ASIA/INDIA - Signos de esperanza para la valorización de la mujer en la Iglesia y en la sociedad afirman los Obispos indios en la conclusión de la 28 Asamblea plenaria celebrada del 13 al 20 de febrero en Jamshedpur, en el estado de Jharkhand (al norte de la India).
VALORIZACIÓN DE LAS MUJERES EN LA IGLESIA Y EN LA SOCIEDAD
Preámbulo
Dado que la Iglesia Universal celebra el 20 aniversario de la Carta Apostólica de Juan Pablo II, “Mulieris dignitatem”, sobre la dignidad de las mujeres, nosotros, 160 Obispos, pertenecientes a las Iglesias Particulares sui juris de la Comunión Católica en India, nos hemos reunido en XTRL en Jamshedpur, desde el 13 al 20 de Febrero de 2008, para la 28 Asamblea Plenaria de la Conferencia de Obispos Católicos de India. El tema fue la Valorización de las Mujeres en la Iglesia y en la Sociedad. Estuvieron presentes 40 mujeres laicas y religiosas y 7 hombres laicos representando las 12 regiones eclesiásticas del país como invitados al la reunión.
Ya en 1984, fue iniciada una Consulta de la CBCI sobre las Mujeres que tuvo lugar en Mumbai, sobre el “Papel de las Mujeres en la Iglesia y en la Sociedad”. En 1992, la preocupación de las mujeres fue asumida de nuevo en la Asamblea Plenaria de la CBCI en Pune y consecuentemente un Departamento de Mujeres fue erigido al estatus de una Comisión. Mientras la Iglesia y la sociedad experimentan grandes cambios, las mujeres están siendo marginadas y continúan sufriendo y ya que sus preocupaciones no han sido adecuadamente tratadas en la Iglesia y en la sociedad los obispos consideraron oportuno discutir este tema.
1. Situación de las mujeres en la Iglesia y la Sociedad en la India
La situación socio-cultural de las mujeres no debería ser entendida en el mismo sentido entre todas las clases sociales y grupos étnicos especialmente entre los marginados y oprimidos. Tiene sus luces y sombras. Aunque tenemos ejemplos de la concesión de valoración a las mujeres en posiciones de liderazgo y modelos de conducta como la Santa Madre Teresa de Calcuta y Santa Alfonsa, sin embargo la realidad de las mujeres de todos los sectores revela casos de violencia doméstica y social sobre las jóvenes y mujeres. Dependiendo de las regiones, la muerte de mujeres, infanticidio, rapto, acoso, secuestro, rapto, paliza, muertes de dote, homicidio, tráfico sexual y esclavitud existen hoy día.
Mujeres de grupos marginados tales como dalits, tribales, castas subdesarrollas y minorías sufren mucho debido a la pobreza, mala salud, carencia de acceso a la alfabetización y conocimiento apropiado y carencia de higiene y de agua potable. Además, están siendo desplazadas de sus tierras y de sus sustentos. Sufren violencia sistemática y estructural que les esclaviza y deshumaniza económica, socio-política y religioso-culturalmente.
La discriminación de género tiene efectos negativos en los muchachos y hombres también. Daña su psiques e incrementa la incidencia de morbosidad y crimen entre ellos. Relaciones de desconfianza, conflicto, competición y muchas formas de abuso sutil emergen en lugar de aquellas enraizadas en valores de cariño, participación, compasión respeto mutuo, colaboración y sociedad. Tal discriminación así tiene consecuencias negativas en las relaciones humanas.
Ha sido apuntado que las estructuras que facilitan asociación colaborativa entre mujeres y hombres así como entre clérigos y laicos necesitan perfeccionamiento. En 1992 la Asamblea General de CBCI afirmó, “con un sentido de tristeza debemos admitir que las mujeres se sienten discriminadas, incluso en la Iglesia”. En la toma de decisiones y en estructuras de consulta como el Consejo Pastoral Parroquial, Consejo Diocesano de Pastoral, Comité Diocesano de Finanzas que son estructuras canónicamente recomendadas por la Iglesia, la presencia de mujeres es inadecuada.
A pesar de la gran contribución de mujeres laicas en esferas de educación, salud, etc. sus posibilidades deben aún ser explotadas suficientemente en papeles administrativos y ejecutivos, así como en apostolados teológicos, litúrgicos, pastoral y misioneros de la Iglesia.
2. Un análisis de las causas
La cultura de dominación, marginación y exclusión que personaliza ideas, creencias, valores, tradiciones, normas, pautas, ideologías que prefieren hijos varones ha establecido una cultura de patriarcado. A través de estructuras sociales dominantes los hombres se apropian, controlan y administran los recursos financieros, intelectuales e ideológicos así como el trabajo, la fertilidad y la sexualidad de mujeres, y así perpetúan la discriminación de género.
Tal cultura produce nociones estereotipos de cómo una mujer u hombre debería comportarse (en palabras y acciones), a través de las cuales llegan ellos mismos a ser trasmisores del anterior sistema de valores. Concretamente también las mujeres llegan a ser ambas cosas víctimas y perseguidoras.
El proceso de globalización que se centra en el mercado y conducido por el beneficio, lleva a más explotación de mujeres como trabajo barato que resulta en la pobreza creciente de mujeres.
El fundamentalismo y el comunalismo refuerzan la subyugación de las mujeres al hombre, suprimen los movimientos de mujeres dividiendo mujeres a causa de su carácter religioso e intensificando la violencia contra las mujeres.
La ausencia de desarrollo y de articulación de una espiritualidad enraizada en experiencias de mujeres y en su conocimiento profundo de Dios, de la Misión, de los Sacramentos y de las Escrituras ha empobrecido a la Iglesia. La interioridad de las mujeres y la capacidad de aguante ante el sufrimiento son las áreas que no están adecuadamente capitalizadas en la construcción del Reino (Carta a las Mujeres por Juan Pablo II, 29 de Junio de 1995).
3. Signos de Esperanza
En medio de esta situación preocupante hay signos de esperanza. La Iglesia ha estado encabezando diversas iniciativas para ocasionar cambios positivos en la situación de vida de mujeres y muchachas. Desde tiempo de las primeras misiones cristianas que alcanzaron énfasis en la educación de muchachas y muchachos, a través de sus múltiples intervenciones en los terrenos del bienestar, educación, salud y el proceso de capacitación en organizar mujeres, la Iglesia Católica ha jugado un papel prominente en mejorar el estatus de las mujeres.
A pesar de esto, la Iglesia y cuerpos ecuménicos, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, sindicatos y movimientos sociales han jugado un papel significativo para facilitar el cambio. A través de sus políticas, por ejemplo, la Política Nacional sobre la Capacitación de las Mujeres, y medidas legislativas, el Gobierno ha contribuido a la causa de las mujeres. Proclamando declaraciones y convenciones internacionales como Derechos Humanos, Convención sobre Eliminación de Discriminación contra Mujeres (CEDAN), y Violencia contra Mujeres, el Gobierno de India ha tomado posición a favor de la justicia de género.
Como resultado, muchas mujeres líderes cristianas laicas y religiosas están surgiendo en la esfera pública tales como en gobierno local y liderazgo político. El proceso de generación de literatura contra-cultural y medios materiales, y el renacimiento de recuerdos subyugantes de resistencia por mujeres contra la opresión y explotación están influenciando el cambio en la perspectiva de las personas hacia un mayor o menor grado a través de espacio y cultura. La promoción de ministerios eclesiásticos apropiados entre mujeres en la Iglesia es otro signo de su participación en la misión de la Iglesia.
4. La Visión de Cristo
Situando las enseñanzas y acciones de Cristo en el contexto del Judaísmo Palestino, vemos cómo los evangelistas no sólo destacan la preocupación de Jesús por las mujeres, sino también su radical redefinición de su lugar y papel en su sociedad. En una cultura donde las mujeres estaban vistas en relación al hombre, Cristo no sólo las liberó de sus tradiciones opresivas sino mantuvo su dignidad e.g. de la mujer samaritana (Jn 4, 7-42) y de Marta y María (Jn 11, 20-40).
El utilizó las experiencias de vida de mujeres como un paradigma del amor de Dios y del discipulado cristiano para todos: la mujer y la moneda perdida, la mujer y la masa y la mujer y los dolores de parto. Incluso en su muerte y sepultura, la mujer estaba entre aquellos que daban testimonio. Jesús confió a las mujeres que ellas anunciaran la Buena Noticia de la Resurrección a sus discípulos.
San Pablo reitera la igualdad de hombres y mujeres (Gal 3, 28) y continúa refiriendo a muchas mujeres ejemplares. La Comunidad de la Iglesia primitiva estaba sostenida por la fe profunda de mujeres que participaron en el ministerio apostólico e.g. Priscila, Lidia, Phoebe, etc.
En su enseñanza, la Iglesia continúa manteniendo la dignidad de las mujeres, la unicidad de la maternidad (Carta a las Mujeres, 2), y la complementariedad y reciprocidad entre hombres y mujeres. Hasta hoy, la Iglesia continúa siendo testigo del carácter heroico de las mujeres en su testimonio hacia su fe incluso en el momento de persecución como en los casos de Sr. Rani Maria en Madhya Pradesh, Mrs. Graham Steins en Orissa, así como nlas mujeres y los hombres de Rajasthan, Gujarat, Chattisgarh y ahora de nuevo en Orissa.
5. Compromiso para la acción
Tomando en consideración todas las recomendaciones llegadas durante el proceso de discusión en la Asamblea Plenaria, es necesario movilizar nuestros esfuerzos colectivos hacia la eliminación de las causas raíces de discriminación contra las mujeres. Por consiguiente nos comprometemos como un todo dentro de un período de un año desde ahora, a una política de género desarrollada por cada Conferencia Episcopal Regional de Obispos con tiempo unido a planes de acción para su región con mecanismos de vigilancia. Basándonos en ellos, surgirá la Política de Género de la CBCI. La Comisión de Mujeres de la CBCI dará orientaciones y normas generales para desarrollar tal política, si es requerida.
Las áreas siguientes nos convocan a nuestra acción inmediata:
i. Transmitir habilidades para un afectivo ser padres a través de programas de Educación Familiar y Cursos de Preparación Matrimonial, teniendo en cuenta la necesidad de superar la predisposición cultural contra la muchacha y estereotipos sexuales.
ii. Animar movimientos de orientación familiar como 'Teams of Our Lady', and 'Couples for Christ' que promuevan la igualdad fundamenteal del martido y la mujer como un don y un derecho derivado de Dios, el Creador.
iii. Incorporar una perspectiva de género en todas las Comisiones de la Iglesia y favorecer los contactos para conseguir la finalidad de una Iglesia y sociedad de género justo.
iv. Proveer estudios teológicos, bíblicos y canónicos que promuevan justicia de género y una eclesiología de sociedad;
v. Proveer becas y cursos a tiempo parcial para mujeres para estudios teológicos, bíblicos y canónicos.
vi. Proveer oportunidades para preparar teológicamente mujeres para contribuir como trabajadoras pastorales, investigadoras, formadoras de fe, profesora en teología y consejeros espirituales.
vii. Preparar material audio-visual como herramienta eficiente para sensibilidad de género.
viii. Ofrecer al menos un 35 % (moviéndose hacia un ideal del 50%) de representación de mujeres como portadoras y miembros en consejos parroquiales y diocesanos, y financiar comités y en los cuerpos eclesiales en los niveles locales y nacionales.
ix. Afirmar el trabajo pastoral de mujeres –laicas y religiosas- como catequistas, lectores, y animadoras de Pequeñas Comunidades Cristianas de Base, consejeras, liturgistas y trabajadoras de la comunidad a través del reconocimiento de éstas como ministros.
x. Trabajar hacia un compromiso para levantar el ánimo de mujeres tribales, dalit y desfavorecidas, incluyendo su educación y oportunidades par empleo en instituciones de la Iglesia.
xi. Hacer esfuerzos coordinados para dirigir las necesidades de los migrantes y trabajadoras domésticas, y mantener la lucha contra el tráfico de mujeres y muchachas.
xii. Ayudar a mujeres emocional y legalmente a través de procesos canónicos de separación de techo y lecho y nulidad.
xiii. Apoyar a mujeres en sus procesos de liderazgo político para Panchayat, Asamblea y Parlamento legislativos hacia esta finalidad, buscamos unirnos a gobiernos centrales y de Estado, organizaciones de la sociedad civil, y otros grupos religiosos para salvaguardar los derechos y libertad de todos, especialmente mujeres, sin tener en cuenta la casta, credo, y vocación. Deseamos fortalecer mecanismos institucionales con personal adecuado y finanzas en todos los niveles de la Iglesia para inspirar, motivar, coordinar y controlar el proceso y resultados de ejecución de la política de género.
6. Conclusión
La Iglesia, como el sacramento de Cristo, le ha sido confiada la misión de proclamar la buena nueva del Reino de Dios. Esto ha hecho constantemente frente a los retos concretos con los que se ha enfrentado. Un tal reto ha sido el tema de la dignidad y papel de las mujeres en la Iglesia y sociedad. Concluimos esta declaración con nuestros pensamientos centrados en la Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios y madre nuestra, “porque la plenitud de gracia que le fue dada, con el fin de que llegara a ser Theotokos, también significa la plenitud de la perfección de “lo que es característico de la mujer”, de “lo que es femenino”. Aquí nos encontramos, en un sentido, en el punto culminante, el arquetipo, de la dignidad personal de la mujer” (MD 5). Que María, nuestra Madre, modelo y guía, nos lleve a ser auténticos discípulos de su Hijo, en la realización de su Reino en el contexto de la India nuestra querida madre tierra.
(Traducción prticular no oficial desde el Inglés)
Texto original:
http://www.fides.org/eng/documents/india_-_28th_general_body_meeting_of_cbci.doc