S?bado, 29 de septiembre de 2007
Mensaje que, con ocasi?n del final del Ramad?n ('Id al-Fitr 1428 H./ 2007 A.D.), el Pontificio Consejo para el Di?logo Interreligioso env?a a los musulmanes el viernes 28 de Septiembre de 2007.


PONTIFICIO CONSEJO PARA EL DI?LOGO INTERRELIGIOSO
MENSAJE EN LA CONCLUSI?N DEL RAMAD?N


"Id al-Fitr 1428 H./ 2007 A.D.
Cristianos y musulmanes:
llamados a promover una cultura de la paz



Queridos amigos musulmanes:

1. Me es particularmente grato presentaros las felicitaciones amistosas y c?lidas del Pontificio Consejo para el Di?logo Interreligioso en vuestra gozosa fiesta de "Id al-Fitr, con la que se concluye el camino recorrido durante el mes de ayuno y oraci?n del Ramad?n. Es ?ste un tiempo fuerte para la vida de la comunidad musulmana, que da a cada uno de los creyentes una fuerza nueva para su existencia personal, familiar y social. Es importante, efectivamente, que cada uno testimonie el mensaje religioso con una vida m?s ?ntegra y m?s conforme al plan del Creador, preocup?ndose del servicio a los hermanos, y en un clima de solidaridad y fraternidad siempre creciente para con los miembros de otras religiones y para con todos los hombres de buena voluntad dispuestos todos a trabajar conjuntamente para la consecuci?n del bien com?n.

2. En el dif?cil momento hist?rico que atravesamos, los miembros de las diversas religiones tienen sobre todo el deber de actuar, como servidores del Todopoderoso, en favor de la paz, que se alcance mediante el respecto a las propias convicciones personales y comunitarias, as? como tambi?n con la libertad de la pr?ctica religiosa. La libertad de religi?n, que no puede quedar reducida a la simple libertad de culto, es ciertamente uno de los aspectos esenciales de la libertad de conciencia, derecho fundamental de toda persona y piedra angular de los derechos humanos. Solamente as? se podr? edificar una cultura de la paz y de la solidaridad entre los hombres, implic?ndose todos en la construcci?n de una sociedad cada vez m?s fraterna, haciendo todo lo posible para rechazar todo tipo de violencia, denunciando y repudiando cualquier recurso a la misma, que nunca podr? tener una motivaci?n religiosa, puesto que ella hiere en el hombre la imagen de Dios. Sabemos perfectamente que la violencia, particularmente el terrorismo, que golpea ciegamente causando numerosas v?ctimas, sobre todo entre los m?s inocentes, es incapaz de resolver los conflictos, y que no hace m?s que suscitar el engranaje mort?fero del odio destructor, en detrimento del hombre y de las sociedades.

3. Como personas religiosas, tenemos que ser antes de todo educadores de la paz, de los derechos humanos, de una libertad respetuosa para cada uno, as? como tambi?n de una vida social cada vez m?s fuerte, porque el hombre debe preocuparse de sus hermanos y hermanas sin discriminaci?n ninguna. Nadie puede ser excluido de la comunidad nacional en raz?n de su raza, de su religi?n, ni por ning?n otro motivo personal. Todos juntos, miembros de tradiciones religiosas diferentes, estamos llamados a difundir una ense?anza que respete la dignidad de cada persona humana, a difundir un mensaje de amor entre las personas y los pueblos. Tenemos que formar en este esp?ritu especialmente a las j?venes generaciones, que tendr?n la responsabilidad del mundo de ma?ana. Es deber de las familias ante todo, luego de las personas con responsabilidades en el mundo educativo, de las Autoridades civiles y religiosas estar muy atentos para prodigar una ense?anza justa y dar a cada uno una educaci?n apropiada en los diversos aspectos se?alados, particularmente proporcionando una educaci?n c?vica que invite a cada joven a respetar a los que le rodean y a considerarlos como hermanos y hermanas, con los que est?n llamados a convivir cotidianamente, y no en la indiferencia sino con una atenci?n verdaderamente fraternal. Es m?s urgente que nunca educar a las j?venes generaciones en los valores humanos, morales y c?vicos fundamentales, imprescindibles tanto para la vida personal, como para la vida com?n. Toda falta de urbanidad debe ser ocasi?n para recordar a los j?venes lo que se espera de ellos en la vida social. Es el bien com?n de cada sociedad y del mundo en su conjunto lo que est? hoy en juego.

4. Es en este esp?ritu hay que continuar e intensificar el di?logo entre Cristianos y Musulmanes, en su dimensi?n educadora y cultural, para que se movilicen todas las fuerzas al servicio del hombre y de la humanidad, para que las j?venes generaciones no se constituyan en bloques culturales o religiosos, unos contra otros, sino como aut?nticos hermanos y hermanas. El di?logo es un instrumento que nos puede ayudar para salir de esta espiral sin termino de los m?ltiples conflictos y tensiones que atraviesan nuestras sociedades, para que todos los pueblos puedan vivir en la serenidad y en la paz, en el respeto mutuo y en el buen entendimiento entre todos.

Al fin de alcanzar esto, hago votos para que a trav?s de encuentros e intercambios, Cristianos y Musulmanes trabajen conjuntamente en la estima rec?proca para promover la paz y procurar un mejor porvenir para todos los hombres; ser?n un ejemplo a seguir y a imitar para la juventud de hoy. As? los j?venes tendr?n nueva confianza en la vida social, se comprometer?n m?s y se insertar?n en la tarea de su transformaci?n. La educaci?n y el ejemplo ser?n de este modo para ellos fuente de esperanza para el futuro.

5. Este es el ardiente deseo que quiero poner en com?n con vosotros: que Cristianos y Musulmanes incrementen m?s y m?s sus relaciones amistosas y constructivas para compartir sus espec?ficas riquezas y cuiden particularmente a la cualidad de su testimonio de creyentes.

Os reitero, queridos Amigos Musulmanes, mi m?s calurosa felicitaci?n por vuestra fiesta y pido al Dios de la paz y de la misericordia que os conceda a todos salud, serenidad y prosperidad.

Cardenal Jean-Louis Tauran
Presidente

Arzobispo Pier Luigi Celata
Secretario
Comentarios