Viernes, 01 de junio de 2007
SALUDO FINAL
EN LA V CONFERENCIA
DE APARECIDA
Cardenal Giovani Battista Re


Queridos Hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio
Queridos hermanos y hermanas en el Se?or,
Estimados Observadores de otras confesiones religiosas,

1- Despu?s de estas intensas jornadas de oraci?n y trabajo, hemos llegado al t?rmino de esta V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y Caribe?o. Quiz? estemos un poco cansados, pero ciertamente todos estamos muy felices y con el coraz?n colmado de gozo.

Han sido dias hermosos, llenos de alegr?a. Puedo decirles que me ha gustado mucho el clima de cordialidad, de confianza, de comuni?n y de libertad que ha reinado durante estos d?as. Quedar?n como algo inolvidable tambi?n las espl?ndidas celebraciones liturgicas. La presencia de incontables peregrinos al Santuario de Aparecida, llenos de fe, ha sido para todos nosotros motivo de aliento y de esperanza.

Hemos tenido la alegr?a de encontrarnos juntos como hermanos en el Se?or, conscientes de vivir un momento privilegiado de gracias abundantes y de intensa espiritualidad. Hemos trabajado juntos a favor de una tarea com?n a todos nosotros, como es la de ser y formar disc?pulos y misioneros de Cristo para que nuestros pueblos en ?l tengan vida.

En las discusiones de grupo y en las comisiones no han faltado a veces puntos de vista diversos y acentuaciones diferentes, signo de libertad y franqueza, pero todos nos hemos encontrado plenamente unidos en las cuestiones substanciales. Adem?s todos nos hemos sentido animados por el mismo amor a Cristo, a la Iglesia y a los pueblos de Am?rica Latina y del Caribe.

Esta V Conferencia ha sido vivaz, creativa y profundamente comprometida en el bien de Am?rica Latina; ha sido consciente de las dificultades y de los gigantescos desaf?os de nuestro tiempo, pero a la vez ha estado orientada constantemente hacia la esperanza y al ardor misionero frente al futuro.

En el momento de caer el tel?n de esta Quinta Conferencia, el sentimiento que llena el coraz?n es el de reconocimiento y gratitud. Queremos dar gracias a Dios, Padre, Hijo y Esp?ritu Santo, por estas jornadas tan hermosas, felices y fecundas.

Renovamos la expresi?n de nuestra gratitud al Santo Padre por haber venido a inaugurar esta Conferencia y por el iluminador discurso de apertura, que nos ha servido como pauta de orientaci?n y motivo de sost?n y aliento.

En nombre tambi?n de los otros dos Presidentes, agradezco a los dos Secretarios, Mons. Andr?s Stanovnik y Mons. Odilo Scherer, por el admirable trabajo llevado a cabo con sabidur?a e incansable empe?o. Agradezco tambi?n a los subsecretarios, a todos los que han colaborado al ?xito de la Conferencia y a cuantos han trabajado en su preparaci?n. De un modo especial agradezco al CELAM y a todo su equipo, incluyendo a todo el personal t?cnico y de servicio.

Un pensamiento especial de gratitud al Arzobispo de Aparecida, Mons. Raymundo Damasceno, por el ingente esfuerzo en la preparaci?n de las estructuras en que la V Conferencia se ha desarrollado, al lado de este hemoso Santuario de Aparecida; a los queridos y abnegados Padres Redentoristas y a cuantos han colaborado. Agradezco tambi?n al pueblo y a la Ciudad de Aparecida.

Una especial acci?n de gracias tambi?n a los Observadores que nos han acompa?ado: ha sido muy grata su presencia; presencia y participaci?n que nos comprometen a?n m?s en favor de un verdadero ecumenismo.

Y un agradecimiento especial a cuantos nos han acompa?ado con sus oraciones y sacrificios, desde todos los pa?ses de Am?rica y de otras latitudes durante la V Conferencia.

Al partir de Aparecida todos llevaremos recuerdos muy bellos. Entre ellos, el recuerdo de haber vivido estos d?as siendo ?cor unum et anima una? (Hch 4,32).


2 - Esta Quinta Conferencia debe ayudar a los cat?licos de Am?rica Latina y del Caribe a ser ?disc?pulos y misioneros de Jesucristo? en un contexto cultural y social que cambia muy r?pidamente, como ha sido subrayado por muchos.

En estos d?as hemos dado prueba de que no estamos dispuestos a aceptar pasivamente los cambios, los problemas y los desaf?os, sino que los queremos afrontar l?cidamente en la pastoral de cada d?a con decisi?n y coraje, sostenidos por la gracia de Dios.

Queremos trabajar junto con los sacerdotes, los di?conos, los religiosos, las religiosas, los laicos y laicas. El encuentro con Cristo vivo nos lleva a ser testigos y misioneros. Queremos dar testimonio de la fe cristiana y de los valores que se inspiran en ella, no s?lo en los ambientes eclesiales, sino tambi?n en los m?ltiples espacios de la vida cotidiana: en la familia, en los lugares de trabajo, en la escuela, en el deporte, en las relaciones sociales, en el compromiso en la vida p?blica y en todos los are?pagos modernos.

En su Discurso inaugural el Papa habl? de c?mo los fieles, ante esta nueva encrucijada de Am?rica Latina, ?esperan de esta Conferencia una renovaci?n y una revitalizaci?n de la fe en Cristo, nuestro ?nico Maestro y Salvador, as? como la experiencia ?nica del amor infinito de Dios a los hombres? (n.2). Ciertamente las dificultades y los desaf?os son enormes, pero a la vez son grandes los motivos de esperanza por los inagotables tesoros de fe, de alegr?a y religiosidad que Dios le ha confiado al pueblo latinoamericano, como lo hemos podido comprobar en este Santuario de Aparecida. Es una fe sencilla y robusta, indudablemente suscitada y guiada por el Esp?ritu Santo.

En un mundo que se mueve por los caminos de la globalizaci?n, en este momento de la historia de Am?rica Latina y del Caribe tenemos necesidad de disc?pulos de Cristo, iluminados por una fe s?lida y animados por un gran amor a ?l, que lleguen a ser testigos cre?bles y pongan a Dios en el centro de su existencia y de la vida de la sociedad.

Tenemos necesidad de disc?pulos de Cristo que vivan en plenitud la alegr?a de ser cristianos y testimonien esta alegr?a ante el mundo.

Nos vamos de Aparecida como los setenta y dos disc?pulos enviados por Jes?s a anunciar el Reino de Dios (Lc 10,9). Nos vamos con un documento, el Documento de Aparecida, y con mucho m?s: nos vamos con esta experiencia de comuni?n, con esta certeza de la presencia de Cristo resucitado que camina a nuestro lado, con la protecci?n y cercan?a de Mar?a, y con una gran tarea misionera: ?Ir y anunciar el Evangelio a todos los pueblos, a todos los ?mbitos de la sociedad, a todas las culturas?. Vamos decididos a recorrer todos los caminos de Am?rica Latina y del Caribe para llevar a nuestros hermanos de hoy la Buena Nueva de que s?lo Jesucristo es la respuesta a los anhelos del coraz?n humano y a los complejos problemas que vive la sociedad, porque ?l es el Camino, la Verdad y la Vida. S?lo poniendo a Dios en el centro, Am?rica Latina y el Caribe podr?n encontrar soluciones justas a los problemas, y caminar hacia un futuro de esperanza. Al partir de Aparecida, nos acompa?a la certeza de que Cristo estar? siempre con nosotros, hasta el fin de la historia.

El Santuario mariano de Aparecida ha sido el lugar de nuestro encuentro. Este Santuario es tambi?n el punto desde el que partimos. La Misi?n Continental que hemos decidido y que dejamos en las manos de las Conferencias Episcopales y de los Obispos de cada di?cesis de Am?rica Latina y del Caribe parte idealmente de este Santuario, porque ha nacido bajo la protecci?n de Nuestra Se?ora Aparecida.

Pidamos a Nuestra Se?ora Aparecida que nos acompa?e. En estos d?as hemos acudido a su escuela. Ella, que ense?? a los Ap?stoles ?cuanto conservaba en su coraz?n? (cf Lc 2, 19-51), ser? para nosotros la Estrella que gu?e nuestros pasos.
Publicado por verdenaranja @ 23:13  | Hablan los obispos
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