector de un peri?dico, elija habitualmente el mismo; aquel cuyo ideario le sea m?s af?n y le agrade m?s el proyecto informativo que desarrolla. Esto es, el estilo, la selecci?n y valoraci?n de informaciones, la manera de titularlas, c?mo las destaca, etc?tera.

2. Tenga presente que la objetividad pura no existe. Id?nticos hechos son publicados por cada peri?dico en funci?n del ideario y presentados seg?n el proyecto o estilo propio del peri?dico.

3. Aceptando esa objetividad tendenciosa (dicho sea sin ?nimo peyorativo) hay que distinguir qu? es informaci?n y qu? es opini?n. Aquella debe ser s?lo eso, mera noticia, y hay que exigirle que ni oculte datos ni los desvirt?e. Cuando la informaci?n va acompa?ada de opini?n, inf?rmese de quien la firma, porque a la dif?cil objetividad hay que a?adir la subjetividad de quien la escribe.

4. Un peri?dico bien hecho es aquel cuyo contenido puede captarse durante los diez minutos del desayuno. Haga esa primera observaci?n mientras va seleccionando aquellos temas que leer? despu?s con m?s detenimiento.

5. No se deje deslumbrar por los titulares de una noticia, pues no siempre reflejan sumariamente su contenido. Hay que leerla ?ntegramente antes de emitir un juicio. Si lo hace con esp?ritu cr?tico, podr? darse idea de la desinformaci?n que puede padecer aquel que s?lo es lector de titulares.

6. No olvide nunca que la letra impresa no es dogma de fe ni siquiera signo de veracidad. Los hechos han podido ocurrir de manera diferente a como se cuentan. Gu?rdese, por tanto, de toda informaci?n que no vea debidamente contrastada o no recoja la versi?n de todas las partes. Las noticias suelen ser incompletas en el momento de su publicaci?n. Es necesario, pues, un seguimiento de las mismas en d?as sucesivos para disponer de m?s datos.

7. Los columnistas no son infalibles en sus observaciones. L?alos con esp?ritu cr?tico, con la intenci?n de encontrar discrepancias con su propio criterio. Es un buen ejercicio para desarrollar la capacidad de an?lisis.

8. No desde?e la lectura de los editoriales. Si se identifica de alguna manera con el ideario de su peri?dico, los editoriales le ayudar?n en la formaci?n de un criterio serio y fundamentado.

9. En los contenidos relativos a la religi?n o a la vida de la Iglesia, conviene acudir a las publicaciones o revistas especializadas, ya que, por lo general, salvo algunas excepciones, estas informaciones suelen ser en los peri?dicos menos objetivas que las dem?s, bien sea por ignorancia, ligereza o prejuicios.

10. Si en lo esencial est? de acuerdo con su peri?dico, escr?bale al director cuando encuentre algo que razonablemente ?l deber?a evitar. Muchos directores suelen ser muy sensibles a las cr?ticas razonadas, sobre todo si son constructivas y afectuosas.

Uni?n Cat?lica de Informadores y Periodistas de Espa?a (UCIP-E)

CINE
PISTAS PARA UN ESPECTADOR AVISADO


1. Elige tu pel?cula a trav?s de una orientaci?n previa, ajena, por supuesto, a los reclamos publicitarios.

2. Procura verla el d?a, a la hora y con el estado de ?nimo m?s propicio para su degustaci?n.

3. Trata de ampliar cada vez m?s tus gustos por los diversos g?neros, estilos y nacionalidades contra la inercia de lo ya conocido.

4. No digas nunca esa tonter?a de que "Yo voy al Cine a pasarlo bien y distraerme porque bastantes problemas tiene ya la vida".

5. Mientras contemplas la pel?cula, trata de descubrir sus valores argumentales, est?ticos, interpretativos y humanos.

6. Si puedes, cuando est?s realizando tu propia rumia de la pel?cula -no antes-, trata de leer una cr?tica solvente que te ayude, en di?logo silencioso, a descubrir sus valores.

7. Mejor a?n, comenta, si puedes, la pel?cula con los amigos, con la esposa, con los hijos, enriqueciendo y contrastando tu opini?n con la de los otros.

8. Recomienda la pel?cula que a ti te ha gustado. No hay publicidad m?s eficaz que la de "boca a o?do".

9. Tampoco te importe volver a ver una pel?cula, cuando te haya gustado mucho y veas que no la has abarcado.

10. Y, por fin, valora y agradece la capacidad creativa de los buenos directores, guionistas e int?rpretes, que te han hecho disfrutar y te han enriquecido y hecho crecer como persona.

Santiago Gil del Muro



RADIO
PARA ESCUCHAR LA RADIO



Decimos "escuchar", que no es lo mismo que "o?r". Hay que escuchar la radio. Hay que escuchar una radio que cada vez se plantee nuevos g?neros con unas mayores exigencias de preparaci?n t?cnica y planificaci?n econ?mica. De la radio de transistores hamos pasado ya al RDS y a la radio digital. Esto nos abre el abanico no solamente de ofertas sino de posibilidades de o?r, mejor dicho, de escuchar lo que queremos y en el momento que queremos. Los periodistas deben persuadirse de que no hay noticias donde no haya un hecho comprobable. Por su parte, el oyente tiene el derecho a ser correctamente informado, una prioridad que debe existir sobre el deseo de una u otra emisora a ser la primera en dar una informaci?n. Hechas estas consideraciones y aparte de tener el aparato de radio que a cada uno le permita su econom?a, los diez consejos que dar?amos son los siguientes:

1. Encontrar la hora adecuada. Cada oyente debe saber cuando puede estar mejor o peor informado. No todas las horas son las mismas para todos.

2. Buscar la sinton?a amiga. Cada uno debe intentar "sintonizar" con la emisora que responda a sus inquietudes o preferencias pol?ticas, econ?micas, religiosas, etc.

3. Diversificar la audiencia. Pero a pesar de lo dicho en el anterior apartado, es conveniente que se oigan varias emisoras para poder encontrar el punto medio de influencia y de credibilidad.

4. Discrepar a menudo. Conviene no asentir a todo lo que se dice por el medio radio. De ah? la necesidad de diversificar las preferencias y de discutir, aunque sea mentalmente, con lo que se est? diciendo en las distintas emisoras.

5. Huir de los santones. Los tertulianos son los nuevos santones de las emisoras de radio, son los que hablan y saben de "todo" sin conocer "todo". Pueden ayudar a completar la informaci?n, pero nunca a dirigir nuestra opini?n personal.

6. Huir del sensacionalismo. Aquellas emisoras que hacen del sensacionalismo su primera premisa informativa, no son aconsejables para el oyente. Hay que buscar la informaci?n sin alharacas.

7. Huir del personalismo. Aquellos que hacen informaci?n muy personalizada transmiten sus propias sensaciones a los oyentes. Sensaciones que en la mayor?a de los casos no responden a la realidad ni a las se?as de identidad de la emisora escuchada.

8. Ser muy cr?tico. Tenemos que escuchar la radio con criterios propios y, por tanto, no tener miedo a criticar a aquello o aquellos que nos parece que no est?n acertados en sus apreciaciones sobre informaciones y comentarios. Es conveniente hac?rselo saber a la emisora a trav?s de cartas o de llamadas telef?nicas.

9. La informaci?n es lo primero. La noticia debe ser el catecismo de la emisora. Tenemos que aprender a distinguir noticias de opini?n. Tenemos que saber seleccionar lo que es noticia. La noticia m?s relevante no puede ser el hecho de que sea un acontecimiento interesante o espectacular, sino su importancia o significado.

10. Escuchar, no o?r. Retomamos el inicio del escrito. Tenemos que aprender escuchar la radio y no solamente a o?r. Escuchar una transmisi?n de noticias y valorar que tengan siempre en cuenta las peculiaridades, posibilidades y limitaciones del medio radiof?nico.

Rafael Ortega
Presidente de la Uni?n Cat?lica de Informadores y Periodistas de Espa?a (UCIP-E)


TELEVISI?N
DIEZ PALABRAS AL PRINCIPIO



Se pone usted ante el televisor y de entrada no se da cuenta ?quiz?s no lo advierte- que est? usted ante la gran pitonisa de nuestro tiempo. Ella, a poco que usted se descuide, se puede convertir en el gran compulsor de sus emociones y aun en el gran devorador de sus decisiones de conciencia. Opina uno que no ser?a malo tomar, previamente al hecho televisivo, una serie de precauciones que se me ha ocurrido fijar exactamente en diez. Son ?stas.

1?. Conozca usted la televisi?n.
No es el aparato ante el que se pone usted. Es m?s bien el producto pl?stico y sonoro que ha requerido para su factura muchos esfuerzos personales y econ?micos, m?s de un quebradero de cabeza y hasta es posible que alg?n acomodamiento de la conciencia. Dec?a Francois Truffaut que un simple movimiento de c?mara es de por s? un problema moral.

2?. ?mela en lo que vale. No crea usted que la mejor soluci?n a los problemas que puede plantear la televisi?n en casa es la de dejarla afuera. La de no tener televisi?n. La televisi?n, tan aparentemente apisonadora, es sumisa y es modesta. Es sencilla y no avasalla a nadie. Se sabe en manos del destinatario y respeta las decisiones del mismo. La televisi?n, sencillamente, oferta su producto. Y hay que amarla porque ese producto es m?ltiple y respetuoso. Usted tiene en la mano el mando a distancia. Y puede hacer con ?l lo que le parezca m?s oportuno. Y la televisi?n no se va a quejar a nadie.

3?. No hay que verla solos. La televisi?n no tiene que ser la sacudida del aburrimiento en esas largas horas en que no hacemos nada porque nada se nos ocurre. El espectador de la televisi?n tiene que ser generoso consigo mismo y con los dem?s. Y, hasta donde pueda, debe convocar a los dem?s a un espect?culo que enriquecer? a todos en la misma medida en que sepan compartirlo. El destinatario verdadero de la televisi?n no es el individuo, sino el grupo familiar. Entre dos o cuatro o cinco puede ver m?s y mejor que lo que es capaz de ver una persona sola... y solitaria.

4?. No exija a la tele lo que la tele no puede dar. Se le pide cultura. Una cultura uniforme. Se le pide que edifique virtudes en los ciudadanos, como si la moral fuera unitaria y catequ?tica. Se le pide que no nos aburra. Se le pide que d? a nuestros ocios el divertimento que m?s vaya con nuestra capacidad de distracci?n. Hay que convencerse: la televisi?n no est? para suplir las carencias de algo o de alguien. La televisi?n, sencillamente, se?ala caminos. Para eso no hay que pedirle, adem?s, que nos empuje por ellos.

5?. Seleccione los programas. Echen lo que echen, no se lo trague todo. Si usted es un consumidor a esgaya, acabar? por hastiarse de la televisi?n y llegar? imprudentemente a la conclusi?n de que no hay en ella nada que valga la pena. Yo le digo a usted que s?: que a diario hay en la televisi?n (en las muchas televisiones que tenemos), bastantes programas apetecibles. Inevitables, incluso. Hay que buscarlos, claro est?. Y hay que hacer de entre ellos el men? de cada jornada.

6?. Busque usted la almendra de cada programa. Ya est? hecha la selecci?n. Ya nos sentamos a desmenuzar el men? que hemos preparado. Y bien: se va a dar cuenta de que cada programa tiene su exigencia: de tema, de realizaci?n, de compromiso. Reexamine usted la calidad de estos elementos. Comprom?tase con ellos. Retire la paja que pueda encontrar. Qu?dese con el grano, con la almendra. Es decir: convi?rtase de espectador pasivo en espectador inteligente.

7?. Cambiar de canal es cosa sabia. Le pedir?n a usted que no cambie. Le pedir?n que aguarde un poquito mientras le tiran encima la red de la publicidad. No haga caso de esas instancias. Si a usted le gusta el programa que est? viendo, siga usted con ?l pero sin que nadie le empuje. Pero si el programa no le gusta, sepa usted por qu? lo abandona, pero aband?nelo.

8?. Rechace la violencia. Toda la violencia. La que viene en las pel?culas con series contadas a prop?sito y conveniencia de la misma ?la violencia- o la que se filtra en los documentos de la guerra abierta o de las facciones revolucionarias. La juventud que puede haber en la casa acabar? por no distinguir la violencia de verdad ?documental- de la violencia construida. Y, violencia por violencia las im?genes son las mismas.

9?. Hay que hablar de lo que se ha visto. Los programas no deben morir una vez que han pasado por televisi?n. Los programas buenos tienen derecho a que se los discuta y a que se llegue con ellos a conclusiones est?ticas o morales. O a las dos a la vez. Y el espectador inteligente har? bien en llevar sus ideas ?las que se le hayan promovido por un programa- a la conversaci?n de la casa o de la calle o de las reuniones de amigos. La escasa imaginaci?n que padecen algunos para acercarse a determinados temas, puede ser aliviada generosamente por la televisi?n.

10?. No todos los programas son iguales. Ni son iguales sus formulaciones. Ni son iguales los destinatarios. Hay programas en diferido y hay programas en directo. Los ?en directo? son la televisi?n m?s verdadera y habr? que tenerlo en cuenta. Los montados en estudio o los que van en diferido con posibilidad de manipulaci?n de sus im?genes, siempre ofrecen sospechas. El espectador inteligente deber? tener en cuenta esas condiciones inevitables. Y esto y poco m?s se puede sugerir al actual o futuro espectador de esa maravilla de la cultura de hoy llamada Televisi?n. Digital o de la otra.

Eduardo T. Gil de Muro

Publicado por verdenaranja @ 23:43  | Hablan los obispos
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Mensaje que ha dirigido la Comisi?n de Comunicaci?n de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe a los periodistas, ante la XLI Jornada Mundial de las Comunicaciones que se celebra este domingo.


Una feliz coincidencia hace que la XLI jornada mundial de las comunicaciones sociales tenga lugar en medio de las deliberaciones de la V Conferencia General del Episcopado latinoamericano, en el santuario de Aparecida.

Un saludo cordial a todos ustedes comunicadores y a sus respectivos medios, que han acompa?ado tanto la primera visita de Su Santidad Benedicto XVI a Am?rica Latina como el desarrollo de la V Conferencia. El mundo entero pudo seguir de cerca el peregrinar del Papa por nuestra tierra, su cercan?a a todos y su sinton?a con nuestras angustias y esperanzas.

La V Conferencia est? en camino. El seguimiento tanto de las deliberaciones como la ocasi?n para hacer llegar al mundo los rostros, realidades y realizaciones de las iglesias locales del continente, es una tarea dif?cil y delicada. Son ustedes, los comunicadores, los que con su dedicaci?n y empat?a hacen llegar a todos los hogares lo que est? aconteciendo en Aparecida.

La educaci?n es tarea de todos, como nos recuerda el Papa este a?o en su mensaje por la jornada de la comunicaci?n. Tambi?n los comunicadores participan de ese reto por la misi?n de transmitir la verdad e incorporar a la comunidad humana. Los ni?os son el mejor term?metro para medir la capacidad de formar cr?tica y activamente a las generaciones que surgen. No abandonen este hermoso servicio que los hace sembradores de libertad, de identidad y de comunidad.

Es una tarea compleja salvaguardar el bien com?n. Los due?os de la industria , los productores y la Iglesia debemos aprender y ense?ar, compartir y corregir pol?ticas y acciones que contribuyan a desarrollar una visi?n positiva de la dignidad humana.

Reciban nuestra bendici?n y una oraci?n especial en este d?a ante Nuestra Se?ora Aparecida.

Mayo 18 de 2007, en el Santuario de Nuestra Se?ora Aparecida

Publicado por verdenaranja @ 23:34  | Hablan los obispos
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Carta a mi querido Te?filo del Padre Antonio Mar?a Hern?ndez, publicada en la revista "Como las Abejas", perteneciente a Marzo-Abril de 2007, n?mero 32.

Carta a mi querido Te?filo

Mi gran amigo Te?filo, he estado largamente pensando, en lo que me escribes. Una y otra vez he le?do el contenido un tanto angustioso de tu carta por ver qu? saco de positivo de ella. No es nada f?cil: porque la fe la da Dios y no se aprende en ninguna universidad. Ciertamente es muy dif?cil entender esta vida, sin fe.

Claro que, a muchos, esto de la fe no le suena a nada y parece que es un t?rmino que utilizamos cuando no encontramos explicaci?n de alg?n acontecimiento. No digamos cuando hablamos de conceptos como el Cielo, el Infierno. Dios, el Diablo, la salvaci?n o condenaci?n del Alma.

Amigo m?o, ?cu?nto cuesta conseguir la fe, y con qu? facilidad se pierde! Y, por supuesto, una persona que tenga fe, se pone a hablar con otra que no tenga y es como un di?logo con un sordo o hablar con un chino cuando uno no conoce dicha lengua, y por muchas explicaciones y argumentos que des, no hay modo de que nos entendamos. Pero, si hoy has escrito esta carta un tanto estremecedora, es porque algo te queda de tu fe de ni?o. Tambi?n veo que intentas recuperar tu fe, aunque t? creas que no la est?s consiguiendo, asistiendo a esos actos, que me has contado, aunque sea en silencio y de mero observador. Lo del Martes Santo, las procesiones, y a?n m?s. el recuerdo de tu madre pienso yo, que son otros tantos aldabonazos con que Dios est? golpeando en la puerta de tu coraz?n para que le abras. ?T? no crees mi buen Te?filo, que tu madre desde el Cielo, donde t? dices que tiene que estar, y tambi?n yo lo creo, est? rogando a Dios por ti, para que vuelvas a la casa del Padre, para recibir poco a poco la fe perdida?
?Cu?ndo nos daremos cuenta de que t? y yo no somos solamente un mont?n de carne bautizada, ni tampoco unos pobres animales con inteligencia y con capacidad para amar! ?Cu?ndo nos daremos cuenta que no s?lo son fuentes de conocimiento nuestros sentidos que nos equipara a los puros animales racionales, ni tampoco s?lo los conocimientos procedentes de la inteligencia y de la voluntad com?n con los ?ngeles, entre los que se encuentran los demonios! Sino que tenemos otra fuente de origen de conocimientos, procedentes de una zona que est? por encima de la pura naturaleza del hombre y es la zona de Dios, infinitamente m?s amplia que las otras fuentes de conocimientos. Por ser ?Zona de Dios?, participa de la misma vida divina, y es un regalo de Dios, que la da a quien con humildad se la pide, al que reconoce sus errores, al que le pide insistiendo una y otra vez aunque no sienta nada, aunque le parezca que le habla a las paredes, que nadie le escucha. A?n, clamando con impotencia: ?Oh Dios, si existes, ay?dame, dame fe dame la fe que ten?a mi madre?, y como Dios realmente existe, te la dar?. Segur?simo. Te lo garantizo yo. No debes claudicar en ning?n modo aunque se r?an de ti. T?, en silencio sigue pidiendo. Ten constancia, aunque te parezca que Dios no te est? escuchando.

En este tema no hay recetas posibles. ?Cu?nto me gustar?a a m? tener una medicina concreta! Yo creo que debes seguir rezando a?n cuando no lo sientas y, como dice el refr?n: ?rascar y rezar, todo es cuesti?n de comenzar?. No puedes darte por condenado. Si hay algo que es completamente seguro es que Dios te quiere como jam?s puedes imaginarte y no, porque t? seas bueno, sino porque El es bueno y fant?sticamente misericordioso. y en el decir de Jesucristo. ?l vino a por los pecadores, a por los enfermos, a por los desheredados. a por los que se reconocen pobres y desahuciados, a los marginados a los despreciados, a los que nadie valora.

No hay pecado por muy asqueroso repugnante, y horroroso que sea, que Dios no lo pueda perdonar. Piensa mi amigo Te?filo que, aunque ya ni creas en el pecado es precisamente el pecado, y lo siento por el que no lo crea as?, el principal causante de la p?rdida de la fe. y entre los pecados los que m?s nos embrutecen, aunque no nos guste. es la lujuria y la avaricia el sexo y el dinero, y as? se forma la cadena de todos los pecados capitales que funcionan solidariamente. Dir?a un d?a nuestro fil?sofo ?Valmes?: ?Tr?iganme un hombre puro y les demostrar? que ese cree en Dios?.
Es cuesti?n, amigo m?o, de agarrar la sart?n por el mango y al toro por los cuernos y no andar con rodeos. Hemos de ser honrados con nosotros mismos y no irnos por las ramas sino a la ra?z y ver d?nde est? la causa que origina nuestros pecados. Pienso, amigo Te?filo, que vale la pena, porque es cuesti?n de vida o muerte. T?, por suerte, a?n est?s vivo y por tanto es se?al de que Dios te sigue queriendo, y puedes, si quieres. Pero has de tener la sana intenci?n de cambiar, y confesarte bien. No te limites simplemente a enumerar un cat?logo de pecados como si se tratara de una lista de boda.

Has de saber, amigo Te?filo, que la absoluci?n del sacerdote sobre tus pecados, no es m?gica, ni desaparecen tus pecados como si te quitara un tumor maligno. La enfermedad del Alma y su curaci?n es algo m?s seria. Est? condicionada a que t? realmente sientas que has hecho da?o a Dios y a toda la humanidad y que est?s realmente dispuesto a rectificar. Ver?s c?mo comienza a crecer en ti una fuente de fe y de esperanza y entender?s mejor aquella bienaventuranza que dice: ?Felices los limpios de coraz?n, porque ellos ver?n a Dios?. 0 s?ase que una condici?n para ver a Dios es estar limpios. No lo olvides.

Adelante sigue insistiendo. Merece la pena de que le pidas al buen Dios que aumente tu fe. No te canses. Que se canse el Diablo de tratar de ponerte la zancadilla de desanimarte y de provocar tu desesperaci?n, como consigui? con Judas Iscariote.

T? puedes, si quieres. Pero si t? no quieres ?no hay santo que ruegue?. Yo tambi?n pedir? por ti, en mis pobres oraciones. Anda, adelante, un paso m?s. Otro paso m?s. Camina de pie, erguido con la cabeza levantada, porque ante todo y sobre todo, eres hijo de Dios y te tiene preparado en el Cielo un lugar muy cercano a tu madre.

Antonio Mar?a Hern?ndez Hern?ndez

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Comentario al evangelio del lunes de la s?ptima semana de Pascua, sacado del libro "Ens??ame tus caminos" de Guillermo Guti?rrez.

Jn 16,29-33

La fe que vence al mundo. En la conclusi?n del serm?n de la ?l?tima cena se repiten unos temas que la Iglesia y cada individuo viven en su experiencia de la fe. Leyendo el evangelio de san Juan se llega a una conclusi?n fundamental referida a Jes?s: ?T? has salido de Dios?. Esta profesi?n de fe por parte de los disc?pulos se va a demostrar insegura y vacilante porque fallar? en el duro momento de la prueba de la fe: ante Jes?s crucificado. El maestro admirable en sus par?bolas se hace eminente en la c?tedra de la cruz donde con hechos y palabras ense?a la suprema sabidur?a, la divina locura del amor hecho fidelidad heroica hasta la muerte. El que no acepta estas ense?anzas no puede ser disc?pulo suyo. El miedo y el abandono demostrar?n muy pronto hasta qu? punto son los disc?pulos inconscientes en sus promesas y quebradizos en su fe. Caen hechas ruinas ciertas ilusiones mesi?nicas en las que cre?an. Cada uno va por su camino y hasta el pretendido l?der del grupo renegar? solemnemente del Maestro.

Fe y vida no pueden avanzar por caminos distintos. No hay fe verdadera donde no se sigue el verdadero camino; no hay camino cuando se avanza por sendas tortuosas que abre la imaginaci?n y el miedo. Durante la pasi?n fue cada uno por su camino y el Maestro qued? solo. Los disc?pulos de todos los tiempos viven la tensi?n de creer o poner en duda el amor; el mundo es enemigo que pone en duda la fe y Jes?s da las ordenes que salvan: ?Creed en m?, yo he vencido al mundo?.


Publicado por verdenaranja @ 22:21  | Espiritualidad
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20 de Mayo

(Fuente de la Guancha) Los actos organizados para la conmemoraci?n del 50 aniversario de la bendici?n de la imagen de Ntra. Sra. de Coromoto y de la dedicaci?n de la Ermita de su mismo nombre tuvo su momento central al mediod?a del domingo, d?a 20 de Mayo. Comenz? con un encuentro de hermanamiento Guancha-Venezuela en la presencia del C?nsul General de Venezuela en las Islas Canarias. La se?ora alcaldesa record? los lazos existentes desde hace mucho tiempo entre Canarias y Venezuela, del que la devoci?n a la Virgen de Coromoto es un exponente. A continuaci?n se celebr? la Solemne Eucarist?a presidida por el Sr. Vicario General de la Di?cesis Don Antonio Morales y concelebrada con el Vicario Episcopal de la Zona Norte don Carlos Gonz?lez y el p?rroco Don Sebasti?n Garc?a. Concluida la Misa, el p?rroco se?ala el reto que constituye para los presentes continuar con el esp?ritu del que hace ya cincuenta a?os construy? y don? la ermita.
La ma?ana concluy? con la procesi?n de la venerada imagen, acompa?ada por sacerdotes, autoridades, banda de cornetas y tambores del Regimiento y fieles.


S?bado, 19 de mayo de 2007
Aparecida, 18 de mayo de 2007


A Su Santidad
Benedicto XVI
Ciudad del Vaticano

Beat?simo Padre:

Los participantes en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, deseamos hacerle llegar un saludo filial y afectuoso y expresarle el agradecimiento m?s profundo por haber querido emprender este fatigoso viaje para inaugurar personalmente nuestra Asamblea a los pies de la Sant?sima Virgen Mar?a, Nuestra Se?ora Aparecida, honr?ndonos con su presencia en esta bendita tierra del Brasil.

Agradecemos asimismo las iluminadoras palabras recibidas de Vuestra Santidad en la Homil?a de la Santa Misa y en el Discurso de inauguraci?n de la Conferencia, cuyos contenidos ser?n orientaci?n y gu?a para nuestros trabajos. La venida de Vuestra Santidad, su testimonio como Vicario de Cristo y Sucesor de Pedro y el don del tr?ptico que nos ha hecho, nos han confortado y fortalecido.

Vivimos en estos d?as la fuerte presencia del Se?or, pues se encuentran llenos de oraci?n y de fraternidad entre nosotros, en la labor compartida, en la cercan?a espiritual y en la solicitud por los hermanos que ?l nos ha confiado.

Deseamos expresarle nuestra profunda comuni?n. Queremos realizar nuestra tarea cum Petro et sub Petro. Estaremos unidos con Vuestra Santidad y con toda la Iglesia especialmente en la Eucarist?a diaria, pues ?s?lo de la Eucarist?a brotar? la civilizaci?n del amor, que transformar? Latinoam?rica y el Caribe para que, adem?s de ser el Continente de la Esperanza, sea tambi?n el Continente del Amor?.

Rog?ndole su oraci?n y prometi?ndole la nuestra, invocamos de Su Santidad su Bendici?n Apost?lica.

Filialmente,

+ Giovanni Cardenal Battista Re
Presidente de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe

+ Francisco Javier Cardenal Err?zuriz Ossa
Co-Presidente de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe

+ Geraldo Majella Cardenal Agnelo
Co-Presidente de la V Conferencia General
del Episcopado Latinoamericano y del Caribe

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ZENIT publica el comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., predicador de la Casa Pontificia, a la liturgia del domingo, 20 de Mayo de 2007, solemnidad de la Ascensi?n del Se?or en muchos pa?ses. Lit?rgicamente, la solemnidad se celebraba este jueves.

Ser?is mis testigos



Ascensi?n del Se?or
Hechos 1,1-11; Efesios 1, 17-23; Lucas 24,46-53



Si no queremos que la Ascensi?n se parezca m?s a un melanc?lico ?adi?s? que a una verdadera fiesta, es necesario comprender la diferencia radical que existe entre una desaparici?n y una partida. Con la Ascensi?n, Jes?s no parti?, no se ha ?ausentado?; s?lo ha desaparecido de la vista. Quien parte ya no est?; quien desaparece puede estar a?n all?, a dos pasos, s?lo que algo impide verle. En el momento de la ascensi?n Jes?s desaparece, s?, de la vista de los ap?stoles, pero para estar presente de otro modo, m?s ?ntimo, no fuera, sino dentro de ellos. Sucede como en la Eucarist?a; mientras la hostia est? fuera de nosotros la vemos, la adoramos; cuando la recibimos ya no la vemos, ha desaparecido, pero para estar ya dentro de nosotros. Se ha inaugurado una presencia nueva y m?s fuerte.

Pero surge una objeci?n. Si Jes?s ya no est? visible, ?c?mo har?n los hombres para saber de su presencia? La respuesta es: ??l quiere hacerse visible a trav?s de sus disc?pulos! Tanto en el Evangelio como en los Hechos de los Ap?stoles, el evangelista Lucas asocia estrechamente la Ascensi?n al tema del testimonio: ?Vosotros sois testigos de estas cosas? (Lc 24, 48). Ese ?vosotros? se?ala en primer lugar a los ap?stoles que han estado con Jes?s. Despu?s de los ap?stoles, este testimonio por as? decir ?oficial?, esto es, ligado al oficio, pasa a sus sucesores, los obispos y los sacerdotes. Pero aquel ?vosotros? se refiere tambi?n a todos los bautizados y los creyentes en Cristo. ?Cada seglar ?dice un documento del Concilio- debe ser ante el mundo testigo de la resurrecci?n y de la vida del Se?or Jes?s, y se?al del Dios vivo? ( Lumen gentium 38).

Se ha hecho c?lebre la afirmaci?n de Pablo VI: ?El mundo tiene necesidad de testigos m?s que de maestros?. Es relativamente f?cil ser maestro, bastante menos ser testigo. De hecho, el mundo bulle de maestros, verdaderos o falsos, pero escasea de testigos. Entre los dos papeles existe la misma diferencia que, seg?n el proverbio, entre el dicho y el hecho... Los hechos, dice un refr?n ingles, hablan con m?s fuerza que las palabras.

El testigo es quien habla con la vida. Un padre y una madre creyentes deben ser, para los hijos, ?los primeros testigos de la fe? (esto pide para ellos la Iglesia a Dios, en la bendici?n que sigue al rito del matrimonio). Pongamos un ejemplo concreto. En este per?odo del a?o muchos ni?os [y j?venes] se acercan a la primera comuni?n y a la confirmaci?n. Una madre o un padre creyentes pueden ayudar a su hijo a repasar el catecismo, explicarle el sentido de las palabras, ayudarle a memorizar las repuestas. ?Hacen algo bell?simo y ojal? fueran muchos los que lo hicieran! Pero ?qu? pensar? el ni?o si, despu?s de todo lo que los padres han dicho y hecho por su primera comuni?n, descuidan despu?s sistem?ticamente la Misa los domingos, y nunca hacen el signo de la cruz ni pronuncian una oraci?n? Han sido maestros, no testigos.

El testimonio de los padres no debe, naturalmente, limitarse al momento de la primera comuni?n o de la confirmaci?n de los hijos. Con su modo de corregir y perdonar al hijo y de perdonarse entre s?, de hablar con respeto de los ausentes, de comportarse ante un necesitado que pide limosna, con los comentarios que hacen en presencia de los hijos al o?r las noticias del d?a, los padres tienen a diario la posibilidad de dar testimonio de su fe. El alma de los ni?os es una placa fotogr?fica: todo lo que ven y oyen en los a?os de la infancia se marca en ella y un d?a ?se revelar? y dar? sus frutos, buenos o malos.

[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit]

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Intervenci?n del cardenal Peter Erdo, arzobispo de Esztergom-Budapest, presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), pronunciada en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.


Eminencias, Excelencias, Querid?simos hermanos en el episcopado, sacerdotes, religiosas, religiosos, hermanos todos en Cristo:

Como presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa transmito de coraz?n el saludo cordial de todos los obispos del continente europeo a nuestros hermanos que viven y trabajan en la obra misionera del Se?or en Am?rica Latina y en el Caribe. Aprovecho la ocasi?n para expresar nuestra profunda solidaridad con la Iglesia de este continente. Una solidaridad que brota de nuestra fe y amor hacia la persona de Jesucristo. Pero hay otro motivo tambi?n para nuestra especial solidaridad. Desde la ca?da del comunismo en el este de Europa hemos tenido una experiencia humanamente muy profunda de la Providencia Divina y del cambio de nuestro continente. Por una parte, la Uni?n Europea se ampl?a e intenta modernizar la vida, la econom?a y la sociedad del continente en un sentido que en ocasiones resulta incluso superficial; debemos constatar tambi?n que los valores humanos, y especialmente los valores cristianos, se encuentran ante un particular desaf?o.

Muchos en Europa no quieren saber nada de las ra?ces cristianas y religiosas de nuestra cultura, cuando es precisamente ?sta la cultura que une de manera especial Europa con Am?rica Latina, y que ha unido hist?ricamente ?y sigue haci?ndolo hoy? a la Iglesia de estas grandes regiones del mundo. Culturalmente hablando, la herencia cristiana est? presente en todo nuestro continente europeo; es m?s, en toda el ?rea cultural europea, del Atl?ntico al Pac?fico, hasta Siberia, hasta Vladivostok. Por otra parte, en la sociedad y en la vida p?blica algunos conceptos, incluso algunos derechos humanos esclarecidos en la ?poca del iluminismo, parecen perder su significado original y en ocasiones quieren ser sustituidos por los llamados ?derechos humanos de tercera generaci?n?. Por eso, numerosas instituciones de la sociedad que pertenecen al orden natural, querido por el Creador mismo, parecen perder importancia o son rechazadas por parte de no pocos europeos.


Al mismo tiempo, el cambio pol?tico de hace 17-18 a?os, la superaci?n de la divisi?n artificial del continente europeo en dos partes, en dos mundos, en dos sistemas, ha posibilitado una serie de experiencias muy profundas, en especial para los cristianos, para los fieles del centro-este europeo. Sab?amos desde siempre que el centro-este europeo constituye una de las periferias del mundo occidental, del ?rea cultural occidental. En este sentido, muchos historiadores, tanto latinoamericanos como europeos, han resaltado la similitud entre la situaci?n social y cultural de las dos periferias del mundo occidental es decir, el centro-este europeo y Latinoamerica. Estas regiones se caracterizaban desde principios del siglo XX por una cierta secularizaci?n que ha cobrado un peso particular en el libre mercado, situaci?n que tantas veces ha empobrecido algunos pueblos y algunas regiones, impidiendo el desarrollo de la econom?a y destruyendo el medio ambiente, aunque sea de forma desigual. En el siglo XX surgi? de manera nueva el problema de la justicia social, para cuya soluci?n se plantearon en Europa dos propuestas, ambas de tipo violento, dos propuestas ideol?gicas. Primero el nazismo y luego, en paralelo, el comunismo, o sea, el tantas veces llamado ir?nicamente ?socialismo real?. Seg?n revela la experiencia de estos pueblos, ninguna de las dos soluciones propuestas consigui? liberar al hombre de s? mismo, liberar al hombre de las consecuencias del pecado, de su ego?smo y por tanto de la explotaci?n y de la opresi?n. Es cierto que en algunos pa?ses socialistas, por ejemplo, pod?a alcanzarse cierta igualdad en la distribuci?n de algunos bienes, pero ??como bien sabemos? la igualdad no coincide necesariamente con la justicia. Y ni siquiera cierta tranquilidad mantenida a base de una presi?n evidente consigue hacer que se olvide la falta de libertad. Y as? llegamos al llamado ?cambio del sistema?. Aunque este cambio no vino acompa?ado de la restituci?n de los bienes a nadie.

Cuando leemos en el Evangelio la historia del buen samaritano, tenemos el modelo de c?mo debe comportarse el cristiano frente a las injusticias que ocurren en el mundo. La primera tarea es ayudar en lo que podamos, cuando podamos, en la medida en la que podamos. La Iglesia en Europa, sobre todo en los pa?ses occidentales, tiene medios propios para conseguir que se pongan en marcha instituciones sociales importantes y tambi?n, a trav?s de donaciones, puede expresar su solidaridad con el resto del mundo. La otra parte del continente ha tenido una historia diferente y la Iglesia todav?a no tiene medios econ?micos para contribuir seriamente a la asistencia social o a la ayuda social en los problemas de su propia sociedad. Lo que s? que podemos y debemos hacer siempre es prestar una ayuda personal, directa, concreta, la ayuda que puede prestar cualquier cristiano mediante su presencia personal, mediante la apertura de su coraz?n a los dem?s, a los ancianos, a los enfermos, a las familias con muchos hijos y a todos los que est?n decepcionados o son maltratados en este periodo de la historia. Estamos volviendo a la ense?anza, a la doctrina social de la Iglesia, aunque algunos piensen en nuestro continente que es dif?cil de realizar, porque parecen pocos y no lo suficientemente fuertes los miembros de la sociedad dispuestos verdaderamente a seguir esta doctrina, a intentar poner en pr?ctica lo que la Iglesia ense?a sobre la justicia, la producci?n, la solidaridad o la libertad de la persona.

Actualmente Europa atraviesa una crisis demogr?fica. Juan Pablo II habl? m?s de una vez de la cultura de la muerte. En Europa muchos miran con esperanza y respeto al mundo latinoamericano, con respeto por un continente joven, un continente con valores religiosos ancestrales muy fuertes. Por eso es un consuelo para todos nosotros conocer la fe de los hermanos y de las hermanas, conocer sus esfuerzos, conocer su experiencia a la hora de afrontar las dificultades y desaf?os del mundo actual en el aut?ntico esp?ritu del cristianismo. Pidamos al Se?or que podamos permanecer fieles a la herencia cat?lica recibida, a la persona de Jesucristo y a la riqueza de todo su legado de gracia y tradici?n, que a la luz del Esp?ritu Santo podamos encontrar v?as para disminuir de manera cristiana las dificultades del mundo actual. En este empe?o, pidamos al Se?or que nos ayude a vivir la verdadera solidaridad, que crezca el conocimiento rec?proco, que el Se?or nos enriquezca y nos sostenga a trav?s de nuestros hermanos en la fe. Por eso en estos d?as en Europa rezamos de modo especial por esta asamblea plenaria del CELAM y por toda la Iglesia de Am?rica Latina.

Aprovecho la ocasi?n para invitar al Se?or Presidente y al Se?or Secretario del CELAM a la Asamblea Plenaria del Consejo de la Conferencias Episcopales Europeas que tendr? lugar en F?tima del cuatro al siete del pr?ximo mes de octubre.

Muchas gracias. Obrigado.

Publicado por verdenaranja @ 22:46  | Hablan los obispos
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ZENIT publica la intervenci?n de monse?or William S. Skylstad, obispo de Spokane, presidente de la Conferencia de Obispos Cat?licos de Estados Unidos, pronunciada en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.


Queridos hermanos en el Episcopado Latinoamericano, queridos hermanas y hermanos en Cristo, reciban un cordial saludo de parte de todos los Obispos de la Conferencia de los Estados Unidos. Para mis hermanos Obispos de la delegaci?n de los Estados Unidos y este servidor es un honor poder participar de esta V Conferencia General del Episcopado de Am?rica Latina y el Caribe, y ser beneficiario de este caudal de gracia que estaremos recibiendo durante estas tres semanas de oraci?n estudio y compromiso. Queremos ser solidarios en la tarea evangelizadora de todo este continente.

Como no recordar con esp?ritu de profundo agradecimiento la colaboraci?n y cercan?a que ha habido entre nuestros pueblos a lo largo de nuestra historia. En muchos momentos claves hemos hecho de nuestro Continente, Una Am?rica, Una Iglesia como nos lo recordar?a el Siervo de Dios Juan Pablo II. Muchas de nuestras primeras parroquias y algunas catedrales de los Estados Unidos fueron construidas con la ayuda solidaria proveniente de pa?ses como M?xico, Cuba y Argentina.

En 1965, durante la ?ltima sesi?n del Concilio Vaticano II, los Obispos de los Estados Unidos aprobaron realizar, a trav?s de sus Obispos, una colecta anual nacional para brindar ayuda econ?mica a proyectos pastorales de la Iglesia en Am?rica Latina y del Caribe. El Comit? presta ayuda a proyectos de la Iglesia especialmente aquellos relacionados con la aplicaci?n de las conclusiones del Concilio Vaticano II, de la Segunda Asamblea General de Obispos Latinoamericanos en Medell?n, Colombia y de la III Asamblea General de Obispos Latinoamericanos en Puebla, M?xico. Se da prioridad especial a los programas pastorales y a proyectos que proporcionen a la Iglesia en Am?rica Latina una base para planificar sus acciones eficazmente. De igual modo estar? al servicio de las iniciativas y prioridades que surjan de nuestra Conferencia en Aparecida.

En el 2003, los obispos de Estados Unidos y M?xico aprobaron la hist?rica declaraci?n ?Juntos en el camino de la Esperanza?, en la cual ambos episcopados se juntaron para examinar el impacto de la migraci?n en la vida social, pol?tica y espiritual de los dos pa?ses. Alentados por el llamado del Santo Padre a una "Nueva Evangelizaci?n" y una mayor unidad entre los cat?licos de este hemisferio, los obispos ofrecieron una gu?a detallada a todos los que hacen ministerio con inmigrantes, y pasos concretos para mejorar las experiencias pastorales. La declaraci?n ofrece tambi?n a las dos naciones recomendaciones de pol?tica para respetar la dignidad del inmigrante.

Desde el 2004, hemos colaborado con el CELAM en el proyecto de la traducci?n de la Biblia de la Iglesia en Am?rica, por el cual la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos se ha comprometido a financiar durante los pr?ximos 10 a?os ? usando los fondos de la colecta para la Iglesia en Am?rica Latina - la preparaci?n de una Biblia para el uso pastoral y a la vez lit?rgico en todo el Continente Americano.

Juntos con los Obispos de Latinoam?rica los Obispos de los Estados Unidos comparte la preocupaci?n pastoral por los j?venes. En junio de 2006 se llevo a cabo en la Universidad de Notre Dame el primer encuentro para j?venes latinos. Este encuentro manifest? el vigor y calidad de la fe cat?lica que los j?venes emigrantes han tra?do a este pa?s. Nos dio gusto que una delegaci?n del CELAM nos honr? con su acompa?amiento.

En estos momentos estamos preocupados por la reforma migratoria que esta bajo consideraci?n en el congreso de los Estados Unidos. Les pido sus oraciones mientras seguimos luchando por una reforma migratoria amplia y justa que respete la dignidad del ser humano y promueva la integridad de la familia migrante.

Recordando las palabras del Santo Padre, Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada mundial del emigrante y del refugiado, cito: ?Queridos amigos, la realidad de las migraciones no se ha de ver nunca s?lo como un problema, sino tambi?n y sobre todo como un gran recurso para el camino de la humanidad? . La gran movilidad de los pueblos est? entreteji?ndonos como una sola tela de fe, rica en su diversidad de cultura. Ellos que van buscando caminos de esperanza y vida exigen a sus pastores que estemos en una comuni?n fraterna y comprometida para tener una respuesta solidaria con ellos

Publicado por verdenaranja @ 22:43  | Hablan los obispos
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Posible rito para la Primera Comunión, publicado por Ediciones Instituto Pontificio San Pío X, 1973, con el título CELEBRACIÓN SOLEMNE DE LA PRIMERA COMUNIÓN.


PROCESION DE ENTRADA


El Celebrante sale a recibir a los primocomulgantes a
la entrada del templo, precedido por unos monaguillos
con velas encendidas y la cruz.
Mientras, se puede tocar el órgano o cantar,
por ejemplo «Este es el día en que actuó el Señor».



Sacerdote: Queridos niños (y niñas),
que venís con trajes de fiesta
y con caras rebosantes de alegría,
decidme, ¿qué queréis?

Niños: Queremos recibir a Jesús.

Sacerdote: ¿sabéis quién es Jesucristo?

Niños: Sí, Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre, que nació de la Virgen María.

Sacerdote: ¿Dónde está ahora Jesucristo?

Niños: Jesucristo está ahora glorioso en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Sacerdote: ¿Cómo está Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar?

Niños: Jesucristo está en la Eucaristía verdadera y realmente presente, todo entero en todas y cada una de las partes de las sagradas especies.

Sacerdote: ¿Qué ha prometido Jesús a los que comulgan?

Niños: A los que comulgan Jesús les ha prometido la vida eterna, porque dijo: «El que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene la vida eterna y Yo le resucitaré en el
último día».

Sacerdote: Pues bien, puesto que así lo deseáis, yo mismo, en nombre de la Iglesia, os concederé lo que pedís. Y en adelante podréis recibir a Jesús en la Comunión, como lo hacen las personas mayores. Entrad, pues, en la Casa de Dios. Jesús os espera. Compartid vuestro gozo y vuestra dicha con
vuestros padres, abuelos y demás seres queridos.

CANTO DE ENTRADA

Todos:

Qué alegría cuando me dijeron,
«Vamos a la Casa del Señor».
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

 

 

RITO DE ENTRADA


MONICION

Hermanos, bienvenidos a la Casa de Dios.
Nos hemos reunido para celebrar la Eucaristía, es decir la Santa Misa, que completa la iniciación cristiana, comenzada por el BAUTISMO.
Estos Niños, cuando pocos las después de nacer recibieron el Bautismo, ya fueron hechos cristianos, pero
— hoy se incorporan solemnemente a la comunidad de los fieles adultos,
— hoy comerán como nosotros el Pan de vida,
— hoy recibirán en su corazón al mismo Jesús sacramentado.

Pero esta iniciación a la Iglesia, más que iniciación doctrinal debe ser iniciación a la vida.

El niño percibe esta vida cuando se le presenta en forma auténtica, cuando el testimonio que recibe es el de una Iglesia viva. De aquí la importancia que tiene la comunidad cristiana, la Asamblea. En definitiva, la Eucaristía es el banquete común que edifica a la comunidad, es decir, a la Iglesia. Por tanto, deberemos cantar, rezar y prometer todos juntos. Los Niños comulgan por vez primera y nosotros debemos aprovechar para conmemorar el día de nuestra Primera Comunión.
Acojámosles, pues, con alegría, como Cristo acogía a los niños, sus predilectos, y todos juntos agradezcamos al Señor los beneficios que de él recibimos, y pidámosle las gracias que necesitamos.


Celebrante: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

 

Todos: AMEN.

Celebrante: La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo, esté con todos vosotros.

Todos: Y con tu espíritu.

Celebrante: Hermanos, en este día solemne en que vamos a admitir por vez primera a nuestra misma mesa eucarística a estos Niños, pidamos al Señor que nos haga partícipes de su inocencia, derramando sobre nosotros su divina misericordia.

Celebrante: Porque dijiste también para nosotros: Dejad que los niños vengan a Mí, y no se lo impidáis. SEÑOR, TEN PIEDAD (cantado)

Porque no es tu voluntad que perezca uno solo de estos pequeños.
CRISTO, TEN PIEDAD (cantado)

Por nuestra falta de testimonio y por nuestra negligencia en formar cristianos auténticos. SEÑOR, TEN PIEDAD (cantado).

GLORIA A DIOS EN EL CIELO, (rezado)
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias. Señor Dios, Rey Celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo Único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre:
Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros: porque sólo Tú eres Santo, sólo Tú, Señor, sólo Tú, Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. AMEN.

ORACION COLECTA: propia del día.

 

LITURGIA DE LA PALABRA

 

 (Moniciones propias de cada Lectura)

LECTURA primera: (podría hacerla un padre).

LECTURA segunda: (podría hacerla una madre o un educador.)

SANTO EVANGELIO

Homilía: Suele dar muy buen resultado dirigir principalmente la Homilía a los adultos, y de modo muy especial a los Padres, Padrinos y Tutores de los neocomulgantes, basada en los textos que acaban de leerse, y reservar para momentos antes de la Comunión un breve «fervorín» dirigido exclusivamente a los niños.

RENOVACION DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO
Y SOLEMNE PROFESION DE FE

 


(La renovación de las promesas se podría hacer con anterioridad)

 

Es conveniente que la Asamblea se una a los niños en este acto. Contestarán todos juntos. Los niños podrían estar de pie rodeando el altar.



Celebrante: El día de nuestro Bautismo, el sacerdote nos preguntó a todos, grandes y pequeños, ¿qué pides a la Iglesia de Dios? Y por boca de nuestros padrinos nosotros contestamos: Pedimos la Fe. Pues bien, ahora, vamos a proclamar nosotros mismos aquella Fe. Vamos a renunciar al demonio, a sus obras y a sus tentaciones. Acto seguido, haremos solemne y consciente profesión de fe en Dios Padre, Creador de todas las cosas; en Dios Hijo, que padeció, murió, resucitó y subió a los cielos; y en el Espíritu Santo, santificador de nuestras almas, y en la Iglesia que nos lleva a la vida eterna.

¿Renunciáis al pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios?

Todos: Sí, RENUNCIO.

Celebrante: ¿Renunciáis a todas las seducciones del mal, para que no domine en vosotros el pecado?

Todos: Sí, RENUNCIO.

Celebrante: ¿Renunciáis a Satanás, padre y príncipe del pecado?

Todos: Sí, RENUNCIO.

Celebrante: ¿Creéis en Dios, Padre Todopoderoso, creador del Cielo y de la tierra?

Todos: Sí, CREO.

Celebrante: ¿Creéis en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de Santa María, la Virgen,
murió y fue sepultado, resucitó de entre los muertos
y está sentado a la derecha del Padre?

Todos: Sí, CREO.

Celebrante: ¿Creéis en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?

Todos: Sí, CREO.

Celebrante: Y Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos regeneró por el agua y el Espíritu Santo, y que nos concedió la remisión de los pecados, nos guarde en su gracia. en el mismo Jesucristo nuestro Señor,
para la vida eterna.

Todos: AMEN. 

 

 

ORACION DE LOS FIELES

Celebrante: Oremos, hermanos, al Padre,
por los Niños (y Niñas) que participarán hoy por vez primera de la mesa eucarística, y por toda la familia santa de Dios.

Niño 1: Para que Dios nos aumente la Fe y la Caridad que nos regaló en el Bautismo. Roguemos al Señor.

Niña 2: Por todos los niños del mundo que este año harán su Primera Comunión, y también por los que no podrán comulgar. Roguemos al Señor.

Niño 3: Por nuestros Padres, por nuestros padrinos, por nuestros abuelitos, por nuestros familiares y amigos. Roguemos al Señor.

Niña 4: Por nuestros parientes, por nuestros amigos y por nuestros bienhechores difuntos, y por los que no han podido acompañarnos en nuestra Primera Comunión. Roguemos al Señor.

Madre: Por la Paz del Mundo, la prosperidad de la Patria, la unión de las familias y la unidad de la Iglesia. Roguemos al Señor.

Padre: Por el Papa, por los Obispos y por los Sacerdotes que nos dan a Jesús en la Eucaristía, y por todos los Hogares del mundo. Roguemos al Señor.

Educador: Por cuantos participamos en esta santa asamblea, para que sirvamos de ejemplo y estímulo a estos primeros comulgantes, y les ayudemos así a perseverar. Roguemos al Señor.

Celebrante: Dios Todopoderoso, concede a estos Niños (y Niñas) y a todos aquéllos por quienes hemos orado, la salud del cuerpo y del alma, y prepara nuestros corazones
para recibir dignamente a tu Hijo Jesucristo, resucitado de entre los muertos, y para que seamos fieles a lo que acabamos de prometer. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: AMEN.

 

LITURGIA EUCARÍSTICA


PROCESION DE OFRENDAS

Nota. Se hace en seguida la colecta y el celebrante aguarda a que aquélla esté terminada. Mientras, puede preparar el cáliz, etc. Terminada /a colecta, los colectores se sitúan detrás de los que ofrecerán el pan, el vino, etc., para entregarlo todos juntos al celebrante.

Durante este tiempo, el monitor dice:

Monición: Va a empezar el sacrificio propiamente dicho. Para ello el celebrante necesita los dones que ha de ofrecer al Señor: pan, vino y nuestra ofrenda personal, ya que el sacrificio es obra de todos y no sólo del sacerdote.

Por tanto, la colecta que ahora se está realizando no tiene por finalidad recoger limosnas. Nuestro óbolo, grande o pequeño, es sencillamente un signo de nuestra consagración a Dios, un verdadero acto de culto, de adoración, de acción de gracias por los dones recibidos. El Señor no mira tanto lo que se da, como la generosidad y rectitud con que se da. «Lo que yo quiero, dice el Señor, no son vuestros sacrificios, sino vuestro corazón». La colecta, pues, tiene su importancia en el Sacrificio, por lo que supone de entrega a Dios.

Mientras se realiza la presentación de Ofrendas:

Monición: En nombre de todos ofrecen ahora el vino y el agua, el copón y el cáliz... y lo recaudado durante la colecta, unos niños y un matrimonio. El pan y el vino, transformados en el cuerpo y sangre de Cristo se nos devolverán en la Comunión.
Esta ofrenda es una forma más de participación en el Sacrificio. El hecho de pertenecer a la asamblea cristiana por el Bautismo, nos da derecho a cooperar en la celebración del Sacrificio eucarístico.
Por otro lado, la caridad expresada en este gesto mate¬rial de la ofrenda es la mejor preparación espiritual para la Eucaristía.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS (La propia del día)

PLEGARIA EUCARISTICA

En este momento los niños pueden colocarse en torno al altar, y permanecer así de pie hasta el momento de la Comunión.

 

RITO DE COMUNION

 

PADRE NUESTRO

Celebrante: El pan y el vino ya se han transformado en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo. El banquete eucarístico que Dios nos ofrece está preparado sobre el altar. Por tanto, dispongámonos a participar dignamente de la mesa del Señor, orando a Dios nuestro Padre como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro, que estás en los cielos... (puede cantarse).

Rito de la paz

Celebrante: Ha llegado el momento de la Comunión. Pero como no podemos acercarnos a la mesa de Dios si no nos amamos de veras los unos a los otros, perdonémonos mutuamente y así Dios nos perdonará a nosotros.

La paz del Señor sea siempre con vosotros. Daos fraternalmente la paz.

Nota: El celebrante puede dar la paz a cada niño en particular, el cual va a transmitirla a sus padres y puede permanecer con ellos hasta el momento de la comunión, si es que prefieren acercarse los tres juntos a la sagrada mesa.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo (puede cantarse).

COMUNION

Ahora puede tener lugar un «fervorín» dirigido a los niños: breve, claro y sencillo.

ACCION DE GRACIAS

Monición: Durante unos momentos demos gracias a Jesús por
todos los favores que nos ha concedido.

(Puede cantarse: El Señor hizo en mí maravillas).
0 bien se reza:


Celebrante: (de rodillas)

Y ahora que tenemos a Jesús en nuestro corazón, y recordando que dijo: «pedid y recibiréis», pidámosle con fervor todos juntos:

Alma de Cristo, ..................... Santífícanos
Cuerpo de Cristo, .................. Sálvanos
Sangre de Cristo, .................. Embriáganos
Agua del costado de Cristo,.... Purifícanos
Pasión de Cristo, ................... Confórtanos
¡Oh buen Jesús! .................... Óyenos
Dentro de tus llagas, ............. Escóndenos
No permitas, ........................ Que nos separemos de ti
Del enemigo malo, ................ Defiéndenos
En la hora de nuestra muerte, Llámanos
Y mándanos ir a Ti, .............. Para que con tus santos te alabemos por los siglos de los siglos. Amén

Celebrante: Niños (y Niñas), por el Bautismo
ya sois hijos de Dios Padre, Templos del Espíritu Santo, Hermanos de Jesús y miembros de la Gran Familia de Dios.

Prometed, pues, ahora, ser hijos amantes de nuestra Madre del cielo, diciéndole de todo corazón:

Niños:

 

Señora y Madre mía,
yo me ofrezco todo a Ti
y en prueba de mi filial afecto,
te consagro en este día:
mis ojos, mis oídos,
mi lengua, mi corazón;
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo,
Madre de bondad,
guárdame y defiéndeme
como cosa y posesión tuya. Amén.

Celebrante: Pero no sólo los niños han de empeñar su palabra y han de hacer su entrega al Señor. Todos hemos de tomar conciencia de nuestra misión cristiana, y muy
particularmente los padres y tutores de estos niños, educadores natos de sus hijos. Mientras los padres y padrinos renuevan solemnemente su compromiso y su consagración, unámonos interiormente a ellos.

Padres y Padrinos:

Señor Jesús", Tú nos has hecho educadores de nuestros hijos*, maestros y sacerdotes de nuestro hogar.* Sabemos que no sólo debemos preocuparnos de sus cuerpos,* sino especialmente de sus almas, imágenes de Dios,* y velar para que sean cristianos de verdad.* No rehusamos, Señor,* esta carga y esta responsabilidad,* pero confesamos con sencillez,* que sin tu ayuda nada podremos conseguir.
Prometemos, pues,* como en el día de nuestro Matrimonio,* cumplir con nuestras obligaciones de padres,* y dar buen ejemplo a nuestros hijos,* pero te pedimos por intercesión de la Virgen María," que nos ayudes a ser testigos, en nuestros hogares,* del misterio de amor que Tú revelaste al mundo* con tu muerte y Resurrección. Amén.


Celebrante: Que el Señor os ayude a todos a cumplir
lo que acabáis de prometer,
y os conceda vida larga y feliz en este mundo, y la dicha eterna en el cielo.


ORACION

Tu Cuerpo y tu Sangre, Señor, signo del banquete del reino, que hemos gustado en nuestra vida mortal, nos llenen del gozo eterno de tu divinidad.
Tú, que vives y reinas...


RITO DE CONCLUSION

Bendición final:

El Señor esté con vosotros.

Y con tu espíritu.


Hermanos: El Señor todopoderoso, que llenó de alegría vuestros hogares con el nacimiento de vuestros hijos, mire con agrado a estos primeros comulgantes derrame la abundancia de su gracia sobre vosotros: padres, padrinos y todos los aquí presentes, para que caminando a la luz de la fe, alcancemos todos los bienes prometidos.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros.

Todos: AMEN.

Nota: Donde se crea conveniente, el celebrante, tras recordar a los niños que ya son desde ahora cristianos mayores, puede entregarles el libro de los Evangelios, que ellos besan al recibirlo, y que bien podría sustituir al dichoso «librito» que nunca abrirán en su vida.

Celebrante: Y ahora, vosotros, niños (y niñas)
que acabáis de recibir el abrazo íntimo de Jesús, id con alegría a compartir este abrazo
con vuestros padres y familiares.

PODEIS IR EN PAZ.

Todos: Demos gracias a Dios.

 


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VATICANO - LEVADURA - El movimiento de la Comunidad de San Egidio en una entrevista al Prof. Alberto Quattrucci

Roma (Agencia Fides) - ?Hoy entre los j?venes se ha encendido de nuevo una urgente exigencia de espiritualidad?. Es lo que sostiene Alberto Quattrucci, importante miembro de la Comunidad de San Egidio, movimiento de laicos que solo en Roma re?ne alrededor de 3.000 j?venes por debajo de los 30 a?os. Quattrucci, entre los pioneros de la Comunidad fundada en el 1968, despu?s del Concilio Vaticano II, por Andrea Riccardi, que entonces ten?a menos de veinte a?os, aunque subrayando en esta entrevista a la Agencia Fides como es cada vez m?s arduo abrir una brecha en la indiferencia y en el individualismo que condicionan las opciones de vida de todos, j?venes o adultos, reafirma que la misi?n-desaf?o de la Comunidad de San Egidio es hoy la misma de ayer, ?o sea la de proponer una humanidad verdadera, aut?ntica y solidaria con todos, proponer un modelo verdadero de felicidad?. Hoy la realidad de los movimientos religiosos cat?licos en Italia es un fen?meno en crecimiento, Quattrucci, al respecto, individua en los cat?licos italianos una determinada necesidad de familia, ?en el sentido propio de familiaridad?. Coordinador y responsable de los encuentros internacionales de Hombres y Religiones realizados cada a?o por la Comunidad para favorecer el di?logo entre las religiones y las culturas del mundo (el pr?ximo se realizar? a N?poles del 21 al 23 de octubre y tendr? como tema central ?Un mundo de paz y sin violencia?), Quattrucci subraya que ?hoy es justamente el tema de la violencia el verdadero desaf?o de toda confesi?n?.


Profesor Quattrucci, Ud. ha siempre acompa?ado sus estudios de pedagog?a y teolog?a, desde 1969, en el cuadro, por lo tanto, de la turbulenta y compleja situaci?n estudiantil de entonces, con un compromiso activo eclesial y social. ?C?mo ha cambiado en las ?ltimas generaciones la relaci?n de los j?venes con la fe cristiana? ?Qu? se ha perdido poco a poco, y en cambio qu? se ha ganado?

Se podr?a dividir la realidad juvenil de los ?ltimos 50 a?os en tres grandes per?odos, en tres grandes momentos hist?ricos? En el 1968 la relaci?n ente los j?venes y la fe cristiana era un nudo bastante intrincado y puesto mucho en discusi?n. Hab?a entonces la b?squeda de una especie de autenticidad, en contraposici?n con la Iglesia considerada por casi la totalidad de los j?venes como una entre las instituciones, as? como entre escuela y familia, que pecaban de una especie de burocratismo. La b?squeda era as?, en este caso, entendida como necesidad de separar la Iglesia por un lado y el Evangelio por otro lado. En esta ?poca era t?pico escuchar, no solo entre los j?venes, ?yo no creo en la Iglesia, no creo en los curas, pero en fondo en lo que creo es en el Evangelio?.
Nosotros pioneros de la Comunidad de San Egidio hemos iniciado nuestro camino justamente ente aquellos j?venes, tambi?n nosotros en aquellos a?os ten?amos un poco m?s de 17 o 18 a?os. A continuaci?n, en los a?os ?70 la Comunidad se difundi? y supo, entonces, confrontarse con diversas generaciones no s?lo de j?venes sino tambi?n de adultos, a?n manteniendo un contacto activo, privilegiado, con el mundo juvenil, prerrogativa de primaria importancia de toda Comunidad que tenga una experiencia cristiana. Se puede decir, por lo tanto, resumiendo, que los j?venes cat?licos de los ?ltimos a?os 50 son identificables en tres importantes fases: Los del ?68, momento de contestaci?n y, al mismo tiempo, de separaci?n entre Iglesia y Evangelio y b?squeda de valores religiosos aut?nticos; en este contexto una rica ?siembra? nace al interno de grandes movimientos, algunos de los cuales hoy no existen m?s. Hemos asimismo vivido en los a?os ?70 hasta los ?90 un per?odo de grande sequ?a, una fase que se puede definir intermedia?

A finales de los a?os ?80 surgi?, adem?s, el problema de las iglesias cada vez m?s vac?as?

Exactamente. La b?squeda entonces estaba dirigida a una afirmaci?n de s? cada vez m?s fuerte, una b?squeda de individualismo, de mundo privado en el sentido que ?la fe la manejo yo dentro casa, y los valores me los tengo dentro y no los debo externar?. En pocas palabras se difund?a la idea de la religi?n y de la fe como un hecho extremadamente privado, y m?s en general, de un compromiso que no durase m?s de un mes o dos meses, o sea: ?las experiencias son hermosas cuando se hacen una vez y no contin?an?? por lo tanto experiencias que no dejan un signo. La necesidad de este tipo de ?privatizaci?n? de la fe despu?s ha perdido agudeza durante el largo pontificado de Juan Pablo II. Se llega, entonces, a la tercera fase: para los j?venes de los a?os ?90 la figura de Papa Wojtyla ha sido extremadamente importante, un Papa muy activo que daba vueltas incansablemente por el mundo, un pontificado tan largo, tan significativo, importante, que ha coincidido con eventos hist?ricos relevantes como el cambio de Europa, el fin del comunismo. Pienso que Juan Pablo II ha tocado no s?lo el coraz?n de los j?venes sino su vida misma; las decenas de miles de personas que han entrado a San Pedro para rendir homenaje al cuerpo de Wojtyla son elocuentes tambi?n de un mundo juvenil que efectivamente ha sido marcado por el Papa polaco, en quien identificaban al mismo tiempo un hombre, el Evangelio, la Iglesia. Como decir, lanzando una hip?tesis, que Juan Pablo II ha sido art?fice de una especie de matrimonio recuperado, de una reunificaci?n de un discurso edificante de fe que estaba fragment?ndose irremediablemente. En este sentido, los tres momentos de la relaci?n fe cristiana y j?venes tienen diversas y sustanciales caracter?sticas que las distinguen: en la primera fase - a?os ?60/?80 - b?squeda en el Evangelio como hecho muy instintivo y que surg?a en contraposici?n a la Iglesia y a las instituciones que se reten?an sofocadas por la burocracia; en la segunda fase - a?os ?80/?90 - crece, como ya se dijo, una especie de ?privatizaci?n? de la experiencia religiosa; para llegar, as?, a la tercera fase - de los a?os ?90 en adelante - caracterizada por un nuevo resurgir, una verdadera y propia revaloraci?n de la figura del Papa y por lo tanto de la Iglesia misma, vinculada profundamente al testimonio del Evangelio.

?En qu? se diferencia el joven cat?lico de los ?ltimos a?os ?60 del joven de hoy?

Depende de qu? se entiende? Hace 40 a?os hab?a dos o tres cat?licos ?tipo?: el cat?lico de la instituci?n, del catecismo, de la Acci?n Cat?lica formada, el cat?lico contestador de izquierda, el cat?lico m?s comprometido en la b?squeda de valores. Hoy, en mi opini?n, la identidad del cat?lico tiene a?n m?s facetas. En lo espec?fico de las nuevas generaciones, entre los j?venes cat?licos de hoy, en contraposici?n a la fuerte ?privatizaci?n? de la fe, se ha encendido de nuevo una exigencia de espiritualidad, es decir el valor del Misterio, de la necesidad de la experiencia religiosa.

?Piensa que entre los j?venes hoy haya tambi?n m?s conciencia, m?s valent?a para evidenciar el propio Credo sin el temor de ser ridiculizados por sus coet?neos?

Seguramente en los a?os ?60 y ?70 el cat?lico era visto socialmente en un cierto modo, era etiquetado tambi?n porque, salvo excepciones, no era del ?rea pol?tica de la izquierda. Hoy en cambio es mucho m?s aceptado, no existe el riesgo de un rechazo social fuerte, y esto vale en Italia como en Europa. Aunque, lamentablemente, entre los j?venes falta, en mi opini?n, una verdadera conciencia.

?Cu?l es el papel de la Comunidad de San Egidio en la pragm?tica sociedad televisiva de hoy, tan distra?da de la espiritualidad cuanto atenta a las exigencias del consumismo y del hedonismo a cualquier precio?

A nivel medi?tico, y por lo tanto de informaci?n, la Comunidad hoy tiene un espacio muy amplio donde poder expresar y difundir determinados valores, entendido no s?lo como un espacio religioso, sino tambi?n como espacio humano, social, un espacio hecho de relaciones con la pobreza, de relaciones con los inmigrantes? Con todas las ventajas y desventajas: de hecho hoy nos tenemos que confrontar, no sin grandes problemas - y este no es un problema solo nuestro sin de todas las realidades eclesiales - con el grande vac?o social en el que viven hoy los cat?licos: un caj?n donde no hay espacio para otros valores, para otras ideas, para otras propuestas humanas. Y, de hecho, hoy el problema no es tanto hacer dialogar a los j?venes, el problema es con qui?n. El verdadero enemigo hoy es la indiferencia, el individualismo. En este vac?o enorme al final uno se puede concentrar a lo m?s sobre el ?ltimo modelo de celular, sobre el nuevo auto? tambi?n porque, en realidad, no hay nada m?s? No obstante, pienso que la Comunidad de San Egidio puede tener un papel importante. No sabr?a decir con qu? resultados, pero seguramente tenemos bien presente que ?sta es una exigencia hoy m?s importante de cuanto non lo fuese ayer.

Dada nuestra realidad social, donde el aparentar es cada vez m?s un valor dominante, ?cu?l es la misi?n y el desaf?o de la Comunidad?

El desaf?o-misi?n de la Comunidad es el mismo de ayer, es decir el de proponer una humanidad verdadera, aut?ntica y solidaria con todos, por lo tanto proponer un modelo verdadero de felicidad. Y, aunque parezca absurdo, no hay modo de indicar un modelo verdadero de felicidad, de realizaci?n plena de la propia vida, si no es haciendo frente al problema de la muerte. Se puede entender el valor de la vida solo si se enfrenta el problema de la muerte; de la negaci?n de esto nace la necesidad del aparentar a todos los costos. No es una coincidencia que en la sociedad pragm?tica de hoy el anciano no existe, cuando sin embargo somos una sociedad que cada vez es m?s anciana, en la que la vida se ha alargado gracias al desarrollo de la ciencia as? como del Se?or. Debe ser considerado un don el tener hoy en d?a al menos 10 a?os m?s de vida respecto a veinte a?os atr?s; pero, considerando la realidad que se presenta evidente a nuestros ojos, aquello que se presenta a la humanidad como bendici?n se convierte en una suerte de maldici?n. Hoy es frecuente escuchar personas que afirman preferir morir a 70 a?os siempre y cuando est?n sanos y sin problemas, que llegar a los 90 o a los 100 a?os: pero esto es una verdadera estupidez, una verdadera fuga del problema de la muerte. El ?nfasis no debe estar tanto en un buen discurso evang?lico, pues podr?a ser acogido solamente como doctrina; el problema es como es ofrecido el mensaje, el verdadero problema es si luego puede ser percibido como algo interpersonal, por lo tanto familiar, o se queda como un fin a s? mismo. La gran diferencia es esta. Hoy, el verdadero desafi? de toda experiencia eclesial y humana es el testimonio. Aquello que falta hoy en d?a, lamentablemente, es la presencia de profetas, de testigos, y no tanto del ?nfasis en las doctrinas o en las ideas.

Como coordinador de los ?Encuentros Internacionales Hombres y Religiones? usted tiene un rol de observador privilegiado en el camino del di?logo interreligioso. Seg?n su parecer, ?qu? fase est? atravesando aquello que puede ser considerado el m?s importante y m?s urgente desaf?o religioso del nuevo Milenio?

El recorrido iniciado en As?s en 1986 est? dando muchos frutos. En nuestros encuentros anuales crece cada vez m?s la participaci?n de los representantes de las religiones de todo el mundo. Este a?o, siempre en el camino del di?logo entre religiones y culturas, la orientaci?n de nuestro meeting mira hacia un mundo de paz contra toda violencia, un mundo sin violencia. Y es justamente hoy en d?a el tema de la violencia, seg?n mi parecer, el gran desaf?o para todas las religiones; pues entra en juego el gran contraste entre la verdadera religi?n, la religi?n de la paz y del dialogo y la religi?n de la violencia y de la determinaci?n, infantil, de encontrar la propia identidad en la oposici?n al otro, un tr?gico error que, en el fondo es la tentaci?n de tantos. No estamos en un momento de crisis del di?logo interreligioso, sino en un momento de positiva conciencia y b?squeda. Pienso que los tiempos no est?n a?n maduros para tener la ambici?n de resolver, de allanar, de cambiar la incomunicabilidad entre las grandes religiones del mundo. Durante mucho tiempo se ha vividos alejados, separados; los grandes movimientos de di?logo inician solamente tras la segunda post guerra, y 50/60 a?os de trabajo y compromiso en este frente no son nada en comparaci?n con los 20 siglos de incomprensi?n. (P.P.) (Agencia Fides 18/5/2007, l?neas 147, palabras 2108)

Links:
Ficha biogr?fica de Alberto Quattrucci
http://www.fides.org/ita/approfondire/2007/lievito01_0507.html

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D?a 20 de Mayo
Solemnidad: La Ascensi?n del Se?or


Esperando la Fuerza de lo Alto


Hoy celebramos la Ascensi?n de Jes?s a los cielos. Despu?s de vivir entre los hombres y una vez cumplida hasta el final la misi?n para la que el Hijo de Dios tom? carne de Mar?a, la Virgen, se elev? al Cielo en presencia de sus disc?pulos. Concluye as? la presencia visible de Jesucristo entre los hombres, aunque no, desde luego, su acci?n en el mundo, como bien se desprende de sus palabras, que hoy ofrece la Iglesia a nuestra consideraci?n.

Aquel d?a el Se?or, antes de abandonar f?sicamente a los disc?pulos, hizo un breve resumen de lo que hab?a sido su tarea durante su vida terrena, recordando los momentos m?s decisivos para nuestra salvaci?n. Con gran concisi?n, pero con toda exactitud, manifiesta lo que espera de ellos, el sentido de la misi?n que les encomienda y la fuerza que est?n a punto de recibir para ser capaces de llevarla a cabo.

Se hab?a cumplido ya, con su muerte y resurrecci?n, la profec?a anunciada por el mismo Dios inmediatamente despu?s del primer pecado: que para lo que hab?a sido el ?nico verdadero mal de los hombres vendr?a un Salvador, el Mes?as. Pues quiso Dios que el hombre, creado a su imagen y semejanza y con capacidad de amarle, pudiera salvar el inmenso abismo que, al haber pecado, lo alejaba de ?l y del Para?so de su intimidad que le ten?a reservado. Ese primer pecado y los dem?s que son consecuencia de nuestra acci?n libre y de la debilidad causada por aqu?l, eran el verdadero mal que pesaba sobre la humanidad, muy superior a todas las dem?s desgracias humanas. Pero ya estaban abiertas las puertas del Cielo; pues, al hacerse hombre el Hijo de Dios, pudo merecer de modo infinito y reparar, por su Pasi?n y muerte, el pecado. As?, pues, aunque ofendemos a Dios y lo perdemos, siendo nuestro ?nico verdadero bien, gracias al amor divino manifestado en Jesucristo, podemos ser perdonados si, arrepentidos, aceptamos la conversi?n que nos ofrece.

No comprendieron los jud?os la Salvaci?n que Dios brinda a los hombres. Esperaban s?lo un remedio a sus males terrenos. Ten?an puesta la esperanza en un libertador que los sacara de la opresi?n pol?tica que padec?an y les diera un gran bienestar material. Tendr?a que ser, en ese caso, un gran guerrero, un rey revestido de poder?o y riquezas... De un mes?as as? se sentir?an orgullosos, le seguir?an seguros, pues en poco tiempo ?pensaban? se ver?an libres, por ?l, de tantas desgracias materiales que les oprim?an y consideraban indignas para el pueblo elegido por Dios. M?s de una vez le echaron, por ejemplo, en cara ?sin fundamento, por otra parte? la bajeza de su linaje: ?no es este el hijo de Jos??... Pensaban que de la familia de un artesano no cab?a esperar gran cosa.

Tuvo que hacer milagros sin cuento para mostrar su naturaleza divina, probando as? que era superior a cuantos profetas le precedieron: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan sanos y los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se anuncia el Evangelio. De esta manera respondi? a los que le preguntaron de parte del Bautista si era ?l al que esperaban. Y, m?s tarde: las obras que me ha dado mi Padre para que las lleve a cabo, las mismas obras que yo hago, dan testimonio acerca de m?, de que el Padre me ha enviado. (...) Si no hago las obras de mi Padre, no me cre?is; pero si las hago, creed en las obras, aunque no me cre?is a m?, para que conozc?is y sep?is que el Padre est? en m? y yo en el Padre. (...) Y, por fin: Si no hubiera hecho ante ellos las obras que ning?n otro hizo, no tendr?an pecado; sin embargo, ahora las han visto y me han odiado a m?, y tambi?n a mi Padre.
Seamos nosotros francos. A poco sinceros que somos reconocemos la maldad de nuestra vida. ?Cu?ntas veces vemos a diario que deber?amos comportarnos mejor porque el Se?or lo espera!: en casa, en el trabajo, con los amigos, en nuestro trato con Dios...; y, sin embargo, dejamos pasar esas oportunidades cediendo al capricho y no amando a Dios. Hasta le ofendemos ?y nos damos cuenta? con frecuencia de modo expreso, tan pobre es nuestra condici?n. Nos sucede lo que a los que vieron los milagros y escucharon las palabras del mismo Cristo: nos consta que es Dios quien nos pide esa otra conducta m?s heroica; y, sin embargo, nuestras obras por el Se?or no se corresponden a las suyas por nosotros.

Quiz? nos sucede a estas alturas, con a?os ya de vida de fe, lo que a los disc?pulos del Se?or: que a?n despu?s de su muerte, despu?s de que les perdonara haberle abandonado, y habi?ndole visto gloriosamente resucitado, necesitan ser vitalizados con el mismo Esp?ritu de Dios, con el Esp?ritu Santo. Es preciso que sean revestidos de la fuerza de lo alto, seg?n su promesa, que hoy recordamos, para llevar a cabo lo que Dios ?que los env?a? espera de ellos.

Mientras aguardamos, pues, la Solemnidad de Pentecost?s, que Dios mediante celebraremos el pr?ximo domingo, nos encomendamos con m?s fuerza al Par?clito en los d?as de su Decenario que asimismo estamos celebrando.

Con la ayuda de nuestra Madre, Esposa de Dios Esp?ritu Santo, sabremos proponernos alguna invocaci?n como la del himno...: Infunde amorem cordibus!, ?llena de amor los corazones!, ?llena de Amor Tuyo mi coraz?n!


Publicado por verdenaranja @ 14:58  | Espiritualidad
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Aspectos que la Conferencia Episcopal Ecuatoriana considera que deben incluirse en un proyecto de Nueva Constituci?n


1. DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA

La persona humana, var?n o mujer tiene una dignidad inviolable, que el Estado y todos los ciudadanos deben respetar y proteger. La dignidad humana, que tiene su origen en Dios, es fuente primaria de derechos y obligaciones.


2. EDUCACI?N

1. Educaci?n centrada en la persona humana y en sus grandes valores: trascendencia, libertad, verdad, amor, justicia y paz.
2. Educaci?n de calidad para todos sin discriminaci?n alguna.
3. Educaci?n dentro de un sistema abierto y descentralizado, con un financiamiento equitativo.
4. Educar es derecho propio de la familia. El Estado garantiza de manera efectiva el derecho de los padres de familia a escoger la educaci?n que a bien tuvieren para sus hijos, dentro de un marco nacional com?n.
5. Pedimos que se mantenga el art?culo 71 de la Constituci?n vigente: ?La educaci?n Fiscomisional, la particular gratuita, la especial y la artesanal, debidamente calificadas en los t?rminos y condiciones que se?ale la ley, recibir?n ayuda del Estado?.


3. FAMILIA-VIDA

1. El Estado garantiza y protege la vida humana, como derecho primario inalienable de toda persona. Ninguna autoridad puede lesionar directa o indirectamente este Derecho.
2. El Estado y las leyes protegen a la familia, formada por un hombre y una mujer, origen de la vida y c?lula fundamental de toda sociedad. Favorece la paternidad responsable y la dignidad de la familia en la procreaci?n.

3. El Estado y las leyes protegen la vida desde su concepci?n hasta su fin natural y favorecen su desarrollo y crecimiento en salud, seguridad, educaci?n, trabajo, como medios para evitar su desintegraci?n.


4. El Estado proporciona servicios m?dicos asequibles a todos los ecuatorianos.


4. CORRUPCI?N Y POBREZA

1. El Estado garantiza la creaci?n de los elementos necesarios para que los ciudadanos, los poderes del Estado y los ?rganos de Control impidan la corrupci?n en todas sus formas.

2. Los organismos del Estado, en todos sus niveles, promover?n planes y programas de desarrollo para erradicar la pobreza y prestar atenci?n preferencial a los sectores menos favorecidos de la sociedad.


5. ESTRUCTURAS DEL ESTADO

Las reformas que requiere la estructura del Estado en las actuales circunstancias deben tender al robustecimiento de la unidad nacional y de una democracia real y participativa basada en la persona y en la que se alcance la necesaria equidad y armon?a entre los intereses particulares y el bien com?n.

Quito, a 10 de mayo de 2007

Monse?or N?stor Herrera Heredia
Obispo de Machala
Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana
Conferencia Episcopal Ecuatoriana (2007-05-16)

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V CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO


Intervenci?n del Card. Dar?o Castrill?n Hoyos, Presidente Ecclesia Dei

Queridos y venerados hermanos:
Me permito presentar un breve informe sobre la Pontificia Comisi?n Ecclesia Dei y sobre el estado de la realidad pastoral que el Santo Padre ha puesto bajo su competencia.
Esta Comisi?n fue instituida por el Siervo de Dios Juan Pablo II en 1988, cuando un grupo notable de sacerdotes, religiosos y fieles que hab?an manifestado su descontento con la reforma lit?rgica conciliar y se hab?an congregado bajo el liderazgo del Arzobispo franc?s Marcel Lefebvre, se separaron de ?ste porque no estuvieron de acuerdo con la acci?n cism?tica de la ordenaci?n de Obispos sin el debido mandato pontificio. Ellos, entonces, prefirieron mantener la plena uni?n con la Iglesia. El Santo Padre, mediante el Motu Proprio Ecclesia Dei Adflicta, confi? a esta Comisi?n el cuidado pastoral de estos fieles tradicionalistas.
Hoy la actividad de la Comisi?n no se limita al servicio de aquellos fieles que en tal oportunidad quisieron mantenerse en plena comuni?n con la Iglesia, ni a los esfuerzos encaminados a poner fin a la dolorosa situaci?n cism?tica y a lograr el regreso de estos hermanos de la fraternidad San P?o X a la plena comuni?n. Por voluntad del Santo Padre, este Dicasterio extiende, adem?s, su servicio a satisfacer las justas aspiraciones de cuantos por una sensibilidad particular, sin haber tenido v?nculos con los dos grupos anotados, desean mantener viva la liturgia latina anterior en la celebraci?n de la Eucarist?a y de los dem?s sacramentos.
Sin duda alguna, el empe?o m?s importante, que concierne a toda la Iglesia, es la b?squeda de poner fin a la acci?n cism?tica y reconstruir, sin ambig?edades la plena comuni?n. El Santo Padre, que fue durante algunos a?os miembro de esta Comisi?n, quiere que ella se convierta en un organismo de la Santa Sede con la finalidad propia y distinta de conservar y mantener el valor de la liturgia latina tradicional. Pero se debe afirmar con toda claridad que no se trata de un volver atr?s, de un regreso a los tiempos anteriores a la reforma de 1970. Se trata en cambio de una oferta generosa del Vicario de Cristo que, como expresi?n de su voluntad pastoral, quiere poner a disposici?n de la Iglesia todos los tesoros de la liturgia latina que durante siglos ha nutrido la vida espiritual de tantas generaciones de fieles cat?licos. El Santo Padre quiere conservar los inmensos tesoros espirituales, culturales y est?ticos ligados a la liturgia antigua. La recuperaci?n de esta riqueza se une a la no menos preciosa de la liturgia actual de la Iglesia.
Por estas razones el Santo Padre tiene la intenci?n de extender a toda la Iglesia latina la posibilidad de celebrar la Santa Misa y los Sacramentos seg?n los libros lit?rgicos promulgados por el Beato Juan XXIII en 1962. Por esta liturgia, que nunca fue abolida, y que , como hemos dicho, es considerada un tesoro, existe hoy un nuevo y renovado inter?s y, tambi?n por esta raz?n el Santo Padre piensa que ha llegado el tiempo de facilitar, como lo hab?a querido la primera Comisi?n Cardenalicia en 1986, el acceso a esta liturgia haciendo de ella una forma extraordinaria del ?nico rito Romano.
Hay algunas buenas experiencias de comunidades de vida religiosa o apost?lica erigidas por la Santa Sede recientemente que celebran en paz y serenidad esta liturgia. En torno a ellas se congregan asambleas de fieles que frecuentan estas celebraciones con alegr?a y gratitud. Las erecciones m?s recientes son el Instituto de San Felipe Neri en Berl?n, que funciona como un Oratorio y se ha hecho presente tambi?n, con buena acogida, en la Di?cesis de Tr?veris; el Instituto del Buen Pastor de Burdeos que re?ne sacerdotes, seminaristas y fieles, algunos salidos de la Fraternidad San P?o X. Est?n muy adelantados los tr?mites para el reconocimiento de una comunidad contemplativa, el Oasis de Jes?s Sacerdote, de Barcelona.
En Am?rica Latina, como es bien conocido, debemos agradecer al Se?or por el regreso de toda una Di?cesis, la de Campos, antes lefevriana que ahora, despu?s de cinco a?os, presenta buenos frutos. Ha sido un retorno pac?fico y los fieles que se han inscrito en la Administraci?n Apost?lica, est?n contentos de poder vivir en paz en sus comunidades parroquiales; m?s a?n, en efecto algunas di?cesis brasile?as han hecho contactos con la Administraci?n Apost?lica de Campos que ha puesto a su disposici?n sacerdotes para la cura pastoral de los fieles tradicionalistas en sus iglesias locales. El proyecto del Santo Padre ha sido ya parcialmente probado en Campos donde la cohabitaci?n pac?fica de las dos formas del ?nico rito romano en la Iglesia es una bella realidad. Tenemos la esperanza de que tal modelo produzca buenos frutos, tambi?n en otros lugares de la Iglesia donde viven juntos fieles cat?licos con sensibilidades lit?rgicas diversas. Y esperamos, adem?s, que tal modo de vivir juntos atraiga tambi?n aquellos tradicionalistas que todav?a est?n lejos.
Los miembros actuales de la Comisi?n son los Sres. Cardenales Juli?n Herranz, Jean-Pierre Ricard, William Joseph Levada, Antonio Ca?izares, e Franc Rod?. Son consultores los Subsecretarios de algunos Dicasterios.
Hasta ahora han estado bajo Ecclesia Dei varias comunidades dispersas por el mundo. 300 sacerdotes, 79 religiosos, 300 religiosas, 200 seminaristas y varias centenas de miles de fieles. Curiosamente aumenta el inter?s de los j?venes en Francia, Estados Unidos, Brasil, Italia, Escandinavia, Australia y China. En el momento del regreso, de Campos han pasado 50 sacerdotes, unos cincuenta seminaristas, 100 religiosas y 25.000 fieles.

Hoy el grupo de los lefevrianos consta de 4 Obispos que fueron ordenados por Mons. Lefebvre, de 500 sacerdotes y 600.000 fieles. Al grupo se unieron igualmente varios monasterios contemplativos y algunos grupos religiosos masculinos y femeninos, tienen parroquias (los llaman prioratos), seminarios y asociaciones. Est?n presentes en 26 pa?ses.
Pidamos al Se?or que este proyecto del Santo Padre pueda realizarse pronto para la unidad de la Iglesia.

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V CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO


Intervenci?n del Emmo. Sr. Cardenal D. Renato R. Martino
Presidente del Pontificio Consejo ?Justicia y Paz?


Saludo
En nombre de Su Eminencia, el Cardenal Renato R. Martino, Presidente del Pontificio Consejo ?Justicia y Paz? saludo cordial y respetuosamente a los Eminent?simos Se?ores Cardenales, a los Excelent?simos Se?ores Arzobispos y Obispos, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, a los queridos fieles laicos y a todos los participantes en esta V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.
Es para m? un gran honor presentar a su consideraci?n la reflexi?n que el Cardenal Presidente de ?Justicia y Paz?, desde el ?mbito del trabajo de este dicasterio de la Santa Sede, quiere aportar, con la esperanza y el deseo de que sea ?til para los trabajos de esta importante Asamblea.

1. Realidad de Am?rica Latina y el Caribe
Diversos y valiosos an?lisis de la realidad de Am?rica Latina y el Caribe se han realizado, tanto por parte de los gobiernos, los organismos internacionales u oficinas eclesiales, como por ejemplo el Observatorio del CELAM. No quiero presentarles datos que ya se conocen, s?lo me limito a se?alar algunas coincidencias que he encontrado en muchos de los Informes socioecon?micos y pol?ticos que existen.
En los pa?ses de la regi?n constatamos, como en la mayor parte de nuestro planeta, un cambio r?pido y profundo. Un cambio que no siempre es para bien debido a la falta o a la insuficiencia de instrumentos adecuados que acompa?en y gobiernen dicho cambio, orient?ndolo hacia la construcci?n de estructuras sociales, econ?micas y pol?ticas, dignas de la persona humana.
Es por ello que en campo econ?mico, a la vez que constatamos la existencia de un crecimiento econ?mico y que estas tierras producen riqueza suficiente para todos, constatamos tambi?n que siguen creciendo las desigualdades en el acceso a los bienes de la tierra. No es ning?n secreto que en algunos de los pa?ses de Am?rica Latina se registran los m?s altos ?ndices de desigualdad del mundo. Por lo tanto, la cuesti?n del desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres de estos pa?ses sigue sin resolverse, m?s a?n, en algunas realidades nacionales se ha agravado. Cabe subrayar que la situaci?n de subdesarrollo de muchos y de superdesarrollo de pocos, no es una cuesti?n s?lo econ?mica, sino que tiene causas de orden moral, y por lo tanto representa un desaf?o pastoral para la Iglesia.
En campo pol?tico, Am?rica Latina y el Caribe ha dejado atr?s las dictaduras militares, y la mayor parte de sus pa?ses ha optado por el sistema democr?tico. Somos testigos del desarrollo de los ordenamientos institucionales t?picos de los sistemas democr?ticos, sin embargo ?stos son todav?a fr?giles en la mayor?a de los pa?ses y expuestos constantemente a derivas ideol?gicas, tanto de corte populista como neoliberal, con una clase dirigente y aparatos estatales de baja credibilidad y altos ?ndices de corrupci?n. No existe todav?a, un liderazgo pol?tico s?lido capaz de aumentar la confianza de los ciudadanos en las instituciones publicas.
Asistimos tambi?n a una gran apertura y vivacidad cultural en los Pueblos latinoamericanos y caribe?os, sin embargo el secular, y en muchos casos milenario, itinerario hist?rico que ha dado origen a los rasgos caracter?sticos de cada uno de estos pueblos, y a los valores que sustentan sus culturas, se enfrentan hoy a la gran amenaza de la homologaci?n cultural o de la igualaci?n sobre la base de los peores modelos de vida provenientes de Norteam?rica o Europa, debido a la fascinaci?n que tales modelos ejercen entre las poblaciones latinoamericanas y caribe?as. Las sociedades de estos pueblos conservan todav?a un gran aprecio por la familia tradicional y un gran respeto por la vida ?desde su concepci?n hasta su muerte natural?, sin embargo no est?n exentas del peligro influjo de las pol?ticas globales emprendidas contra la familia y la vida.
2. Misi?n de la Iglesia y doctrina social
La Iglesia, que es intr?nsecamente misionera, como parte de su misi?n est? llamada a acompa?ar estos cambios, a veces dram?ticos, con la gracia del anuncio del Evangelio, recordando siempre que ?la evangelizaci?n no ser?a completa si no tuviera en cuenta la interpelaci?n rec?proca que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre? . Y ya que su misi?n no consiste s?lo en anunciar con la palabra sino tambi?n con la vida, el anuncio cristiano est? ?ntimamente unido a la promoci?n humana, al compromiso por la justicia, la paz y la solidaridad. El compromiso de la Iglesia en defensa y promoci?n de la dignidad humana no se basa en razones sociales, ni se debe a una moda m?s o menos pasajera, no se fundamenta en ninguna ideolog?a ni est? vinculado a cuestiones de prestigio. Ni siquiera se trata de un tema puramente moral, en cuanto exigencia de comportarse en modo correcto. Es el mandamiento supremo de la caridad, principio fundamental de la fe cristiana, el impulso principal que la gu?a en su esfuerzo de b?squeda y compromiso para contrarrestar y abrogar todo aquello que vulnere la dignidad del hombre, principalmente del m?s d?bil. Por lo tanto, el cuidado y la preocupaci?n de la Iglesia ante toda situaci?n de pobreza y de miseria, no constituye para Ella un oportunismo, sino una obligaci?n que deriva directamente de la fe en Dios, Creador, Providente y Redentor. Una fe que tiene sus exigencias morales en el campo social.
La Iglesia, en su misi?n primordial y prioridad suprema de evangelizar, cuenta con un instrumento esencial: la doctrina social de la Iglesia. Esta ense?anza forma parte de su misi?n y es instrumento de evangelizaci?n porque ilumina la vivencia concreta de nuestra fe . Las cuestiones sociales enumeradas al inicio de esta intervenci?n corroboran las palabras que Juan Pablo II dec?a al inaugurar la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericana, reunida en Puebla: ?una de las m?s vistosas debilidades de la civilizaci?n actual est? en una inadecuada visi?n del hombre? , y en esa misma ocasi?n invitaba a confiar en la doctrina social de la Iglesia, aun cuando ?algunos traten de sembrar dudas y desconfianzas sobre ella, estudiarla con seriedad, procurar aplicarla, ense?arla, ser fiel a ella es, en un hijo de la Iglesia, garant?a de la autenticidad de su compromiso en las delicadas y exigentes tareas sociales, y de sus esfuerzos en favor de la liberaci?n o de la promoci?n de sus hermanos? .
?Por qu? tanta insistencia en no relegar estas ense?anzas? ?por qu? los cristianos tienen que recurrir a ella para evangelizar?
Porque la doctrina social no es una filosof?a ni una ideolog?a, porque ?anuncia a Dios y su misterio de salvaci?n en Cristo a todo hombre y, por la misma raz?n, revela al hombre a s? mismo. Solamente bajo esta perspectiva se ocupa de lo dem?s? . Porque nace del S? de Dios al hombre, del proyecto de amor de Dios por el hombre, proyecto confiado sobre todo a la Iglesia. Porque la doctrina social de la Iglesia nace de la fe cristiana, es decir de las palabras y de la praxis de Jes?s y de su anuncio pascual de liberaci?n del pecado y de la muerte, porque nace de una promesa de vida nueva, que implica necesariamente las relaciones sociales entre los hombres. Porque la doctrina social se nutre del Evangelio, de la luz de Cristo y de los problemas humanos, de la Iglesia y del mundo, porque interesa a la vida de la Iglesia en el mundo y es expresi?n de la caridad de la Iglesia hacia el mundo. He aqu? algunas de las razones por las cuales la doctrina social no es marginal para la vida crisitiana, ni es ajena a la misi?n evangelizadora de la Iglesia. Por eso ella est? estructuralmente vinculada con la liturgia y la catequesis, con la oraci?n y la espiritualidad cristianas y es el coraz?n de la pastoral social. La doctrina social es tambi?n el instrumento mediante el cual las comunidades cristianas se vuelven sujetos de cultura social y pol?tica: los laicos crisitanos encuentran en ella la referencia com?n para su compromiso en las realidades temporales.
Es verdad que no corresponde a la Iglesia proponer medidas concretas de orden pol?tico o econ?mico, pero tambi?n es cierto que tiene el derecho y el deber de iluminar las conciencias de los hombres y de las mujeres para ayudarles a descubrir en su vida cotidiana las condiciones para que las estructuras en que viven sean conformes con su dignidad, los espacios que se deben crear para que madure una sociedad m?s justa, fraterna y solidaria.

3. Propuestas
Esta V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano constituye una ocasi?n oportuna para consolidar el ?nuevo impulso? que la doctrina social conoce en el continente latinoamericano. Un ?nuevo impulso? que se ve favorecido por la amplia difusi?n y magn?fica acogida que ha tenido el Compendio de la doctrina social, como he tenido oportunidad de constatar durante el I Encuentro Continental de presentaci?n del documento en la Ciudad de M?xico, y en tantas otras ocasiones en varios pa?ses de la regi?n. Al respecto, me permito se?alar que el Santo Padre, Benedicto XVI en su Mensaje a los participantes del citado Encuentro en la Ciudad de M?xico, apoy? y reforz? este proceso de consolidaci?n y relanzamiento de la doctrina social de la Iglesia, lo mismo ha hecho en su primera enc?clica, y en varios de sus discursos, el ?ltimo de ellos que me ha tocado escuchar personalmente fue el que dirigi? a los j?venes latinoamericanos y caribe?os, el pasado jueves 10 de mayo.

Desde esta perspectiva creo que es oportuno hacer algunas propuestas:
Ser? muy importante que la doctrina social se inserte adecuadamente en los itinerarios formativos tanto de los candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada, como de los catequistas y laicos comprometidos. Una seria formaci?n social vinculada a la doctrina social de la Iglesia, desalienta la referencia a las ideolog?as en turno;
Ser? igualmente oportuno incrementar los instrumentos formativos en doctrina social, en las comunidades parroquiales, en las peque?as comunidades eclesiales, en los grupos, movimientos y asociaciones laicales. De mucho provecho ser? tambi?n consolidar ?o instituir donde no existan todav?a? las estructuras dedicadas a la doctrina social a nivel universitario y con car?cter rigurosamente cient?fico, de manera que el pensamiento social cat?lico pueda confrontarse y dialogar con la filosof?a y con las ciencias humanas contempor?neas que tanto repercuten en el ethos cultural de nuestros d?as;
Ser? necesario que la doctrina social sirva como referencia esencial en la acci?n pastoral encaminada a formar para el compromiso social y pol?tico de los fieles laicos cat?licos, en la perspectiva de cultivar un liderazgo social y pol?tico m?s s?lido y cristianamente inspirado para el continente latinoamericano. Pastores y fieles en estrecha comuni?n est?n llamados a colaborar en la transformaci?n de las estructuras injustas, cada uno desde su estado y condici?n. Muchas gracias. EV, 29.

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V CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO


Intervenci?n de Mons. Stanislaw Rylko - Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos

Mis m?s cordiales saludos a los Se?ores Cardenales Presidentes de esta Conferencia, a todos los hermanos en el episcopado, a todos los participantes! Me siento muy honrado, como Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, de compartir la vida y los trabajos de este importante evento eclesial. Perm?tanme que dirija un saludo muy especial a los laicos presentes en la Conferencia. En cierto modo son representantes y protagonistas de esa fuerte corriente de mayor conciencia, responsabilidad y participaci?n de los fieles laicos en la vida y misi?n de la Iglesia de la renovaci?n promovida por el Concilio Vaticano II.
Para comprender la situaci?n actual del laicado latinoamericano no se puede no evocar las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano pues constituyen los pilares fundamentales en la vida de la Iglesia en este continente. La Conferencia en Medell?n (1968) busc? las v?as de la aplicaci?n del Magisterio conciliar a la realidad latinoamericana. Lejos de una ?hermen?utica de la discontinuidad y de la ruptura?1, se experiment? siempre una continuidad renovada que reflexiona ante los nuevos desaf?os que se presentan. Con especial novedad y dinamismo emergen lo temas de los ?pobres?, de la ?liberaci?n?, de la ?comunidades eclesiales de base?, de las consecuencias sociales del seguimiento de Cristo y del compromiso pol?tico en transformaciones que se consideran urgentes y profundas. No faltaron interpretaciones y desviaciones posteriores con un reduccionismo soteriol?gico a la clave ?tico-social o pol?tica o la primac?a de la misma sobre el acontecimiento salv?fico.
El giro especialmente significativo fue que la mirada y la solicitud pastorales de la Iglesia no se concentraron s?lo en las minor?as laicales "comprometidas", en las ?lites de los "militantes", sino que se tom? conciencia de la responsabilidad ante un multitud de bautizados donde la tradici?n cat?lica estaba muy arraigada pero poco cultivada. Se revaloriz? la piedad popular como acervo de valores que responde con sabidur?a cristiana a los grandes interrogantes de la existencia. ?sta se redescubri? como una modalidad de inculturaci?n de la fe cat?lica y de un laicado que expresa su fe comunitariamente a trav?s de gestos, s?mbolos, palabras, criterios. La cuesti?n crucial resulta, pues, la de custodiar, reformular y revitalizar el patrimonio de la fe, esa mayor riqueza de los pueblos latinoamericano, que se expresa en casi el 90% de sus bautizados, que son poco menos de la mitad de los bautizados en toda la Iglesia cat?lica.
Vienen los tiempos de la Conferencia en Puebla 1979) y despu?s en Santo Domingo (1992), bajo la gu?a del pontificado de S.S. Juan Pablo II. Los Pastores saben bien que el patrimonio de este "continente de la esperanza" se ve asediado por causa de fuertes corrientes de descristianizaci?n inducida por una cultura dominante a nivel global cada vez m?s lejana y hostil a la tradici?n cat?lica. Al mismo tiempo constatan la expansi?n y proliferaci?n de comunidades evang?licas y la catequesis y la de superar el deslizamiento reductor del cristianismo hacia un moralismo exacerbado, un mesianismo pol?tico, un sincretismo ideol?gico. Puebla y Santo Domingo expresan el anhelo de reafirmar la identidad cristiana y la misi?n de la Iglesia para suscitar una nueva evangelizaci?n que haga de la presencia de Cristo una realidad m?s evidente, persuasiva e influyente en la vida de las personas, las familias y los pueblos.
La Conferencia de Aparecida (2007) en cambio, quiere ser un llamado fuerte a un regreso a lo esencial del ser cristianos. ?Qu? importante es en nuestro mundo lleno de falsos maestros que seducen y enga?an con tantas falsas promesas de felicidad y de "salvaci?n" a bajo preciso, que los fieles laicos sepan descubrir en Cristo al ?nico verdadero Maestro y Se?or que "tiene palabras de vida eterna" ( cfr. Jn. 6, 56) y de descubrirse a s? mismos como sus disc?pulos! El disc?pulo es aqu?l que entra en comuni?n de vida con Cristo-Maestro. Benedicto XVI en la Enc?clica Deus caritas est nos ense?a: "No se comienza a ser cristiano por una decisi?n ?tica o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientaci?n decisiva" (n. 1).
1. Sabemos bien que hoy existe una ingente y capilar generosidad en el laicado cat?lico latinoamericano. Se destaca en muchas familias, en el empe?o de numeros?simos catequistas, en la viva participaci?n en las parroquias, en las comunidades cristianas, en redes de solidaridad junto a los m?s pobres. Parece de suma importancia tener presente la necesidad y exigencia de una renovada, m?s coherente e incisiva presencia de los fieles laicos en los are?pagos culturales y escenarios pol?ticos en los que se desarrolla la vida de las naciones. Al mismo tiempo, Latinoam?rica habiendo ya vivido el encuentro de diversas culturas con el Evangelio, tiene un rol hist?rico fundamental en el proceso de globalizaci?n en el cual vivimos. Hay enormes tareas pendientes, que Ustedes, Pastores de los pueblos latinoamericanos, conocen mucho mejor que yo, en pos de una cultura de la vida, de un aut?ntico desarrollo, de una lucha contra la pobreza y una mayor equidad, de procesos de inclusi?n social, consolidaci?n democr?tica e integraci?n latinoamericana. Dala impresi?n en vuestras tierras que existen no pocos dirigentes pol?ticos que se declaran "cat?licos", m?s por la b?squeda de consenso o como tributo a la tradici?n de las naciones que como verdadera asunci?n de responsabilidad y coherencia a la luz de la fe y de la doctrina social de la Iglesia. Tampoco ofrecen s?lidos fundamentos de construcci?n los sub-productos hiper-individualistas de la sociedad de consumo, con su relativismo pol?tico y moral. Hoy m?s que nunca se requiere una atenta formaci?n cristiana, un fuerte arraigo y alimento comunitario, un agudo discernimiento a la luz de la fe y un compromiso coherente, competente y valiente en la vida p?blica por parte de nuevos sectores laicales. En este sentido, el Compendio de la doctrina social de la Iglesia es un instrumento de gran valor. Sostenidos por sus Pastores, el testimonio de los laicos ha de brillas en escuelas y universidades, en los ambientes de trabajo, en los medios de comunicaci?n, en los movimientos sociales y en la pol?tica mostrando la fuerza transformadora de la fe y de la caridad al servicio del bien com?n.
2. Am?rica Latina vive con grande intensidad de nueva estaci?n agregativa de los fieles laicos con transformaciones significativas2. La Acci?n Cat?lica sufri? una p?rdida de vitalidad y en muchos pa?ses se extingui?. Las comunidades eclesiales de base, despu?s de una fuerte experiencia participativa all? donde la presencia institucional y social de la Iglesia resultaba escasa o ausente, tambi?n han ido perdiendo vitalidad, sobre todo cuando ha prevalecido el inter?s pol?tico y se han ido abriendo los cauces de renovadas formas de participaci?n en procesos de democratizaci?n. Desde los a?os ochenta tambi?n se difunden con vigor en Am?rica Latina los nuevos y muy diversos movimientos y comunidades eclesiales, con los "Cursillos de Cristiandad" como precursores. Sea Juan Pablo II como Benedicto XVI los consideran "providenciales" en cuanto riqueza carism?tica, educativa y misionera para bien de la Iglesia y los pueblos. Al considerarlos tambi?n "providenciales" en esta hora de Am?rica Latina, le import? mucho al Consejo Pontificio para los Laicos y al CELAM realizar en Bogot? en marzo del 2006, el Primer Congreso latinoamericano de movimientos eclesiales y nuevas comunidades como contribuci?n importante en el camino de preparaci?n a esta Conferencia. Estamos muy contentos que entre las categor?as de participantes a esta Conferencia se encuentre por primera vez la de los representantes de estar realidades tan importantes. De ellos mucho se puede aprender en cuando m?todos, caminos y escuelas de formaci?n y acompa?amiento de disc?pulos y misioneros del Se?or. Considero que los movimientos y nuevas comunidades que han surgido bajo el influjo del Esp?ritu Santo en estas tierras latinoamericanas son un verdadero signo de esperanza. ?stos han ofrecido a Latinoam?rica un fuerte impulso misionero y una gran fantas?a misionera en la presentaci?n del anuncio de Cristo y en la formaci?n en la fe , cooperando con fidelidad a la misi?n de la Iglesia no s?lo en Am?rica Latina sino en el mundo entero. En el providencial designo de salvaci?n hoy diversas comunidades surgidas en Latinoam?rica se encuentran en lugares descristianizados como Europa y Norte Am?rica, ofreciendo con su testimonio y anuncio aquella fe que a su vez recibieron desde la evangelizaci?n constituyente, expresi?n de la ley de la traditio y redditio. Al "cristianismo cansado" y desalentado responden con una fe llena de alegr?a, entusiasmo y valent?a. Frente a un cristianismo cerrado en s? mismo, pasivo y lleno de miedo, responden con una fe propositiva, misionera y sin falsos complejos de inferioridad frente al mundo. Los movimientos por lo tanto, no son un "problema" - como a veces se escucha repetidamente -, sino m?s bien un don y como don ha de ser acogido en las Iglesias locales. El Papa Benedicto XVI insiste que "las Iglesias locales y los movimientos no son opuestos entre s?, sino que constituyen la estructura viva de la Iglesia"3 y por tanto exhorta a los pastores a "salir al encuentro de los movimientos con mucho amor"4.
3. Perm?tanme dejar planteado, a la conclusi?n de esta intervenci?n, tres prioridades que son muy importantes para el Papa Benedicto XVI. La primera es que se reconozca que la cuesti?n humana decisiva, en cualquier circunstancia, es la cuesti?n de Dios. En ese reconocimiento est? en juego el primado de Dios y la ?nica verdadera respuesta al drama de la existencia de la persona y los pueblos. No hay nada m?s real que Dios mismo, una realidad sin la cual nada puede ser bueno para el hombre. El Santo Padre Benedicto XVI dirigi?ndose a los obispos suizos se?al? que <>5. Tenemos siempre la tentaci?n de remover ese primado en funci?n de nuestras urgencias y proyectos humanos. Si se construye fuera de esa centralidad y primado se construye contra la persona y contra el bien de los pueblos. ?Primero Dios!... y todo lo dem?s se dar? por a?adidura.
La segunda prioridad es la de lograr ser testigos, comunicadores y educadores de la belleza de ser cristianos. ?A qu? otra cosa tiende la razonable persuasi?n de las ense?anzas de Benedicto XVI sino a ayudar a redescubrir a todo bautizado la dignidad, belleza y alegr?a de ser cristianos? Cuando un periodista pregunt? al Santo Padre antes de su viaje a Colonia, qu? es lo que quer?a comunicas en la Jornala Mundial de la Juventud del 2005, Benedicto XVI respondi? sint?ticamente: ?que ser cristiano es bello! Como lo dijo en la primera homil?a de su ministerio petrino: <>.6 S?lo desde la experiencia y certeza de esa belleza y alegr?a en la propia vida, brota la gratitud y el ?mpetu misionero de compartir con todos el don del encentro con Cristo.
La tercera prioridad es que sin identidad profunda y fuerte de personas y pueblos nada de bueno se construye. A los Pastores nos corresponde sobre todo alimentas la identidad cristiana, cat?lica, de los bautizados, para que se conviertan efectivamente en aut?nticos disc?pulos y, por eso, misioneros del Se?or. Los fieles laicos est?n llamados a ser lo que son desde su identidad sacramental. Es fundamental pues, que vivan toda su vida como vocaci?n. Bien afirma la exhortaci?n apost?lica post-sinodal Christifideles laici: "La inserci?n en Cristo por medio de la fe y de los sacramentos de iniciaci?n cristiana es la ra?z primera que origina la nueva condici?n del cristiano en el misterio de la Iglesia, que constituye su m?s profunda fisionom?a, que est? en la base de todas las vocaciones y del dinamismo de la vida cristiana de los fieles laico" (n.9). Por eso, "no es exagerado decir que toda la existencia del fiel laico tiene como objetivo el llevarlo a conocer la radical novedad cristiana que deriva del bautismo, sacramento de la fe, para que pueda vivir sus compromisos seg?n la vocaci?n recibida de Dios" (n.10). Hay que repensar y relanzar, pues, los itinerarios de iniciaci?n y reiniciaci?n cristiana, no s?lo para los ni?os sino tambi?n para los j?venes y adultos, que, en la comunidad cristiana y a la luz de la Palabra de Dios encuentran su fundamento en el bautismo, los dones del Esp?ritu Santo en el sacramento de la confirmaci?n y su culminaci?n en el sacramento de la Eucarist?a, fuente y v?rtice de toda la vida eclesial, de toda vida cristiana. Nada m?s importante que suplicar la misericordia de Dios, la gracia de su Esp?ritu y la compa??a del Se?or Jes?s, confi?ndonos a la intercesi?n de la Sant?sima Virgen Maria, para que todos nuestros trabajos y desvelos lleguen a buen fin.

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V CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO


Intervenci?n de su Eminencia el Se?or Cardenal L?pez Trujillo

Queridos hermanos en el episcopado, en el sacerdocio y en el bautismo: la pastoral de la familia y de la vida tiene dos campos complementarios: Uno, pastoral, dentro de la Iglesia, por fortuna ya vigoroso en Am?rica Latina, aunque es preciso fortalecerlo, para hacerlo m?s din?mico, coordinado y eficaz, tanto en las Conferencias Episcopales, en las Di?cesis con una buena acci?n parroquial, con la preciosa colaboraci?n de los movimientos. El s?bado pasado en Italia tuvo lugar el Family Day, con m?s de un mill?n y medio de personas. Tambi?n en Am?rica Latina en algunos pa?ses se realizan encuentros similares. Ser?a importante que en todos se realizara un d?a de la familia y de la vida. En nuestro dicasterio, por el continuo est?mulo del Santo Padre, se difunde nuestro Lexicon, en varias lenguas, incluso en ?rabe. Ya se termin? en portugu?s y esperamos darlo a conocer en estos d?as. Ser? sin duda de gran utilidad pues es lo m?s completo para aclarar en m?s 1200 p?ginas las ambig?edades y el lenguaje falaz orweliano. Tenemos dos libros voluminosos de m?s de 700 p?ginas, sobre los cursos realizados en casi toda Am?rica Latina y en el mundo.
Quisiera ahora referirme al segundo campo, referido a la familia y a la sociedad. Distribuiremos ahora un subsidio que preparamos para esta Conferencia sobre las legislaciones en Am?rica Latina hasta el mes del pasado abril inclusive. Podremos ver el inmenso desaf?o que tenemos por una mentalidad contra la familia, con nuevos y enormes retos, nunca antes conocidos, y contra la vida. Como Benedicto XVI lo recordaba, con la penosa ausencia de pol?ticos cristianos, decididos a dar un necesario testimonio. Muchos a?os trabaj? en el CELAM, desde la Conferencia de Medell?n. Nunca imagin? que hubiera tan dolorosa transformaci?n desde los gobiernos y los parlamentos, en una conjura que convierte el delito en derecho. Quieren introducir falsos nuevos derechos en nombre de la no discriminaci?n. Son pocos los pa?ses que representan hasta el momento honrosas excepciones. Preparamos el IV Encuentro Continental de pol?ticos y legisladores, despu?s del de R?o, M?xico y Buenos Aires nutridas y con participantes de todos los partidos pol?ticos. Los obispos tenemos que dialogar y, en lo posible persuadir con una gram?tica b?sica a la que se refiri? el Siervo de Dios Juan Pablo II en la ONU, con quienes tienen una responsabilidad para el bien com?n de los pueblos. Es deber nuestro recordarles el n?mero 83 de la Exhortaci?n Apost?lica Sacramentum Caritatis sobre la coherencia eucar?stica que tiene que interpelar gravemente a pol?ticos y legisladores obligados moralmente a dar un testimonio coherente y cuando son ellos la fuente de leyes inicuas no deben recibir la eucarist?a negando valores imprescindibles sobre los cuales la Iglesia no puede negociar. Los gobiernos, los medios de comunicaci?n y tantos que socaban nuestra sociedad no pueden silenciarnos. El peligro crece. ?Estamos todos suficientemente conscientes del gran reto? ?Las leyes revelan una visi?n del hombre, una ?moral? impl?cita que busca imponer proyectos contra el bien del hombre y la mujer en el bien com?n de los pueblos? Pululan falsas ?definiciones? de la familia y de la vida, que aprisionan la verdad en nuevas ideolog?as. Como pastores hemos de ser salvaguarda de la Verdad, del Evangelio y ser portadores de esperanza que ojal? no la roben a nuestros pueblos. Hacen falta pol?ticas familiares, sobre todo para proteger y ayudar a las familias pobres latigadas por una econom?a inhumana en el mundo y en nuestros pa?ses.

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V CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO


Intervenci?n de S. EM. R. Paul Cardenal Poupard Presidente Del Consejo Pontif?cio De La Cultura y Del Consejo Pontificio
para El Di?logo Interreligioso


Eminent?simos y Excelent?simos Hermanos en el Episcopado,
Queridos Hermanos y Hermanas en el Se?or,
Delante a los desaf?os gigantescos que se presentan a la Iglesia en Am?rica Latina y el caribe al alba del Tercer milenio, quisiera compartir con ustedes la alegr?a de ser disc?pulos y el privilegio de ser misioneros de Jesucristo, participando cinco puntos de orientaci?n de una pastoral de la cultura en clave transversal, para una aut?ntica evangelizaci?n inculturada, siguiendo el modelo de Mar?a, en quien la Palabra se hizo carne.
1)- Frente la difusi?n mediatizada de im?genes deformes sobre Dios, el hombre, la mujer, la familia, la vida, la pastoral de la cultura propone la antropolog?a cristiana, nacida de una experiencia de nueva iniciaci?n en la fe. La fuerza del kerygma, la catequesis, la liturgia, la homil?a dominical y la comuni?n son el cimiento s?lido para reformular una hodierna cultura cristiana que d? nueva savia a las familias y a las comunidades de fe.
2)- Frente los alejados por ignorancia religiosa, relativismo y secularismo, que alimentan las diferentes formas de sectas, sincretismo e indiferentismo, la pastoral de la cultura propone la experiencia existencial de la ?proximidad? y el acompa?amiento en peque?as comunidades de fe que generen una cultura de comuni?n y arraigo compartida con alegr?a.
3)-Frente la erosi?n de la vida cristiana, la pastoral de la cultura propone la presentaci?n atrayente del Misterio de Cristo, Hijo de Dios e Hijo de Mar?a. Tanto la devoci?n popular, como la via pulchritudinis, son un excelente instrumento pastoral para tocar efectivamente y expresar culturalmente la dimensi?n de lo inefable en la vida cotidiana de una fe, plenamente acogida, totalmente pensada, fielmente vivida.
4) Frente las situaciones aplastantes de miseria y desamparo, desigualdad social y pobreza, frente al desempleo y migraci?n de los j?venes, a la violencia, la pastoral de la cultura promueve una cultura de la solidaridad fraterna a todos los niveles de la vida social: familiar, local, de instituciones gubernamentales, p?blicas y organismos privados. Una cultura de la solidariedad fraterna que afirma que su amor preferencial por los pobres implica: ?promover a todos los hombres y a todo el hombre?, como lo subraya la enc?clica Populorum progressio que el Papa Paulo |Sexto, me pidi? presentar en mi primera Rueda de Prensa, hace cuarenta a?os, el martes de pascua de 1967. La cultura de la solidaridad fraterna va de la mano a una adecuada diacon?a de la inteligencia.

5)- Frente la avalancha de informaci?n medi?tica y mentalidad virtual que generan confusi?n, desorientaci?n y uniformidad cultural, incluso en las comunidades ind?genas y afro americana, la pastoral de la cultura propone para una adecuada educaci?n humana y cristiana, que abarque de la familia a la parroquia, as? como, de escuela a la Universidad, los centros culturales cat?licos, como lugar privilegiado, para identificar y proponer, nuevos horizontes y lenguajes que toquen la fibra existencial de los latinoamericanos en una nueva cultura audiovisual.
Aqu?, junto a la Madre Aparecida, ?hacia una pastoral de la cultura renovada pela fuerza del Esp?ritu?; la savia del Evangelio de Jesucristo, posee un suplemento de alegr?a y belleza, de libertad y sentido, de verdad, de bondad, de amor para las culturas de Latinoam?rica y el Caribe. Vivir y participar la amistad con Cristo, es evangelizarla cultura con la parres?a propia del ap?stol, inundando los ambientes de la familia, la educaci?n, la comunicaci?n, la vida p?blica, los escenarios de migraci?n, de culturas rurales, ind?genas y afro americanas, y la cultura adveniente en las grandes meg?polis, con la experiencia de fe en el Resucitado. Evangelizar la cultura nace del amor apasionado a Cristo encontrado en la oraci?n, celebrado en la liturgia eucar?stica dominical, m?s conocido y amado en la homil?a que acompa?a al Pueblo de Dios en al misi?n de inculturar el Evangelio en la historia, ardiente e infatigable en la caridad samaritana que conforta a los hermanos heridos en la vida.

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V CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO



Intervenci?n del Sr. Cardeal Cl?udio Hummes, OFM, Prefecto de la Congreg. para el Clero

1. Situaci?n social y econ?mica
La globalizaci?n, hoy vigente en el mundo, lleg? tambi?n a Am?rica Latina y al Caribe, pero con altos costos sociales. De hecho, para adecuarse a los nuevos tiempos en los que el mercado es soberano, los pa?ses emergentes tuvieron que hacer grandes ajustes para la apertura de su econom?a al mercado globalizado y esto exigi? enormes costos sociales, entre ellos, una devastadora destrucci?n de lugares de trabajo, generando un nuevo ej?rcito de desempleados que se sum? a lo ya cr?nico desempleo. El desempleo es quiz?s la mayor y m?s fuerte llaga social del continente. No se niega que la globalizaci?n haya tra?do tambi?n beneficios y progreso, pero para una parte significativa de nuestra poblaci?n trajo un desempleo sin perspectivas. Meses atr?s fue publicada en S?o Paulo una pesquisa social que mostr? haber en el Gran S?o Paulo un mill?n de j?venes sin trabajo y sin escuela, no porque no quieran trabajar y estudiar, sino por la falta de oportunidad. Lamentablemente, muchos de estos j?venes terminan en la droga y en la violencia.
Todo esto indica que la Iglesia deber? empe?arse a?n m?s en la solidaridad para con los pobres, a la luz de Jesucristo. La opci?n por los pobres, no ideol?gica sino orientada por la Doctrina Social de la Iglesia, contin?a actual?sima. Adem?s, el Santo Padre en su discurso inaugural de esta V Conferencia subray? que ?la opci?n preferencial por los pobres est? impl?cita en la fe cristol?gica?.
2. La nueva situaci?n pol?tica
Hoy, en un mundo globalizado, en que se forman nuevas agrupaciones de pa?ses, mediante tratados de libre comercio y hasta mismo cierta uni?n pol?tica, tambi?n Am?rica Latina busca unir sus pa?ses, sea con tratados de libre comercio, como el Mercosur, sea buscando tambi?n una uni?n pol?tica del continente, a semejanza de la Uni?n Europea. Esta b?squeda de mayor unidad se volvi? imperativa, promisoria y positiva para que el continente tenga un porvenir real. La Iglesia Cat?lica, que desde el tiempo colonial siempre uni? estos pueblos bajo el aspecto religioso, podr?a ofrecer su experiencia y su luz evang?lica para este proceso de uni?n.
3. La nueva situaci?n religiosa
De un lado, la cultura post moderna y urbana est? en expansi?n en Am?rica Latina y hace sentirse principalmente en las capas m?s instruidas de la poblaci?n, en los medios y en la pol?tica. Se caracteriza por un individualismo y subjetivismo extremados, que se manifiestan en el pluralismo, en el relativismo, en el secularismo y en el permisivismo moral, bajo el pretexto de una autonom?a subjetiva que rechaza la normatividad de una verdad fundante y universal. Al mismo tiempo, crece un laicismo militante y anti religioso.
Por otro lado, las Sectas pentecostales y neo pentecostales se expanden. De hecho la Iglesia Cat?lica perdi?, por ejemplo, en Brasil, en las ?ltimas d?cadas anualmente cerca del 1% de sus miembros, sabi?ndose que la mayor?a pas? a las Sectas. Hay que a?adir que las Sectas crecieron principalmente en las periferias urbanas pobres.
No se trata de hacer un conflicto con las Sectas, pero de preguntarnos lo que podemos hacer nosotros para ir al encuentro de los cat?licos alejados y de los pobres de nuestras periferias para revitalizar su fe cat?lica. La falta de evangelizaci?n de aquellos que nosotros bautizamos es la causa principal de este fen?meno. Tambi?n la pobreza y el desarraigo social y religioso del pueblo que vino del campo para las periferias pobres de la ciudad, son otra causa. A todos ?stos, las Sectas buscan atraer.
Urge tambi?n una evangelizaci?n adecuada de los j?venes y del mundo de la educaci?n. All? se forma el porvenir de la sociedad. Igualmente, necesitamos evangelizar el mundo de los medios, los grandes medios de comunicaci?n, que forman la opini?n p?blica.
4. Propuesta
Todo indica que el tema de esta V Conferencia ?Disc?pulos y misioneros de Jesucristo, para que en ?l nuestros pueblos tengan vida?, fue una elecci?n muy acertada. De hecho, la Iglesia en Am?rica Latina y en el Caribe necesita decidirse a ser resueltamente una Iglesia misionera adentro de su propio territorio, para salir en b?squeda de los cat?licos alejados y de todos que poco o nada conocen de Jesucristo y su Reino. Es necesario organizar los laicos de las parroquias, darles una formaci?n b?sica sobre el kerigma evang?lico y con una metodolog?a misionera adecuada enviarlos a visitar a las familias, sobretodo en las periferias pobres. Es necesario o?r las personas que tanto tienen a decirnos sobre sus sufrimientos y miserias, sus alegr?as y aspiraciones, despu?s rezar con ellas, anunciarles de nuevo la persona de Jesucristo y conducirlas a un fuerte encuentro personal y comunitario con Cristo, para despertar la adhesi?n personal a ?l y as? se vuelvan sus disc?pulos. Nuestro pueblo necesita sentir m?s el calor y la proximidad de su Iglesia. Al mismo tiempo, ser? necesario ejercer una solidaridad concreta y eficaz para con los pobres, pues evangelizaci?n y promoci?n humana no pueden separarse.
Esta V Conferencia debiera, por lo tanto, decidirse por una gran misi?n continental permanente, como le viene siendo sugerido por muchos que participaron vivamente de su preparaci?n.
Para esta misi?n los presb?teros y los di?conos permanentes ser?n agentes fundamentales e indispensables en las parroquias y en los diversos ambientes de la sociedad. Ellos ser?n decisivos para el ?xito de la misi?n. La formaci?n en nuestros seminarios y la formaci?n permanente de nuestro clero deber?an asumir como tarea urgente el despertar de este esp?ritu misionero.

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V CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO


Intervenci?n del Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Chile en la V Conferencia General del Episcopado de Am?rica Latina y el Caribe


Aparecida, 15 de mayo de 2007


1) Hablo en nombre de los 32 Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile, que servimos en 27 circunscripciones eclesi?sticas, 26 territoriales m?s el Obispado Castrense.

2) Hemos llegado a Aparecida con la inmensa certeza de haber sido convocados por el Se?or a vivir un nuevo Pentecost?s. Reunidos, como estamos, en nombre de Jes?s nos confirman en esta convicci?n la cercan?a y acompa?amiento de Nuestra Se?ora de Aparecida, en ?sta su casa; la comuni?n afectuosa con el Sucesor de Pedro y saber que contamos con la oraci?n y el afecto de nuestras Iglesias.

3) Tenemos conciencia de vivir tiempos de grandes y hermosos desaf?os. Pero tambi?n de sombras. Nuestros pueblos -el chileno incluido- no est?n contentos. Hay muchos signos de desesperanza e incluso de ira. El modelo socio-econ?mico neo-liberal favorece a las minor?as ricas en desmedro de las mayor?as empobrecidas. Y si bien en algunos pa?ses el porcentaje de quienes viven bajo la l?nea de pobreza ha disminuido -Chile, por ejemplo- sin embargo la brecha de creciente inequidad se acent?a peligrosamente, particularmente en el tema fundamental de la educaci?n, y especialmente en las barriadas de las grandes ciudades, en el campo y entre las poblaciones originarias. Por otra parte, el sistema democr?tico recuperado -no sin sufrimiento- en casi todos nuestros pa?ses, no ha cumplido las expectativas que en ?l hab?amos puesto. En efecto, la llegada de la democracia no ha favorecido, como se esperaba, la participaci?n, y nuestros conciudadanos se sienten marginados de las grandes decisiones que afectan su vida y el futuro de sus hijos. Mientras tanto contemplan a una clase pol?tica desprestigiada -seg?n lo se?alan reiteradamente las encuestas- enredada muchas veces en temas menores y con gran apetito de poder. Esto ha favorecido el surgimiento, en algunos pa?ses, de gobiernos que los polit?logos califican de ?populistas?.

4) La situaci?n de la Iglesia es paradojal. Si bien todav?a congrega a la mayor?a del pueblo Latinoamericano y del Caribe, porque ha sido su Madre y defensora, sin embargo ha ido disminuyendo paulatinamente el porcentaje de sus miembros, que han buscado acogida en otras confesiones religiosas y no pocas veces en sectas. Aunque nuestros templos est?n llenos -sobre todo para las grandes fiestas- y a nuestros Santuarios, particularmente a los Marianos, acuden miles y miles de fieles -generalmente los m?s pobres- no debemos enga?arnos. Vivimos arremetidas culturales que pretenden desterrar el sustrato religioso y cristiano de nuestra cultura. La sociedad sin Dios, ego?sta y deshumanizante que ha llegado hasta nosotros, ha calado profundamente en nuestras sociedades, tanto en el ?mbito del pensamiento, de las leyes, como en la vida diaria, y ha da?ado muy profundamente a la familia. En este contexto, no es de sorprender que la ense?anza de la Iglesia no sea escuchada tanto en la vida p?blica como privada.
Sin embargo creemos que no basta con estas explicaciones. Nos parece, en efecto, indispensable hacer un valiente examen de conciencia respecto de nuestra fidelidad al Evangelio y a los acuerdos y orientaciones de las anteriores Conferencias Generales del Episcopado de Am?rica Latina y El Caribe. Tambi?n llevar a cabo una seria evaluaci?n de nuestra actitud como Iglesia frente a las necesidades y clamores de los pobres, de los que no comparten nuestra fe y de quienes no encuentran sentido a su vida. Debemos escuchar lealmente a nuestros detractores para discernir cu?nto de verdad hay en su cr?tica. Y revisar, a la luz del Evangelio, nuestro estilo de vida y de acci?n, como tambi?n el contenido y la pedagog?a de nuestra pastoral.

5) Pero nuestra Iglesia Latinoamericana y del Caribe ha sido y sigue siendo bendecida por Dios y por su Santa Madre. Una prueba manifiesta de ello, entre muchas otras, son estas Conferencias Generales del Episcopado, cada una de las cuales ha sido, en su momento, un potente y providencial soplo del Esp?ritu.

6) La de R?o de Janeiro nos llam? a asumir el tema del crecimiento de otras religiones y las enormes carencias de los pobres, especialmente de los campesinos. Nos lanz?, tambi?n, en la gran tarea de la Pastoral Vocacional e invit? a abrir nuestras puertas a sacerdotes, consagrados y consagradas que, como misioneros, generosamente vinieron de distintos lugares de Europa. Pero quiz?s el fruto m?s significativo de ella fue el nacimiento del CELAM, con un n?tido esp?ritu de integraci?n en lo social, lo eclesial, y de fraternidad y comuni?n episcopal.

7) La de Medell?n nos sorprende en la puesta en pr?ctica del Concilio Vaticano II, especialmente la Reforma Lit?rgica, la restauraci?n del Diaconado Permanente, los inicios de las Comunidades Eclesiales, la renovaci?n de la Catequesis y la acogida de la ?Gaudium et Spes?. En Chile se viven momentos particularmente intensos en lo social, llevando adelante la promoci?n popular e impulsando el compromiso socio-pol?tico de los laicos. Son tiempos, tambi?n, en que empieza a reinar la ideolog?a y la confrontaci?n social, que lamentablemente condujeron al quiebre de la vida democr?tica en nuestra Patria y tambi?n en otros pa?ses del Continente, y a profundas divisiones en el clero y en la Iglesia en general.

8) La de Puebla, en nuestro pa?s y en varios otros, se gesta en pleno gobierno militar y significa un refuerzo para asumir como un elemento claramente evangelizador la promoci?n y defensa de los derechos humanos. Nos impactaron los ?rostros sufrientes? descritos en el Documento emanado de dicha Conferencia y reforzaron en muchas de nuestras Iglesias una pastoral social y de solidaridad que buscaba encarnar al Buen Samaritano, superando algunos conflictos ideol?gicos precedentes. Aportes invaluables para la acci?n pastoral fueron la Opci?n Preferencial por los Pobres, la Opci?n Preferencial por los j?venes, as? como la mayor preocupaci?n por los ?Constructores de la Sociedad?, que incluye tambi?n a quienes la construyen desde la base social.

9) La de Santo Domingo no tuvo, en Chile al menos, el impacto de las anteriores, quiz?s porque no hubo preparaci?n suficiente en las bases de la Iglesia. Por otra parte, nuestras ?Orientaciones Pastorales? ya nos hab?an animado a la ?Nueva Evangelizaci?n? pedida por Juan Pablo II como preparaci?n del 5? Centenario de la Evangelizaci?n del Continente. Nos ayud?, sin embargo, a profundizar en las opciones en que est?bamos comprometidos, nos confirm? en las opciones pastorales por los pobres y los j?venes, y nos hizo m?s sensibles respecto de la Pastoral Familiar en un Continente que estaba experimentado profundos cambios culturales.

10) La Iglesia en Chile agradece profundamente al Se?or los dones con que la ha bendecido. Particularmente en estos ?ltimos tiempos, la Visita Pastoral del Papa Juan Pablo II, de la cual acabamos de celebrar los 20 a?os; el fortalecimiento de la participaci?n laical; el desarrollo del diaconado permanente; el desarrollo creciente de la animaci?n b?blica de la pastoral; la mejor evangelizaci?n y catequesis de la devoci?n mariana y de la piedad popular; los progresos en la Pastoral Familiar; el testimonio de fe de los j?venes; la educaci?n cat?lica, que abarca alrededor del 15% de la cobertura educacional del pa?s; la preocupaci?n por la Pastoral Social; el desarrollo de la Pastoral Vocacional; los avances en el Di?logo Ecum?nico e Interreligioso; el florecimiento de nuevos Movimientos y Comunidades; el esfuerzo por llevar adelante una Pastoral Org?nica. Junto a todos estos signos de crecimiento de nuestra Iglesia, pensamos que los m?s grandes dones con que el Se?or nos ha bendecido son nuestros santos: Santa Teresa de Jes?s de los Andes, joven carmelita fallecida a los 20 a?os, con s?lo diez meses en el monasterio; San Alberto Hurtado, sacerdote jesuita, padre de los pobres, amigo de los j?venes, defensor de los trabajadores, formador de laicos y promotor de vocaciones consagradas, y la Beata Laurita Vicu?a, alumna salesiana fallecida a los 12 a?os, ofreciendo al Se?or su vida por la conversi?n de su madre. Ellos son para nosotros modelo, est?mulo e intercesores cercanos.

11) Son muchos los signos de esperanza que han precedido la celebraci?n de esta 5?. Conferencia de Aparecida. La esperanza es el gran don de Cristo resucitado a los disc?pulos de Ema?s, la virtud que les permitir? caminar en la fe. Eso esperamos de este cen?culo: animarnos mutuamente en la esperanza que nos regala el Se?or Resucitado; vivir un ?nuevo Pentecost?s? que nos colme de fe y confianza evang?lica para vida de nuestros pueblos. Queremos volver a escuchar con amor las palabras de Jes?s: ?No teman, yo he vencido al mundo? (Juan 16, 33). Queremos buscar, en comuni?n de hermanos y hermanas, las l?neas y la pedagog?a pastoral necesaria para enfrentar los fascinantes desaf?os de los tiempos que vivimos -que tambi?n son ?tiempos de Dios?- para llevar a la pr?ctica lo que el Se?or nos ha planteado por medio del Santo Padre: ser ?Disc?pulos y Misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en ?l tengan Vida. Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida?.


? Gonzalo Duarte Garc?a de Cort?zar ss.cc.
Obispo de Valpara?so
Vice-Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile

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Atentos al grito de nuestros pueblos que piden Salvaci?n, se fortalezca la Esperanza.

V CONFERENCIA DE APARECIDA:
EXPECTATIVAS DEL EPISCOPADO DE URUGUAY


La Conferencia Episcopal de Uruguay reunida en Asamblea, dedic? la tarde del pasado martes 24 de abril a reflexionar y expresar cuales son las expectativas que tenemos ante esta Quinta Conferencia.

1) Un presupuesto ineludible: partir de la realidad.
Ubicada en continuidad con las precedentes Conferencias, debe incidir, con decisi?n y compromiso, en la realidad latinoamericana y caribe?a.
Para ello, un presupuesto ineludible es partir de la realidad, reconociendo tanto las luces como las sombras.
Este an?lisis, aun siendo eminentemente pastoral, describa, con la mayor clarividencia, la realidad concreta que viven nuestros pueblos: su pobreza, la situaci?n de la familia, la realidad de la Iglesia, los alejados, etc.

Atento al grito de nuestros pueblos que piden Salvaci?n, se fortalezca la Esperanza.

2) Jesucristo luz del mundo
La Persona de Jesucristo es la Luz: su vida, palabra y gestos, su pedagog?a evangelizadora y sus prioridades liberadoras.
Debe aparecer claramente la teolog?a y espiritualidad de la Encarnaci?n, la Eclesiolog?a que resalte la m?stica de la Iglesia primitiva, Iglesia una y diversa en un mundo plural.
Debemos hacer una lectura prof?tica desde el lugar donde celebramos la Asamblea para que la Iglesia salga de aqu? convertida en una Iglesia ?aparecida? para vida de nuestros pueblos.
La Iglesia, desde todo lo que significa este lugar, debe aparecer fuertemente comprometida al servicio de la vida y de la esperanza; comprometida con la justicia y con la liberaci?n.

3) Aguardamos opciones pastorales que:
? Promuevan el proceso de la iniciaci?n cristiana, y ayude a redescubrirla a los ya bautizados necesitados de una nueva evangelizaci?n.
? nos impulsen con ardor al anuncio del Kerigma, siendo cercanos a los hermanos, d? un fuerte impulso Vocacional, que en la realidad de la diversidad de vocaciones haga tomar conciencia de que todos somos evangelizadores: disc?pulos, testigos y misioneros en la Iglesia y en el mundo.
? dichas opciones pastorales sean concretas, se insista en el anuncio del Evangelio, se esclarezca qu? entendemos por ?misi?n? y se preste una atenci?n especial a los j?venes, la mujer, los ind?genas y afroamericanos.

4) El esp?ritu que esperamos tenga esta Asamblea.
Esta V? Conferencia debe suscitar un proceso de conversi?n, personal, institucional y pastoral que haga m?s cre?ble y atractiva la vida cristiana comprometida y la voz prof?tica de la Iglesia. Debemos responder a la pregunta c?mo se ?hace? un cristiano hoy, al comienzo del tercer milenio, en este Continente.
Inspirados por ?Deus caritas est? y ?Sacramentum Caritatis?, se despierte una conciencia m?s viva y clara de la identidad del cristiano, como disc?pulo y misionero de Jesucristo, vivida desde la necesaria y fecunda pertenencia eclesial.
As? se promover? un nuevo ardor evangelizador en nuestras comunidades eclesiales, fruto del nuevo Pentecost?s que aguardamos sea esta V? Conferencia.


+ Carlos Mar?a Collazzi sdb
Obispo de Mercedes
Presidente de la Conferencia Episcopal de Uruguay

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Viernes, 18 de mayo de 2007

VATICANO - AVE MARÍA, por el P. Luciano Alimandi - “La luz de Fátima en el mundo”

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “Hoy se celebra el 90° Aniversario de las Apariciones de Nuestra Señora de Fátima. Con su fuerte llamada a la conversión y a la penitencia, ella es, sin duda alguna, la más profética de las apariciones modernas” (Benedicto XVI, 13 de mayo de 2007). Con estas palabras, el pasado 13 de mayo, el Santo Padre Benedicto XVI recordó el 90° Aniversario de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima, mientras se encontraba en otro gran Santuario mariano: el de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, en Brasil.

Es hermoso constatar que la Madre de Jesús y Madre nuestra, de un continente a otro, se hace presente a todos sus hijos para acercarlos al corazón de la fe, que es el Señor Resucitado. También en Aparecida, bajo el signo de la mediación maternal de María en la vida de la Iglesia en todas partes, el Santo Padre ha expresamente exhortado: “permaneced en la escuela de María. Inspiraos en sus enseñanzas, buscad acoger y conservar en el corazón las luces que Ella, por mandato divino, os envía desde el cielo” (Benedicto XVI, 12 de mayo de 2007).

En Fátima, precisamente, estas luces venidas de lo alto han sido particularmente intensas y Nuestra Señora del Rosario, por voluntad divina, las han transmitido a través de los tres pastorcitos a los que se apareció en aquel lejano 13 de mayo de 1917. Entre las luces que confió a la Iglesia, encontramos aquella del 13 de mayo de 1919, cuando mostró a los tres niños el horror del infierno: “atemorizados y como invocando auxilio alzamos los ojos a la Virgen, quien nos dijo con bondad y tristeza: ‘Habéis visto el infierno, adonde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos, Dios quiere instituir en el mundo la dovoción a mi Corazón Inmaculado’.”

¡“Dios quiere instituir en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado”! La razón de esta voluntad es específicamente salvífica, es decir dirigida a la salvación de las almas que, de otro modo, sin esta devoción, se perderían para siempre. El mensaje de Fátima se ha convertido para toda la Iglesia, luego de dos milenios, en una elocuente llamada a tomar mayor consciencia del destino eterno de la humanidad. A nadie está permitido permanecer indiferente frente a la falta de conversión del otro.
A esta verdad se podría aplicar la gran enseñanza de la parábola del buen samaritano que, a diferencia de los otros “tuvo compasión” del que estaba “medio muerto” a causa del ataque de los delincuentes, y se encargó personalmente de él hasta cuando se restableció completamente (cfr. Lc 10,30-35). ¡Cuánto mal ronda como “delincuente” por nuestros países y ciudades para robar y golpear empujando a las almas a la oscuridad y a la confusión!

El mensaje de Fátima nos hace responsables convenciéndonos de que nuestra oración, conversión y penitencia, mejora de manera sensible el mundo! Un enfermo que ofrece su enfermedad y recita el rosario por la paz, ¡ayuda al mundo más que un poderoso ejército empeñado en defender una frontera! “Quiero que continuéis rezando el rosario todos los días... Orad, orad mucho y haced sacrificios por los pecadores, pues muchas almas van al infierno porque no tienen quien se sacrifique y quien rece por ellas”. Este doliente reclamo de la Madre de Dios nos sacude del sopor y nos llama a ofrecer, en la cuotidianidad de nuestra existencia, los desánimos, los sacrificios, las “cosas difíciles”, los pequeños “problemas” y también los grandes sufrimientos, cuando se presentan, para salvar las almas.

Cuando rezamos, nos unimos a Jesús y nuestro sufrimiento, unido al suyo, ¡se vuelve preciosísimo! He aquí el gran mensaje de Nuestra Señora de Fátima, que ha llegado no para aumentar nuestros sufrimientos, sino para que nuestros sufrimientos adquieran un sentido salvífico llevado a todos a la redención. Si vivimos estas enseñanzas de María, entonces tendremos paz y la cruz será más ligera, porque habrá encontrado un sentido totalmente nuevo.

El mundo sin Fátima no sería el mismo: ¡quién sabe cuántas bombas atómicas habrían sido ya detonadas! Si la Virgen no se hubiera aparecido, nuestra visión, hoy en día, del mundo que nos rodea sería desoladora. Agradezcamos por ello a la Providencia divina por habernos donado en el curso de nuestra historia esta época mariana, iluminada por el mensaje de Fátima, así como por el de los Papas que han sabido aprecier y hacer propias estas luces y enseñanzas traduciéndolas, para toda la Iglesia, en múltiples llamados a la conversión y a la nueva evangelización bajo el signo de María, a quien repetidamente han encomendado y consagrado pueblos y naciones. Siguiendo la luminosa huella dejada por Juan Pablo II, el Papa del “Totus tuus”, se encuentra ahora Benedicto XVI, quien no pierde ocasión para invitar al mundo entero a la conversión, en la entrega confiada a María, la Madre de Jesús, la Virgen aparecida en Fátima que, desde el Cielo, lo protege y lo asiste. (Agencia Fides 16/5/2007; líneas 56, palabras 837)


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Art?culo publicado en "Iglesia Nivariense" AB RIL 2007, n?mero 74.

?UN HIJO SACERDOTE?
?QUE ALEGRIA!


Salvador Fern?ndez


Esta frase la ha pronunciado mi esposa en bastantes ocasiones. La dec?a con cierto desconsuelo ya que de entre nuestra numerosa prole, ninguno ha sido llamado para ese hermoso ministerio.

Hace unos d?as le? la carta pastoral de nuestro Obispo con motivo del D?a del Seminario, que titul? "Lo que cuesta hacer un sacerdote". No tiene desperdicio.

Dice bien cuando nos recuerda que al Seminario, donde se "hacen sacerdo?tes", se le da el t?tulo de "coraz?n de la Di?cesis" ya que es el ?rgano vital del cual depende el buen funcionamiento del cuerpo eclesial.

Comenta las dificultades por las que pasa nuestra di?cesis, con 312 parroquias que son atendidas por solo 166 sacerdotes ?algunos bastante mayores?, a las que hay que a?adir hospitales, cl?nicas, movimientos apost?licos y otros servicios, record?ndonos que "la mies es mucha y los operarios pocos" y que recemos por las vocaciones que, generalmente, surgen del seno de una familia cristiana.

Nuestra di?cesis, nuestro Seminario necesita nuestra oraci?n, vocaciones y tambi?n medios econ?micos, fruto tal vez de la ?poca en que vivimos, donde lo que importa es lo mate?rial, lo c?modo, lo placentero, lo que deja dinero.

No es de extra?ar que, con esa mentalidad, cuando un hijo manifiesta su prop?sito de entrar en una Orden religiosa o en el Seminario la reacci?n de algunos padres sea contraria y que, en lugar de apoyar la decisi?n, se manifiesten contra ella.

No suele ocurrir as? cuando el hijo vive en un hogar cristiano, donde se conoce y valora el hacer de una vocaci?n

Hermosa "profesi?n"
que requiere una
muy s?lida
y buena formaci?n,
labor que realiza nuestro
Seminario "haciendo
al sacerdote"


consagrada. Se recibe esa decisi?n como una Gracia especial de Dios, del que procede la llamada a ese ministerio. Ya se sabe que su entrega vocacional priva a la familia de su cercan?a, que adem?s ha de compartir con el servicio a Dios y a la comunidad parroquial.

Pero se respeta y apoya su decisi?n, confortado con la oraci?n, con el servicio, anunciador de la Palabra de Dios, consolando a enfermos, moribundos. solitarios, orientando, ilusionando, siendo instrumento de paz, de perd?n y concordia.

Hermosa "profesi?n" que requiere una muy s?lida y buena formaci?n, labor que realiza nuestro Seminario "haciendo al sacerdote", valorando por nuestra parte el paso generoso de nuestros seminaristas.

Esta celebraci?n, el D?a del Semina?rio, requiere el que cada uno de nosotros nos preguntemos si valoramos su hacer, si fomentamos vocaciones, si rezamos para que el Esp?ritu ilumine su labor, si somos generosos a la hora de prestarle nuestro apoyo econ?mico o acallamos nuestra conciencia con un euro en la cestita, si prestamos gustosos nuestra colaboraci?n en el hacer parroquial o nos limitamos a "cumplir" con la misa dominical ?que ya es algo- pero no todo lo que debemos.

Hoy un seminarista nos habl? en la eucarist?a ?ilusionado? de su vocaci?n, nacida del testimonio de sus padres, de un sacerdote y de otros laicos, gracias a los cuales pr?ximamente espera recibir el diaconado.

Es tiempo de que en lugar de estar predispuestos a criticar el hacer sacerdotal, nos dediquemos a valorarlo y a pedirle al Due?o de la mies "que env?e obreros, que la mies es mucha y los operarios pocos".

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DOMINGO DE PENTECOST?S / C
27 de mayo de 2007


Hermanos y hermanas, bienvenidos a celebrar este domingo de Pentecost?s, el ?ltimo d?a de las fiestas de Pascua. Que el amor de Dios Padre, la gracia salvadora de Jesucristo, el fuego ardiente del Esp?ritu est?n con todos vosotros.

Aspersi?n: Recordemos ahora, al empezar nuestra celebraci?n, aquel d?a de nuestro bautismo, el d?a en el que empezamos a ser cristianos. Sobre nosotros fue derramada el agua de la vida nueva; el Esp?ritu de Dios se uni? para siempre a nuestro esp?ritu. Invoqu?moslo hoy sobre esta agua, y respondamos a cada invocaci?n cantando: POR
SIEMPRE YO CANTAR? TU NOMBRE, SE?OR, MD 109 (709).

Te alabamos, Dios creador, que por el agua y la fuerza del Esp?ritu diste forma y figura al hombre y al universo. R/.

- Te alabamos, oh Cristo, que de tu costado abierto en la cruz, hiciste manar sangre y agua, los sacramentos de nuestra salvaci?n. R/.

- Te alabamos, Esp?ritu Santo, que con tu potencia impetuosa haces de nosotros hombres y mujeres nuevos, testigos del Se?or resucitado. R/.

Dios, Padre, bendice a tu pueblo, purif?canos del pecado y, por medio de esta agua, reaviva en nosotros el recuerdo y la gracia del bautismo, nuestra primera Pascua. Am?n.

Ahora se hace solemnemente la aspersi?n pasando por toda la iglesia, mientras se canta un canto apropiado. Luego, se proclama el Gloria.

Oraci?n universal: Oremos con fe a Jesucristo resu?citado, y pid?mosle que env?e su Esp?ritu, sobre nosotros y sobre el mundo entero. Oremos diciendo: JES?S RESUCITADO, ESC?CHANOS.

1. Para que los cristianos sepamos amarnos como Jes?s nos ha amado. OREMOS:

2. Para que, guiados por el Esp?ritu, sintamos el gusto y el consuelo de la oraci?n, y de la relaci?n personal con Dios. OREMOS:

3. Para que los gobernantes, y especialmente los gober?nantes cristianos, busquen siempre por encima de todo la paz y la concordia, y el bienestar de los que menos tienen. OREMOS:

4. Para que los pobres, los enfermos, los inmigrantes, y todos los que se sienten sin ?nimo ante la vida reciban la fuerza del Esp?ritu Santo de Dios. OREMOS:

5. Para que el Esp?ritu del Se?or ilumine con su luz nues?tras inseguridades y dudas, y cure nuestras debilida?des. OREMOS:

Escucha, Jes?s resucitado, nuestra oraci?n, y env?anos tu Esp?ritu Santo. T? que vives y ..

Padrenuestro: Movidos por el Esp?ritu de Jes?s, unido a ?l, nos atrevemos a decir:

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ASCENSI?N DEL SE?OR / C
20 de mayo de 2007


En este domingo de la Ascensi?n, hermanos y hermanas, que la paz y el amor de Jesucristo, el Se?or, est?n con todos vosotros.

Jes?s, el crucificado, el resucitado, ha subido al cielo. El, nuestro hermano, ha entrado en la vida de Dios. Y nosotros, que somos su cuerpo, que nos hemos unido a ?l por la fe y el bautismo, sentimos la alegr?a de contemplarle glorificado, celebramos que nuestra d?bil humanidad ha sido glorificada con ?l, y esperamos vivir un d?a su vida para siem?pre.
Aspersi?n: Ahora, con la aspersi?n del agua, pediremos a Dios que renueve en nosotros la gracia del bautismo que nos uni? para siempre a Jes?s. (Misal p?g. 1.096. Aspersi?n con un canto bautismal o del Esp?ritu).

Dios todopoderoso nos purifique del pecado y, por la celebraci?n de esta Eucarist?a, nos haga dignos de participar del banquete de su reino. Am?n.

Gloria: Cantemos la gloria de Dios, que es paz y vida de la humanidad entera. Y aclamemos a Jesucristo, porque s?lo ?l es el Santo, el Se?or, el Alt?simo.

Credo breve, cantado.

Oraci?n universal: Unidos a Jes?s, pidamos al Padre por nosotros, por la Iglesia y por la humanidad entera. Pidamos que env?e su Esp?ritu y nos renueve. Oremos diciendo: ENV?ANOS TU ESP?RITU, SE?OR.

1. Por nuestra parroquia y por nuestra di?cesis. Para que crezcamos cada d?a en la fidelidad al Evangelio.
OREMOS:

2. Por nuestros familiares y amigos que no se sienten cristianos. Para que nosotros sepamos darles un buen testimonio de fe y de esperanza. OREMOS:

3. Por los pa?ses que sufren a causa de la guerra o del hambre. Para que puedan lograr una vida digna y en paz. OREMOS:

4. Por los periodistas y por todos los que trabajan en los medios de comunicaci?n. Para que trabajen siempre al servicio de la verdad y de la concordia. OREMOS.

5. Por nosotros. Para que nuestra celebraci?n de la Eucarist?a sea todos los domingos un encuentro vivo e intenso con el Se?or resucitado. OREMOS:

Escucha, Padre, nuestra oraci?n, y env?a tu Esp?ritu Santo, sobre nosotros y sobre toda la humanidad. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro hermano, que resucitado de entre los muertos vive y reina contigo por los siglos de los siglos.

Padrenuestro: Fieles a la ense?anza de Jesucristo, nuestro Pastor y Gu?a, nos atrevemos



de CPL

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17 Mayo (ACI).- El Obispo de Tarazona, Mons. Demetrio Fern?ndez, llam? a los feligreses a participar en las elecciones del 27 de mayo y se?al? que el cristiano vota por programas que defienden la vida y la familia, respetan la libertad religiosa, el derecho a un salario justo y promueven la acogida a los inmigrantes.

?Examinemos detenidamente los programas de cada uno de los partidos pol?ticos que se presentan a las elecciones. No da igual uno que otro. Aceptamos el resultado de las urnas por respeto al sistema democr?tico en el que vivimos, pero el cristiano, desde sus profundas convicciones de fe, da su voto a quien presenta un programa coherente con la fe cristiana?, expres? el Prelado en su ?Cartas al Pueblo de Dios?.

En el texto, afirm? que un programa pol?tico debe respetar la vida en todas sus etapas, pues el aborto, sea en la fase en que se practique, ?va contra la visi?n cristiana del hombre?.

?Apoyemos las pol?ticas que promueven la natalidad y las ayudas a las familias para que tengan m?s hijos. Apoyemos los programas que atienden a los enfermos y a los ancianos en su desvalimiento. La vida es sagrada hasta su ?ltimo aliento natural?, alent?.

El Prelado tambi?n pidi? respeto por el matrimonio y la familia con derecho a una vivienda digna y facilidades econ?micas para los matrimonios j?venes. Adem?s llam? a apoyar las pol?ticas que favorezcan la adopci?n.

Con respecto a la libertad religiosa, Mons. Fern?ndez indic? que el fiel tiene derecho a vivir su fe en privado y en p?blico, y transmitirla a los propios hijos. Por ello, llam? a ?no apoyar a quienes atacan la fe cat?lica en cualquiera de sus formas, o a quienes no respetan el derecho de los padres a la educaci?n religiosa y moral de sus hijos, tambi?n en la escuela?.

Finalmente reafirm? el derecho de las personas a un trabajo digno y estable con ?un salario justo para su sustento y el de su familia?, y llam? a apoyar programas que favorezcan la acogida de los inmigrantes, ?facilit?ndoles la integraci?n en nuestra identidad espa?ola, y respetando las justas caracter?sticas de sus procedencias?.

?Favorezcamos con nuestro voto la verdad, la justicia, la honradez y dejemos a un lado la mentira, la corrupci?n y el ?pelotazo?. Estas elecciones son muy importantes. Pidamos luz al Esp?ritu Santo antes de depositar nuestro voto?, expres?.

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Jueves, 17 de mayo de 2007
Carta semanal del arzobispo de Valencia Don Agust?n Garc?a-Gasco Vicente.

Los defectos de los pol?ticos
no son excusa para no votar


Publicada en ?Paraula-Iglesia en Valencia? el 20 de mayo de 2007


Nadie pude excusarse en los defectos ?supuestos o reales? de los pol?ticos para desentenderse de la obligaci?n moral de contribuir al bien com?n, votando y eligiendo a los leg?timos representantes, tanto en la Generalitat como en los distintos Ayuntamientos. Muchas de las descalificaciones que sufren los pol?ticos carecen de fundamento real y la vida p?blica tambi?n es un reflejo de c?mo son las personas y las familias que la componen. La democracia requiere personas comprometidas con el bien social, y ser dem?crata supone tener una concepci?n positiva de la funci?n social que desempe?an los hombres y las mujeres que se dedican a la pol?tica.
La Iglesia invita decididamente a los laicos cat?licos a estar presentes en la vida p?blica. Les recuerda que viven en el mundo y que participan de los mismos derechos y deberes que todos los ciudadanos. La caridad social a la que est?n llamados, profundiza su vida cristiana: Dios quiere que hagan conocer y pongan a disposici?n de los dem?s los mismos dones espirituales que han recibido. De estos dones brotan actitudes que influyen positivamente en la sociedad a trav?s de sus actividades y de sus compromisos sociales.

Los Obispos espa?oles hemos recordado recientemente la urgente necesidad de que los cat?licos hagamos valer los bienes que nacen de la vida cristiana para la convivencia social. Se trata tanto de ser fieles a los bienes recibidos de Dios, como de ser leales con nuestros conciudadanos, que ver?n favorecidas la vida social y la cultura con todo el bien que nace de una humanidad iluminada por la fe y enriquecida con los dones del Esp?ritu Santo.

Estimular la presencia p?blica de los cat?licos va unido a una clara voluntad de la Iglesia de no imponer de ninguna manera ni la fe ni la moral cristiana a nadie, y de no inmiscuirse en lo que no es de su competencia. Benedicto XVI lo ha recordado en su primera Enc?clica: la Iglesia no es ni quiere ser un agente pol?tico. Su profundo inter?s por el bien de la comunidad pol?tica procede del inter?s por la justicia y le lleva a colaborar de dos modos esenciales: purifica la raz?n para que sea lo que debe ser, y contribuye a que se pueda reconocer y realizar lo que es justo, de acuerdo con la naturaleza del ser humano.

El papel propio de la Doctrina Social de la Iglesia consiste en establecer los principios, las orientaciones, los juicios que puedan mejorar los criterios de actuaci?n en la vida p?blica, para que sean m?s razonables y m?s justos. Nadie tiene derecho a empobrecer la vida p?blica obligando a los cristianos a silenciar su compromiso con el bien humano, fortalecido por su seguimiento de Cristo. La fe no es un asunto meramente privado. Es injusto presionar a los cat?licos para que prescindan de sus principios y de la motivaci?n de la caridad fraterna cuando desarrollan sus responsabilidades sociales, profesionales, culturales y pol?ticas.

La actuaci?n en el ?mbito pol?tico corresponde a los fieles laicos que act?an como ciudadanos bajo su propia responsabilidad y con la m?xima libertad para escoger las instituciones y los medios temporales que les parezcan m?s adecuados y conformes al bien com?n. La Doctrina Social de la Iglesia no impone la unidad y la coincidencia en los medios y en los procedimientos estrictamente pol?ticos.

La libertad de los fieles laicos para escoger los medios adecuados para su actuaci?n pol?tica va unida a la responsabilidad y la reflexi?n. Discernir lo m?s adecuado para el bien com?n exige el h?bito conjunto de la fe y de la raz?n, y el laico encuentra una ayuda inestimable en la Doctrina Social de la Iglesia para ejercitar su raz?n iluminada por la fe y purificada por la caridad.

Los cat?licos son libres para apoyar partidos diferentes y para militar en ellos, lo que les exige que analicen rigurosamente sus programas con dos firmes criterios: la compatibilidad de sus contenidos y propuestas con la fe y las exigencias de la vida cristiana, y su sinton?a o aversi?n hacia los valores que los cristianos deben promover en la vida p?blica.

En v?speras electorales, el marketing pol?tico busca atraer tambi?n el voto de los cat?licos. Ello es leg?timo, y tambi?n lo es que los cristianos busquemos discernir lo que es mera propaganda de conveniencia electoral de quien muestra una congruencia constatada. Una vez m?s, me uno a las campa?as de los poderes p?blicos contra la abstenci?n e invito a cada cat?lico a ejercitar el voto con libertad, inteligencia y responsabilidad, para conformar una sociedad en la que la presencia del amor acogedor que propugnamos los cristianos resulte m?s evidente y efectivo.

Con mi bendici?n y afecto,


Agust?n Garc?a-Gasco Vicente

Arzobispo de Valencia

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Intervenci?n de monse?or N?stor Herrera Heredia, obispo de Machala, presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana ante la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, pronunciada este martes.


EXPECTATIVAS Y ESPERANZAS DE LA IGLESIA EN ECUADOR FRENTE A LA V CONFERENCIA


En la acci?n evangelizadora del pueblo ecuatoriano, Medell?n despert? un gran inter?s y entusiasmo por la opci?n por los pobres orientada principalmente al sector ind?gena y a la formaci?n de comunidades eclesiales de base; pero fue Puebla la que impact? en pastores y fieles, y para cuya aplicaci?n una Asamblea Nacional dio a la Iglesia ecuatoriana un documento llamado "Opciones Pastorales" cuyos frutos todav?a estamos recogiendo.

Santo Domingo no tuvo la misma acogida. La Iglesia ecuatoriana en el a?o 2001 elabor? un Plan Global para el decenio 2001-2010 el mismo que ha posibilitado una mayor coordinaci?n en las Jurisdicciones Eclesi?sticas tanto en su estructuraci?n pastoral en las expresiones fraternas de presencia, ayuda, participaci?n y compromiso en los diferentes ?mbitos y niveles de la vida eclesial.

En el Ecuador la V Conferencia ha tenido un proceso de preparaci?n y participaci?n en los diferentes ?mbitos y niveles en todas las Jurisdicciones Eclesi?sticas. Los aportes sistematizados fueron enviados al CELAM y algunos de ellos han sido recogidos en el documento de "S?ntesis".

De esta Asamblea esperamos:

- Que se delinee el perfil del aut?ntico disc?pulo de Jes?s y, dado el creciente aumento de la pobreza en Am?rica Latina, orientaciones claras y concretas para su misi?n en la sociedad actual marcada por la corrupci?n, una cultura de muerte y una educaci?n falta de calidad.

- Que se tome en serio la atenci?n a la migraci?n y el medio ambiente que va tomando proporciones alarmantes no solo en el Ecuador sino tambi?n en otros pa?ses.

- Que se proyecte una espiritualidad encarnada en la vida y en la acci?n para que todos los cristianos e instancias eclesiales sean acogedoras y solidarias a fin de impulsar el progreso de nuestros pueblos.


Aparecida, 15 de mayo de 2007


+ N?stor Herrera Heredia
Obispo de Machala
Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana

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Intervenci?n de monse?or Alvaro Ramazzini Imeri, obispo de san Marcos, presidente de la Conferencia episcopal de Guatemala ante la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.

EXPECTATIVAS Y ESPERANZAS DE LA IGLESIA EN GUATEMALA FRENTE A LA V CONFERENCIA


Hermanos y hermanas: que la gracia del Se?or Jes?s sea con todos. Am?n (Apocalipsis 22,21)

Vengo de un pa?s que ha vivido la dura experiencia de m?s de 30 a?os de enfrentamiento armado interno con un saldo de m?s de doscientas mil personas muertas o desaparecidas (cfr. Guatemala, Memoria del silencio, tomo V, p. 21,1) , miles de refugiados en M?xico y las otras nefastas consecuencias de la guerra entre las cuales debo mencionar la actual cultura de la muerte y de la violencia que cobra v?ctimas inocentes d?a tras d?a: de los a?os 2001 al a?o 2005: 23, 450 asesinatos, que han quedado en la impunidad total.

Pero Guatemala es tambi?n uno de los diez pa?ses de mayor desigualdad econ?mica y social en el mundo entero. Somos el quinto pa?s en el mundo con el m?s alto ?ndice de desnutrici?n infantil cr?nica entre los ni?os de uno a cinco a?os de edad.

Desde la perspectiva religiosa 95 por ciento de los guatemaltecos se considera cristiano, sea cat?lico o no cat?lico, y desde la Iglesia cat?lica enfrentamos un proselitismo agresivo y estrat?gicamente bien planeado de las as? llamadas "denominaciones evang?licas", que hace a?os, con el plan llamado "nuevo Amanecer" se propusieron convertir al cristianismo la poblaci?n guatemalteca en un cincuenta por ciento al final del siglo veinte.

En Guatemala se ha desarrollado agresivamente lo que podr?amos llamar "el supermercado de lo religioso" que incluye men?s diferentes y sugestivos, relativizando la singularidad de Nuestro Se?or Jesucristo y teniendo como efecto inmediato una relativizaci?n en el compromiso de fe.

Pero somos tambi?n una tierra regada por la sangre de cristianos, testigos de la fe, los mejores evangelizadores que dieron su vida por seguir al Se?or Jes?s. Aprovecho la ocasi?n para pedir a la Presidencia la autorizaci?n para repartir en la Asamblea el libro "Testigos de la Fe".

Somos doce millones de habitantes de los cuales 60 por ciento son ind?genas, pertenecientes a diversas etnias, la mayor?a de los cuales mantienen su cultura, su lengua, su cosmovisi?n, su religi?n.

En este contexto, as? someramente descrito el motivo de nuestra reflexi?n en esta quinta asamblea, para nosotros es sumamente cuestionante y como humildes disc?pulos de Jes?s, le decimos:" Se?or, queremos escuchar tu Palabra, queremos discernir la realidad que estamos viviendo desde tu coraz?n compasivo y amoroso, queremos ser d?ciles al Esp?ritu Santo, obedientes a tu Padre".

En este camino de discernimiento como disc?pulos y misioneros de Jesucristo, cu?les son las tendencias que descubrimos no solamente en Guatemala sino en Am?rica en general?

1. Hay un avance proselitista de las as? llamadas "sectas" evang?licas, aunque para muchas de ellas el nombre no les gusta pues sus miembros se consideran verdaderos seguidores del Se?or. Son comunidades de creyentes en el evangelio influ?dos grandemente por un esp?ritu pentecostalista y una pr?ctica espectacular de la religi?n.

Delante de este problema las preguntas vienen espont?neas: por qu? tienen ?xito, al menos num?ricamente? Por qu? los cat?licos dejan lo m?s por lo menos? Cu?l ser? el futuro? ?Estamos delante de un verdadero discipulado de Jes?s cuando las estad?sticas son m?s de muerte que de vida?

Algunos hechos b?sicos ayudan a encontrar una respuesta: aunque el n?mero de vocaciones sacerdotales , gracias a los esfuerzos de una pastoral vocacional consistente ha crecido, sufrimos todav?a de una gran escasez de sacerdotes. Qu? atenci?n pastoral puede dar un sacerdote a 40,000 fieles? El Papa nos ha dicho: "el encuentro con Cristo en la Eucarist?a suscita el compromiso de la evangelizaci?n" y tambi?n ?los primeros promotores del discipulado y de la misi?n son los sacerdotes". Pero qu? alternativa podemos ofrecer cuando hay comunidades que apenas pueden tener la celebraci?n de la Eucarist?a una vez cada tres meses por la distancia y en much?simas ocasiones la celebraci?n se hace con rapidez pues el sacerdote tiene a su cargo un n?mero excesivo de comunidades que atender, o sencillamente el sacerdote no vive su condici?n de servidor de la comunidad, acerc?ndose con amor de pastor a la gente. Esto tiene que ver con el tema de la formaci?n sacerdotal en los tiempos actuales.

Si las parroquias son tan grandes, "c?mo lograr conocer realmente a Cristo, para poder seguirlo y vivir con El, para encontrar la vida en El y para comunicar esta vida a los dem?s, a la sociedad, y al mundo?"Cu?l es la mejor experiencia comunitaria que tenemos en Am?rica Latina de educaci?n al pueblo en la lectura y meditaci?n de la Palabra de Dios y que ella se convierta en su alimento para que por propia experiencia vean que las palabras de Jes?s son Esp?ritu y Vida?"( Benedicto XVI, discurso inaugural).

2. Hay en el continente un proceso de empobrecimiento creciente, y Am?rica Central es v?ctima de ello .Para todos es obvio que una de las causas de este proceso es la desigualdad en la distribuci?n de la riqueza. El Santo Padre nos llamaba la atenci?n sobre el hecho " que la globalizaci?n comporta el riesgo de los grandes monopolios y de convertir el lucro en valor supremo. ....La econom?a liberal de algunos pa?ses latinoamericanos ha de tener presente la equidad pues siguen aumentando los sectores sociales que se ven probados cada vez m?s por una enorme pobreza o incluso expoliados de los propios bienes naturales" (ibid.) Es la situaci?n de la destrucci?n de los recursos naturales y del irrespeto al habitat natural de las poblaciones, de las actividades extractivas de metales como el oro o la plata, de actividades econ?micas en las que la persona humana queda en segundo o tercer lugar delante de las ganancias . Como Pastores que somos disc?pulos , al constatar que la distancia entre pobres y ricos crece y que ello es fruto de la idolatr?a del placer y del dinero, nos afianzamos en la base fundamental puesta por el Santo Padre cuando con firmeza ha dicho "que la opci?n preferencial por los pobres est? impl?cita en la fe cristol?gica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros"( ibid) y si a?n tuvieramos dudas para comprometernos en la pr?ctica de esta opci?n nos ha recordado " que la evangelizaci?n ha ido siempre unida a la promoci?n humana y a la aut?ntica liberaci?n cristiana" y "que con la vida divina se desarrolla tambi?n en plenitud la existencia humana, en su dimensi?n personal, familiar, social y cultural"( ibid.). Nuestro compromiso pastoral est? en contribuir a un orden justo en la sociedad colaborando en la creaci?n de estructuras justas.

3. En este respecto podr?amos reflexionar en esta Conferencia, c?mo a la mitad del plazo establecido , los 189 pa?ses que en el a?o 2000 se comprometieron a alcanzar las metas del milenio, entre las cuales est? la erradicaci?n de la pobreza, apenas si han avanzado un poco y por ello es significativa la carta que el Papa envi? a la canciller alemana Angela Merckel el 8 de Junio y publicada en abril recordando el compromiso del grupo de los 8 pa?ses m?s ricos del mundo de erradicar la pobreza. Si el sucesor de Pedro toma estas iniciativas podremos nosotros quedarnos atr?s? ?C?mo podemos lograr ser abogados de la justicia y de los pobres: porque queremos ser santos prolongando el amor de Cristo a lo largo de la historia especialmente hacia los m?s necesitados y exclu?dos. (ver Ecclesia in America)

No podemos olvidar que uno de los efectos da?inos de la pobreza es el aumento de las migraciones, con sus pro y sus contra, fen?meno humano que nos interpela y no puede dejarnos dormir tranquilos.


4. Una ?ltima tendencia: Los pueblos ind?genas del continente, a la par que buscan afianzarse en su identidad y reinvindicar sus derechos sufren las consecuencias del liberalismo econ?mico de diferentes modos. Estos pueblos con sus valores son una contribuci?n para abrir posibilidades de un mejor futuro a la humanidad entera. Ellos en su perspectiva religiosa integral involucran a Dios en todas las realidades humanas y esperan de la Iglesia cat?lica una actitud de amor profundo, de respeto, de valoraci?n y reconocimiento de lo que son. Los procesos de una verdadera inculturaci?n del evangelio y el desarrollo de una reflexi?n teol?gica desde sus realizaciones culturales concretas, en el entendido que "Cristo , siendo realmente el Logos encarnado, el amor hasta el extremo , no es ajeno a cultura alguna " ( ibid) no son ni por asomo un intento de volver a dar vida a las religiones precolombinas, "separ?ndolas de Cristo y de la Iglesia universal" (ibid) esperan de nosotros dedicaci?n, responsabilidad, pero sobre todo un vivo amor pastoral.


Termino mi intervenci?n haci?ndome una pregunta: ?c?mo cumpliremos del mejor modo posible nuestra responsabilidad delante de Dios , del pueblo de Dios que pone su esperanza en nosotros y delante de nosotros mismos? ?qu? tenemos qu? hacer para mantener vivo el dinamismo espiritual y pastoral suscitado desde R?o de Janeiro, sin olvidar el encuentro providencial de la Asamblea especial para Am?rica?


Alvaro Ramazzini Imeri
Obispo de san Marcos,
Presidente de la Conferencia episcopal de Guatemala.

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Presentaci?n del Cardenal Jorge M Bergoglio en la V Conferencia General del Episcopado de Latino Am?rica y el Caribe.

Argentina: una mirada general


El marco social

Lo primero que cabe se?alar es que nuestro pa?s y por lo tanto nuestra Iglesia entra, en mayor o en menor medida, dentro de las generales de la ley de lo que vive nuestro continente latinoamericano. Estamos dejando atr?s una ?poca y comenzando una nueva en la historia de la humanidad. Este cambio epocal se ha generado por los enormes saltos cualitativos, cuantitativos, acelerados y acumulativos que se dan en el desarrollo cient?fico, en las innovaciones tecnol?gicas y en sus aplicaciones muy r?pidas y variadas en distintos campos de la naturaleza y de la vida. Estamos en la era del conocimiento y la informaci?n. Quien posea y maneje estos dos elementos es due?o del poder.

Esta nueva realidad de las ciencias y tecnolog?as de informaci?n e intercomunicaci?n cibern?tica favorece el desarrollo globalizado del universo financiero, de la econom?a, de la producci?n y del mercado, principalmente dentro del nuevo orden econ?mico mundial, de perfil neoliberal, de mercado libre y abierto. Esta globalizaci?n, como ideolog?a econ?mica y social, ha afectado negativamente a nuestros sectores m?s pobres. Las injusticias y desigualdades son cada vez mayores y m?s profundas. Todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del m?s fuerte, en el que el poderoso se come al m?s d?bil. Como consecuencia de esta situaci?n grandes masas de la poblaci?n se ven excluidas y marginadas.

Ya no se trata simplemente del fen?meno de la explotaci?n y opresi?n, sino de algo nuevo: con la exclusi?n queda afectada en su misma ra?z la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se est? en ella abajo, en la periferia o sin poder, sino que se est? fuera. Los excluidos no son ?explotados? sino ?sobrantes?.

Se ha generado una cultura dualista donde lo que parece m?s moderno y progresista convive al lado de lo m?s antiguo y miserable. Esta cultura tiene como horizonte una visi?n individualista y un af?n consumista en el que predomina una preocupaci?n econ?mica. Por consiguiente, somos testigos de una profunda crisis de valores y de las instituciones tradicionales. Esto trae como consecuencia el hecho de que en estos ?ltimos a?os observamos un fortalecimiento de algunas expresiones de sub culturas minoritarias que, copiando modelos del primer mundo, reclaman p?blicamente el reconocimiento de sus derechos.

En la cultura predominante de corte neoliberal, lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo r?pido, lo superficial ocupan el primer lugar y lo real cede el lugar a la apariencia.

La globalizaci?n ha significado un acelerado deterioro de las ra?ces culturales con la invasi?n de las tendencias pertenecientes a otros ethos culturales manifestada en el tipo m?sica, negocios de comida, centros comerciales, medios de comunicaci?n, etc.

Por todo esto, con dolor no dejamos de preguntarnos si de verdad a?n existe una identidad y solidaridad como pueblo que vaya m?s all? de ciertas ideolog?as ?ocasionalistas?.

Tambi?n resulta preocupante la ausencia de ideas, ya que se busca m?s bien una asimilaci?n de lo ya establecido globalmente y ajeno a la propia idiosincrasia para superar la falta de creatividad y de visiones.

La situaci?n de la Iglesia en nuestro pa?s


El substrato cat?lico de nuestra cultura es una realidad viva. Encontramos en amplios sectores de nuestro pueblo, sobre todo en los m?s necesitados, una reserva moral que guarda valores de aut?ntico humanismo manifestados en la solidaridad, la reciprocidad, la participaci?n ofreciendo verdaderos espacios de vida comunitaria. No podemos sin embargo desconocer tambi?n sus debilidades: el machismo, el alcoholismo, el excesivo temor al castigo divino, la superstici?n, la creencia en la mala suerte y en el fatalismo que incluso hace recurrir a la brujer?a.

La tradici?n cat?lica de nuestro pueblo se enfrenta hoy con el desaf?o del pluralismo religioso y de la proliferaci?n de movimientos religiosos. La multiplicaci?n de estos movimientos es, por una parte el resultado de una reacci?n del sentimiento religioso frente a la sociedad materialista, consumista e individualista; y por otra parte un aprovechamiento de las carencias de la poblaci?n que vive en las periferias y zonas empobrecidas, de aquellos que se encuentran en medio de dolores humanos grandes y buscan soluciones inmediatas para estas necesidades. Estos movimientos religiosos se caracterizan por su sutil penetraci?n viniendo a llenar, dentro del individualismo imperante, un vac?o dejado por el racionalismo secularista. Esta ?espiritualidad? est? centrada en la b?squeda de un bienestar individual, que niega el sufrimiento como parte de la vida, recurre a la autoayuda o al seudo milagro para alcanzar sus metas, sin un ulterior compromiso con la sociedad.

En necesario que reconozcamos que si parte de nuestro pueblo bautizado no experimenta su pertenencia a la Iglesia se debe, en muchos casos, a una evangelizaci?n superficial de gran parte de la poblaci?n, un catolicismo de tradici?n sin catequesis ni vida sacramental; y tambi?n por la existencia de estructuras y clima poco acogedor en algunas de nuestras parroquias y comunidades; y, en algunos sitios, de una liturgia eminentemente intelectual y verbal y una actitud burocr?tica para dar respuesta a los problemas complejos de la vida de los hombres de nuestro pueblo.

La secularizaci?n

El proceso de secularizaci?n tiende a reducir a la fe y a la Iglesia Cat?lica al ?mbito de lo privado y de lo ?ntimo. El secularismo, al negar toda trascendencia ha producido una creciente deformaci?n ?tica, un debilitamiento del sentido de pecado personal y social, un progresivo aumento del relativismo moral que ocasionan una desorientaci?n generalizada, especialmente en la etapa de la adolescencia y juventud tan vulnerable a los cambios.

Los obispos en el a?o 1990 en el documento ?L?neas pastorales para la nueva Evangelizaci?n? se?al?bamos dos grandes desaf?os: ?el secularismo como un fen?meno que ?afecta directamente a la fe y a la religi?n al dejar de lado a Dios? y ?una justicia largamente esperada?. Esto tiene una consecuencia para la vida social: ?Al prescindir de Dios se despoja al hombre de su referente ?ltimo y los valores pierden su car?cter de tales, convirti?ndose en ?dolos que terminan degrad?ndolo y esclaviz?ndolo?. En el segundo, el tema central era la justicia: ?a los argentinos se nos presenta el desaf?o de superar la injusticia, construyendo una patria de hermanos mediante la solidaridad y el sacrificio compartidos?.

Trece a?os despu?s la situaci?n se torn? m?s grave y los obispos presentamos en el documento ?Navega mar adentro? un solo desaf?o: la crisis de la civilizaci?n y la cultura. De ?ste se siguen otros cuatro relacionados con dicha crisis: ?la b?squeda de Dios?, ?el esc?ndalo de la pobreza y la exclusi?n social?, ?la crisis del matrimonio y la familia? y ?la necesidad de una mayor comuni?n?.

Para los obispos esto no significa que los desaf?os anteriores hayan desaparecido. En efecto, ?el secularismo? est? planteado en el punto ?la b?squeda de Dios?; y la ?justicia largamente esperada? est? presente en ?el esc?ndalo de la pobreza y la exclusi?n?. El desaf?o radical y englobante que se nos presenta es la profunda crisis de valores de la cultura?.

A pesar de toda esta corriente secularista en nuestra patria, la Iglesia Cat?lica goza ante la opini?n p?blica de ser una instituci?n cre?ble, confiable en lo que respecta al ?mbito de la solidaridad y de la preocupaci?n por los m?s carenciados de todo tipo.

Son esperanzadoras las experiencias de dialogo y labor ecum?nicas con las Iglesias hist?ricas y las comunidades evang?licas serias, en vistas al sost?n y acompa?amiento del pueblo en momentos cr?ticos que, partiendo del plano econ?mico, han tenido repercusiones en el social y en la convivencia ciudadana. Durante la crisis que afect? al pa?s a partir del a?o 2001 la Iglesia Cat?lica tuvo gran importancia como creadora y moderadora del dialogo ciudadano. Esto pone de manifiesto la confiabilidad que muestra, fruto de la libertad frente a todo tipo de partidismo o ideolog?a.

En los ?ltimos a?os se han implementado mayores estructuras de comuni?n y participaci?n mediante los planes pastorales de conjunto, asambleas pastorales y s?nodos diocesanos. A pesar de la irreligiosidad reinante las parroquias, las capillas en las zonas perif?ricas, las comunidades eclesiales de base atendidas por di?conos permanentes, religiosas y religiosos o laicos siguen manteni?ndose como espacio de comuni?n, participaci?n, socializaci?n, aut?ntica evangelizaci?n y catequesis, y pr?ctica de los ministerios laicales.

Los laicos

Sin lugar a dudas ha crecido la conciencia de la identidad y la misi?n del laico en la Iglesia. Se cuenta con un numeroso laicado, aunque no suficiente, con arraigado sentido de comunidad y una gran fidelidad en el compromiso de la caridad, la misi?n, la catequesis y el apostolado. Pero, la toma de conciencia de esta responsabilidad laical que arranca del bautismo no se manifiesta de la misma manera en todas partes; en algunos casos porque no se encuentran debidamente preparados para asumir responsabilidades; en otros porque no encuentran espacio en sus Iglesias particulares para poder expresarse y actuar a ra?z de un excesivo clericalismo que los mantiene al margen de las decisiones y de una participaci?n m?s activa.

Si bien es cierto que hay una mayor participaci?n de muchos laicos en los ministerios laicales, este compromiso no se refleja en la penetraci?n de los valores cristianos en el mundo social, pol?tico y econ?mico, sino que se limita muchas veces a las tareas intraeclesiales sin un compromiso real por la aplicaci?n del Evangelio a la vida y transformaci?n de la sociedad.

La formaci?n de laicos y la evangelizaci?n de los grupos profesionales e intelectuales constituyen un verdadero desaf?o pastoral prioritario y urgente. La evangelizaci?n de los nuevos grupos emergentes de la modernidad y en situaci?n urbana presentan un contexto novedoso porque la gran parte de ellos no han cambiado ni abandonado a la Iglesia sino nacieron fuera de ella.

La pastoral juvenil

La pastoral juvenil, tal como est?bamos acostumbrados a llevarla adelante ha sufrido el embate de los cambios sociales, y los j?venes, en las estructuras habituales, muchas veces no encuentran respuestas a sus inquietudes, necesidades, problem?tica y heridas. La proliferaci?n y crecimiento de asociaciones y movimientos con caracter?sticas predominantemente juveniles pueden ser interpretados como una acci?n del Esp?ritu que abre caminos nuevos acordes a sus expectativas y b?squedas de espiritualidad profunda y de sentido de pertenencia m?s concreto. Se hace necesario, sin embargo, ahondar en la participaci?n de ?stos en la pastoral de conjunto de la Iglesia, as? como a una mayor comuni?n entre ellos y una mayor coordinaci?n de la acci?n.

Si bien es dif?cil abordar a los j?venes, se est? creciendo en dos aspectos: la conciencia de que es toda la comunidad la que los evangeliza y la urgencia de que ellos tengan un protagonismo mayor que les permita valorar y descubrir el sentido de sus vidas.

Prueba de ello es la participaci?n que tienen los j?venes en grupos de servicio y de misi?n y en diversas experiencias misioneras en las di?cesis propias como tambi?n de colaboraci?n con otras di?cesis.

Las vocaciones

Las vocaciones sacerdotales han decrecido y las que hay son, a veces, s?ntoma de una sociedad cambiante y superficial. Tambi?n influye la falta de espacio interior de muchos j?venes para buscar la propia vocaci?n por la necesidad de encontrar salidas inmediatas que los lleven a solucionar problemas econ?micos apremiantes. En otros casos la ausencia de fervor apost?lico en las comunidades no siempre entusiasman para suscitar vocaciones.

Pero, a pesar de la escasez vocacional, se tiene m?s clara conciencia de la necesidad de una mejor selecci?n de los candidatos al sacerdocio. Se han creado instancias eclesiales para la promoci?n, acompa?amiento y formaci?n de las vocaciones, como as? tambi?n para el sostenimiento espiritual y la formaci?n permanente durante los primero a?os del ministerio. En las ?ltimas generaciones se comprueba una fragilidad y una falta de consistencia, que lleva en algunos casos a la deserci?n del ministerio al poco tiempo de ordenados.

El clero diocesano y los religiosos

En la formaci?n sacerdotal inicial, y en la permanente, se est? haciendo mayor hincapi? en el campo afectivo para que, con la madurez humana y cristiana, se viva con equilibrio, alegr?a y con un sentido de donaci?n el celibato sacerdotal. Advertimos como una luz en esta realidad, entre los miembros del clero diocesano y de la vida religiosa, el deseo de vivir una espiritualidad m?s radical en el servicio pastoral, y tambi?n generosidad para la inserci?n y la elecci?n de trabajos en situaciones pobres o dif?ciles.

La escasez de ministros ordenados en amplias zonas de nuestro pa?s pone de manifiesto la generosidad y el trabajo arduo y abnegado de muchos sacerdotes y religiosos.

Es de valorar el celo evangelizador, caracterizado por la creatividad pastoral, el esp?ritu misionero y la cercan?a a los m?s alejados. Se crece en la valoraci?n de la fraternidad sacerdotal, de la vida en austeridad y la preocupaci?n por los m?s pobres. A diferencia de otros momentos de nuestra historia, no hay excesivas acentuaciones ideol?gicas ya sea de izquierda como de derecha y existe un extendido respeto y fidelidad al Magisterio de la Iglesia.

Las sombras se manifiestan en el aislamiento en el que muchos se envuelven, en la b?squeda de realizaciones personales a trav?s de la Iglesia y en el sedentarismo y aburguesamiento de otros. Si bien no es lo m?s general, en algunos lugares hay pocos que hacen mucho y muchos que hacen poco.

La inestabilidad y falta de permanencia de muchos religiosos y religiosas tiende a constituir un problema pastoral. Tambi?n se ve la necesidad de una mejor articulaci?n con los institutos y congregaciones dedicados a la educaci?n en el trabajo pastoral diocesano.

Esto nos llama a seguir trabajando para lograr la colaboraci?n de todos en la pastoral de conjunto que supere protagonismos, individualismos y los efectos de la falta de estabilidad. El diaconado permanente es una realidad en constante expansi?n en algunas di?cesis y se estima su significativa contribuci?n, aunque se reconocen todav?a algunas dificultades para una adecuada y equilibrada ubicaci?n pastoral en el quehacer de la Iglesia.

La conferencia Episcopal

Con una extensi?n territorial tan vasta como la que posee la Argentina con tipos culturales tan diversos no resulta f?cil la implementaci?n de pol?ticas pastorales que concilien lo diverso. Sin embargo la Conferencia Episcopal ha ido creciendo como referente real y promotora concreta de la pastoral a nivel nacional a trav?s de grandes l?neas evangelizadoras. Tambi?n ha acentuado su presencia desde una labor de iluminaci?n y orientaci?n en los problemas sociales y morales por los que atraviesa nuestra sociedad. En repetidas ocasiones ha servido de mediadora en favor de la soluci?n de problemas que afectan la paz, la concordia, la tierra, la defensa de la vida, los derechos humanos, los derechos c?vicos etc..

La parroquia

La parroquia, sigue siendo la referencia pastoral concreta y actual. Se descubre su necesidad de organicidad y comuni?n en la labor pastoral junto con otras instancias pastorales. En las parroquias se observa una b?squeda de la vivencia del sentido comunitario de la Iglesia. La organizaci?n de las regiones pastorales, vicar?as, decanatos han ayudado mucho para llevar adelante planes org?nicos de pastoral. Pero no se puede dejar de reconocer que, en algunos casos en el ?mbito parroquial, se sigue dando el predominio de lo administrativo sobre lo pastoral, as? como la sacramentalizaci?n sin evangelizaci?n.

Pastoral familiar

La familia atraviesa una crisis profunda y la respuesta de la pastoral familiar, conyugal y prematrimonial, resulta insuficiente. En la sociedad el matrimonio como sacramento ha perdido mucho valor. Un desaf?o para los pastores y los agentes de pastoral es el de algunas situaciones matrimoniales impedidas de recibir el sacramento del matrimonio y de la Eucarist?a: ayudarlos participar de la vida de la Iglesia. Otras veces, que pudiendo recibirlo y no lo han recibido, animarlos y acogerlos en la parroquia para que puedan hacerlo. La catequesis familiar ha sido un aporte muy importante en la vinculaci?n de las familias a la vida de la Iglesia, pero est? en crisis.

Catequesis

La pastoral de catequesis sigue siendo un medio privilegiado para transmitir y vigorizar la fe de la comunidad. La catequesis en nuestro pa?s es uno de los pilares de la acci?n pastoral y se experimenta como momento esencial del proceso evangelizador. Los intentos y trabajos de los ?ltimos a?os tratan de no limitarse a fomentar el modelo tradicional del ?buen cristiano? o del ?fiel practicante?, sino que van en la b?squeda de la promoci?n de verdaderos creyentes, de fe personalizada, suscitando la opci?n por el Evangelio, evangelizados y evangelizadores. En este proceso se le ha dado a la acci?n y vinculaci?n con la familia un lugar preponderante. Hoy se tiende a una catequesis que est? vitalmente inserta en la globalidad del proyecto pastoral de la comunidad cristiana.

Se notan esfuerzos por una catequesis m?s b?blica, vivencial y comprometida, aunque hace falta mejor y mayor preparaci?n b?blica y teol?gica tanto en los agentes de pastoral como en los catequistas.

La pastoral b?blica est? abriendo espacios para una amplia formaci?n y crecimiento espiritual del pueblo de Dios.

La pastoral social

Muchos cristianos viven a?n una separaci?n entre fe y vida que se manifiesta particularmente en la falta de un claro testimonio de los valores evang?licos en su vida personal, familiar y social. Si bien en la misma sociedad y entre los fieles de la Iglesia existe una brecha grande entre pobres y ricos que tiende a aumentar, hay que notar el crecimiento de la solidaridad y de la conciencia del deber de la caridad. Esto queda de manifiesto en que, si bien en muchos ?mbitos ha crecido la pobreza y la miseria, tambi?n se han multiplicado las iniciativas, muchas de ellas laicales, de solidaridad y ayuda generosa.

La pastoral social se encuentra en todo el contexto eclesial como animadora de una dimensi?n de la fe que no es solamente un servicio asistencial, que siempre ser? necesario, sino tambi?n en acciones de promoci?n y en la formaci?n de una conciencia solidaria. En los ?ltimos a?os han crecido en variedad e intensidad gestos y signos solidarios concretos.

En algunos colegios cat?licos se da un franco descuido de la formaci?n de la fe y su incidencia en lo social.

Piedad popular

La piedad popular est? arraigada en el coraz?n y en la vida del pueblo, a tal punto que muchas de las tradiciones religiosas que perviven dan identidad al pueblo en sitios y situaciones concretas. Los Santuarios en nuestro pa?s adem?s de ser los grandes lugares de expresi?n de la fe popular se han convertido en lugares privilegiados de conversi?n y evangelizaci?n. Tambi?n es cierto que muchas veces el acento se ha puesto m?s en las formas exteriores de tradiciones y devociones que en los contenidos de la fe de las mismas. Descubrimos en esta piedad popular un punto de anclaje que necesitamos comprender, respetar y evangelizar. Si bien por una parte aparece a veces un cristianismo de devociones, junto a una vivencia individual de la fe, sentimental; tambi?n encontramos valores que pueden ser el punto fuerte para construir una sociedad m?s justa: la solidaridad con la persona que sufre, la sensibilidad social por el necesitado, el querer ayudar a quien no tiene, la fortaleza de la fe que se expresa sobre todo en los momentos de crisis y de desesperaci?n recurriendo a Dios para encontrar consuelo y esperanza, la acogida al extra?o, y la capacidad de compartir. Es urgente una fuerte catequesis en la piedad popular.

Conclusi?n

Iniciado en el documento del episcopado argentino mencionado al comienzo: ?L?neas pastorales para la nueva evangelizaci?n? del a?o 1990 y continuando en el documento ?Navega Mar adentro? nuestra Iglesia en Argentina se encuentra transitando un camino de conversi?n pastoral en clave evangelizadora que implica una din?mica profundamente eclesial, misionera e inculturada con el intento de llegar a los bautizados alejados y no bautizados. La dimensi?n misionera hoy no se concibe como una actividad al margen o paralela a las otras actividades pastorales, sino que est? en el coraz?n de su misma vitalidad evangelizadora.

Haciendo un apretado resumen desde la ?ptica del Documento de S?ntesis podemos decir: Los tres macrodesaf?os que se interpenetran rec?procamente, asumen de forma sint?tica los cambios epocales descriptos en la S?ntesis de Aportes recibidos (DSIN 49-79) y los cinco desaf?os que la Conferencia Episcopal Argentina expres? en ?Navega mar adentro? (NMA 21-48). El primero se refiere a la relaci?n de la persona y del pueblo de Dios en la Iglesia (religi?n); el segundo a la relaci?n de los hombres entre s? en la sociedad (justicia); el tercero afecta de forma transversal a las distintas comunidades sociales y los diversos ?rdenes de la cultura (comuni?n)

En el orden religioso: la ruptura en la transmisi?n generacional de la fe cristiana en el pueblo cat?lico. Afirmamos la vigencia de la piedad popular cat?lica como forma viva de la inculturaci?n y la comunicaci?n de la fe, pero en la ?ltimas d?cadas notamos un cierta desidentificaci?n con la tradici?n cat?lica, la falta de su trasmisi?n a las nuevas generaciones y el ?xodo hacia otras comunidades (en los m?s pobres hacia el evangelismo pentecostal y algunas sectas nuevas) y experiencias (en las clases medias y altas hacia vivencias espirituales alternativas) ajenas al sentido de la Iglesia y su compromiso social. Algunas causas son la crisis del dialogo familiar, la influencia de los medios de comunicaci?n, el subjetivismo relativista, el consumismo del mercado, la falta de acompa?amiento pastoral a los m?s pobres y nuestra dificultad para recrear la adhesi?n m?stica de la fe en un escenario religioso plural: Se agrava el diagn?stico de Puebla: la fe y la religi?n popular est?n en una ?situaci?n de urgencia? sometidas a una ?crisis decisiva? (DP 460). Hay que generar un mayor fervor discipular y apost?lico que asuma nuestra sensibilidad religiosa y encuentre nuevos caminos para comunicar la fe.


2. En la dimensi?n social: Una inequidad escandalosa que lesiona la dignidad personal y la justicia social. Participamos en general de la situaci?n de Am?rica Latina. Entre los a?os 2002 y 2006 en Argentina crecieron al 8,7 % los ?ndices de medici?n de la indigencia; hay un 26,9 % en el nivel de la pobreza y estamos en la regi?n aparentemente m?s desigual de mundo, la que m?s creci? y menos redujo la miseria. Persiste la injusta distribuci?n de los bienes, lo cual configura una situaci?n de pecado social que clama al cielo y que excluye de las posibilidades de una vida m?s plena a muchos hermanos. Poderes pol?ticos y planes econ?micos de diversos signos no dan muestras de producir modificaciones significativas para ?eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la econom?a mundial? (Bnedicto XVI, Discurso al Cuerpo Diplom?tico, 8/1/2207). En Argentina urge animar una conducta justa, coherente con la fe que promueva la dignidad humana, el bien com?n, la inclusi?n integral, la ciudadan?a plena y los derechos de los pobres.


3. En toda la cultura: La crisis de los v?nculos familiares y sociales fundantes de los pueblos. Hay una reserva de valores religiosos, ?ticos y culturales de nuestro pueblo pero el individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los v?nculos entre las personas que forman comunidades y las comunidades formadas por personas. Se notan en los conflictos de la familia, los desgarramientos de la Naci?n y la desintegraci?n del continente.

La acci?n pastoral debe mostrar que la relaci?n con nuestro Padre exige el desarrollo de la uni?n entre los hermanos. En esta l?nea el n?cleo del contenido evangelizador (NMA 50-51) busca fortalecer una mayor comuni?n con la Trinidad en el Esp?ritu de Cristo que sane, promueva y afiance los v?nculos personales en las nuevas expresiones de amor, amistad y comuni?n a nivel familiar, social y eclesial. Aqu? se sit?an tanto la necesidad de una intensa comuni?n eclesial ad intra que aliente la renovada pastoral org?nica diocesana y nacional, como la exigencia de un servicio ad extra para que la comuni?n de la Iglesia anime una mayor integraci?n latinoamericana.

Aparecida, mayo 2007.

Card. Jorge Mario Bergoglio s.j.

Publicado por verdenaranja @ 22:47  | Hablan los obispos
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Conferencia ?"Deus caritas est", un mensaje prof?tico? que pronunci? el arzobispo Paul Josef Cordes, presidente del Consejo Pontificio ?Cor Unum? por sugerencia de Benedicto XVI a los participantes en la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano el 12 de mayo.



1- Introducci?n
Desde su elecci?n, el Papa Benedicto XVI ha hablado frecuentemente de los problemas y de las necesidades con los que la humanidad se ve confrontada en la actualidad. Por ejemplo, ante los participantes de la 33? Conferencia de las Organizaciones de Alimentaci?n y Agricultura de las Naciones Unidas (FAO) en noviembre del 2005, el Papa lamentaba el contraste parad?jico entre los nuevos avances econ?micos, cient?ficos y tecnol?gicos y el constante aumento, por otro lado, de la pobreza. Critic? sin contemplaciones las instancias pol?ticas, las instituciones econ?micas y a los poderosos de la sociedad.

Con estas cr?ticas, el Papa se sit?a en la l?nea de una conocida e importante tradici?n en la Iglesia. A mediados del siglo XIX, a causa de la industrializaci?n, la miseria amenazaba con dominar al hombre en el mundo occidental. Ante tal panorama la Iglesia se hizo portavoz de los necesitados. El magisterio de la Iglesia reaccion? a trav?s de declaraciones vinculantes. Tanto Le?n XIII como P?o XI apelaron a la conciencia de sus contempor?neos a trav?s de enc?clicas, con el fin de ayudar a poner fin a tal situaci?n. As? surgi? la Doctrina Social de la Iglesia. Los siguientes pont?fices, los Papas Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II no quisieron tampoco guardar silencio frente a la constante miseria. Elevaron, por ello, su voz, interviniendo en la evoluci?n social de los pueblos. De la misma forma que las precedentes, la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano se integra con sus decisiones perfectamente en esta misi?n de la Iglesia universal. La ?S?ntesis de los aportes recibidos?, formulada como preparaci?n a este gran encuentro, anota con raz?n que el empe?o de la Iglesia por los pobres tendr?a que transformarse ?en una actitud permanente que se manifieste en opciones y gestos concretos? (nr. 224).

La denuncia de la miseria y la injusticia corresponde a la definici?n cient?fica que la nueva disciplina hace de s? misma, trascendiendo as? la dimensi?n estrictamente personal e individual. Tal denuncia apunta a mejorar las estructuras de la convivencia social. Sustancialmente se trata de corregir leyes insuficientes, problem?ticas o injustas. La Doctrina Social no se sirve tanto de llamadas al amor o de la petici?n de benevolencia y de misericordia, sino del derecho como medio de obtener m?s justicia, libertad y respeto por la dignidad humana.

Los cristianos ya practicaban el amor al pr?jimo mucho antes de la aparici?n de la Doctrina Social de la Iglesia y de su aplicaci?n concreta. El Hijo de Dios lo instituy? como el mandamiento principal de comportamiento entre los suyos, siendo ?l mismo testimonio de este amor. La Iglesia primitiva ve a Cristo como el Buen Samaritano de la par?bola, que asume todos los tipos de heridas y explotaci?n en todos los tiempos y lugares. En los Hechos de los Ap?stoles se dice de ?l: ?anduvo haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con ?l?. (Hch 10, 38) ?sta es la descripci?n inconfundible de Jes?s. Por eso la joven comunidad cristiana hizo tambi?n suyos el ejemplo y la misi?n de Jes?s. El Nuevo Testamento relata en diferentes lugares las formas concretas de ayuda espiritual y material. Los escritos posteriores al mismo reflejan de igual modo la continuidad de esta pr?ctica. As? la Didascalia exhorta al Obispo: ?Piensa en los pobres, t?malos de la mano y alim?ntalos?. Se encuentran indicios de dicha pr?ctica desde Justino, m?rtir, hasta Tertuliano. El amor al pr?jimo de los primeros cristianos era hasta tal punto provocador que los paganos se escandalizaban. Del Emperador Juliano El Ap?stata, nos llega el siguiente dicho: ?Esos galileos ateos no s?lo alimentan a sus propios pobres, sino tambi?n a los nuestros?.

A lo largo de los siglos, hombres y mujeres han conservado y vivido esta herencia del Se?or. Son los que llamamos santos. No nacieron con una aureola. La fascinaci?n que provocan se deb?a al hecho de que se consumieron hasta el final de sus vidas en un admirable y altruista amor al pr?jimo. Ellos podr?an constituir un aut?ntico y atractivo punto de referencia para la narraci?n de la historia de la Iglesia. Entre los que han sido elevados a los altares se encuentran fundadores y fundadoras de ordenes religiosas que se dejaron entusiasmar por el amor de Dios y llevados por un celo impresionante, reunieron en torno a s? hombres y mujeres con el mismo esp?ritu, trasmiti?ndoles su intenci?n de ganar almas para Dios.

2- El testimonio concreto de la caridad
Esta oleada de empe?o cristiano dej? sus huellas en la sociedad, aunque frecuentemente el mundo no haya comprendido que el amor cristiano ten?a su fundamento en Cristo. Algunas veces me parece que ninguno de los mandamientos del Se?or ha tenido un eco tan profundo en la Modernidad como el compromiso por ayudar a los necesitados. En el mundo occidental la aceptaci?n de este principio, al menos te?ricamente, se ha integrado en la cultura. S?lo en el a?o 2005, Caritas Internationalis tuvo a su disposici?n m?s de 245 millones de d?lares como ayuda para las cat?strofes, sobre todo a causa del Tsunami. ?C?mo no alegrarse por este hecho, aunque el dinero nunca sea suficiente?

Es llamativo que en el pasado la Iglesia muy raramente expusiera de manera detallada la obligaci?n de ayudar a los necesitados. El amor al pr?jimo no necesitaba de una justificaci?n especial. En la predicaci?n de la Iglesia, el imperativo del amor se reconoc?a directamente en el indicativo de la fe. El amor a Dios y al pr?jimo formaban una unidad en cuanto mandamiento doble, constituy?ndose a su vez para el cristiano en exigencia. Por otro lado, la feliz coyuntura de la filantrop?a en nuestros d?as ha tra?do consigo que sus ra?ces cristianas fueran olvidadas.

Un segundo cambio de situaci?n atrae nuestra atenci?n.

Hoy, en muchos pa?ses del ?Primer Mundo?, la acci?n caritativa llega a todos los campos y capas de la sociedad. Se relaciona con el derecho civil, con las obligaciones sociales, con la responsabilidad del estado. Desde la guarder?a hasta el asilo de ancianos la vida del hombre va acompa?ada de una asistencia organizada. As? en algunos pa?ses de Occidente, la Confederaci?n C?ritas creci? hasta llegar a ser una impresionante empresa de servicios. Aunque sea dif?cil de creer, C?ritas Alemana emplea 500.000 trabajadores profesionales, constituyendo as? la segunda mayor entidad patronal en Alemania despu?s del estado. El peso y la influencia de las instituciones caritativas cat?licas es considerable: C?ritas en Estados Unidos dispone anualmente, para asistencia a proyectos en pa?ses subdesarrollados, el as? llamado CRS (?Catholic Relief Services?), de un presupuesto de aproximadamente 400 millones de d?lares.

Por consiguiente, ?qui?n se admirar?a del hecho de que hoy el trabajo de C?ritas no sea concebible sin un elevado grado de profesionalidad? La utilizaci?n del dinero p?blico obliga a una exactitud burocr?tica, afectando tanto a la fundaci?n como al funcionamiento de todas las organizaciones caritativas. Los contratos y la ejecuci?n del trabajo, incluso la concesi?n de subsidios y su aplicaci?n, requieren de un particular seguimiento administrativo. Todo esto no es lamentable, sino que potencia la oportunidad de una ayuda efectiva.

3- La identidad cristiana de las organizaciones.
Naturalmente, el car?cter profesional del empe?o caritativo implica tambi?n su objetivaci?n, que por su parte puede tener como consecuencia en algunos un cambio de la motivaci?n. Si lo que cuenta es la acci?n en s? misma, se puede olvidar que esa acci?n tambi?n deber?a tener un significado m?s profundo: querer ser un signo de la bondad de Dios. El car?cter simb?lico de la ayuda se desvanece o se hace invisible. Pero si dicho car?cter de la buena acci?n se debilita o desaparece totalmente, se perder?a la dimensi?n fundamental de las obras sociales de la Iglesia. Las agencias cat?licas ser?an equivalentes a la Cruz Roja, a UNICEF: perder?an incluso su identidad cristiana.

Lamentablemente estos temores no han sido fruto de especulaciones de despacho, sino que se dan de manera contundente en la realidad. Para no perdernos en la multitud de posibles reparos, nos limitaremos a dos ejemplos concretos:

3.1.- Una de las mayores organizaciones caritativas del mundo cre? filiales en los pa?ses m?s pobres con personal propio, constituyendo ?stas en muchos de los casos un obst?culo al trabajo de la Iglesia local, m?s que su fortalecimiento. As?, por ejemplo, en los Balcanes, el Cardenal Puljić, Arzobispo de Sarajevo, en Bosnia, me hizo saber que diez de once colaboradores de una agencia cat?lica eran musulmanes. Su actividad refleja la estrategia de su religi?n de islamizar el pa?s. Con sus acciones persegu?an una intenci?n secundaria, la represi?n de los cristianos del pa?s.

3.2.- En el balance oficial de las peticiones de proyectos enviados a la C?ritas de un peque?o pa?s europeo constaba la entrada de una solicitud de subsidio para el ?V Congreso de feministas lesbianas de Am?rica Latina y el Caribe?. A?n cuando no pueda asegurar si dicha subvenci?n fue aprobada o no, el hecho de que se haya tratado en una agencia cat?lica es sorprendente.

Estos hechos problem?ticos no deben llevarnos a olvidar todo lo bueno de las Organizaciones caritativas de la Iglesia, sino que tan s?lo muestran el porqu? una exposici?n teol?gica precisa y vinculativa del papel de C?ritas en la Iglesia no es superflua.

La situaci?n descrita requiere, desde hace mucho tiempo, un posicionamiento cualificado, con el fin de que las organizaciones eclesiales de ayuda conserven sus ra?ces cristianas. A?n cuando la beneficencia aparente sea un factor de la cultura occidental, no por ello los cristianos deben bajar la guardia. Los creyentes tendr?n que ocuparse de la especificidad de la C?ritas cristiana, es decir, en cierto sentido de preservar su identidad, de modo que ?sta se presente y siga present?ndose con su perfil t?pico de forma reconocible en medio de la pluralidad de agencias de ayuda humanitaria.

4- Martyria, Leiturgia y Diakonia
?Cuales son los datos eclesiol?gicos que deben ser considerados de manera prioritaria?

En la visi?n eclesial, la teolog?a articula la misi?n fundamental de la Iglesia en: Martyria, Leiturgia y Diakonia. La teolog?a explica que aunque estos campos sean diversos, en la vida eclesial concreta no pueden presentarse aislados, sino que deben estar ?ntimamente relacionados. Martyria, Leiturgia y Diakonia muestran la faz visible de la misi?n eclesial, su triple rostro. ?stas necesitan de una ?smosis, tanto en lo que concierne a la misi?n de la Iglesia en su conjunto, como a la vida de cada enviado, a?n cuando el cuerpo de Cristo tenga muchos miembros y los servicios de la Iglesia sean diversos. Pues s?lo la predicaci?n que se puede explicitar en el servicio al pr?jimo y celebrar en el culto divino transmitir? al hombre la salvaci?n plena. Esta ?smosis no significa que la caridad se pierda en el empe?o por la justicia en el mundo. Diacon?a y Pastoral Social deben diferenciarse ya que poseen diversos fines. Ambas meten sus ra?ces en el amor que viene de Dios, pero mientras la Pastoral Social est? inspirada en la Doctrina Social de la Iglesia, la caridad encarna todo el patrimonio de la Escritura y de la historia de la salvaci?n sobre el amor divino.

Al ocuparse nuestro Dicasterio Cor Unum de la praxis del amor al pr?jimo como misi?n de la Iglesia, Juan Pablo II me hab?a pedido que le proporcionara un trabajo preparatorio para un escrito magisterial acerca del amor al pr?jimo. En un primer esbozo pens? en una presentaci?n inductiva del tema: la referencia al humanismo aceptado en toda la cultura occidental, las muchas iniciativas de Estado e Iglesia, el fundamento del amor al pr?jimo en Dios. Pero en la fase final del pontificado del Papa Wojtyla la elaboraci?n del texto se retras?. As?, me dirig? al Cardinal Ratzinger, que ley? y corrigi? los trabajos preparatorios. Una vez ya elegido Papa me pregunt? en uno de nuestros primeros encuentros: ??Y qu? suceder? con la enc?clica??. Poco tiempo despu?s, me hizo saber que se hab?a decidido por el tema de la ?Caritas?. Ahora bien, no se limit? a mi borrador, sino que cambi? todo radicalmente. Todo aquel que conozca la forma de escribir del Santo Padre, descubre que todo el texto es inconfundiblemente ?estilo Ratzinger?. La enc?clica comienza con una formulaci?n teol?gica de peso empleando la afirmaci?n principal: ?Dios es Amor?. De este modo, manifiesta tanto en el orden temporal, como en la escala de valores, el primado absoluto de aquel ?que nos am? primero?.

5- ?Deus caritas est ? Dios es amor?
Ahora bien, se podr?a interpretar el mencionado cambio de los an?lisis magisteriales llevados a cabo por el Papa, de una forma puramente met?dica: en efecto, el te?logo Ratzinger prefiere el m?todo deductivo de explicaci?n al inductivo. Pero esta interpretaci?n desconoce el impulso b?sico del nuevo Papa. Sus homil?as y catequesis son una demostraci?n del apremio de estar situado constantemente rumbo a Dios. Su perspectiva est? determinada por el teocentrismo. No se cansa de hablar acerca del Padre celestial, de su Hijo Jesucristo y de la fuerza creativa del Esp?ritu Santo.

Queridos hermanos: doy gracias a Dios de poder hoy, con vosotros, en esta ocasi?n ?nica, dar un nuevo impulso a la primera enc?clica de nuestro Papa. No era ?como pod?is imaginaros- f?cil obtener este momento de reflexi?n. He tenido que luchar un poco. Pero me confirmaba el mismo Santo Padre, el cual desea fervientemente la difusi?n de este documento ?Deus Caritas est?. Recientemente ?hace cosa de un mes- durante su visita apost?lica a la tumba de San Agust?n, en Pav?a, afirmaba: ?...aqu?, ante la tumba de san Agust?n, quisiera volver a entregar idealmente a la Iglesia y al mundo mi primera enc?clica, que contiene precisamente este mensaje central del Evangelio: Deus caritas est, "Dios es amor" (1 Jn 4, 8. 16). Esta enc?clica, y sobre todo su primera parte, debe mucho al pensamiento de san Agust?n, que fue un enamorado del amor de Dios, y lo cant?, medit?, predic? en todos sus escritos, y sobre todo lo testimoni? en su ministerio pastoral .../... Estoy convencido de que la humanidad contempor?nea necesita este mensaje esencial, encarnado en Cristo Jes?s: Dios es amor. Todo debe partir de esto y todo debe llevar a esto: toda actividad pastoral, todo tratado teol?gico. Como dice san Pablo: "Si no tengo caridad, nada me aprovecha" (cf. 1 Co 13, 3). Todos los carismas carecen de sentido y de valor sin el amor; en cambio, gracias al amor todos ellos contribuyen a edificar el Cuerpo m?stico de Cristo?.

Es realmente sorprendente que esta es la noticia que quiere ser escuchada por los hombres de hoy. El eco al documento papal fue inesperadamente positivo produciendo casi siempre una gran acogida. As? nos lo recuerdan al menos dos citas de la prensa:

En uno de los peri?dicos m?s importantes de Alemania, se pod?a leer: ?Nunca antes un Papa hab?a escrito una extensa instrucci?n sobre el amor humano de forma tan sensible y po?tica al mismo tiempo que teol?gica como lo ha hecho Benedicto XVI, al definir el amor como un ?hundirse en la embriaguez de la felicidad??

Jan Ross, del semanario ?Die Zeit ?, delimit? escandalosamente los desaf?os eclesiales contra la enc?clica cuando escribe: ?Joseph Ratzinger es conservador, pero en el fondo no es ning?n predicador moralista: le interesa una visi?n global, el n?cleo esencial del cristianismo?. (26.01.06)

Incluso en la ?Front-Page? del ?New York Times? ?peri?dico no precisamente benigno con la Iglesia Cat?lica? escribi? un comentario decididamente positivo. Cuando preparaba esta conferencia, me alegr? al encontrar tambi?n en el documento de ?S?ntesis? preparatorio de este encuentro, diversas referencias a la enc?clica.

Quien a la luz de la enc?clica del Papa reflexione sobre la causa de la enfatizaci?n que el Papa hace de las ra?ces creyentes del amor al pr?jimo, descubrir? en todo ello, m?s que una directiva pastoral. El Papa se acerca, de esta forma, en el ?mbito de la ayuda a una problem?tica que hasta ahora todav?a no hab?a sido articulada. ?l va m?s all? de iniciativas y programas, pues, juntamente a la ayuda, pretende ocuparse tambi?n de la persona que ayuda. Aqu? encontramos una fuerza motriz que no debe ser ignorada, al abrir ?sta una nueva forma de ver la lucha contra la miseria. Hasta ahora, en el campo del compromiso cristiano, los objetivos de la diacon?a eclesial pose?an una formulaci?n objetiva como normas e imperativos pr?cticos. El Papa Benedicto se dirige ahora de una forma m?s calculada y detallada de lo que ha sido costumbre, a los sujetos de las actividades.

6- L?mites de la obligaci?n jur?dica
La Doctrina Social de la Iglesia sirve ? como se dijo al inicio ? a la propagaci?n de leyes estatales, para que llegue a darse un orden social justo. La doctrina social quiere motivar el cambio de opini?n en aquellos a los que les ha sido confiada la toma de decisiones. ?sta se muestra orientada a lo ajeno, pudiendo por ello causar el malentendido, de que sean los otros los que deban cambiar. Existen algunos representantes de la Iglesia que aspiran con ansia a la multiplicaci?n de su poder social y se inmiscuyen en la responsabilidad pol?tica, para poder as? exigir a otros sus propios objetivos.

El Papa Benedicto hace constar en su enc?clica que no es tarea de la Iglesia imponer pol?ticamente la doctrina social.

En una correcta Teolog?a de la caridad, no est? presente esa tentaci?n de la precedente orientaci?n a algo que se encuentra fuera de mi persona. Instrucciones sobre C?ritas valen tanto para la espiritualidad como para el actuar de los empleados. ?stas son en primer lugar una exigencia al propio yo, en tanto que provienen directamente de una adhesi?n personal a Dios y buscan a menudo la uni?n comunitaria o la asociaci?n.

De manera inequ?voca se da una diferencia entre el car?cter obligatorio de la doctrina social y la instrucci?n caritativa de la Iglesia. La primera tiene en cuenta las estructuras que hacen posible y exigen la conducta moral, la ?ltima se refiere al coraz?n de cada cristiano, para que ?ste constituy?ndose en fuerza motriz impulse tanto a los individuos como a la comunidad de fe hacia las buenas obras con los necesitados.

La diferencia expuesta no disminuye de ninguna manera el car?cter vinculante del empe?o social. Benedicto XVI en su reciente y famoso libro ?Jes?s de Nazaret? pone en guardia de los fieles ?piadosos? que pretenden huir de la defensa de los derechos, haciendo obras de caridad. Escribe en el mencionado libro: ?La gu?a social es una gu?a teol?gica y la gu?a teol?gica tiene un car?cter social. El amor a Dios y el amor al pr?jimo, no se pueden escindir?. Por otra parte, no se pueden identificar los deberes pedidos por la Doctrina Social de la Iglesia con el rico patrimonio b?blico vivido por los testigos de la Caridad y no distinguir las propias caracter?sticas de ambos.

7- Para una espiritualidad diaconal
Una lectura atenta del texto papal hace constar que el Papa Benedicto pretend?a algo m?s que a?adir una nueva enc?clica a las ya existentes para mejorar la justicia en el mundo. Ciertamente busca este fin, pero proporciona algunas indicaciones, que van dirigidas especialmente a los colaboradores de las grandes agencias cat?licas de ayuda. Merecen ser tomadas en consideraci?n para su educaci?n previa y asimismo para los voluntarios del servicio eclesial. ?stas introducen medidas inspiradas por el tema ?amor?. Por una parte, se dirigen a la persona del pr?jimo desfavorecido. ?ste necesita, con palabras de la Enc?clica, ?siempre algo m?s que una atenci?n s?lo t?cnicamente correcta?. Adem?s, necesitar?a de ?humanidad?, de ?atenci?n cordial? (31a). Para el encuentro con ?l, se requieren tambi?n arraigo en la fe e intimidad con Dios. Muchas veces al desvalido le falta algo m?s que comida y bebida, habitaci?n y salud, porque ?la ra?z m?s profunda de su sufrimiento es precisamente la ausencia de Dios? (31c).

A continuaci?n, el Papa delimita algunas palabras claves, que son esenciales a la espiritualidad diaconal, que desgraciadamente por falta de tiempo, no puedo tratar. Sin embargo, ?stas constituyen el punto de referencia para algo fundamentalmente nuevo en la doctrina de la ayuda humanitaria, que yo quisiera calificar como cambio de paradigmas.

A trav?s de los siglos, un gran n?mero de ?rdenes religiosas se han sentido obligadas a combatir en algunos pa?ses del mundo occidental contra la pobreza y la miseria. Hombres y mujeres compasivos hicieron suyo el sufrimiento de sus contempor?neos en diversos pa?ses de Europa. En Alemania, en el a?o 1910, 700.000 hombres y mujeres se encontraban al servicio de Cristo en obras de car?cter caritativo. ?stos se beneficiaban de una cercana direcci?n espiritual, tanto a lo largo de su preparaci?n con el fin de ingresar en la orden religiosa, como despu?s durante el acompa?amiento continuo recibido como miembros de la misma. De esta forma, se encontraban dotados de las armas necesarias para no caer en la tentaci?n de tratar su trabajo desde un punto de vista exclusivamente t?cnico-administrativo. Los cristianos que no pertenec?an a una orden religiosa, pero que se un?an a ?stas como voluntarios, eran inspirados tanto por aquellos que aparec?an como verdaderos testigos de la fe, como por la influyente vida comunitaria y por las correspondientes asociaciones.

Hoy la superaci?n de la miseria humana se presenta esencialmente m?s complicada que en tiempos pasados. Abordarla significa dedicarse a diferentes tareas pol?ticas, ecol?gicas, sanitarias, antropol?gicas. Todo eso exige una gesti?n correcta, con una formaci?n adecuada, que implica tambi?n la elaboraci?n de los cursos y ex?menes correspondientes.

Sin embargo, en nuestros d?as no se puede renunciar ni simplemente suponer ?a priori? el fundamento de la fe o el testimonio cristiano de los actores de la filantrop?a eclesial. Al constituir la diakonia una de las tres misiones fundamentales de la Iglesia y al encontrarnos hoy inmersos en una cultura donde la filantrop?a ha sido admitida de modo general, nos vemos ante la obligaci?n de ponernos nuevamente en marcha.

Como hasta ahora se ha venido haciendo, el Papa Benedicto XVI apremia a los miembros de la Iglesia tanto a comprometerse por la lucha contra la miseria en el mundo, as? como a formular objetivos eficaces y a desear su realizaci?n. Al mismo tiempo, con vistas al ayudar, se impone un cambio de paradigmas: frente a un mundo transformado tiene que a?adirse a estos programas y proyectos una segunda dimensi?n: las personas, que en el nombre de la Iglesia dan el testimonio del amor de Dios, tienen que ser formadas e impregnadas por la fe. En la orientaci?n a la fe de los voluntarios cristianos se decide lo espec?fico en la lucha contra la miseria, aquello que s?lo la Iglesia puede ofrecer a la humanidad. En el compromiso social de la Iglesia se presenta la necesidad de actuar. Por ello les corresponde a los pastores de la Iglesia la responsabilidad. A ellos se les sugiere una recepci?n favorable del impulso ofrecido por la enc?clica.

8- La tarea central del Obispo

Concluyendo:

En la enc?clica ?Deus caritas est? el Papa Benedicto ense?a sin rodeos la responsabilidad ?ltima del Obispo con la misi?n diaconal de la Iglesia. Naturalmente, el pastor de una di?cesis se debe dejar ayudar en esta tarea; pero no la puede confiar a trav?s de una delegaci?n, por muy capaces que sean sus colaboradores. Corresponder a dicha responsabilidad emana del ser de la ordenaci?n episcopal. El documento del Papa lo expresa literalmente: ?En las reflexiones precedentes se ha visto claro que el verdadero sujeto de las diversas organizaciones cat?licas que desempe?an un servicio de caridad es la Iglesia misma, y eso a todos los niveles, empezando por las parroquias, a trav?s de las Iglesias particulares, hasta llegar a la Iglesia universal... Adem?s, es propio de la estructura episcopal de la Iglesia que los Obispos, como sucesores de los Ap?stoles, tengan en las Iglesias particulares la primera responsabilidad de cumplir, tambi?n hoy, el programa expuesto en los Hechos de los Ap?stoles. (cf. 2, 42-44)? (nr. 32).

Cuando en noviembre del a?o pasado intentaba transmitir esta aclaraci?n del Papa a los obispos alemanes en su visita ad-limina, encontr? alguna oposici?n. Las Iglesias del llamado Primer Mundo, poseen asociaciones que se dedican a combatir la pobreza, las cuales muestran un cierto comportamiento aut?nomo. Los Obispos de las Di?cesis que reciben las ayudas, son llamados a mantener y desarrollar la comuni?n y el dialogo con los Obispos de los pa?ses donantes. A los Pastores les corresponde una funci?n de vigilancia, no siempre f?cil de realizar. Pero, ?c?mo se va a poder combatir la secularizaci?n global sin pastores valientes?

Con la acentuaci?n de la responsabilidad episcopal para la diacon?a no se pretende apoyar un nuevo clericalismo. Por el contrario, tomando como base la nueva enc?clica, se trata de ayudar a la recta teolog?a en todo el mundo ? tambi?n en lo referente a las grandes obras de caridad. Es el sacramento del orden, en el cual se pide y se confiere a trav?s de la imposici?n de manos al Obispo la plenitud del Esp?ritu Santo para la predicaci?n, el servicio divino y el gobierno de la Iglesia. As? adquiere ?l la ?ltima responsabilidad para las tres misiones de la Iglesia. De la misma manera, como no la puede delegar para la predicaci?n y la liturgia, tampoco para la diacon?a. Tal reorientaci?n teol?gica debe ser respetada en primer lugar por todos los que se ocupan de la diacon?a individualmente o en las instituciones: ?stos no pueden ponerse por encima de la ?ltima responsabilidad del Obispo.

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Intervenci?n - Cardenal Jorge Mario Bergoglio s.j. V Conferencia del Episcopado Latinoamericano
Argentina, 15 de mayo de 2007


EXPECTATIVAS Y ESPERANZAS DE LA IGLESIA EN ARGENTINA FRENTE A LA V CONFERENCIA


Iniciado en el documento del Episcopado argentino mencionado al comienzo: ?L?neas pastorales para la nueva evangelizaci?n? del a?o 1990 y continuando en el documento ?Navega Mar adentro? nuestra Iglesia en Argentina se encuentra transitando un camino de conversi?n pastoral en clave evangelizadora que implica una din?mica profundamente eclesial, misionera e inculturada con el intento de llegar a los bautizados alejados y no bautizados. La dimensi?n misionera hoy no se concibe como una actividad al margen o paralela a las otras actividades pastorales, sino que est? en el coraz?n de su misma vitalidad evangelizadora.

Haciendo un apretado resumen desde la ?ptica del Documento de S?ntesis podemos decir: Los tres macrodesaf?os que se interpenetran rec?procamente, asumen de forma sint?tica los cambios epocales descriptos en la S?ntesis de Aportes recibidos (DSIN 49-79) y los cinco desaf?os que la Conferencia Episcopal Argentina expres? en ?Navega mar adentro? (NMA 21-48). El primero se refiere a la relaci?n de la persona y del pueblo de Dios en la Iglesia (religi?n); el segundo a la relaci?n de los hombres entre s? en la sociedad (justicia); el tercero afecta de forma transversal a las distintas comunidades sociales y los diversos ?rdenes de la cultura (comuni?n)



1. En el orden religioso: la ruptura en la trasmisi?n generacional de la fe cristiana en el pueblo cat?lico. Afirmamos la vigencia de la piedad popular cat?lica como forma viva de la inculturaci?n y la comunicaci?n de la fe, pero en la ?ltimas d?cadas notamos un cierta desidentificaci?n con la tradici?n cat?lica, la falta de su trasmisi?n a las nuevas generaciones y el ?xodo hacia otras comunidades (en los m?s pobres hacia el evangelismo pentecostal y algunas sectas nuevas) y experiencias (en las clases medias y altas hacia vivencias espirituales alternativas) ajenas al sentido de la Iglesia y su compromiso social. Algunas causas son la crisis del dialogo familiar, la influencia de los medios de comunicaci?n, el