Jueves, 17 de enero de 2008
Art?culo semanal del Padre Fernando Lorente, o.h., publicado el EL D?A en la secci?n CRITERIOS bajo el e?grafe "Luz en el Camino".

Luz en el Camino Fernando Lorente, o.h. *


Sinceridad evang?lica


SIEMPRE, ser vistos como somos, no depende de la sinceridad con que nos mostramos, sino de la sinceridad con que nos miran. Donde reina Dios, reina la verdad que se manifiesta por la sinceridad. Pero, donde Dios es sustituido por los dioses del dinero, del mismo poder y el de todas clases de vicios, reina el enga?o disfrazado de la verdad, de la sinceridad. La hipocres?a es un vicio abominable, porque todo lo aparenta y nada es verdad. Por el contrario, la sinceridad evang?lica siempre es una virtud eminentemente estimable, porque exige que la vivamos contra toda hipocres?a en todos los momentos y circunstancias Y por eso, tambi?n, el planteamiento de la justicia exige que la sinceridad personal y fraterna est? fundamentada en Dios porque nada se esconde a la mirada de Dios, y nada deber?a esconderse a la nuestra.

En nuestra democracia, bastante madura por sus a?os de existencia, ya en la d?cada avanzada de los 80, m?s de un pensador espa?ol hac?a estas manifestaciones, que aumenta su vigencia actualmente: "?Cu?nta hipocres?a! Se habla y se propaga que vivimos en libertad y democracia, y el aparato de informaci?n y publicidad es tal que se sofoca la verdad y se enga?a al pueblo sencillo. Es necesario imponer, como normativa absoluta de Gobierno, la justicia social, en orden a multiplicar el empleo y acortar distancias entre poderosos y humildes, y el n?mero de parados que aumenta absolutamente; la comparaci?n relativa de ingresos entre los altos funcionarios de la Administraci?n y los ciudadanos de a pie es tremendamente escandalosa; y, adem?s, el endeudamiento estatal produce aut?ntica alarma.

El Poder Judicial no es del Gobierno ni de las C?maras. Si as? fuera, un partido pol?tico hegem?nico tendr?a en sus manos todo el poder del pa?s o de la naci?n, podr?a ser democr?ticamente absolutista, totalitario o tiranizante. ?Puede ser esto lo que intente decir la Constituci?n o la interpretaci?n que puedan hacer los pol?ticos. Esto es imposible, porque ir?a contra el esp?ritu democr?tico. Por estas razones superiores se est? diciendo ahora que la ley del Poder Judicial no ofrece garant?as, que su autogobierno, en personas nombradas por las C?maras con criterios pol?ticos, no es tal, aparece tocado de politizaci?n. La argumentaci?n es impecable".

En un gobierno, por m?s democr?tico que se defina, que vive en esta situaci?n, no existe moralidad, porque interesa cambiar en las personas la mente, la voluntad y el coraz?n, someti?ndolas al imperio de los instintos, que es la degradaci?n moral. Y la licencia, a prueba de abusos y cr?menes hasta ahora desconocidos, invade toda la geograf?a espa?ola, como muestra la prensa diaria. A la propaganda del aborto sigui? la ley despenalizadora que todos conocemos, se est? poniendo en escena la eutanasia para, despu?s confundir a las buenas gentes, ir creando adeptos; y ahora mismo se est? distribuyendo un op?sculo de verg?enza -editado por el Ministerio de Cultura- que, bajo el t?tulo de "Salud", intenta por la obsesi?n sexual conducirnos al desenfreno y a las aberraciones m?s degradantes. No se trata simplemente de la planificaci?n familiar, que se ofrece sugiriendo toda clase de medios, incluso "contra natura", sino que se presentan los medios m?s vergonzosos en orden a un mundo nuevo de placer. Es un ataque frontal a la adolescencia, a la juventud y al matrimonio, y desde el Poder".

Ya lo que resulta insoportable es cuando las autoridades p?blicas promocionan o son c?mplices de la degradaci?n c?vica y moral, por acci?n u omisi?n. En esta situaci?n, recordemos la afirmaci?n del gran Arist?teles: cuando la vida que ?l llama perfecta -es decir, honesta, justa y libre- no se busca como fin, no hay ni convivencia, ni justicia, ni posibilidad de educaci?n, ni cultura. Se llega a la degradaci?n que todos estamos padeciendo. Esta es la situaci?n que apuntaba nuestro pensador espa?ol en 1986, y que sigue manteni?ndose actualmente con m?s extensi?n y profundidad en todos los niveles sociales, culturales y pol?ticos.

Todos los que nos sentimos creyentes cristianos y no creyentes en esta fe, pero responsables del bien com?n como fin supremo de un servicio democr?tico, debemos decir y obrar firmemente con un "no" a esta situaci?n. Encontraremos mucha luz, para responder fielmente a este compromiso, en la doctrina del Vaticano II "Constitucium et spes", art.74:

"Los hombres, las familias y los diversos grupos que constituyen la comunidad civil son conscientes de su propia insuficiencia para lograr una vida plenamente humana y perciben la necesidad de una comunidad m?s amplia, en la cual todos conjuguen a diario sus energ?as en orden a una mejor consecuci?n del bien com?n. La comunidad pol?tica nace, pues, para buscar el bien com?n, en el que encuentra su legitimidad primigenia propia". Por eso -siguiendo esta doctrina conciliar- es indispensable una autoridad que dirija la acci?n de todos hacia el bien com?n; no mec?nica o desp?ticamente, sino obrando principalmente como una fuerza moral, que se basa en la libertad y en el sentido de responsabilidad de cada uno. Aqu? est? la ra?z de la madurez de nuestros pol?ticos y el verdadero progreso de Espa?a.

* Capell?n de la Cl?nica S. Juan de Dios
Comentarios (0)  | Enviar
Comentarios