Art?culo publicado en el bolet?n "Misioneros Javerianos?, MAYO 2007, n?mero 433.
(Para ver la primera parte haacer clic AQU?) (Para ver tercera parte hacer clic AQU?) LA INCULTURACI?N EN EUROPA (II)
P. Carlos Collantes
?La ruptura entre Evangelio y cultura es sin duda alguna el drama de nues?tro tiempo, como lo fue tambi?n en otras ?pocas. De ah? que hay que hacer todos los esfuerzos con vistas a una generosa evangelizaci?n de la cultura, o m?s exactamente de las culturas. Estas deben ser regeneradas por el encuentro con la Buena Nueva. Pero este encuentro no se llevar? a cabo si la Buena Nueva no es proclamada?. Pablo VI
Muchos pueblos ?en el transcurso del tiempo? han sabido adaptar a las cambiantes circunstancias hist?ricas sus culturas. Es decir, sus instrumentos materiales, t?cnicos para responder a la necesidad de supervivencia, sus formas de organizaci?n sociales y pol?ticas respon?diendo as? a la necesidad de convivencia y han adaptado igualmente su universo filos?fico y religioso para responder a la necesidad de sentido. La religi?n, dicen algunos estudiosos o antrop?logos, no es solamente un elemento m?s de la cultura, sino el alma de la cultura misma. Para comprender, por tanto, el alma de un pueblo hay que acercarse a su religi?n, conocerla, comprenderla, dialogar con ella porque ah? est? el secreto de su visi?n de la vida, del sentido que da a la vida individual y colectiva.
Modernidad y religi?n ?Qui?nes somos y hacia d?nde vamos? La religi?n responde a esta doble necesidad de identidad ?quienes somos? y de orientaci?n ?hacia donde vamos?, y responder a estos interrogantes ineludibles nos permite comprometernos en el mundo, nos ayuda a situarnos en la vida y a actuar en nuestra sociedad, orienta nuestro caminar d?ndonos razones para vivir. Sin ?stas vivir?amos extraviados, a la deriva. La religi?n ?en nuestro caso la fe cristiana? responde a la necesidad de sentido que todos llevamos en el coraz?n y desde ah? ?desde ese sentido profundo? podemos dar, organizar y animar la respuesta a esas otras necesidades: las de supervivencia y convivencia en torno a las cuales se estructuran y organizan la vida econ?mica y la convivencia civil de los ciudadanos. Por eso, ambas esferas: la socio-pol?tica y la econ?mica no pueden prescindir de criterios ?ticos, de valores o ideales comunitarios capaces de crear cohesi?n social y evitar la fractura social, situaciones dolorosas e injustas de marginaci?n y exclusi?n. Las esferas econ?mica y pol?tica, al ser creaciones humanas, son tambi?n cultura. Y ?c?mo nos gustar?a que estuvieran animadas por valores evang?licos!
En Europa, desde que se inici? el proceso de la modernidad, existe una separaci?n entre religi?n y otras realidades humanas: la ciencia, la organizaci?n de la convivencia civil y de la vida econ?mica, la ?tica misma que no es monopolio de la religi?n. Hay ?ticas de fundamentaci?n laica sin referencias religiosas. De hecho, los derechos humanos se fundamentan sobre la dignidad humana, dignidad que para nosotros cristianos tiene su origen y su grandeza en el proyecto creador amoroso de Dios, pero hay hombres y mujeres ardientes defensores de esta dignidad que la fundamentan en el ser humano como tal sin referencias religiosas. La modernidad ha hecho que la cultura se vuelva cada vez m?s aut?noma de la religi?n. Por eso la inculturaci?n del evangelio siempre ser? una tarea pendiente, un desaf?o. Ya nos lo recordaba Pablo VI: ?Para la Iglesia no se trata solamente de predicar el Evangelio en zonas geogr?ficas cada vez m?s vastas o poblaciones cada vez m?s numerosas, sino de alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicios, los valores determinantes, los puntos de inter?s, las l?neas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que est?n en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvaci?n.? (EN 19)
Dif?cil equilibrio En una sociedad pluralista en la que convivimos creyentes de distintos credos religiosos v no creyentes, no podemos fundamentar el conjunto del orden
?Pero si autonom?a de lo temporal quiere decir que la realidad creada es independiente de Dios y que los hombres pueden usarla sin referencia al Creador, no hay creyente alguno a quien se le oculte la falsedad envuelta en tales palabras. La criatura sin el Creador desaparece. Por lo dem?s, cuantos creen en Dios, sea cual fuere su religi?n, escucharon siempre la manifestaci?n de la voz de Dios en el lenguaje de la creaci?n. M?s a?n, por el olvido de Dios la propia criatura queda oscurecida?. (Vat. II GS 36) social ?la convivencia social? sobre nuestra particular visi?n del mundo y de la vida obligando a todos a asumir nuestros criterios ?ticos. Ello no significa, sin embargo, que los cristianos renunciemos a estar presentes en lo social como ?sal y luz? ofreciendo con nuestro testimonio de vida nuestras convicciones ?ticas, los valores que para nosotros son fundamentales, pero sin imponerlos al conjunto de la sociedad. Creemos que el evangelio est? llamado a impregnar la cultura y la sociedad. ?C?mo hacerlo? Equilibrio dif?cil entre la pretensi?n de universalidad del cristianismo y su situaci?n de hecho de no-universalidad, de convivencia en el mismo espacio social con otras visiones de la vida distintas de la nuestra. Sin olvidar que existen otros credos religiosos ?el Islam? que tienen igual pretensi?n de universalidad. Equilibrio delicado, hecho de respeto y valent?a, de presencia, di?logo y anuncio sabiendo que el criterio m?ximo de juicio y discernimiento de una vida y de una sociedad nos lo da Jes?s, el Buen Samaritano: ?tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y...?
Creadores de cultura La herencia espiritual del evangelio se ha esfumado en muchos esp?ritus. Nos resulta dif?cil descubrir huellas evang?licas en algunos rasgos socioculturales de nuestro ambiente. La cultura es una herencia social que nos transmiten nuestros antepasados. Es, sin embargo, una realidad din?mica que cambia y se adapta. Somos al mismo tiempo deudores y creadores, herederos y constructores de cultura. Las culturas, al generar vida e identidad, son ?dicen los soci?logos? matrices de sentido. Y cuando la cultura cambia de manera r?pida y brusca, cambia tambi?n la identidad de las nuevas generaciones. Las transformaciones que nuestro mundo est? viviendo son, por su rapidez, imposibles de seguir para muchos. Yen situaci?n de transformaci?n brusca y r?pida de valores muchos tienen la sensaci?n de encontrase en medio de un terremoto cultural, el suelo falla bajo sus pies. Situaciones de esta ?ndole generan incertidumbres, miedos, inseguridad, y hasta angustia. Sentimientos que los fundamentalismos de todo tipo intentan explotar.
Valores profundamente arraigados en la conciencia europea tienen sus ra?ces en la revelaci?n b?blica, el primero de todos ellos la primac?a de la persona humana, de su dignidad inviolable. Para la fe cristiana la persona humana con sus necesidades y aspiraciones tiene una importancia singular, es el centro y la cima de la creaci?n y no puede ser sacrificada a nada, a ning?n inter?s, a ninguna causa. La libertad-responsabilidad, la autonom?a personal, el esp?ritu de iniciativa, la libertad de conciencia, la igualdad de todos, la igual dignidad de hombres y mujeres, todos hijos e hijas del mismo Dios Padre y Madre, la autonom?a de las realidades temporales (ciencia, pol?tica, econom?a) como reconoci? con claridad el Concilio Vaticano II, la separaci?n de poderes religioso y civil.
?C?mo podemos crear cultura los cristianos en nuestra sociedad? Sembrando valores evang?licos como servicio desinteresado, acogida, gratuidad, solidaridad, contemplaci?n, atenci?n a los ?ltimos, los que no cuentan, los sin voz, fraternidad, defensa de la vida...
?Muchos de nuestros contempor?neos parecen temer que, por una ex?cesivamente estrecha vinculaci?n entre la actividad humana y la religi?n, sufra trabas la autonom?a del hombre, de la sociedad o de la ciencia. Si por autonom?a de la realidad se quiere decir que las cosas creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores, que el hombre ha de descubrir, emplear y ordenar poco apoco, es absolutamente leg?tima esta exigencia de autonom?a. No es s?lo que la reclamen imperiosamente los hombres de nuestro tiempo. Es que adem?s responde a la voluntad del Creador. Pues, por la propia naturaleza de la creaci?n, todas las cosas est?n dotadas de consistencia, verdad y bondad propias y de un propio orden regulado, que el hombre debe respetar con el reconocimiento de la metodolog?a particular de cada ciencia o arte?. (Vaticano II Gaudium et Spes 36)