Carlos Pein? Agrelo, colaborador en la redacci?n de la Positio super virtutibus del Siervo de Dios Manuel Aparici nos env?a un art?culo firmado por Manuel Aparici. MANUEL APARICI: RECORDANDO LA HISTORIA
?LA JUVENTUD ESPA?OLA, VANGUARDIA DE CRISTO?
Aqu? se recoge parte de un art?culo firmado por Manuel Aparici , bajo el t?tulo: ?La Juventud Espa?ola, Van-guardia de Cristo?, cuando era Presidente Nacional de los J?venes de Acci?n Cat?lica escrito a modo de un sencillo homenaje a S.S. P?o XI, el Papa de la Acci?n Cat?lica; milagro moral alcanzado por la fe de este Pont?fice que crey? en el coraz?n de los j?venes, que crey? en el coraz?n del joven Manuel Aparici, a quien recibir?a por segunda vez el 1 de febrero de 1936 en audiencia privada. De ?l son estos p?rrafos:
?El ?nemo nos conduxit? de la par?bola pesaba como una maldici?n sobre los j?venes. En la empresa alta y magna del Reino de Dios, en la tarea santa de retornar los hijos al Padre, los j?venes, los que por definici?n son ansia, anhelo y ambici?n de colmar su propia grandeza, no ten?an puesto. Eran los in?tiles. El liberalismo hab?a roto la Iglesia. A los fieles seglares les hab?a imbuido una actitud pasiva, cuando no los hab?a alejado de ella. Y la juventud refugi? su desesperanza, ese ansia de ser y de darse, insatisfecha, en el placer f?cil, en la ambici?n mezquina de resolver su propio problema individual.
?Y un d?a, como en el Evangelio, cuando ya ca?a la jornada, cuando las tinieblas del materialismo amenazaban anegarlo todo, sali? el Padre de familia a decirnos: ??C?mo es que est?is aqu? ociosos todo el d?a? ... Id tambi?n vosotros a mi Vi?a? .
?Y surgi? la Acci?n Cat?lica. Los j?venes ya ten?an un puesto y un quehacer. Ya no eran los in?tiles. Los que pod?an perder su tiempo en devaneos y frivolidades. Su tiempo, su generosidad, sus energ?as, los reclamaba el Padre de familia para la empresa de revivir en Cristo a un mundo agonizante.
?Al conjuro de la voz de Pedro, que llamaba apremiante desde las alturas del Vaticano, se verific? la profec?a de la Escritura: ?Los huesos dispersos se reunieron y cubrieron de nervios, de m?sculos y de piel, y desde los cuatro ?ngulos del horizonte sopl? el Esp?ritu y un gran ej?rcito se puso en pie?. La Juventud de Acci?n Cat?lica hab?a nacido en todos los pa?ses. Milagro moral alcanzado por la fe del Pont?fice: S.S. P?o XI crey? en el coraz?n de los j?venes. Les expuso, intr?pido, los males que acechaban al mundo, y luego les dijo que en sus brazos y su coraz?n estaba el destino todo de las almas. Y los in?tiles de antes, los obreros parados de la Vi?a del Se?or, creyeron en la palabra del Papa y por ?l y con ?l empezaron a creer en s? mismos y en la misi?n que les descubr?a el Padre de familia.
?Fueron los primeros tiempos de intimidad con el Se?or. Un saboreo de Cristo en su doctrina, sus sacramentos y su culto, un gustar de su suavidad, fuerte y viril, para llenarse el alma de aquel af?n, de gloria del Padre y paz de los hombres, que puso su coraz?n en apreturas hasta que pudo mostrarlo hecho llaga de amor en lo alto de la cruz.
?Bajo el cobijo de las vetustas torres parroquiales, con la gu?a segura de los Obispos y de los sacerdotes, se form? una juventud nueva. Y la juventud de Cristo, la juventud del Papa y de los Obispos, hizo su irrupci?n en la vida, y el mundo no la comprendi?. No pod?a comprender aquella alegr?a hecha de claridades de ma?ana de pascua, que, sin palabras, censuraba la triste alegr?a de los disolutos y los libertinos.
?Y porque no era del mundo, el mundo la aborreci? y fue despreciada y perseguida en todos los pa?ses. El desprecio y la persecuci?n la apur? e hizo crecer en quilates, porque ?la paciencia perfecciona la obra?; y dio flores de santidad y de martirio y vocaciones tempranas y tard?as.
?As? tambi?n en nuestra Patria. Fue un abril de 1924 el que vio nacer los primeros Centros Parroquiales de la capital. Al a?o, el que despu?s ser?a su primer Presidente trae prendidas en el alma las palabras de fuego del Papa P?o XI, y las vocea por toda la Pen?nsula. Son los tiempos dif?ciles de la siembra primera ? Hab?a pasado el sembrador de la ciza?a, y bajo la paz oficial se incubaba la guerra. La incomprensi?n, la indiferencia y el recelo rodearon sus primeros pasos. La crisis religiosa, social y pol?tica del 31 despert? a los dormidos y aquilat? la obra. En el 32 se encar? con Espa?a que dio la primera su sangre [?]?.
En 1999, lo dir?a Juan Pablo II, de feliz memoria, con estas palabras: ?Nuevas situaciones, tanto eclesiales como sociales, econ?micas, pol?ticas y culturales, reclaman hoy, con fuerza muy particular, la acci?n de los fieles laicos. Si el no comprometerse ha sido siempre algo inaceptable, el tiempo presente lo hace a?n m?s culpable. A nadie le es l?cito permanecer ocioso?.
Era una nueva invitaci?n a los seglares para que vivieran su vocaci?n apost?lica en medio del mundo.
?C?mo nos recuerdan estas palabras del Santo Padre a las que muchos a?os antes escribiera Manuel Aparici!