Art?culo publicado en Bolet?n "Misioneros Javerianos" AGOSTO-SEPTIEMBRE 2007, N?mero 435. LA INCULTURACI?N EN EUROPA (IV)
P. Carlos Collantes
(Ver primera parte aqu?)
(Ver segunda parte aqu?)
(Ver tercera parte aqu?) Vivimos tiempos de ?ticas sin compromiso, sin esfuerzo; se lleva un estilo de vida ?descomprometido?, ligero. ?Para qu? entregarse a una causa noble con decisi?n, con tes?n, con esperanza? Ni las grandes verdades, ni las causas exigentes, ni los nobles ideales interesan, interesa el disfrutar porque todo es ef?mero, pasajero. Lo nuestro son los peque?os compromisos ?indoloros?, que no incomoden, que no desestabilicen, que no vayan a las ra?ces ni de la conciencia ni de la situaci?n, que no toquen las causas. En la sensibilidad actual posmoderna se acent?a de manera exagerada el valor del presente que se convierte en tiempo ?nico; un presente ef?mero y fugaz que hay que disfrutar a tope, en detrimento del pasado y del futuro que se silencian y ocultan. Y una buena manera de disfrutar del presente es consumir. ?Posponer la felicidad a un futuro ilusorio o irreal? ?Por qu? sacrificar un disfrute inmediato, concreto por un futuro incierto, nebuloso? Al proponer como objetivo el disfrute ?compulsivo? del presente, se eliminan de la conciencia exigencias fuertes, arriesgadas, compromisos duraderos, generosos. Se elimina el pasado con su huella, su recuerdo, su ?peso?. Podemos recordarlo mediante celebraciones siempre y cuando no se hable demasiado de la historia de las v?ctimas, de los que cayeron en el camino en aras del ?progreso>, victimas de intereses, de ideolog?as o de pretendidas ?verdades?.
Ocultamiento interesado Desde otras posiciones interesadas se difumina y oscurece el futuro, que es lo que queda a quienes est?n oprimidos y luchan con esperanza contra la injusticia en pos de un futuro m?s humano. La fuerza que sostiene a tantos hermanos de pie y les ofrece razones para seguir viviendo y luchando es el anhelo de un futuro mejor. Querer ocultar el futuro intentando que desaparezca del horizonte es una estrategia sutil para desalentar a unos y adormecer a otros. Pretenden anestesiar ideales, sue?os de un mundo mejor, la utop?a de la transformaci?n social, robarnos las ganas de luchar por un mundo m?s justo. Cuando se oculta el futuro, la salvaci?n acontece en el presente: disfruta, si puedes ?y si no? res?gnate, te ha tocado estar en el campo de los fracasados. Y si la niebla oculta el futuro, si borran el horizonte hacia el que caminar como hermanos de un mismo pueblo ?d?nde que-da la lucha com?n, el compartir, la solidaridad, la esperanza? Nos invitan a instalarnos en la desgana y la apat?a, en el conformismo y la resignaci?n.
Pero nosotros los cristianos somos un pueblo de peregrinos, tenemos una tradici?n viva, y el pasado tiene un nombre bonito: la fidelidad de Dios. Y ese pasado es memoria que ilumina, ayuda a comprender y sostiene. ?C?mo insertar a los j?venes en esa tradici?n cuando no existe el pasado? Y el futuro tiene tambi?n un hermoso rostro: las promesas de Dios, de un Dios fiel. Una promesa que motiva, despierta energ?as, entusiasma, moviliza. Cuando s?lo existe el presente fugaz, ef?mero que hay que disfrutar ?si puedes y tienes suerte porque has nacido en el Norte rico? ?c?mo podemos educar a los j?venes en valores como la solidaridad, la justicia para todos, la esperanza, la utop?a? ?D?nde que-dan los sue?os que alimentan la esperanza, d?nde el amor que sostiene la esperanza? Y ?d?nde queda el Dios de la fidelidad y de la promesa?
Disfruta, no pienses Esta concentraci?n del tiempo en el presente no es ingenua, el materialismo del que a veces nos quejamos tiene mu-
cho que ver con esta concepci?n; puesto que s?lo existe el presente, disfruta al m?ximo sin hacerte demasiadas preguntas. ?Si me va bien, ?por qu? necesito pensar en el futuro??, me dec?a un joven. No quieren que pensemos que todo est? conectado: el Norte ?la riqueza de unos? y el Sur, ?el empobrecimiento de una gran mayor?a?. Y si nos ?arrebatan? el futuro y anestesian los sue?os de fraternidad universal ?qu? es lo que queda entonces? El pragmatismo materialista. El aire cultural que respiramos, impregnado fuertemente de individualismo y subjetivismo con tintes hedonistas, penetra las decisiones ?peque?as y gran-des? de tanta gente. Cuando ?desaparece? el futuro y la esperanza se debilita, surgen por doquier suced?neos, futuros de sustituci?n: el auge
de la ?futurolog?a?. Hor?scopos, adivinos, vendedores de humo, explotadores de la credulidad o de los miedos, de la curiosidad o de la ansiedad. Otros buscan por doquier energ?as positivas... ola imposible eterna juventud.
Claro que hay que vivir en el presente ?es lo ?nico que tenemos? sin evasiones ni escapismos, transform?ndolo. Nuestra fe en un m?s all? feliz no puede ni debe enfriar nuestro compromiso por hacer la tierra m?s habitable, justa y humana para todos. Por ello tenemos que pensar y construir juntos un futuro com?n de manera justa y solidaria.
Y aunque el compromiso militante, responsable, exigente parece retroceder, para construirlo podemos aprovechar el potencial ?tico y de solidaridad que existe entre nosotros en tantas personas, grupos, asociaciones. Ocuparse de lo justo es necesario, y la justicia ?la b?blica? comienza en ese Dios que escucha el grito de los oprimidos. La opci?n preferencial por los pobres supone una gran dosis de esperanza, fe en el futuro, fe en un Dios amante de la vida, defensor de los oprimidos.
Nuestro Dios es el Dios de la esperanza, de los ?cielos nuevos y la tierra nueva? que conf?a a los creyentes el presente para transformarlo conforme a sus sue?os: "Que todos sean uno"; el Dios que quiere que una vida m?s digna y humana para todos sus hijos e hijas, vida que se transforma en una convivencia m?s fraterna y justa, m?s compasiva y solidaria; el Dios que despierta confianza y gozo. El Dios de Jesucristo que nos invita a trabajar en su vi?a, en la acogida y construcci?n de su Reino.
Testigos del Evangelio La poderosa y fr?gil sociedad de nuestros d?as no parece ejarse seducir por el evangelio, al contrario pretende erigirse en ?dolo seductor que inocula sutilmente en nuestros corazones su escala de valores, sus criterios de juicio, su
estilo de vida que se infiltra en nuestras decisiones y actitudes, aparentemente espont?neas o reflexivas, pero tal vez interiorizadas sin demasiada cr?tica. La desilusi?n, la anemia espiritual, la flojera apost?lica debilitan el empuje misionero de nuestras comunidades cristianas. El entusiasmo no es hoy el rasgo distintivo de nuestra fe-esperanza. Esta debilidad-flojera est? causada, en parte, por el enorme influjo seductor de la cultura que nos envuelve.
?De tales obst?culos, que perduran en nuestro tiempo, nos limitaremos a citar la falta defervor, tanto m?s grave cuanto que viene de adentro. Dicha falta de fervor se man?fiiesta en la fatiga y desilusi?n, en la acomodaci?n al ambiente y en el desinter?s, y sobre todo en la falta de alegr?a y de esperanza... Por ello, a todos aquellos que por cualquier t?tulo o en cualquier grado tienen la obligaci?n de evangelizan Nos los exhortamos a alimentar siempre el fervor del esp?ritu... Conservemos, pues, el fervor espiritual. Conservemos la dulce y confortadora alegr?a de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre l?grimas...? (Pablo VI Evangelii Nuntiandi, 80) S?lo en parte, hay otras causas que de-penden de nuestra pobre experiencia de Dios, de nuestra relaci?n superficial, intermitente, mediocre con El. Faltan profetas. La misi?n es manifestaci?n y fruto de una vida cristiana s?lida, convencida, entusiasta, y si ?sta se resiente, la misi?n se debilita. La inculturaci?n del evangelio en nuestra sociedad pasa por el testimonio de vida de nuestras comunidades cristianas. ■
?El hombre, por muy aut?nomo que sea, y la pol?tica, por muy democr?tica que quiera ser, tienen carencias tan importantes como no poder fabricar valores sino s?lo recibirlos... La autonom?a es la fabricaci?n de leyes que est?n al servicio de los valores, pero no crea valores tan democr?ticos como la libertad, la igualdad o la fraternidad. Esos estaban ya all? y de ellos hablaban las religiones. Atr?s queda la ingenuidad de tantos laicistas que ven la soluci?n del problema de la religi?n en su relegaci?n a la sacrist?a... pero la religi?n tiene algo que decir en dos puntos cruciales del hombre moderno: en el tipo de hombre que queremos ser y si es posible construir otro mundo?. (Reyes Mate)