Jueves, 25 de octubre de 2007
VATICANO - AVE MARIA a cargo de don Luciano Alimandi - ?Buscar las cosas de arriba?

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El Cielo no es una f?bula narrada a los peque?os, mas una certeza que Jes?s ha donado a sus disc?pulos, a todos aquellos que creen en ?l y que realizan su voluntad. Lo ha prometido en modo expl?cito: ?en la casa de mi Padre hay muchos sitios. Si no, os lo hubiera dicho. Voy a prepararos un lugar? (Jn 14, 2). ?Qu? alegr?a para el cristiano saber que para ?l el Cielo es de casa, que vale verdaderamente vivir el Evangelio y prepararse para una buena muerte con una buena vida, para poder escuchar, en el d?a supremo, aquella sagrada Palabra de Jes?s: ?hoy estar?s conmigo en el Para?so?! Vivir con Dios por toda la eternidad es el gozo m?s grande que pueda existir. Por ello vivir con la conciencia que estamos ?a dos pasos? del Cielo deber?a ser f?cil para un cristiano y sin embargo, con frecuencia, ?l constata la dificultad de acercarse al Cielo en la cotidianidad; ?por qu? sucede esto?

Para encontrar el camino hacia el Cielo, es necesario buscar las cosas del Cielo, como nos dice san Pablo: ?Buscad las cosas de arriba, donde se encuentra Cristo a la diestra de Dios? (Col 3, 1). Podr?amos hacer una larga lista de las cosas de arriba, nombremos algunas: la confianza, la esperanza, la caridad, la paz, la oraci?n, la contemplaci?n, la adoraci?n, la reconciliaci?n, el dar gracias, el perd?n, la infancia espiritual, la humildad, la libertad, la verdad, la simplicidad, la alegr?a, la sabidur?a, el ardor, la mansedumbre, el silencio, la eternidad... Todos dones que tienen al Se?or como su propio fin, pertenecientes a la esfera de lo sobrenatural, porque son frutos del Esp?ritu Santo. Las cosas de abajo, que son antepuestas a las cosas de arriba, son aquellas que terminan en el pecado: orgullo, amor propio, vanidad, ego?smo, soberbia, astucia, avaricia, ira, celos, poder, honor, admiraci?n de s?, envidia, apego a los bienes materiales...

De aquello que se piensa, uno se puede dar cuenta de que cosa se desea y de que cosa se desea se podr? juzgar si se est?n buscando las cosas del Cielo o si se afana por las cosas de abajo, como quien ?acumula tesoros para s?, y no se enriquece delante de Dios? (Lc 12, 21).

?Si piensas en las cosas de arriba, durante el d?a, significa que tu deseo est? orientado hacia el Cielo! Es tan simple esta ecuaci?n. ?Una parte de nuestra conversi?n cotidiana consiste justamente en el quitar la mirada de las cosas de abajo, para mantener el coraz?n libre para pensar en Dios y en sus cosas! Nosotros sabemos muy bien que nuestro coraz?n no puede ser ocupado, al mismo tiempo, por dos deseos opuestos, no puede seguir a dos ?patrones? que compiten. Como nos dice Jes?s, ?ning?n siervo puede servir a dos patrones: odiar? a uno y amar? a otro o se afeccionar? a uno y despreciar? al otro. No pod?is servir a Dios y a mamona? (Lc 16, 13). Es ?nica la opci?n que Dios pone delante de nosotros: ?qui?n quiera conquistar la vida y quiera seguirme, tendr? que dejar todo aquello que no corresponde a mi santidad!

El Se?or, ciertamente no el hombre, ha creado el alma y ha dispuesto que esta pueda ser guiada o por el bien o por el mal, seg?n la libre opci?n que la persona har?. El infierno existe no porque es fruto de la falta de amor de Dios por sus criaturas, sino porque la libertad que ?l ha donado al hombre es talmente incondicionada, que esta puede, absurdamente, decirle no, optando por separarse de ?l. La reflexi?n sobre el infierno deber?a llevar al hombre creyente no a dudar de Dios sino a temblar frente a la posibilidad que ?l mismo pueda darle las espaldas a su Creador. La conciencia de tener tal libertad deber?a empujarlo a la gratitud ejemplar hacia tal Creador y a decidirse por ?l, por las ?cosas del Padre?, seg?n una conciencia verdaderamente formada a la luz de la Revelaci?n divina. Por lo tanto, ?o se decide por vivir virtuosamente, o vivir? como aquellos que viven sin Dio!
El primer esfuerzo que debe ser realizado por la ma?ana deber?a ser justamente el de buscar al Se?or, sus cosas, para que durante la jornada se viva mirando al Cielo. El medio privilegiado para buscar al Se?or es, sin lugar a dudas, la oraci?n, que suscita y alimenta el deseo de Dios sin el cual sucumbimos al deseo mundano, confundiendo por algo real aquello que solamente parece, pero que real no es. ?Nosotros ciudadanos del Cielo? (Fil 3, 20), parafraseando a San Pablo, ?con qu? frecuencia sintonizamos por la ma?ana? ?Con aquella divina o aquella terrena? ?Existen muchas frecuencias posibles, tantos pensamientos que pueden convertirse en dominantes seg?n quien los domina: el Cielo o el mundo! Cada cristiano est? llamado a convertirse en un ap?stol del Cielo, a llevar consigo a tantas otras almas, repitiendo con confianza, la oraci?n ense?ada por la Virgen a los tres videntes de F?tima despu?s de haberles mostrado la visi?n del infierno: ?Cuando recit?is el rosario, decid despu?s de cada misterio: ?Oh Jes?s m?o! Perd?nanos, lib?ranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las alamas, especialmente aquellas que tienen mayor necesidad?. (Agencia Fides 24/10/2007; l?neas 55, palabras 889).
Publicado por verdenaranja @ 23:19  | Espiritualidad
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