Martes, 28 de agosto de 2007
Alfonso Aguil?
www.interrogantes.net


Jorge es una persona a la que cuatro a?os de forja en su salida de la droga han convertido en alguien admirable. Uno de esos afortunados que han logrado evitar el desastre que parec?a inevitable.
Jorge es ahora hombre profundo, reflexivo. Siempre, explicando su dolorosa experiencia, cuenta c?mo llega un momento, muy pronto, en que el toxic?mano busca la droga al tiempo que la odia por la adicci?n que ha creado en ?l.

Jorge ha meditado mucho sobre el amor, sobre el deseo, sobre las adicciones. Dice que del fen?meno de la drogadicci?n se pueden extraer muchas ideas ?tiles para la vida afectiva de las personas. Me ha parecido interesante. Voy a intentar explicarlo.

Del amor nacen muchas cosas: deseos, pensamientos, actos. Pero todo esto que del amor nace, no es el amor mismo. Lo que amamos, efectivamente lo deseamos, es verdad. Pero tambi?n deseamos muchas cosas que no amamos, cosas que en s? mismas nos resultan indiferentes. Es muy peligroso identificar deseo y amor. Desear un buen vino no es amarlo. Desear la droga no es amarla. Desear sexualmente a una persona no es amarla.

Jorge piensa tambi?n en el origen primario de su problema: una familia rota. Se pregunta sobre el porqu? del crecimiento alarmante de las rupturas conyugales, de las grandes crisis de tantas familias, que a su vez suelen producir luego tanto da?o en las personas que las sufren. Porque son maravillosos los avances de la sociedad actual, es cierto. Pero qu? contrasentido es ?ste, que tras haber alcanzado tan notable nivel de vida, el hombre haya quedado tan desprovisto de recursos a la hora de hilvanar una vida serena, ordenada, sin rupturas sangrientas en la convivencia diaria. ?Por qu? tantas situaciones de fracaso y tantas cicatrices? ?Qu? es lo que ocurre en el mundo occidental, que fracasan dos de cada tres matrimonios?

Es interesante reflexionar sobre la naturaleza del amor. Si el amor fuera simplemente un sentimiento, que va y viene como quiere, que empieza y se acaba sin contar con nuestra libertad, ser?a tanto como decir que es una simple emoci?n ciega que se apodera de nosotros y ante la que nada podemos hacer. Pero seg?n ese criterio, el amor ser?a como una exaltaci?n moment?nea que simplemente nos lleva a satisfacer nuestros deseos, como un pasatiempo agradable, centrado y regido primordialmente por lo sexual y lo placentero, y que antes o despu?s se desmorona.

El amor, junto a un sentimiento, es sobre todo un acto de la voluntad, que es la facultad capacitada para elegir, para rechazar, para modular la propia actividad, para gobernarse a uno mismo, para encaminarse hacia algo determinado, para amar con unas ra?ces duraderas.

El amor y el sacrificio El amor es compromiso, no un simple deseo ni una simple inclinaci?n natural, aunque ambas cosas est?n contenidas en el amor. En las bodegas de nuestra personalidad, como si se tratara de un buen vino, suele ir tomando cuerpo ese sentimiento noble de entrega y de donaci?n de uno mismo que es el amor. Pero una donaci?n que tiene que ser total, pues la uni?n del amor requiere compartir por entero el proyecto de vida. El amor no puede ser un tr?nsito puramente epid?rmico, centrado sobre sentimientos que en su ra?z son m?s bien ego?stas. La clave para entrar y perseverar en el amor conyugal es el sacrificio gustoso por la persona amada. Cuando llega la dificultad, la prueba, que siempre hace su aparici?n antes o despu?s, el amor, si es verdadero y fiel, une m?s, ayuda a superar esos escollos, y sale reforzado. La fidelidad pertenece a la condici?n misma del amor. Sin ella, el amor ser?a un simple acto sentimental, sometido al bamboleo de las emotividades, y que dura s?lo lo que dura la capacidad de soportarse dos personas. Este modo de entenderlo ha tra?do muchos fracasos conyugales.


Publicado por verdenaranja @ 0:26  | Art?culos de inter?s
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