S?bado, 22 de diciembre de 2007
Art?culo semanal del Padre Fernando Lorente, o. h. , publicado en EL D?A, mi?rcoles 5 de Enero de 1994, en la secci?n CRITERIOS bajo el ep?grafe "Luz en el Camino".

EL REGALO DE REYES


FERNANDO LORENTE, O.H. *


RESULTA m?s que bella esta fecha de los Reyes, que ma?ana celebramos, escrita con renovada ilusi?n al comienzo de cada calendario. Pero ?,hay algo m?s gratificante para la alegr?a de los mayores que contemplar felices a los peque?os con sus regalos? Pues, s?. Para los cristianos, existe un gozo que supera la superficie popular de esta fiesta: el de penetrar en la profundidad de la Epifan?a. La Iglesia nos recuerda que celebrar este misterio supone, sobre todo, alegrarse por el gran regalo de Dios al mundo, Cristo su Hijo, y corresponder a este don con una fe y una entrega generosa. La Epifan?a es la actualizaci?n del acontecimiento medular de la historia: la aparici?n corporal de Jes?s entre los hombres.

?As? am? Dios al mundo, que le dio a su Hijo unig?nito?. Lo m?s querido del Padre, su propio Eco eterno, su R?plica infinita, eso es lo que nos regala para nuestro bien. Si los regalos hay que medirlos por su valor y por la voluntad de quien los da, cu?nto debemos agradecer a Dios la entrega de su Hijo ?nico, hecho tan cordial como libremente.

Esta gracia de Dios es un don gratuito a los hombres que pasa por diversas alternativas de aceptaci?n o rechazo. El hombre, en su limitaci?n, dispone de este tremendo poder de decir ?no? a Dios. En nuestro mundo, cada vez m?s secularizado, se est? dejando poco espacio a Dios. En algunas ciudades espa?olas, al amparo de esta fiesta navide?a, se est? dando paso, progresivamente, por promotores y espectadores, a fiestas con un dominio pagano, como el
carnaval que, incluso, se viene anunciando como algo muy superior y de mayor inter?s. Y esto es una grave contra-dicci?n en una sociedad que se define dominantemente cristiana, comenzando por sus autoridades. Negar. con este ambiente. al hombre su dimensi?n religiosa o contribuir a su apartamiento, es limitarle cuando se pretende precisamente engrandecerle as?. Se quiera aceptar o rechazar, el hombre camina inexorablemente hacia su ?ltimo destino trascendente que puede caminar en fracaso. La ciencia v costumbres que pongan en riesgo la realizaci?n de ese fin es una trampa, una seudociencia y unas costumbres total-mente enga?osas.
Empe?arse en vivir con este ambiente el cristianismo en estas fiestas navide?as es privarse de la ?alegr?a? con que ?se llenaron? los Reyes Magos al ?ver la estrella? que les indicaba la presencia del Se?or. Son muchos los que no pueden siquiera sospechar que encontrarse con Dios puede producir alegr?a, pues llevan muchos a?os reprimiendo de manera constante y sistem?tica toda llamada interior y se han hecho ya insensible a la presencia de lo divino. Otros se dicen creyentes pero les falta precisamente la experiencia personal de Dios. Y, como dice un gran pensador de nuestro tiempo, ?mientras la religi?n no sea sino creencia y forma exterior, y lo religioso no se convierta en experiencia de la propia alma, no ha tenido lugar lo fundamental?.

La fiesta de Reyes no es s?lo recordarnos el regalo que nos hace el Padre de su Hijo. Es tambi?n el don de la fe
cristiana. Dios, al mismo tiempo que nos regala a Jes?s en el regazo de Mar?a, nos invita a creer en F.1. Por medio de una estrella, a los Magos: por una luz cegadora, a S. Pablo; por la luz de unas palabras evangelizadoras, a Juan de Dios; y por tantas otras formas luminosas, a los millones de creyentes de todos los tiempos.

En esta ?poca de estiaje de la fe, en tantas personas, de ate?smo e indiferencia, conviene analizar la verdadera naturaleza de la fe cristiana, para apreciarla y vivirla. Por aqu? encontraremos el sentido de la Epifan?a de Cristo en nuestra existencia. Porque para ser Epifan?a de Cristo, nuestra vida. nuestras obras tienen que manifestarse con los signos de esta oraci?n, que con frecuencia rezo e invito a los lectores de este espacio period?stico.

?Jes?s m?o. ay?dame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya. Inunda mi alma con tu esp?ritu y tu vida. Penetra todo mi ser y toma posesi?n de ?l de tal manera, que mi vida no sea en adelante sino una irradiaci?n de la tuya... Qu?date conmigo, as? podr? convertirme en luz para los otros. Esa luz, vendr? toda de ti. Ni uno s?lo de sus rayos ser? m?o. Yo te servir? apenas de instrumento, para que t? ilumines a las almas a trav?s de m?... D?jame predicar, escribir, tu Nombre con palabras o sin ellas, con mi ejemplo, con la fuerza de tu atracci?n, con el influjo de mis obras, con la energ?a evidente del amor que mi coraz?r siente por Ti?.■
* Capell?n de la Cl?nica S. Juan de Dios
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