ZENIT publica el comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap. -predicador de la Casa Pontificia- a la liturgia del domingo, 1 de Julio de 2007.
XIII Domingo del Tiempo Ordinario (C)
I Reyes 19, 16b.19-21; Gálatas 4, 31 - 5,1,13-18; Lucas 9, 51-62
El pasado abril se publicó el libro de Benedicto XVI «Jesús de Nazaret». He pensado comentar algunos de los próximos evangelios dominicales teniendo en cuenta reflexiones del Papa. Ante todo, alguna mención sobre el contenido y el objetivo del libro. Éste se ocupa de Jesús en el período que va desde el bautismo en el río Jordán hasta el momento de la transfiguración, esto es, desde el inicio de su ministerio público hasta su epílogo. Un volumen sucesivo, si Dios –confía el Papa- le da fuerzas y tiempo suficiente para escribirlo, se ocupará de los relatos de la muerte y resurrección, así como de las narraciones de la infancia, que se han quedado fuera de este primer volumen.
El libro presupone la exégesis histórico-crítica y se sirve de sus resultados, pero quiere ir más allá de este método, contemplando una interpretación propiamente teológica, esto es, global, no sectorial, que tome en serio el testimonio de los evangelios y de las Escrituras, como libros inspirados por Dios.
El objetivo del libro es mostrar que la figura de Jesús que se alcanza por tal vía «es mucho más lógica y, desde el punto de vista histórico, también más comprensible que las reconstrucciones con las que nos hemos tenido que enfrentar en las últimas décadas. Sostengo –añade el Papa- que precisamente este Jesús –el de los Evangelios- es una figura históricamente sensata y convincente».
Es muy significativo que la opción del Papa de atenerse al Jesús de los Evangelios encuentre una confirmación en las orientaciones más recientes y autorizadas de la propia crítica histórica, como en la obra monumental del escocés James Dunn («Christianity in the Making»), según el cual «los evangelios sinópticos atestiguan un modelo y una técnica de transmisión oral que han garantizado una estabilidad y una continuidad en la tradición de Jesús mayores que las que, desde ahí, se han imaginado generalmente».
Pero pasemos al pasaje evangélico del XIII domingo del Tiempo Ordinario. Refiere tres encuentros de Cristo en el curso del mismo viaje. Concentrémonos en uno de estos encuentros: «A otro [Jesús] dijo: "Sígueme". Él respondió: "Déjame ir primero a enterrar a mi padre". Le respondió: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios"».
El Papa, en su libro, comenta el tema aquí implícito de las relaciones de parentesco en diálogo con el rabino judío americano Jacob Neusner. Neusner ha escrito un libro («A Rabbi Talks with Jesus») en el que se imagina entre los presentes cuando Jesús hablaba a la multitud, y explica por qué, a pesar de su gran admiración por el Maestro de Nazaret, no habría podido ser su discípulo. Uno de los motivos es precisamente la postura de Jesús respecto a los vínculos familiares. En varias ocasiones, afirma el rabino, Él parece invitar a transgredir el Cuarto Mandamiento –que dice: «Honrarás a tu padre y a tu madre»-. Pide, como hemos oído, renunciar a acudir a sepultar al propio padre y en otro lugar dice que quien ama al padre o a la madre más que a Él, no es digno de Él.
A estas objeciones se responde de costumbre apuntando otras palabras de Jesús que afirman con fuerza la permanente validez de los vínculos familiares: la indisolubilidad del matrimonio, el deber de asistir al padre y a la madre. El Papa, en cambio, en su libro da una respuesta más profunda e iluminadora a esta objeción que no es sólo del rabino Neusner, sino también de muchos lectores cristianos del Evangelio. Él parte de una palabra de Jesús. A quien le anunciaba la visita de sus parientes, Él respondió un día: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?... Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mt 12, 49-50).
Jesús no deroga con ello la familia natural, pero revela una nueva familia en la que Dios es padre y los hombres y las mujeres son todos hermanos y hermanas, gracias a la común fe en Él, el Cristo. ¿Tenia derecho a hacer esto?, se pregunta el rabino Neusner. Esta familia espiritual existía ya: era el pueblo de Israel unido por la observancia de la Torá, o sea, la Ley mosaica. Sólo para estudiar la Torá se permitía a un hijo dejar la casa paterna. Pero Jesús no dice: «Quien ama a su padre o a su madre más que la Torá, no es digno de la Torá». Dice: «Quien ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí». Se pone a sí mismo en el lugar de la Torá, y esto puede hacerlo sólo quien es superior a la Torá y superior a Moisés, que la ha promulgado.
El rabino judío tiene razón, según Benedicto XVI, al concluir: «Sólo Dios puede exigir de mí cuanto Jesús pide». La discusión sobre Jesús y los vínculos de parentesco (como aquella sobre Jesús y la observancia del sábado) nos lleva así, observa el Papa, al verdadero núcleo de la cuestión, que es saber quién es Jesús. Si un cristiano no cree que Jesús actúa con la autoridad misma de Dios y que es Él mismo Dios, entonces hay más coherencia en la postura del rabino judío que rechaza seguirle que en la suya. No se puede aceptar la enseñanza de Jesús si no se acepta también su persona.
Saquemos también alguna enseñanza práctica del debate. La «familia de Dios», que es la Iglesia, no sólo no está contra la familia natural, sino que es su garante y promotora. Lo vemos hoy. Es una lástima que algunas divergencias de opiniones en el seno de la sociedad actual sobre cuestiones ligadas al matrimonio y a la familia impidan a muchos reconocer la obra providencial de la Iglesia a favor de la familia, y se la deje frecuentemente sola en esta batalla decisiva para el futuro de la humanidad.
[Traducción del original italiano realizada por Zenit]
Queridos hermanos y hermanas de la Provincia Eclesiástica de El Salvador:
Les saludamos en el nombre de El Señor: Que la gracia y la paz de Jesucristo estén con todos ustedes.
Después de haber seguido con vivo interés los trabajos de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, la cual fue inaugurada por Su Santidad Benedicto XVI, nos disponemos a poner en práctica las orientaciones que los pastores del “continente de la esperanza y del amor”, ofrecen a las comunidades cristianas de América Latina y el Caribe. En sintonía con la palabra del Papa, todos los bautizados somos invitados a participar de la misión de Jesucristo. “¡Que nadie se quede de brazos cruzados! Ser misionero es ser anunciador de Jesucristo con la creatividad y audacia en todos los lugares donde el Evangelio no ha sido suficientemente anunciado o acogido, en especial en los ambientes difíciles y olvidados y más allá de nuestras fronteras” (Mensaje de Aparecida, n. 4).
Por eso, con gran alegría y esperanza, para seguir madurando y avanzando en nuestro compromiso misionero, la Conferencia Episcopal de El Salvador anuncia oficialmente al pueblo cristiano el Primer Congreso Nacional Misionero programado para los días 16,17 y 18 de mayo de dos mil ocho. Dicho congreso tiene como objetivo suscitar y fomentar la conciencia y compromiso misionero en todos los hijos e hijas de la Iglesia que peregrinan en El Salvador.
El Primer Congreso Misionero marca un paso adelante en un largo camino. Como sabemos, en noviembre de dos mil tres se realizó el Segundo Congreso Americano Misionero, en la ciudad de Guatemala. La preparación de tan trascendental acontecimiento eclesial puso en marcha un dinamismo misionero particular en nuestro país, que hizo posible reunir a los directores diocesanos de las Obras Misionales Pontificias y a los vicarios de pastoral. Juntos reflexionaron sobre algo fundamental: Que la dimensión misionera no es una acción marginal sino que está inserta en la pastoral ordinaria de la Iglesia particular y de cada parroquia (Cfr RM, 33).
Como parte del proceso de preparación del CAM II-COMLA VII, se reunió a muchos de los congresistas para compartir los aportes que llevarían al congreso. Esta fue una experiencia de auténtica comunión y profundo sentido de la Iglesia. En este espíritu de unidad y comunión fuimos todos a Guatemala, para juntarnos con todos los hermanos del continente y avivar el fervor y espíritu misionero.
Tres años después, la Iglesia en El Salvador continúa su camino motivada por el espíritu suscitado en dicho congreso. La preparación de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano, con el tema “Discípulos y Misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en El tengan vida”, ha suscitado la reflexión y el compromiso de todos los bautizados en el anuncio del Evangelio. Concluida la reunión de los Obispos, sus reflexiones nos retan e impulsan a retomar con nuevo espíritu la misión que Jesús nos ha confiado.
Nos estamos preparando para la celebración del tercer Congreso Americano Misionero (CAM 3, COMLA 8) a celebrarse en la ciudad de Quito, Ecuador en el mes de agosto de 2008. Todos estos acontecimientos eclesiales son para nosotros una verdadera motivación a retomar con nuevo ardor y entusiasmo el mandato Misionero de Jesús: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación” (Mc 16,15).
Concluimos este fraterno anuncio, comunicando algunos puntos concretos sobre el Congreso Nacional Misionero:
1. Se ha escogido como tema “PARROQUIA, COMUNIDAD MISIONERA” pues la parroquia es el lugar privilegiado donde todos los creyentes viven y celebran la presencia del Señor Resucitado. También la parroquia es el espacio vital donde el creyente se encuentra con Jesús, aprende a conocerlo y se compromete en el anuncio de su persona y su mensaje.
2. Proponemos un año de preparación para dicho congreso que va desde mayo de dos mil siete a mayo de dos mil ocho. Este tiempo será una excelente oportunidad para que en las parroquias, vicarías y diócesis se tengan jornadas de reflexión, encuentros de oración y animación misionera.
Exhortamos a todos los sacerdotes, religiosos, religiosas y a todos los fieles laicos a participar activamente en el proceso de preparación y realización de dicho congreso. Deseamos que los niños, jóvenes, las familias, los ancianos, enfermos, los movimientos y las comunidades parroquiales sean los protagonistas de este gran acontecimiento misionero nacional.
Depositamos esta iniciativa misionera en manos de la Reina de la Paz patrona de El Salvador y le rogamos interceda ante su divino Hijo para que este congreso sea de mucho fruto, para toda la Iglesia Salvadoreña.
Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de los tiempos (Cfr. Mt 28, 19-20).
San Salvador, 13 de junio de 2007
Obispos de El Salvador (2007-06-28)
Los Franciscanos de María fueron fundados en 1993 por el P.Santiago Martín, en Madrid. Se organizan en dos niveles, el de los laicos y el de los consagrados, cada uno de ellos con una estructura y unos compromisos diferentes, aunque todos partícipes de la misma vocación antes expuesta.
Los consagrados, hombres y mujeres, están en proceso de aprobación de una estructura legal propia dentro de las que la Iglesia tiene dispuestas en el Derecho Canónico para este tipo de personas que aspiran a entregar su vida al servicio de Cristo y de la Iglesia. Pertenecen también a este grupo sacerdotes diocesanos que, mientras la Iglesia no disponga otra cosa, siguen estando incardinados en su diócesis.
Los laicos, hombres y mujeres, casados y solteros, jóvenes o ancianos, viven su pertenencia a esta asociación como una vocación, es decir como una llamada específica del Señor que, a través, de los Franciscanos de María les anima y convoca a recorrer el camino de la santidad. Para ellos, pues, pertenecer a esta asociación católica es algo tan serio e importante como para un religioso ser miembro de su Congregación o para un sacerdote estar inserto en la comunión diocesana. Con esta seriedad, con esta solemnidad, con esta llamada a actuar en presencia de Dios, es con la que los seglares que se acercan a la asociación dan dentro de ella los pasos jurídicos que la Iglesia ya ha aprobado.
Entre los laicos insertos en los Franciscanos de María hay dos niveles: el de aquellos que simplemente participan de la espiritualidad o colaboran en las actividades sociales, y el de aquellos que, transcurrido un tiempo, comprenden que se trata de su vocación específica dentro de la Iglesia y expresan mediante unas promesas su vinculación con la asociación y su decisión de servir al Señor dentro de esta familia espiritual. Ambos grupos son Franciscanos de María, aunque, como es lógico, es sobre los miembros del segundo nivel sobre los que recaen las principales obligaciones.
Entre estas obligaciones figuran las de poder ser elegido por votación, según consta en los Estatutos de la asociación, para pertenecer al Consejo General de los Franciscanos de María, o para ser nombrado vicepresidente de la misma. El presidente, también según Estatutos, es un consagrado. La renovación de los cargos del Consejo se hace cada tres años. Todos los miembros de la asociación con promesas son electores.
Para emitir las promesas es preciso un tiempo de contacto y de participación tanto en los grupos de espiritualidad como en los de servicio a los pobres. Pasado este tiempo, el candidato expresa al responsable del grupo y al responsable general o local de la asociación su deseo de dar un paso más y de comprometerse ante el Señor. Es imprescindible que esté en condiciones de libertad para poder emitir esas promesas, por lo que se deberá respetar con exquisito cuidado la voluntad del candidato huyendo de toda coacción; así mismo, éste deberá ser mayor de edad para dar este paso; los menores necesitan un permiso explícito y por escrito de sus padres. Las promesas se hacen por un año y se renuevan por ese mismo periodo en cada ocasión. Los Estatutos preveen la emisión definitiva de las promesas transcurridos seis años de renovación de las mismas.
Las promesas son dos. Una hace referencia a la práctica espiritual y la otra al servicio a los pobres.
La promesa de "espiritualidad" lleva consigo el compromiso de rezar al menos quince minutos diarios y de participar, siempre que sea posible, en la Eucaristía todos los días. Ligado a esta promesa está también el compromiso de intentar asistir a las actividades formativas que la asociación desarrolla a lo largo del año, particularmente a los “ejercicios espirituales” o “congresos” que tienen lugar en el verano.
La promesa de "servicio" supone cuatro elementos. El primero es la austeridad personal, pues sin ella las demás nota de este compromiso pueden resultar vacías de verdadero contenido aunque se practiquen escrupulosamente; por esta austeridad los Franciscanos de María se comprometen a utilizar en su gasto y beneficio personal aquello que sea necesario, sin caer en la tentación del consumismo, verdadera lacra de la sociedad actual como tan reiteradamente denuncian el Papa y los obispos; no se trata de que no puedan gastar o que no puedan vivir con holgura; se trata de hacer el uso de los bienes que Dios nos ha concedido pensando que no estamos solos en la tierra y que de nuestro derroche dependerá la escasez de otros; se trata de buscar un equilibrio marcado por el sentido común, habida cuenta de que esta es una promesa que deberán practicar laicos que viven en el mundo y que, en muchos casos, asumen este compromiso a nivel individual sin que participen en él los demás miembros de su familia.
El segundo aspecto de esta promesa es la limosna. Es fruto de la generosidad y también del ahorro que lleva consigo la austeridad. Es fruto, sobre todo, del amor a Cristo que está presente en quien necesita ayuda. Merced a la limosna se mantienen la asociación y se ayuda a los pobres; por ello, los Franciscanos de María, cada uno en función de sus posibilidades, deberán aportar la cantidad que estimen conveniente para ambos fines, teniendo siempre presente que el Señor nunca se deja vencer en generosidad.
A continuación viene otro aspecto de esta promesa: el servicio directo a los necesitados. Se ejerce de dos maneras: mediante el apostolado -catequesis, evangelización directa a través de los propios medios de la institución- o mediante el voluntariado de asistencia a cualquier tipo de marginación. Pudiera darse el caso de que alguno no se encontrara en condiciones de desarrollar este aspecto de la promesa, pero en ningún caso quedará eximido de ayudar a los que están a su alcance, de mantener una actitud de servicio hacia aquellos que pasan a su lado.
Por último, este compromiso lleva consigo intentar cumplir la propia obligación del mejor modo posible. Es incoherente y aún ridículo actuar al servicio del prójimo de manera extraordinaria mediante el voluntariado, mientras que se dejan sin cumplir las propias obligaciones. No se pueden echar sobre los hombros pesos ajenos cuando no se intenta con la mayor honestidad posible llevar los propios. Lo primero que el Señor nos pide a cada uno de nosotros es que nos hagamos santos en medio de las circunstancias familiares, laborales y sociales en las que Él nos ha colocado, por muy distintas que estas sean a nuestros deseos. A la vez que intentamos cumplir bien con esos compromisos, podemos intentar ayudar a otras personas en las cuales vemos a Cristo necesitado, pero esta acción generosa nunca podrá servir de excusa para no cumplir lo que es voluntad de Dios expresa y que se pone de manifiesto por las obligaciones propias de nuestro estado.
El incumplimiento consciente y voluntario de las promesas no implica un pecado grave, pero sí una falta contra el Señor, pues es ante Él que nos hemos comprometido a intentar vivir con esa espiritualidad y con esa actitud de servicio hacia el prójimo. Nunca podrá considerarse incumplimiento de lo prometido aquello que no se ha hecho porque buenamente no se ha podido hacer. En ocasiones será difícil discernir cuándo es posible y cuándo es imposible cumplir lo prometido -por ejemplo, la asistencia diaria a misa-, pero para iluminar esos casos está la dirección espiritual o la consulta con los responsables de la asociación. No se trata, en ningún caso, de añadir agobios a la vida, ni obligaciones que nos asfixien; la persona que hace las promesas lo hace porque le gustan los objetivos y la espiritualidad de la asociación y, mediante este acto, quiere unirse más a ella y expresar su disponibilidad para los fines de la misma; hay que huir, pues, de los extremos y de los escrúpulos en el cumplimiento de estos compromisos, tanto como de la relajación y de la trivialización, que significaría vaciarlos completamente de contenidos.
Las promesas, por otro lado, sirven para recordarnos los “mínimos” que los que las hacen se comprometen a hacer, no los “máximos”. Esto es especialmente importante recordarlo en el campo de la oración. Quince minutos de oración diarios son bien poca cosa, incluso para un laico que vive agobiado por falta de tiempo. Es el “mínimo” que hay que dar, pero aspirando a encontrar más tiempo cada día, si se puede, a fin de estar en comunión explícita con el Señor.
Por último, es necesario recordar que las personas que hacen las promesas siguen siendo laicos y no asumen ningún tipo de vocación que les impida comportarse como tales, tanto en el orden familiar como en el profesional. Rigen para ellos las leyes comunes de la Iglesia, las cuales se ven enriquecidas en los aspectos anteriormente indicados. Rige, sobre todo, la ley de la caridad, el mandamiento nuevo dado por Nuestro Señor y que es la norma máxima de comportamiento de todo cristiano
www.frmaria.org
Homilía de Monseñor Luis Teodorico Stöckler, obispo de de Quilmes, Buenos Aires, con motivo de la Solemnidad de San Juan Bautista 24 de junio de 2007.
La Iglesia suele celebrar a los santos en el día de su muerte. Solamente San Juan, además del Señor y la Virgen, tiene el privilegio de que se guarde también la memoria de su nacimiento. Y esto exactamente medio año previo a la Navidad del Señor; porque cuando María recibió el anuncio, su prima Isabel, la madre de Juan, estaba ya en su sexto mes. Que la Iglesia le dé a la fiesta del nacimiento de San Juan el Bautista la categoría máxima de Solemnidad y permita celebrarla en el domingo, que es por definición Día del Señor, es significativo. Precisamente, solamente por su relación absoluta con el Señor podemos comprenderlo a este santo.
Precursor lo llamamos, porque su misión fue preparar la inmediata llegada del Mesías. La larga espera del Hijo de David que iba a venir para salvar al pueblo, había sido alentado a través de siglos por los profetas. Juan es el último de ellos, “el más grande nacido de mujer”, como dice el mismo Jesús. Juan es un santo del Antiguo Testamento que no recibió el bautismo cristiano, sino que, a la inversa, dio el bautismo de penitencia a Jesús, quien con este gesto quiso manifestar que cargaba con nuestros pecados y al cual Juan indicaba como el Cordero de Dios.
Juan fue un inspirado por el Espíritu de Dios y anunciaba la cercanía del Mesías ya desde el vientre de su madre, la cual pronunciaba en voz alta lo que su hijo presentía. Siendo de estirpe sacerdotal, de grande, sin embargo, no se dedicaba a los servicios en el templo. Repitiendo la experiencia de las tribus de Israel que habían peregrinado durante 40 años por el desierto antes de tomar posesión de la tierra prometida, Juan se internó en el desierto, dedicado como asceta a la escucha de Dios y a la predicación de la conversión. En esto fue un modelo de Jesús. El cumplimiento de la Ley era su exhortación permanente a todos los que se acercaban. Al rey Herodes lo incriminó públicamente por vivir en adulterio con la mujer de su hermano, y terminó por eso en la cárcel. Cuando en esta situación mandó a preguntar a Jesús, si era él quien había de venir o si debían esperar a otro, Juan ha sido precursor del Crucificado en la experiencia del aparente abandono de Dios. Finalmente Herodes lo hizo decapitar. El precursor murió de una manera indignante, anticipando la ignominia máxima del Señor. Así ha sido precursor de Jesús, quien dijo no haber venido para derogar la Ley sino a darle cumplimiento, y quien finalmente fue presentado al mismo Herodes, cuando éste se hizo cómplice de Pilatos. Cuando Juan dijo que él tenía que disminuir y que Jesús tenía que crecer, que era solamente una voz en el desierto, probablemente no sabía que este proceso menguante iba a ser el destino de los dos, del precursor y del Mesías. Hicieron callar la voz que era Juan, y también la Palabra que era Cristo, silenciaron. Pero los dos desde la resurrección del Señor resuenan para siempre.
El ejemplo y la enseñanza de Juan es de una actualidad impresionante. ¿Para qué vivimos y para qué morimos? Esta es la pregunta a la cual cada uno tiene que dar su respuesta. Nosotros no somos precursores. Somos bautizados con el bautismo de Jesucristo. Pero, ¿somos sus seguidores? La predicación de Jesús, la forma como él explica la Ley en el Sermón de la Montaña, ¿la aceptamos como norma para nosotros? ¿Damos públicamente testimonio, cuando la ley de Dios con respecto a la vida está rechazada de manera explícita por los legisladores, funcionarios y profesionales? ¿Estamos dispuestos a sufrir por Cristo y su causa? Personalmente, ¿significa Jesús tanto para mí que considero más importante guardar la fe en él que perder la vida? No podemos soslayar este cuestionamiento, si queremos honrar al Bautista con sinceridad.
Por suerte podemos contar con su intercesión. La celebración de su memoria lo hace presente ahora, junto a nuestro Señor en la Eucaristía. Pidámosle con confianza que nos ayude y que Cristo crezca en nosotros y sea reconocido por los hombres.
El comercio de riñones es ya un fenómeno global, presente tanto en los países del Sur como en el Norte del mundo. Con la introducción de la ciclosporina, un fármaco inmuno-depresor utilizado para prevenir el rechazo, el trasplante de riñón se ha transformado en una operación relativamente segura. En muchas partes del mundo la demanda sobrepasa la oferta y los intermediarios están dispuestos a cubrir el déficit. Según Nancy Scheper-Hughes, docente e investigadora de la Universidad de Berkeley, en la actualidad hay muchos abusos relacionados con el trasplante de riñones en todo el mundo y de diferentes maneras: desde recibirlos de los condenados a muerte en China hasta quitarlos de los cadáveres en Argentina.
BRASIL
En Brasil, una ley de 1997 no permite el comercio de órganos y de tejidos humanos. La condena para los transgresores es de tres a ocho años de cárcel y una multa correspondiente a 360 días de salario mínimo. En 1998 Brasil aprobó una ley que permite a cada brasiliano mayor de edad ser donante de órganos en el momento de su muerte, salvo excepciones.
Pero este «consentimiento presunto» fue en un primer momento criticado y después cambiado. Ahora se pide el consentimiento de los parientes. Mucha gente pobre prefiere que en su documento de identidad se escriba: «No soy un donan-te de órganos».
SUDÁFRICA
El decreto sobre los tejidos humanos de 1983 delibera que nadie puede percibir beneficio económico por la venta de cualquier tejido, incluso músculos, huesos, órganos o fluidos corporales. Los violadores serán castigados con una multa máxima de 300 dólares o un año de cárcel como máximo. Pero hay un párrafo de la ley que permite al di-rector del hospital o al médico manipular tejidos y órganos de la persona fallecida si ésta es desconocida, o si los familiares no se han presentado a reclamar el cuerpo, siempre y cuando el órgano esté sano.
ESTADOS UNIDOS
El presidente Bush ha firmado un decreto para la mejora sobre la donación de órganos y su recuperación. Aunque vender o pagar los órganos siga siendo ilegal, la ley autoriza al gobierno federal devolver a los donantes vivos los gastos y ofrecer préstamos para que aumenten las donaciones y se pueda mejorar la conservación y la compatibilidad del organismo.
En 2004 el Estado de Winsconsin ha sido el primer Estado a dar a los donantes vivos una exención fiscal de hasta 10.000 dólares por asistencia sanitaria.
IRÁN
Las ventas de riñones son legales y reglamentadas. El comercio está controlado por dos orga¬nizaciones no gubernamentales: la «Asociación caritativa que ayuda a los enfermos de riñones» (Caskp) y la «Fundación caritativa para unas enfermedades especiales» (Cfsd), las dos aprobadas por el Gobierno.
La primera, relaciona posibles enfermos con los donantes y gestiona los análisis médicos para garantizarse que no haya rechazo. La segunda, paga al donante la suma de unos 1.200 dólares sacados de un fondo gubernamental. Los que los reciben, por su parte, ofrecen a los donantes un trabajo o un plus en dinero por el trasplante. A esta manera de proceder las dos ONG la han llamado «una innovación, un nuevo capítulo en la historia de los trasplantes». Pero unos estudiosos han encontrado recientemente en los “donantes vendedores”, “daños colaterales” de bastante gravedad: depresión, cansancio, palpitaciones e, incluso, tentativas de suicidio.
INDIA
India es considerada el «almacén de los riñones» a causa de su precio mínimo y de una amplia oferta. El Gobierno indio ha intenta-do frenar el fenómeno con un decreto fechado en 1994 (Human Organs Transplant Act - HOTA) declarando ilegal la venta de órganos. Siendo el Estado y no el Gobierno federal el responsable de la sanidad, sólo tres asambleas estatales (Maharashtra, Goa e Himachal Pradesh) han adoptado la ley. Las ONG presentes en este País refieren que el co¬mercio de órganos ha aumentado al transformarse en clandestino.
Según la Voluntary Health Association of India, cada año mas de dos mil personas venden órganos (en 1985 tan sólo 500). Los enfermos pagan de dos a tres mil dólares por un riñón y su trasplante, mientras que al donante se le dan aproximadamente 300 dólares.
La comisión de los Derechos Humanos de la ONU relata en su informe de 1993 que en la India se vendían más riñones que en cualquier otra parte del mundo a compradores de los países ricos. Por cada riñón el intermediario recibe de diez a veintitrés mil dólares.
CHINA
En China es ilegal vender o comprar órganos, pero una ley de 1984 permite que le sean extraídos los órganos a un condenado a muerte si los familiares no se hacen cargo enseguida del cuerpo. Amnesty International refiere que según la prensa china, en 2002 ha habido mil sesenta ejecuciones capitales pero hay «voces» que amplían este total hasta quince mil. Los órganos de los encarcelados son vendidos a doctores «visitadores» procedentes de Hong Kong, Taiwán o Singapur.
En China, así como en Japón, hay un tabú cultural relacionado con los trasplantes y transmitido por las creencias budistas según las cuales el trasplante de un órgano hace imperfecto el cuerpo del donante que se transforma en una persona «degenerada».
PAKISTAN
A este país se le llama «el bazar del riñón». Un donante de riñón gana hasta 2.500 dólares mientras que los que los reciben —unos 2.000 cada año— pagan desde 6.000 hasta 12.000 dólares y, en China, hasta 70.000 dólares. En Pakistán hay unas 20 clínicas de trasplantes y el 10% de los donantes son extranjeros; según Bakhsh Alí, del Instituto de Urología y Trasplantes de Singh, muchos llegan de Medio Oriente y otros de Europa.
El Gobierno ha preparado un esbozo de ley para «reglamentar los transplantes» de riñón al tiempo que anima a que los donantes sean miembros de la misma familia.
Reproducimos las palabras del Arcipreste de Icod de los Vinos, Tenerife, en el Encuentro Arciprestal de Agentes de Pastoral y Colaboradores Parroquiles que tuvo legar en el municipio de El Tanque el 22 de Junio de 2007.
Gracias a todos, sacerdotes, colaboradores parroquiales, catequistas y miembros de cofradías, que habéis hecho el esfuerzo de acudir a este encuentro arciprestal de final curso pastoral.
El Directorio Pastoral nos dice que el arciprestazgo es “un valioso instrumento para fomentar la fraternidad, la formación y la ayuda entre los sacerdotes que forman parte del mismo, así como para el resto de los agentes de pastoral”. El arciprestazgo es una plataforma privilegiada para la pastoral de conjunto como escuela, hogar y taller. Por parte nuestra debemos hacer de él, como constata el Directorio, “el lugar de la fraternidad sacerdotal, del encuentro de las comunidades parroquiales, del mantenimiento de servicios pastorales comunes”.
La reunión de esta tarde quisiera entrar dentro de esa finalidad: fomentar la fraternidad entre nosotros como miembros de un mismo arciprestazgo, que nos veamos, que nos animemos unos a otros. Que tomemos conciencia que, aunque cada uno de nosotros concrete su actividad apostólica en una determinada comunidad parroquial, sin embargo lo estamos haciendo como miembros de un arciprestazgo y por medio de él con la diócesis.
No vamos solos ni estamos actuando cada uno por nuestra cuenta. Detrás de la acción de cada uno están la coordinación presbiteral, los coordinadores y comisiones arciprestales y el Consejo de Pastoral Arciprestal.
Hemos terminado un curso pastoral y con él también el Plan Diocesano de Pastoral 2003-2007. Se nos convocó para evaluarlo. Afirmaba el Vicario General en aquella ocasión: “La evaluación es la consecuencia natural de poner todos nuestros recursos al servicio del Reino: reflejar los logros, vivirlos como dones de la gracia y descubrir los nuevos retos que esos mismos logros abren al futuro”. Por otro lado se nos ha presentado ya el proyecto del Nuevo Plan Pastoral Diocesano 2007-2011 con el título “Haz memoria de Jesucristo Resucitado”.
El próximo curso empezaremos de nuevo a caminar bajo la guía del Nuevo Plan Pastoral y se nos pedirá a todos el reto y el trabajo de concreción a nuestras realidades arciprestal y parroquial. Queremos y deseamos seguir contando con todos.
En nombre de todos los sacerdotes del arciprestazgo de Icod os damos las gracias por vuestros servicios pastorales por el año que estamos clausurando. Que Dios os bendiga a todos y recompense vuestros trabajos en su viña.
Sebastián García Martín
Este es el mes del Sagrado Corazón. El pasado 15 de junio celebramos la Solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús. En la Arquidiócesis haremos nuestra gran celebración el último domingo del mes, con la marcha de fe, la Santa Misa en el parque de Bolívar y la Consagración de la Ciudad y el Departamento al Sagrado Corazón.
1.- Signo de la misericordia y el perdón.- En todas nuestras culturas el corazón es el signo de los mejores sentimientos que tenemos como personas. El corazón es el signo del más auténtico amor. Hay una serie de imágenes que recogen la expresión del amor de Dios a cada uno de nosotros. Muy conocida es la figura del pastor que cuida sus ovejas. Muy diciente es el comienzo del capítulo 15 de San Lucas: Jesús se acerca a los más pecadores, cuando se le pide una razón que explica su actitud, responde con unas parábolas que reflejan toda la misericordia del Padre que lo ha enviado; la primera de ellas es la del pastor que va buscando la oveja perdida. Con su corazón, el Señor Jesús está reflejando toda la misericordia, el amor, el perdón, que el Padre celestial derrama sobre la humanidad.
2.- La consagración al Corazón de Jesús.- Cuando cantamos “reine Jesús por siempre, reine su corazón, en nuestra Patria, en nuestro suelo”, estamos expresando el anhelo sincero que tenemos de que la acción salvadora de Cristo Jesús, se haga sentir de manera muy viva en nuestra Patria, haciéndonos recibir todo el alcance de su misericordia, la fuerza de su perdón, la eficacia de su obra reconciliadora. La consagración es una actitud, fruto de nuestra fe en el Señor Jesús, mediante la cual dedicamos toda nuestra vida a “gozar” del amor de Dios y a comunicarlo a cuantos somos de alguna manera, capaces de entregarlo.
3.- La situación colombiana.- Considerando todas las situaciones negativas que nos rodean en nuestra Patria, cuando descubrimos cuánta falta de amor, cuántos odios y agresiones se ven por todas partes en Colombia, sentimos la urgencia de invocar al Señor para que Él nos enseñe caminos de misericordia y perdón. El Papa Juan Pablo II nos invitó a construir, con Cristo Jesús, la “civilización del amor”. Se trata de un estilo de sociedad que tenga como base los principios del Evangelio. Es necesario que esta fiesta del Sagrado Corazón nos muestre caminos de reconciliación, de renovación, de paz.
Empecemos por pedir al Sagrado Corazón el que nos ayude a iniciar la renovación por nuestras propias familias, nuestros sitios de encuentro con los demás. Reavivemos nuestra fe y esperanza en el Corazón de Jesús. “Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío”.
VATICANO - Día mundial de oración por la santificación de los sacerdotes: "Para que los sacerdotes puedan ser válidos testigos del amor de Cristo"
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El Santo Cura de Ars ha dicho que "el sacerdocio es el Corazón de Cristo." Ciertamente es el acto de amor extremo que Cristo tiene por los que aceptan ser sus apóstoles, que Él llama a vivir con Él y a actuar en su nombre; al mismo tiempo el sacerdocio ministerial es un efecto del amor inmenso que Cristo tiene por todos los hombres y las mujeres, aún cuando todos no estén reconciliados con el Padre. Los presbiterios en efecto son los sacramentos vivientes de Cristo Supremo Pastor, que no ha titubeado en dar la propia vida por el mundo.
Los sacerdotes tienen que considerar su ministerio únicamente como un servicio de amor. A ellos se les pide que tengan los mismos sentimientos de Cristo, que por amor al Padre y para la salvación de sus hermanos de buena gana se ha sometido al tormento de la cruz. De ellos, por lo tanto, se solicita la santidad. No pueden y no tienen que vivir por ellos mismos, sino por Cristo, en un acto de perenne donación a la humanidad. Sólo así pueden convertirse en dispensadores y testigos del amor de Cristo. El Papa Juan Pablo II, que quiso instituir el Día mundial de oración por la santificación de los sacerdotes en 995, partía de esta verdad simple, casi un principio primario: “La llamada a la misión deriva de por sí de la llamada a la santidad (RM 90).
Sabemos que la ciencia de la comunicación asigna un rol insustituible a la personalidad del comunicante, que condiciona el resultado, sea en sentido positivo o negativo. El destinatario del mensaje, incluso antes de escuchar el contenido, emite un juicio de valor sobre quien lo transmite, de quien hace depender ya sea el rechazo o la aceptación. De los sacerdotes que están llamados a comunicar un mensaje no medible en términos cuantitativos, palpables y visibles, por de más contra el sentido común, los oyentes exigen una personalidad coherente con el mensaje que anuncian. Poco sirve la capacidad técnica si falta la fuerza del testimonio.
Ésta es la razón por la cual en estos años se ha insistido demasiado sobre la santidad y sobre las profundas convicciones interiores, solicitadas al sacerdote y al misionero, comunicadores del Evangelio. Porque esta Iglesia y nosotros sentimos efectivamente la ansiedad de la misión, ante todo, tenemos que dar cuenta de nosotros mismos, tenemos que rever nuestra vocación. Esta es una condición necesaria, porque no es posible una fractura violenta, una esquizofrenia entre el contenido del anuncio y el anunciador. Quizás aquí radica la causa más grave por la cual el Evangelio no es significativo, comprensible y eficaz en nuestra sociedad, y de la estasis de la actividad de evangelización.
Por lo tanto, se exige una vuelta a lo absoluto, al Centro, a aquel Corazón de Cristo, donde tenemos que reencontramos con las razones únicas y vitales de la misión. "Por qué la misión?". Juan Pablo II se pregunta en el Redemptoris Missio. "Nosotros respondemos con la fe y la experiencia de la Iglesia que, abrirse al amor de Cristo es la verdadera liberación". En el Evangelio permanece siempre la fuerza y la energía salvadora de Dios, también es un mensaje profético válido para el hombre contemporáneo. Solamente en la fe en Cristo la misión tiene su fundamento y su fuerza y el motivo de existencia de toda actividad de la Iglesia.
Para que un sacerdote y una comunidad conducida por él, puedan ser capaces de anunciar, es necesario que se apropien de la fe en Cristo, creyendo en Él como el auténtico y único Salvador, que nos empuja a trabajar para el Reino de Dios. El beato Padre Paolo Maná, fundador de la Unión Misionera pontificia, fue un apasionado de Cristo y un atormentado por la salvación de las almas. Por esto él confesaba: "En toda mi vida no he estudiado, no me he interesado de otra cosa, no sé otra cosa que la misión". Traducido en términos actuales, es la misma insistencia que encontramos en el "Novo Milenio Ineunte" y en los recientes documentos de la Conferencia Episcopal italiana que nos indican en la contemplación del rostro de Cristo la fuerza y el modelo de la evangelización.
Sacerdotes mediocres no nos sirven: necesitamos una verdadera fila de hombres superiores, llenos del Espíritu Santo, capaces de formar comunidades sólidas, capaces de sufrir mucho: no simples soldados, sino caudillos; no mercenarios o aficionados, sino verdaderos pastores de almas en el sentido más sublime de la palabra, que sepan dar a las almas de la superabundancia de su tesoro de gracias y virtud". Si no se contempla el rostro de Cristo y no nos metemos a su escuela, toda la acción apostólica puede resultar un derroche de energías. Sin esta pasión no puede haber ansia y creatividad por la misión. El sacerdote sin una sólida fe no existe; y si existe, no es el verdadero sacerdote de Cristo. Él es por excelencia el hombre de la fe: nace de la fe, vive de la fe, por ésta trabaja de buena gana, padece y muere. P. Vito del Prete, PIME, Secretario general de la Pontificia Unión Misionera (Agencia Fides 15/6/2007; rayas 53, palabras 805)
El boletín SANTA MADRE MARAVILAS DE JESÚS, número 147 cola en uno de sus artículos "Algunas de la emágenes veneradas por SAnta Maravillas.
«LA VIRGEN DE LAS SEPULTURAS»
El 7 de mayo de 1961, aniversario de la primera Comunión y Profesión Simple de Santa Maravillas, se inauguró la ermita del cementerio en el recién fundado Carmelo de La Aldehuela, y presidiéndola se colocó una Virgen del Carmen; la «Virgen de las Sepulturas». Esta devota imagen, del siglo XVIII, propiedad de una familia argentina, fue donada —con el deseo del donante de que la Santísima Virgen fuese honrada en su Carmelo— a las Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles, que a su vez la regalaron a la Madre Maravillas. Así se lo agradecía la Santa a sus hijas:
«No saben cómo está la "Virgen de las Sepulturas" Una verdadera idealidad. La queremos mucho y nos da mucha devoción. Todavía está en el coro preciosa con sus nardos. Bueno, todos no, que han ido muchos a la iglesia. Es la imagen que más queremos de aquí» (C 3439).
«LA VIRGEN DE LOS DOLORES»
Una de las devociones preferidas de Santa Maravillas era la Virgen de los Dolores. El 4 de noviem¬bre de 1962, día en que la Madre celebraba su cum¬pleaños, las monjas de La Aldehuela le ofrecieron como «regalo» una de las ermitas de la huerta, que estaba construyéndose por entonces. Estaba presidida por un devoto cuadro del Ecce Horno. En 1970 llegó a La Aldehuela un precioso retablo de la familia de la Madre Dolores de Jesús, y formando parte del retablo, un cuadro de la Virgen de los Dolores, «su Virgen», como le gustaba decir a la Santa en tantas ocasiones. La Madre entonces reformó la ermitica, colocando a la Virgen Dolorosa en lugar del Ecce Homo. Unas antiquísimas maderas del Monasterio de La Encarnación 1e Avila sirvieron para enmarcar el cuadra y para un .ústico banquito en el interior, Entre los regalos que la Santa recibió el 21 de abril de 1970, fecha en que celebraba sus Bodas de Oro de hábito, sus hijas de La Encarnación le han enviado una preciosa imagen de la Virgen de los Dolores que se encontraba en aquel monasterio desde el tiempo de Santa Teresa de Jesús. La Madre les escribe emocionada:
«Quiero agradecerles con toda el alma el tesoro que nos han enviado para mis dichosísimas Bodas de Oro. ¡Qué puedo decirles de la alegría de la llegada de nuestra dulcísima Madre de los Dolores...! No podía creerlo, no lo quería, porque era tanto...; pero en fin, es una realidad que está aquí, en su pobrecita Casa de la Aldehuela y que en el cielo les pagará Ella tan grande caridad. Estoy entusiasmada, como compren¬derán, y les agradezco muchísimo este precioso rega¬lo, que de las cosas materiales nada me podía hacer tanta ilusión en esta vida» (C 4235).
«LA VIRGEN DE LA CONVERSIÓN»
En 1967, Santa Maravillas recibió un regalo de sus hijas del Carmelo de Montemar. Era una talla de madera de la Virgen, imitación de las imágenes románicas. Su autora, una joven americana que tallándola recibió el don de la fe, la regaló al Carmelo de Montemar. Santa Maravillas la llamaba por eso «la Virgen de la Conversión» y le tuvo hasta su muerte una devoción muy grande.
«No saben lo muchísimo que nos gustó la Virgen que nos mandaron por el día 30. ¡Qué regalazo! Es una preciosidad y da muchísima devoción. La hemos puesto en un sitio precioso y muy devoto. y la llamamos la Virgen de la Conversión", que nos da muchísima devoción todo lo que nos ha contado» (C 4481).
Al final de su vida, estando ya muy enferma la Madre, el doctor aconsejó a las hermanas enfermeras que a aquélla le convendría dar un paseíto todos los días. Aunque añadió: «En el estado en que se encuentra, les será imposible conseguirlo».
Al día siguiente, las hermanas le dicen a la Madre que es la hora del paseo. Ella contesta:
-Hijas, ¡si no puedo!
-Madre, ¿y no iríamos por un pecador?
Inmediatamente, la Madre hizo ademán de incorporarse, y todos los días, caminando fatigosamente, ayudada por la Madre Dolores y otra hermana, se llegaba hasta «la Virgen de la Conversión» a reclamar su pecador.
Quizás porque es el mes más bello, en el que la naturaleza se llena de frutos y flores de toda especie, el mes de mayo, desde el siglo XVIII, está dedicado especialmente a la Santísima Virgen.
Todos los santos han amado filialmente a María. En Santa Maravillas el amor hacia Ella fue desde siempre inmenso y entrañable. La presencia de la Virgen impregnó profundamente, desde su más tierna infancia, los días, meses y años de la Madre Maravillas de Jesús; y además su obra, sus funda¬ciones y sus escritos. El amor de María fue para Santa Maravillas consuelo para su alma, fortaleza y alegría para su corazón, fuente de seguridad y firme esperanza.
Antes de entrar en el Carmelo, disfrutaba mucho Maravillas visitando santuarios marianos, en particular el de Lourdes. Desde muy pequeña iba a la gruta de Massabielle todos los veranos. Sus padres se volvían a San Sebastián a los pocos días, y ella se quedaba allí en compañía de su abuela materna, doña Patricia Muñoz., alguna vez hasta un mes. Y según contaba años después a sus monjas, ambas se pasaban prácticamente todo el día en la gruta. Santa Maravillas siempre conservó un amor entrañable hacia esta advocación de la Virgen.
Además visitó en estos años muchos otros santuarios marianos: el Pilar, Begoña, Aránzazu, Las Angustias, La Paloma, La Almudena, La Milagrosa de París, entre otros.
Nunca dudó la Santa que fue María quien le obtuvo la gracia de entrar por fin en el Carmelo, después de superadas muchas dificultades. Así lo escribía a su cuñada: «Mucho te agradecí tu recuerdo del día 8 y tus oraciones en Covadonga. ¿Te acuerdas? Yo nunca olvido la visita que hice allí con vosotros, y no dudo que la Santísima Virgen fue quien me concedió entonces el poder entrar al fin en su Carmelo» (C 5553).
El amor de Santa Maravillas hacia la Virgen maduró y se acrecentó cuando ingresó en el Carmelo, Orden mariana totalmente consagrada a Ella. Preci¬samente «uno de los motivos que me incli¬naron al Carmelo —confiesa la Madre en una carta—, fue el ser por excelencia la Orden de la Virgen». Bien explícitamente quiso santa Teresa de Jesús que sus hijas, las carmelitas descalzas –que por algo se llaman hijas de Nuestra Señora del Carmen—, posaran en María sus ojos.
Escribió en sus Moradas: «No tengo otro remedio, sino llegarme a ella y confiar en los méritos de su Hijo y de la Virgen, Madre suya, cuyo hábito indignamente traigo y traéis vosotras. Alabadle, hijas mías, que lo sois de esta Señora verdadera-mente; y así no tenéis para qué os afrentar de que sea yo ruin, pues tenéis tan buena Madre. Imitadla y considerad qué tal debe ser la grandeza de esta Señora y el bien de tenerla por Patrona». Así se expresaba también Santa Maravillas de Jesús: «Estas Casas se llaman "Palomarcitos o Casas de la Virgen". ¿Cómo podremos vivir en su Casa, agradar con Ella al Señor sin imitarla, como la Santa Madre lo deseaba? ¡Cómo éste es el camino de la carmelita, a ejemplo de María! ¡Cómo tenemos que achicarnos, ser de veras pobres, sacrificadas, humildes, nada...! Aquí está la fuerza que, por su misericordia, puede tener nuestra vida» (C 101).
En la Virgen María no sólo encontró Santa Maravillas una Abogada y Medianera, que alcanza del Señor las gracias que recibimos, sino el modelo cabal de lo que debe ser un alma entre¬gada a Dios. Después de Cristo, no se puede encontrar un modelo semejante a María. Santa Maravillas, mirando a su Madre, deseó copiar en ella su imagen. Muchos testimonios de su Proceso de Canonización destacan cómo su porte exterior respiraba amor a la Santísima Virgen. Valga por todos éste de la Hermana María de San José, una de las primeras novicias de la Santa, que convi¬vió con ella largos años:
«Cuando yo entré en el Carmelo en 1925, la entonces Hermana Maravillas tenía un "algo" que no tenían las demás: una dulzura, una humildad, una sonrisa, un agrado, una delicadeza, sin meterse en nada haciendo lo suyo, que irradiaba paz. Yo pensaba muchas veces que la Virgen debía de ser así».
Cuando hacía falta algún argumento para mover a la Madre Maravillas, no había más que animarla a que lo hiciera por la Virgen. No necesitaba más. Vibraba con cuanto se refería a Ella. Fue apóstol incansable del escapulario del Carmen. Propagó sin cesar su devo¬ción. Se llenaba de alegría al poderle hacer un obsequio, por pequeño que fuera, a la que es Reina y Hermosura del Carmelo.
Y gozaba especialmente cuando podía regalar a su «Dulcísima Madre» –como le gustaba llamarla– un Carmelo más. Quiso levantar sus fundaciones cerca de ermitas o santuarios marianos, inaugurarlos en fiestas de la Virgen, y ponerlos bajo su protección. Su primer Carmelo, juntó a la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, en el Cerro de los Ángeles, lleva por titulares el Sagrado Corazón de Jesús y Nuestra Señora de los Angeles. Su fundación de Arenas de San Pedro fue un regalo a María Inmaculada, en el Año Mariano de 1954 por el primer centenario de la declara¬ción del Dogma de la Inmaculada Concepción. El Carmelo de Nuestra Señora de la Sierra, en San Calixto (Córdoba), lo fundó en un lugar donde había existido una ermita dedicada a la Santísima Virgen.
En sus viajes fundacionales visitó muchos lugares marianos: el santuario de la Virgen del Prado (Talavera de la Reina), la ermita de las Peñitas en Oropesa (Toledo), el santuario de la Virgen del Cueto (Salamanca), la ermita de la Virgen de Chilla (Candeleda, Avila), Santa María de Nlave (Palencia), etc., etc.
«Casas de la Virgen», llama la Madre Maravillas a los Carmelos, y exhorta continuamente a sus monjas a vivir en ellos con el único deseo de agradar al Señor y a su bendita Madre: «El Carmelo en todas partes es la "Casa de María" y con esto basta. A mí esto de la "Casa de María" me dice mucho, porque ¡figúrese lo que el Señor encontraría en la casa de su Madre! Pues todo eso tiene que encontrar en el Carmelo y en cada una de sus carmelitas: una imagen de su Madre» (C 4923).
Si en la Virgen María el amor de Dios fue un amor sin límites, que llegó a todas las generosidades, a todas las delicadezas, era lógico que una hija de la Virgen, como lo fue Santa Maravillas, tuviera los mismos deseos que su Madre. A Ella encomendó su ardiente anhelo de amar y agradar al Señor, única aspiración de toda su vida. Y así en las cartas y billetes que escribió a sus monjas son incontables las veces que les alienta a seguir este camino:
«Entregue a esta dulcísima Madre su corazón, para que Ella lo aderece del modo más agradable a su Hijo y así pueda tener en él sus delicias» (B 527).
«Que su dulcísima Madre, la Virgen María, la llene más y más de amor a su Hijo Divino y le enseñe a imitarle de ver-dad» (B 1131).
«He tomado a la Virgen Santísima por Madre de un modo especialísimo, y Ella es la encargada también de prepararme, cubrirme y ampararme. ¡Qué buena es esta dulcísima Madre!» (C 3193).
«Pídale a la Santísima Virgen le dé de lo suyo para adornar, limpiar, calentar, perfumar su alma... Con lo de Ella, que es suyo, quedará preciosa. Lo demás no importa. No deje de luchar y como El lo ve todo y lo sabe todo... ¡Qué alegríal... Conviene que El lo sea todo y tú nada...» (B 1509).
La Virgen María, como el árbol del incienso que difunde su perfume en toda la tierra, difunde su amor, su pureza, su misericordia, la delicadeza de su Corazón. ¿Quién no ha sentido sus bondades, sus ternuras? ¿Es que no sabemos que cuanto hay de bueno en nuestra vida ha pasado por sus manos y se lo debemos a Ella? Por eso, puestos los ojos en Ella, Santa Maravillas fue también como el incienso que esparció por toda la tierra el aroma de sus virtudes.