ZENIT publica el comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap. -predicador de la Casa Pontificia- a la liturgia del domingo, 15 Julio de 2007.
XV Domingo del Tiempo Ordinario (C)
Deuteronomio 30, 10-14; Colosenses 1, 15-20; Lucas 10, 25-37
El buen samaritano
Nos hemos propuesto, dec?a, comentar algunos evangelios dominicales inspir?ndonos en el libro de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI sobre Jes?s de Nazaret. A la par?bola del buen samaritano se dedican varias p?ginas del libro. La par?bola no se comprende si no se tiene en cuenta la pregunta a la que, con aquella, Jes?s intentaba responder: ??Qui?n es mi pr?jimo??.
A este interrogante de un doctor de la ley, Jes?s responde narrando una par?bola. En la m?sica y en la literatura mundial, hay comienzos que se han hecho c?lebres. Cuatro notas, en determinada secuencia, y cualquier entendido exclama inmediatamente, por ejemplo: ?Quinta sinfon?a de Beethoven: ?el destino llama a la puerta!?. Muchas par?bolas de Jes?s comparten esta caracter?stica: ?Bajaba un hombre de Jerusal?n a Jeric?...?, y todos entienden inmediatamente: ?la par?bola del buen samaritano!
En el ambiente judaico de aquel tiempo se discut?a sobre qui?n deb?a ser considerado, para un israelita, el propio pr?jimo. Se llegaba en general a comprender, en la categor?a de pr?jimo, a todos los compatriotas y a los pros?litos, esto es, a los gentiles que se hab?an adherido al juda?smo. Con la elecci?n de los personajes (?un samaritano que socorre a un jud?o!) Jes?s viene a decir que la categor?a de pr?jimo es universal, no particular. Tiene como horizonte el hombre, no el c?rculo familiar, ?tnico o religioso. ?Pr?jimo es tambi?n el enemigo! Se sabe que de hecho los jud?os ?no ten?an buenas relaciones con los samaritanos? (cfr. Jn 4, 9).
La par?bola ense?a que el amor al pr?jimo debe ser no s?lo universal, sino tambi?n concreto y activo. ?C?mo se comporta el samaritano de la par?bola? Si el samaritano se hubiera contentado con acercarse y decir a ese desdichado que yac?a en su propia sangre: ??Pobrecito! ?Cu?nto lo siento! ?Qu? ha pasado? ??nimo!?, o palabras as?, y despu?s se hubiera marchado, ?no habr?a sido todo ello una iron?a y un insulto? Hizo otra cosa: ?Acerc?ndosele, vend? sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y mont?ndole sobre su propia cabalgadura, le llev? a una posada y cuid? de ?l. A d?a siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: ?Cuida de ?l y, si gastas algo m?s, te lo pagar? cuando vuelva??.
Pero lo verdaderamente nuevo, en la par?bola del buen samaritano, no es que en ella Jes?s exija un amor universal y concreto. La aut?ntica novedad, observa el Papa en su libro, est? en otro punto. Despu?s de narrar la par?bola, Jes?s pregunta al doctor de la ley que le hab?a interrogado: ??Qui?n de estos tres [el levita, el sacerdote, el samaritano] te parece que fue pr?jimo del que cay? en manos de los salteadores??.
Jes?s opera una inversi?n inesperada respecto al concepto tradicional de pr?jimo. Pr?jimo es el samaritano, no el herido, como nos habr?amos esperado. Esto significa que no hay que esperar pasivamente a que el pr?jimo se cruce en nuestro camino, tal vez con luces de emergencia y alarmas. Nos toca a nosotros estar dispuestos a percibir qui?n es, a descubrirle. ?Pr?jimo es aquello a lo que cada uno de nosotros est? llamado a convertirse! El problema del doctor de la ley aparece derribado; de problema abstracto y acad?mico, se hace problema concreto y operativo. La cuesti?n que hay que plantearse no es: ??Qui?n es mi pr?jimo??, sino: ??De qui?n me puedo hacer pr?jimo, ahora, aqu???.
En su libro, el Papa realiza una aplicaci?n actual de la par?bola del buen samaritano. Ve a todo el continente africano simbolizado en el desventurado que ha sido despojado, herido y dejado medio muerto en la cuneta, y ve en nosotros, los de los pa?ses ricos del hemisferio norte, a los dos personajes que pasan de largo, si no incluso a los salteadores que le han dejado en esas condiciones.
Desear?a apuntar otra posible actualizaci?n de la par?bola. Estoy convencido de que si Jes?s viviera hoy en Israel, y un doctor de la ley le preguntara de nuevo: ??Qui?n es mi pr?jimo??, cambiar?a ligeramente la par?bola, ?y en el lugar de un samaritano pondr?a a un palestino! Si despu?s le interrogara un palestino, ?en el lugar del samaritano encontrar?amos a un jud?o!
Pero es muy c?modo limitar el tema a ?frica o a Oriente Medio. Si fu?ramos uno de nosotros el que le preguntara a Jes?s: ??qui?n es mi pr?jimo??, ?qu? responder?a? Nos recordar?a ciertamente que nuestro pr?jimo no es s?lo el compatriota, sino tambi?n el extracomunitario; no s?lo el cristiano, sino tambi?n el musulm?n; no s?lo el cat?lico, sino tambi?n el protestante. Pero a?adir?a enseguida que no es esto lo m?s importante; lo m?s importante no es saber qui?n es mi pr?jimo, sino ver de qui?n me puedo hacer yo pr?jimo, ahora, aqu?; para qui?n puedo ser yo el buen samaritano.
[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit]