Art?culo escrito por monse?or Juan del R?o Mart?n, obispo de Jerez y presidente de la Comisi?n de la Conferencia Episcopal Espa?ola para los Medios de Comunicaci?n. LA CUESTI?N DE FONDO
El mundo virtual lo invade todo. La ideolog?a laicista con su correlativo, la ?dictadura del relativismo? ha dise?ado un ?tipo de persona?, cerrada en si misma, que se siente arrojada entre las cosas, dominada por lo puramente subjetivo y sentimental, que ha renunciado a todo pretensi?n de verdad, que reniega de su ser religado y olvida que la religi?n es un elemento estructural de la conciencia humana, una categor?a universal indispensable. Pues bien, este es el planteamiento que subyace en el fondo de los contenidos de la asignatura Educaci?n para la ciudadan?a. Aunque todo ello, lleve el gran envoltorio del estudio de los Derechos Humanos, de la Constituci?n Espa?ola y de normas para un vivir c?vico?etc., que por lo dem?s, todo el mundo est? de acuerdo. Pero ?no se puede dar gato por liebre?, al final el pueblo no es tonto y sabe que aqu? nos encontramos ante un proyecto ideol?gico de alto calado. Por eso mismo hay que imponerlo, porque hay sus intereses. No se olvide, que el crear un nuevo paradigma de la persona ha sido la tentaci?n de todos los sistemas totalitarios.
Sin embargo, por mucho aparato medi?tico que se tenga para expandir esa ?nueva imagen?, la realidad de la naturaleza humana es tozuda y la historia de las culturas y de los pueblos nos hablan c?mo el misterio de la persona reclama un Misterio superior que d? sentido y fundamento a la existencia. Adem?s, esta ideolog?a muestra sus propios l?mites porque lo que parec?a un lenguaje comprendido y compartido por todos acerca del hombre y sus derechos universales, cambia. Ahora ya la dignidad de la persona es algo voluble, debido a que los derechos son negociables, en los contenidos, en el tiempo y en el espacio. En cierto modo, se trata de una caja vac?a. El relativismo moral y religioso siempre es una fuga hacia delante, una b?squeda continua de novedad. Esto lleva a un desasosiego a la sociedad que ya no sabe lo que es bueno o malo, lo que est? bien y aquello que se ha de evitar. As?, todo ello revela una falta de sentido de la vida, una perdida de entusiasmo, una nostalgia de lo sagrado.
No es posible un aut?ntico debate con juicios previos ni con cartas en la manga. Por eso, hay que desenmascarar los prejuicios anticat?licos que encierra el laicismo. En primer lugar no es cierto que la religi?n sea algo propio de una mente primitiva, poco racional y poco cient?fica e inclinada a la intolerancia y al fundamentalismo. Segundo, en una sociedad democr?tica y plural nadie se debe atribuir qui?n tiene protagonismo y qui?n no tiene en la vida p?blica. La religi?n no es una ?molestia p?blica?, como el humo, que se tolera en privado, pero en p?blico debe someterse a estrechas limitaciones. Tercero, el ordenamiento civil, para que sea aut?nticamente democr?tico, necesita valores, y la religi?n fomenta e inspira valores id?neos para una convivencia pac?fica y aut?nticamente humana. Cuarto, la Iglesia respeta la sana laicidad del Estado y la autonom?a de las realidades terrenas (cf. GS, 76).Quinto, la aportaci?n del cristianismo no es solamente un hecho del pasado, sino que encierra en s? una fuerza generadora que se hace presente en cada momento hist?rico suscitando los elementos que la democracia necesita. Ser cat?lico no es impedimento para ser un ciudadano democr?tico, es m?s, los elementos claves que sustentan las democracias modernas tienen su origen en el hecho cristiano. Por ?ltimo, el cristianismo ha colaborado de muchas maneras, en la formaci?n de la cultura humana, y por lo tanto no ha de sorprender que la laicidad, correctamente entendida, pueda y deba conjugarse con la cultura cristiana.