Jueves, 24 de enero de 2008
ZENIT publica la intervenci?n de Benedicto XVI durante la audiencia general, 23 deEnero de 2008, dedicada a la Semana de Oraci?n por la Unidad de los Cristianos, que se celebra del 18 al 25 de enero.


Queridos hermanos y hermanas:

Estamos celebrando la Semana de Oraci?n por la Unidad de los Cristianos, que se concluir? el viernes pr?ximo, 25 de enero, fiesta de la conversi?n del ap?stol Pablo. Los cristianos de las diferentes iglesias y comunidades eclesiales se unen en estos d?as a una invocaci?n conjunta para pedir al Se?or Jes?s el restablecimiento de la unidad plena entre todos sus disc?pulos.

Es una s?plica hecha con un solo esp?ritu y un solo coraz?n respondiendo al anhelo mismo del Redentor, que en la ?ltima Cena se dirigi? al Padre con estas palabras: ?No ruego s?lo por ?stos, sino tambi?n por aquellos que, por medio de su palabra, creer?n en m?, para que todos sean uno. Como t?, Padre, en m? y yo en ti, que ellos tambi?n sean uno en nosotros, para que el mundo crea que t? me has enviado? (Juan 17, 20-21). Pidiendo la gracia de la unidad, los cristianos se unen a la oraci?n misma de Cristo y se comprometen a obrar activamente para que toda la humanidad le acoja y le reconozca como al ?nico Pastor y Se?or y de este modo pueda experimentar la alegr?a de su amor.

Este a?o, la Semana de Oraci?n por la Unidad de los Cristianos asume un valor y un significado particulares, pues recuerda los cien a?os de su inicio. Desde sus inicios fue una intuici?n verdaderamente fecunda. Fue en 1908: un anglicano estadounidense, que despu?s entr? en la comuni?n de la Iglesia cat?lica, fundador de la ?Society of the Atonement? (comunidad de hermanos y hermanas del Atonement), el padre Paul Wattson, junto a otro episcopaliano, el padre Spencer Jones, lanz? la idea prof?tica de un octavario de oraciones por la unidad de los cristianos.

La idea fue acogida favorablemente por el arzobispo de Nueva York y por el nuncio apost?lico. El llamamiento a rezar por la unidad despu?s se extendi?, en 1916, a toda la Iglesia cat?lica, gracias a la intervenci?n de mi venerado predecesor, el Papa Benedicto XVI, con el breve ?Ad perpetuam rei memoriam?. La iniciativa, que mientras tanto hab?a suscitado gran inter?s, fue progresivamente asent?ndose por doquier y, con el tiempo, fue precisando su estructura, desarroll?ndose gracias a la aportaci?n del padre Couturier (1936).

Cuando despu?s sopl? el viento prof?tico del Concilio Vaticano II se experiment? a?n m?s la urgencia de la unidad. Despu?s de la asamblea conciliar continu? el camino paciente de la b?squeda de la plena comuni?n entre todos los cristianos, camino ecum?nico que a?o tras a?o ha encontrado precisamente en la Semana de Oraci?n por la Unidad de los Cristianos uno de los momentos m?s apropiados y fecundos.

Cien a?os despu?s del primer llamamiento a rezar juntos por la unidad, esta Semana de Oraci?n se ha convertido en una tradici?n consolidada, conservando el esp?ritu y las fechas escogidas al inicio por el padre Wattson. Las escogi? por su car?cter simb?lico. El calendario de aquella ?poca preve?a que el 18 de enero era la fiesta de la C?tedra de San Pedro, que es el firme fundamento y la garant?a de unidad de todo el pueblo de Dios, mientras que el 25 de enero, tanto entonces como hoy, la liturgia celebra la fiesta de la conversi?n de san Pablo. Mientas damos gracias al Se?or por estos cien a?os de oraci?n y de compromiso com?n entre tantos disc?pulos de Cristo, recordamos con reconocimiento al pionero de esta providencial iniciativa espiritual, el padre Wattson y, junto a ?l, a todos los que la han promovido y enriquecido con sus aportaciones, haciendo que se convierta en patrimonio com?n de todos los cristianos.

Poco antes recordaba que al tema de la unidad de los cristianos el Concilio Vaticano II prest? gran atenci?n, especialmente con el decreto sobre el ecumenismo (?Unitatis redintegratio?), en el que, entre otras cosas, se subrayan con fuerza el papel y la importancia de la oraci?n por la unidad. La oraci?n, observa el Concilio, est? en el coraz?n mismo de todo el camino ecum?nico. ?Esta conversi?n del coraz?n y santidad de vida, juntamente con las oraciones privadas y p?blicas por la unidad de los cristianos, han de considerarse como el alma de todo el movimiento ecum?nico? (?Unitatis redintegratio?, 8).

Gracias precisamente a este ecumenismo espiritual --santidad de vida, conversi?n del coraz?n, oraciones privadas y p?blica--, la b?squeda com?n de la unidad ha experimentado en estas d?cadas un gran desarrollo, que se ha diversificado en m?ltiples iniciativas: del rec?proco conocimiento al contacto fraterno entre miembros de diversas iglesias y comunidades eclesiales, de conversaciones cada vez m?s amistosas a colaboraciones en diferentes campos, del di?logo teol?gico a la b?squeda de formas concretas de comuni?n y de colaboraci?n. Lo que ha vivificado y sigue vivificando este camino hacia la plena comuni?n entre todos los cristianos es ante todo la oraci?n: ?No ces?is de orar? (1Tesalonicenses 5, 17) es el tema de la Semana de este a?o; es al mismo tiempo la invitaci?n que no deja de resonar nunca en nuestras comunidades para que la oraci?n sea la luz, la fuerza, la orientaci?n de nuestros pasos, con una actitud de humilde y d?cil escucha de nuestro Se?or com?n.

En segundo lugar, el Concilio subraya la oraci?n com?n, la que es elevada conjuntamente por cat?licos y por otros cristianos hacia el ?nico Padre celestial. El decreto sobre el ecumenismo afirma en este sentido: ?Tales preces comunes son un medio muy eficaz para impetrar la gracia de la unidad? (?Unitatis redintegratio?, 8). En la oraci?n com?n las comunidades cristianas se unen ante el Se?or y, tomando conciencia de las contradicciones generadas por la divisi?n, manifiestan la voluntad de obedecer a su voluntad, recorriendo con confianza a su auxilio omnipotente.

El decreto a?ade, despu?s, que estas oraciones son ?la expresi?n genuina de los v?nculos con que est?n unidos los cat?licos con los hermanos separados [seiuncti]? (ib?dem). La oraci?n com?n no es, por tanto, un acto voluntarista o meramente sociol?gico, sino que es expresi?n de la fe que une a todos los disc?pulos de Cristo. En el transcurso de los a?os se ha instaurado una fecunda colaboraci?n en este campo y desde 1968 el Secretariado para la Unidad de los Cristianos, convertido despu?s en Consejo Pontificio para la Promoci?n de la Unidad de los Cristianos, y el Consejo Ecum?nico de las Iglesias, preparan juntos los subsidios de la Semana de Oraci?n por la Unidad, que despu?s son divulgados conjuntamente en el mundo, cubriendo zonas que no se hubieran podido alcanzar si se trabajara separadamente.

El decreto conciliar sobre el ecumenismo hace referencia a la oraci?n por la unidad cuando, precisamente al final, afirma que el Concilio es consciente de que ?este santo prop?sito de reconciliar a todos los cristianos en la unidad de la ?nica Iglesia de Jesucristo excede las fuerzas y la capacidad humana. Por eso pone toda su esperanza en la oraci?n de Cristo por la Iglesia? (?Unitatis redintegratio?, 24).

La conciencia de nuestros l?mites humanos nos lleva a abandonarnos confiadamente en las manos del Se?or. Si se analiza detenidamente, el sentido profundo de esta Semana de Oraci?n es precisamente el de apoyarse firmemente en la oraci?n de Cristo, que en su Iglesia sigue rezando para que ?todos sean uno... para que el mundo crea...? (Juan 17, 21). Hoy percibimos intensamente el realismo de estas palabras. El mundo sufre por la ausencia de Dios, por la inaccesibilidad de Dios, desea conocer el rostro de Dios. Pero, ?c?mo podr?an y pueden los hombres de hoy reconocer este rostro de Dios en rostro de Jesucristo si los cristianos estamos divididos, si uno ense?a contra el otro, si uno est? contra el otro? S?lo en la unidad podemos mostrar realmente a este mundo, que lo necesita, el rostro de Dios, el rostro de Cristo.

Tambi?n es evidente que no podemos alcanzar esta unidad ?nicamente con nuestras estrategias, con el di?logo y con todo lo que hacemos, aunque es sumamente necesario. Lo que podemos hacer es ofrecer nuestra disponibilidad y capacidades para acoger esta unidad cuando el Se?or nos la da. Este es el sentido de la oraci?n: abrir nuestros corazones, crear en nosotros esta disponibilidad que abre el camino a Cristo. En la liturgia de la Iglesia antigua, tras la homil?a del obispo o del presidente de la celebraci?n, el celebrante principal dec?a: ?Conversi ad Dominum?. A continuaci?n, ?l mismo y todos se levantaban y todos miraban hacia Oriente. Todos quer?an mirar hacia Cristo. S?lo si nos convertimos a Cristo, en esta com?n mirada a Cristo, podemos encontrar el don de la unidad.

Podemos decir que la oraci?n por la unidad ha alentado y acompa?ado las diferentes etapas del movimiento ecum?nico, particularmente a partir del Concilio Vaticano II. En este per?odo la Iglesia cat?lica ha entrado en contacto con las dem?s iglesias y comunidades eclesiales de oriente y occidente con diferentes formas de di?logo, afrontando con cada una esos problemas teol?gicos e hist?ricos surgidos en el transcurso de los siglos y que se han convertido en elementos de divisi?n. El Se?or ha permitido que estas relaciones amistosas hayan mejorado el rec?proco conocimiento, que hayan intensificado la comuni?n, haciendo al mismo tiempo m?s clara la percepci?n de los problemas que todav?a quedan abiertos y que fomentan la divisi?n. Hoy, en esta semana, damos gracias a Dios que ha apoyado e iluminado el camino hasta ahora recorrido, camino fecundo que el decreto conciliar sobre el ecumenismo describ?a como ?surgido por el impuso del Esp?ritu Santo? y ?cada d?a m?s amplio? (?Unitatis redintegratio?, 1).

Queridos hermanos y hermanas: acojamos la invitaci?n a ?no cesar de orar? que el ap?stol Pablo dirig?a a los primeros cristianos de Tesal?nica, comunidad que ?l mismo hab?a fundado. Y precisamente porque sab?a que hab?an surgido confrontaciones quiso recomendar que fueran pacientes con todos, que no devolvieran mal por mal, que buscaran siempre el bien entre s? y con todos, permaneciendo felices en toda circunstancia, felices porque el Se?or est? cerca.

Los consejos que san Pablo daba a los tesalonicenses pueden inspirar tambi?n hoy el comportamiento de los cristianos en el ?mbito de las relaciones ecum?nicas. Sobre todo, dice: ?Vivid en paz unos con otros? y a?ade: ?Orad constantemente. En todo dad gracias? (Cf. 1 Tesalonicenses 5,13.18). Acojamos tambi?n nosotros esta apremiante exhortaci?n del ap?stol ya sea para dar gracias al Se?or por los progresos realizados en el movimiento ecum?nico, ya sea para pedir la unidad plena.

Que la Virgen Mar?a, Madre de la Iglesia, alcance para todos los disc?pulos de su divino Hijo la gracia de vivir cuanto antes en paz y en la caridad rec?proca, para ofrecer un testimonio convincente de reconciliaci?n ante el mundo entero, para hacer accesible el rostro de Dios en el rostro de Cristo, que es el Dios-con-nosotros, el Dios de la paz y de la unidad.

[Al final de la audiencia general, Benedicto XVI salud? a los peregrinos en varios idiomas. En espa?ol, dijo:]

Queridos hermanos y hermanas:

El pr?ximo viernes, fiesta de la Conversi?n de san Pablo, concluye la Semana de Oraci?n por la Unidad de los Cristianos, que este a?o tiene como lema la exhortaci?n que el Ap?stol dirig?a a los primeros cristianos de Tesal?nica: ?Sed constantes en orar?.


Desde hace exactamente cien a?os, los cristianos de las varias Iglesias y Comunidades eclesiales se unen en una invocaci?n com?n pidiendo al Se?or el restablecimiento de la plena unidad entre todos los disc?pulos de Cristo, para dar un testimonio convincente ante el mundo, para que la humanidad acoja a Cristo y lo reconozca como ?nico Pastor y Se?or.


El Concilio Vaticano Segundo ha prestado gran atenci?n a este tema, especialmente con el Decreto sobre el ecumenismo ?Unitatis redintegratio?. La oraci?n, afirma, es el elemento central de todo el camino ecum?nico que ha vivificado y contin?a vivificando este itinerario hacia la plena comuni?n. Subraya, adem?s, la oraci?n com?n como expresi?n de la fe que une a todos los disc?pulos de Cristo, con el fin de que las comunidades cristianas tomen conciencia de las contradicciones generadas por las divisiones y manifiesten la voluntad de obedecer a su voluntad: ?para que todos sean uno...para que el mundo crea?.


Saludo a los peregrinos de lengua espa?ola, especialmente a la Guardia de Honor del Sagrado Coraz?n de Jes?s de M?xico, a la Scuola italiana de Valpara?so, Chile, y a los grupos llegados de Espa?a y de otros pa?ses latinoamericanos. Os invito a ?ser constantes en la oraci?n? para impetrar la plena comuni?n de los bautizados en Cristo y a vivir en paz y caridad fraterna, que son requisitos de toda concordia y unidad. ?Muchas gracias!


[Traducci?n del original italiano realizada por Jes?s Colina

? Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]
Publicado por verdenaranja @ 22:16  | Habla el Papa
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