Domingo, 25 de noviembre de 2007
Lectura.- Lm 3, 17 - 26
Evanqelio.- Mt 11, 25 - 30


Nosotros creemos que la vida es m?s fuerte que la muerte. En el Credo decimos: "Creo en la Resurrecci?n de la carne". Se entiende, no en sentido literal, sino en el sentido de que recuperaremos nuestro compa?ero de fatigas (el cuerpo) en estado glorioso.

Los cristianos nos atrevemos a creer que no quedamos hu?rfanos, pues lo mismo que resucit? Jes?s a una Vida distinta, gloriosa, resucitar?n tambi?n nuestros seres queridos y nosotros mismos. La fe y la esperanza van unidas. Dec?a Huna uno: " S?lo el que cree de verdad, puede esperar". Y s?lo el que espera de verdad puede creer. Porque no creemos, sino lo que esperamos y no esperamos, sino lo que creemos.

La esperanza es el otro lado de la fe, que nos certifica que Dios quiere a los hombres y al mundo, que los cuida, los ama y los salva.
Nos hace mucha falta la fe, pero nos hace tambi?n mucha falta la esperanza. Hoy hay muchas personas que no encuentran sentido a la vida. No creen que el mundo ni el hombre pueda mejorar. Viven como resignados, arrastrando sus vidas sin ilusi?n. O buscan alegr?as baratas que taponen la desaz?n que muchos llevan dentro.

Pero lo m?s asombroso es que haya cristianos que parecen vivir sin esperanza. Hace la impresi?n de que no esperan cosas buenas. Los ni?os, en la noche de Reyes, se acuestan con los ojos brillantes, est?n como expectantes. Saben que el regalo vendr?, que llegar? sin fallo y gozan m?s esper?ndolo que posey?ndolo.

A los cristianos se nos nota poco que creemos en la Resurrecci?n, en la Vida Eterna. No se nos ve como viajeros en camino hacia la felicidad eterna. Tenemos, me parece, las mismas caras aburridas que el resto de la gente. Y la verdad es que nuestra historia termina bien, muy bien. Al otro lado de la muerte nos espera Dios, como esperan los padres a los hijos, con los brazos abiertos.

Y tenemos que convencernos de que Dios no quiere la enfermedad, ni el dolor ni la muerte. El proyecto de Dios es que el hombre viva feliz, en paz completa, Y hacia eso, seamos conscientes o no, nos orienta y hacia eso nos estimula.
Como tambi?n acompa?a nuestra debilidad y nuestras dificultades y est? cerca de nosotros sosteni?ndonos en los momentos especialmente dif?ciles de nuestra vida.
Me gustar?a que todos pudi?ramos experimentar como el autor de la la lectura: "Que la misericordia del Se?or no se termina. Es m?s, se renueva cada ma?ana. " Su fidelidad es grande como el mar".

Ay?danos, Se?or, a sentir tu amor en esta situaci?n. Sabemos, porque la vida as? nos lo est? ense?ando, que muchas veces los gestos de amor no son entendidos. Incluso algunas veces hay gestos de amor que son costosos de recibir. Quisi?ramos, Se?or, confiar en tu fidelidad, en que tu amor no se termina, que se re-nueva cada ma?ana.

N. con su vida nos deja este testimonio: el de la sencillez, el de la humildad y el del servicio callado. Seguro que siendo bueno, sencillo y servicial tampoco siempre habr? sido entendido por los suyos y por los dem?s.

N. y tantas otras personas, transparentan con su vida esta realidad, esta pasta de la que todos estamos hechos. En definitiva, transparentan el rostro de Dios, el gran secreto de la vida.

Tenemos que pedir al Se?or que nos ayude a confiar en la persona que ama, que es sencilla y servicial. El que ama, no muere. A una vida de entrega le espera Nueva Vida. La persona que ama vivir para siempre. Lo dice San Pablo: La fe y la esperanza pasar?n, s?lo el amor permanecer?.

A nosotros que nos duele la muerte de N. y que valoramos su vida por lo que tuvo de entrega, de sencillez y de servicio nos queda una cosa: el deseo de vivir con esas mismas actitudes, que por otra parte est?n al alcance de todos.
Hay cosas que no est?n al alcance de todos. Pero ser atentos, cordiales, serviciales, sencillos, bondadosos, "buena gente"... eso est? al alcance de todos. Tiene todos la materia, la pasta para condimentar la existencia con estos valores.

Seguimos la Eucarist?a para pedir al Se?or que nos acompa?e, que nos ayude en este momento y en los dem?s momentos en que hemos de ser hombres y mujeres que se si
Publicado por verdenaranja @ 18:48  | Homil?as
Comentarios (0)  | Enviar
Comentarios