Mi?rcoles, 26 de septiembre de 2007
Alfonso Aguil?
www.interrogantes.net


El ser humano ha buscado siempre actuar sobre su estado de ?nimo. Desde ni?os hemos observado que unos sentimientos nos sumergen en la desdicha y nos gustar?a librarnos de ellos, y para eso hemos ido ensayando unas t?cnicas sencillas, v?lidas para los casos m?s simples. Si estoy irritado por culpa del cansancio, me basta con descansar para ver las cosas ya de otro modo. Si estoy aburrido, busco compa??a y entretenimiento. Si siento miedo, pruebo a considerar la poca gravedad de su causa, o a re?rme de ella, o a distraerme con otra cosa para ver si el miedo se desvanece.

Pero sabemos que estas estrategias tienen serias limitaciones ante estados sentimentales m?s complejos, sobre todo cuando se trata de sentimientos ya bastante incorporados a nuestras vidas y que forman parte de nuestro estilo sentimental.

Unas veces, la soluci?n ser? actuar sobre las causas de aquello que nos est? afectando negativamente. Otras, esto no ser? posible, y tendremos que esforzarnos por cambiar nuestra respuesta sentimental ante cosas inevitables que nos suceden. Como se?alaba aquella vieja sentencia, hemos de tener valent?a para cambiar lo que se puede cambiar, serenidad para aceptar lo que no se puede cambiar, y sabidur?a para distinguir lo uno de lo otro.

?Lo malo es que a veces hay cosas que podr?an cambiarse, pero no queremos enfrentarnos a ellas de verdad.

Son fen?menos de escapismo en los que, de forma m?s o menos consciente, eludimos o ignoramos la realidad y buscamos refugio en otras cosas. En sus grados m?s elevados, es lo que sucede con el recurso al alcohol, el juego, los estimulantes o la droga. Son fugas que pretenden mejorar el resultado del balance sentimental, pero sin cambiar las partidas (en esto, act?an igual que hacen los malos contables). En vez de asumir lo que les sucede, intentan escapar, y por mal camino.

No son las cosas que nos pasan
lo que nos hace
felices o desdichados,
sino el modo
en que las asumimos.


Las estructuras sentimentales forman parte del car?cter. A una persona cobarde o pesimista suelen faltarle fuerzas para enfrentarse a las diferentes situaciones que le depara la vida. En cambio, una persona decidida y optimista superar? con buen ?nimo las dificultades que se le presenten. Y una persona agresiva puede arruinar su familia o el ambiente de su lugar de trabajo con sus intemperancias.

?Pero todo el mundo prefiere tener un car?cter optimista y alegre, por ejemplo; lo que pasa es que no es f?cil lograrlo.

Efectivamente, todo el mundo prefiere la alegr?a a la tristeza, la serenidad a la angustia, el ?nimo a la depresi?n, el amor al odio, y la generosidad a la envidia. Lo malo es que, como dices, al llegar a la edad adulta nos encontramos con que no somos como nos gustar?a ser, y vemos que tenemos un estilo sentimental ya muy hecho, que es como un n?cleo duro dentro de nosotros, muy resistente al cambio. Por eso, acometer cuanto antes la educaci?n del car?cter ?y con ella, la educaci?n de los sentimientos?, es tan decisivo para lograr una vida feliz.

?Eso est? claro, pero ?c?mo se pueden corregir esas diferencias en el tono afectivo personal?

Las personas tendemos a buscar refugio en lo que nos resulta menos costoso (eso no siempre es malo, pero bastantes veces s?). Por eso debemos procurar no encerrarnos en esas zonas de comodidad que todos tenemos: soledad, retraimiento, inhibici?n, falta de autoridad, resistencia a expresar lo que pensamos o sentimos, etc. Hemos de poner esfuerzo para salir de esos c?lidos refugios y as? modelar poco a poco nuestro estilo sentimental. Naturalmente, ese esfuerzo ha de mantenerse durante largos periodos de tiempo, hasta que se asuman como rasgos ordinarios de nuestro car?cter.

??Y piensas que puede llegarse a un estado sentimental en el que apenas haya sentimientos desagradables?

Es una pregunta interesante. Los sentimientos suelen revelar significados reales, y por eso resulta muy peligroso pretender aniquilarlos sistem?ticamente.

Por ejemplo, si jam?s tuvi?ramos sentimientos de culpa o de verg?enza, ser?amos unos sinverg?enzas, o al menos unos frescos, puesto que todos hacemos cosas mal (al menos de vez en cuando). Si jam?s tuvi?ramos sentimientos de miedo, ser?amos unos temerarios peligros?simos. Y si jam?s sinti?ramos ira, es posible que fu?ramos unos pasotas impresentables.

O sea, hay muchos sentimientos desagradables que son positivos y necesarios. Para modelar el propio estilo sentimental que compone nuestro car?cter, lo que necesitamos es saber qu? conviene cambiar, y c?mo.

Pero no pensemos que es cuesti?n
simplemente de eliminar
los sentimientos desagradables.


Porque eso tambi?n conducir?a a la ruina personal. Educar los sentimientos es algo m?s complejo que eso.


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