Mi?rcoles, 11 de julio de 2007
Bosco Aguirre
Mujer Nueva


Los economistas juzgan desde dos perspectivas distintas la demograf?a de los pueblos. Seg?n la primera, el aumento de hijos y el aumento de poblaci?n lleva consigo al aumento de la pobreza. Seg?n la segunda, el aumento de hijos y de la poblaci?n genera riqueza y bienestar.

Para la primera perspectiva el aumento de bocas y de manos exige dividir el patrimonio. Como los bienes materiales son escasos, es obvio que el n?mero mayor de seres humanos genera una disminuci?n de r?ditos, de bienestar, de alimentos y energ?a ?per capita?. En definitiva, provoca mayores problemas al disminuir los ingresos personales y aumentar la pobreza.

En esta ?ptica, reducir el n?mero de hijos ser?a un paso necesario para lograr un mejor nivel de vida. Uno de los lemas cl?sicos de esta teor?a es que ?la familia peque?a vive mejor?. O, sin ser lema, se piensa que el desarrollo de los pueblos pasa a trav?s de un f?rreo sistema de control demogr?fico.

En la segunda perspectiva, la llegada de m?s hijos genera el deseo de aumentar la productividad, de conseguir nuevas fuentes de energ?a, de racionalizar la vida agr?cola para conseguir mejores rendimientos a menor costo. La llegada de una numerosa generaci?n de hombres y mujeres j?venes implica, adem?s, el aumento del ?potencial humano?, un incremento de la densidad de poblaci?n, una mayor cercan?a entre los individuos y un dinamismo productivo que eleva el nivel de vida de todo un pueblo.


El arte de contar cuentos
Sara Cone Bryant

Muchos factores fuera
Salta a la vista que la presentaci?n es sumamente pobre y que ha dejado de lado, intencionalmente, una enorme cantidad de factores que hay que tener en cuenta para ver si el n?mero de hijos beneficia o perjudica a un determinado pueblo.

Entre los muchos elementos que habr?a que recordar, estar?an los siguientes: el clima, la cantidad de agua potable y no potable disponible, las fuentes de energ?a, las materias primas, la calidad de la tierra, las costumbres y los modos de comportarse que influyen en la vida econ?mica de la gente: vicios o virtudes, capacidad de ahorro o despilfarro, corrupci?n administrativa u honestidad pol?tica, sistema fiscal, eventuales epidemias, relaciones con los pa?ses fronterizos, existencia o no de deudas, leyes en vigor, convicciones ?ticas y religiosas, conflictos armados o luchas raciales, etc.

Hay que se?alar que en estas perspectivas (la contraria y la favorable a la llegada de los hijos) se esconde un peligro que llega a ser, en muchos casos, una triste realidad: valorar a los hijos s?lo en funci?n del beneficio o del da?o que puedan ofrecer al sistema econ?mico.



La Secta Pedag?gica
Mercedes Ruiz Paz



"Salud reproductiva"
En la segunda perspectiva, que goza hoy d?a con pocos defensores ?visibles?, ser?a bueno promover la natalidad para mejorar la econom?a. Con ello se corre el riesgo de valorar al hijo s?lo en cuanto fuente de bienestar y de progreso, o de ver la familia como si fuese una peque?a industria que proporciona obreros y consumidores a un determinado estado.

En la primera perspectiva, que tiene muchos y poderosos partidarios, la natalidad deber?a ser reducida, a cualquier precio, en funci?n de la b?squeda de un bienestar cada vez m?s elevado, aunque sea ofrecido a menos personas.

Existen, desde la l?gica antinatalista, pueblos en los que ha llegado a ser norma obligatoria la ley del ?hijo ?nico?. Como si tener m?s hijos fuese un delito contra el estado, como si la transmisi?n de la vida fuese algo que deciden las autoridades p?blicas y no el amor entre los esposos.

En otros pueblos, los gobiernos promueven campa?as masivas para esterilizar a las mujeres o a los hombres, o para ofrecer un acceso f?cil a medios anticonceptivos y abortivos, en orden a reducir dr?sticamente las tasas de natalidad. En otros lugares se ha llegado a la legalizaci?n del aborto con pretextos enga?osos (promover la libertad y emancipaci?n de la mujer, tutelar la ?salud reproductiva?), cuando en el fondo lo que se desea es eliminar a los hijos para que la poblaci?n no aumente.



La educaci?n en peligro
Inger Enkvist



Los hijos son un valor
Se?alemos, por lo tanto, el error de fondo que es com?n a estas dos perspectivas: considerar que una vida vale si genera riqueza, y deja de valer si genera pobreza.

En realidad, es falso pensar que los hijos son valiosos si ayudan al sistema econ?mico, o dejan de serlo si se convierten en potenciales promotores de pobreza. Valen siempre, por s? mismos, sin condiciones.

La defensa de la vida humana constituye el valor b?sico sobre el que se construyen todos los dem?s par?metros de la convivencia humana. No es, por lo tanto, un valor inferior al valor econ?mico o a los proyectos de ciertos pol?ticos que dicen preferir m?s bienestar para menos personas. Es, m?s bien, el principio fundamental sobre el que puede existir una aut?ntica sociedad justa y solidaria.

Urge reconocer y respetar la dignidad de cualquier vida humana. Desde el respeto y desde el amor que merece cada nuevo hijo ser? posible valorar justamente cu?les sean las mejores formas de organizaci?n econ?mica de los pueblos, a todos los niveles: familiar, local, nacional, internacional, mundial.

S?lo as? tendremos un mundo m?s equitativo y m?s solidario. Un mundo en el que ninguna familia se sentir? obligada o presionada a tener menos hijos de los que, con generosidad y esperanza, desear?a acoger entre los muros del hogar.


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