Lunes, 26 de noviembre de 2007
Material enviado por el Vicario General para celebraciones durante el Adviento siguiendo el Plan Diocesano de Pastoral en el a?o dedicado a la parroquia.


PARROQUIA QUE CREE EN JESUCRISTO


?No nos hagamos ilusiones: sin el camino espiritual, de poco servir?an los instrumentos externos de la comuni?n. Se convertir?an en medios sin alma, m?scaras de comuni?n m?s que sus modos de expresi?n y crecimiento? (Juan Pablo II)

OBJETIVOS

1. Hacer ver a los agentes de pastoral la importancia de la comuni?n en la parroquia

a. Cuestionar a los agentes de pastoral como viven su fe personalmente.

b. Cuestionar a los agentes de pastoral si la fe personal la viven comunitariamente.

2. Buscar los medios para que la comuni?n sea vivida en la parroquia.

DESARROLLO, DURANTE UNA TARDE CON LOS AGENTES DE PASTORAL
Y QUIENES QUIERAN.


1? parte Oraci?n y reflexi?n

? Hacer un peque?o retiro con los texto que les presentamos (Hch 2, 42-47) y posteriormente la reflexi?n.

o Hacer memoria de Jesucristo resucitado, del encuentro personal al encuentro comunitario.

? Compartir en grupos la reflexi?n personal, las sombras, las luces y esperanzas en nuestra parroquia.


2? parte La Parroquia como casa y escuela de comuni?n

o Parroquia como lugar de acogida y comuni?n

o La parroquia como lugar de comuni?n intraeclesial

o La parroquia como engendradora de grupos de vida cristiana

o La parroquia como lugar donde se vive la fe ?ntegra: cre?da, celebrada, vivida y orada.

 Trabajar el documento del ?credo en el que no creo?, para analizar c?mo es la fe que se vive y transmite en la parroquia y evaluar si es la fe que profesa, celebra y vive la Iglesia.

3? parte Celebraci?n de la Palabra

? Concluir con una peque?a celebraci?n de la Palabra.



1? Parte. Oraci?n reflexi?n


Hechos de los Ap?stoles, 2, 42-47

Acud?an asiduamente a la ense?anza de los ap?stoles, a la comuni?n, a la fracci?n del pan y a las oraciones. El temor se apoderaba de todos, pues los ap?stoles realizaban muchos prodigios y se?ales. Todos los creyentes viv?an unidos y ten?an todo en com?n; vend?an sus posesiones y sus bienes y repart?an el precio entre todos, seg?n la necesidad de cada uno. Acud?an al Templo todos los d?as con perseverancia y con un mismo esp?ritu, part?an el pan por las casas y tomaban el alimento con alegr?a y sencillez de coraz?n. Alababan a Dios y gozaban de la simpat?a de todo el pueblo. El Se?or agregaba cada d?a a la comunidad a los que se hab?an de salvar.

Palabra de Dios

No sin dificultades, las primeras comunidades se fueron construyendo sobre el cimiento de los ap?stoles y con el mensaje, aun fresco, que aquellos testigos directos de la resurrecci?n de Cristo, les hab?an trasmitido. ??lo que hemos o?do, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida, ?pues la Vida se manifest?, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la Vida eterna, que estaba vuelta hacia el Padre y que se nos manifest? lo que hemos visto y o?do, os lo anunciamos, para que tambi?n vosotros est?is en comuni?n con nosotros. Y nosotros estamos en comuni?n con el Padre y con su Hijo Jesucristo? (1Jn. 1,1-3)

Los primeros creyentes, acogieron en Esp?ritu y en verdad el mensaje del Resucitado, lo creyeron, lo celebraron y vivieron, y, haci?ndolo oraci?n, se dieron cuenta de la necesidad de transmitirlo y anunciarlo. Lo recibido, fue transmitido.

El mensaje comunicado y acogido no ten?a otro objetivo que el de ?estar en comuni?n con el resto de hermanos de fe, y todos con el Padre y su Hijo Jesucristo? (1Jn. 1, 3)

Y pronto, muy pronto, asumieron en sus vidas personales y comunitarias ?los mismos sentimientos de Jes?s? (Filp. 2), hasta el punto de formar ?un solo coraz?n y una sola alma? (Hch, 4,32).

El texto de Hechos que hemos le?do nos recuerda su estilo de vida y de presencia:

- Conscientes de no haber conseguido a?n la corona de gloria, sino descubri?ndose en un proceso comunitario de santidad, acud?an asiduamente a la ense?anza de los ap?stoles (instrucci?n privada, liturgia de la palabra).
- Las necesidades de los hermanos se convert?an en propias, viviendo la aut?ntica comuni?n (koinon?a, colecta para los pobres)
- Comuni?n que se reflejaba celebrativamente en la fracci?n del pan (la Eucarist?a (Lc 24,35), liturgia eucar?stica. Junto a la Eucarist?a, se habla de la comida compartida, un ?agape? durante el cual se celebraba, como pone de manifiesto tambi?n la carta a los Corintios).

- y en la alabanza compartida, en sus oraciones, la gran mayor?a s?lmicas, heredadas del juda?smo.

Adem?s, como sigue insistiendo el texto:

- Viv?an unidos, no solo por la cercan?a f?sica, sino por la que rompe las distancias, como pueden ser, la interior, de la un mismo pensar y sentir.

- Ten?an todo en com?n (?) seg?n las necesidades de cada uno (la contribuci?n material es v?nculo y prueba de fraternidad (cf. Hch 4,34-35)).

- Acud?an al Templo (?) con perseverancia y con un mismo esp?ritu

- Part?an el pan por las casas

- Tomaban el alimento con alegr?a y sencillez de coraz?n
- Alababan a Dios

La comunidad no vive su propia vida de forma aislada o cerrada, sino que Gozaban de la simpat?a de todo el pueblo, ya que se hac?an presentes en la vida social, como la levadura en la masa.
Aquellos primeros creyentes, acogieron en Esp?ritu y en verdad el mensaje del Resucitado, lo creyeron, lo celebraron y vivieron, y, haci?ndolo oraci?n se dieron cuenta de la necesidad de transmitirlo y anunciarlo. Lo recibido, fue transmitido.

Y pronto, muy pronto, no sin dificultades, asumieron en sus vidas personales y comunitarias ?los mismo sentimiento de Jes?s?.
Por una parte, ense?an en el templo (Hch 5,42). Por otra, los ap?stoles hac?an muchos ?signos y prodigios?, manifestaci?n del Esp?ritu en ellos (v. 43). Esto causaba la admiraci?n de los presentes y la conversi?n de muchos llamados a la fe, que se iban agregando al grupo.
Y ?el Se?or agregaba cada d?a a la comunidad a los que se deb?an de salvar, As?, tambi?n, el Se?or ha seguido y sigue agregando, a lo largo del espacio y del tiempo de la historia a los que deben salvarse, cumpliendo la promesa de su presencia (Mt. 28, 19-20)

Tambi?n nosotros, en palabras de nuestro Obispo, ?hombres y mujeres del Tercer Milenio, que hemos conocido y cre?do en Jesucristo, animados por la certeza de su presencia, estamos llamados a anunciar aqu? y ahora ?con renovado impulso? ?lo que hemos visto y o?do acerca de la Palabra de vida? para hacer a otros part?cipes de nuestra ?comuni?n con el Padre y con su Hijo Jesucristo?.

Pero, para ello, (como aquellas primeras comunidades) necesitamos nosotros mismos afianzar nuestra fe. Necesitamos ?o?r?, ?tocar con nuestras manos?, ?ver con nuestros ojos?, a Cristo ?la Palabra de vida?. Es decir, necesitamos cultivar una fe viva, de adhesi?n y seguimiento de Jes?s, para poder dar testimonio de lo que hemos visto, porque de lo que se trata es de ?presentar? a Jes?s a los dem?s, no s?lo de hablar de El?.


La espiritualidad de comuni?n que viv?an aquellas comunidades, tiene su origen en la profunda experiencia de fe que ten?an sus creyentes. Su adhesi?n firme a Jesucristo, a quien conocieron, amaron y siguieron, los impulsaba a salir al encuentro fraterno de los otros y construir iglesia, comunidad de bautizados reunidos en el nombre del Padre y del Hijo y del Esp?ritu Santo. Creer en Jes?s, no s?lo supon?a creerlo a ?l y a su mensaje, sino creer en ?l como quien nos introduce en el misterio de comuni?n por excelencia, el misterio Trinitario, y desde ?l, hacerlo imagen viva en medio de la humanidad y de nuestra comunidad.
Porque en Palabras de Juan Pablo II en la NMI "Si verdaderamente hemos contemplado el rostro de Cristo, queridos hermanos y hermanas, nuestra programaci?n pastoral se inspirar? en el "mandamiento nuevo" que ?l nos dio: "Que, como yo os he amado, as? os am?is tambi?n vosotros los unos a los otros" (Jn 13,34)" (NMI 42).
Y contin?a:

"Espiritualidad de la comuni?n significa ante todo una mirada del coraz?n sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida tambi?n en el rostro de los hermanos que est?n a nuestro lado. Espiritualidad de la comuni?n significa, adem?s, capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo m?stico y, por tanto, como "uno que me pertenece", para saber compartir sus alegr?as y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad. Espiritualidad de la comuni?n es tambi?n capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios: un "don para m?", adem?s de ser un don para el hermano que lo ha recibido directamente. En fin, espiritualidad de la comuni?n es saber "dar espacio" al hermano, llevando mutuamente la carga de los otros (cf. Ga 6,2) y rechazando las tentaciones ego?stas que continuamente nos asechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias.?(43)
Por consiguiente, esta espiritualidad fraterna deber?a ocupar un espacio importante en toda comunidad y grupo parroquial. Pero eso implica que los agentes vivamos esta espiritualidad de comuni?n entre nosotros. Hoy es indispensable formar siempre una verdadera comunidad educativa que est? impregnada de esp?ritu comunitario y que est? abierta a una comunidad eclesial m?s amplia.
El Papa no se limita a recordar el mandamiento del amor o a exhortamos a que lo vivamos en la existencia cotidiana. Pide m?s bien que toda la organizaci?n y la planificaci?n de la actividad de la Iglesia est?n efectivamente marcadas por ese amor fraterno.
Fortalecer nuestra fe en Jesucristo, afianzar nuestra adhesi?n y confianza en ?l, son pues, requisitos y exigencias, para construir la comunidad que so?amos y anhelamos. Comunidad que, desde la sociedad y compartiendo sus esperanzas e inquietudes (Encarnaci?n), con gozo y entusiasmo, propone y testimonia en su diario vivir el mensaje del Evangelio desde una experiencia profunda de encuentro con el Se?or Jes?s (Resurrecci?n), ofreciendo un sentido de la vida (Ema?s), acogiendo a todos (Buen Pastor) y solidarizando con los m?s necesitados (Buen Samaritano). Una comunidad, que lejos de desentenderse de la sociedad, la asume con una preocupaci?n paternal y ternura maternal.

Ese sue?o, ya hecho realidad en varios aspectos y en diferentes sectores eclesiales, nos da esperanza para seguir ilusion?ndonos con ?l y creyendo que es posible. En nuestras comunidades concretas seguro que hemos podido contemplar agradecidos este esp?ritu comunitario que sale de uno mismo a favor del otro, a favor de todos. C?mo nos hemos enriquecido con la puesta en servicio de los carismas por parte del hermano y c?mo todos, como cuerpo m?stico de Cristo, hemos pasado de la infancia a una fe adulta. Pero, no todo est? conseguido, a?n, nos falta camino por recorrer, comunidad de construir, por eso, tambi?n las palabras que Pablo dirige a los cristianos de Filipos son dirigidas con insistencia a nosotros:

"Yo os pido por el est?mulo del vivir en Cristo, por el consuelo del amor, por la comuni?n en el Es?p?ritu, por la en?tra?able compasi?n, que colm?is mi alegr?a, siendo todos del mismo sentir, con un mismo amor, un mismo esp?ritu, unos mismos sen?timientos. Nada hag?is por rivalidad, ni por vana?gloria, sino con humildad, con?siderando cada cual a los dem?s como superiores a s? mismo, buscando cada cual no su propio inter?s sino el de los dem?s" (Fil 2, 1-4)

Por tanto, Hacer memoria de Jesucristo, de lo ya conocido y vivido con ?l, nos urge, para en ?l, con ?l y por ?l, hacer comuni?n. Vivir la espiritualidad de comuni?n que todos deseamos.

Por otro lado, personal y comunitariamente, hemos de preguntarnos y evaluar si la fe que vivimos y transmitimos (cada uno, la catequesis parroquial, las homil?as, nuestras actitudes vitales, la celebraci?n de los sacramentos) es una fe ?ntegra, o sea, correctamente profesada, vivida, celebrada y hecha oraci?n. Tendremos que valorar si lo que vivimos y transmitimos es toda la fe de la Iglesia y si est? oscurecido alguno de sus aspectos., o sea:

? creer en Dios creador, Uno y Trino y en su designio salv?fico;

?ser santificado por ?l en la vida sacramental;

? amarle con todo el coraz?n y amar al pr?jimo como a s? mismo;

? orar esperando la venida de su Reino y el encuentro cara a cara con El.


Para la reflexi?n:

Distintos niveles de reflexi?n:

1.- ?Qu? alimenta la vida y la misi?n de la primitiva comunidad? ?qu? alimenta la tuya? Tu comunidad parroquial, tu grupo, ?experimenta el crecimiento? ?A qu? crees que se debe? ?Qu? dicen de tu comunidad o grupo quienes la contemplan desde fuera? ?C?mo reaccionan ante ella?
2.- ?Veo a todos como hermanos? ?Los siento como "uno que me pertenece" y por lo tanto alguien de quien debo hacerme cargo? ?Recibo y valoro todo lo bueno que tienen los dem?s "como un don para m?"? ?Le doy espacio, superando todo ego?smo?


A.- SOMBRAS en nuestra comunidad?

- Distanciamiento con el p?rroco?
- Entre grupos parroquiales
- Con los padres/madres de los ni?os de catequesis
- Con la realidad social
- La di?cesis o iglesia????????????????????..

B.- LUCES DE ESPERENZA en nuestra comunidad

- Aspectos a valorar
- Aspectos a potenciar
- Aspectos a convertir o purificar
- Aspectos a buscar

Compartir por grupos, para luego hacer una puesta en com?n.


2? Parte. La Parroquia casa y escuela de comuni?n

La parroquia s?lo se puede entender en referencia permanente a la Iglesia local, que es la unidad eclesial completa. La Parroquia es como una c?lula viva de la Iglesia particular o di?cesis, en donde los cristianos de un pueblo o de un sector geogr?fico de una ciudad viven la comuni?n de fe, de culto y de misi?n con la misma Iglesia diocesana y, a trav?s de est?, con todo el cuerpo de las Iglesias. La comuni?n eclesial, a?n conservando siempre su dimensi?n universal, encuentra su expresi?n m?s visible e inmediata en la parroquia. Ella es la ?ltima localizaci?n de la Iglesia; es en cierto sentido, la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas.

La parroquia es la misma Iglesia que se hace presente junto a nuestros hogares como una realidad profunda de comuni?n y de misi?n. En la parroquia podemos y debemos vivir la comuni?n de fe, de culto de misi?n con la Iglesia diocesana y, a trav?s de ella con la Iglesia universal.

La Iglesia comuni?n

Antes trabajar la parroquia como escuela de comuni?n comenzamos hablando de la Iglesia comuni?n. La comuni?n es el eje vertebrados de la comprensi?n de la Iglesia porque la Iglesia es comuni?n: comuni?n de personas con Dios; comuni?n de personas entre ellas; comuni?n de personas con las dem?s personas del mundo; comuni?n de dones y servicios? para entender mejor la eclesiolog?a de comuni?n tenemos que fundamentarnos en la teolog?a trinitaria. El punto de partida es la experiencia de los disc?pulos con Jes?s y de estos entre s?. La adhesi?n a la persona de Jes?s es lo que hab?a transformado sus vidas y la que los hab?a introducido en un experiencia comunitaria distinta. A partir de la Pascua, va ha ir experimentando el sentido pleno de la salvaci?n: participa del misterio del amor trinitario, perdonado y abierto a la esperanza de participar de la alegr?a de los hijos de Dios.

La salvaci?n se encuentra en Dios, un Dios Padre, Hijo y Esp?ritu Santo. El encuentro y la comuni?n con el Padre se establece por la mediaci?n del Hijo y la vida que de ?l procede es la que establece la comuni?n con el Padre y con los hermanos. Es el Esp?ritu Santo el que la hace posible.

La comuni?n por su ra?z trinitaria se abre a la humanidad y a la historia. Al ser recibida por el ser humano, esa comuni?n nos constituye no s?lo hijos de Dios, sino tambi?n en hermanos de todos los hombres. Esa comuni?n tiene una base y una expresi?n sacramental: el bautismo es el inicio de la comuni?n porque hace participar en el misterio Pascual y regala la nueva filiaci?n en Cristo por el Esp?ritu.
La comuni?n posee una versi?n y una apertura eclesiol?gica: la participaci?n en la misma crea comunidad a pesar de la diversidad de ministerios y carismas. Esta comuni?n nos abre a la misi?n universal. Por medio de ella damos testimonio y anunciamos a Cristo al mundo de hoy.

Para hacer de la Parroquia una casa y escuela de comuni?n, que mejor que seguir las palabras de Juan Pablo II en la Novo Milenio Inneunte: ?hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comuni?n: ?ste es el gran desaf?o que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder tambi?n a las esperanzas del mundo?.

Parroquia, lugar de acogida

La acogida es uno de los aspectos a trabajar con mayor insistencia en el trabajo pastoral hoy, especialmente cuando esa persona que acude es alguien que no suele frecuentar la vida parroquial por diferentes motivos. Sin embargo, la acogida tiene un alcance m?s profundo que su dimensi?n pastoral. Es la manera sencilla y natural de vivir el amor fraterno que debe caracterizarnos a los disc?pulos de Jes?s. En nuestra sociedad hay mucha gente que sufre el problema de la soledad y que buscan a alguien a quien poder manifestar sus problemas y sus sentimientos m?s profundos y que no buscan una soluci?n a sus problemas sino que se les escuche.
No nos conviene olvidar que se est? produciendo un fen?meno nuevo, aunque todav?a minoritario: el retorno a la fe de los que se alejaron un d?a por motivos diferentes. Como por ejemplo, los j?venes no bautizados, padres de ni?os de primera comuni?n etc. Son ocasiones importantes en la que la parroquia esta llamada a reflejar con m?s hondura el rostro de Cristo Buen pastor y del Padre de la par?bola del hijo pr?digo.

La parroquia lugar de comuni?n intraeclesial

Otra misi?n de la parroquia es ayudar a los bautizados a comprender que el Se?or quiso salvar a los hombres no individualmente, sino constituir un pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera. Este pueblo es la Iglesia que construido por Cristo en orden a la comuni?n de vida, de caridad y de verdad es empleado tambi?n por el como instrumento de la redenci?n y es enviado a todo el mundo como luz y sal de la tierra.

Esta dimensi?n comunitaria de la fe se aprende y se interioriza en la parroquia en la que deja de ser una hermosa teor?a para convertirse en una realidad visible. En ella convergen la multitud de los carismas y ministerios al servicio de la evangelizaci?n. Est? comuni?n como realidad tambi?n humana, no est? exenta de dificultades y tensiones. Pero lo que importa es que el di?logo, la escucha mutua y leal y la b?squeda sincera de la voluntad de Dios permitan al Esp?ritu Santo abrirse caminos en medio de nuestras debilidades.

Esta comuni?n dialogante tiene que avanzar hacia la mutua aceptaci?n de los diversos carismas, que han dado lugar a diferentes asociaciones y

movimientos. La pluralidad es una riqueza que pone de manifiesto la imaginaci?n creadora y la grandeza de Dios, siempre que no se convierta en dispersi?n y que ning?n grupo pretenda tener la exclusiva de los caminos del Se?or. Ha de expresarse en la comuni?n dentro de la Iglesia local que tiene su expresi?n en la parroquia. En ella cabemos todos y todos tenemos un lugar y una parte en la ?nica misi?n.

La comuni?n ha de ponerse de manifiesto en que todos debemos vivir y proclamar la ?ntegra, ?nica y misma fe. Lo que distingue a unos ministerios de otros no debe consistir en que unos se dediquen a la predicaci?n olvidando la caridad ni en que otros se dediquen a la caridad, descuidando la vida lit?rgica. Lo que ha de diferenciar a los diversos ministerios es el acento que ponen en cada uno de estos aspectos y la forma de trabajo con que desarrolla su misi?n, consientes, sin embargo, de que todos necesitan completar su tarea con la aportaci?n de los dem?s miembros. S?lo desde esta comuni?n apost?lica conseguiremos que nuestra presentaci?n del evangelio no descuide ninguna de sus dimensiones esenciales.

La parroquia como engendradora de grupos de vida cristiana

Necesitamos crear en la parroquia peque?os grupos de vida cristiana, donde se pueda compartir personalmente la fe y la vida, se encuentre en el punto de referencia necesario y el apoyo mediato para expresar y vivir la fe, se propicien itinerarios de formaci?n cristiana m?s adecuados y donde se pueda orar.

Presencia en la parroquia de los movimientos y grupos apost?licos

Dentro de las experiencias comunitarias parroquiales se debe inscribir la presencia de los distintos movimientos y grupos apost?licos presentes en nuestra di?cesis y en la Iglesia. Una presencia que bien articulada est? llamada a ser una riqueza por los carismas que cada grupo aporta a la comunidad y por lo espec?fico de su forma de apostolado.

La parroquia como lugar de servicio pastoral

A partir de los grupos cristianos habr? que organizar los servicios pastorales que necesite la parroquia.

Elegir de estas pistas tres que t? crees que son importantes para tu parroquia hoy.

Pistas de acci?n para una parroquia como casa y escuela de comuni?n

1. Estructurar la parroquia en peque?as comunidades, creando nuevos grupos comunitarios de vida cristiana que sean punto de referencia para la vida de sus miembros.

2. Potenciar y poner al servicio de la comunidad los distintos carismas y ministerios presentes en la parroquia.

3. Dar importancia a la acogida.

4. Invitar a participar en los causes formativos ofrecidos por la di?cesis.

5. Facilitar y animar a la participaci?n en los encuentros arciprestales y diocesanos organizados por las delegaciones respectivas.

6. Nombrar representantes en las comisiones arciprestales y en el consejo de pastoral arciprestal.

7. Potenciar la comuni?n y comunicaci?n entre los diferentes grupos, organizando un encuentro o asamblea parroquial.

8. Revitalizar o crear los ?rganos de comuni?n y responsabilidad, especialmente el consejo pastoral parroquial.

9. Cuidar la creaci?n y funcionamiento de la comisi?n de asuntos econ?micos.

10. Mejorar la experiencia y transmisi?n de una fe ?ntegra, proclamada, celebrada, vivida y hecha oraci?n


Celebraci?n de la Palabra

Monici?n para ambientar la celebraci?n

Nos hemos reunido en esta tarde al finalizar nuestra reuni?n, para poner en la manos de Dios nuestro trabajo realizado y sus frutos, junto compartimos una misma fe que nos impulsa a trabajar la comuni?n en nuestra comunidad parroquial, por ello nos reunimos en torno al Se?or que es el que nos convoca para escuchar su Palabra y hacerla vida.

Canto: ?Un solo Se?or?

Saludo del sacerdote.

Oraci?n

Dios todopoderoso y eterno, que re?nes lo que est? disperso y conservas lo que has unido, mira con amor al pueblo de tu Hijo, para que, cuantos han recibido un mismo bautismo, vivan unidos por la misma fe y por el mismo amor. Por nuestro Se?or Jesucristo.

Canto: ?Aleluya?

Lectura del Evangelio seg?n san Mateo 18, 19-22. Peque?a reflexi?n del sacerdote

(Para el gesto es necesario unas tiras de cartulinas de diferentes colores que representen la pluralidad, para luego unirlas y formar una cadena que se situar?a en torno a la cuna, que representar?a que Jes?s es el centro de la comunidad)

Monici?n al gesto

Hemos trabajado durante toda la tarde como estamos viviendo la comuni?n en nuestra parroquia, para simbolizar lo que hemos reflexionado vamos a realizar el siguiente gesto. Cada uno tomar? un pedazo de cartulina que le simboliza a ?l y los iremos uniendo hasta formar una cadena y ofrec?rsela a Jes?s pobre en el pesebre. Durante el gesto se puede cantar ?Somos un pueblo que camina?

Oraci?n del Padre nuestro

Gesto de la paz

Oraci?n final
Dios Padre bueno que has querido que compartamos en esta tarde nuestra fe y nuestro compromiso de vivir de acuerdo con ella, te pedimos que nos hagas capaces de vivir unidos por tu amor. Por Jesucristo nuestro Se?or.

Bendici?n.

Canto a la Virgen ?la Virgen Sue?a caminos?
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