En estos días en que vivimos tan dependientes de lo inmediato y tangible, tan condicionados por lo práctico a corto plazo, tan predispuestos a no aceptar sino lo que podemos directamente comprobar, pues la mentira se ha establecido entre los hombres, podría parecer de ilusos hablar de ángeles; sino fuera porque se refiere Jesús a ellos en distintos momentos y porque la Iglesia los describe como seres espirituales, no corporales, según enseña unánimemente la Sagrada Escritura y la Tradición. Son criaturas personales e inmortales, dotadas de inteligencia y voluntad, que superan en perfección a todos los seres visibles.
La fe católica y la aceptación de la Biblia conducen de modo necesario a considerar a las criaturas angélicas como otra más de las obras de Dios. Los ángeles se encuentran presentes de tal modo en la historia de la relación de los hombres con Dios, que si negáramos su existencia nada de esa relación se podría sostener. Aparecen, de hecho, junto al hombre con toda naturalidad, como un elemento más de esa existencia sobrenatural y trascendente que nos ha sido revelada. Y su presencia es habitual: unos personajes espirituales, según se desprende de su comportamiento –no están sujetos a las leyes físicas como el hombre– que, en ocasiones, se designan por su nombre propio, como es el caso de Miguel, Gabriel y Rafael. Los vemos al comienzo de la historia de la salvación, en el Paraíso, y en otros numerosos momentos de esa historia, casi siempre como mensajeros de Dios. Especialmente significativo, en este sentido, es el anuncio de la Encarnación del Hijo de Dios a María, por medio del arcángel Gabriel, con lo que dio comienzo la singular y salvadora presencia de Dios en el mundo.
El mismo Jesucristo habla de ellos varias veces. Por ejemplo, cuando se refiere al fin del mundo: Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles... Pero antes habían aparecido ya en gran número con ocasión de su nacimiento, anunciando el hecho a los pastores de Belén; le sirvieron en el desierto después de su ayuno y de haber sido tentado por el diablo; un ángel le confotará en la agonía de Getsemaní; están presentes junto al sepulcro de Cristo resucitado; cuando ascendió finalmente a los cielos, hacen caer a sus discípulos en la cuenta de la realidad que vivían, para que comenzarán sin más dilación la extensión del Evangelio.
Los ángeles son criaturas espirituales que glorifican a Dios sin cesar y que sirven a sus designios salvíficos con las otras criaturas, declara el "Catecismo de la Iglesia Católica". Los ángeles cooperan en toda obra buena que hacemos, afirma santo Tomás de Aquino. Y en el propio "Catecismo" leemos: Los ángeles rodean a Cristo, su Señor. Le sirven particularmente en el cumplimiento de su misión salvífica para con los hombres y la Iglesia venera a los ángeles que la ayudan en su peregrinar terrestre y protegen a todo ser humano. Respetar las leyes inscritas en la creación y las relaciones que derivan de la naturaleza de las cosas es un principio de sabiduría y un fundamento de la moral. Si no mantuviéramos con segura certeza la existencia de los ángeles, ya que aparecen como otra más de las verdades reveladas, estaríamos negando la razón de credibilidad en la fe, que no es verdadera y cierta por ser razonable, sino por la autoridad infalible de Dios que revela.
La Iglesia habla asimismo de la existencia de los demonios, que son ángeles caídos por haber rechazado libremente servir a Dios y su designio. Su opción contra Dios es definitiva. Intentan asociar al hombre en su rebelión contra Dios. Así lo afirma también el "Catecismo de la Iglesia Católica". Y la misma idea, de modo repetido, han recordado los últimos Romanos Pontífices: que el diablo es un ser personal que induce a los hombres a separarse de Dios.
La fiesta de los tres arcángeles que hoy celebramos, debe ser una buena ocasión para que fomentemos más el trato con estos espíritu celestiales. Los ángeles custodios están junto cada uno para asistirnos en nuestro camino hasta la casa del Cielo. No queramos menospreciar a ese príncipe del Paraíso, que desea colaborar con nuestras fuerzas, mientras deseamos ser cada día más agradables a Dios. San Josemaría nos recuerda uno de tantos detalles, recogidos en la Escritura, de natural familiaridad de los primeros fieles con sus ángeles:
Bebe en la fuente clara de los "Hechos de los Apóstoles": en el capítulo XII, Pedro, por ministerio de Angeles libre de la cárcel, se encamina a casa de la madre de Marcos. —No quieren creer a la criadita, que afirma que está Pedro a la puerta. "Angelus ejus est!" —¡será su Angel!, decían.
—Mira con qué confianza trataban a sus Custodios los primeros cristianos.
—¿Y tú?
Entre muchos otros piropos, dedicamos a nuestra Madre del Cielo el de Reina de los Ángeles. A Ella suplicamos confiadamente que nos recuerde, siempre que sea preciso, que contamos para nuestro bien con la poderosa y amable asistencia de nuestro ángel.
En una agitada calle de París, se encuentra el Convento de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Es un convento muy activo, porque las personas vienen de todo el mundo para orar en la Capilla y pedir la intercesión de la Virgen Inmaculada, Madre de Dios.
Vienen aquí porque la Capilla es un lugar sagrado, un lugar donde el Cielo se une a la tierra de una manera especial. Esta unión de Cielo y tierra comenzó en 1830, cuando Santa Catalina Labouré experimentaba las visiones de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Durante el curso de estas visiones, la Virgen prometió que todos los que vinieran aquí con Fe recibirían inmensas gracias a través de su intercesión, a través de su Divino Hijo, Jesús.
La historia del Escapulario Verde empieza en esta misma Capilla, pero nueve años después, y con otra Hermana, Justina Bisqueyburu. Es a ella a quien Nuestra Señora del Escapulario de Verde se le aparecía.
La Hermana Justina Bisqueyburu nació el 11 de noviembre de 1817, en el pueblo de Mauleon, en los bajos Pirineos de Francia. Pasó sus primeros años con la hermana de su madre. Su vida en ese momento era simple, como la de cualquier niña de su edad. Cuando cumplió los 22 años, Justina se unió a las Hermanas de Caridad de San Vicente de Paúl, una Congregación muy popular y extendida en Francia, y fundada en los grandes principios de espiritualidad y caridad del gran `Monseñor Vicente', que era como a él se le refería. El Convento de la Congregación estaba en la Rue du Bac, en París, una calle bulliciosa en el corazón del sector comercial de la ciudad.
Brevemente después de su llegada al Convento, Justina comenzó a experimentar gracias místicas y manifestaciones sobrenaturales.
El 28 de enero de 1840, durante su retiro de noviciado, estando orando en silencio en la Capilla del convento, se le apareció, sobresaltándola, la Santísima Virgen María. La Madre de Dios tenía un vestido largo de seda blanca dejando al descubierto sus pies. Encima del vestido tenía un manto del más pálido azul. Su cabello caía suavemente sobre sus hombros y no estaba cubierto por un velo. La Hermana observó que las manos de la Santísima Virgen estaban dobladas hacia su pecho y sosteniendo el Inmaculado Corazón, del cual salían llamas resplandecientes. La Madre de Dios no dijo nada.
Esta visión se repitió al final del retiro de la Hermana Justina y en otras cinco ocasiones durante el curso de su noviciado. En cada ocasión, la Santísima Virgen no decía nada y los detalles de cada visión eran idénticos.
Después de hacer sus primeros votos, Sor Justina fue enviada al pueblo de Blangy, para trabajar allí con las Hermanas de su Congregación. Al poco tiempo de su llegada, las Hermanas se reunieron para celebrar la fiesta del Nacimiento de la Santísima Virgen María. Sor Justina se encontraba en oración meditando en esta celebración. De pronto tuvo una nueva visión, esta vez diferente a la de ocasiones anteriores.
La Santísima Virgen se le aparece vestida igual que en las otras ocasiones: con un vestido de seda blanca cubierto por el manto azul pálido, yen sus manos sosteniendo el Inmaculado Corazón, resplandeciente con las más intensas y deslumbrantes llamas que salían de él. Pero, tenía algo diferente: en su mano izquierda sostenía lo que parecía ser un Escapulario o insignia de alguna clase. A diferencia de otros Escapularios, éste tenía un sólo cuadrado de tela en lugar de dos. El cuadrado de tela estaba atado con cordones verdes. En él estaba una imagen de la Virgen de la misma forma en que se la había aparecido a Sor Justina en sus anterio¬res visiones, sosteniendo en su mano dere¬cha su Inmaculado Corazón.
Al voltear la imagen, la religiosa vio "un Corazón ardiendo con rayos más deslumbrantes que el sol y tan transparente como el cristal." El Corazón fue perforado por una espada y rodeado por una oración en forma oval, y en la parte superior de óvalo, una Cruz de oro. En la oración se lee: "Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte."
Durante esta visión se le dio a conocer por una revelación interior el significado de esta aparición. Se le reveló que este el Escapulario del Inmaculado Corazón sería un poderoso instrumento para la conversión de
almas, particularmente aquellas que no tienen Fe, y que por medio de él, la Santísima Virgen obtendría para ellos, mediante su Hijo, la gracia de una muerte en 'gracia de Dios'. Se le hizo también saber a la religiosa el
deseo de la Madre de Dios de que el escapulario fuese propagado por todas partes para que estas gracias particulares, lleguen a todas las almas que abracen esta devoción.
Siempre humilde y prudente, y desconfiada de ella misma, la Hermana Justina temía que lo que ella había experimentado fuera sólo el producto de su imaginación. Le contó estas experiencias a su Superiora, y le pidió que no dijera nada. Sin embargo, también le pidió que si ella consideraba necesario, le contaría todo lo ocurrido al Director Espiritual.
En apariciones subsiguientes la Virgen se apareció de la misma forma, insistiendo en que se propagara la devoción a este escapulario. Finalmente, los Escapularios se empezaron a fabricar y a ser distribuidos por las Hermanas en París, luego por toda Francia y fuera de ella. Con este fin, las Hermanas habían recibido la aprobación formal y el impulso necesario de Su Santidad, Papa Pío IX, en 1870.
La Hermana Justina mantuvo un velo de silencio sobre estas manifestaciones y sólo hablo de ellas con aquéllas personas directamente responsables de su preparación espiritual. Y así, la Hermana Justina era vista únicamente como una Hermana religiosa humilde y fiel, como tantas otras, fiel a la Regla, obediente a aquéllos cuya autoridad estaba por encima de ella, y compasiva con aquéllos que necesitaran de su ayuda. Al finalizar su formación religiosa, la Sor Justina dedicó calladamente la mayoría de sus años en varios hospitales de la Congregación en Francia, y se le recordó después como una Hermana diligente, capaz, compasiva y gentil.
El Escapulario Verde no requiere ninguna fórmula particular de investidura sino una simple bendición de cualquier Sacerdote católico. A diferencia de otros Escapularios que hacen necesario llevarlos puestos, el Escapulario Verde puede llevarse puesto o estar con uno, e incluso tenerlo entre las pertenencias de uno. La oración encontrada en el Escapulario debe orarse al menos diariamente. Si la persona para quien estas gracias se buscan no dice la oración, entonces debe hacerla la persona que le haya entrega-do el Escapulario o se lo haya puesto en su alcance.
Las gracias particulares de este Sacramental son para inducir y ahondar en la devoción al Inmaculado Corazón de María, y para la conversión de corazones y almas.
También, este Escapulario ha sido dado por Nuestra Señora, particularmente como un don para los enfermos. Se le puede poner en sus ropas, en su cama o en su habitación. Si la persona a quien se le aplica no dijera la jaculatoria, el que le haya proporcionado el escapulario, debe decirla por el enfermo.
Los prodigios que ha producido este escapulario atestiguan la bendición y el cumplimiento de la promesa de la Virgen a todos los que lo lleven y digan la jaculatoria: "Hará grandes conversiones, particularmente para alcanzar la buena muerte a los pecadores y a los que no tienen fe".
1. La planificación, expresión de la racionalidad humana.
La planificación forma parte de la conducta humana ordinaria. El hombre, en cuanto ser racional, se define en su acción por la relación coherente entre el objetivo que se propone y la elección, organización y utilización de los medios y métodos más aptos para conseguirlo. Es por ello que, de una buena, mediocre o improvisada planificación puede depender la mayor o menor eficacia de la acción, incluso el éxito o fracaso de la misma.
Y es que planificar y programar es necesario. Una comunidad cristiana o un grupo de catequistas no pueden trabajar de un modo eficaz sin explicitar lo que pretenden con su acción, y los medios y métodos más aptos que van a emplear para lograrlo. El mismo Jesús da por supuesto ese planteamiento previo a la acción con imágenes muy gráficas: "¿Quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero para calcular los gastos y ver si tiene para terminarla? ¿Qué Rey, si va a ir a la guerra contra otro, no se sienta a considerar si puede enfrentarse con diez mil al que viene contra él con veinte mil?" (Le 14, 28.31). Ni en la acción evangelizadora ni en la acción catequética se puede actuar ciega e irracionalmente: "El apóstol no es uno que corre sin rumbo fijo o alguien que da golpes al aire" (cf 1Cor 9, 26-27).
II. Planificación pastoral y acción catequética.
Los obispos latinoamericanos, en su III Conferencia general celebrada en Puebla (Méjico) en 1969, describían así fa acción pastoral planificada: "Es la respuesta específica, consciente e intencional a las necesidades de evangelización. Deberá realizarse en un proceso de participación, en todos los niveles, de las comunidades y personas interesadas, educándolas en la metodología de análisis de la realidad, para la reflexión sobre dicha realidad a partir del evangelio, la opción por los objetivos y los medios más aptos y su uso más racional para la acción evangelizadora" (n. 1307).
Los elementos que definen más exactamente dicha planificación son estos:
a) La planificación parte de la realidad. Esto es, conocer la situación social, cultural y religiosa del ambiente o contexto humano en el que la comunidad cristiana realiza su acción, e interpretar esa situación a luz del evangelio.
b) Es un proceso educativo, que comprende:
1) Análisis de la realidad;
2) Reflexión sobre la realidad a partir del evangelio.
3) Opción por los objetivos a conseguir en la acción evangelizadora, y
4) Elección de los medios más aptos y su uso más racional para alcanzar los objetivos prefijados.
c) Es un proceso dinámico y flexible y, por ello, simultáneamente provisional.
d) Implica a toda la comunidad, grupo o institución eclesial. Que el proceso de planificación pida la más amplia participación, no es sólo un modo de hacer eficazmente, sino también un modo de "hacer Iglesia".
e) Debe realizarse en todos los niveles de la comunidad. Centrándonos en la catequesis, es fácil distinguir en la comunidad cristiana inmediata tres niveles fundamentales:
1. El nivel básico de los catequistas de los grupos de adultos, de jóvenes, de niños...;
2. El nivel intermedio del equipo responsable de coordinar la catequesis de una determinada edad o etapa catequética, y
3. El nivel último del equipo responsable de la totalidad de la acción catequética de la comunidad.
Esos tres niveles fundamentales de actuación y responsabilidad pueden distinguirse también en la Iglesia particular:
1. El nivel básico de los responsables de la acción catequética en las comunidades cristianas inmediatas (parroquiales o no);
2. El nivel intermedio de los responsables de la acción catequética en las zonas pastorales o vicariales, y...
3. El nivel último de responsables de la acción catequética de la Diócesis.
III. Proceso metodológico.
1. Análisis de la situación.
a). Análisis de la situación del contexto social. Los grados de estudio y las técnicas para conocer y analizar esa realidad pueden ser muy variadas, y van desde el conocimiento inmediato reflexionado en grupo, al estudio sociológico científicamente elaborado. De cualquier modo, al término del análisis deberán aparecer claramente expresados:
1) Los problemas sociales y humanos más importantes;
2) Las mentalidades y estilos e vida dominantes, con sus valores y contravalores en relación al Reino de Dios;
3) Los diferentes modos de situarse ante el hecho cristiano.
b) Análisis de la situación de la acción evangelizadora. Esto es:
1. Las actividades, personas y tiempo que se dedican a la acción misionera con los no creyentes y alejados, a la acción catecumenal con los convertidos y a la acción pastoral con los fieles;
2. El equilibrio y dinamismo interno entre las diferentes acciones eclesiales: la acción misionera, la catequesis y otras formas de educación de la fe, la acción litúrgica, la vida comunitaria, la pastoral social y caritativa de la comunidad, la presencia evangelizadora en los ambientes;
3. La coordinación, de hecho entre los distintos agentes de pastoral.
c) Análisis de la situación de la acción catequética: "Cómo está ubicada de hecho la catequesis, en proceso evangelizador; el equilibrio y la articulación entre los diferentes sectores catequéticos (niños, adolescentes, jóvenes, adultos...); la coordinación de la catequesis con ls educación cristiana familiar, con la educación escolar, con la enseñanza religiosa escolar y con las otras formas de educación de la fe; la calidad interna; los contenidos que se están impartiendo y la metodología que se utiliza; las características de los catequistas y su formación" (DGC 279).
2. Interpretación teológico-pastoral y catequética de la situación. Conviene explicitar este paso en el proceso de la planificación. La interpretación supone un marco criteriológico, formado por los documentos orientadores del magisterio y la reflexión sistemática ofrecida por las ciencias catequéticas, a partir del cual, la comunidad cristiana, la institución o la Iglesia particular, se pregunta acerca de si la situación catequizadora que actualmente se realiza responde a las necesidades de catequización descubiertas; o más concretamente: ¿qué habría que hacer?, ¿qué tareas faltan?, ¿cómo mejorar las acciones que se realizan?.
3. Formulación de las acciones preferenciales. Fruto de la interpretación teológico-pastoral y catequética, y como expresión de la situación deseada, deben formularse las opciones preferenciales o prioridades en la acción catequética. Estas señalan unas metas a conseguir a largo plazo, un ideal posible.
4. Balance de los recursos actuales y previsibles. Este balance es lo que permite hacer una programación realista. Indicadores para ese balance pueden ser los siguientes: 1). Personas con las que cuento 2). Tiempo de que disponen 3). Espacio y medios materiales. 4). Recursos económicos. 5). Otras condiciones que ayudarán o dificultarán en la acción.
5. Programación de la acción catequética. Que supone:
a) Formulación de los objetivos. Los objetivos son resultados preestablecidos, más o menos alejados en el tiempo, que se pretenden alcanzar con la propia acción. Constituyen, por tanto, resultados evaluables y no meras finalidades. Mientras que las finalidades expresan propósitos, aspiraciones o ideales que estimulan la acción de un grupo, los objetivos, precisión suficiente para guiar la programación, la conducción y la evaluación de la acción.
b) Preparación de los programas de acción. Para que un programa lleve una acción eficaz, debe constar de los siguientes elementos: objetivos; lo que hay que hacer (actividades), quién o quiénes son los responsables de hacerlo; cuándo se va a hacer (fechas); cómo (modalidad o método a seguir); con qué medíos o recursos materiales. En él se ha prever también la evaluación: cuándo y cómo.
c) Organización y coordinación de los recursos. Una vez establecidos los programas, es necesario organizar y coordinar los recursos humanos —personas, grupos, instituciones- y los recursos materiales que exigen los programas de acción, de modo que lo planificado se desarrolle de una manera orgánica y puedan lograrse finalmente los objetivos propuestos.
6. Realización de los programas de acción. El proceso ha de estar desarrollado de tal modo que la realización esté asegurada y responda a los objetivos formulados. Esto será posible si cuantos intervienen en ta acción han hecho propias la programación, la organización y la coordinación previstas.
7. Evaluación. Tanto cuando la evaluación es periódica como cuando se hace al final del programa de acción, consiste en verificar o comprobar si los resultados que se están obteniendo o se han obtenido corresponden a los objetivos formulados y en qué grado se han conseguido, y asimismo si los elementos de la programación son o han sido adecuados para la consecución de (os mismos.
Cuestionario para trabajar por grupos:
1. En una frase, cuál es la conclusión que saco yo de este documento.
2. Qué no he entendido, o no ha quedado suficientemente claro de este documento (señalar máximo dos cosas).
3. ¿Conozco, existe planificación anual en mi grupo de referencia más cercano (parroquia, movimiento, delegación diocesana, etc)? ¿Conozco el Plan Diocesano de Pastoral de la Diócesis?
4. A la luz de lo leído, ¿Qué puedo yo hacer para que en mi grupo de referencia más cercano:
a. Se lleve una pastoral planificada si sé que no existe?
b. Se mejore la "calidad" de los planes anuales si sé que ya se elaboran?
5. ¿Qué aspecto de la acción evangelizadora de la Iglesia crees que precisa de una más urgente atención, y por tanto de una más cuidadosa y mejor "planificación? En tu ámbito eclesial concreto, eso a qué se correspondería y cómo?
Queridos Catequistas:
Como todos los años la Fiesta de San Pío X es ocasión para que juntos demos gracias a Dios por este hermoso ministerio eclesial en el que la Palabra se vuelve comprensible y significativa para la vida de tantos niños, jóvenes y adultos. Lo hago en el marco siempre actual del camino que estamos recorriendo como Iglesia diocesana en estado de asamblea, a fin de encontrar las actitudes propias que hagan posible una evangelización orientada hacia las periferias para que todos y no simplemente algunos tengan vida en plenitud.
Les escribo consciente de las enormes dificultades que presenta la tarea de ustedes. La transmisión de la fe nunca ha sido labor sencilla pero en estos tiempos de cambios epocales el desafío todavía es mayor: "... Nuestras tradiciones culturales ya no se transmiten de una generación a otra con la misma fluidez que en el pasado. Ello afecta, incluso, a ese núcleo más profundo de cada cultura, constituido por la experiencia religiosa, que resulta ahora igualmente difícil de transmitir a través de la educación y de la belleza de las expresiones culturales, alcanzando aun hasta la misma familia que, como lugar del diálogo y de la solidaridad intergeneracional, había sido uno de los vehículos más importantes de la transmisión de la fe" (Aparecida, 39). De ahí que necesitamos "...recomenzar desde Cristo, desde la contemplación de quien nos ha revelado en su misterio la plenitud del cumplimiento de la vocación humana y de su sentido" (Aparecida, 41). Sólo poniendo la mirada en el Señor podremos cumplir su misión y adoptar sus actitudes.
Uno de los aportes más lúcidos de la reciente Asamblea de Aparecida ha sido tomar conciencia de que quizás el peligro mayor de la Iglesia no haya que buscarlo afuera sino dentro mismo de sus hijos; en la eterna y sutil tentación del abroquelamiento y encierro para estar protegidos y seguros:
La Iglesia"... no puede replegarse frente a quienes sólo ven confusión, peligros y amenazas o de quienes pretenden cubrir la variedad y complejidad de situaciones con una capa de ideologismos gastados o de agresiones irresponsables. Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo que suscite discípulos y misioneros. Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino, protagonistas de vida nueva para una América Latina que quiere reconocerse con la luz y la fuerza del Espíritu.
No resistiría a los embates del tiempo una fe católica reducida a bagaje, a elenco de normas y prohibiciones, a prácticas de devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades de la fe, a una participación ocasional en algunos sacramentos, a la repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o crispados que no convierten la vida de los bautizados. Nuestra mayor amenaza "es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad"(1). A todos nos toca "recomenzar desde Cristo"(2), reconociendo que "no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva"3). (Aparecida, 11-12)
Este centrarnos en Cristo paradójicamente nos tiene que descentralizar. Porque donde hay verdadera vida en Cristo hay salida en nombre de Cristo. iEsto es auténticamente recomenzar en Cristo? Es reconocernos llamados por El a estar con El, a ser sus discípulos pero para experimentar la gracia del envío, para salir a anunciar, para ir al encuentro del otro (Cf. Mc 3, 14). Recomenzar desde Cristo es mirar al Maestro Bueno que nos invita a salirnos de nuestro camino habitual para hacer de lo que acontece junto al camino, al borde, en la periferia, experiencia de projimidad y verdadero encuentro con el amor que nos hace libres y plenos.
Recuerdo lo que compartía con ustedes en el uno de los primeros EAC, hace muchos años atrás: "...Una cosa que hay que tener en cuenta para orientar la catequesis es que lo recibido debe ser anunciado (cf.1 Cor, 15:3). El corazón del catequista se somete a este doble movimiento: centrípeto y centrífugo (recibir y dar). Centrípeto en cuanto "recibe" el kerigma como don, lo acoge en el centro de su corazón. Centrífugo, en cuanto lo anuncia con una necesidad existencial ("ay de mí si no evangelizo"). El regalo del kerigma es misionante: en esta tensión se mueve el corazón del catequista. Se trata de un corazón eclesial que "escucha religiosamente la Palabra de Dios y la proclama con coraje" (VAT II, Dei Verbum), 3.
Permítanme que insista sobre esto con ustedes quienes, por ser catequistas, por acompañar el proceso de crecimiento de la fe, por estar comprometidos en la enseñanza, puede el "tentador" hacerles creer que su ámbito de acción se reduce a lo intraeclesial, y íos lleve a estar demasiado en torno al templo y al atrio. Eso suele acontecer... Cuando nuestras palabras, nuestro horizonte, tienen la perspectiva del encierro y del pequeño mundo, no ha de asombrarnos que nuestra catequesis pierda la fuerza de? Kerigma y se trasforme en enseñanza insípida de doctrina, en transmisión frustrante de normas morales, en experiencia agotadora de estar sembrando inutilmente,
Por eso, "recomenzar desde Cristo" es concretamente imitar al Maestro Bueno, al único que tiene Palabra de Vida Eterna y salir una y mil veces a los caminos, en busca de la persona en sus más diversas situaciones.
"Recomenzar desde Cristo" es mirar al Maestro Bueno; al que supo diferenciarse de los rabinos de su tiempo porque su enseñanza y su ministerio no quedaban localizados en la explanada del templo sino que fue capaz de "hacerse camino", porque salió al encuentro de la vida de su pueblo para hacerlos partícipes de las primicias del Reino. (Lc 9, 57, 62).
"Recomenzar desde Cristo" es cuidar la oración en medio de una cultura agresivamente pagana, para que el alma no se arrugue, el corazón no pierda su calor y la acción no se deje invadir por la pusilanimidad.
"Recomenzar desde Cristo" es sentirse interpelados por su palabra, por su envío y no ceder a la tentación minimalista de contentarse con sólo conservar la fe, y darse por satisfecho de que alguno siga viniendo a la catequesis.
"Recomenzar desde Cristo" entraña emprender continuamente la peregrinación hacia la periferia. Como Abraham, modelo del peregrino incansable, lleno de libertad, sin miedo, porque confiaba en Señor. El era su fuerza y su seguridad, por eso supo no detenerse en su caminar, porque lo hacía en la presencia del Señor (Cf. Gn 17, 1).
Además en la vida de todo cristiano de todo discípulo, de todo catequista, no falta la experiencia del desierto, de la purificación interior, de la noche oscura, de la obediencia de la fe, como la que vivió nuestro padre Abraham. Pero ahí también está la raíz deildiscipulado. Los cansancios del camino no pueden acobardar y detener nuestros pasos porque equivaldría a paralizar la vida. Recomenzar desde Cristo es dejarse desinstalar para no aferrarse a lo ya adquirido, a lo seguro, a lo de siempre. Y porque sólo en Dios descansa mi alma, por eso salgo al encuentro de las almas.
"Recomenzar desde Cristo" supone no tenerle miedo a la periferia. Aprendamos de Jonás a quien hemos mirado en más de una oportunidad en este año. Su figura es paradigmática en este tiempo de tantos cambios e incertidumbre. Es un hombre piadoso, que tiene una vida tranquila y ordenada. Pero justamente, como a veces este tipo de espiritualidad puede traernos tanto orden, tanta claridad en el modo de vivir la religión, lo lleva a encuadrar rígidamente los lugares de su misión, a dejarse tentar por la seguridad de lo que "siempre se había hecho". Y para el asustadizo Jonás el envío a Nínive trajo crisis, desconcierto, miedo. Resultaba una invitación a asomarse a lo desconocido, a lo que no tiene respuesta, a la periferia de su mundo eclesial. Y por eso el discípulo quiso escapar de la misión, prefirió huir...
Las huidas no son buenas. Muchas esconden traiciones, renuncias. Y suelen tener semblantes tristes y conversaciones amargas (Cf. Lc 24, 17-18). En la vida de todo cristiano; de todo discípulo, de todo catequista tendrá que estar el animarse a la periferia, el salir de sus esquemas; de lo contrario no podrá hoy ser testigo del Maestro; es más, seguramente se convertirá en piedra y escándalo para los demás (Cf. Mt 16,23).
"Recomenzar desde Cristo" es tener en todo momento la experiencia de que Él es nuestro único pastor, nuestro único centro. Por eso centrarnos en Cristo significa "salir con Cristo". Y así, nuestra salida a la periferia no será alejarnos del centro, sino permanecer en la vid y dar de esta manera verdadero fruto en su amor (Jn 15, 4). La paradoja cristiana exige que el itinerario del corazón del discípulo necesite salir para poder permanecer, cambiar para poder ser fiel.
Por ello, desde aquella bendita madrugada del domingo de la historia, resuenan en el tiempo y el espacio las palabras del ángel que acompaña el anuncio de la resurrección: "Vayan, digan a sus discípulos y a Pedro, que él irá antes que ustedes a Galilea; allí lo verán" (Mc 16, 7). El Maestro siempre nos precede, El va adelante (Lc 19,28) y, por eso, nos pone en camino, nos enseña a no quedarnos quietos, Si hay algo más opuesto al acontecimiento pascual es el decir: «estamos aquí, que vengan». El verdadero discípulo sabe y cuida un mandato que le da identidad, sentido y belleza a su creer:
"Vayan..."(Mt, 28,19). Entonces sí el anuncio será kerygma; la religión, vida plena; el discípulo, auténtico cristiano.
Sin embargo la tentación del encierro, del miedo paralizante acompañó también los primeros pasos de los seguidores de Jesús: "... estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos por temor..." (Jn 20, 19-20). Hoy como ayer podemos tener miedo. Hoy también muchas veces estamos con las puertas cerradas. Reconozcamos que estamos en deuda.
Hoy, al darte gracias por toda tu entrega, querido catequista, me animo una vez más a pedirte: salí, dejá la cueva, abrí puertas, anímate a transitar caminos nuevos. La fidelidad no es repetición. Buenos Aires necesita que no dejes de pedir al Señor la creatividad y audacia para atravesar murallas y esquemas que posibiliten, como en aquella gesta de Pablo y Bernabé, la alegría de muchos hermanos (Cf. Hc 15.3).
Te invito a que una vez más volvamos nuestra mirada y oración a la Virgen de Luján. Pidámosle que transforme nuestro corazón vacilante y temeroso para que como San Pablo hagamos realidad una Iglesia fiel, que conoce de heridas, peligros y sufrimientos por haber descubierto que, cuando el amor nos apremia, todo es poco para que suene en la periferia la Buena Noticia de Jesús (Cf. 2 Co 11,26).
Te pido, por favor, que reces por mí para que sea un buen catequista. Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide.
Afectuosamente,
Buenos Aires, 21 de agosto de 2007
Card. Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires
Notas:
RATZINGER, J., Situación actual de la fe y la teología, Conferencia pronunciada en el encuentro de Presidentes de Comisiones Episcopales de América Latina para la Doctrina de la fe, celebrado en Guadalajara, México (1996), Publicado en L'Osservatore Romano, el 1 de noviembre de 1996.
Cf. NMI 28-29.
DCE 1.
Guión litúrgico propuesto por la Delegación Diocesana de Catequesis para la celebración del DÍA DEL CATEQUISTA EN LA DIÓCESIS DE TENERIFE.
MONICIÓN DE ENTRADA
Queremos hoy celebrar comunitariamente la grandeza y la belleza de la vocación del catequista. Los catequistas constituyen un gran regalo para toda la Iglesia. Son un verdadero don para esta Diócesis y para esta comunidad parroquial. Todos los bautizados hemos recibido la misión de evangelizar, y todos debemos ser corresponsables en esta tarea. Hoy queremos tomar conciencia de esta misión que es de todos, pero que algunos, los catequistas, asumimos de forma particular. Somos enviados por la Iglesia para anunciar la Buena Nueva, y así ser partícipes de la misión de Jesús Maestro.
Hoy toda la Comunidad Diocesana celebra el Día de la Catequesis bajo el lema "LA PARROQUIA: HOGAR DE LA CATEQUESIS" Es la aportación que la Catequesis quiere hacer al nuevo plan diocesano que este año está dedicado a la parroquia como lugar privilegiado del anuncio de la Palabra a niños, jóvenes y adultos.
ORACIÓN COLECTA
Dios Padre, que has confiado a tu Iglesia la misión de anunciar el evangelio de Jesucristo a todos los hombres de todos los tiempos, envía tu Espíritu sobre estos catequistas, a fin de que todos ellos sean fieles dispensadores de la Palabra de la verdad, desempeñando a la perfección su ministerio.
Infunde en sus corazones el amor y el celo de tu reino, pon en sus labios tu Palabra de salvación y concédeles la alegría de poder colaborar al crecimiento de tu Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor. AMÉN.
MONICIÓN LECTURAS
Dios a lo largo de toda la historia siempre ha salido al encuentro del hombre. Hoy sale a tu encuentro, quiere comunicarte su Palabra de amor como Padre que ama a sus hijos. Por eso, preparemos el corazón para escucharle.
PROPUESTA DE LECTURAS Y REFLEXIÓN
Primera Lectura
Naamán, sirio, un extranjero, también recibe la graci regeneradora del Señor, según el segundo libro de los Reyes, que E nuestra primera lectura de hoy. Y guarda evidente relación con Evangelio de este domingo. Parece que son más agradecidos Ic extraños que los hijos del Pueblo de Dios. ¿Nos ocurre esto a nosotros ¿Somos agradecidos con el Señor Nuestro Dios?
Salmo
Este salmo 97 era una pieza importante para el pueblo judíi Pues en su texto se dice que el "Señor es el Juez de toda la tierra". Y s hacía una invitación a todas las criaturas —judíos y gentiles—a que alaben a Dios, Rey del Universo. Y para nosotros, hoy, esa invitación E más que suficiente. Hemos de agradecer todo al Señor.
Segunda Lectura
Continuamos con la lectura de la Carta de Pablo a Tímoteo que es una de las piezas pastorales más importantes del apóstol de los gentiles. Y hoy nos dice de manera clara que si perseveramos. Es nuestra fe, reinaremos con Cristo. Es una gran oferta, ¿no es parece?
Evangelio,
Cuándo el Señor se refiere a que sólo un extranjero ha venido agradecer la curación, debemos de preguntarnos cada uno de nosotros ¿Somos agradecidos con nuestro Señor Jesucristo que sale a nuestro encuentro y nos salva? Este es el mensaje fundamental del evangelio c Lucas que oiremos ahora. Hoy, en el que celebramos el día de Catequesis debemos de revisar si realmente nos apasiona encontrarnos con Jesús que se manifiesta a través de su Palabra.
PRESENTACION DE CATEQUISTAS
(Un padre o madre de familia llama a cada uno de ellos por su nombre y salen de sus sitios para ocupar un lugar visible en el presbiterio y luego continúa diciendo)
Una de las actividades más importantes de nuestra comunidad es la catequesis, donde los catequizandos reciben los fundamentos de la fe y la formación suficiente para vivir la fe cristiana. Cada día se hace más difícil esta labor. Nosotros, los padres y madres, les agradecemos a los catequistas su dedicación y les pedimos que sigan en este empeño, por difícil que sea, porque necesitamos de su ayuda.
Sacerdote:
Queridos hermanos: En primer lugar, me dirijo a ustedes, madres y padres, que tienen a sus hijos en catequesis. Son muchas las dificultades que lleva consigo esta labor. Y mucho más cuando nos olvidamos de nuestras responsabilidades. Por eso, les pido que acompañen a los catequistas en la formación cristiana de sus hijos y ayuden a sus hijos a dar los primeros pasos en la vida de la fe.
En segundo lugar, ustedes, catequistas, alégrense de la tarea que les ha encomendado la Iglesia. Los catequizandos les necesitan, pero nosotros también. Por eso, les agradecemos vuestra generosidad y vuestro trabajo.
Somos conscientes de las dificultades que van a tener, pero saben que Dios no les abandona y que la parroquia pone a su disposición todo lo que necesitan para realizar lo mejor posible vuestra labor.
Desde aquí, y en nombre de toda la comunidad, pedimos la gracia y la bendición de Dios para todos ustedes y para los adultos, niños y jóvenes que van a educar en la fe durante este curso que ahora comienza. Amén.
Todos juntos vamos a proclamar el Credo. Es la fe de la Iglesia en la que todos hemos nacido. Pero hoy, vamos a proclamar nuestra fe con la fórmula que usamos en el bautismo:
-Les pregunto a todos
¿Creen en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra?
Si, creo¿Creen en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de SantE María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y est1 sentado a la derecha del Padre?
Sí, creo
¿Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comuniór de los Santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de lo: muertos y en la vida eterna?
Sí. creo
Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, Señor nuestro. Amén
*Les pregunto a los catequistas
¿Quieren, por tanto, ser testigos de esta fe de la Iglesia que todos har recibido?
Sí, quiero
¿Se comprometen a transmitir la fe de la Iglesia, que hemos proclamadc juntos, y a educarla en los miembros de nuestra comunidad?
Si, me comprometo
Que el Espíritu de Dios Padre y de Jesucristo, el Señor, les fortalezca y les guíe en el ejercicio de esta tarea y de esta responsabilidad que han contraído ante la Iglesia. Amén
SÍMBOLO QUE SE ENTREGA
(se acerca de uno en uno y le entrega el material, mientras le dice)
Sacerdote:
Recibe el material de la formación, profundiza lo que en él se enseñe, para que puedas vivir aquello que luego inicies con tus catequizandos.
Hay un power point titulado: "Quién..." que se puede proyectar ahora y
terminar los catequistas recitando la oración que se encuentra al final del
mismo (la van leyendo desde la pantalla)
Aquellos que no lo proyecten, pueden escuchar la canción del mismo y al
final, alguien de la comunidad lee: GRACIAS CATEQUISTA
O, solamente alguien de la comunidad lee: GRACIAS CATEQUISTA
ORACIÓN DE LOS FIELES
• Por la Iglesia, presente en todo el mundo, para que no cese en su empeño por anunciar el Evangelio a todos los hombres, roguemos al Señor.
Por el Papa, los Obispos, los Presbíteros, los Diáconos y demás ministros de la Palabra, para que sean fieles transmisores de la misma y testigos de su fuerza salvadora, roguemos al Señor.
• Por todos los que trabajan en la obra de la evangelización y la catequesis, para que ni el fracaso los desanime, ni el éxito les envanezca, roguemos al Señor.
• Por todos los que han de ser catequizados, para que el Espíritu Santo los ilumine y los asista, roguemos al Señor.
• Por todos los que nos hemos reunido, para que el Señor despierte y sostenga en nosotros el sentirnos Iglesia y la conciencia de la propia responsabilidad en la obra de la evangelización y de la catequesis, roguemos al Señor.
Escucha, Padre de todos los hombres, nuestra oración esperanzada. Te pedimos que todos seamos, cada vez más, servidores de la vida que tú has sembrado en nosotros. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
PRESENTACIÓN OFRENDAS
(Dos catequistas presentan una libreta y unos rotuladores de colores)
Ofrecemos esta libreta y estos colores, ayúdanos a pintar de color nuestras reuniones de catequesis Señor y que éstas sean iluminadas con tu luz, que es Luz verdadera.
(Dos catequistas presentan el pan y el vino)
Ofrecemos ante el altar el pan y vino. Es el alimento del ser humano, sacado de la tierra, con su trabajo y con su sudor. Que este pan y este vino se conviertan para nosotros en vida y en salvación.
SUGERENCIAS DE CANTOS
ENTRADA:
"Iglesia Peregrina" (C. Gabaráin); "Vamos cantando al Señor" (Espinosa); "Juntos como hermanos" (C. Gabaráin); "Somos un pueblo que camina" (Vicente Mateu); "En el nombre del Señor, nos hemos reunidos" (Salmo de la Comunidad).
CANTO INTERLECCIONAL:
"Anunciaremos tu Reino, Señor" (Halffter); "Tu palabra me da vida" (Espinosa); "Siempre confío en mi Dios" (Espinosa).
CANCIÓN DEL ENVIO:
"Id y enseñad" ("Sois la semilla...": Gabaráin); "Canción del Testigo" (Espinosa).
OFERTORIO:
(Espinosa); "Este pan y vino" (Erdorzain). "Te presentamos el vino y el pan" (Espiosa); "Te ofrecemos, Señor".
COMUNIÓN:
"Te conocimos, Señor, al partir el pan" (Madurga); "Quédate con nosotros" (Teulé); "Arriésgate" (Erdozaín); "¿Le conocéis?" (Olivar-Manzano); "Cerca está el Señor" (Erdozaín).
DESPEDIDA:
"Demos gracias" (Pentecostales"; Gracias, Señor" (Gabaráin);"Himno de la alegría" (M. Ríos- Beethoven).
CANTO A MARÍA :
"Madre de nuestra alegría" "Madre de los jóvenes" (Gabaráin).
Con la portada del Plan de Pastoral se ha buscado resumir el espíritu que lo impregna. Es cierto que, aparentemente, puede chocar puesto que no responde a los cánones a los que estamos acostumbrados en el estilo de los documentos eclesiales, pero creemos que eso mismo forma parte de la idea central que vertebra todo el nuevo Plan. Por todo ello pasarnos a explicar el cartel que trata de dar respuesta, en imagen, a lo que sugiere el lema: "Haz memoria de Jesucristo Resucitado":
a. Se ha elegido una expresión de arte el "Pop Art" muy recurrente en los años 60 de los cuales tenemos muestras muy famosas como las de Andy Warhol buscando la lectura inequívoca de las obras creadas. Un arte que en la actualidad agrada mucho y que está volviendo a ponerse de moda sobre todo en decoración.
b. Partiendo del lema, la elección de la forma del cartel nos recuerda que el mensaje de Jesucristo se mantiene en el tiempo pero que, como diría Juan Pablo II, hay que volver a decirlo a la gente de hoy con nuevo ardor y con nuevos métodos.
c. De forma rectangular y sobre fondo negro para destacar toda la luminosidad, el cartel se divide en tres grupos de tres fotografías. Cada una de esas fotografías muestran rostros de personas de todas las edades sonriendo. Los destinatarios del plan son las personas, sin límite de edad, porque todos formamos parte de la Iglesia y entre todos, llevamos adelante el proyecto del Reino, cada uno en su situación y en su lugar concreto. Sonríen porque la acogida de Jesucristo y su mensaje siempre produce alegría. Una alegría necesariamente crucificada. Una alegría que brota de la capacidad de hacer memoria, no como un mero ejercicio de repasar historias aprendidas, sino de revivir en el corazón, aquello que ha vertebrado y vertebra toda una existencia. Un hombre que pierde la memoria se pierde a si mismo. Cada rostro cuenta una historia y cada historia, es historia de salvación.
d. En el centro Jesucristo. El rostro de la Sábana San-ta. Es un guiño al tiempo, y a la memoria. Un rostro que ha pennanecido inalterable durante los siglos como su mensaje, que ocupa el centro de la composición como el deseo de colocarle a El como centro de la vida y utilizando la misma técnica que la aplicada al resto de la imágenes para simbolizar la Encarnación que asume todo lo humano.
e. La contraportada, basada en la misma técnica, está dividida en cuatro por cuatro. En horizontal y vertical las imágenes hacen referencia a los cuatro años del plan y representan las realidades a las que se dirige cada año. Horizontal, símbolo de la duración del plan (cuatro años) y vertical, símbolo de la continuidad de las acciones durante ese tiempo. No se agotan anualmente sino que se prolongan y se comienzan. En el centro el rostro de Cristo dividido en cuatro para remarcar quien es el centro y el motivo del Plan