Jueves, 07 de junio de 2007
ZENIT publica las palabras que pronunci? el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, al presentar en la tarde del martes, 5 de Junio de 2007, el libro del periodista italiano Andrea Tornielli ?P?o XII, Eugenio Pacelli ? Un hombre en el trono de Pedro? (?Pio XII, Eugenio Pacelli. Un uomo sul trono di Pietro?).

1. Una ?leyenda negra?

La figura de Eugenio Pacelli, Papa P?o XII, se encuentra ya desde hace d?cadas en el centro de agudas pol?micas. El pont?fice romano que gui? la Iglesia en los terribles a?os de la segunda guerra mundial y despu?s en la guerra fr?a es v?ctima de una leyenda negra que ha acabado por afirmarse hasta el punto de que es dif?cil incluso de rasgu?ar, aunque los documentos y testimonios hayan probado su total inconsistencia.

Uno de los desagradables efectos ?secundarios?, por llamarlos de alg?n modo, de esta leyenda negra, que presenta falsamente al Papa Pacelli como indulgente con el nazismo e insensible ante la suerte de las v?ctimas de la persecuci?n, consiste en haber hecho olvidar totalmente el extraordinario magisterio de este Papa que fue el precursor del Concilio Vaticano II. Como sucedi? con las figuras de otros dos Papas del mismo nombre --el beato P?o IX, del que s?lo se habla en relaci?n con temas ligados a la pol?tica del Resurgimiento italiano; y san P?o X, recordado con frecuencia ?nicamente por su valiente batalla contra el modernismo--, tambi?n se corre el riesgo de reducir todo el pontificado de Pacelli a la cuesti?n de los presuntos ?silencios?.

2. La actividad pastoral de P?o XII

Estoy aqu?, por tanto, en esta tarde, para ofrecer un breve testimonio de un hombre de Iglesia que, por su santidad personal, resplandece como un luminoso testigo del sacerdocio cat?lico y del supremo pontificado. Ciertamente ya hab?a le?do muchos ensayos interesantes sobre la figura y la obra del Papa P?o XII, de las sumamente conocidas ?Actes et Documents du Saint Si?ge?, a las biograf?as de Nazareno Padellaro, de sor Margherita Marchione, del padre Pierre Blet, entre las primeras que se me pasan por la mente. Por no hablar de los ?Discursos de guerra? del Papa Pacelli que, si lo desean, est?n disponibles en formato electr?nico, y que me resultan totalmente interesantes tambi?n hoy por doctrina, por inspiraci?n pastoral, por finura de lenguaje literario, por fuerza humana y civil.

En definitiva, ya sab?a bastante sobre el ?Pastor Angelicus et Defensor Civitatis?. Sin embargo, hay que dar gracias al se?or Andrea Tornielli, pues en esta voluminosa y documentada biograf?a, recurriendo a muchos escritos in?ditos, nos restituye la grandeza de la figura de P?o XII, nos permite profundizar en su humanidad, nos hace redescubrir su magisterio. Nos recuerda, por ejemplo, su enc?clica sobre la liturgia, sobre la reforma de los ritos de la Semana Santa, el gran trabajo preparatorio que desembocar? en la reforma liturgia conciliar.

P?o XII abre el camino a la aplicaci?n del m?todo hist?rico-cr?tico a la Sagrada Escritura, y en la enc?clica ?Divino afflante Spiritu? establece las normas doctrinales para el estudio de la Sagrada Escritura, subrayando su importancia y papel para la vida cristiana. En la enc?clica
?Humani generis? toma en consideraci?n, si bien con cautela, la teor?a de la evoluci?n. P?o XII imprime tambi?n un notable impulso a la actividad misionera con las enc?clicas ?Evangelii Praecones? (1951) y ?Fidei donum? (1957, de la que se celebra el quincuag?simo a?o), subrayando el deber de la Iglesia de anunciar el Evangelio a las gentes, como har? despu?s el Concilio Vaticano II. El Papa se niega a hacer coincidir el cristianismo con la cultura occidental, as? como con un determinado sistema pol?tico.

P?o XII sigue siendo, todav?a hoy, el Papa que ha dado m?s espacio a las mujeres en sus canonizaciones y beatificaciones: el 54,4 por ciento en las canonizaciones, y el 62,5 por ciento en las beatificaciones. De hecho, en varias ocasiones, este pont?fice hab?a hablado de los derechos femeninos, afirmando, por ejemplo, en el radiomensaje al Congreso CIF de Loreto de octubre de 1957, que la mujer est? llamada a desempe?ar ?una acci?n decisiva? tambi?n en el campo pol?tico y jur?dico.

3. Acusaciones injustificadas

No son m?s que ejemplos que muestran cu?nto queda todav?a por descubrir, es m?s, por redescubrir, del magisterio del siervo de Dios Eugenio Pacelli. Me han impresionado, adem?s, muchos detalles del libro de Tornielli de los que emerge tanto la lucidez y sabidur?a del futuro pont?fice, en los a?os en los que fue nuncio apost?lico en Munich y en Berl?n, como muchos rasgos de su humanidad. Gracias al carteo in?dito con el hermano Francesco, podemos conocer algunos juicios firmes sobre el naciente movimiento nacionalsocialista, as? como el grave drama interior vivido por el pont?fice durante el tiempo de la guerra con motivo de la actitud que hab?a que adoptar ante la persecuci?n nazista.

P?o XII habl? de ello en varias ocasiones en sus radiomensajes y por tanto est? totalmente fuera de lugar acusarle de ?silencios?, asumiendo sin embargo un tono prudente. Hablando de los silencios, quiero citar un art?culo bien documentado del profesor Gian Maria Vian publicado en el a?o 2004 en la revista ?Archivum historiae pontificiae?, que lleva por t?tulo ?El silencio de P?o XII: a los or?genes de la leyenda negra? (?Il Silenzio di Pio XII: alle origini della leggenda nera?). Entre otras cosas, dice que el primero que cuestion? los ?silencios de P?o XII? fue Emmanuel Mounier, en 1939, pocas semanas despu?s de su elecci?n como sumo pont?fice y con motivo de la agresi?n italiana en Albania. Sobre estos interrogantes se desencadenar? a continuaci?n una dura pol?mica, incluso de origen sovi?tico y comunista, que como veremos ser?a retomada por exponentes de la Iglesia ortodoxa rusa. Rolf Hocchuth, autor de ?El Vicario?, la obra teatral que contribuy? a desatar la leyenda ?negra? contra P?o XII, en los d?as pasados defini? al Papa Pacelli en una entrevista como ?cobarde demon?aco?, mientras que hay historiadores que promueven el pensamiento ?nico contra P?o XII y llegan a insultar de ?extremista pacelliano? a quienes no piensan como ellos y se atreven a manifestar un punto de vista diferente sobre estas cuestiones. Por tanto, no es posible dejar de denunciar este estrago del sentido com?n y de la raz?n perpetrado con frecuencia desde las p?ginas de los peri?dicos.

4. Una fecha hist?rica muy precisa

Me parece ?til subrayar c?mo el libro de Tornielli vuelve a sacar a la luz vol?menes ya conocidos por los historiadores serios. Es uno de los m?ritos que considero fundamentales de la obra de la que hoy estamos hablando, teniendo en cuenta los trist?simos tiempos en los que vivi? el Papa Pacelli, cuya voz en el torbellino del segundo conflicto mundial y de la sucesiva contraposici?n de bloques no gozaba de favor entre los poderes constituidos o entre los poderes ?de facto?.

Cu?ntas veces ?faltaba electricidad? a ?Radio Vaticano? para que hiciera escuchar la palabra del pont?fice; cu?ntas veces ?faltaba papel? para reproducir sus pensamientos y ense?anzas inc?modos; cu?ntas veces alg?n accidente provocaba la ?p?rdida? de los ejemplares de ?L?Osservatore Romano? que refer?an intervenciones, aclaraciones, actualizaciones, notas pol?ticas? Hoy, sin embargo, gracias a los modernos medios, esas fuentes son ampliamente reproducidas y disponibles.

Tornielli las ha buscado y las ha encontrado y lo testimonia el gran aparato de notas que acompa?a la publicaci?n. Quisiera, en este sentido, llamar la atenci?n sobre una fecha importante. La figura y la obra de P?o XII, alabada y reconocida antes, durante e inmediatamente despu?s de la segunda guerra mundial, comienza a ser analizada desde otro punto de vista en un per?odo hist?rico muy preciso, que va de agosto de 1946 a octubre de 1948.

Era comprensible el deseo del martirizado pueblo de Israel de tener una tierra propia, un propio refugio seguro, despu?s de ?las persecuciones de un antisemitismo fan?tico, desencadenadas contra el pueblo jud?o? (alocuci?n del 3 de agosto de 1946), pero eran tambi?n comprensibles los derechos de quienes ya viv?an en Palestina y que a su vez merec?an respeto, atenci?n, justicia y protecci?n. Los peri?dicos de la ?poca refieren ampliamente el nivel de tensi?n que en esa regi?n se estaba manifestando pero, dado que no quisieron valorar los razonamientos y propuestas de P?o XII, comenzaron a tomar posici?n, unos de una parte y otros de otra, ideologizando as? una reflexi?n que se desarrollaba de manera articulada y que prestaba atenci?n a los criterios de justicia, equidad, respeto y legalidad.

P?o XII no fue s?lo el Papa de la segunda guerra mundial, sino un pastor que, del 2 de marzo de 1939 al 9 de octubre de 1958, tuvo que afrontar un mundo de pasiones violentas e irracionales. Desde entonces, comenz? a tomar cuerpo una incomprensible acusaci?n contra el Papa por no haber intervenido como deb?a a favor de los jud?os perseguidos.

En este sentido, me parece importante reconocer que de todos modos quien no tiene fines ideol?gicos y ama la verdad est? bien dispuesto a comprender m?s a fondo, con plena sinceridad, un papado largo, fecundo, y desde mi punto de vista heroico. Es un ejemplo el reciente cambio de actitud, en el gran santuario de la memoria, el Yad Vashem en Jerusal?n, para reconsiderar la figura y la obra del Papa Pacelli no desde un punto de vista pol?mico, sino desde una perspectiva objetivamente hist?rica. Es de desear profundamente que esta buena voluntad manifestada p?blicamente pueda tener un seguimiento adecuado.


5. El deber de la caridad hacia todos

El 2 de junio de 1943, con motivo de la fiesta de san Eugenio, P?o XII expone p?blicamente las razones de su actitud. Ante todo, el Papa Pacelli habla nuevamente de los jud?os: ?No olviden los que rigen los pueblos que quien ?lleva la espada? --usando el lenguaje de la Sagrada Escritura--no puede disponer de la vida y de la muerte de los hombres de los que, seg?n la ley de Dios, procede toda potestad?.

?Ni esper?is?, sigue diciendo P?o XII, ?que expongamos aqu? todo lo que hemos tratado de hacer para mitigar sus sufrimientos, mejorar sus condiciones morales y jur?dicas, tutelar sus imprescriptibles derechos religiosos, aliviar sus tristezas y necesidades. Toda palabra que hemos dirigido con este objetivo a las autoridades competentes y toda menci?n p?blica deb?an ser ponderadas y medidas por el inter?s de los mismos que sufr?an, para no hacer, sin quererlo, m?s grave e insoportable su situaci?n. Por desgracia, las mejor?as visiblemente alcanzadas no corresponden a la solicitud materna de la Iglesia a favor de estos grupos particulares, sometidos a las m?s acerbas desventuras? y el Vicario, a pesar de pedir s?lo compasi?n y respetar las m?s elementales normas del derecho y de la humanidad, se ha encontrado, en ocasiones, ante puertas que ninguna llave era capaz de abrir?.

Encontramos aqu? expuesta, ya a mediados del a?o 1943, la raz?n de la prudencia con la que Pacelli se mueve en el ?mbito de las denuncias p?blicas: ?Por el inter?s de los mismos que sufren, para no hacer m?s grave su situaci?n?. Palabras cuyo eco me parece escuchar en el breve discurso pronunciado por Pablo VI el 12 de septiembre de 1964, en las Catacumbas de Santa Domitila. En esa ocasi?n, el Papa Montini dijo: ?La Santa Sede se abstiene de levantar con m?s frecuencia y vehemencia la voz leg?tima de la protesta y de la condena, no porque ignore o descuide la realidad, sino por un pensamiento reflejo de cristiana paciencia y para no provocar males peores?.

Pablo VI, a mediados de los a?os sesenta, se refer?a a los pa?ses que estaban del otro lado del tel?n de acero, gobernados por el comunismo totalitario. ?l, que hab?a sido un cercano colaborador del cardenal Pacelli y despu?s del Papa P?o XII aduce, por tanto, los mismos motivos.

Los Papas no hablan pensando en preconfeccionarse una imagen favorable para la posteridad, saben que de cada una de sus palabras puede depender la suerte de millones de cristianos, llevan en el coraz?n la suerte de los hombres y mujeres de carne y hueso, y no el aplauso de los historiadores.

De hecho, Robert Kempner, magistrado jud?o y fiscal en el proceso de Nuremberg, escribi? en enero de 1964, despu?s de la presentaci?n de ?El Vicario? de Hocchuth: ?Cualquier toma de posici?n propagandista de la Iglesia contra el gobierno de Hitler no s?lo hubiera sido un suicidio premeditado? sino que adem?s habr?a acelerado el asesinato de un n?mero mucho m?s grande de jud?os y sacerdotes?.

6. ?No lamento, sino acci?n, es el precepto del ahora?

Dicho esto, despu?s de haber visto los once vol?menes (en doce tomos) de las ?Actes et Documents du Saint Si?ge? sobre la segunda guerra mundial; despu?s de haber hecho leer decenas de dossieres con centenares de documentos sobre los pensamientos y los actos de la Santa Sede durante el segundo conflicto mundial; experimentadas las violentas pol?micas partidistas (innumerables vol?menes, llenos de ideolog?a violenta y falsa), me parece que la obra de las ?Actes?, impresa por orden de Pablo VI (sustituto de la Secretar?a de Estado en los a?os terribles de 1939 a 1945), podr?a ser ?tilmente completada por los documentos del archivo de los ?Estados eclesi?sticos?, que comprenden documentos sobre la obligaci?n de la Santa Sede y de la Iglesia cat?lica de asumir el deber de la caridad hacia todos.

Es un sector de archivo que no se ha explorado suficientemente, dado que se trata de miles de casos personales. A cada uno de ellos, el Estado m?s peque?o del mundo, neutral en sentido absoluto, escuch? individualmente, atendiendo a cada voz que ped?a ayuda o audiencia. Se trata de una documentaci?n inmensa, por desgracia todav?a no disponible, porque no est? ordenada. ?Ojal? fuera posible, con la ayuda de alguna fundaci?n benem?rita ?ad hoc?, catalogar en breve estos documentos custodiados en los archivos de la Santa Sede! Era clara la directiva dada a trav?s de la radio, de la prensa, de la diplomacia, por el Papa P?o XII en 1942. Dijo a todos en aquel tr?gico a?o 42: ?No lamento, sino acci?n es el precepto del ahora?. La sabidur?a de esa afirmaci?n queda testimoniada por una enorme cantidad de documentos: notas diplom?ticas, consistorios urgentes, se?alaciones espec?ficas (por ejemplo, al cardenal Bertram, cardenal Innitzer, cardenal, Schuster, etc., etc., etc.) en las que ped?a hacer lo posible para salvar a las personas, manteniendo la neutralidad de la Sede Apost?lica.

Esta situaci?n de neutralidad permit?a al Papa salvar no s?lo a europeos, sino tambi?n a prisioneros que no pertenec?an al Eje. Pensemos en la trist?sima situaci?n de Polonia o en las intervenciones humanitarias en el Sudeste asi?tico. P?o XII nunca suscribi? circulares o proclamas. Dijo con la voz lo que hab?a que hacer. Y obispos, sacerdotes, religiosos y laicos comprendieron muy bien la mente del Papa y lo que hab?a que hacer urgentemente. Como testimonio hay innumerables documentos de audiencia del cardenal Maglione y Tardini, con los relativos comentarios. Adem?s estaban las protestas o los ?noes? ante las peticiones humanitarias de la Santa Sede.


7. ?Denunciar o actuar?

D?jenme contarles un peque?o episodio, acaecido precisamente en el Vaticano en octubre de 1943. En aquella ?poca, adem?s de la Gendarmer?a (unas 150 personas) y de la Guardia Suiza (unas 110 personas), hab?a una Guardia Palatina. En esa fecha, para proteger el Vaticano (no m?s de 300 personas) y los edificios extraterritoriales [edificios del Vaticano en territorio italiano, ndr.] hab?a 575 miembros de la Guardia Palatina. Pues bien, la Secretar?a de Estado pidi? a la potencia que ocupaba Italia la posibilidad de contratar a otras 4.425 personas para que pudieran pasar a formar parte de la Guardia Palatina. El ghetto jud?o estaba a dos pasos?

Los redactores de los ?Actes et Documents? no pod?an imprimir todos los miles de casos personales. El Papa, en esa ?poca, ten?a otras prioridades: no pod?a dar a conocer sus deseos, pero quer?a actuar, dentro de los l?mites que le impon?an las circunstancias, seg?n un programa claro. A las personas honestas, sin embargo, les surgen preguntas leg?timas: ?Cu?ndo encontr? P?o XII a Mussolini? Como cardenal secretario de Estado, en 1932, pero como Papa, ?nunca! Si esto nunca tuvo lugar, podr?a significar que si los dos Estados no han querido hablar con el Papa, el pont?fice, ?qu? deb?a hacer? ?Hacer declaraciones de denuncia o actuar?

P?o XII opt? por la segunda opci?n, testimoniada por muchos israelitas de toda Europa. Quiz? ser?a necesario entregar copias de estas abundantes adhesiones jud?as de agradecimiento y de estima por el ministerio humano y espiritual de este gran Papa.

El libro que hoy podemos leer a?ade nuevos elementos no s?lo a la figura de un gran pont?fice, sino tambi?n a toda la obra silenciosa, aunque eficaz, de la Iglesia a trav?s de la existencia (la de Eugenio Pacelli) de un pastor que pas? a trav?s de las tormentas de los dos conflictos mundiales (fue nuncio en Baviera desde 1917) y la tr?gica edificaci?n del tel?n de acero dentro del cual murieron millones de hijos de Dios. Heredera de la Iglesia de los ap?stoles, la Iglesia de P?o XII continu? ofreciendo no s?lo una palabra prof?tica, sino sobre todo una acci?n prof?tica diaria.

8. Nota conclusiva

Quisiera dar las gracias a Andrea Tornelli por esta obra, que contribuye a comprender mejor la luminosa acci?n apost?lica y la figura del siervo de Dios, P?o XII. Es un servicio ?til a la Iglesia, un servicio ?til a la verdad. Es justo discutir, profundizar, debatir, confrontarse. Pero hay que evitar el error m?s grave para un historiador, el anacronismo, juzgando la realidad de entonces con los ojos y la mentalidad de hoy.

As? como es profundamente injusto juzgar la obra de P?o XII durante la guerra con el velo del prejuicio, olvidando no s?lo el contexto hist?rico, sino tambi?n la enorme obra de caridad que el Papa promovi?, abriendo las puertas de los seminarios y de los institutos religiosos, acogiendo a refugiados y perseguidos, ayudando a todos.

[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit]
Publicado por verdenaranja @ 22:53  | Hablan los obispos
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