DOSSIER FIDES sobre Mar?a en Europa. Colocamos Mar??a en Austria. MAR?A Y EUROPA
(Primera Parte)
Por N. Bux y S. Vitiello AUSTRIA
La Santa Madre de Dios, a Quien el pueblo austriaco asign? el t?tulo de ?Magna Mater Austriae?, ha siempre acompa?ado a la historia de estas tierras, invocada como ?Maria Hilf?, Ayuda de los Cristianos. La poblaci?n de aquellas tierras fue educada en la devoci?n mariana por los primeros cristianos de Italia del Norte. Posteriormente se enriqueci? con las ense?anzas del Santo Obispo Ambrosio, quien mand? sus propios misioneros, capaces de mostrar a Mar?a como Madre tierna y afectuosa con sus hijos, s?lido baluarte contra las huestes de Satan?s.
La milagrosa liberaci?n de la ciudad de Viena del asedio de doscientos mil soldados turcos, en el verano de 1683, es atribuida a la intercesi?n de la Bienaventurada Virgen. Para agradecer a la Divina Auxiliadora fueron enviados los trofeos de guerra al santuario de Passou, ahora ciudad alemana, y con ocasi?n de tal evento el Santo Padre Inocencio XI instituy? la fiesta del Santo Nombre de Mar?a, que se celebra en toda la Iglesia el 12 de septiembre de cada a?o.
El m?rito del notable desarrollo del culto mariano se deve a las ?rdenes regulares, primero la benedictina y luego la cisterciense, premonstratense, franciscana y dominica, las cuales difundieron por todas partes im?genes, capillas, iglesias y santuarios dedicados a la Santa Madre de Dios.
En la abad?a benedictina de Lambach, edificada en el 1032 por San Adalberto, aparece entre los frescos la Bienaventurada Virgen entronizada, como la Nicopeia bizantina. En la iglesia conventual de Seckau domina desde el siglo XII, una milagrosa imagen de Mar?a. En Rein, en la m?s antigua abad?a cisterciense de Austria, construida en 1129 por Leopoldo I, marqu?s de Estiria, sonr?e la Virgen coronada de espigas, parecida a Santa Mar?a de las Gracias de Mil?n. En la iglesia de los Escoceses, en Viena, desde 1158 atrae a los fieles la Domina en piedra, llevada por los monjes benedictinos escoceses e irlandeses desde Regensburg.
SANTUARIO DE MARIAZELL ? ESTIRIA Considerado el m?s famoso de Europa central, as? como el lugar religioso y espiritual predilecto de las poblaciones cat?licas del ?rea del Danubio, el santuario mariano de ?Mariazell?, colocado entre las monta?as de la Estiria, se origina en la celda del monje Magnus. ?l, proveniente del monasterio benedictino de Sant Lambert, alrededor de 1157, se establece entre aquellos montes llevando consigo una estatua mariana de madera de tilo, que seg?n la tradici?n fue esculpida por ?l mismo. La santidad de vida del monje as? como la notoriedad de los milagros que all? se realizaron, condujeron a un movimiento de numerosos peregrinos y adem?s, en el 1200, el Pr?ncipe Enrique Vladislav de Moravia, como agradecimiento por la curaci?n de una grave enfermedad, hizo edificar la primera iglesia intitulada a Mariazell, ?Madre de la gente eslava?.
Dos siglos m?s tarde, en 1370 fue meta de otro importante benefactor del santuario, el rey de Hungr?a Luis de Angio, quien, en agradecimiento por una inesperada victoria militar, como ex-voto mand? erigir la suntuosa capilla en la que hasta hoy se venera a la antigua imagen, colocada al centro de la iglesia como en la Santa Casa de Loreto. La notoriedad del Locus Sanctus entre las monta?as de Estiria y el sucesivo mayor flujo del Pueblo de Dios tienen un importante desarrollo alrededor del siglo XVII, cuando la misma corte imperial organizaba la gran peregrinaci?n anual de Viena. Al mismo periodo se remontan el aspecto actual del santuario y la riqu?sima decoraci?n interna: de la iglesia g?tica precedente se conserva el portal con la torre que sobresale y la capilla del rey Luis. Bajo el emperador Jos? II y con las guerras napole?nicas que siguieron, la peregrinaci?n a Mariazell fue frecuentemente impedida y el santuario sufri? varias veces saqueos, pero siempre volvi? a florecer.
El importante reconocimiento y la devoci?n por Mar?a Madre de las gentes eslavas por parte de tantos peregrinos, y en particular por parte de ciertas autoridades temporales, y el consiguiente compromiso de estas ?ltimas en la progresiva edificaci?n del santuario, testimonian la universalidad de la necesidad infinita del hombre mendigo de Cristo y la ?nica plena correspondencia a esta necesidad en Cristo mendigo del coraz?n del hombre, siempre a trav?s de la intercesi?n continua de Su Santa Madre ya que, como escribi? Dante Alighieri: ?qual vuol grazia ed a te non ricorre, sua disianza vuol volar sanz?ali?.
Todo hombre est? llamado a encontrar a Jesucristo y en ?l a realizarse a s? mismo a trav?s de Su santa voluntad. El Se?or act?a en la historia saliendo al encuentro del coraz?n del hombre sin exigir nada que no sea la misma naturaleza humana. ?Me dej? encontrar por quien no Me buscaba, le dije ?aqu? estoy? a quien no invocaba Mi Nombre? (Is 65, 1). Tambi?n una cierta conciencia de la propia necesidad infinita es sucesiva a la misma respuesta de Cristo, quien es el ?nico que ?revela el hombre al hombre?. Por lo tanto, como no se necesita, para el encuentro con la Persona de Jes?s de Nazareth, ninguna predisposici?n moral, no se necesita tampoco la condici?n social, sino que ?l se manifiesta gestis verbisque, a trav?s de los rostros de quienes Lo aman. Inter?s ?ltimo, en efecto, del Cuerpo M?stico de Cristo en la historia, la Santa Madre Iglesia, es la Salus animarum.
C?mo es grande el alma del hombre, m?s grande es s?lo Dios (Santa Teresa de ?vila).