Mi?rcoles, 18 de julio de 2007
ZENIT publica el mensaje que Benedicto XVI ha dirigido a los participantes en el Cap?tulo general de la Orden Franciscana de los Frailes Menores Conventuales y a la Comunidad del Sacro Convento reunidos en la Bas?lica Superior de San Francisco.

El texto fue entregado por el mismo Papa al visitar el 17 de junio la ciudad de As?s. Posteriormente la Santa Sede ha distribuido la traducci?n al espa?ol que a continuaci?n publicamos.



Al reverend?simo Padre
MARCO TASCA
Ministro general de la Orden de
Frailes Menores Conventuales

Con gran alegr?a lo saludo a usted, reverend?simo padre, y a todos los Frailes Menores Conventuales, reunidos en As?s para el 199? cap?tulo general. Me alegra hacerlo en esta bas?lica papal, en la que espl?ndidas obras de arte narran las maravillas de gracia que el Se?or realiz? en san Francisco.

Considero providencial que este encuentro tenga lugar en el contexto del VIII centenario de la conversi?n de san Francisco. Con esta visita he querido poner de relieve el significado de ese acontecimiento, al que es preciso volver siempre, para comprender a san Francisco y su mensaje. ?l mismo, sintetizando en una sola palabra toda su vivencia interior, no encontr? un concepto m?s denso que el de "penitencia": "El Se?or me concedi? a m?, fray Francisco, comenzar a hacer penitencia as?" (Testamento, 1: FF 110). Por tanto, se sinti? esencialmente como un "penitente", por decirlo as?, en estado de conversi?n permanente. Abandon?ndose a la acci?n del Esp?ritu, san Francisco se convirti? cada vez m?s a Cristo, transform?ndose en imagen viva de ?l, por el camino de la pobreza, la caridad y la misi?n.

As?, vosotros ten?is la misi?n de testimoniar con celo y coherencia su mensaje. Est?is llamados a hacerlo con la sinton?a eclesial que caracteriz? a san Francisco en su relaci?n con el Vicario de Cristo y con todos los pastores de la Iglesia. A este respecto, os agradezco la obediencia pronta con que, juntamente con los Frailes Menores, correspondiendo al especial v?nculo de afecto que os une desde siempre a la Sede apost?lica, hab?is acogido las disposiciones del motu proprio Totius orbis sobre las nuevas relaciones de las dos bas?licas papales de San Francisco y de Santa Mar?a de los ?ngeles con esta Iglesia particular, en la que naci? el Poverello y que tuvo tanta importancia en su vida.

Un saludo especial le dirijo a usted, fray Marco Tasca, a quien la confianza de sus hermanos ha llamado a la ardua tarea de ministro general. Es de buen auspicio la coincidencia con la celebraci?n del 750? aniversario de la elecci?n de san Buenaventura como ministro de la Orden. Le deseo que, a ejemplo de san Francisco y de san Buenaventura, juntamente con los definidores elegidos, gu?e con sabia prudencia la gran familia de la Orden en la fidelidad a las ra?ces de la experiencia franciscana, prestando atenci?n a los "signos de los tiempos".

En el cap?tulo general se han reunido frailes procedentes de muchos pa?ses y culturas diversas, para escucharse y hablarse mutuamente con el ?nico lenguaje del Esp?ritu, reviviendo as? el recuerdo de la santidad de san Francisco. Esta es una ocasi?n realmente extraordinaria para compartir las "maravillas" que Dios sigue realizando tambi?n hoy a trav?s de los hijos del Poverello esparcidos por el mundo.

Por tanto, deseo que los religiosos capitulares, adem?s de dar gracias a Dios por el desarrollo de la Orden sobre todo en los pa?ses de misi?n, aprovechen esta ocasi?n para interrogarse sobre lo que el Esp?ritu les pide para seguir anunciando con pasi?n, tras las huellas del Ser?fico Padre, el reino de Dios en este tramo inicial del tercer milenio cristiano.

Me ha complacido saber que, como tema central de reflexi?n durante los d?as de la asamblea capitular, se ha elegido la formaci?n para la misi?n, subrayando que esa formaci?n no se da de una vez para siempre, sino que se debe considerar m?s bien como un camino permanente. En efecto, se trata de un itinerario con m?ltiples dimensiones, pero centrado en la capacidad de dejarse modelar por el Esp?ritu, a fin de estar dispuestos a ir a cualquier lugar a donde ?l llame. En la base no puede por menos de estar la escucha de la Palabra en un clima de intensa y continua oraci?n. S?lo con esta condici?n se pueden captar las verdaderas necesidades de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, d?ndoles respuestas basadas en la sabidur?a de Dios y anunciando lo que se ha experimentado profundamente en la propia vida.

Es necesario que la gran familia de los Frailes Menores Conventuales se deje impulsar por las palabras que el Crucifijo de San Dami?n dirigi? a san Francisco: "Ve y repara mi casa" (2 Cel I, 6, 10: FF 593). Por tanto, cada fraile ha de ser un aut?ntico contemplativo, con la mirada fija en los ojos de Cristo. Cada uno ha de ser capaz de ver, como san Francisco en el leproso, el rostro de Cristo en los hermanos que sufren, llevando a todos el anuncio de la paz. Con este fin, deber? hacer suyo el camino de configuraci?n con el Se?or Jes?s que san Francisco vivi? en los diversos lugares-s?mbolo de su itinerario de santidad: desde San Dami?n hasta Rivotorto, desde Santa Mar?a de los ?ngeles hasta la Verna.

Por consiguiente, cada hijo de san Francisco ha de tener como principio firme el que el Poverello expres? con las sencillas palabras: "la Regla y vida de los frailes menores es observar el santo Evangelio de nuestro Se?or Jesucristo" (Rb I, 1: FF 75). A este prop?sito, me alegra saber que tambi?n los Frailes Menores Conventuales, juntamente con toda la gran familia franciscana, est?n comprometidos a revivir las etapas que llevaron a san Francisco a formular el "propositum vitae" confirmado por Inocencio III alrededor del a?o 1209.

El Poverello, llamado a vivir "seg?n la forma del santo Evangelio" (Testamento, 14: FF 116), se comprendi? a s? mismo a la luz del Evangelio. Precisamente de aqu? nace la perenne actualidad de su testimonio. Su "profec?a" ense?a a hacer del Evangelio el criterio para afrontar los desaf?os de todos los tiempos, incluido el nuestro, resistiendo a la enga?osa fascinaci?n de modas pasajeras, para arraigarse en el plan de Dios y discernir as? las aut?nticas necesidades de los hombres. Mi deseo es que los frailes sepan acoger con renovado impulso y con valent?a este "programa", confiando en la fuerza que viene de lo alto.

A los Frailes Menores Conventuales se les pide, ante todo, que anuncien a Cristo: que se acerquen a todos con mansedumbre y confianza, con una actitud de di?logo, pero dando siempre un testimonio ardiente del ?nico Salvador. Que sean testigos de la "belleza" de Dios, que san Francisco supo cantar contemplando las maravillas de la creaci?n: entre los estupendos ciclos pict?ricos que adornan esta bas?lica y en todos los dem?s lugares del maravilloso templo que es la naturaleza, se debe elevar de sus labios la oraci?n que san Francisco pronunci? despu?s del ?xtasis m?stico de la Verna, y que le hizo exclamar dos veces: "T? eres la belleza" (Alabanzas a Dios alt?simo, 4. 6: FF 261).

S?, san Francisco es un gran maestro de la "via pulchritudinis". Los frailes deben imitarlo irradiando la belleza que salva; y lo deben hacer de modo especial en esta estupenda bas?lica, no s?lo con el gozo de los tesoros de arte que se conservan en ella, sino tambi?n y sobre todo con la intensidad y el decoro de la liturgia, y con el ferviente anuncio del misterio cristiano.

A los religiosos capitulares les deseo que vuelvan a sus respectivas comunidades llevando la lozan?a y la actualidad del mensaje franciscano. A todos digo: llevad a vuestros hermanos la experiencia de fraternidad de estos d?as como luz y fuerza, capaz de iluminar el horizonte, no siempre exento de nubes, de la vida diaria; llevad a cada persona la paz recibida y donada.

Con el pensamiento dirigido a la Virgen Inmaculada, la "Tota pulchra", e implorando la intercesi?n de san Francisco y de santa Clara, a los que encomiendo el ?xito de los trabajos de este cap?tulo general, le imparto a usted, reverend?simo padre, a los religiosos capitulares y a todos los miembros de la Orden, como prenda de especial afecto, la bendici?n apost?lica.

As?s, 17 de junio de 2007
Publicado por verdenaranja @ 23:18  | Habla el Papa
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