ZENIT publica el comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap. --predicador de la Casa Pontificia-- a la liturgia del pr?ximo domingo, XXX del tiempo ordinario.
XXX Domingo del tiempo ordinario [C]
Sir?cida 12-14. 16-18; 2 Timoteo 4,6-8.16-18; Lucas 18, 9-14
El fariseo y el publicano
El Evangelio de este domingo es la par?bola del fariseo y del publicano. Quien acuda a la iglesia el domingo oir? un comentario m?s o menos de este tipo. El fariseo representa el conservador que se siente en orden con Dios y con los hombres y mira con desprecio al pr?jimo. El publicano es la persona que ha errado, pero lo reconoce y pide por ello humildemente perd?n a Dios; no piensa en salvarse por m?ritos propios, sino por la misericordia de Dios. La elecci?n de Jes?s entre estas dos personas no deja dudas, como indica el final de la par?bola: este ?ltimo vuelve a casa justificado, esto es, perdonado, reconciliado con Dios; el fariseo regresa a casa como hab?a salido de ella: manteniendo su justicia, pero perdiendo la de Dios.
A fuerza de o?rla y de repetirla yo mismo, esta explicaci?n en cambio ha empezado a dejarme insatisfecho. No es que est? equivocada, pero ya no responde a los tiempos. Jes?s dec?a sus par?bolas para la gente que le escuchaba en aquel momento. En una cultura cargada de fe y religiosidad como aquella de Galilea y Judea del tiempo, la hipocres?a consist?a en ostentar la observancia de la ley y santidad, porque ?stas eran las cosas que atra?an el aplauso.
En nuestra cultura secularizada y permisiva, los valores han cambiado. Lo que se admira y abre camino al ?xito es m?s bien lo contrario de otro tiempo: es el rechazo de las normas morales tradicionales, la independencia, la libertad del individuo. Para los fariseos la contrase?a era ?observancia? de las normas; para muchos, hoy, la contrase?a es ?trasgresi?n?. Decir de un autor, de un libro o de un espect?culo que es ?transgresor? es hacerle uno de los cumplidos m?s anhelados.
En otras palabras, hoy debemos dar la vuelta a los t?rminos de la par?bola, para salvaguardar la intenci?n original. ?Los publicanos de ayer son los nuevos fariseos de hoy! Actualmente es el publicano, el transgresor, quien dice a Dios: ?Te doy gracias, Se?or, porque no soy como aquellos fariseos creyentes, hip?critas e intolerantes, que se preocupan del ayuno, pero en la vida son peores que nosotros?. Parece que hay quien parad?jicamente ora as?: ??Te doy gracias, oh Dios, porque soy un ateo!?.
Rochefoucauld dec?a que la hipocres?a es el tributo que el vicio paga a la virtud. Hoy es frecuentemente el tributo que la virtud paga al vicio. Se tiende, de hecho, especialmente por parte de los j?venes, a mostrarse peor y m?s desvergonzado de lo que se es, para no parecer menos que los dem?s.
Una conclusi?n pr?ctica, v?lida tanto en la interpretaci?n tradicional aludida al inicio como en la desarrollada aqu?, es ?sta. Poqu?simos (tal vez nadie) est?n siempre del lado del fariseo o siempre del lado del publicano, esto es, justos en todo o pecadores en todo. La mayor?a tenemos un poco de uno y un poco del otro. Lo peor ser?a comportarnos como el publicano en la vida y como el fariseo en el templo. Los publicanos eran pecadores, hombres sin escr?pulos que pon?an dinero y negocios por encima de todo; los fariseos, al contrario, eran, en la vida pr?ctica, muy austeros y observantes de la Ley. Nos parecemos, por lo tanto, al publicano en la vida y al fariseo en el templo si, como el publicano, somos pecadores y, como el fariseo, nos creemos justos.
Si tenemos que resignarnos a ser un poco el uno y el otro, entonces que al menos sea al rev?s: ?fariseos en la vida y publicanos en el templo! Como el fariseo, intentemos no ser en la vida ladrones e injustos, procuremos observar los mandamientos y pagar las tasas; como el publicano, reconozcamos, cuando estamos en presencia de Dios, que lo poco que hemos hecho es todo don suyo, e imploremos, para nosotros y para todos, su misericordia.
[Traducci?n del original italiano realizada por Zenit]