Jueves, 19 de julio de 2007
Rosario (Agencia Fides) - El Arzobispo de Rosario (Argentina) Mons. Jos? Luis Mollaghna, ha expresado por medio de una Carta Pastoral, su preocupaci?n por el cambio cultural que se ha ido produciendo y que ha llevado a ?un cambio inexplicable en el respeto a la vida?

UNA RED POR LA VIDA


Carta pastoral del Arzobispado de Rosario a los sacerdotes, di?conos, religiosos, religiosas y laicos
(Rosario, 25 de junio de 2007)

1. Amamos profundamente la vida

La encarnaci?n del Verbo de Dios(1) y el nacimiento del Salvador ponen de manifiesto el sentido profundo de todo nacimiento humano. Amamos profundamente la vida, y toda acci?n que vaya contra la vida del hombre repercute en nuestro coraz?n, y toca una parte central de nuestra fe.
El Concilio Vaticano II llam? nuestra atenci?n sobre las m?ltiples formas en que se puede menospreciar y atentar contra la vida humana. Y al respecto dec?a Juan Pablo II: ?Por desgracia, este alarmante panorama, en vez de disminuir, se va m?s bien agrandando?(2).
Se ha ido produciendo un cambio cultural, con aspectos que anteriormente no se imaginaban. Nos encontramos con quienes justifican un cambio inexplicable en el respeto a la vida, ya enraizado en el coraz?n del ser humano; as? como algunas acciones netamente en contra de la misma. Hay opciones, que antes eran rechazadas de manera un?nime por la ?tica y el sentido moral y, que hoy poco a poco han llegado a ser socialmente aceptables, como si cada vez nos costara m?s percibir la distinci?n entre lo que es bueno y lo que no lo es, en particular, en relaci?n al valor de la vida(3).
Como en un c?rculo, estas conductas influyen negativamente y se manifiestan en las legislaciones, ?el derecho originario e inalienable a la vida se pone en discusi?n o incluso se niega sobre la base de un voto parlamentario, o por la manifestaci?n plebiscitaria de una parte, aunque sea mayor, de la poblaci?n?(4); y a su vez las leyes, las normativas y ordenanzas tambi?n influyen, a veces en forma paulatina, a veces en forma repentina, en nuestras conductas.
No obstante, si las leyes positivas y las normas ya no resultan pedagogas para proteger toda vida humana, y los argumentos comunes a la raz?n no se reflejan en sus contenidos, no vamos a desalentarnos ni dejar de promover el valor de la vida.
Para afianzar con perseverancia y claridad nuestra convicci?n profunda sobre ?el sentido del hombre, de sus deberes y derechos?(5); contamos con los fundamentos de la naturaleza y de la ?tica; y al mismo tiempo nos ilumina la Palabra de Dios y la ense?anza de la Iglesia, sobre el valor sagrado e intangible de la vida; y su defensa permanente desde el seno materno hasta la muerte natural.
De este modo, lo hacemos con la luz de la raz?n, en nuestra condici?n de hombres y mujeres, y tambi?n como cristianos, guiados y fortificados por el Evangelio de la vida. As?, todos los condicionamientos y los esfuerzos por imponer el silencio no van a acallar la voz del Se?or que resuena en la conciencia de cada uno de nosotros(6).

2. No olvidemos la vida del ni?o por nacer.

Las normativas que tienen como finalidad facilitar inmediatamente y por igual la interrupci?n del embarazo para casos de aborto no punible, y los dict?menes sobre el proyecto de ley orientado a reglamentar los casos existentes actualmente en el C?digo Penal, quieren evitar cualquier posibilidad dilatoria o pedido de autorizaci?n judicial o administrativa.
Sin embargo, no se dice nada sobre qui?n va a considerar y atender los derechos del ni?o por nacer, sabiendo que ?el derecho a la vida es el primer derecho natural de la persona humana, preexistente a toda legislaci?n positiva, y que resulta garantizado por la Constituci?n Nacional?(7).
La facilidad y celeridad para considerar los casos propuestos, m?s all? de otras cuestiones jur?dicas y de su interpretaci?n, nos obligan a hacernos la pregunta inevitable, - que me mueven a escribirles -, sobre la vida del ni?o por nacer; acerca de la que no se dice absolutamente nada, como si esta vida no existiera, o el ni?o por nacer fuera un injusto agresor.

Esta pregunta, no est? centrada en un prejuicio religioso, de un sector de la poblaci?n, como se ha dicho; ni tampoco quiere menospreciar los derechos de la mujer; sino que busca una respuesta, y reclama nuestra atenci?n en favor de la vida del ni?o, cuando esta se pretende eliminar.
Sobre todo, cuando sabemos que la vida humana comienza con la fecundaci?n, y que este es un hecho cient?fico con demostraci?n experimental; y que no se trata de un argumento supuestamente metaf?sico, ni de una hip?tesis teol?gica, y mucho menos de la creencia de algunos, c?mo no vamos a buscar una respuesta a las siguientes preguntas.
?C?mo no preguntarnos, qui?n le advertir? suficientemente a la madre que en su seno hay desde el primer instante de la concepci?n una nueva vida, que debe ser protegida; y le ayudar? a valorar la grandeza de la maternidad?
?Qui?n ser? el responsable de hacerle ver que en su vientre no lleva un conjunto inorg?nico de c?lulas o, una especie de malformaci?n que puede ser extra?da, como se ha dicho repetidamente?
?C?mo no advertirle tambi?n a ella sobre el tiempo y las semanas de vida del ni?o por nacer transcurridas en su seno materno, sabiendo que ?ste tiene derecho a nacer, a vivir y morir dignamente?.
?C?mo no pensar en ofrecer a la futura madre otros caminos alternativos, y brindarle a ella la protecci?n y la leg?tima ayuda despu?s del nacimiento, o el camino de la adopci?n, que respetando la vida, le permita al ni?o crecer y vivir en una familia?
?Deben ser los m?dicos y los agentes de la salud, fieles a sus principios ?ticos y profesionales, quienes deban ocuparse de estas advertencias; y ser discriminados anticipadamente, si quieren velar no s?lo por la salud de la madre sino tambi?n por la vida del ni?o por nacer?
Se puede sostener, sin que esto implique querer dejar de atender a la mujer, ni descuidar nunca su salud f?sica y ps?quica, sino todo lo contrario; que la norma que intenta reforzar la pr?ctica del aborto en estos casos, sin considerar la vida del ni?o por nacer, y sin prevenci?n ni referencia al mismo, implica abandonar y olvidarse de una vida humana.
Asimismo, sin atender en estos casos la vida en el seno materno, de la que no se habla; y sin la conciencia de los da?os de todo orden, que no dependen de una creencia o prejuicio confesional, a los que se exponen a la madre y al ni?o por nacer, con la pronta inducci?n de un aborto; se orienta pr?cticamente a facilitar su aceptaci?n sin l?mite alguno.
La calidad de atenci?n que necesita recibir cada mujer y la futura madre, tambi?n exige la protecci?n del ni?o por nacer.


3. Solidaridad y red por la vida

Con esta grave inquietud pude reunirme y conversar durante estos d?as con los dirigentes de los Movimientos y Asociaciones de la familia, con los responsables de los Equipos en favor de la vida, y con m?dicos e integrantes de la pastoral de la salud, que trabajan en la Arquidi?cesis, los que manifestaron su profunda preocupaci?n por estos procedimientos que no tienen en cuenta la vida del ni?o por nacer y que renovaron su empe?o por defender la vida.
Sabemos que ha habido mujeres embarazadas con problemas de verdadera complejidad social y familiar, inclusive con riesgo de la propia salud, que recibiendo la debida atenci?n y valorizaci?n personal, y confiando tambi?n en la providencia de Dios, a?n cuando pensaron en alg?n momento en no tener a su beb?, pudieron continuar adelante con su embarazo. De este modo, alcanzaron un cuidado responsable de sus propias vidas y la de sus futuros hijos, y llegaron a ser mam?s.
Por ello, es m?s que necesario que todos nos impliquemos activamente para que ninguna mujer embarazada se vea en una situaci?n de soledad, falta de apoyo y carencia de ayuda solidaria; de tal manera que para ella el aborto nunca se presente como una salida o una soluci?n.

Por nuestra parte, el Hogar de Madres, el Secretariado de la Familia y los Movimientos y Asociaciones que lo integran, Gr?vida, el Equipo de adopci?n del Movimiento Familiar Cristiano, Caritas, y otras instituciones e iniciativas en favor de los ni?os por nacer y ya nacidos, unidos a otros cristianos y personas de buena voluntad, quiere formar y ofrecer una red en favor de la vida, para valorarla decididamente, as? como para alentar a las futuras madres en situaciones particulares a querer recibir a sus hijos, y proteger a los ya nacidos.
En este empe?o de todos, conf?o que est?n particularmente unidos los sacerdotes, que a trav?s de la predicaci?n y de la Catequesis de Iniciaci?n y de preparaci?n a los sacramentos, del trabajo con los matrimonios y las familias en nuestras parroquias y comunidades, pueden ense?ar, valorar y difundir el Evangelio de la vida.
Deseo que todos podamos estar unidos y renovar un fuerte compromiso por la vida, lo cual tambi?n implica una conciencia solidaria hacia los ni?os ya nacidos, y hacia sus madres, especialmente si sufren la pobreza y cualquier otra necesidad. Todos podemos estar unidos en esta misi?n, los cristianos, y los que pertenecen a otras religiones; sabiendo al mismo tiempo que el compromiso por la vida no es solo para los creyentes, sino para todos.
Como dice el Santo Padre Benedicto XVI ?En este mundo, donde el hombre debe aprender cada vez m?s a reconocer y respetar a su hermano, la Iglesia quiere dar su contribuci?n al servicio de la comunidad humana, iluminando siempre profundamente la relaci?n que une a cada hombre con el Creador de toda vida y que funda la dignidad inalienable de todo ser humano, desde su concepci?n hasta su muerte natural?(8).
Encomiendo estas intenciones a Nuestra Se?ora del Rosario, Patrona de la Ciudad que lleva su nombre y de la Arquidi?cesis, a la vez que los saludo fraternalmente en el Se?or.

Notas
(1) cf. Jn 1,14
(2) Juan Pablo II, Evangelium vitae, n? 4
(3) cfr. ibidem
(4) ibidem, n? 20
(5) ibidem, n? 11
(6) cfr. ibidem, n? 24
(7) CEA, Com. Ejec. 5.VI.2007
(8) Benedicto XVI, Carta al Cardenal. Jean L. Taur?n, 24 de mayo de 2005.


Mons. Jos? Luis Mollaghan, Arzobispo de Rosario
Publicado por verdenaranja @ 22:58  | Hablan los obispos
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