S?bado, 01 de septiembre de 2007
ZENIT publica el comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., predicador de la Casa Pontificia, a la liturgia del pr?ximo domingo, 2 de Septiembre de 2007, XXII del tiempo ordinario.


Eclesi?stico 3, 19-21.30-31; Hebreos 12, 18-19.22-24a; Lucas 14, 1.7-14


En lo que hagas, ?s? modesto!



El inicio del Evangelio de este domingo nos ayuda a corregir un prejuicio sumamente difundido. ?Un s?bado, Jes?s entr? a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente?. Al leer el Evangelio desde un cierto punto de vista, se ha acabado haciendo de los fariseos el modelo de todos los vicios: hipocres?a, doblez, falsedad; los enemigos por antonomasia de Jes?s. Con estos significados negativos, el t?rmino ?fariseo? ha pasado a formar parte del diccionario de nuestra lengua y de otras muchas.

Semejante idea de los fariseos no es correcta. Entre ellos hab?a ciertamente muchos elementos que respond?an a esta imagen y Cristo se enfrenta duramente con ellos. Pero no todos eran as?. Nicodemo, que va a ver a Jes?s de noche y que despu?s le defiende ante el Sanedr?n, era un fariseo (Cf. Juan 3,1; 7, 50 y siguientes). Tambi?n era fariseo Saulo, antes de la conversi?n, y era ciertamente una persona sincera y celosa, aunque todav?a no estaba bien iluminado. Fariseo era Gamaliel, quien defendi? a los ap?stoles ante el Sanedr?n (Cf. Hechos 5, 34 y siguientes).

Las relaciones de Jes?s con los fariseos no fueron s?lo conflictivas. Compart?an muchas veces las mismas convicciones, como la fe en la resurrecci?n de los muertos, en el amor de Dios y el compromiso como primer y m?s importante mandamiento de la ley. Algunos, como en nuestro caso, incluso le invitan a comer en su casa. Hoy se considera que m?s que los fariseos, quienes quisieron la condena de Jes?s fueron los saduceos, a quienes pertenec?a la casta sacerdotal de Jerusal?n.

Por todos estos motivos, ser?a sumamente deseable dejar de utilizar el t?rmino ?fariseo? en sentido despreciativo. Ayudar?a al di?logo con los jud?os que recuerdan con gran honor el papel desempe?ado por la corriente de los fariseos en su historia, especialmente tras la destrucci?n de Jerusal?n.

Durante la comida, aquel s?bado, Jes?s ofreci? dos ense?anzas importantes: una dirigida a los ?invitados? y otra al ?anfitri?n?. Al due?o de casa, Jes?s le dijo (quiz? cara a cara o en presencia s?lo de sus disc?pulos): ?Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos??. Es lo que hizo el mismo Jes?s, cuando invit? al gran banquete del Reino a los pobres, a los afligidos, a los humildes, a los hambrientos, a los perseguidos (las categor?as de personas mencionadas en las Bienaventuranzas).

Pero en esta ocasi?n quisiera detenerme a meditar en lo que Jes?s dice a los ?invitados?. ?Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar??. Jes?s no quiere dar consejos de buena educaci?n. Ni siquiera pretende alentar el sutil c?lculo de quien se pone en ?ltima fila, con la escondida esperanza de que el due?o le pida que se acerque. La par?bola en esto puede dar pie a equ?voco, si no se tiene en cuenta el banquete y el due?o de los que Jes?s est? hablando. El banquete es el universal del Reino y el due?o es Dios.

En la vida, quiere decir Jes?s, escoge el ?ltimo lugar, trata de contentar a los dem?s m?s que a ti mismo; s? modesto a la hora de evaluar tus m?ritos, deja que sean los dem?s quienes los reconozcan y no t? (?nadie es buen juez en su casa?), y ya desde esta vida Dios te exaltar?. Te exaltar? con su gracia, te har? subir en la jerarqu?a de sus amigos y de los verdaderos disc?pulos de su Hijo, que es lo que realmente cuenta.

Te exaltar? tambi?n en la estima de los dem?s. Es un hecho sorprendente, pero verdadero. No s?lo Dios ?se inclina ante el humilde y rechaza al soberbio? (Cf. Salmo 107,6); tambi?n el hombre hace lo mismo, independientemente del hecho de ser creyente o no. La modestia, cuando es sincera, no artificial, conquista, hace que la persona sea amada, que su compa??a sea deseada, que su opini?n sea deseada. La verdadera gloria huye de quien la persigue y persigue a quien la huye.

Vivimos en una sociedad que tiene suma necesidad de volver a escuchar este mensaje evang?lico sobre la humildad. Correr a ocupar los primeros lugares, quiz? pisoteando, sin escr?pulos, la cabeza de los dem?s, son caracter?stica despreciadas por todos y, por desgracia, seguidas por todos. El Evangelio tiene un impacto social, incluso cuando habla de humildad y modestia.

[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit]
Publicado por verdenaranja @ 23:35  | Espiritualidad
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