S?bado, 02 de junio de 2007
ZENIT publica ?ntegramente la intervenci?n de Benedicto XVI, pronunciada en la noche del jueves, 31 de Mayo de 2007, ante numeros?simos fieles que participaron en la celebraci?n mariana de conclusi?n del mes de mayo, una tradicional convocatoria en los jardines vaticanos. En ese d?a, la liturgia celebraba la Visitaci?n de la Virgen Mar?a a su prima Isabel.


?Queridos hermanos y hermanas!

Con alegr?a me uno a vosotros al t?rmino de esta vigilia mariana, siempre sugestiva, con la que se concluye en el Vaticano el mes de mayo en la fiesta lit?rgica de la Visitaci?n de la Sant?sima Virgen Mar?a. Saludo con afecto fraterno a los cardenales y obispos presentes, y doy las gracias al arcipreste de la Bas?lica, monse?or Angelo Comastri, quien ha presidido la celebraci?n. Saludo a los sacerdotes, las religiosas y religiosos, en particular a la monjas del Monasterio Mater Ecclesieae del Vaticano; igualmente, a las muchas familias que participan en este rito. Meditando los Misterios Gozosos del Santo Rosario, hab?is subido a esta colina donde hab?is revivido espiritualmente, en el relato del evangelista Lucas, la experiencia de Mar?a, que desde Nazaret de Galilea ?se puso en camino hacia la monta?a? ( Lc 1,39) para llegar a una aldea de Jud? donde viv?a Isabel con su marido Zacar?as.

?Qu? impuls? a Mar?a, una muchacha joven, a afrontar aquel viaje? ?Qu?, sobre todo, le empuj? a olvidarse de s? misma para pasar los primeros tres meses de su embarazo al servicio de su prima, necesitada de ayuda? La respuesta est? escrita en un Salmo: ?Corro por el camino de tus mandamientos, [Se?or], pues t? mi coraz?n dilatas? ( Sal 118,32). El Esp?ritu Santo, que hizo presente al Hijo de Dios en la carne de Mar?a, dilat? su coraz?n a las dimensiones del de Dios y le impuls? por la v?a de la caridad. La Visitaci?n de Mar?a se comprende a la luz del acontecimiento que le precede inmediatamente en el relato del Evangelio de Lucas: el anuncio del ?ngel y la concepci?n de Jes?s por obra del Esp?ritu Santo. El Esp?ritu Santo fue sobre la Virgen, el poder del Alt?simo le cubri? con su sombra (v. Lc 1,35). Aquel mismo Esp?ritu le impuls? a ?levantarse? y a partir sin tardanza (v. Lc 1,39), para ser de ayuda a su anciana pariente. Jes?s apenas ha comenzado a formarse en el seno de Mar?a, pero su Esp?ritu ya ha llenado su coraz?n, de forma que la Madre comienza ya a seguir al Hijo divino: en el camino que de Galilea conduce a Jud? es el mismo Jes?s el que ?impulsa? a Mar?a, infundi?ndole el ?mpetu generoso de salir al encuentro del pr?jimo que tiene necesidad, el valor de no poner por delante las propias y leg?timas exigencias, dificultades, peligros para su propia vida. Es Jes?s quien le ayuda a superar todo dej?ndose guiar por la fe que act?a por la caridad (v. Ga 5,6).

Meditando este misterio, vemos bien qu? significa que la caridad cristiana sea una virtud ?teologal?. Vemos que el coraz?n de Mar?a es visitado por la gracia del Padre, es penetrado por la fuerza del Esp?ritu e impulsado interiormente por el Hijo; esto es, vemos un coraz?n humano perfectamente introducido en el dinamismo de la Sant?sima Trinidad. Este movimiento es la caridad, que en Mar?a es perfecta y se convierte en modelo de la caridad de la Iglesia, como manifestaci?n del amor trinitario (Enc?clica Deus caritas est, 19). Todo gesto de amor genuino, tambi?n el m?s peque?o, contiene en s? un destello del misterio infinito de Dios: la mirada de atenci?n al hermano, hacerse cercano a ?l, compartir su necesidad, atender sus heridas, la responsabilidad por su futuro, todo, hasta en los m?s m?nimos detalles, se hace ?teologal? cuando est? animado por el Esp?ritu de Cristo. Que Mar?a nos obtenga el don de saber amar como Ella supo amar. A Mar?a confiamos esta singular porci?n de la Iglesia que vive y trabaja en el Vaticano; le confiamos la Curia Romana y las instituciones a ella ligadas, para que el Esp?ritu de Cristo anime todo deber y todo servicio. Pero desde esta colina ampliamos la mirada a Roma y al mundo entero, y oramos por todos los cristianos, para que puedan decir con San Pablo: ?el amor de Cristo nos apremia?, y con la ayuda de Mar?a sepan difundir en el mundo el dinamismo de la caridad.

Os agradezco nuevamente vuestra devota y calurosa participaci?n. Llevad mi saludo a los enfermos, a los ancianos y a cada uno de vuestros seres queridos. A todos imparto de coraz?n mi Bendici?n Apost?lica.

[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit
Publicado por verdenaranja @ 22:58  | Habla el Papa
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