Carta enviada por Benedicto XVI en el VII centenario del nacimiento de santa Isabel de Hungr?a al cardenal P?ter Erdo, arzobispo de Esztergom-Budapest.
Al venerado hermano cardenal
P?TER ERDO
Arzobispo de Esztergom-Budapest
Primado de Hungr?a
Presidente del Consejo de las Conferencias episcopales de Europa
Me ha complacido mucho saber que se est?n preparando celebraciones especiales con motivo del VIII centenario del nacimiento de santa Isabel de Hungr?a o de Turingia, que tiene lugar este a?o. Le pido que en esa feliz circunstancia se haga int?rprete, ante los fieles de Hungr?a y de toda Europa, de mi participaci?n espiritual en las celebraciones previstas: ser?n ocasi?n propicia para proponer a todo el pueblo de Dios y especialmente a Europa el espl?ndido testimonio de esta santa, cuya fama ha cruzado los confines de su patria, implicando a much?simas personas, incluso no cristianas, en todo el continente.
Isabel, santa "europea", naci? en un contexto social de reciente evangelizaci?n. Andr?s y Gertrudis, padres de esa aut?ntica joya de la nueva Hungr?a cristiana, se preocuparon de formarla en la conciencia de su dignidad de hija adoptiva de Dios. Isabel hizo suyo el programa de Jesucristo, Hijo de Dios, que, al hacerse hombre, "se despoj? de su rango y tom? la condici?n de esclavo" (Flp 2, 7). Gracias a la ayuda de ?ptimos maestros, sigui? las huellas de san Francisco de As?s, proponi?ndose como objetivo personal y ?ltimo configurar su existencia con la de Cristo, ?nico Redentor del hombre.
Llamada a ser esposa del Landgrave de Turingia, no dej? de dedicarse al cuidado de los pobres, en los que reconoc?a los rasgos del Maestro divino. Fue esposa y madre ejemplar, practicando las virtudes evang?licas, aprendidas en la escuela del santo de As?s; y aut?ntica hija de la Iglesia, dando un testimonio concreto, visible y significativo de la caridad de Cristo.
Innumerables personas, a lo largo de los siglos, han seguido su ejemplo, mir?ndola como un modelo de excelsas virtudes cristianas, vividas de modo radical en el matrimonio, en la familia y tambi?n en la viudez. En ella se han inspirado incluso personalidades pol?ticas, que se han sentido impulsadas a trabajar por la reconciliaci?n entre los pueblos.
El a?o internacional isabelino, iniciado en Roma el d?a 17 de noviembre del a?o pasado, est? estimulando a comprender cada vez m?s la espiritualidad de esta hija de Panonia, que recuerda tambi?n hoy a sus compatriotas y a los habitantes del continente europeo la importancia de los valores imperecederos del Evangelio.
Se?or cardenal, deseo ardientemente que un conocimiento m?s profundo de la personalidad y de la obra de Isabel de Turingia ayude a redescubrir cada vez con mayor claridad las ra?ces cristianas de Hungr?a y de la misma Europa, impulsando a los responsables a promover de modo armonioso y respetuoso el di?logo entre la Iglesia y las sociedades civiles, para construir un mundo realmente libre y solidario.
Ojal? que el a?o internacional isabelino constituya para los h?ngaros, para los alemanes y para todos los europeos una ocasi?n muy propicia para poner de manifiesto la herencia cristiana recibida de los padres, a fin de seguir sacando de esas ra?ces la savia necesaria para que se produzca una abundante cosecha de frutos en el nuevo milenio reci?n iniciado.
A la vez que invoco sobre todos la constate protecci?n de Mar?a, Magna Domina Hungarorum, de san Esteban y de santa Isabel, le imparto a usted, se?or cardenal, a los obispos, a los sacerdotes, a los religiosos y a todos los fieles, una bendici?n apost?lica especial, prenda de abundantes favores celestiales.
Vaticano, 27 de mayo de 2007
[Traducci?n distribuida por la Santa Sede
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