Mons. H?ctor Miguel Cabrejos Vidarte, Arzobispo de Trujillo y Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, en un Mensaje con motivo del inicio de la Cuaresma, realiza una reflexi?n sobre la practica de la limosna. REFLEXI?N DEL PRESIDENTE DE LA
CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA
CON MOTIVO DEL INICIO DE LA CUARESMA
- 06 de febrero de 2008-
1. La Cuaresma es una ocasi?n providencial para profundizar el valor de ser cristianos, y nos estimula a descubrir de nuevo la misericordia de Dios para que tambi?n nosotros lleguemos a ser m?s misericordiosos con nuestros hermanos. Por eso se propone algunos compromisos espec?ficos como la oraci?n, el ayuno y la limosna.
2. Quisi?ramos detenernos sobre la pr?ctica de la limosna, que representa una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, un ejercicio asc?tico para liberarse del apego a los bienes terrenales, porque fuerte es la seducci?n de las riquezas materiales y tajante tiene que ser nuestra decisi?n de no idolatrarlas: ?No pod?is servir a Dios y al dinero? (Lc 16,13).
3. La limosna nos ayuda a vencer esta constante tentaci?n, educ?ndonos a socorrer al pr?jimo en sus necesidades y a compartir con los dem?s lo que poseemos por bondad divina. De este modo, a la purificaci?n interior a la que nos invita la Cuaresma, se a?ade un gesto de comuni?n eclesial.
4. Seg?n las ense?anzas evang?licas, no somos propietarios de los bienes que poseemos, sino administradores: por tanto, no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios; un medio de la providencia divina hacia el pr?jimo y es clara la amonestaci?n de Jes?s hacia los que poseen las riquezas terrenas y las utilizan solo para s? mismos.
5. San Juan dice que ?si alguno que posee bienes del mundo, ve a su hermano que est? necesitado y le cierra sus entra?as, ?c?mo puede permanecer en ?l el amor de Dios?? (1Jn 3,17). Socorrer a los necesitados es pues un deber de justicia aun antes que un acto de caridad.
6. El Evangelio indica tambi?n una caracter?stica t?pica de la limosna cristiana: tiene que ser en secreto. ?Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha?, dice Jes?s, ?as? tu limosna quedar? en secreto? (Mt 6,3-4). Y poco antes hab?a afirmado que no hay que alardear de las propias buenas acciones, para no correr el riesgo de quedarse sin la recompensa de los cielos (cf. Mt 6,1-2). La preocupaci?n del disc?pulo debe ser que todo sea para mayor gloria de Dios. Jes?s nos ense?a: ?Brille as? vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestra buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que est? en los cielos? (Mt 5,16). Ojal? que esta conciencia acompa?e cada gesto de ayuda al pr?jimo.
7. Si al cumplir una buena acci?n no tenemos como finalidad la gloria de Dios y el verdadero bien de nuestros hermanos, sino m?s bien aspiramos a satisfacer un inter?s personal o simplemente obtener la aprobaci?n de los dem?s, nos situamos fuera de la ?ptica evang?lica.
8. La limosna evang?lica no es simple filantrop?a: es m?s bien una expresi?n concreta de la caridad, virtud que exige la conversi?n interior al amor de Dios y al de los hermanos, a imitaci?n de Jesucristo. En este sentido, ?c?mo no dar gracias a Dios por tantas personas que en el silencio, lejos de los reflectores de la sociedad medi?tica, llevan a cabo con este esp?ritu, acciones generosas de ayuda al pr?jimo necesitado? No nos olvidemos, ?Dios ve en el secreto?.
9. Por otro lado, hay mayor felicidad en dar que en recibir (Hch 20,35). Cuando actuamos con amor expresamos la verdad de nuestro ser: en efecto, no hemos sido creados para nosotros mismos, sino para Dios y para los hermanos (cf. 2Cor 5,15). San Pedro cita entre los frutos espirituales de la limosna el perd?n de los pecados. ?La caridad ?escribe? cubre multitud de pecados? (1P 4,8). Y a menudo repite la liturgia cuaresmal, que Dios ofrece, a los pecadores, la posibilidad de ser perdonados. El hecho de compartir con los pobres lo que poseemos nos dispone a recibir ese don.
10. La limosna, acerc?ndonos a los dem?s, nos acerca a Dios y puede convertirse en un instrumento de aut?ntica conversi?n y reconciliaci?n con ?l y con los hermanos.
11. San Jos? Benito Cottolengo sol?a recomendar: ?Nunca cont?is las monedas que dais, porque yo digo siempre: si cuando damos limosna la mano izquierda no tiene que saber lo que hace la derecha, tampoco la derecha tiene que saberlo? (Detti e pensieri, Edilibri, n. 201). Es significativo el episodio evang?lico de la viuda que, en su miseria, echa en el tesoro del templo ?todo lo que ten?a para vivir? (Mc 12,44). Esta viuda no da a Dios lo que le sobra, no da lo que posee sino lo que es. Toda su persona.
12. Jes?s, como se?ala San Pablo, se ha entregado a s? mismo por nosotros. Y la Cuaresma nos empuja a seguir su ejemplo. Siguiendo sus ense?anzas podemos aprender a hacer de nuestra vida un don total; imit?ndole conseguimos estar dispuestos a dar, no tanto algo de lo que poseemos, sino a darnos a nosotros mismos. ?Acaso no se resume todo el Evangelio en el ?nico mandamiento de la caridad? El cristiano, cuando gratuitamente se ofrece a s? mismo, da testimonio de que no es la riqueza material la que dicta las leyes de la existencia, sino el amor.
13. La Cuaresma pues nos invita a ?entrenarnos? espiritualmente, tambi?n mediante la pr?ctica de la limosna, para crecer en la caridad y reconocer en los pobres a Cristo mismo. El Ap?stol Pedro dijo al hombre tullido que le pidi? una limosna en la entrada del templo: ?No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te lo doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, echa a andar? (Hch 3,6).
14. Que Mar?a, Madre y Sierva fiel del Se?or, ayude a todos los creyentes a llevar adelante la ?batalla espiritual? de la Cuaresma, armados con la oraci?n, el ayuno y la pr?ctica de la limosna, para llegar a las celebraciones de las fiestas de Pascua renovados en el esp?ritu.
AS? SEA
+ H?CTOR MIGUEL CABREJOS VIDARTE, OFM
Arzobispo de Trujillo
Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana
Presidente del Departamento de Misi?n y Espiritualidad del CELAM