D?a 21 de Octubre
Domingo XXIX del Tiempo Ordinario
Contemplando la bondad de Dios
Como tantas otras veces contemplamos al Se?or, en esta ocasi?n guiados por san Lucas, adoctrinando a la gente. Les muestra Jes?s al mismo Dios: q
ue te conozca y que me conozca, le pedimos nosotros con san Agust?n. Y nos ponemos en manos del Esp?ritu Santo, abandonados confiadamente, como hijos peque?os que somos de nuestra Madre del Cielo, mientras contemplamos en silencio a Jes?s que nos habla.
Cualquiera puede entender que el Se?or se dirig?a a la gente aquel d?a como Maestro. Ser?a una de esas ocasiones que dieron pie al asombro de los jud?os:
nunca habl? nadie as?... Como otras veces, utiliza Jes?s en su ense?anza una par?bola, de modo que se grave m?s f?cilmente la doctrina en sus oyentes, acostumbrados a aprender por este sistema, que era com?n en los maestros de la ?poca.
Ese d?a quiso dejar claro, mediante un ejemplo sencillo, c?mo es el talante de Dios con los hombres,
sus elegidos, y qu? equivocados discurrimos cuando no somos sencillos, cuando no ponemos en ?l toda la confianza, cuando ?en el fondo? lo equiparamos a nosotros, que somos tantas veces indiferentes, ap?ticos, c?modos, ego?stas, como ajenos a las inquietudes y dificultades de los dem?s.
?Qu? derecho tenemos a pensar que Dios no es lo bastante bueno, lo bastante misericordioso, lo bastante Padre? Nos cuesta sentirnos en su presencia amorosa y fuerte ?siempre a nuestro favor? y nos quedamos, en cambio, solos con nosotros mismos. Una fr?a y ego?sta soledad, cargada de temor por el fracaso y la falta de recursos, pretendemos que sea en ocasiones el impulso de nuestros actos. Estimulados por el miedo, se nos antoja que los proyectos que nos aguardan: profesionales, familiares, sociales de muy diverso tipo... son, ante todo, problemas; problemas nuestros que debemos sacar adelante solos, a pura fuerza. Todos tenemos problemas y cada uno debe resolver los suyos, concluimos tal vez no pocas veces. Es la soledad inevitable ?incluso rodeados de una multitud? de una vida sin un Padre Dios.
Una ni?a peque?ita iba hace a?os con sus padres en tren, viajando de noche. Era en uno de esos departamentos con varias literas. En el mismo departamento hab?a otras tres personas. Sus padres hab?an salido un momento.
? "Mam?, ?est?s ah??", pregunta la peque?a ya con la luz apagada: (silencio).
? "Mam?, ?est?s ah??..." insiste: (silencio)...
? "Pap?, ?est?s ah??...": (silencio)...
? "Pap?, (estremecida) ?est?s ah??..."
? "?NO!, (responde una voz ronca) ?mam? no est? aqu?, pap? no est? aqu?, pero yo s? estoy aqu? tratando de dormirme!, ??por lo tanto, c?llate!!" (silencio m?s prolongado).
? "Oye, Mam?" ?pregunta por fin la ni?a?, "?era Dios?"
No tenemos capacidad para imaginarnos la maravilla de Dios, ni el amor que nos tiene. Debemos decir de su amor por nosotros lo que san Pablo del Cielo, que
ni ojo vi?, ni o?do oy?, ni pas? a hombre por el pensamiento... lo que Dios nos tiene reservado. ?Aum?ntanos, Se?or, la esperanza! ?
So?ad y os quedar?is cortos!, aconsejaba san Josemar?a. Y si se cumplen nuestros sue?os respecto a la extensi?n de la labor apost?lica y al propio progreso espiritual, es ante todo, porque es inmenso el cari?o que Dios nos tiene; porque no nos regatea la Gracia que esperamos de ?l. En esa ayuda divina se fundamenta nuestro sue?o ilusionado.
?Aparta, Se?or, de m? ?le suplicamos? ese resto de visi?n estrecha que todav?a tengo al contemplarte! Quiz? es que te contemplo poco. Voy, Se?or, tan a lo m?o, incluso cuanso quiero hacer las cosas por Ti, que no te doy tiempo a que me inundes con tu Gracia. Termino por llevar a cabo asuntos t?cnicamente acabados, pero tal vez s?lo con la perfecci?n propia de una cadena de montaje, sin alma, sin tu Gracia, sin tu ayuda; y sin la alegr?a y la paz del hijo peque?o que termina ?claro? una peque?ez casi siempre, pero para su padre. Por eso se hace grande cualquier cosa del hijo.
?
Galopar, galopar!... ?leemos en Camino?
?Hacer, hacer!... Fiebre, locura de moverse... Maravillosos edificios materiales...
Espiritualmente: tablas de caj?n, percalinas, cartones repintados... ?galopar!, ?hacer! ?Y mucha gente corriendo: ir y venir.
Es que trabajan con vistas al momento de ahora: "est?n" siempre "en presente". ?T?... has de ver las cosas con ojos de eternidad, "teniendo en presente" el final y el pasado...
Quietud. ?Paz. ?Vida intensa dentro de ti. Sin galopar, sin la locura de cambiar de sitio, desde el lugar que en la vida te corresponde, como una poderosa m?quina de electricidad espiritual, ?a cu?ntos dar?s luz y energ?a!..., sin perder tu vigor y tu luz. Eso le pedimos al Par?clito:
Llena tambi?n
de amor los corazones, como dice el himno lit?rgico, de cuantos de un modo u otro dependen de m?. Es lo mejor que puedo desearles: ese optimismo sobrenatural tan propio de los santos. Como san Pablo, que habla
de la libertad y la gloria de los hijos de Dios..., de alegrarse siempre en el Se?or... Y aconsejaba:
ora com?is, ora beb?is o hag?is cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
Mar?a ??c?mo no!? es modelo perfecto de contemplaci?n y optimismo, de fe y esperanza. Se siente contemplada por su Creador, amada; es por eso
la bienaventurada entre todas las generaciones, y no hay criatura feliz como Ella.