Saludo a los peregrinos en la Bas?lica de San Pablo con motivo de beatificaci?n de 498 m?rtires del siglo XX en Espa?a. MONS. RICARDO BL?ZQUEZ
OBISPO DE BILBAO,
PRESIDENTE DE LA
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPA?OLA
Roma (San Pablo extramuros), 27 de octubre de 2007
La Iglesia de Roma conserva los sepulcros de los ap?stoles Pedro y Pablo como ?trofeos? de su fidelidad a Jesucristo y como acreditaci?n de la autoridad apost?lica de la Sede de Roma. Estamos reunidos donde Pablo, en la v?a ostiense, fue decapitado, culminando el testimonio de fe y amor a Jesucristo, que lo llam? a su seguimiento y al apostolado en el camino de Damasco. Saludo a los peregrinos venidos de lejos y de cerca para participar en la gozosa celebraci?n de la beatificaci?n de 498 m?rtires de nuestras di?cesis: Se?ores obispos, religiosos y religiosas de las congregaciones a las que pertenecieron y enaltecieron los m?rtires, hermanos y hermanas de todos los rincones de la Iglesia en Espa?a. Saludo con respeto y afecto al se?or embajador de Espa?a ante la Santa Sede. Agradezco, en nombre de la Conferencia Episcopal Espa?ola, la hospitalidad que en esta bas?lica emblem?tica de Roma nos ofrece el arcipreste de la misma Card. Andrea Cordero Lanza de Montezemolo.
Queridos peregrinos, hemos custodiado como un tesoro la memoria de nuestros m?rtires, que nos han precedido con la antorcha de la fe y de la santidad. Son un don precioso de Dios que recibimos con gratitud; estamos dispuestos con la fuerza del Se?or a proclamar la fe y a vivir con fidelidad, alentados por su testimonio sublime, en las situaciones concretas de nuestra historia. El martirio de estos hermanos nos une con el Se?or y nos dignifica a todos.
Los m?rtires situados ante la alternativa, no buscada ni provocada por ellos, de renegar de la fe cristiana y as? salvar la vida, o de mantenerse adheridos al Se?or y as? perderla, prefirieron en un gesto admirable entregar la vida temporal y recibir la Vida eterna, recordando las palabras del Maestro: ?Quien pierde su vida por m? y por el Evangelio, la salvar? (Mc 8,35). ?Nadie tiene amor m?s grande que el que da su vida por sus amigos? (Jn 15,13). Los m?rtires recibieron de Jes?s la gracia de su amistad, y ellos le devolvieron viviendo y muriendo por El la misma amistad. ?Qu? elocuente se hace el Evangelio en la proximidad de los m?rtires!
En el proceso de los m?rtires se ha concentrado la fidelidad a Dios a trav?s de unos gestos expresivos de la totalidad. Como muchos m?rtires de la Iglesia en los primeros siglos murieron aclamando a Jes?s como el Se?or (Iesus K?rios), as? tambi?n los m?rtires que van a ser beatificados ma?ana murieron aclamando con los labios y el coraz?n: ?Viva Cristo Rey! A algunos el rosario los identific? como cristianos y en la hora suprema supieron que era una se?al decisiva. Unos murieron porque participaban en la Eucarist?a; y otros por el hecho de ser sacerdotes, frailes o monjas. Los que tuvieron la oportunidad se unieron en el martirio a aqu?llos con los que hab?an compartido su fe, la profesi?n religiosa y los trabajos apost?licos.
Los m?rtires han rubricado con su sangre un mensaje que queremos recibir hondamente en estos extraordinarios d?as. Su muerte martirial glorifica el poder de Dios que hace de la fragilidad de los hombres su propio testimonio. Todo lo pudieron en Aquel que les dio fuerza (cf. Fil 4,13; 2 Cor 12,9-10; Col 1,29). ?Que importante es la fe en Dios que orient? la vida y decidi? la muerte de sus fieles! En nuestro tiempo estamos llamados a mostrar que para la vida personal, familiar y social no es indiferente creer en Dios que no creer en El. Todo cambia con la luz y la fuerza que emite la fe en nuestro Se?or Jesucristo. Los m?rtires nos preguntan hoy sobre la valent?a de nuestra fe. Los hermanos m?rtires nos estimulan a ser fieles, a confiar en Dios que nunca defrauda y no abandona ni siquiera en la persecuci?n. Con la autoridad que les confiere su muerte por el Se?or nos recuerda una exhortaci?n evang?lica: Si ellos murieron perdonando, debemos nosotros recorrer los caminos del perd?n, de la reconciliaci?n y de la paz. Su actitud ante la muerte es una fuerte invitaci?n a la convivencia respetuosa en la pluralidad.
Queridos peregrinos, deseo a todos unos d?as de gracia del Se?or; que la proximidad al sucesor de Pedro, el papa Benedicto XVI, nos fortalezca en la unidad de la fe y del amor.