ZENIT publica el ?Llamamiento final de paz? que se promulg? este martes al concluir el encuentro internacional de representantes de las religiones convocado por la Comunidad de San Egido en la ciudad italiana de N?poles. Benedicto XVI particip? en la inauguraci?n el 21 de octubre de 2007. Hombres y mujeres de diferentes religiones, procedentes de muchas partes del mundo, nos hemos reunido en N?poles para estrechar lazos fraternos, para invocar de Dios el gran don de la paz. El nombre de Dios es la paz.
En el coraz?n del Mediterr?neo y de esta extraordinaria ciudad, que conoce bien la miseria y la grandeza del coraz?n, nos hemos inclinado ante las heridas del mundo. Hay una enfermedad que todo lo contamina y que se llama violencia. La violencia es la oscura compa?era cotidiana de demasiados hombres y mujeres de nuestro planeta. Hay guerras, terrorismo, pobreza y desesperaci?n, abuso del planeta. Se nutre desprecio, se aturde en el odio, se mata la esperanza y se siembra miedo, se golpea a los inocentes, se desfigura la humanidad. La violencia es una tentaci?n para el coraz?n del hombre, que le dice: ?no puede cambiar nada?. Este pesimismo hace creer que es imposible vivir juntos.
Desde N?poles podemos decir con m?s fuerza que ayer que quien usa el nombre de Dios para odiar al otro, para cometer actos de violencia, para hacer la guerra, blasfema contra el nombre de Dios.
Como nos dijo Benedicto XVI: ?No se puede justificar nunca el mal y la violencia invocando el nombre de Dios?.
Inclin?ndonos ante nuestras tradiciones religiosas, hemos escuchado el dolor del sur del mundo, y hemos experimentado el peso del pesimismo que se eleva desde el siglo XX con su carga de guerras y de ilusiones ca?das. Se necesita la fuerza del Esp?ritu de amor que ayuda a reconstruir y reunir una humanidad divida. La fuerza del esp?ritu cambia el coraz?n del hombre y la historia.
Entrando en lo profundo de nuestras tradiciones religiosas, hemos redescubierto c?mo, sin di?logo, no hay esperanza, y uno queda condenado al miedo al otro. El di?logo no anula las diferencias. El di?logo enriquece la vida y deshace el pesimismo que lleva a ver en el otro una amenaza. El di?logo no es la ilusi?n de los d?biles, sino la sabidur?a de los fuertes que saben confiar en la fuerza d?bil de la oraci?n: la oraci?n cambia el mundo y el destino de la humanidad. El di?logo no debilita la identidad de nadie, sino que mueve a cada uno a ver lo mejor del otro. Nada se pierde con el di?logo, todo es posible con el di?logo.
A quien sigue matando, a quien sigue sembrando terrorismo y hace la guerra en el nombre de Dios, le repetimos: ??Alto! ?No mat?is! La violencia es siempre un fracaso para todos?.
Nos comprometemos a buscar y a proponer a nuestros hermanos en religi?n el arte de convivir. No hay alternativa a la unidad de la familia humana. Se necesitan constructores valientes, en todas las culturas, en todas las tradiciones religiosas. Necesitamos la globalizaci?n del esp?ritu que permite ver lo que ya no se puede ver, la belleza de la vida del otro, en toda circunstancia, incluso en la m?s dif?cil.
Nuestras tradiciones religiosas nos ense?an que la oraci?n es una fuerza hist?rica que mueve a los pueblos y las naciones. Humildemente ponemos esta sabidur?a antigua al servicio de todos los pueblos y de cada hombre y mujer para abrir una nueva estaci?n de libertad del miedo y del desprecio del otro. Es el esp?ritu e As?s que aqu?, desde N?poles, se opone con fuerza y valent?a al esp?ritu de violencia y a todo abuso de la religi?n como pretexto para la violencia.
Convencidos de que, por este camino, la paz puede convertirse en un don para todo el mundo, nos encomendamos al Alt?simo.
[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit]