Miguel Araguren sorprende con una novela cargada de misterio que pretende recuperar el prestigio de la ficci?n espiritual. "La sangre del pel?cano" le echa un pulso al
"C?digo da Vinci"
"La sangre del pel?cano" (editorial LibrosLibres) es la s?ptima novela de Miguel Aranguren (1970) y su primera incursi?n en el g?nero policiaco. Aranguren ha escogido cinco lugares del mundo para narrarnos una historia trepidante en la que el sacerdote Albertino Guiotta y el comisario Luigi Monticone ?genial pareja literaria? se enfrentan a un turbador misterio urdido por el mism?simo Satan?s. La novela de Aranguren apenas permite un respiro al lector y ha conseguido algo que parec?a dif?cil: dar un nuevo enfoque a la ficci?n espiritual despu?s de la resaca del "C?digo da Vinci". ? ?C?mo se atreve a plantear un trhiller espiritual en una sociedad en la que tanto se habla de racionalismo y laicidad? ? Creo que el discurso laicista es ajeno al sentir de la calle. El hombre contempor?neo, m?s que en ning?n otro tiempo, busca respuestas a los interrogantes de la vida, respuestas que de alguna manera mis personajes tambi?n se plantean en "La sangre del pel?cano", donde no s?lo impera la acci?n que provocan unos cr?menes horribles y de complej?sima resoluci?n, sino la b?squeda de la verdad y del destino del hombre m?s all? de la muerte.
? Cre?amos que la ficci?n espiritual hab?a llegado a un punto de imposible retorno tras "El C?digo da Vinci". Sin embargo, al leer "La sangre del pel?cano" descubrimos nuevas tramas oscuras alrededor de la Iglesia. ?Es este un g?nero sin fondo? ? Conviene aclarar que mi novela no bebe de la senda abierta por "El C?digo da Vinci". La obra de Dawn Brown es tan ajena a mi mundo que me sentir?a agraviado si alguien intenta hacer comparaciones. En todo caso, reconozco que "La sangre del pel?cano" tiene su origen en la necesidad de hacer frente a tanta literatura basura que utiliza como elementos b?sicos la calumnia y la ofensa gratuita a la Iglesia cat?lica, que ante semejante tormenta de obras de medio pelo pone la otra mejilla, tal y como sugiere el consejo evang?lico. Por mi parte, he tratado de responder con una aventura en la que tambi?n aparece el misterio de lo sagrado, pero desde el respeto y la veneraci?n.
? Entonces, no andamos mal encaminados si le definimos como "escritor cat?lico". ? No me considero un escritor cat?lico. Es m?s, no s? qu? se entiende por semejante t?tulo. Publiqu? mi primera novela antes de cumplir los veinte a?os y desde hace quince firmo art?culos de opini?n en importantes cabeceras nacionales. Esto es lo ?nico importante respecto a mi carrera literaria. No escondo que estoy bautizado y trato de vivir de acuerdo a los principios de mi fe, que no s?lo iluminan los aspectos privados de mi vida sino la totalidad de mi existencia, pero sin hacer concesiones a etiquetas que pudieran llevar a enga?o.
? ?Qu? le sugiri? titular su novela como "La sangre del pel?cano"? ? Los t?tulos surgen a medida que desarrollo la trama de mis libros. En este caso, la imagen b?blica del pel?cano me result? sugerente e inquietante, como el argumento de la novela. Los antiguos cre?an que el pel?cano se her?a el pecho para alimentar con su propia sangre a sus polluelos, y los cristianos adaptaron el simbolismo para hablar de Cristo y la Eucarist?a, dos claves en el libro que acabo de publicar.
? ?Puede desvelarnos algo de la trama? ?Ser? prudente, pues cualquier palabra de m?s podr?a despejar algunas pistas en el lector que se inicia en la lectura de mi novela. Todo comienza en Roma, cuando en los jardines de Villa Borghese un perro descubre el cad?ver decapitado de un hombre al que, adem?s, han quemado las huellas dactilares. En seguida Albertino Guiotta, un sacerdote que en el pasado tuvo un desafortunado encuentro con una secta sat?nica, se ve envuelto en una cadena de cr?menes que parece minar los pilares de la Iglesia.
? "La sangre del pel?cano" tambi?n discurre por otros lugares? ? La novela no s?lo se detiene en Roma. Francia vive con asombro el fen?meno de un sant?n gn?stico que incluso resucita a los muertos ante las miles de personas que le siguen por todas partes. Y en China la Iglesia perseguida recibe la visita de un personaje muy peligroso. Granada es otra de las ciudades en las que recala "La sangre del pel?cano": un convento de clarisas se siente desbordado por una presencia misteriosa. Y por ?ltimo, la sede de las Naciones Unidas ser? el escenario de un enfrentamiento a cara descubierta entre el Bien y el Mal. El lector se ver? atrapado por cada una de estas tramas que, irremediablemente, le conducir?n a la Ciudad Eterna.
? H?blenos de Luigi Monticone. ?Sigue siendo necesario el contraste cervantino en la elaboraci?n de personajes? ? Monticone es un comisario romano, viudo y malhumorado, que conoce todos los resortes de la podredumbre humana. Cree que lo ha vivido todo, que todo lo ha experimentado, hasta que el padre Guiotta se cruza en su camino. A partir de entonces sus planes se desbaratan. Y s?, los personajes de una novela precisan contrastes, matices que en ocasiones reciben de un alter ego, como entre don Quijote y Sancho Panza.
? Uno de los aspectos m?s sorprendentes de "La sangre del pel?cano" es la aparici?n de personajes reales (la Madre Teresa de Calcuta y Juan Pablo II). ?No resulta peligroso este juego?
? Juan Pablo II y la Madre Teresa son algo m?s que personajes reales. Su paso por la tierra les ha convertido en aut?nticos heraldos, en s?mbolos de la justicia y la misericordia. Por ese motivo ocupan el lugar que ocupan en "La sangre del pel?cano". Por ese motivo tambi?n, ocupan un lugar principal?simo en mi coraz?n de hombre y de escritor.
? ?Tiene pensado ofrecernos nuevas aventuras del padre Albertino y del comisario Monticone? ? Escribir es un ejercicio m?gico. De alguna manera, los novelistas participamos de una segunda creaci?n: la del mundo en el que deambulan nuestros personajes. Aunque a?n es pronto, le dir? que Albertino Guiotta se apodera con frecuencia de mis pulsos literarios y me pide enfrentarse a un suceso que inquieta mucho a nuestra sociedad moderna. Pero Luigi Monticone, desde el otro lado de mi coraz?n, le pide que le deje descansar.
? ?Qui?n vencer? en la batalla? ? Creo que es f?cil de adivinar.