Jueves, 20 de diciembre de 2007
VATICANO - AVE MARIA por Mons. Luciano Alimandi - ?En Navidad tambi?n t? vuelves a nacer!

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Se acerca la Navidad y el Evangelio nos recuerda que debemos preparar el camino al Se?or que viene. ?Qu? significa esto? El gran San Agust?n nos dice que ?preparar el camino? tiene que ver con la humildad del coraz?n, para que, como el Bautista, tambi?n nosotros podamos acoger al Mes?as haci?ndole espacio, justamente siendo m?s humildes. Ya que Dios es Amor, prepararle el camino tiene que ver tambi?n con el amor, con un ?aumento? de la bondad del coraz?n. En otras palabras, no puede acoger al Se?or quien no est? orientado hacia una bondad genuina, un amor desinteresado por los hermanos.

Cu?ntas veces, incluso los consagrados consideran una cosa obvia, justamente en las relaciones con el pr?jimo, aquello que no es obvio: ?el ser buenos con los dem?s! La verdadera bondad de coraz?n, para ser tal, no puede ser condicionada: ?si am?is a los que os aman, ?qu? m?rito ten?is? Tambi?n los pecadores hacen lo mismo? (Lc 6, 32) dice Jes?s.

El mundo que nos observa se detendr? ante la conversi?n hasta que no vea en nosotros aquella caridad vivida que hizo exclamar a Pablo: ?La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa; no es jactanciosa, no se engr?e; es decorosa; no busca su inter?s; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. La caridad no tendr? nunca fin? (1 Cor 13, 4-8). Benedicto XVI ense?a que ?en cada peque?o pero genuino acto de amor est? todo el sentido del universo? (?ngelus del 18 de noviembre de 2007). Justamente esta bondad genuina es lo que existe de m?s precioso en el mundo. As? entonces, cuando se trata de ?amar?, un verdadero cristiano no puede limitarse a hacer lo que hacen muchos otros - que se contentan con un ?amor oportunista? -, de otro modo el camino del Se?or no es preparado, sino obstaculizado para uno mismo y para los dem?s.

?C?mo y cu?nto debe amar un cristiano, hasta que punto debe ser bueno con su pr?jimo? Justamente la solemnidad de Navidad, que lleva a su cumplimiento el tiempo de la grande espera, nos revela que el verdadero amor no se limita a s? mismo, no se deja condicionar, sino que se ofrece totalmente, no se enga?a para no enga?ar. El verdadero amor imita siempre a Dios que ?am? tanto al mundo que dio a su Hijo unig?nito? (Jn 3, 16). Dios no enga?? a nadie, porque se don? completamente.

Una mam? que se dona completamente a la criatura que lleva en el vientre, imita a Dios; no se enga?a porque verdaderamente ama. Es muy hermoso meditar en el Evangelio, la verdad del amor de Dios que es comparada a la luz. Aquellos que aman est?n inmersos en la luz, son hijos de la luz, como nos dice Juan: ?quien ama a su hermano, habita en la luz y no da ocasi?n a esc?ndalo? (1 Jn 2,10).

Fuera de Dios, Luz verdadera que ilumina al mundo, ?c?mo encontrar el verdadero amor? No lo hubieran podido encontrar Mar?a y Jos?, los Pastores y los Reyes magos, los Ap?stoles y todos los dem?s. Si Dios no se hubiese revelado en Jesucristo, en la Noche de Navidad, ?c?mo hubi?ramos podido encontrarlo? Por lo tanto aquella Noche es la m?s luminosa de todas las noches de la humanidad, su resplandor llega a todo hombre de buena voluntad: ?a todos aquellos que est?n dispuestos a amar de verdad!

El Adviento, con su Navidad, es el tiempo oportuno para decidirse a ser m?s buenos con los dem?s, sobre todo hacia los que no lo son con nosotros. S?lo viviendo m?s la caridad, y verdaderamente la compasi?n, renunciando a nuestros oportunismos, llegaremos tambi?n a la gruta de Bel?n. La Estrella de Jes?s aparecer? en el horizonte de nuestra existencia y la iluminar?. En efecto, quien busca con todo el coraz?n la verdad del amor, antes o despu?s, se encontrar? ante el Ni?o y su Madre. Este camino hacia la cuna de Bel?n, en el fondo, inicia con nuestra concepci?n. En el vientre materno se encuentra la primera cuna del amor, el primer contacto que, como criaturas todav?a inconcientes, tenemos con el amor de Dios, que ha creado la vida como un don. En el vientre materno festejamos, en un sentido, la primera Navidad de nuestra existencia, nuestro primer nacimiento a la vida.
Cuando luego, acompa?ados sobre todo por el amor y la fe de nuestros padres, llegamos a encontrar al Se?or Jes?s y a Mar?a su Madre, en el misterio de la gran Navidad, entonces es como encontrar de nuevo ese primer vientre, ese primer abrazo de amor, pero a diferencia de aqu?l, ?ste es verdaderamente ?nuevo? y ?eterno?.

Que tambi?n esta Navidad pueda renovar en nosotros la alegr?a de pertenecer para siempre a Dios, con el asombro de sabernos cuidados en la palma de su mano, como justamente nos asegura Jes?s: ?Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecer?n para siempre y nadie las arrebatar? de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre? (Jn 10, 27-30). (Agencia Fides 19/12/2007; l?neas 56, palabras 900)
Publicado por verdenaranja @ 22:50  | Espiritualidad
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