S?bado, 13 de octubre de 2007
12 de Octubre
FIESTA: Nuestra Se?ora del Pilar


Descubrir la Voluntad de Dios y vivirla


Celebramos la fiesta de la Virgen del Pilar, y tomamos ocasi?n de los vers?culos de san Lucas que nos ofrece la Liturgia de la Iglesia en la Misa de esta fiesta, para meditar en la singular alabanza que Jes?s hace de su Madre. Pues, aunque pareciera que Nuestro Se?or rectifica a la mujer que desea proclamar de modo expreso y p?blicamente la excelencia de Mar?a, el Se?or m?s bien declara ?del mejor modo posible, por cierto? la raz?n profunda por la que Ella, su Madre, merece, antes que ninguna otra persona, esa alabanza.

No es su maternidad, en el sentido biol?gico de la expresi?n ?el vientre que te llev? y los pechos que te criaron?, tal como expresa la mujer del pueblo, la raz?n profunda de la excelencia de la Madre de Dios. Sin duda, el cuerpo de Mar?a ha sido el m?s perfecto de los cuerpos humanos, despu?s del de su divino Hijo; pero la maravilla de Mar?a est? ante todo en su esp?ritu. Que no es lo corporal lo que caracteriza de modo espec?fico al ser humano. Y siendo Mar?a toda la hermosura y plenitud f?sica que puede ser pensada en una mujer, sin embargo, si es en verdad la bendita entre todas mujeres, seg?n proclam? de ella Isabel, su prima, lo es, sobre todo, porque es la llena de Gracia, en palabras de Gabriel.

La Gracia de Dios, que Santa Mar?a tiene en plenitud, supone una sinton?a con el Creador m?xima en Nuestra Madre: la mayor identificaci?n y uni?n con Dios que es posible en una criatura. Santa Mar?a debe su excelencia, no tanto a lo que ?podr?amos decir? tiene como propio en Ella misma. Pues cualquier cualidad personal de Mar?a, siendo humana, y corporal en este caso, posee un valor necesariamente relativo por ser criatura. La Madre de Dios es ciertamente maravillosa sobre todo en su esp?ritu: que est? en todo momento en m?xima sinton?a con Dios. Su entendimiento, su imaginaci?n, su memoria, sus afectos, sus ilusiones...; en suma, toda su capacidad de pensar y de amar, se dirige de continuo a ?l. Lo dem?s ?lo que no es Dios?, siendo efecto de la creaci?n, Mar?a lo contempla como realidades que manifiestan la gloria divina y, a las personas, como criaturas con capacidad de darle gloria en el ejercicio de su libertad. Las cosas, en sentido estricto, no pueden ser buenas o malas, ya que no tienen capacidad moral al no ser libres; las personas, en cambio, nos definimos respecto a Dios en cada momento por nuestras acciones libres. Seg?n sea nuestra actitud para con Dios, somos buenos o malos.

La alabanza de Jes?s corresponde, por tanto, antes que nada a su Madre. Bienaventurados m?s bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan, dice el Se?or. Mar?a "escucha" de continuo la voz de su Creador. A cada paso se le manifiesta su querer n?tidamente, porque no tiene m?s inter?s que descubrir la voluntad de Dios para s? misma, para el mundo, para los hombres ... Su exquisita sensibilidad sobrenatural, siendo la llena de Gracia, le hace comprender a la perfecci?n lo que Dios espera en cada instante del mundo y de la vida de los hombres. Mar?a es la que escucha a Dios por antonomasia. La que descubre el querer divino ?siempre amoroso por lo dem?s? para cada momento de su vida. Nada la distrae de Dios, y as? puede agradarle en todo. Su amor es un amor aut?ntico, con obras. Y a los hombres y mujeres del mundo, los contempla asimismo como portadores de capacidades para amar a Dios, destinados a lo divino y de una felicidad eterna, por la correspondencia libre de sus obras.

Haber descubierto la Voluntad de Dios, de nuestro Creador y Se?or, reclama del hombre un empe?o por identificarse con esa Voluntad con todas las fuerzas. Nada de lo que reconocemos como querer divino nos debe resultar indiferente. El buen cristiano vibra en deseos de ver establecida la voluntad divina por todas partes: h?gase tu Voluntad en la tierra como en el cielo, rezamos muy frecuentemente. Nos consume esa impaciencia, mientras vemos que no son las cosas a nuestro alrededor como las quiere Dios. Y pedimos perd?n por los que no saben valorar ese Se?or?o y Amor divinos que debe establecerse de modo universal.

Sabemos por la fe que el destino del mundo es inseparable de un triunfo clamoroso y glorioso de Dios ante toda la creaci?n. Dir?amos, entonces, que la Voluntad de Dios est? llamada a triunfar indudablemente: es omnipotente, como Dios mismo. Por otra parte y en otro sentido, la Voluntad de Dios ha quedado encomendada, en algunos aspectos, como una tarea para el hombre. Decimos, por esto, que debemos cumplir la Voluntad de Dios. Ya que gozamos de capacidad de opci?n en tantas manifestaciones del comportamiento humano, debemos configurar nuestra vida ?entendida como tarea que vamos actualizando segundo a segundo? con ese querer divino que podemos descubrir. Tambi?n a cada paso, levantando los ojos del esp?ritu hacia Dios, descubrimos lo que espera Nuestro Se?or de nosotros hoy y ahora, lo que m?s le agrada entre las varias opciones que se nos presentan. Amarle consiste, desde luego, en escoger aquello que nos "pide", aunque tal vez nos pueda costar, no sea lo m?s f?cil o lo que m?s apetece.

Si en Mar?a nada distrae de Dios su entendimiento; si, persuadida de su peque?ez y de la grandeza de su Creador, ?nicamente piensa en ?l, y en el mundo que debe manifestar su gloria, de modo particular en la vida de los hombres; de modo semejante sucede con su voluntad. La Madre de Dios es, asimismo, la que guarda por antonomasia la divina palabra, la Voluntad de Dios. He aqu? la esclava del Se?or, declar? ante el arc?ngel, manifestando as? lo que ser?a el programa de su completa existencia. La vida de Mar?a se consuma, pues, plenamente en la condici?n que su divino Hijo exige a los Bienaventurados: que escuchan la palabra de Dios y la guardan.

Sigamos el consejo de san Josemar?a: Invoca a la Sant?sima Virgen; no dejes de pedirle que se muestre siempre madre tuya: "monstra te esse Matrem!", y que te alcance, con la gracia de su Hijo, claridad de buena doctrina en la inteligencia, y amor y pureza en el coraz?n, con el fin de que sepas ir a Dios y llevarle muchas almas.


Publicado por verdenaranja @ 23:59  | Espiritualidad
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