Mi?rcoles, 26 de diciembre de 2007
ZENIT publica el mensaje de Navidad que ha proclamado Benedicto XVI a mediod?a de esta Solemnidad desde el balc?n principal la Bas?lica de San Pedro del Vaticano ante decenas de miles de peregrinos.

?Nos ha amanecido un d?a sagrado:
venid, naciones, adorad al Se?or, porque
hoy una gran luz ha bajado a la tierra?


(Misa del d?a de Navidad, Aclamaci?n al Evangelio).


Queridos hermanos y hermanas: ?Nos ha amanecido un d?a sagrado?. Un d?a de gran esperanza: hoy el Salvador de la humanidad ha nacido. El nacimiento de un ni?o trae normalmente una luz de esperanza a quienes lo aguardan ansiosos. Cuando Jes?s naci? en la gruta de Bel?n, una ?gran luz? apareci? sobre la tierra; una gran esperanza entr? en el coraz?n de cuantos lo esperaban: ?lux magna?, canta la liturgia de este d?a de Navidad. Ciertamente no fue ?grande? seg?n el mundo, porque, en un primer momento, s?lo la vieron Mar?a, Jos? y algunos pastores, luego los Magos, el anciano Sime?n, la profetisa Ana: aquellos que Dios hab?a escogido. Sin embargo, en lo rec?ndito y en el silencio de aquella noche santa se encendi? para cada hombre una luz espl?ndida e imperecedera; ha venido al mundo la gran esperanza portadora de felicidad: ?el Verbo se hizo carne y nosotros hemos visto su gloria? (Jn 1,14)

?Dios es luz -afirma san Juan- y en ?l no hay tinieblas? (1 Jn 1,5). En el Libro del G?nesis leemos que cuando tuvo origen el universo, ?la tierra era un caos informe; sobre la faz del Abismo, la tiniebla?. ?Y dijo Dios: "que exista la luz". Y la luz existi? (Gn 1,2-3). La Palabra creadora de Dios -Dabar en hebreo, Verbum en lat?n, Logos en griego- es Luz, fuente de la vida. Por medio del Logos se hizo todo y sin ?l no se hizo nada de lo que se ha hecho (cf. Jn 1,3). Por eso todas las criaturas son fundamentalmente buenas y llevan en s? la huella de Dios, una chispa de su luz. Sin embargo, cuando Jes?s naci? de la Virgen Mar?a, la Luz misma vino al mundo: ?Dios de Dios, Luz de Luz?, profesamos en el Credo. En Jes?s, Dios asumi? lo que no era, permaneciendo en lo que era: ?la omnipotencia entr? en un cuerpo infantil y no se sustrajo al gobierno del universo? (cf. S. Agust?n, Serm 184, 1 sobre la Navidad). Aquel que es el creador del hombre se hizo hombre para traer al mundo la paz. Por eso, en la noche de Navidad, el coro de los ?ngeles canta: ?Gloria a Dios en el cielo / y en la tierra paz a los hombres que Dios ama? (Lc 2,14).

?Hoy una gran luz ha bajado a la tierra?. La Luz de Cristo es portadora de paz. En la Misa de la noche, la liturgia eucar?stica comenz? justamente con este canto: ?Hoy, desde el cielo, ha descendido la paz sobre nosotros? (Ant?fona de entrada). M?s a?n, s?lo la ?gran? luz que aparece en Cristo puede dar a los hombres la ?verdadera? paz. He aqu? por qu? cada generaci?n est? llamada a acogerla, a acoger al Dios que en Bel?n se ha hecho uno de nosotros.

La Navidad es esto: acontecimiento hist?rico y misterio de amor, que desde hace m?s de dos mil a?os interpela a los hombres y mujeres de todo tiempo y lugar. Es el d?a santo en el que brilla la ?gran luz? de Cristo portadora de paz. Ciertamente, para reconocerla, para acogerla, se necesita fe, se necesita humildad. La humildad de Mar?a, que ha cre?do en la palabra del Se?or, y que fue la primera que, inclinada ante el pesebre, ador? el Fruto de su vientre; la humildad de Jos?, hombre justo, que tuvo la valent?a de la fe y prefiri? obedecer a Dios antes que proteger su propia reputaci?n; la humildad de los pastores, de los pobres y an?nimos pastores, que acogieron el anuncio del mensajero celestial y se apresuraron a ir a la gruta, donde encontraron al ni?o reci?n nacido y, llenos de asombro, lo adoraron alabando a Dios (cf. Lc 2,15-20). Los peque?os, los pobres en esp?ritu: ?stos son los protagonistas de la Navidad, tanto ayer como hoy; los protagonistas de siempre de la historia de Dios, los constructores incansables de su Reino de justicia, de amor y de paz.

En el silencio de la noche de Bel?n Jes?s naci? y fue acogido por manos sol?citas. Y ahora, en esta nuestra Navidad en la que sigue resonando el alegre anuncio de su nacimiento redentor, ?qui?n est? listo para abrirle las puertas del coraz?n? Hombres y mujeres de hoy, Cristo viene a traernos la luz tambi?n a nosotros, tambi?n a nosotros viene a darnos la paz. Pero ?qui?n vela en la noche de la duda y la incertidumbre con el coraz?n despierto y orante? ?Qui?n espera la aurora del nuevo d?a teniendo encendida la llama de la fe? ?Qui?n tiene tiempo para escuchar su palabra y dejarse envolver por su amor fascinante? S?, su mensaje de paz es para todos; viene para ofrecerse a s? mismo a todos como esperanza segura de salvaci?n.

Que la luz de Cristo, que viene a iluminar a todo ser humano, brille por fin y sea consuelo para cuantos viven en las tinieblas de la miseria, de la injusticia, de la guerra; para aquellos que ven negadas a?n sus leg?timas aspiraciones a una subsistencia m?s segura, a la salud, a la educaci?n, a un trabajo estable, a una participaci?n m?s plena en las responsabilidades civiles y pol?ticas, libres de toda opresi?n y al resguardo de situaciones que ofenden la dignidad humana. Las v?ctimas de sangrientos conflictos armados, del terrorismo y de todo tipo de violencia, que causan sufrimientos inauditos a poblaciones enteras, son especialmente las categor?as m?s vulnerables, los ni?os, las mujeres y los ancianos. A su vez, las tensiones ?tnicas, religiosas y pol?ticas, la inestabilidad, la rivalidad, las contraposiciones, las injusticias y las discriminaciones que laceran el tejido interno de muchos pa?ses, exasperan las relaciones internacionales. Y en el mundo crece cada vez m?s el n?mero de emigrantes, refugiados y deportados, tambi?n por causa de frecuentes calamidades naturales, como consecuencia a veces de preocupantes desequilibrios ambientales.

En este d?a de paz, pensemos sobre todo en donde resuena el fragor de las armas: en las martirizadas tierras del Dafur, de Somalia y del norte de la Rep?blica Democr?tica del Congo, en las fronteras de Eritrea y Etiop?a, en todo el Medio Oriente, en particular en Irak, L?bano y Tierra Santa, en Afganist?n, en Pakist?n y en Sri Lanka, en las regiones de los Balcanes, y en tantas otras situaciones de crisis, desgraciadamente olvidadas con frecuencia. Que el Ni?o Jes?s traiga consuelo a quien vive en la prueba e infunda a los responsables de los gobiernos sabidur?a y fuerza para buscar y encontrar soluciones humanas, justas y estables. A la sed de sentido y de valores que hoy se percibe en el mundo; a la b?squeda de bienestar y paz que marca la vida de toda la humanidad; a las expectativas de los pobres, responde Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, con su Natividad. Que las personas y las naciones no teman reconocerlo y acogerlo: con ?l, ?una espl?ndida luz? alumbra el horizonte de la humanidad; con ?l comienza ?un d?a sagrado? que no conoce ocaso. Que esta Navidad sea realmente para todos un d?a de alegr?a, de esperanza y de paz.

?Venid, naciones, adorad al Se?or?. Con Mar?a, Jos? y los pastores, con los magos y la muchedumbre innumerable de humildes adoradores del Ni?o reci?n nacido, que han acogido el misterio de la Navidad a lo largo de los siglos, dejemos tambi?n nosotros, hermanos y hermanas de todos los continentes, que la luz de este d?a se difunda por todas partes, que entre en nuestros corazones, alumbre y d? calor a nuestros hogares, lleve serenidad y esperanza a nuestras ciudades, y conceda al mundo la paz. ?ste es mi deseo para quienes me escuch?is. Un deseo que se hace oraci?n humilde y confiada al Ni?o Jes?s, para que su luz disipe las tinieblas de vuestra vida y os llene del amor y de la paz. El Se?or, que ha hecho resplandecer en Cristo su rostro de misericordia, os colme con su felicidad y os haga mensajeros de su bondad. ?Feliz Navidad!

[Traducci?n del original italiano distribuida por la Santa Sede -

? Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
Publicado por verdenaranja @ 0:02  | Habla el Papa
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