Mensaje que ha escrito Benedicto XVI al director general del Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci?n (FAO), con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentaci?n.
Excelent?simo Se?or Jacques Diouf
Director General
de la Organizaci?n de las Naciones Unidas
para la Alimentaci?n y la Agricultura (FAO)
1. Este a?o la Organizaci?n de las Naciones Unidas para la Alimentaci?n y la Agricultura (FAO) que usted dirige, al recordar una vez m?s su fundaci?n, invita a la Comunidad internacional a tratar sobre uno de los desaf?os m?s graves de nuestro tiempo: liberar del hambre a millones de seres humanos, cuyas vidas est?n en peligro por falta del pan cotidiano.
El tema elegido para esta Jornada, ?El derecho a la alimentaci?n?, abre idealmente las reflexiones que la Comunidad internacional se prepara a hacer con ocasi?n de las celebraciones por el 60? aniversario de la Declaraci?n Universal de los Derechos del Hombre. Esta coincidencia ayuda a pensar en la importancia que el derecho a la alimentaci?n tiene para la feliz consecuci?n de otros derechos, empezando ante todo por el derecho fundamental a la vida.
Debemos constatar que los esfuerzos realizados hasta ahora no parecen haber disminuido significativamente el n?mero de hambrientos en el mundo, a pesar de que todos reconocen que la alimentaci?n es un derecho primario. Esto es debido quiz?s a que se tiende a actuar motivados, s?lo o principalmente, por consideraciones t?cnicas y econ?micas, olvidando la prioridad de la dimensi?n ?tica del ?dar de comer a los hambrientos?. Esta prioridad ata?e al sentimiento de compasi?n y solidaridad propio del ser humano, que lleva a compartir unos con otros no s?lo los bienes materiales, sino el amor del que todos tenemos necesidad. Efectivamente, damos demasiado poco si s?lo ofrecemos cosas materiales.
2. Los datos disponibles muestran que el incumplimiento del derecho a la alimentaci?n se debe no s?lo a causas de tipo natural sino, sobre todo, a situaciones provocadas por el comportamiento de los hombres y que desembocan en un deterioro general de tipo social, econ?mico y humano. Cada vez son m?s numerosas las personas que, a causa de la pobreza o de conflictos sangrientos, se ven obligadas a dejar sus casas y sus seres queridos para buscar sustento fuera de su tierra. No obstante los compromisos internacionales, muchas de ellas son rechazadas.
Es necesario, por tanto, que madure entre los miembros de la Comunidad de las Naciones una conciencia solidaria que considere la alimentaci?n como un derecho universal de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones.
3. El objetivo de erradicar el hambre y, al mismo tiempo, contar con una alimentaci?n sana y suficiente, requiere tambi?n m?todos y acciones espec?ficas que permitan una explotaci?n de los recursos que respete el patrimonio de la creaci?n. Trabajar en esta direcci?n es una prioridad que conlleva no s?lo beneficiarse de los resultados de la ciencia, de la investigaci?n y de las tecnolog?as, sino tener tambi?n en cuenta los ciclos y el ritmo de la naturaleza conocidos por la gente de zonas rurales, as? como proteger los usos tradicionales de las comunidades ind?genas, dejando a un lado razones ego?stas y exclusivamente econ?micas.
El derecho a la alimentaci?n, por lo que implica, tiene una repercusi?n inmediata tanto en su dimensi?n individual como comunitaria, que afecta a pueblos enteros y grupos humanos. Pienso de modo particular en la situaci?n de los ni?os ?primeras v?ctimas de esta tragedia?, retrasados a veces en su desarrollo f?sico y ps?quico y, en tantas ocasiones, obligados a un trabajo forzado o alistados entre los grupos armados a cambio de recibir unos pocos alimentos. A este respecto, pongo mi esperanza en las iniciativas que se han emprendido a nivel multilateral para favorecer la alimentaci?n escolar y que permiten a comunidades enteras, cuya supervivencia est? amenazada por el hambre, mirar con mayor confianza hacia su futuro.
Es apremiante, pues, un empe?o com?n y concreto en el que todos los miembros de la sociedad, tanto en el ?mbito individual como internacional, se sientan comprometidos a cooperar para hacer posible el derecho a la alimentaci?n, cuyo incumplimiento constituye una violaci?n evidente de la dignidad humana y de los derechos que derivan de ella.
4. El conocimiento de los problemas del mundo agr?cola y de la inseguridad alimenticia, la capacidad demostrada para proponer planes y programas de soluci?n, son un m?rito fundamental de la FAO y dan testimonio de una aguda sensibilidad por las aspiraciones de cuantos reclaman condiciones de vida m?s humanas.
En este momento en el que hay tantos problemas de esta ?ndole, aunque tambi?n se entrev?n nuevas iniciativas que pueden contribuir a aliviar el drama del hambre, les aliento a ustedes a seguir trabajando para que se garantice una alimentaci?n que responda a las necesidades actuales y as? cada persona, creada a imagen de Dios, pueda crecer seg?n su verdadera dimensi?n humana.
La Iglesia Cat?lica se siente cercana a ustedes en este esfuerzo y, a trav?s de sus diversas instituciones, desea continuar colaborando para sostener los anhelos y las esperanzas de aquellas personas y pueblos hacia los cuales se dirige la acci?n de la FAO.
?stas son, Se?or Director General, algunas reflexiones que deseo proponer a la atenci?n de quienes, con diferentes responsabilidades, trabajan para ofrecer a la familia humana un porvenir libre del drama del hambre, a la vez que invoco sobre ustedes y sobre sus trabajos la constante bendici?n del Alt?simo.
Vaticano, 4 de octubre de 2007
BENEDICTUS PP. XVI
[Texto original en espa?ol
? Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana]