VATICANO - La naturaleza misionera de la Iglesia en el designio salv?fico de Dios - del P. Adriano Garuti y Lara De Angelis Ciudad del Vaticano (
Agencia Fides) - Hoy como hace un tiempo, la misi?n requiere coraje. Hablar de ello es muy f?cil. Vivirla exige ya mucho m?s. Estar presente en el mundo tal como es, hechizado por el espejismo del dinero y del poder, atravesado por la violencia, estar all? dentro con la fuerza del Evangelio exige una gran dosis de valent?a. El concepto de misi?n es uno de los que ha sufrido un cambio de sentido en estos ?ltimos tiempos. En el pasado, sobre todo a partir de la ?poca de los grandes descubrimientos geogr?ficos, indicaba sencillamente la actividad de la Iglesia entre los pueblos todav?a no evangelizados. La renovaci?n teol?gica, que comenz? al inicio del siglo pasado, ha producido una interpretaci?n distinta del tema. Esta nueva visi?n ha permitido una reforma eclesiol?gica del concepto. En efecto, la misi?n ha sido vista c?mo elemento de auto identificaci?n. La Iglesia ha comprendido que no es ella misma si no es misionera. Si por una parte la Iglesia ha comprendido que es misionera por naturaleza, por otra, el concepto de misi?n no est? ya circunscrito al mundo todav?a no evangelizado, sino que asume un car?cter pastoral respecto a los fieles que ya creen en Cristo, para alimentar y hacer cada vez m?s madura, en ellos, la fe y desarrollar la vida divina hasta llevarlos a la perfecta uni?n con el Se?or.
La Iglesia peregrina es, pues, misionera por su naturaleza, "puesto que procede de la misi?n del Hijo y de la misi?n del Esp?ritu Santo, seg?n el designio de Dios Padre" (AG 2; cfr LG 2-4). Mas que nuestra, la misi?n es obra de Dios. Antes que ser tarea por realizar, es amor que se debe acoger. La Iglesia no existe por si y para si misma, sino que es una prolongaci?n en el tiempo y en el espacio de la presencia de Cristo y de su misi?n.
Ella est? llamada por su naturaleza a salir de si misma en un movimiento hacia el mundo para ser signo, instrumento, presencia del amor y de la salvaci?n de Dios. La misi?n est? en el coraz?n mismo de la Iglesia y la invade completamente, es su misma raz?n de ser, es un reflejo del amor de Cristo y tiene la tarea de irradiar esta misma luz sobre todos los hombres.
La Iglesia, por tanto, est? llamada a continuar la obra de Dios, ?ste es su fundamento, Sacramento de la presencia de Dios para los hombres, ella est? llamada a anunciar a Jesucristo como alegre mensaje para el mundo, como luz y esperanza en medio de los interrogantes que el mundo se plantea, como sentido nuevo que ofrece una llave de b?squeda. La misi?n no se casa con el miedo, exige salir, ponerse en camino y responder a una llamada que viene de fuera. (1 - continua) (Agencia Fides 30/10/2007; L?neas: 32 Palabras: 492)