ZENIT publica la intervenci?n de Benedicto XVI en la audiencia general del mi?rcoles, 25 de Septiembre de 2007, dedicada a presentar los ?ltimos momentos de vida de san Juan Cris?stomo y su ense?anza social.
Queridos hermanos y hermanas:
Continuamos nuestra reflexi?n sobre san Juan Cris?stomo. Tras el per?odo pasado en Antioqu?a, en el a?o 397, fue nombrado obispo de Constantinopla, capital del Imperio romano de Oriente. Desde el inicio, Juan proyect? la reforma de su Iglesia: la austeridad del palacio episcopal ten?a que ser un ejemplo para todos: clero, viudas, monjes, personas de la corte y ricos.
Por desgracia no pocos de ellos, tocados por sus juicios, se alejaron de ?l. Sol?cito con los pobres, Juan fue llamado tambi?n ?el limosnero?. Como administrador atento logr? crear instituciones caritativas muy apreciadas. Su capacidad emprendedora en los diferentes campos hizo que algunos le vieran como un peligroso rival. Sin embargo, como aut?ntico pastor, trataba a todos de manera cordial y paterna. En particular, siempre ten?a gestos de ternura especial por la mujer y dedicaba una atenci?n particular al matrimonio y a la familia. Invitaba a los fieles a participar en la vida lit?rgica, que hizo espl?ndida y atractiva con creatividad genial.
A pesar de su bondad, no tuvo una vida tranquila. Pastor de la capital del Imperio, se vio envuelto a menudo en intrigas pol?ticas por sus continuas relaciones con las autoridades y las instituciones civiles. A nivel eclesi?stico, dado que hab?a depuesto en Asia, en el a?o 401 a seis obispos indignamente elegidos, fue acusado de haber superado los l?mites de su jurisdicci?n, convirti?ndose en diana de acusaciones f?ciles. Otro pretexto de ataques contra ?l fue la presencia de algunos monjes egipcios, excomulgados por el patriarca Te?filo de Alejandr?a, que se refugiaron en Constantinopla. Despu?s se cre? una fuerte pol?mica causada por las cr?ticas de Cris?stomo a la emperatriz Eudoxia y a sus cortesanas, que reaccionaron desacredit?ndolo e insult?ndolo. De este modo, fue depuesto, en el s?nodo organizado por el mismo patriarca Te?filo, en el a?o 403, y condenado a un primer exilio breve. Tras regresar, la hostilidad que suscit? a causa de sus protestas contra las fiestas en honor de la emperatriz, que el obispo consideraba como fiestas paganas, lujosas, y la expulsi?n de los presb?teros encargados de los bautismos en la Vigilia Pascual del a?o 404 marcaron el inicio de la persecuci?n contra Juan Cris?stomo y sus seguidores, llamados ?juanistas?.
Entonces, Juan denunci? con una carta los hechos al obispo de Roma, Inocencio I. Pero ya era demasiado tarde. En el a?o 406 fue exiliado nuevamente, esta vez en Cucusa, Armenia. El Papa estaba convencido de su inocencia, pero no ten?a poder para ayudarle. No se pudo celebrar un concilio, promovido por Roma para lograr la pacificaci?n entre las dos partes del Imperio y entre sus Iglesias. El duro viaje de Cucusa a Pitionte, destino al que nunca lleg?, deb?a impedir las visitas de los fieles y romper la resistencia del prelado agotado: ?la condena al exilio fue una aut?ntica condena a muerte! Son conmovedoras las numerosas cartas del exilio, en las que Juan manifiesta sus preocupaciones pastorales con tonos de dolor por las persecuciones contra los suyos. La marcha hacia la muerte se detuvo en Comana Pontica. All? Juan fue llevado a la capilla del m?rtir san Basilisco, donde entrego el esp?ritu a Dios y fue sepultado, como m?rtir junto al m?rtir (Paladio, ?Vida? 119). Era el 14 de septiembre de 407, fiesta de la Exaltaci?n de la santa Cruz. La rehabilitaci?n tuvo lugar en el a?o 438 con Teodosio II. Las reliquias del santo obispo, colocadas en la iglesia de los Ap?stoles, en Constantinopla, fueron transportadas en el a?o 1204 a Roma, en la primitiva Bas?lica de Constantino, y yacen en ahora en la capilla del Coro de los Can?nigos de la Bas?lica de San Pedro.
El 24 de agosto de 2004 una parte importante de las misma fue entregada por el Papa Juan Pablo II al patriarca Bartolom? I de Constantinopla. La memoria lit?rgica del santo se celebra el 13 de septiembre. El beato Juan XXIII le proclam? patr?n del Concilio Vaticano II.
De Juan Cris?stomo se dijo que, cuando se sent? en el trono de la Nueva Roma, es decir, Constantinopla, Dios hizo ver en ?l un segundo Pablo, un doctor del universo. En realidad, en Cris?stomo se da una unidad esencial de pensamiento y de acci?n tanto en Antioqu?a como en Constantinopla. S?lo cambian su papel y las situaciones. Al meditar en las ocho obras realizadas por Dios en la secuencia de los seis d?as, en el comentario del G?nesis, Juan Cris?stomo quiere hacer que los fieles se remonten de la creaci?n al Creador: ?Es de gran ayuda saber qu? es la criatura y qu? es el Creador?, dice. Nos muestra la belleza de la creaci?n y la transparencia de Dios en su creaci?n, que se convierte de este modo en una especie de ?escalera? para ascender a Dios, para conocerle.
Pero a este primer paso le sigue otro: este Dios, creador, es tambi?n el Dios de la condescendencia (?synkatabasis?). Nosotros somos d?biles para ?ascender?, nuestros ojos son d?biles. De este modo, Dios se convierte en el Dios de la condescendencia, que env?a al hombre ca?do y extranjero una carta, la Sagrada Escritura. De este modo, la creaci?n y la escritura se completan. A la luz de la Escritura, de la carta que Dios nos ha dado, podemos descifrar la creaci?n. Dios es llamado ?padre tierno? (?philostorgios?) (ib?dem), m?dico de las almas (Homil?a 40,3 sobre el G?nesis), madre (ib?dem) y amigo cari?oso (?Sobre la Providencia? 8,11-12).
Pero al primer paso de la creaci?n como ?escalera? hacia Dios y al segundo de la condescendencia de Dios, a trav?s de la carta que nos ha dado, la Sagrada Escritura, se le a?ade un tercer paso: Dios no s?lo nos transmite una carta, en definitiva, ?l mismo baja, se encarna, se convierte realmente en ?Dios con nosotros?, nuestro hermano hasta la muerte en la Cruz.
Y a estos tres pasos --Dios que se hace visible en la creaci?n, Dios que nos env?a una carta, Dios que desciende y se convierte en uno de nosotros-- se llega al final a un cuarto paso: en la vida y acci?n del cristiano, el principio vital y din?mico es el Esp?ritu Santo (?Pneuma?), que transforma la realidad del mundo. Dios entra en nuestra misma existencia a trav?s del Esp?ritu Santo y nos transforma desde dentro de nuestro coraz?n.
Con este tel?n de fondo, precisamente en Constantinopla, Juan, al comentar los Hechos de los Ap?stoles, propone el modelo de la Iglesia primitiva (Hechos 4, 32-37) como modelo para la sociedad, desarrollando una ?utop?a? social (como una ?ciudad ideal?). Se trataba, de hecho, de dar un alma y un rostro cristiano a la ciudad. En otras palabras, Cris?stomo comprendi? que no es suficiente hacer limosna, ayudar a los pobres de vez en cuando, sino que es necesario crear una nueva estructura, un nuevo modelo de sociedad; un modelo basado en la perspectiva del Nuevo Testamento. Es la nueva sociedad que se revela en la Iglesia naciente. Por tanto, Juan Cris?stomo se convierte de este modo en uno de los grandes padres de la Doctrina Social de la Iglesia: la vieja idea de la ?polis? griega es sustituida por una nueva idea de ciudad inspirada en la fe cristiana. Cris?stomo defendi? como Pablo (Cf. 1 Corintios 8, 11) el primado de cada cristiano, de la persona en cuanto tal, incluso del esclavo y del pobre. Su proyecto corrige de este modo la tradicional visi?n de la ?polis? griega, de la ciudad, en la que amplias capas de la poblaci?n quedaban excluidas de los derechos de ciudadan?a, mientras en la ciudad cristiana todos son hermanos y hermanas con los mismos derechos. El primado de la persona es tambi?n la consecuencia del hecho de que bas?ndose en ella se construye la ciudad, mientras que en la ?polis? griega la patria se pon?a por encima del individuo, que quedaba totalmente subordinado a la ciudad en su conjunto. De este modo, con Cris?stomo comienza la visi?n de una sociedad construida con la conciencia cristiana. Y nos dice que nuestra ?polis? es otra, ?nuestra patria est? en los cielos? (Filipenses 3, 20) y esta patria nuestra, incluso en esta tierra, nos hace a todos iguales, hermanos y hermanas, y nos obliga a la solidaridad.
Al final de su vida, desde el exilio en las fronteras de Armenia, ?el lugar m?s remoto del mundo?, Juan, enlazando con su primera predicaci?n del a?o 386, retom? el tema que tanto le gustaba del plan que Dios tiene para la humanidad: es un plan ?inefable e incomprensible?, pero seguramente guiado por ?l con amor (Cf. ?Sobre la providencia? 2, 6). Esta es nuestra certeza. Aunque no podamos descifrar los detalles de la historia personal y colectiva, sabemos que el plan de Dios est? siempre inspirado por su amor. De este modo, a pesar de sus sufrimientos, Juan Cris?stomo reafirmaba el descubrimiento de que Dios ama a cada uno de nosotros con un amor infinito, y por este motivo quiere la salvaci?n de todos. Por su parte, el santo obispo, cooper? con esta salvaci?n con generosidad, sin ahorrar nada, durante todo su vida. De hecho, consideraba como ?ltimo fin de su existencia esa gloria de Dios que, ya moribundo, dej? como ?ltimo testamento: ??Gloria a Dios por todo!? (Paladio, ?Vida? 11).
[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit. Al final de la audiencia, el Papa salud? a los peregrinos en varios idiomas. En espa?ol, dijo:]
Queridos hermanos y hermanas:
Continuamos hoy la catequesis sobre san Juan Cris?stomo. Nombrado obispo de Constantinopla proyect? la reforma de su Iglesia. La austeridad del palacio episcopal deb?a ser ejemplo para todos. Por su solicitud con los pobres fue llamado el ?limosnero?. Trataba a todos paternalmente, especialmente a las familias. No obstante su bondad, fue v?ctima de intrigas pol?ticas, siendo condenado al exilio, desde el cual escribi? numerosas cartas pastorales.
Meditando el libro del G?nesis, gu?a a los fieles de la creaci?n al Creador, que es el Dios de la condescendencia, y por eso llamado tambi?n ?padre tierno?, m?dico de las almas, madre y amigo afectuoso. Une a Dios Creador y Dios Salvador, ya que Dios dese? tanto la salvaci?n del hombre que no se reserv? a su ?nico Hijo. Comentando los Hechos de los Ap?stoles propone el modelo de la Iglesia primitiva, desarrollando una utop?a social, casi una ?ciudad ideal?. Trataba de dar un rostro cristiano a la ciudad, afrontando los principales problemas, especialmente las relaciones entre ricos y pobres, a trav?s de una in?dita solidaridad.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua espa?ola, especialmente a los sacerdotes del Pontificio Colegio Mexicano, a los diversos grupos parroquiales, al Centro de Capacitaci?n de Toledo, as? como a los dem?s peregrinos venidos de Espa?a, M?xico, Chile, Argentina y de otros pa?ses latinoamericanos. Que las ense?anzas de san Juan Cris?stomo nos ayuden a descubrir el amor infinito con que Dios nos ama y que quiere la Salvaci?n de todos los hombres. Muchas gracias.
[? Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana]