S?bado, 27 de octubre de 2007
15 de Octubre
Fiesta: Santa Teresa de Jes?s, virgen y doctora



La fuerza y la confianza de la oraci?n



Celebramos con alegr?a la fiesta de Santa Teresa de Jes?s, Doctora de la Iglesia. Teresa de Cepeda y Ahumada tom? el nombre de Teresa de Jes?s al ingresar en el Carmelo. El cambio de nombre supuso para ella mucho m?s que cumplir con lo establecido para el momento de la profesi?n religiosa. Significaba, en efecto, el cambio profundo que quiso llevar a cabo en su vida: de ser una mujer como la mayor?a, dedicada a sus intereses particulares y de relaciones familiares y sociales en general, ser?a en adelante, de modo exclusivo, para Jes?s. No habr?a ya m?s afanes en su vida que los de Cristo. Su nombre de religiosa expresa, pues, posiblemente del modo m?s sint?tico y real, lo que fue la vida de esta santa a partir del momento en que decidi? consagrarse a Dios.

No fue sencillo para Teresa de Jes?s alcanzar esa santidad ?identificaci?n plena con Cristo? que se le present? como un ideal fascinante en sus a?os de juventud. Fue necesario que pusiera lo personal muy en segundo t?rmino y en todos los aspectos. Sin embargo, con el paso de los a?os, mostr? una fuerza consigo misma y una capacidad de impulso hacia la perfecci?n genuina exigida por Jesucristo, que admir? y hasta desconcert? a los de su misma orden religiosa. De modo particular, llam? la atenci?n y recibi? cr?ticas, de algunos sectores en cierta medida acomodados y poco exigentes respecto a su rigor primigenio. A partir de aquella situaci?n se sinti? impulsada a emprender una profunda reforma del Carmelo, recobrando as? el esp?ritu que dio origen a la Orden.

?C?mo fue capaz una mujer, sin recursos ni influencias, de establecer tan profundos cambios, claramente negativos desde un punto de vista humano, y contra el parecer de la mayor?a? ?Cu?l fue el est?mulo que hizo posible el sorprendente desarrollo posterior de su Empresa? Pues era ins?lito su sacrificio en una sociedad cada vez m?s afanada en las comodidades de una vida f?cil. No se pod?a entender el sentido de tan rigurosa exigencia. De diversos modos, la Santa de ?vila se remit?a siempre a la oraci?n para se?alar la causa, el origen, el ?nico fundamento consistente de cualquier tarea eficaz al servicio de Dios. En su propia oraci?n aprendi? Santa Teresa que, viviendo la vida con Dios en un trato habitual, los hombres podemos y debemos sentirnos siempre triunfadores a pesar de aparentes contratiempos, que ser?n siempre moment?neos, pues no es posible que, empe?ados en sus mismos afanes, podamos fracasar con ?l.

En cambio, sin oraci?n tenemos garantizada la esterilidad: el que no deja de andar e ir adelante, aunque tarde, llega. No me parece es otra cosa perder el camino sino dejar la oraci?n. Es su viva experiencia, de un permanente empe?o por agradar a Dios yendo de su mano, con la impresi?n, en ocasiones, de que todo ese esfuerzo es excesivo, poco eficaz en apariencia. Sin embargo, insiste en la necesidad de no abandonar la oraci?n, aunque parezca est?ril: La oraci?n no es problema de hablar o de sentir, sino de amar. Y se ama, esforz?ndose en intentar decir algo al Se?or, aunque no se diga nada. Cuando Dios quiere, el alma nota, hasta de modo sensible, la eficacia y la paz de la s?plica: Entrando un d?a en el oratorio, vi una imagen que hab?an tra?do all? a guardar (...). Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mir?ndola, toda me turb? de verle tal, porque representaba bien lo que pas? por nosotros. Fue tanto lo que sent? de lo mal que hab?a agradecido aquellas llagas, que el coraz?n me parece se me part?a y arroj?me cabe ?l con grand?simo derramamiento de l?grimas, suplic?ndole me fortaleciese de una vez para no ofenderle. Y en otro momento concluye: Siempre sal?a consolada de la oraci?n y con nuevas fuerzas.

Ante nuestros ojos est?, visible por todo el mundo, la eficacia santificadora de esta Santa, que trasciende mucho m?s all? del ?mbito carmelitano, y hace sentir sus efectos en otras familias religiosas y en toda sociedad cat?lica. El sentido com?n y sobrenatural, la gracia humana con un gran ingenio y esp?ritu pr?ctico para la vida, su indudable talento literario y po?tico, y hasta el sentido del humor de Teresa de ?vila, han quedado para la historia de la cultura y de la espiritualidad como un animante est?mulo para cuantos nos resistimos a ser vulgares.

Acudimos a su particular asistencia en el d?a de su fiesta, para que no desistamos de la oraci?n confiada en los momento de dificultad, convencidos de que, con Jesucristo, nunca podremos perder, a pesar de que, por momentos, la tentaci?n nos sugiera pensamientos de des?nimo. La Madre de Dios, Virgen Poderosa, seg?n la aclamamos en las Letan?as del Santo Rosario, nos confirma que, de la mano de Dios, siempre vamos seguros.



Publicado por verdenaranja @ 22:39  | Espiritualidad
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