Mensaje emitido por los Obispos de Colombia al termino de su Asamblea Plenaria celebrada del 2 al 6 de julio, en la que han reflexionado junto a un grupo representativo de superiores de los Institutos Religiosos. Mensaje de la LXXXIII Asamblea plenaria
del Episcopado
a la vida Religiosa Colombiana
1. Los Obispos de Colombia, reunidos en la LXXXIII Asamblea Plenaria Ordinaria, en uni?n con un grupo representativo de superiores de los Institutos Religiosos que trabajan en las jurisdicciones eclesi?sticas del pa?s, hemos reflexionado sobre la Vida Religiosa como don de Dios a la Iglesia.
Hemos reflexionado juntos en ?ntima relaci?n con la reci?n concluida V Asamblea General del Episcopado Latino Americano, en Aparecida que tuvo como tema ?Disc?pulos y misioneros de Jesucristo para que en ?l nuestros pueblos tengan vida?.
Nos hemos sentido hijos e hijas de un mismo Padre, hermanos y hermanas de Jesucristo y disc?pulos y misioneros por el Esp?ritu.
Hemos orado juntos, de manera especial en la celebraci?n Eucar?stica y en un clima de familia, respeto y cercan?a hemos analizado las luces y las sombras de nuestras mutuas relaciones, de nuestras Iglesias particulares y de la Vida Religiosa. Nos hemos preguntado con franqueza y sencillez ?Qu? quiere el Se?or hoy de nosotros? ?Qu? nos pide? ?C?mo vamos a responder conjuntamente?.
Queremos que la experiencia vivida estos d?as, en la Conferencia Episcopal, se convierta en modelo de nuestras relaciones en las di?cesis, en general y, en las parroquias en particular.
2. Agradecemos a Dios el don dado a su Iglesia en Am?rica Latina y de manera particular en Colombia por una presencia viva y centenaria de la Vida Religiosa.
La implantaci?n de la Iglesia en nuestras tierras, tiene en los religiosos a sus primeros agentes. Las comunidades religiosas en el tiempo de la conquista y la colonizaci?n, se esmeraron para que a tierras americanas vinieran los mejores exponentes por su forma de vida evang?lica, en contraste con los colonizadores que casi nunca fueron lo m?s selecto.
3. A la Vida Religiosa, Colombia debe los primeros pasos de enraizamiento del Evangelio y adem?s muchos de los procesos que a trav?s de cinco siglos permiten presentar una Iglesia que, caminando constantemente hacia la plena madurez, ya ofrece signos de santidad y conversi?n dignos de las mejores p?ginas que recogen la vida de la Iglesia universal.
4. La historia de la Iglesia en Colombia nos muestra c?mo los religiosos en nuestra patria han buscado trabajar por la ?nica Iglesia, teniendo conciencia de que la unidad es un signo fundamental para que los hombres y mujeres de todos los tiempos, puedan llegar a acoger la persona de Jes?s como el enviado por el Padre para que el mundo crea (cfr. Jn. 17, 21).
5. Al orar y reflexionar juntos , en estos d?as, tanto los Obispos como los miembros de la Vida Religiosa, hemos sido llamados a demostrar de forma radical con nuestra vida la manera de vivir propia de quienes hemos experimentado un encuentro con la persona de Jesucristo, que nos lleva a una opci?n por la santidad. La santidad no se identifica con un quehacer sino con una manera de ser que se fundamenta en la presencia del Esp?ritu Santo en el coraz?n de cada uno. Esta presencia ha de ser acogida personalmente para que se haga viva en una experiencia comunitaria, que llama tambi?n a los otros a la santidad. Quien es santo termina dando la vida de m?ltiples maneras para que todo necesitado tenga vida.
6. La Iglesia que ha recibido de Dios el don de los religiosos afirma que la Vida Religiosa se fundamenta en el seguimiento de Jes?s, tal como lo propone el Evangelio. Tal seguimiento tiene en el prop?sito de los fundadores una experiencia de particularidad que exige fidelidad al carisma que el mismo Dios ha dado a su Iglesia a trav?s de los fundadores. El don de Dios dado a su Iglesia y que como todo ?don y vocaci?n de Dios son irrevocables? (cfr. Rm. 11, 29) ha sido concedido para que los religiosos participen en la vida y misi?n de la Iglesia, adapt?ndose a las nuevas situaciones de los tiempos y lugares.
7. La unidad de la Iglesia pide de todos los miembros que la conforman buscar caminos significativos para lograrla y evitar toda v?a que lleve a la divisi?n. Discipulado, y misi?n ser?n siempre la base de una acci?n evangelizadora integral donde obispos y religiosos encontraremos un campo para fortalecer la unidad en su plena dimensi?n.
8. La Iglesia particular es el lugar donde la diversidad de los carismas de los religiosos encuentran la unidad. La diversidad se da en las formas de vida diferentes que se unifican en la misma fe, que se ocupa en la edificaci?n de la Iglesia de Jes?s, que es una, santa, cat?lica y apost?lica. Tal unidad no significa uniformidad que empobrece a la Iglesia, arrebat?ndole la riqueza de la m?ltiple diversidad de la Vida Religiosa.
9. Todo instituto religioso con su propia forma de vida enriquece a la Iglesia mientras tenga en su esp?ritu la lucha constante por la unidad. En esta lucha por la unidad se fundamenta la fecundidad de las vocaciones y de la vida apost?lica en todas las formas de Vida Consagrada.
10. No podemos pasar por alto las normales dificultades que se presentan d?a a d?a en el anuncio del Reino de Dios. Buscar en el di?logo la soluci?n es una tarea com?n de religiosos y obispos desde una opci?n evang?lica, siguiendo los religiosos las inspiraciones fundacionales de amor a la Iglesia y nosotros, los llamados por el Se?or a presidir en la caridad las Iglesias particulares a nosotros confiadas.
11. Estamos llamados a colaborarnos mutuamente afirmando nuestra igualdad fundamental como bautizados y reconociendo la diferencia en las funciones por el servicio que prestamos para que el Evangelio sea anunciado a todos los hombres y mujeres.
12. La Iglesia somos todos los hermanos bautizados con vocaciones espec?ficas diversas, llenas de riqueza. Caminemos todos juntos por el mismo sendero. Nos necesitamos como cuerpo; si nos falta un miembro sufrimos todos. Obispos y religiosos unidos como Iglesia tenemos un compromiso ineludible, ser testigos de la misericordia de Dios. Desunirnos es arruinar la vocaci?n de disc?pulos y misioneros de Jesucristo.
La Iglesia es joven y lleva en s? misma una respuesta para nuestra Colombia sufriente si avanzamos unidos; de lo contrario nuestro antitestimonio de desuni?n, antagonismo o paralelismo, destruir? a la misma Iglesia y Colombia se sumir? a?n m?s en su dolor de Patria.
13. Los Obispos queremos expresar a los queridos religiosos y religiosas que trabajan en nuestras di?cesis nuestra paternal y fraternal acogida. Un agradecimiento sincero por su entrega y generosidad evang?lica, que aporta significativamente para la edificaci?n de nuestras comunidades diocesanas, adem?s de una eficaz labor apost?lica, un vivo testimonio de vida como disc?pulos y misioneros en comunidad, que es realmente signo visible escatol?gico de la vida plena en la Trinidad.
De manera particular queremos agradecer a las comunidades religiosas que trabajan en los lugares de conflicto y con nuestros hermanos m?s vulnerables y los exhortamos a seguir trabajando en plena comuni?n con las Iglesias particulares, educando para la paz.
Una mirada especial nos merecen nuestros hermanos que en los monasterios se dedican de manera particular a la contemplaci?n. Miramos la vida de estos hombres y mujeres como un testimonio plenamente evang?lico que nos permiten seguir afirmando con toda la tradici?n de la Iglesia que ?s?lo Dios basta!.
14. Celebramos con satisfacci?n y alegr?a en el Se?or la Asamblea que acabamos de realizar, convirti?ndose en un signo claro de comuni?n eclesial, en donde obispos y religiosos hemos caminado juntos como disc?pulos y misioneros tras el maestro Jesucristo , para la construcci?n de la Iglesia en Colombia.
Con afecto de pastores agradecemos a Dios el don de su existencia y valoramos su misi?n que es la de Cristo, para la gloria del Padre con la fuerza del Esp?ritu Santo.
Bogot?, D.C., 6 de julio de 2007
+ Luis Augusto Castro Quiroga
Arzobispo de Tunja
Presidente de la Conferencia Episcopal
+ Luis Augusto Castro Quiroga, Presidente de la Co (2007-07-09)